Redacción -
17/01/2005 El Papa Juan Pablo II recordaba ayer,
en la celebración de la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado,
que la adecuada integración de los inmigrantes exige el “justo
equilibrio” entre la afirmación de la propia identidad y el
reconocimiento de la del otro. Además, el Pontífice señaló la
importancia del diálogo para que “crezca la simpatía y la igualdad entre
las diferentes culturas”.
Ayer se celebró la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado,
que este año lleva por tema “La integración intercultural”. El Papa Juan
Pablo II quiso subrayar la importancia de la integración entre los
pueblos, “que exige un justo equilibrio entre la afirmación de la propia
identidad y el reconocimiento de la del otro”. Juan Pablo II dirigió un
cordial saludo a todos los emigrantes y mostró su deseo de que a través
del diálogo crezca la simpatía y la comprensión entre las diferentes
culturas”.
El Mensaje enviado en diciembre por el Papa con motivo de la celebración
de esta Jornada, invitaba a superar tanto los modelos de integración de
inmigrantes tanto de carácter “asimilacionista” como los de
“marginación” que pueden llevar al “apartheid”. Para el Santo Padre,
según señala el texto, la integración no es asimilación”, “que induce a
suprimir o a olvidar la propia identidad cultural”. “El contacto con el
otro lleva, más bien, a descubrir su secreto, a abrirse a él para
aceptar sus aspectos válidos y contribuir así a un conocimiento mayor de
cada uno”.
“En ese proceso, el emigrante se esfuerza por dar los pasos necesarios
para la integración social, como el aprendizaje de la lengua nacional y
la adecuación a las leyes y a las exigencias del trabajo, a fin de
evitar la creación de una diferenciación exaperada”, añadía el Papa en
su Mensaje. Juan Pablo II indicaba además, la necesidad de reconocer la
“legítima pluralidad de las culturas presentes en un país, en
compatibilidad con la tutela del orden, del que dependen la paz social y
la libertad de los ciudadanos”.
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