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Semana Internacional -
22 de enero de 2005


--ACTUALIDAD--
El inesperado interés por Dios de la sociedad contemporánea
Aborto sin límites
Claves para humanizar el trabajo

 




 



El inesperado interés por Dios de la sociedad contemporánea
Tentativas para que la sociedad esté más en sintonía con lo trascendente

LONDRES, sábado, 22 enero 2005 (ZENIT.org).- La reciente tragedia en Asia ha llevado a muchas personas a traer a colación la cuestión de Dios y el sufrimiento. Las respuestas van desde aquellos que buscan en la pérdida de vidas un argumento contra la existencia de Dios, hasta quienes ven en el desastre una llamada a aumentar su fe.

«Los terremotos no matan y destruyen simplemente. Desafían a los seres humanos a explicar el orden de un mundo en que tales actos aparentemente indiscriminados pueden ocurrir», observaba un comentario en el periódico Guardian el 28 de diciembre.

Otros acontecimientos recientes han colocado también a la religión bajo el microscopio. Tras el asesinato del director de cine holandés Theo van Gogh a finales del año pasado, una articulista de opinión del Sunday Times, Minette Marrin, escribía el 7 de noviembre que sucesos como éste, junto con el aumento de los así llamados «cristianos fundamentalistas», han impulsado «los intentos secularizantes de corregir las tradiciones cristianas y post cristianas, con vagas excusas cuando se ofende».

Tras las elecciones de noviembre en Estados Unidos, Marrin comentaba que «los liberales sofisticados sintieron rabia y desprecio y asombro de que su país pudiera haber sido tomado por una banda de fundamentalistas religiosos y una mayoría de sectarios morales».

Marrin declaraba su preferencia por una postura más secular, afirmando que «es el pensamiento científico – no la ciencia en sí misma sino su acercamiento al conocimiento provisional y basado en evidencias – lo que nos liberará y conservará libres».

Los ateos y los humanistas están también determinados a combatir lo que ellos consideran una influencia negativa de la religión, informaba el 4 de enero Reuters. «Frente al impacto religioso en los valores humanistas, tenemos que hablar y extender nuestro mensaje», afirmaba Roy Brown, presidente de Internacional Humanist and Ethical Union (IHEU) con sede en Suiza.

Con este fin, una Conferencia Mundial de Ateos se reunirá en Vijayawada, India, este mes, y en julio la IHEU reunirá su Congreso Mundial en la sede parisina de la UNESCO, la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura de las Naciones Unidas.

La espiritualidad en alza

Pero no todos ven la religión como una fuerza negativa. Las escuelas de negocios, por ejemplo, están ahora ofreciendo cursos de espiritualidad en el puesto de trabajo. «Lo que quieren enseñar a sus estudiantes», informaba el 11 de enero el Wall Street Journal, «es la importancia de ser fieles a sus convicciones – tengan su raíz en una religión organizada o en la moralidad personal – en medio de las acechantes llamadas y tentaciones a las que probablemente se enfrentarán a lo largo de sus carreras».

«Durante muchos años ha sido un tabú hablar sobre espiritualidad a los trabajadores», declaraba al periódico Thierry Pauchant. Pauchant, que es profesor en gestión ética en la escuela de negocios HEC de Montreal, añadía: «Pero la gente sufre por no ser capaz de afrontar esa parte de sí mismos y lleva una vida más integrada».

Un caso citado por el artículo es la escuela de negocios de Madrid, Instituto de Empresa, donde las creencias religiosas de los estudiantes forman parte de una clase de ética donde discuten el marketing de la píldora abortiva RU-486.

Un reportaje el 20 de diciembre en Financial Times de Londres trataba los esfuerzos de otra escuela de negocios, el Goizueta Center de la Universidad Emory en Atlanta. El artículo explicaba que cerca de 20 ejecutivos graduados de la escuela se han sometido a escáneres cerebrales para poder analizar sus acciones en situaciones donde se les pide que hagan elecciones éticas.

