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El mundo visto desde Roma
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Servicio diario | - |
13
de enero de 2005
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Santa Sede
Respeto de la vida, casa, tráfico…, consejos del Papa a los
gobernantes de Roma
Fe y razón se encuentran «en la búsqueda de la sabiduría»,
asegura el Papa
Teólogo del Papa: Calumnias contra Pío XII
Mundo
Ricoeur presenta la condición para evitar la «guerra de todos
contra todos»
Jóvenes cubanos se preparan para participar en la Jornada
Mundial de Colonia
Disponibilidad de Vietnam a relaciones diplomáticas con la
Santa Sede
El gobierno español pretende «que sea igual lo que es
diferente»
Entrevista
El «tsunami» descubre lo mejor de la humanidad y lo peor de
ella
Los malentendidos sobre el diálogo interreligioso (II)
Documentación
Llamamiento de obispos católicos del mundo desde Tierra Santa
Obispos de Venezuela: «Diálogo y perdón para la paz»
Santa Sede
Respeto de la vida, casa, tráfico…,
consejos del Papa a los gobernantes de Roma
En un encuentro con motivo del nuevo año
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
Problemas fundamentales --como el respeto de la vida y la familia--, o de la
vida diaria –como la dificultad para encontrar una casa o el tráfico -- fueron
tema del encuentro que mantuvo este jueves Juan Pablo II con los responsables
administrativos de la ciudad de Roma y de la región.
En la audiencia, concedida para presentar su felicitación por el año nuevo,
participaron el alcalde de la ciudad eterna, Walter Veltroni, y el presidente de
la región del Lacio, Francesco Storace (el primero apoyado por una alianza de
centro izquierda y el segundo por una de centro derecha).
En su discurso, el Santo Padre aplaudió la reciente aprobación del Estatuto de
la Región del Lacio que, entre otras cosas, «reconoce explícitamente la primacía
de la persona y el valor fundamental de la vida».
«Reconoce, además, los derechos de la familia como sociedad natural fundada
sobre el matrimonio y se propone apoyarla en el cumplimiento de su función
social», añadió el Santo Padre.
«El Estatuto prevé también que la Región garantice el derecho al estudio y la
libertad de elección educativa, reconoció.
El obispo de Roma mostró también su «satisfacción» por la firma de un
«Protocolo» entre esta diócesis y el ayuntamiento y la región para realizar
«nuevas parroquias en las afueras de la ciudad» que, como él mismo recordó,
«desempeñan la función de centros e integración social».
Este acuerdo, indicó, también promueve «la colaboración entre la Iglesia y las
instituciones del ayuntamiento, de la provincia y de la región para la promoción
de acontecimiento culturales que den valor a nuestro gran patrimonio artístico,
histórico y espiritual».
El pontífice no se quedó sólo en los aspectos positivos; señaló también los
problemas que, desde su punto de vista, merecen la «atención» de los gobernantes
de Roma y de sus alrededores.
En primer lugar, mencionó la «falta de alojamientos adecuados» que constituye
una dificultad para «la constitución de nuevas familias y la generación de los
hijos».
Mencionó, luego, «los tristes fenómenos de la toxicomanía, y más ampliamente del
malestar juvenil» que exigen «una atención y un compromiso siempre atento para
preservar lo más posible el futuro de juventud».
«¿Qué se puede decir del tráfico urbano, que cada año se hace más congestionado
y cansado?», preguntó el Santo Padre en referencia a uno de los elementos que
impresionan a primera vista a todo el que visita esta ciudad.
«Es causa de notables dificultades en la vida cotidiana de muchas personas y
familias»¸ reconoció, pidiendo que los gobernantes afronten conjuntamente la
cuestión del «transporte urbano» y la creación de «nuevas arterias de
comunicación».
En sus más de 26 años de pontificado, Juan Pablo II se ha tomado muy en serio su
ministerio de «obispo de Roma» visitando, por ejemplo, casi todas las parroquias
de su diócesis (más de 300).
ZS05011305
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Fe y razón se encuentran «en la
búsqueda de la sabiduría», asegura el Papa
Al recibir a representantes de la Universidad de Silesia en Katowice (Polonia)
CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
Juan Pablo II considera que la fe y la razón son necesarias y complementarias en
la búsqueda de la sabiduría, según explicó este jueves al recibir en audiencia a
una delegación de la Universidad de Silesia, en Katowice (Polonia).
En la concepción clásica, dijo el Santo Padre en el discurso que dirigió a sus
huéspedes en polaco, «la universidad no podía existir sin la facultad de
Teología, ya que hubiera quedado incompleta».
«Hoy esto ha cambiado --reconoció--. Sin embargo, la presencia de las ciencias
teológicas entre los otros campos de reflexión universitaria posibilita un
intercambio válido de pensamiento».
Se trata de uno de los argumentos que más apasionaron a Karol Wojtyla como
intelectual y pastor y que recogió en su encíclica
«Fides et Ratio» (14 de septiembre de 1998).
La fe y la razón, aseguró, «se encuentran en la búsqueda de la sabiduría. Se
sirven de diversos instrumentos y métodos, pero se enriquecen mutuamente en el
descubrimiento de las múltiples dimensiones de la verdad».
El Papa se despidió deseando que la Universidad de Silesia en Katowice pueda
disfrutar «de los abundantes de esta colaboración que comenzó hace cuatro años».
ZS05011303
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Teólogo del Papa: Calumnias contra Pío
XII
Declaraciones del cardenal Georges Cottier
ROMA, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).- El
cardenal Georges Cottier, teólogo de la Casa Pontificia, ha calificado de
«polémica artificial» y «desagradable» el debate surgido tras la manipulación de
un documento histórico que atribuía a Pío XII supuestas actitudes antisemitas.
La polémica surgió cuando el diario italiano «Il Corriere della Sera» publicó el
28 de diciembre un documento de octubre de 1946 atribuido al Santo Oficio que,
según esta interpretación, indicaba a los obispos y sacerdotes que no se
restituyeran a las familias judías los niños a los que la Iglesia había salvado
la vida durante el Holocausto y que habían sido bautizados.
