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Tribuna Libre
Conferencia Episcopal y nacionalismos
 
 
 
Una Conferencia episcopal es un organismo ordenado por naturaleza jurídico-canónica a los asuntos administrativos, nunca legislativos, en un grupo de diócesis que pertenecen en sus límites geográficos y poblacionales a un estado. La carencia de potestad legislativa hace que este organismo eclesial sólo obligue en una diócesis si el obispo titular de la misma ratifica lo aprobado en su Conferencia. Y, aunque -con un gobierno anterior a Montesquieu, hundidas sus raíces en el Medioevo- el obispo diocesano es el único que ostenta la capacidad legislativa (con excepciones canónicas como algunos sínodos) en su diócesis, siempre una Conferencia episcopal deberá orientar en su territorio sobre asuntos morales o administrativos orientados al bien común, lo que abarca las ideas políticas.

España está sacudida en los campos jurídico y ético por la secesión antidemocrática del Plan Ibarreche, amenaza del bien común, de la paz social y que la Iglesia católica, por apostolicidad y hasta amparada en el artículo 16.3 de nuestra Constitución, tiene el deber ético, ciudadano y constitucional de enjuiciar, cooperando en la defensa de la Justicia democrática. Hoy no valora esta columna el proyecto nacionalista vasco, porque ya lo ha hecho en artículos precedentes y, mejor, porque el documento -que no es carta pastoral- episcopal responde con eficacia y claridad a la temeridad que supone el citado plan soberanista vasco. Establece la Conferencia la distinción jurídica e histórica entre un Estado y una nación y, por otra parte, declara la maldad que es alterar la paz en nuestros tiempos modernos y democráticos y recuerda que este plan va más allá de lo que la Historia confirma, porque la Autonomía vasca jamás ha sido un Estado. Realidad histórica que excluye un paralelismo nacionalista como en los Balcanes o Irlanda, porque la secesión de lo que no ha sido antes estado no es plausible en el Ordenamiento internacional, europeo, español y autonómico. Con estos principales argumentos la Conferencia episcopal española rechaza el Plan Ibarreche como negativo para la Moral, ilógico desde la Historia y perturbador desde el Derecho.

Postura muy importante para nuestra sociedad y, de manera especial, los católicos: la Conferencia española asume que el corporativismo episcopal es incompatible con la verdad. Su nota informativa condenando el Plan Ibarreche desafía la tiranía nacionalista que ata y manipula su libertad apostólica y afronta la división interna entre obispos fieles a la Iglesia y obispos que traicionan su ministerio en el ara del nacionalismo. La Conferencia episcopal española ha obrado con firmeza y honestidad condenando el Plan Ibarreche y el costo interno de una confrontación entre los obispos fieles a la Iglesia Una, Católica y Apostólica y los nacionalistas es un sacrificio menor y, además, obligado: y es que la Conferencia episcopal española ha sido, por fin, católica y, por tanto, libre.