El psiquiatra Roderick Gilkey explicaba la idea que está detrás de esto. Defendía que los líderes de los negocios «tienen el potencial de poseer una brújula moral. Es sólo cuestión de activarla». Según Gilkey, los escáneres muestran que los managers que practican en la toma de decisiones se hacen más expertos con el tiempo. Los escáneres miden el grado de actividad cerebral implicado en la toma de una decisión.

Bastante antes de la llegada de los escáneres cerebrales, Aristóteles habría dicho probablemente la misma cosa, basado en la explicación del papel de los buenos hábitos en el comportamiento ético. Pero al menos la tecnología moderna puede ayudar a una nueva generación a aprender las mismas lecciones.

Steven Schwartz, vicecanciller de la Universidad británica de Brunel, comentaba la necesidad de moralidad entre los estudiantes universitarios en general. En un reportaje el 12 de enero en el Telegraph de Londres, se quejaba de que las universidades están fallando a la hora de proporcionar a sus estudiantes un sentido básico de la moralidad.

«¿Cómo podemos esperar que analicen temas éticos como la investigación con células madre o la nanotecnología o la eutanasia o el matrimonio homosexual cuando no podemos siquiera lograr que entiendan que deberían ser educados con los demás y deberían cumplir sus obligaciones?», preguntaba Schwartz.

Añadía que durante el siglo pasado se volvió casi imposible que las universidades proporcionaran «la educación moral preceptiva de los siglos anteriores». Ahora, continuaba, «creo que es el momento de que las universidades una vez más articulen una visión moral de lo que están intentando lograr, y luego vivirlo».

Cultura y cristianismo

La cultura popular puede abrir también sus puertas a la religión. Tras el éxito este último año de «La Pasión de Cristo», una canción de rap que exalta a Jesús fue reconocida en los últimos premios Grammy.

Un editorial el 10 de diciembre en el Los Angeles Times observaba la aparente contradicción de la música rap, con frecuencia centrada en la exaltación del sexo, el dinero y las drogas, al tomar una dirección religiosa. Pero la canción «Jesus Walks», de Kanye West, fue una de las canciones que tuvo más éxito en los Grammys. Como Mel Gibson, West encontró el rechazo de los ejecutivos de la industria y tuvo que gastar su propio dinero para producir y promocionar la canción.

El editorial añadía que otros artistas rap están también produciendo canciones con mensaje religioso, incluso a pesar de que la industria en general todavía es reticente. Pero, reconocía, que «la popularidad de ‘Jesus Walks’ puede reflejar bien una espiritualidad no pregonada, aún no enfocada, entre los fans del género».

Otra buena noticia para la religión llegó justo antes de Navidad cuando se supo que un filósofo británico, conocido desde hace tiempo por su ateísmo, había cambiado su punto de visa sobre Dios. Anthony Flew admite ahora que «cierta suerte de inteligencia o primera causa debe haber creado el universo», informaba el 9 de diciembre Associated Press.

Flew se describió a sí mismo como una clase de deísta, pero incluso esto es un gran cambio para alguien que durante décadas de enseñanza en la Universidad de Oxford proclamó que no había evidencias de la existencia de Dios, observaba el reportaje de AP.

Una historia de amor

El papel de la religión en la sociedad contemporánea fue considerado por el cardenal Joseph Ratzinger, en una entrevista el pasado 19 de noviembre en el periódico italiano La Repubblica. Según el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, la sociedad actual suele ignorar a Dios.

En política puede parecer casi «indecente» hablar de Dios, observaba. Y con demasiada frecuencia, tanto en los negocios como en la vida privada, Dios queda al margen, añadía el cardenal. Lo que necesitamos hacer, recomendaba, es redescubrir que las esferas políticas y económicas de la vida necesitan una responsabilidad moral que nace en el corazón de una persona que tenga familiaridad con la presencia de Dios.

