Redacción -
12/01/2005 Un grupo de Dominicas de la
Presentación residentes en Mossoul (Iraq) han denunciado que están “en
una situación muy peligrosa” y que ni siquiera pueden salir a oír misa.
En un comunicado hecho público por la casa general de la Dominicas en
España, se revela que sacerdotes, religiosos y religiosas “son
perseguidos y amenazados dentro y fuera de la iglesia, incluso en las
pequeñas comunidades como la nuestra”.
La casa general de las Dominicas de la Presentación en España ha
difundido un comunicado sobre el mensaje recibido desde Mossoul (al
norte de Iraq), en el que las religiosas que viven allí cuentan la
dramática situación en la que viven en estos momentos, pues la casa que
tienen en Mossoul se encuentra situada en una zona entre “los americanos
de un lado y del otro los terroristas”. La situación provoca que las
religiosas vivan en un constante y permanente peligro que les obliga,
entre otras cosas, a no poder abandonar el convento durante días, ni
siquiera para oír misa.
La situación de peligro para los cristianos es tal que, según las
religiosas, muchos se han visto obligados a emigrar “a Siria o Jordania,
y han dejado todos sus bienes para salvar su propia vida”. Sacerdotes,
religiosos y religiosas “son perseguidos y amenazados dentro y fuera de
la iglesia, incluso en las pequeñas comunidades como la nuestra”,
añaden. Las religiosas, a pesar de la casa de acogida para jóvenes que
tienen en Mossoul, han visto como numerosas personas no han tenido más
remedio que marcharse por el peligro que corren. “Además de ser
cristianas –dice la nota-, el hecho de ser mujeres aumenta el riesgo” y,
en esta situación, ni siquiera pueden ir al mercado y tienen que valerse
de los alimentos que les envían desde Bagdad. Según el testimonio de las
religiosas, en los días de Navidad “no hay alegría entre los que vivimos
en esta ciudad. Vemos que las personas mueren ante nuestros ojos,
tirados por la calle, en todas partes hay el mal olor de los que mueren
y nadie puede tocarlos, está prohibido, y matan a las personas que van a
recoger un difunto”.
A pesar de esta situación, las hermanas no piensan en marcharse ya que,
como han afirmado, “estamos aquí, en este barrio, nuestro barrio, y
permanecemos para dar testimonio de Cristo crucificado pero resucitado
de entre los muertos”. Esta congregación religiosa cuenta con siete
comunidades en Iraq, en las que trabajan cerca de 40 religiosas
dedicadas a la educación y la atención de residencias para jóvenes,
hogares para niños y centros asistenciales como el Hospital San Rafael
de Bagdad, donde falleció el periodista español José Couso.
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