Tras la publicación por parte del diario italiano «Il Giornale» de los
documentos originales, se puede constatar que «Il Corriere della Sera» se
equivocó en el autor del documento (era la nunciatura apostólica en Francia), en
la fecha, y en el contenido, pues dice exactamente lo contrario (Cf.
Zenit, 11 de
enero de 2005).
El cardenal Cottier, en declaraciones concedidas a la agencia italiana «AdnKronos»
ha calificado el debate suscitado por la prensa italiana como «un episodio
desagradable, que ha sólo ha provocado una polémica artificial».
«La búsqueda de la verdad histórica no se logra alimentando polémicas y
sospechas», añade.
El caso, que ha afectado a la figura del Papa Pío XII, cuya causa de
beatificación está abierta desde 1965, según el cardenal Cottier, «debe juzgarse
de manera severa».
«Es una calumnia hacer pública la sospecha de que Pío XII haya actuado, en plena
segunda guerra mundial, movido por sentimientos antisemitas», ha asegurado el
teólogo de la Casa Pontificia, colaborador cercano de Juan Pablo II y antiguo
secretario de la Comisión Histórico-Teológica del gran Jubileo del año 2000.
«Acusar al Papa Pío XII de antisemitismo es injusto y excesivo. Y las
acusaciones que desde hace tiempo se lanzan contra la persona de Eugenio Pacelli
exceden el campo de la historigrafía para entrar en el de la polémica estéril»,
añade el purpurado suizo.
Acusar a Pío XII de haberse callado ante el Holocausto y de tener sentimientos «antijudíos»
es el fruto de «una polémica pasional, anacrónica, y contraria a la verdad
historigráfica», concluye el teólogo de la Casa Pontificia.
ZS05011302
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Mundo
Ricoeur presenta la condición para
evitar la «guerra de todos contra todos»
El gran filósofo interviene en el Congreso Internacional dedicado a Emmanuel
Mounier en Roma
ROMA, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
Según el filósofo personalista Paul Ricoeur, las alternativas que se plantean a
la humanidad hoy día son la lógica «del intercambio de dones» y la de la «guerra
de todos contra todos», y sólo con la primera se puede evitar la segunda.
Ricoeur, de 94 años, considerado como uno de los pensadores contemporáneos más
influyentes, intervino por videoconferencia en la primera jornada del Congreso
Internacional dedicado a Emmanuel Mounier en el centenario de su nacimiento (1
de abril de 1905), que tiene lugar del 12 al 14 de enero en la Universidad
Pontificia Salesiana (UPS) de Roma.
Según informa la Agencia Internacional Salesiana de Información (ANS), en su
intervención, Ricoeur consideró que si se niega «el carácter moral de los lazos
sociales», se desencadena «la lucha por el reconocimiento recíproco», en la que
prevalecen comportamientos negativos como la «humillación, el desprecio, la
violencia en todas sus formas físicas y psicológicas» y la discriminación de las
minorías.
Para evitar estas amenazas, el filósofo francés propuso «la experiencia del
reconocimiento efectivo en un mundo pacificado».
La creación de lazos políticos que hagan a los hombres ciudadanos de una
comunidad, afirmó Ricoeur, no sólo debe ser provocada por la preocupación por la
seguridad y la defensa de los intereses particulares, sino por «algo parecido a
una "amistad política", esencialmente pacífica».
Esta amistad, añadió, no se basa en las lógicas del mercado, «sino en la
gratuidad del don, pues loa donación sigue siendo un gesto espontáneo que se
escapa al cálculo interesado».
Además de Ricoeur, en la primera jornada intervino don Pascual Chávez, rector
mayor de los salesianos y gran canciller de la UPS, ante un público de más de
450 auditores.
Don Chávez presentó la figura de Emmanuel Mounier (1905-1950) como «valiente
pensador, robusto constructor de la historia, auténtico empresario del
pensamiento comprometido [«pensée engagée»]», quien dio una contribución
decisiva para «replantear la relación entre fe e historia».
El superior salesiano subrayó la coherencia del filósofo francés, cuyo «programa
de dinamismo social y político» se basaba «en su fidelidad al don bautismal».
«Mounier es el ombre de la Pascua…, capaz de comunicar a su alrededor las
razones de la esperanza. El suyo es un personalismo comunitario vivido, antes
que proclamado», reconoció.
«El ancla de la fe en él es garantía de solidez personal y de solidaridad
social», características que tanto necesita nuestra sociedad, reconoció don
Chávez.
«La revolución o será moral o no lo será», continuó citando al mismo Mounier.
«Sólo quien se deja revolucionar por Dios será capaz de revolucionar al mundo.
El mal oscuro de la incomunicación de hoy, que genera violencia, opresión y
disgregación, sólo será superado por comunidades de personas maduras que
transformen la historia en una cantera en la que se preparen los materiales
precioso para la construcción del Reino».
En el contexto mundial caracterizado por motivos de angustia, como el terrorismo
y las guerras, el Congreso «Persona y humanismo relacional: herencia y desafíos
de Emmanuel Mounier» quiere estudiar las estrategias que hay que favorecer para
que el desarrollo del planeta esté a la medida del hombre y respete su dignidad,
afirman los organizadores.
En este contexto, el encuentro está repasando la vida y el pensamiento de
Mounier «sobre las categorías de personas, comunidad y diálogo».
En el congreso está participando el cardenal Paul Poupard, presidente del
Consejo Pontificio de la Cultura.
El personalismo considera la noción de persona como la categoría filosófica
esencial y estima que su dignidad es un valor absoluto y los derechos humanos
son principios irrenunciables del orden social y político.
También concede especial relevancia, entre otras, a las siguientes dimensiones
de la persona: la afectividad, las relaciones interpersonales, la corporalidad,
la diferenciación, dentro de una igualdad radical, en varón y mujer, el carácter
social, ético y solidario de la persona y su apertura intrínseca a la
trascendencia.
ZS05011307
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Jóvenes cubanos se preparan para
participar en la Jornada Mundial de Colonia
ROMA, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
Dos jóvenes de cada una de las once diócesis de Cuba participarán, acompañados
por obispos en las Jornadas Mundiales de la Juventud que tendrán lugar con la
presencia de Juan Pablo II en el mes de agosto en la ciudad alemana de Colonia.