El cardenal Ratzinger admitía que no es una tarea fácil poner la religión en palabras y conceptos que pueda entender el mundo moderno. Una forma de describir la esencia del cristianismo en lenguaje moderno, añadía, es describirlo como una historia de amor entre Dios y la humanidad. Algo cariñoso para una sociedad que lucha por hacer sitio a Dios.
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Aborto sin límites
La libertad de elección puede costar cara

MODESTO, California, sábado, 22 enero 2005 (ZENIT.org).- A pesar de la imagen popular de adolescentes bronceados de California, las nuevas leyes hacen que, en el estado dorado, sea más fácil abortar que broncearse. Un reportaje del 2 de enero en el periódico Modesto Bee explicaba que una nueva ley prohíbe los salones de bronceados para menores de 14 años, mientras que los que tengan entre 14 y 18 años necesitarán permiso paterno.

Por el contrario, un reportaje del 3 de enero en LifeNews.com informó a sus lectores que el Fiscal General de California, Hill Lockyear, defendió una ley que sostenía que no se pueda decir nada a los padres, cuando sus hijos adolescentes se ausenten del colegio para abortar.

Tales contradicciones no se limitan a Estados Unidos. El 7 de noviembre, el London Daily Telegraph informó de un intento, al final rechazado, del parlamentario británico David Hinchcliffe de introducir la prohibición total de golpear a los niños como método de castigo. En 1990, Hinchcliffe se opuso a una enmienda a una ley que buscaba reducir el límite legal para abortar de las 24 semanas a las 18, añadió el Telegraph.

De hecho, el periódico comentaba que de los 75 miembros del parlamento que votaron a favor de prohibir fumar, 14 estaban presentes en el debate de 1990, y cada uno de ellos votó a favor del aborto antes de las 24 semanas. Asimismo, la mayoría votó a favor de medidas que permitieran legalizar el asesinato de un niño discapacitado justo en el momento de nacer.

Excluir a los padres
Las reglamentaciones británicas niegan también el control de los padres sobre los abortos de sus hijos. El Times informaba el 31 de julio de las nuevas directrices publicadas por el Departamento de Salud que permiten a los doctores provocar abortos a adolescentes menores de 16 años sin decir nada a sus padres. El artículo añadía que 1 de cada 5 abortos en Gran Bretaña es de una adolescente, y que abortan cada año cerca de 3.500 chicas menores de 16 años.

Las directrices recomendaban que se animara a las menores que informaran a sus padres de un aborto, pero añadían: «Los doctores y los profesionales de la salud tienen un deber de cuidado y un deber de confidencialidad sin tener en cuenta la edad del paciente».

Otro país que niega todo papel a los padres sobre los abortos de sus hijos es Sudáfrica. En una declaración hecha pública el 31 de mayo pasado, la Conferencia Episcopal Sudafricana criticaba con dureza una decisión del Tribunal Supremo que extendía el «derecho» a abortar a los menores de 18 años. Como consecuencia de la sentencia, las chicas pueden ahora abortar sin el conocimiento de sus padres.

«Esta sentencia conducirá a un debilitamiento de las conciencias individuales, especialmente de las de los jóvenes, la formación de cuya conciencia está en una etapa crítica», declaraban los obispos.

El coste de la elección
El hacer el aborto todavía más fácil a los adolescentes se da de frente contra las crecientes evidencias que apuntan a los graves efectos de este procedimiento. Una reciente colección de ensayo, editada por Erika Bachiochi, trataba los efectos del aborto en la salud de las mujeres: «The Cost of ‘Choice’: Women Evaluate the Impact of Abortion (El Coste de la Elección: las Mujeres evalúan el Impacto del Aborto).

Elizabeth Shadigian, profesora adjunta de obstetricia y ginecología en la Universidad de Michigan, explicaba que la comunidad médica ha prestado poca atención a los efectos a largo plazo del aborto.

Sin embargo, dado que cerca del 25% de todos los embarazos en Estados Unidos terminan en aborto, incluso un pequeño efecto negativo en la salud de las mujeres sería un asunto muy importante, observaba Shadigian. Algunas de las consecuencias para la salud son las siguientes:

-- La literatura médica muestra que un embarazo temprano llevado a buen término reduce el riesgo de cáncer de pecho. Además, algunos estudios indican que el aborto inducido puede aumentar el riesgo de cáncer de pecho. Esta última cuestión del aborto como un factor de riesgo es disputada, pero un cierto número de estudios han apuntado a la existencia de un lazo.

