Un anciano que vivía en la miseria deja una herencia de
más de un millón y medio de euros a la Iglesia
Llauradó cree que al fallecido le podría haber tocado la
lotería, ya que en su casa han encontrado numerosos boletos
Un anciano de 79 años y vecino de la Palma d'Ebre
(Tarragona), Lluís Ciuraneta, que vivía de forma muy austera, ha dejado
todo su patrimonio, que asciende a 1,5 millones de euros, al Obispado de
Tortosa y a dos comunidades religiosas de Dosrius (Barcelona) y Zaragoza.
Según ha informado el diario 'El Punt', Ciuraneta vivía rozando la miseria,
a pesar de que tenía 33.000 euros en efectivo, dos casas -una en
construcción- en la Palma d'Ebre y numerosas fincas urbanas y rústicas en la
población, un piso en Bellaterra y una vivienda, dos aparcamientos y dos
trasteros en Barcelona. Todo este patrimonio está valorado en 1,5 millones
de euros.
Los familiares del fallecido, un cuñado y dos sobrinos que han recibido
3.000 euros cada uno, no podían imaginarse la fortuna que había acumulado ni
el modo cómo la había conseguido. El sobrino del hombre, Jordi Llauradó, ha
declarado al citado diario que "nunca sabíamos lo que hacía, sólo nos decía
que era viajante". Llauradó cree que al fallecido le podría haber tocado la
lotería, ya que en su casa han encontrado numerosos boletos.
El sobrino de Ciuraneta ha explicado que su tío, que era muy creyente,
podría padecer el síndrome de Diógenes, que provoca un comportamiento de
ahorro excesivo y un abandono de la limpieza de la casa.
Poca consideración
De esta manera, el patrimonio de Lluís Ciuraneta, que murió a finales de
noviembre a los 79 años de edad, se repartirá entre el Obispado de Tortosa,
al que ha dejado las casas y fincas que tenía en su población natal; la
comunidad religiosa femenina Oasis de Jesús, de Dosrius, que recibirá las
propiedades que tenía en Barcelona y el piso de Bellaterra; y la orden
contemplativa Aula Dei de Zaragoza, que se quedará con los 33.000 euros en
efectivo.
Por su parte, el Obispado de Tortosa estudia si aceptar las propiedades de
la Palma d'Ebre que ha recibido en herencia, teniendo en cuenta la poca
consideración que el fallecido ha tenido hacia sus familiares más directos.