Redacción -
08/01/2005 La Conferencia Episcopal Española ha
hecho pública una nota de prensa titulada "Sobre nación y
nacionalismos", en la que recuerda que “resulta moralmente inaceptable
que las naciones pretendan unilateralmente una configuración política de
la propia realidad y, en concreto, la reclamación de la independencia en
virtud de su sola voluntad”. Los obispos han difundido esta nota con
motivo del fuerte debate social y político" que ha suscitado la
aprobación en el Parlamento vasco del "plan Ibarreche".
La Conferencia Episcopal ha hecho pública una nota de prensa en la
que recuerda su instrucción pastoral sobre terrorismo, llamada
“Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus
consecuencias”, escrita en noviembre de 2002. De dicha instrucción
pastoral, adjunta a esta noticia, los obispos destacan que “cuando
determinadas naciones o realidades nacionales se hallan legítimamente
vinculadas por lazos históricos, familiares, religiosos, culturales y
políticos a otras naciones dentro de un mismo Estado, no puede decirse
que dichas naciones gocen necesariamente de un derecho a la soberanía
política”. En el documento añaden que “las naciones, aisladamente
consideradas, no gozan de un derecho absoluto a decidir sobre su propio
destino”, ya que “esta concepción significaría, en el caso de las
personas, un individualismo insolidario”. La nota de prensa asegura que
“resulta moralmente inaceptable que las naciones pretendan
unilateralmente una configuración política de la propia realidad y, en
concreto, la reclamación de la independencia en virtud de su sola
voluntad”.
Según el documento, “la caridad social exige a los pueblos la atención
al bien común de la comunidad cultural y política de la que forman
parte”. Por ello, “la Doctrina Social de la Iglesia reconoce un derecho
real y originario de autodeterminación política en el caso de una
colonización o de una invasión injusta, pero no en el de una secesión”.
Los obispos consideran que “no es moral cualquier modo de propugnar la
independencia de cualquier grupo y la creación de un nuevo Estado”, por
lo que “la Iglesia siente la obligación de pronunciarse ante los fieles
cristianos y los hombres de buena voluntad”.
A su juicio, “cuando la voluntad de independencia se convierte en
principio absoluto de la acción política y es impuesta a toda costa y
por cualquier medio, es equiparable a una idolatría de la propia nación
que pervierte gravemente el orden moral y la vida social”. Tal forma
inmoderada de “culto a la nación”, dice el documento, “es un riesgo
especialmente grave cuando se pierde el sentido cristiano de la vida y
se alimenta una concepción nihilista de la sociedad y de su articulación
política”. La Conferencia Episcopal explica que la opción nacionalista
“no puede ser absoluta”, y considera que “para ser legítima debe
mantenerse en los límites de la moral y de la justicia, y debe evitar un
doble peligro: el primero, considerarse a sí misma como la única forma
coherente de proponer el amor a la nación; el segundo, defender los
propios valores nacionales excluyendo y menospreciando los de otras
realidades nacionales o estatales”.
Las reacciones por parte de diversos partidos políticos no han tardado
en aparecer. El Bloque Nacionalista Galego ha acusado a la Conferencia
Episcopal de “manipular” y “mentir” sobre el contenido del proyecto
soberanista de Juan José Ibarreche, cuando dice que busca la
independencia del País Vasco. El portavoz del BNG en el Congreso,
Francisco Rodríguez, aseguró que “no se puede mentir y eso en la Iglesia
católica es un hecho especialmente grave porque significa que de forma
consciente están recurriendo a una manipulación”. A estas afirmaciones
añadió que “es gravísimo que la Iglesia católica se dedique a publicar
una sentencia sobre la vida política tan sumamente absoluta, radical y
tan falta de equidad y de la mínima ponderación”. Según el portavoz del
BNG la Iglesia pretende “confundir” a los fieles católicos y “meter el
miedo en el cuerpo” cuando lo que hace falta es “serenidad” ante un
debate político.
La dirección de Izquierda Unida considera una “intromisión” las
advertencias de la jerarquía eclesiástica sobre el plan Ibarreche y
responde a esta institución que no está “en condiciones de dar lecciones
sobre unidad y secesión”. Izquierda Unida considera que la Iglesia
católica debería “dedicarse a sus funciones”, que nada tienen que ver
con aceptar o rechazar decisiones políticas, cuando además son, como en
este caso, “democráticas y legítimas”.
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