-- Los estudios muestran que el aborto incrementa el riesgo de problemas con la placenta en un embarazo posterior, obligando así a la cesárea en lugar del nacimiento natural.

-- Doce estudios han encontrado que existe un nexo entre aborto y nacimientos prematuros o bajo peso al nacer.

-- Los estudios también han demostrado que el aborto se une a índices crecientes de suicidio.

En su ensayo, Angela Lanfranchi, profesora adjunta de cirugía en la Escuela Médica Robert Wood Johnson, examinó la cuestión más discutida del nexo entre aborto y cáncer de mama. Observó que el pasado marzo el diario médico Lancet publicaba un estudio considerado como refutación definitiva de los intentos de establecer una relación causal entre los dos fenómenos.

Pero, argumentaba Lanfranchi, este resultado se obtenía por simple exclusión después de considerar un gran número de estudios que concluían que el aborto es de hecho un factor tras considerar el significativo aumento entre las mujeres del cáncer de mama en los últimos años. De hecho, 29 de los 41 estudios en cuestión apuntaban a que existía un nexo entre aborto y cáncer de mama.

Lanfranchi añadía que hay un «clima político intimidante que rodea al aborto» que hace difícil para muchos admitir que haya riesgos implicados. Relataba cómo una profesora en un instituto de cáncer de Boston le reconocía en privado que el aborto es un factor de riesgo para el cáncer, pero que no lo reconocería en público por miedo a perder su trabajo. Otro de los colegas de Lanfranchi perdió una oportunidad en una escuela de medicina de Nueva York porque apoyaba un estudio publicado en un diario médico que afirmaba que existía un nexo entre el aborto y el cáncer de mama.

Consecuencias psicológicas
E. Joanne Angelo, una psiquiatra privada de Boston, consideraba las consecuencias psicológicas para las mujeres que se han sometido a abortos. Comenzaba por observar cómo en sus 28 años de práctica muchas mujeres le habían participado la pena por perder sus bebés debido al aborto.

Los libros de texto médicos, explicaba, hacen notar con claridad que las mujeres que han sufrido abortos sufren de una mezcla de frustración, culpabilidad y dolor, incluso aunque no hayan tenido responsabilidad alguna en la muerte de su hijo. Tras un aborto inducido, muchas mujeres experimentan los mismos sentimientos, «incluso con mayor intensidad y durante mucho más tiempo», observaba Angelo.

Pero, a diferencia de las madres que han sufrido un aborto, a las que se consuela, se espera que las mujeres que han abortado sigan adelante con su vida como si no hubiera ocurrido nada de importancia. Angelo también observaba que con frecuencia una mujer aborta para conservar una relación, pero después «pocas mujeres pueden soportar pasar sus vida con los hombres con y por los que cometieron este acto».

Están apareciendo ahora los primeros estudios médicos sobre las consecuencias psicológicas del aborto y los resultados iniciales apuntan a un aumento de los suicidios, un índice mayor de problemas de salud mental y mayores índices de muerte en general. «Tres décadas de aborto libre han creado un océano de dolor y de pena en los corazones de las mujeres, encubiertos a menudo a un gran coste personal», concluía Angelo.

Clínicas de callejón
Otro problema sanitario ligado al aborto es la triste situación de muchas clínicas abortivas, explicaba en su ensayo Denise Burke, abogada de Americans United for Life. Antes, en los sesenta y setenta, quienes apoyaban la legalización del aborto defendían que era necesario sacar el aborto a la luz y eliminar las supuestas miles de muertes de las clínicas de callejón.

Treinta años después, observaba Burke, la legalización no ha eliminado los malos cuidados médicos, ni ha puesto fin a la utilización de prácticas poco sanitarias o a abortos llevados a cabo por personas incompetente.

