Redacción -
14/01/2005 El arzobispo de Valencia, monseñor
Agustín García-Gasco, invita en su última carta semanal a "educar a los
jóvenes para el bien", aunque cree que "el relativismo moral, la
incapacidad de distinguir entre el bien y el mal, hace casi imposible
esta tarea". García-Gasco cree que los jóvenes tienen gran necesidad de
que se les ofrezcan criterios claros, ya que "están desconcertados
acerca de lo que les conviene o les perjudica".
En su carta semanal, que titula "Todos somos responsables del bien",
el arzobispo de Valencia afirma que la familia "no puede desentenderse
de la educación", aunque tampoco pueden hacerlo "las personas que son
vistas como ejemplo social por sus funciones de representación política
o cultural". Recuerda que cada día "asistimos a las dramáticas
consecuencias de una sociedad que no acaba de ofrecer con su ejemplo
pautas de conducta a una juventud que sigue siendo fácil pasto de la
drogas o la violencia gratuita". Monseñor Agustín García-Gasco cree que
las continuas campañas de prevención contra la anorexia, la drogadicción
o el alcoholismo constatan "hasta que punto los jóvenes de hoy en día
están desconcertados acerca de lo que les conviene o les perjudica".
El arzobispo se refiere, igualmente, a la violencia contra las mujeres,
el maltrato a los niños, la promoción de la práctica del aborto, los
jóvenes que "quedan atrapados en el infierno de la droga", la trata de
blancas, el tráfico de órganos de los niños de la calle, el recurso al
terrorismo, y la creación interesada de conflictos bélicos, y señala que
todas estas situaciones "son muestras claras de que con frecuencia el
ser humano usa su libertad para elegir el mal y ello ocurre también con
frecuencia en nuestra sociedad".
Ante este panorama, que "constata la dramática presencia del mal en el
mundo", el prelado invita a "no fabricar falsas excusas ni a deprimirnos
por impotencia". Por el contrario, "frente al desconcierto hacia el bien
humano, frente a la indiferencia ante tantas vidas humanas malogradas,
todos tenemos responsabilidad hacia el bien". La libertad que no se
orienta a la práctica del bien "acaba siendo destructiva y reduciendo la
libertad de los demás", añade.
Por ello, monseñor García-Gasco alienta a dirigir la atención a "los más
débiles y desamparados de las sociedades", y dice de ellos que "más que
hermosas libertades teóricas, quieren recursos que les permitan salir de
la exclusión a la que son lanzados por los resortes de las drogas, el
paro, la carestía de la vivienda”.
Concluye su carta el arzobispo de Valencia asegurando que, "la
certidumbre moral de la existencia del bien y del mal en las relaciones
humanas nos ayuda a construir un mundo mejor donde la libertad,
responsabilidad y dignidad humana van en un mismo e inseparable camino".
La paz del mundo "empieza por que cada uno de nosotros elija la paz cada
día en su familia, en su trabajo y en nuestra comunidad".
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