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24 de enero de 2005


Santa Sede
El secreto para que los medios de comunicación promuevan la paz, según el Papa
La libertad religiosa es incompatible con el laicismo, constata el Papa
Unidad de la Iglesia, vocaciones, jóvenes, consejos del Papa a los obispos españoles
El Papa espera a los jóvenes españoles en Colonia el próximo mes de agosto
Dios estaba junto a las víctimas del «tsunami», afirma el cardenal Sodano
El Vaticano premia la promoción mediática de las lenguas clásicas
Hay que acercar a los niños a la Eucaristía lo antes posible

Mundo
Jean Vanier: «El discapacitado mental me revela mi propia pobreza»
La Iglesia espera de Ucrania que renazca «con una nueva dignidad»
El cardenal Grocholewski defiende en México el derecho a elegir la educación para los hijos

Flash
Videoconferencia mundial de teología sobre fe y razón

Documentación
Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2005
El Papa a obispos españoles: La libertad religiosa no es compatible con la ideología laicista
El Año de la Eucaristía y la pastoral de los niños

 




 


Santa Sede



El secreto para que los medios de comunicación promuevan la paz, según el Papa
Tal y como aparece en el mensaje para la Jornada de las Comunicaciones Sociales 2005

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- La promoción del entendimiento entre los pueblos es el secreto para que los medios de comunicación estén al servicio de la paz, asegura Juan Pablo II en el mensaje que ha escrito con motivo de la próxima Jornada de las Comunicaciones Sociales.

El tema ha propuesto para esta ocasión --se celebrará el 8 de mayo de 2005--, es «Los medios de comunicación al servicio del entendimiento entre los pueblos».

«Las modernas tecnologías nos ofrecen posibilidades nunca antes vistas para hacer el bien, para difundir la verdad de nuestra salvación en Jesucristo y para promover la armonía y la reconciliación», reconoce el Santo Padre.

«Por ello mismo su mal uso puede provocar daños enormes, suscitando incomprensión, prejuicios y hasta conflictos», añade en el texto distribuido en seis idiomas por la Sala de Prensa de la Santa Sede este lunes, fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas.

El obispo de Roma en su misiva plantea a los comunicadores una «necesidad urgente»: «promover la unidad de la familia humana a través de la utilización de estos maravillosos recursos».

«Un modo importante para lograr esta meta es la educación», añade. «Los medios pueden enseñar a millones de personas cómo son otras partes del mundo y otras culturas».

«Para muchos --constata-- son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales».

«Un conocimiento adecuado promueve la comprensión, disipa los prejuicios y despierta el deseo de aprender más», indica. «Cuando los demás son presentados en términos hostiles, se siembran semillas de conflicto que pueden fácilmente convertirse en violencia, guerra e incluso genocidio».

«En vez de construir la unidad y el entendimiento, los medios pueden ser usados para denigrar a los otros grupos sociales, étnicos y religiosos, fomentando el temor y el odio. Los responsables del estilo y del contenido de lo que se comunica tienen el grave deber de asegurar que esto no suceda».

Por eso, señala el mensaje, «los medios tienen un potencial enorme para promover la paz y construir puentes entre los pueblos, rompiendo el círculo fatal de la violencia, la venganza y las agresiones sin fin, tan extendidas en nuestro tiempo».

El Papa confiesa su sorpresa al constatar la «gran influencia positiva» que pueden tener los medios de comunicación «para impulsar las movilizaciones de ayuda en respuesta a desastres naturales u otros».

«Ha sido conmovedor el ver la rapidez con que la comunidad internacional respondió al reciente tsunami, que provocó innumerables víctimas», reconoce.

Para lograr estos objetivos el obispo de Roma concluye ofreciendo un principio ético fundamental para la comunicación: «La persona humana y la comunidad humana son el fin y la medida del uso de los medios de comunicación social».

«Los comunicadores tienen la oportunidad de promover una auténtica cultura de la vida, distanciándose de la conjura actual contra la vida y transmitiendo la verdad sobre el valor y la dignidad de toda persona humana», propone.

El Papa confesando cuál será su oración en esta próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: «que los hombres y mujeres de los medios asuman su papel para derribar los muros de la división y la enemistad en nuestro mundo, muros que separan a los pueblos y las naciones entre sí y alimentan la incomprensión y la desconfianza».

La importancia de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales queda reflejada por el hecho de que es la única que surgió como propuesta de los participantes en el Concilio Vaticano II.

Puede leerse el texto íntegro de Juan Pablo II en la sección de «Documentación» de la página web de Zenit (www.zenit.org).
ZS05012408

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La libertad religiosa es incompatible con el laicismo, constata el Papa
Al recibir a obispos españoles en visita «ad limina»

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II constató este lunes que la ideología laicista es incompatible con la libertad religiosa al encontrarse con el primer grupo de obispos españoles en su quinquenal visita «ad limina apostolorum» a la Santa Sede.