Lo ha confirmado monseñor Carlos Baladrón, obispo de Guantánamo-Baracoa, en su
visita realizada a la sede internacional de la asociación católica Ayuda a la
Iglesia Necesitada (AIN).
En su entrevista, monseñor Baladrón subrayó el impacto de la vista del Papa en
1998 a Cuba, que ayudó a los católicos cubanos «a ser testigos de fe en su vida
cotidiana, en el trabajo, la universidad y la familia».
Constató que «hoy por hoy, mucha gente está redescubriendo sus raíces católicas»
y que hay «un alto índice de participación juvenil en la vida de Iglesia».
Según el obispo, la formación, en particular, la de los jóvenes líderes laicos,
representa una prioridad para la Iglesia.
Entre los problemas sociales más acuciantes, citó la desintegración de la
familia, el aborto y la prostitución.
ZS05011306
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Disponibilidad de Vietnam a relaciones
diplomáticas con la Santa Sede
Según refirió la Televisión de Estado del país asiático
HANOI, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
La Televisión de Estado vietnamita habló el miércoles de la disponibilidad de
Hanoi a estabilizar las relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
Representantes institucionales del país del sudeste asiático han declarado que
el encaminamiento de este nuevo rumbo es sólo «una cuestión de tiempo», cita el
diario católico italiano «Avvenire».
El hecho se produjo en el curso de la visita del presidente de la Cámara de los
Diputados de Italia, Pier Ferdinando Casini, quien se reunió con el presidente
de la República Socialista de Vietnam, Tran Duc Luong, y con el vice primer
ministro, Nguyen Tan Dung.
De acuerdo con lo referido por el programa de la televisión vietnamita, Casini
suscitó la cuestión y, aún con la discreción requerida por lo delicado del tema,
expresó el deseo de una estabilización definitiva de las relaciones diplomáticas
entre Hanoi y el Vaticano.
6 millones de católicos se cuentan entre los 7 millones de cristianos de
Vietnam, cuya población de unos 80 millones de personas registra 50 millones de
budistas y 4 millones de la religión Cao Dai.
Actualmente las relaciones entre la Santa Sede y Hanoi están reguladas por una
visita que llevan a cabo anualmente a Vietnam representantes de la Santa Sede,
quienes mantienen encuentros con representantes del gobierno.
En Hanoi no existe presencia estable de un nuncio apostólico ni representante
diplomático alguno de la Santa Sede.
El pasado noviembre, los obispos católicos de Vietnam manifestaron su
preocupación ante la vulneración de la libertad religiosa que supondría la
inminente entrada en vigor de la Ordenanza sobre creencias y religiones adoptada
el 18 de junio por el Comité Permanente de la Asamblea Nacional del país
asiático.
La disposición, fuertemente restrictiva, se orienta a regular en el país las
actividades religiosas y las relativas a las creencias de forma que las
actividades de formación, las escuelas, las celebraciones, las publicaciones e
incluso las reuniones ecuménicas sólo pueden verificarse bajo estricto control
estatal.
Encargados de garantizar el respeto de las normas previstas en la ordenanza son
los Comités del Pueblo, la Oficina de Asuntos Religiosos y el primer ministro.
En declaraciones a Zenit, el sacerdote de la redacción vietnamita de «Radio
Vaticana» Giuseppe Hoang Minh Thang explicaba entonces que «si la ley se aplica
tal como se ha redactado será el fin de la libertad religiosa».
Experto conocedor de la situación del país asiático, el sacerdote constataba
que, visto que «no es posible destruir la religión», «por este motivo [el
gobierno] intenta tener un control total sobre la misma».
Con esta ordenanza «se intenta condicionar y utilizar las religiones
--prosiguió--. En relación con la Iglesia católica, la lógica es la de reforzar
el Frente Patriótico para crear una Iglesia nacional al servicio del gobierno e
independiente de Roma».
«Ya han creado una Iglesia nacional budista», ejemplificó el sacerdote
vietnamita.
El gobierno vietnamita no permite nombrar directamente obispos, sino que exige
que la Santa Sede presente algunos nombres entre los cuales el gobierno elige al
candidato que considera oportuno. Las autoridades deciden también los candidatos
a los seminarios y a la ordenación sacerdotal, y en los seminarios se debe
impartir obligatoriamente marxismo.
Con todo, los católicos de Vietnam se cuentan entre los más vitales de Asia.
Pese a los límites del gobierno a la vida de las parroquias, seminarios y
órdenes religiosas, los fieles evangelizan con numerosas actividades como
catequesis, escuelas, dispensarios y leproserías.
ZS05011304
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El gobierno español pretende «que sea
igual lo que es diferente»
La realidad del «matrimonio» homosexual, según monseñor Sebastián
MADRID/PAMPLONA, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
En plenas fiestas de Navidad y durante el último Consejo de Ministros del año,
el pasado 30 de diciembre el gobierno de España daba luz verde al anteproyecto
de ley de reforma del Código Civil que, de prosperar en su camino parlamentario,
permitiría a personas del mismo sexo contraer «matrimonio» y abriría las puertas
a la adopción de niños en este contexto.
En España se levantaron críticas porque la decisión, entre otros aspectos,
desoye el dictamen --aún no siendo vinculnte-- del Consejo de Estado –máximo
órgano consultivo—, incumple la obligación de remitir el proyecto de ley al
Consejo General del Poder Judicial, prescinde del debate social y no responde a
una auténtica demanda –sólo el 0,11% de las parejas censadas en el país son
homosexuales— (Cf.
Zenit, 8 enero
2005).
El Foro Español de la Familia (FEF), que representa a más de 4 millones de
familias españolas, ofrece en su página
www.forofamilia.org la versión íntegra del dictamen del Consejo de Estado,
«un texto que apenas ha circulado y que podría servir incluso de sólido
fundamento jurídico cuando se plantee un recurso de inconstitucionalidad contra
esa equiparación», cita.