La industria abortiva se preocupa sobre todo de los beneficios que puede obtener de los procedimientos, más que de la seguridad de las mujeres, defendía. En muchos casos, los esfuerzos legislativos para imponer disposiciones sanitarias a las clínicas abortivas son impedidos por abogados contratados por las clínicas. E incluso cuando se aprueban las leyes, quienes llevan a cabo los abortos y los grupos de presión que defienden el aborto las desafían en los tribunales, con frecuencia llegando a su eliminación.

En una reciente homilía, el cardenal de Colonia en Alemania, Joachim Meisner, comparó el aborto y la eutanasia al holocausto, según un reportaje del 7 de enero en Deutsche Welle. Se criticó su uso de la comparación del holocausto, pero los hechos actuales muestran que el aborto sigue siendo una de las grandes tragedias modernas.
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Claves para humanizar el trabajo
La doctrina social de la Iglesia ilumina su significado

ROMA, sábado, 22 enero 2005 (ZENIT.org).- Muchos todavía mantienen vivo en sus familias el mensaje espiritual de la Navidad, pero el fin de las vacaciones, y la vuelta al trabajo no debería significar un olvido de la religión. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia recientemente publicado dedica un capítulo al trabajo humano, e intenta explicar su significado más profundo.

Encabezando el capítulo hay una explicación de lo que la Biblia ha dicho sobre el trabajo. En el Génesis, Dios confía al hombre la tarea de ejercitar dominio sobre la creación. «El trabajo es parte del estado original del hombre y precede a su caída; no es pues un castigo o una maldición», observa el compendio (No. 256).

El trabajo se ha asociado con el dolor y esfuerzo como resultado del pecado original. Sin embargo debería considerarse como algo digno de mérito puesto que nos permite proveernos de los elementos materiales que necesitamos, insiste el compendio.

Al mismo tiempo, el compendio advierte contra el colocar el trabajo en el vértice de nuestras actividades. «El trabajo es esencial, pero es Dios –y no el trabajo – quien está en el origen de la vida y en el objetivo final del hombre» (No. 257). En este contexto el establecimiento del descano del Sabbath es importante, porque da la oportunidad de reenfocarse hacia Dios.

En el Nuevo Testamento, uno encuentra el ejemplo de Jesús, que llevó a cabo la tarea del trabajo manual como carpintero. Jesús denigra al criado que esconde su talento en la tierra y describe su propia misión como la de trabajar (Juan 5:17). Pero Jesús también nos enseña a buscar los tesoros del cielo que duran, en vez de los que son perecederos (Marcos 6:19-21).

Jesús revela más adelante que el trabajo no es sólo participación en la creación, sino también en la labor de redención. «Quienes toleran los difíciles rigores del trabajo en unión con Jesús cooperan, en un cierto sentido, con el Hijo de Dios en su labor de redención y muestran que son discípulos de Cristo que cargan con su cruz» (No. 263).

De hecho, como enseña San Pablo, ningún cristiano tiene derecho a no trabajar y vivir a expensas de los demás (2 Tesalonicenses 3:6-12). El apóstol Pablo anima a los cristianos a trabajar y luego a compartir los frutos con los demás que están en necesidad.

Doble dimensión

El compendio intenta profundizar en lo que significa el trabajo para cada persona. Tiene tanto una dimensión objetiva como subjetiva. Su significado objetivo hace referencia al área de actividades, instrumentos y tecnologías que se usan para producir cosas. Mientras que el sentido subjetivo está relacionado al trabajo como siendo la actividad de la persona humana, que realiza el trabajo como parte de una vocación personal. «Como persona, el hombre es por tanto el sujeto del trabajo» (No. 270).

Este aspecto subjetivo del trabajo es vital para una comprensión correcta de su valor y dignidad. El trabajo no es simplemente la producción de una mercancía, sino también la actividad de una persona humana, cuya dignidad debe respetarse. El compendio añade que la dimensión subjetiva debería tener la precedencia sobre los aspectos objetivos, «porque es la dimensión de la persona misma la que se implica en el trabajo, determinando su cualidad y consumando su valor» (No. 271).

El trabajo humano también tiene una dimensión social, como una actividad individual que se conecta con la de otras personas. «Los frutos del trabajo ofrecen ocasiones para el intercambio, la relación y el encuentro» (No. 273).