En su discurso el pontífice analizó junto a los prelados de Madrid, Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Navarra y el País Vasco, algunos desafíos que afronta la Iglesia en este país, en medio de las diferencias surgidas en los últimos meses con el gobierno socialista del primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero.

El obispo de Roma señaló que «en el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública».

En el discurso al cuerpo diplomático pronunciado el 12 de enero de 2004, el Santo Padre había aclarado la diferencia que existe entre el «legítimo» «principio de laicidad» --«comprendido como la distinción entre la comunidad política y las religiones». Y añadía: «¡distinción no quiere decir ignorancia! ¡La laicidad no es el laicismo!».

«Esto no forma parte de la tradición española más noble, pues la impronta que la fe católica ha dejado en la vida y la cultura de los españoles es muy profunda para que se ceda a la tentación de silenciarla», añadió el Santo Padre en su discurso a los prelados españoles.

«Un recto concepto de libertad religiosa no es compatible con esa ideología, que a veces se presenta como la única voz de la racionalidad. No se puede cercenar la libertad religiosa sin privar al hombre de algo fundamental», advirtió.

En este contexto, siguió analizando el sucesor del apóstol Pedro, «están creciendo las nuevas generaciones de españoles, influenciadas por el indiferentismo religioso, la ignorancia de la tradición cristiana con su rico patrimonio espiritual, y expuestas a la tentación de un permisivismo moral».

«La juventud tiene derecho, desde el inicio de su proceso formativo, a ser educada en la fe --subrayó--. La educación integral de los más jóvenes no puede prescindir de la enseñanza religiosa también en la escuela, cuando lo pidan los padres, con una valoración académica acorde con su importancia».

Una de las primeras medidas del gobierno de Rodríguez Zapatero fue precisamente la de congelar el plan de reforma educativa que preveía un reconocimiento académico a la asignatura de Religión, según prevén los acuerdos Iglesia-Estado en España.

La Confederación Católica de Asociaciones de Padres (CONCAPA) anunció este jueves el fin de la campaña de recogida de firmas a favor de la asignatura de religión, en la que ha recabado más de tres millones de firmas, aunque el conteo «aún no ha terminado».

Se trata de una campaña sin precedentes en este país de cuarenta millones de habitantes, en el que el 94% está bautizado en el seno de la Iglesia católica.

«Los poderes públicos, por su parte, tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y asegurar las condiciones reales de su efectivo ejercicio, como está recogido en los Acuerdos Parciales entre España y la Santa Sede de 1979, actualmente en vigor», añadió el Santo Padre.

El discurso completo puede leerse en la sección de Documentación de la página web de Zenit (www.zenit.org).
ZS05012404

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Unidad de la Iglesia, vocaciones, jóvenes, consejos del Papa a los obispos españoles
En su discurso al primer grupo de prelados en visita «ad limina»

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- Entre los consejos que Juan Pablo II dejó este lunes al primer grupo de obispos españoles con los que se ha encontrado en el marco de su visita «ad limina», destaca la promoción de la unidad en la Iglesia, la promoción de las vocaciones y la atención a los jóvenes.

El pontífice los expuso en el largo discurso sobre algunos de los apremiantes desafíos de la Iglesia en España que dirigió a los prelados, guiados por el cardenal Antonio María Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española.

Al afrontar la situación religiosa en el país, basándose en los informes que los prelados le han presentado, el obispo de Roma constató la compartida y «seria preocupación por la vitalidad de la Iglesia en España».

Ante este desafío, pidió responder ante todo con la comunión en la Iglesia: «es primordial conservar y acrecentar el don de la unidad que Jesús pidió para sus discípulos al Padre. En vuestra propia diócesis, estáis llamados a vivir y dar testimonio de la unidad querida por Cristo para su Iglesia».

«Por otra parte, la diversidad de pueblos, con sus culturas y tradiciones, lejos de amenazar esta unidad, ha de enriquecerla desde su fe común», añadió.

El arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares Llovera, así como otros dos obispos españoles, confirmaron más tarde en un encuentro con los periodistas, entre los que se encontraba un enviado de Zenit, que estas declaraciones hablan de la unidad de la Iglesia, no de la unidad de España.

«En la transición histórica que estamos viviendo debemos cumplir una misión comprometedora --añadió el Santo Padre--: hacer de la Iglesia el lugar donde se viva y la escuela donde se enseñe el misterio del amor divino».

A continuación, el pontífice aconsejó a los obispos particular atención por las vocaciones consagrada, recordando, en particular, que «los sacerdotes están en la primera línea de la evangelización».

Pidió que la relaciones de los obispos con los sacerdotes no sea «solamente de tipo institucional y administrativo, sino que, [esté] animada ante todo por la caridad», revelando «la paternidad episcopal que será modelo de aquella que después los presbíteros han de tener con los fieles que tienen confiados».