Al tiempo que se debate ese proyecto de ley, existe otro de Iniciativa Popular
presentado por el FEF que también deberá ser debatido en mayo. Su objetivo es
salvaguardar los derechos del matrimonio, la familia y los niños en relación con
otro tipo de uniones, por lo que propone la modificación de los artículos 44.1 y
175.4 del Código Civil. Admitida a trámite, se están recogiendo las 500 mil
firmas necesarias para que el proyecto de ley se debata y se vote en las Cortes.
La Iniciativa Legislativa Popular (ILP) es una forma de participación política
popular reconocida en la Constitución Española mediante la cual los ciudadanos
presentan una ley ante las Cortes Generales para que sea discutida y tramitada;
así se puede procurar la discusión parlamentaria de una norma que interesa a un
gran número de ciudadanos, pero que los políticos no propondrían por diferentes
motivos.
El plazo de recogida de firmas de esta ILP termina el 5 de abril. El pasado 29
de diciembre, a sólo dos meses del inicio de la campaña, ya se habían reunido
más de 300 mil.
La intención de la propuesta legislativa del FEF es reforzar el mandato legal de
que el matrimonio es la unión de un hombre y una mujer y por otro lado procura
además el reforzamiento legal de la capacidad para adoptar atendiendo a los
intereses del menor.
La proposición –aclaran sus promotores-- «supone un mayor respaldo jurídico a la
familia, y pretende salvaguardar los perfiles del matrimonio sin mezclas ni
confusiones con otras formas de convivencia entre adultos, garantizando la mayor
libertad y pluralidad de otros modos de convivencia», y «no discrimina ni va
contra los derechos de nadie, sino que logra que el nuevo pluralismo social se
potencie sin ir en detrimento de lo ya probado como justo y eficaz» (más
información en www.noesigual.org).
A finales de año, por su parte, la Conferencia Episcopal Española lanzó su
segunda campaña de información sobre las enseñanzas de la Iglesia en algunas
cuestiones morales, centrada en este caso en el matrimonio (Cf.
«Hombre
y mujer los creó»).
Mientras, el 7 de enero, en su carta semanal, el arzobispo de Pamplona y
secretario del episcopado español, monseñor Fernando Sebastián, pedía una
reacción social de defensa a la decisión del gobierno español. Por su interés,
reproducimos a continuación el texto íntegro de la misiva.
* * *
PUES NO ES ASÍ
Ya está. Nuestro gobierno ha decidido que sea igual lo que es diferente. Da
igual que se casen un hombre y una mujer, o que se casen dos hombres, o dos
mujeres... Todo es matrimonio, y todos tienen los mismos derechos. Pues no,
señor.
No se puede entender cómo nuestros gobernantes se han empeñado en una cosa tan
absurda. Desde el punto de vista social y público ¿es igual el amor de dos
personas del mismo sexo, que el amor entre un hombre y una mujer? Todo el mundo
sabe que no son iguales los sentimientos, ni las relaciones, ni las
consecuencias.
Con este paso no se corrige ninguna discriminación. Todos tienen derecho a
contraer matrimonio. Es decir, a casarse con una persona del otro sexo. Si
alguien, por lo que sea, no quiere o no puede hacerlo, habrá que ayudarle. Pero
el remedio no es unirse con una persona del mismo sexo diciendo que eso es un
matrimonio.
Con todo, si hay personas que quieren vivir así, a lo mejor está justificado que
el Estado regule algunos aspectos y algunas consecuencias de esa convivencia.
Pero que no se empeñen en equipararla con el matrimonio, porque no lo es. A no
ser que cambien la definición literaria, la figura jurídica y la identidad
cultural del matrimonio.
La equiparación de la convivencia entre dos personas del mismo sexo y el
matrimonio entre hombre y mujer, implica al menos estas dos cosas,
1ª, que el matrimonio, entendido como unión de amor permanente entre hombre y
mujer y lugar adecuado para la multiplicación de la vida, ha dejado de ser la
célula básica de nuestra sociedad y nuestra convivencia. Algo inusitado, de
consecuencias insospechadas.
2ª, Que el sexo de la persona sea considerado como una realidad indeterminada
que cada uno puede dirigir y orientar como le parezca mejor. Por eso algunos
hablan de “orientación sexual” en vez de hablar clara y directamente de sexo. En
estas cuestiones cada uno puede orientarse como quiera. Todo es igual.
En el fondo de la cuestión está de nuevo la visión de la persona como dueña
absoluta y última de su vida, sin ninguna referencia moral trascendente fundada
en el reconocimiento del Creador o por lo menos de una naturaleza objetiva
anterior a cada individuo. La persona es dueña absoluta de su existencia,
creadora de sí misma, capaz por tanto de orientar su vida como le parezca. De
nuevo el ateísmo como condición para alcanzar una quimérica libertad absoluta y
autocreadora. Pero la realidad no es así. Prescindamos de consideraciones
teológicas y aun religiosas. Todos, salvo alguna posible anormalidad de la
naturaleza, nacemos con un cuerpo sexuado, masculino o femenino. Ocurre que la
sexualidad humana no es pura genitalidad, necesita ser insertada en la vida
personal y por eso cada persona tiene como tarea reconocerse a sí misma y
desarrollar los sentimientos y las tendencias afectivas congruentes con su
propia biología.
Una persona dotada biológicamente de sexualidad masculina o femenina, y con
sentimientos, sensibilidad y tendencias del sexo contrario, se quiera o no, es
una persona mal configurada, psicológicamente mal resuelta. Por eso lo “homo” no
es igual que lo “hetero”. Se diga lo que se diga.
Decir esto no es ganas de buscar la confrontación, ni de menospreciar a nadie.
Para mí todos son hijos de Dios y todos me merecen el mismo respeto. Pero como
un varón no es igual que una mujer, aunque los dos tengan la misma dignidad, un
“homo” tampoco es igual que un “hetero”, aun teniendo la misma dignidad y los
mismos derecho personales. Es preciso decir esto con claridad porque la
maduración personal de la sexualidad, en el hombre y en la mujer, además de ser
un proceso biológico, es también un proceso psicológico, que necesita ser
ayudado y dirigido para que termine bien, es decir para que termine en una
personalidad del todo masculina o del todo femenina, en la cual lo biológico y
lo psicológico coincidan.
