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Historias de los Reyes Magos
Hasta el siglo V los enviados de Oriente no fueron tres y tampoco soberanos Baltasar fue blanco durante más de quince siglos y, según la tradición, era el encargado de llevar carbón y leña a los niños malos
 
JESÚS BASTANTE/MADRID
 
LARGO VIAJE. Los Reyes Magos, subidos en sus tres dromedarias, a su entrada ayer en Pamplona para la cabalgata. / EFE
«Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella y venimos a adorarle ( ). Después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a posarse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra». De este modo relata el Evangelio de San Mateo la llegada de los magos de Oriente al pesebre en el que nació Cristo para llevarle sus presentes.

Aunque Mateo es el único evangelista que cita la venida de los magos siguiendo la estrella de Belén, lo cierto es que la festividad de la Epifanía (o «entrada del rey en la ciudad») se celebraba en el Oriente cristiano desde los primeros siglos de nuestra era. Tanto esta fecha como la propia Navidad fueron aceptadas por las primeras comunidades cristianas como una cristianización del culto romano al dios solar, sobre todo a partir del siglo IV. Ya en la Edad Media, la Epifanía se transformó en la fiesta de los Reyes Magos, la más esperada por millones de niños -y no tan niños- en todo el mundo.

Magos o Reyes

¿Cuántos fueron los magos de Oriente? ¿Eran reyes o astrólogos? En el siglo III se les representaba como dos, aunque algunas pinturas anteriores al Medievo reflejaban hasta media docena. Durante siglos, las iglesias siria y armenia defendieron la existencia de una docena de magos, reflejo de los apóstoles y de las 12 tribus de Israel. Para los coptos no eran menos de 60, y daban los nombres de varios de ellos.

El primero que los convirtió en Reyes fue Tertuliano, quien descubrió en el Antiguo Testamento un pasaje que aseguraba que unos reyes acudirían a ver al Mesías poco después de su nacimiento.

San Agustín, basándose en evangelios apócrifos, indicó que los magos habían llegado hasta Belén en dromedarios, animal íntimamente ligado desde entonces a los Reyes Magos. Desde el siglo V, la Iglesia -contraria a las prácticas de magia y brujería- dictaminó que los magos no eran sino Reyes, y en 520 un mosaico bizantino encontrado en Rávena incluso señalaba los nombres de los tres -en conexión con los tres dones que llevaron al niño Dios: oro, incienso y mirra-: Melchor con el incienso; Gaspar con el oro; y Baltasar con la mirra.

La tradición señala que los restos de los Reyes Magos descansan, desde 1.164, en la catedral de Colonia, donados por el emperador Federico Barbarroja. Según el relato popular, fue la emperatriz Elena -madre del emperador Constantino- se dedicó a rescatar reliquias religiosas, encontrando en la ciudad de Saba los cadáveres de los magos, que fueron trasladados a Estambul, y de allí a Milán hasta el saqueo del norte de Italia llevado a cabo por el emperador alemán en el siglo XII.

Según algunos teólogos, los magos son símbolos de la Trinidad y encarnan los tres papeles de Cristo, mientras que sus regalos representan el poder político (oro), la divinidad (incienso) y la resurrección (mirra). Otros apuntan que simbolizan el paso del tiempo, con un rey anciano (Melchor), otro de mediana edad (Gaspar) y un mago joven (Baltasar).

Necesidades ecuménicas

Durante siglos, los Reyes Magos fueron de raza blanca. Desde el siglo XVI, las necesidades ecuménicas llevaron a identificar a los tres magos con los tres hijos de Noé, las tres partes del mundo conocido y las tres razas que se creía lo ocupaban. Así, Melchor simbolizó a los herederos de Jafet (europeos); Gaspar, a los semitas (Asia); y Baltasar a los camitas o africanos, tornando de este modo su color y convirtiéndose, en adelante, en el Rey negro.

Desde mediados del siglo V, los magos de Oriente reparten regalos y juguetes a los niños. En un principio, Gaspar repartía golosinas, miel y frutos secos; Melchor, más práctico, optaba por ropa o zapatos; Y Baltasar corría con el peor papel de los tres, puesto que castigaba a los niños traviesos dejándoles carbón o leña. Esta madrugada, como todos los años, los Reyes Magos regresarán con sus camellos y sus regalos para inundar de felicidad millones de casas en todo el mundo.

 

Sociedad
El enigma de la estrella
 
 
 
 
POR MAR. Sus Majestades llegaron a San Sebastián en barca. / EFE
Los magos de Oriente llegaron a Belén, según San Mateo, siguiendo una estrella, astro que durante siglos se ha convertido en un enigma para destacados científicos, que trataron de buscar una respuesta sobre la luz que había guiado a los Reyes hasta el pesebre de Belén.

A este respecto, se han suscitado numerosas teorías, desde que se trataba de Venus hasta que era el propio cometa Halley. En 1606, Kepler sostuvo que la estrella de Belén, según sus cálculos, fue una conjunción de la Tierra con Júpiter y Saturno, acaecida el año 7 a. de C.

En todo caso, la tradición religiosa equipara la estrella a los signos de los tiempos, y señala su función de guía del camino de los magos como una senda de conversión.

Los regalos, por su parte, serían señales de compromiso y alianza para con el «rey de los judíos», que es rechazado por Herodes y, sin embargo, ensalzado por reyes de pueblos extraños.