Redacción -
24/01/2005 El arzobispo de Valencia, monseñor
Agustín García-Gasco, ha realizado un llamamiento a “la fortaleza y el
testimonio cristiano sin miedos ni rebajas”,ya que muchos católicos “ven
cómo por su fe cristiana se les ridiculiza, insulta o se les infunde
miedo desde el poder político gobernante en España”. El prelado
considera, además, que “también hoy los cristianos somos condenados
injustamente por la misma fe; se nos invita y presiona para rebajar las
exigencias del Evangelio y acomodarlo a los criterios de los poderosos”.
Con motivo de la fiesta de San Vicente Mártir, patrón de Valencia,
el arzobispo Agustín García Gasco, celebró una Eucaristía en cuya
homilía expresó su preocupación porque “ante las propuestas de los
cristianos en defensa de la vida, del verdadero y único matrimonio, de
la educación en valores, se responda desde el poder político con
insultos y desprecios, con amenazas y burlas”. Según el prelado “quienes
obran de este modo siembran discordia en la sociedad; no construyen sino
que derriban; no suman sino que dividen”. Por ello, monseñor García-Gasco
ha defendido que “el respeto a la dimensión religiosa de la vida humana
es un principio fundamental de todo orden político que pretenda ser
justo y legítimo”, por lo que, “cuando la autoridad política no respeta
la libertad religiosa no hay democracia”.
Monseñor García Gasco se refirió al marco de relaciones entre la Iglesia
y el Estado y ha destacado que “la comunidad política y la Iglesia son
entre sí independientes, autónomas en su propio campo y ambas están al
servicio del hombre”. Sin embargo, aseguró, a la autoridad pública
corresponde aceptar la dimensión religiosa de las personas y proteger el
libre desarrollo de su personalidad”. Por su parte, la Iglesia “no se
confunde con la comunidad política, no está ligada a ningún sistema
político y tampoco desea transformar la sociedad civil en Iglesia”. Los
católicos “respetamos el Estado como un orden propio del tiempo
histórico y reconocemos sus leyes, fomentando la participación
democrática”, por lo que “buscamos por ello la convivencia y la leal
cooperación”. “El Estado -afirmó- no puede ser fuente de ética: no
revela la verdad moral ni tan siquiera por el camino de la mayoría. El
Estado no es anterior a la sociedad ni tiene la primacía sobre la
persona”, añadió.
El arzobispo de Valencia recordó la figura de San Vicente, que hace
ahora 17 siglos “fue condenado injustamente por su fe, porque no cedió a
las presiones poderosas de su tiempo que le invitaban a renunciar al
mensaje del evangelio para acomodarlo a los criterios del Imperio”. El
prelado ha exhortado también en su homilía a vivir el Evangelio y la
vida cristiana, a pesar de que “no se ajustan a la moda y nos sitúan,
muchas veces, en oposición a lo que quieren algunos”.
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