Si esto no se dice con claridad, si nos callamos y dejamos que se vaya
normalizando eso de que da lo mismo ser homo que hetero, es posible que nos
encontremos dentro de poco con una verdadera epidemia de homosexualidad, fuente
de problemas psicológicos y de frustraciones dolorosas.
Cuando hacemos estas advertencias desde la Iglesia no es por falta de afecto o
de respeto hacia los homosexuales, sino para evitar la extensión de esta
alteración que ocasiona muchos sufrimientos, para defender a nuestros jóvenes de
experiencias equivocadas que pueden acarrearles muchas dificultades, y para
decirles a los homosexuales que, si quieren, con ayudas bien dirigidas, pueden
cambiar su situación.
La Iglesia considera deficientes y pecaminosas las relaciones erótico sexuales
entre dos personas del mismo sexo, porque no expresan correctamente la
sexualidad humana, tal como está inserta por Dios en nuestra naturaleza, que
supone una cierta alteridad entre personas de distinto sexo y la capacidad
conjunta para la procreación. No es ninguna injuria ni ninguna discriminación.
También considera deficientes y pecaminosas las relaciones sexuales entre
personas heterosexuales fuera del matrimonio o que excluyan expresamente la
posibilidad de la multiplicación de la vida.
Hablar así hoy, no es “culturalmente” ni “políticamente” correcto. Puede incluso
acarrear represalias violentas. No sería la primera vez. Sin embargo sí es
cristianamente correcto, y por eso mismo es humanamente y socialmente correcto,
justo y obligado. La sociedad española tiene que defenderse, rechazando por
todos los medios legítimos que estén en su mano esta decisión del gobierno que
de ninguna manera puede entenderse ni justificarse como un acto de servicio al
bien común.
Ya era antes, pero la recta educación sexual de los niños, adolescentes y
jóvenes comienza a ser un obligación urgente y grave de los padres cristianos,
de los educadores, de los profesores, catequistas y sacerdotes, con el fin de
ofrecerles a tiempo una formación clara, firme, abierta al crecimiento personal
y afectivo, conforme con la naturaleza y con la sabiduría de Dios, en estas
materias referentes a la sexualidad, afectividad, matrimonio, procreación y
educación de los hijos, tan importantes para la perfección personal y la salud
social. Y nos queda la obligación de hacer lo posible para eliminar esta ley
arbitraria e injusta. Los años de los hombres son ante Dios como un día.
Mons. Fernando Sebastián Aguilar
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela
ZS05011301
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Entrevista
El «tsunami» descubre lo mejor de la
humanidad y lo peor de ella
Entrevista con el arzobispo de la capital de Sri Lanka, monseñor Oswald Gomis
COLOMBO, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
En Sri Lanka, uno de los países más golpeados por el maremoto del 26 de
diciembre, la Iglesia católica trabaja duramente para llevar ayuda a las áreas
más afectadas.
En este contexto, a los pocos días de la tragedia, el arzobispo de Colombo,
monseñor Oswald Gomis, lanzó un llamamiento mundial pidiendo donativos para el
«Archbishop's
Tidal Wave Relief Fund».
El prelado confirma en esta entrevista concedida a Zenit que las dimensiones de
la catástrofe están casi fuera del alcance de la comprensión humana. En el país,
de una población de casi 20 millones de habitantes el 70% es budista, el 15%
hinduista, el 8% cristiana (de ésta, el 6,7% es católica) y el 7% es musulmana.
--¿Cuál fue su primera reacción cuando supo que se había producido un
«tsunami»?
--Monseñor Gomis: En cuanto llegaron las noticias fui a visitar las regiones
meridionales y vi el desastre con mis propios ojos. Algunos lugares eran
impracticables el primer día, como Berula, pero fuimos en cualquier caso a
constatar la tragedia.
En la archidiócesis, la mayor del país con cerca de la mitad de la población
católica de la isla, hemos organizado un equipo especial para la emergencia,
formado por nueve sacerdotes y por laicos para ayudarles.
Entre los sacerdotes hay tres de cada región: del sur, del centro y del norte.
Estos subcomités tienen la tarea de informar sobre todas las situaciones que
encuentren, trabajando en colaboración con las parroquias locales.
--¿Así que diría que comprender bien la realidad es esencial con vistas a las
actividades de ayuda?
--Monseñor Gomis: Absolutamente. La devastación varía de un lugar a otro...
--¿Y cómo es la distribución de ayuda en las áreas donde llueve y hay
inundaciones?
--Monseñor Gomis: He visitado también la provincia oriental, donde está la
concentración católica, y debo decir que en esos lugares hay una gran
devastación, que, como usted apunta, está empeorando a causa de estación de
lluvias. Las inundaciones causadas por las lluvias crean pesadas dificultades y
pueden ser suficientemente graves hasta sin un «tsunami».
El sur está fuertemente afectado por esta combinación de causas. Automóviles y
autobuses han sido barridos completamente de las calles y la gente ha
desaparecido. Naturalmente, en este caso, es una tarea muy difícil intentar
desenterrar en estas condiciones los cuerpos embebidos de agua.
--En su llamamiento, usted decía que la gente llevaba la misma ropa que aquel
trágico día y que no habían comido ni bebido adecuadamente desde entonces. ¿Qué
están haciendo ustedes al respecto?
--Monseñor Gomis: Hay una estrategia. La primera etapa es haber organizado un
gran campo de acogida en St. Vincent’s Home, administrado por la Iglesia, donde
se atiende toda necesidad.
En segundo lugar, estamos planificando proporcionar casas a estas personas, algo
de lo que ahora ya carecen. Les tenemos que facilitar algún refugio como
tiendas, de forma que puedan reanudar sus actividades pesqueras u otras labores
y sostener así a sus propias familias.
Además, tendremos que ayudar en el programa de reconstrucción urbana. Se trata
de una cuestión muy importante, y representa la segunda etapa.
El gobierno ya ha decidido no permitir a estas personas que se vuelvan a
instalar en esas zonas de alto riesgo –los litorales-- y está intentando
elaborar programas habitacionales.
Nosotros tendremos un papel importante en la coordinación con el gobierno de la
mejor forma de llevar adelante estos programas.
