Señor director:
Eran las 8 de la tarde del día 4 del corriente mes de enero; aparco mi coche
a escasos metros de mi vivienda, me dirijo a la portilla que da acceso a mi
propiedad con el fin de abrirla para entrar; realizada la operación, y
cuando me dispongo a subir al vehículo, un individuo se me adelanta; trato
de neutralizarle; meto mi mano con el fin agarrarle por el cuello; demasiado
tarde, me ha ganado la ventaja, el cierra la puerta; me aferro a la
manecilla exterior de la misma; y entonces arranca a gran velocidad
arrastrándome una docena de metros; grito, dos coches le preceden, deben dar
el consabido viraje para no llevarme por delante, pero no se detienen,
siguen; está claro que el tema no iba con vosotros; sin comentarios.
Logro soltar la manecilla, mi pecho, y mi mano derecha, impactan de forma
brutal contra el asfalto; quedo tendido en él como un muñeco roto; otro
coche que venía detrás, y ocupado por un matrimonio joven, se detienen, me
ayudan, me levantan del suelo; mi dolor físico es intenso, pero el
comportamiento de los citados jóvenes hace que saque fuerzas de donde no las
tenía.
Es entonces, y dentro de mi dolor, cuando comienzo a recibir los primeros
consuelos y por las cuales debo de dar las gracias.
Gracias a ti, chaval, que con tú móvil diste inmediato aviso a la guardia
civil, y cuya prontitud sería fundamental. Gracias a los productores del
taller de mecánica del automóvil próximo a mi domicilio por vuestra ayuda y
aliento; gracias a la patrulla de la guardia civil que prestaba su servicio
en este área y de quienes en todo momento me sentí arropado; gracias a
urgencias de Valdecilla, que además tenían un día para trabajar a destajo.
Gracias a la pareja de la guardia civil que relevó a la anterior, y que a
las 11,30 se presentaron en mi casa con el único fin de interesarse por mi
salud, una vez regresado de Valdecilla. Gracias a la pareja de tráfico, que
a los 20 minutos del robo neutralizaban el mismo, aunque les fuera
materialmente imposible detener al canalla en cuestión debido a su huida por
un paraje de auténtico infierno, y en plena oscuridad; baste decir, que las
motocicletas hubo de recuperarlas un tractor, al igual que el coche, este al
día siguiente.
Y ahora me dirijo o a ustedes, los legisladores; y les digo, la rebaja de
accidentes y muertos en carretera, ha sido debido al aumento en la cuantía
de las sanciones; no reconocerlo sería de necios; y ahora les hago la
pregunta que a la vista de lo anterior se hace sola: ¿Para cuándo el aumento
de pena para este tipo de delitos? ¿Para cuándo piensan ustedes acabar con
el consabido 'entran por una puerta y salen por la otra'. ¿Para cuándo?
¿O acaso y cómo única solución ponemos en práctica la de la justicia por
nuestra mano? Pero respondan; no den como respuesta su cobarde silencio.