Trabajo y capital

Cuando llega al tema del entendimiento de la relación entre trabajadores y los elementos materiales de la producción (capital), el compendio repite la importancia de conservar en primer lugar el concepto del trabajo como una tarea subjetiva o personal. De hecho, en la economía moderna el texto observa que hay un reconocimiento creciente del valor del «capital humano» como un recurso importante en la producción.

Pero, mientras se mantiene el principio de la prioridad de la persona humana, el trabajo y el capital deberían existir en una relación de complementariedad, añade el Compendio. Cada uno necesita del otro y sería erróneo exaltar uno y olvidar la contribución del otro.

A este fin el compendio anima a la cooperación entre trabajo y capital a través de medios como la participación en la gestión, propiedad y beneficios. Esto puede ser más fácil en el mundo de hoy, dado que el conocimiento humano es un factor muy importante en la economía.

En cuanto a la colaboración entre trabajo y capital el texto defiende el derecho a la propiedad privada, aunque también llama la atención sobre la importancia de ponerla al servicio de todos. Tanto la propiedad privada como la pública, «deben orientarse a una economía de servicio a la humanidad» (No. 283).

Salvaguardar los derechos

Una sección del compendio se dedica a explicar cuáles son los derechos en el área del trabajo humano. Para empezar, «el trabajo es un derecho fundamental y un bien para toda la humanidad» (No. 287). Se necesita el trabajo para llevar adelante una familia y el desempleo trae consigo muchos problemas sociales. Lograr el pleno empleo, por tanto, sigue siendo un objetivo económico clave. Un importante medio para llevar a cabo esto es proporcionar una adecuada educación, que continúe a lo largo de la vida laboral, de manera que las personas puedan encontrar un empleo adecuado.

El estado tiene un papel que jugar en esto, pero el compendio es cuidadoso en establecer que esto no significa que los gobiernos deban directamente emplear a la gente para proporcionar a todos un puesto de trabajo. El deber del estado es animar la actividad económica creando las condiciones que conducirán a oportunidades adecuadas de empleo.

Con la creciente globalización de la economía, el compendio también recomienda que los gobiernos cooperen unos con otros para salvaguardar el derecho a trabajar y atenuar las subidas y bajadas del ciclo económico. Otra responsabilidad es cuidar de la familia. Las empresas, los sindicatos y el estado deberían promover políticas que apoyen la familia.

Otros temas tratados en esta sección se reparten en temas como la mujer y los hijos, la protección de los inmigrantes y de los trabajadores agrícolas. Los derechos de las mujeres deberían respetarse y no es aceptable la discriminación contra ellas, especialmente en cuanto a sueldo y seguridad social. El trabajo infantil, continúa el texto, «constituye una clase de violencia que resulta menos obvia que otra pero no es por esta razón menos terrible» (No. 296). Aunque es cierto que en algunos países los ingresos obtenidos por los niños son importantes para las familias, sin embargo esta explotación constituye una seria violación de la dignidad humana.

Cuando pasa a desentrañar derechos más específicos, como el justo salario, el compendio recuerda que «los derechos de los trabajadores, como todos los demás derechos, se basan en la naturaleza de la persona humana y en su dignidad trascendente» (No. 301).

Ir a lo global
La última parte del capítulo sobre el trabajo trata de algunos desarrollos recientes en el mundo del trabajo. La globalización ha traído consigo muchos cambios, y es importante recordar que junto con este proceso el mundo también necesita «una globalización de salvaguardas, un mínimo esencial de derecho y equidad» (No. 310).

Una economía construida no ya sobre una base industrial sino sobre los servicios y las más novedosas tecnologías trae consigo muchos cambios para quienes trabajan, y algunos ajustes difíciles. Para afrontarlos el compendio recomienda evitar el error de insistir en que los cambios ocurran de una determinada manera. «El factor decisivo y la referencia de esta compleja fase de cambio es una vez más la persona humana, que debe seguir siendo la verdadera protagonista de su trabajo» (No. 317). Humanizar el trabajo, ahora a una escala planetaria, es la siguiente meta.
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