Estoy también contento de observar que los jóvenes de las parroquias no
afectadas y de otras organizaciones se han ofrecido para ayudar a limpiar de
desechos los lugares necesarios y ayudar así a estas personas a restablecerse en
sus propias tierras.
Las organizaciones católicas han sido muy generosas en proporcionar los
alimentos esenciales que pidieron con urgencia. Ahora se trata de mirar adelante
y programar bien las etapas sucesivas de forma que se permita a la gente volver
a una vida normal.
Sé que no es un proceso fácil, sino muy difícil; por eso necesitamos mucha
ayuda.
--El 40% de sus fallecidos son niños. Otros muchos, en cambio, se han quedado
huérfanos. ¿Qué se está haciendo específicamente por ellos?
--Monseñor Gomis: Necesitaremos mucho apoyo y atención para estos niños.
Actualmente estamos intentando establecer estadísticamente cuántos son con
exactitud.
Es una tarea que hemos puesto en manos de los grupos de la Madre Teresa, que se
están ocupando de ellos y les están albergando en campos de emergencia.
En cualquier caso sucesivamente pretendemos su recuperación tanto psicológica y
espiritual como material... Estamos haciendo contactos con especialistas de
salud mental.
--El Papa Juan Pablo II ha subrayado que los niños parecen los más afectados
entre las víctimas de esta tragedia. Parece que también hay quien utiliza la
situación para aprovecharse de los niños. ¿Qué opina de estas horribles
noticias?
--Monseñor Gomis: Usted sabe que en este momento estamos viendo lo mejor de la
humanidad y lo peor de ella.
El gobierno está procurando ser severo con esta gente que explota tales
situaciones y saquean. Pero, como es sabido, personas de esta naturaleza,
dispuestas a cometer cosas terribles, siempre las hay.
Sin embargo debemos también apreciar la buena voluntad y la contribución
demostrada por un gran número de buenas personas.
--¿Considera que las personas de su territorio se sienten suficientemente
apoyadas por el mundo que les rodea? ¿Surge algún rayo esperanza después de una
catástrofe así?
--Monseñor Gomis: Existe hoy un sentimiento común según el cual los
acontecimientos de estos tiempos han suprimido las barreras entre las personas,
concretamente las segregaciones humanas. La gente siente que el desastre no ha
tenido consideración de riqueza ni pobreza, casta ni credo, sino que ha tratado
a todos por igual.
Así que la gente es consciente de que somos todos igualmente impotentes en una
situación como ésta, y que precisamente por esto debemos unirnos todos para
recuperar, reconstruir y reunir nuestro país.
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Los malentendidos sobre el diálogo
interreligioso (II)
Entrevista con Ilaria Morali, especialista en Teología de la Gracia
ROMA, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
Ilaria Morali analiza en esta segunda parte de su entrevista concedida a Zenit
el sentido y la naturaleza del diálogo interreligioso, que según opina, no
significa relativizar la verdad.
«Se dialoga --es la opinión de muchos-- porque nadie puede tener la pretensión
de conocer la verdad. Si se traslada este razonamiento al ámbito cristiano, el
riesgo concreto y tangible en muchas publicaciones y discursos es el de
relativizar el valor único de la verdad de la salvación en Jesucristo. No es
ésta la enseñanza del Magisterio», afirma.
Publicamos la segunda parte de la entrevista a esta especialista en Teología de
la Gracia, docente encargada de Teología Dogmática en la Facultad de Teología de
la Universidad Pontificia Gregoriana, que imparte cursos sobre la salvación, las
religiones no cristianas y el diálogo interreligioso.
La primera parte fue publicada por Zenit este miércoles («Los
malentendidos sobre el diálogo interreligioso (I)»).
--¿Por qué el diálogo interreligioso no puede ser asimilado a lo que ocurre
en ámbito ecuménico?
--Morali: La razón es bastante simple: el diálogo ecuménico ocurre en un
contexto intra-cristiano, entre creyentes de confesiones diferentes pero unidas
en la fe en Jesucristo. Este tipo de diálogo debería aspirar a llegar a la
reconstitución de la unidad de los cristianos (todavía no existente), en la
unidad católica (ya existente en la Iglesia católica).
El diálogo interreligioso es una relación que se establece entre cristianos
católicos y miembros de otras religiones. No hay una unidad de ciertos elementos
de fe como base para este tipo de relaciones. La superposición entre diálogo
interreligioso y diálogo ecuménico es una tentación muy difusa, que depende en
buena parte de la falta de claridad de ideas en el seno a nuestras comunidades.
En todo caso, hay una condición común para las dos formas de diálogo indicada
por Paolo VI: la conciencia de la misma identidad. Si, como católicos,
olvidáramos la conciencia de nuestra identidad ante un hermano protestante
incurriríamos en el mismo error de aquellos fieles que, por querer dialogar con
un musulmán, están dispuestos a relativizar el propio credo.
Recientemente un amigo musulmán me dijo: «Nosotros queremos dialogar con
católicos auténticos, no con católicos a medias. Desde mi punto de vista de
musulmán, un católico que renuncia a algún aspecto fundamental de su fe para
dialogar sería como un mal musulmán que no observa el Corán. Se dialoga si se
tiene la valentía de la propia identidad. ¿Cómo realmente podríamos conocer
vuestra fe si negáis por ejemplo la unicidad de Cristo?».
Me parece una consideración muy sensata que sería útil también recordar dentro
de algunos movimientos católicos que se dicen partidarios del diálogo
interreligioso.
--¿Sería mejor de hablar de «coloquio» (como «colloquium») en latín que de
diálogo?
--Morali: El texto latino de la encíclica
«Ecclesiam Suam» (1964) habla de «colloquium», término que se traduce con el
término «diálogo» y que fue retomado por Pablo VI en sus discursos en italiano.
Yo pienso que habría sido más oportuno y prudente que se hubiera mantenido la
palabra originaria, no sólo porque el término «dialogo» ha conocido en la
historia sentidos y aplicaciones muy diferentes y ambiguas, sino también porque
hoy es una palabra que ha sufrido inflación, se usa a menudo en política, en
filosofía, en sociología etcétera, en ocasiones para relativizar la verdad o
negarla.
