A diez años de
distancia hacemos memoria de lo que ocurrió y resaltamos los
aspectos que más inciden hoy en la realidad de la Pastoral
Obrera de toda la Iglesia.
El documento se
aprobó en nov. del 1994. Entonces la Conferencia Episcopal
Española había terminado unos períodos de reflexión que
dieron como resultado el documento de “Católicos laicos,
Iglesia en el mundo” y el documento “La caridad en la vida
de la Iglesia”. Aquellos procesos de estudio y de desarrollo
de los temas, nos llevaron a descubrir también la necesidad
de abrir un proceso en el cual, como se dice en el prólogo
del mismo documento, tuviéramos puestas las bases para
abordar cuanto concierne a la Pastoral Obrera.
Por una parte,
veíamos que los laicos tenían que actuar en el mundo y, por
otra, veíamos que los empobrecidos necesitaban ser atendidos
por toda la Iglesia y teníamos que tocar la pastoral que
tiene en cuenta las estructuras que causan, que generan,
esas pobrezas, por una mala gestión de los recursos y de los
contratos de trabajo.
Hace diez años, la
tasa del paro era muy elevada, comenzaba la inmigración sin
saber adonde nos iba a llevar y había unas condiciones por
las cuales no se quería creer en que había un mundo del
trabajo que estaba necesitado de una atención. Todo eso nos
hizo abrir el proceso que culminó con el documento, que fue
aprobado en noviembre del 94, por la Asamblea de la
Conferencia Episcopal.
Con mirada
restrospectiva, el documento ha servido para dar carta de
naturaleza para toda la Iglesia, como el mismo documento
dice, a una pastoral que tiene que tener en cuenta esas
estructuras que generan esas malas condiciones salariales,
de trabajo, de higiene, de seguridad en el trabajo, etc...
que viene denunciando Juan Pablo II en las encíclicas
sociales, y que en continuas intervenciones nos advierte, a
toda la Iglesia, de lo que está pasando en esas realidades.
La Pastoral Obrera,
desde entonces, no es una pastoral de especialistas, no es
una pastoral por así decirlo de un sector privado de la
Iglesia, sino que atañe a toda la Iglesia.
En una primera época,
hubo que divulgar el documento y se trabajó mucho,
prácticamente nos visitamos todas las diócesis. Los obispos
nos fueron llamando a casi todas las diócesis para dar a
conocer el documento.
También se abrieron
las Escuelas de formación de la dimensión social y política
de la fe; se pusieron en marcha los Secretariados y las
Delegaciones de P.O., que no existían. Esto ha dado pie para
que ahora estemos en una etapa, un poco de estancamiento en
cuanto al desarrollo, gozando y sufriendo de todas las
crisis de militancia que tiene la Iglesia en todos los
campos, pero ahí estamos y con pequeños grupos que coordinan
los Equipos Parroquiales de Pastoral Obrera (EPPOS) y las
Coordinadoras de los Movimientos Apostólicos. Y así la
Pastoral Obrera va estableciéndose y desarrollándose en las
diócesis.
Los diez años de la
publicación del documento nos ofrecen, de nuevo la ocasión
de releerlo, de profundizar en su conocimiento, y de volver
de nuevo al estudio y reflexión de la Doctrina Social de la
Iglesia para dar respuesta a las realidades que hoy como
ayer vive la inmensa mayoría de los trabajadores, de esas
dos terceras partes de la sociedad que vive de un salario o
de una subvención porque está en paro.
Ofrecemos esos
contenidos a los internautas para llevar adelante los grupos
de personas que desde la Iglesia y con toda la Iglesia
acierten en seguir mostrando al mundo del trabajo el amor de
Dios Padre que en Jesucristo nos envía con la fuerza de su
Espíritu a: “anunciar a los pobres la Buena Nueva... a
proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los
ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un
año de gracia del Señor”
Mons. Antonio Algora
Hernando
Obispo de Ciudad Real,
Obispo Responsable del Dpto. de Pastoral Obrera |