Se dialoga --es la opinión de muchos-- porque nadie puede tener la pretensión de
conocer la verdad. Si se traslada este razonamiento al ámbito cristiano, el
riesgo concreto y tangible en muchas publicaciones y discursos, es el de
relativizar el valor único de la verdad de la salvación en Jesucristo. No es
ésta la enseñanza del Magisterio.
--Al igual que la declaración
«Dominus Iesus» (2000), usted habla de dos niveles de diálogo, el personal y
el doctrinal. ¿En qué consisten y por qué fueron criticados cuando se publicó
esta declaración?
--Morali: Querría hacer ante todo una premisa: en el momento actual, no existe
un diálogo cristianismo-religiones no cristianas. No existe la posibilidad, por
el hecho mismo de que ni el hinduismo ni el budismo, ni el islam constituyen en
cada uno de los casos una unidad presidida por una autoridad de referencia.
Existen budismos, islams y hinduismos muy diferentes entre sí, aunque aunados
por algunos elementos distintivos.
No se tendría en cuenta esta diversidad, a veces radical, si se considerara a
una de estas religiones como una denominación indistinta. Existe en cambio la
posibilidad de dialogar con individuos que pertenecen a una u otra tradición de
una determinada religión. Yo no creo, por tanto, que los congresos
interreligiosos a gran escala sean la verdadera imagen del diálogo
interreligioso.
--Entonces, ¿cuándo se da el diálogo interreligioso?
--Morali: El diálogo se edifica en el contacto personal, en un clima de
intimidad y simpatía, no en una concentración oceánica. Esto es lo que he
aprendido al encontrarme con católicos que trabajan en el ámbito del diálogo,
cuando yo misma me he encontrado con creyentes de otras religiones.
Dicho esto, un diálogo entre cristianos y miembros de otras religiones puede
darse a dos niveles:
--en temas políticos, sociales, por ejemplo cuando nos interpelan sobre el papel
que las religiones desempeñan en el proceso de paz y humanización del mundo;
--en temas relativos a las doctrinas religiosas, por ejemplo, el contenido de la
salvación según las correspondientes doctrinas religiosas. Es este sentido, la
declaración «Dominus Iesus» aclara que si bien a nivel de personas, en cuanto
personas, quienes forman parte del diálogo tienen la misma dignidad, no se puede
decir lo mismo a nivel de doctrinas. Entre mensaje cristiano y mensaje no
cristiano existe una necesaria diferencia, si somos católicos.
Quizá puede ayudar el poner un ejemplo. Hace uno años me encontré con unos
amigos en casa de un anciano bonzo japonés, después de que hablamos largo y
tendido sobre la salvación propuesta en el budismo de la Tierra Pura y la de
Cristo, nos dijo: «Yo soy y seguiré siendo budista, pero tengo que admitir que
el contenido de la salvación propuesto por Cristo es de un nivel
cualitativamente superior a aquel propuesto por mi Tradición. La elevación que
le es propuesta al hombre por la redención de Cristo está muy por encima de la
que se perfila en el budismo. Cristo me plantea preguntas que difícilmente soy
capaz de contestar en virtud de mi tradición».
En estos días, he escuchado el testimonio de un misionero en Indonesia.
Recordaba cómo los cronistas musulmanes afirman que el cataclismo del 26 de
diciembre debe interpretarse como un castigo de Dios.
En la visión cristiana, Dios es un Padre misericordioso y los desastres
naturales son concebidos como expresión de una naturaleza que todavía no ha sido
totalmente domada por el hombre. El misionero contó cómo alentó esta explicación
a algunos amigos musulmanes. Una vez más, la diferencia no estriba a nivel de
las personas sino de doctrinas.
El hecho que la «Dominus Iesus» haya sido mal acogida por algunos entornos del
mundo católico no nos debe sorprender. Ha sido un hecho fisiológico: no habría
habido razón de escribir un tal documento si amplios sectores del catolicismo
actual no hubieran perdido de vista la belleza y la amplitud del mensaje
cristiano.
«Dominus Iesus» retoma, en cierto sentido, la misma advertencia de Paolo VI en «Ecclesiam
Suam» cuando ponía en guardia a los fieles de la tentación de perder el sentido
y el valor del don recibido con el Bautismo y la fe católica.
--¿Por esto tuvo tan mala prensa la «Dominus Iesus»?
--Morali: Detrás del rechazo por los contenidos de la declaración «Dominus Iesus»,
se esconde en general el rechazo por la autoridad doctrinal del Magisterio, por
el valor normativo de la Tradición, por el principio de la unicidad de la
salvación en Cristo. Éstos son los puntos fundamentales del catolicismo.
El diálogo interreligioso no puede ser entendido como una acción con la que el
cristiano podría llegar a conocer aspectos de la Revelación o incluso de otras
revelaciones divinas paralelas a aquella cristiana. Quien afirma esto, no sólo
se va más allá de la definición de diálogo admirablemente trazada por el
Magisterio de Paolo VI, sino que además no reconoce en la Revelación en Cristo
ese carácter único que está en el corazón mismo de la fe cristiana.
Desde mi punto de vista, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha cumplido
con la «Dominus Iesus» un gesto atrevido, a costa de cierta impopularidad,
volviendo a puntualizar principios que no pueden ser arrinconados. Como
creyente, por otra parte, si yo perdiera de vista quién soy y qué he recibido
por gracia, podría promover mil iniciativas de diálogo, pero ninguna de ellas
reflejaría la concepción católica.
Todo esto debe llevarnos a reconocer que, cuarenta años después de la encíclica
«Ecclesiam Suam», ha llegado la hora de recuperar la primera parte de su
enseñanza sobre la conciencia de la identidad cristiana. Al abrirnos al otro,
hemos perdido en parte el baricentro de nuestra vida. Estoy convencida de que
tenemos que restablecer este equilibrio en nosotros y en nuestras comunidades
para dar vigor y sentido a nuestras iniciativas y a nuestros «coloquios» con
personas de otras religiones.
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Documentación
Llamamiento de obispos católicos del
mundo desde Tierra Santa
Tras el encuentro anual celebrado en Jerusalén del 8 al 13 de enero
JERUSALÉN, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
Publicamos la declaración final del encuentro anual entre obispos de
conferencias episcopales de varios países del mundo con la Asamblea de los
Ordinarios Católicos de Tierra Santa que ha tenido lugar en Jerusalén del 8 al
13 de enero.
* * *
Como respuesta a la petición de ayuda de la Asamblea de Ordinarios Católicos de
Tierra Santa, refrendada por la Santa Sede, Obispos europeos y de Norte América
hemos venido a Jerusalén, Belén y Galilea esta semana para compartir la vida de
la Iglesia local y para estrechar la comunión con la Iglesia Madre de Jerusalén.
La Coordinadora Episcopal trabaja para apoyar a la Iglesia local en su misión de
Justicia, paz y reconciliación. Durante estos pocos días hemos visitado al
Presidente de Israel y al Presidente de la Autoridad Palestina a quienes hemos
entregado el siguiente mensaje.
Hemos venido siguiendo los pasos de dos peregrinos a Tierra Santa: el Papa Pablo
VI y el Papa Juan Pablo II. Estamos completamente unidos a los cristianos de
Tierra Santa cuando afirman la enseñanza del Papa Pablo VI de que la paz se
logra mediante la justicia para todos, y cuando permanecen resueltamente con el
Papa Juan Pablo II en su constante rechazo de toda forma de violencia como un
camino para la paz.
Os visitamos en un tiempo de un gran potencial político. Sabemos que nuestros
países de origen han ayudado a conformar la historia de esta Tierra. Estamos
decididos a que los temas que afectan a la vida y a las esperanzas de todos en
Tierra Santa no sean olvidados. A nuestro regreso, aprovecharemos todas las
oportunidades para compartir con nuestras comunidades y gobiernos lo que
nosotros hemos escuchado y visto en las parroquias, en la maravillosa
Universidad de Belén -cuya historia es seguida con gran interés en muchos
países- y en las escuelas y hospitales, así como en Galilea.
En este importante momento, queremos animar y apoyar a quienes se esfuerzan por
la justicia y de esta manera persiguen la paz y dan estos pasos prácticos que
permitirán que las personas Israelíes y Palestinas vivan en esta tierra con
dignidad, en dos Estados, con seguridad y equidad.
Declaramos que permanecemos con la Iglesia de Tierra Santa, con el Patriarca,
los Pastores y el pueblo en su testimonio de fe único, que compartimos con
ellos. Con toda la Iglesia, estamos comprometidos en la supervivencia y
vitalidad de la comunidad cristiana en esta tierra donde Jesús nació, murió, fue
sepultado y resucitó.
La importancia del Acuerdo Fundamental entre Israel y la Santa Sede y el Acuerdo
Básico entre la Santa Sede y la Organización para la Liberación de Palestina son
claros para nosotros y urgimos su plena aprobación y su puesta en práctica sin
retraso.
Trabajaremos para una paz justa en esta Tierra y buscaremos el compromiso de
nuestras Iglesias locales y de nuestros países en esta tarea. El mundo entero
tiene una apuesta para la paz y la justicia en este lugar.
En este momento de esperanza, nuestras oraciones están con todos los que
comparten esta Tierra: israelíes y palestinos, cristianos, judíos y musulmanes;
en ella muy pronto veremos acciones decisivas y pasos valientes para lograr el
fin de la violencia y de la injusticia y para completar la reconciliación en la
Tierra que todos llamamos Santa.
+ Pratick Nelly, Arzobispo de Liverpool y Vicepresidente de la Conferencia
Episcopal
Católica de Inglaterra y Gales, y Delegado del Consejo de Conferencias
Episcopales Europeas.
+ Brendan O’Brien, Arzobispo de San Juan de Terranova y
Presidente de la Conferencia Episcopal Canadiense.
+ William S. Skylstad, Obispo de Spokane y
Presidente de la Conferencia Católica de los Estados Unidos.
+ Andre Lacrampe, Arzobispo de Besançon,
Conferencia Episcopal Francesa.
+ Joan Enric Vives, Obispo de Urgel y Co-Príncipe de Andorra,
Conferencia Episcopal Española.
+ William Kenney, Obispo Auxiliar de Gotemburgo, Conferencia Episcopal
Escandinava y
Delegado de la Comisión de las Conferencias Episcopales para la Comunidad
Europea.
+ Pierre Burcher, Obispo Auxiliar de Lausana,
Conferencia Episcopal Suiza.
+ Andreas Laun OSFS, Obispo Auxiliar de Salzburgo,
Conferencia Episcopal Austriaca.
Monseñor Piergiuseppe Vachelli,
Vicesecretario de la Conferencia Episcopal Italiana.
[Traducción publicada por la Conferencia Episcopal Española]
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Obispos de Venezuela: «Diálogo y perdón
para la paz»
Al término de su 83ª Asamblea Ordinaria
CARACAS, jueves, 13 enero 2005 (ZENIT.org).-
Publicamos la exhortación difundida el miércoles por los prelados de Venezuela
al término de los trabajos de su 83ª Asamblea Ordinaria –Montalbán (Caracas), 7
a 12 de enero--.
* * *
EXHORTACIÓN
DIALOGO Y PERDÓN PARA LA PAZ
1.- Al comienzo de un nuevo año, los Arzobispos y Obispos de Venezuela, con
clara conciencia de ser Pastores del Pueblo de Dios, saludamos con afecto a
todos los fieles católicos y a todos los hombres y mujeres que conviven y
esperan en este hermoso país.
2.- En el año 2005 viviremos importantes acontecimientos dentro de la vida
eclesial. El Santo Padre Juan Pablo II lo ha declarado Año de la Eucaristía,
para que los católicos participando activa y fructuosamente en este sacramento,
fortalezcamos nuestra identidad cristiana y asumamos el compromiso de la
transformación de nuestra sociedad. Y nosotros, los Obispos de Venezuela, lo
hemos declarado Año de las Vocaciones Sacerdotales y Religiosas con el objeto de
avivar en el pueblo cristiano la conciencia de la necesidad de tener pastores
que hagan presente a Jesucristo en la comunidad por la Palabra y la celebración
de los Sacramentos. Concluiremos la fase celebrativa del Concilio Plenario, luz
que guiará