«Los sacerdotes, por su parte, deben recordar que, antes de nada, son hombres de Dios y, por eso, no puede descuidar su vida espiritual y su formación permanente», siguió recomendando el Santo Padre.

El obispo de Roma manifestó sus esperanzas ante «el incremento de las vocaciones sacerdotales que se da en algunas partes» de España.

«Es verdad que la situación social y religiosa no favorece la escucha de la llamada del Señor a seguirle en la vida sacerdotal o consagrada. Por eso es importante orar sin cesar al Dueño de la mies para que siga bendiciendo a España con numerosas y santas vocaciones».

Al mismo tiempo, pidió a los prelados «fomentar una pastoral específica vocacional, amplia y capilar, que mueva a los responsables de la juventud a ser mediadores audaces de la llamada del Señor. No hay que tener miedo a proponerla a los jóvenes y después acompañarlos asiduamente, a nivel humano y espiritual, para que vayan discerniendo su opción vocacional».

Por último, el Santo Padre pidió precisamente a los obispos que los jóvenes sean «objeto especial de vuestros desvelos pastorales».

«No deben escatimarse los esfuerzos necesarios, aunque a veces no den fruto inmediato», concluyó.
ZS05012411

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El Papa espera a los jóvenes españoles en Colonia el próximo mes de agosto


CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II dio cita a los jóvenes españoles en Colonia (Alemania) para este mes de agosto al encontrarse con los obispos de ese país con motivo de su visita «ad limina apostolorum».

«¿Cómo no recordar la impresionante y conmovedora vigilia que presidí con cientos de miles de jóvenes en Cuatro Vientos, recordándoles que se puede ser moderno y cristiano?», reconoció en el discurso que entregó a los obispos.

Se refería al encuentro que mantuvo el 3 de mayo de 2003, en su último viaje a España, en el que participaron más de un millón de chicos y chicas.

«Ahora muchos se preparan para ir a Colonia y participar en la Jornada Mundial de la Juventud», afirmó refiriéndose a las Jornadas Mundiales que piensa presidir entre el 18 y el 21 de agosto.

«Decidles que el Papa les espera allí, bajo el lema "Hemos venido a adorarle" para, junto con coetáneos de otros países, descubrir en Cristo el rostro de Dios y de la Iglesia como "la casa y la escuela de la comunión" y amor», les pidió a los obispos.
ZS05012412

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Dios estaba junto a las víctimas del «tsunami», afirma el cardenal Sodano
En la misa de sufragio por los fallecidos en el terremoto del sudeste asiático

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- ¿Dónde estaba Dios durante el «tsunami»? A esta pregunta respondió el cardenal Angelo Sodano, este lunes, un mes después de esa tragedia, durante la misa de sufragio por las víctimas del maremoto del sudeste asiático.

Según el secretario de Estado, «¡Dios siempre está a nuestro lado! Se hizo hombre para compartir nuestra existencia, en los momentos alegres y tristes de la vida».

El purpurado presidió en la tarde una solemne celebración eucarística por las víctimas de la catástrofe del 26 de diciembre, que según un balance publicado este domingo por la agencia Reuters ha acabado con la vida de 234.000 personas en la región del Océano Índico.

«Una vez más, el hombre ha experimentado su pequeñez ante la complejidad del planeta en el que vivimos», reconoció el purpurado italiano en la homilía de la celebración eucarística celebrada en la basílica de San Pedro del Vaticano.

«De este modo, ha surgido espontáneamente en nosotros el empuje interior a mirar al cielo, buscando respuestas a tantos interrogantes que vienen en estos momentos de confusión», añadía.

«Alguno se ha preguntado incluso cómo es posible que el hombre, que ha sido capaz de ir a la luna, que ha podido enviar una sonda a Titán, a más de mil millones de la tierra, sea tan impotente ante estos desastres», añadió.

«Muchos se han preguntado, además, si la fe cristiana tiene una respuesta clarificadora ante el enigma del dolor», insistió.

La respuesta de la mano derecha del Papa en la guía de la Santa Sede a estos interrogantes fue la siguiente: «Sí, ¡Dios ama siempre a los hombres y está siempre a su lado con amor de Padre!».

«En este sentido --indicó-- es expresiva la respuesta que un conocido escritor ponía en labios de Cristo, a la pregunta que le había planteado un pobre caminante caído en el fango: "¿Dónde estás, Dios mío?", gritaba el peregrino al hundirse en el lodo. Pero inmediatamente escuchó una voz misteriosa que le respondía desde lo alto: "¡Yo estoy contigo en el fango!"».

«Esta es la lección de la fe: Dios acompaña al hombre en todo instante de su vida», concluyó, informando en detalle sobre el compromiso de Juan Pablo II para responder a las necesidades de los damnificados de esos países que él mismo ha visitado en su pontificado.

El viario de Cristo, dijo, sigue invitando a todos «a la solidaridad a favor de estos hermanos y hermanas nuestros, recordándonos las conocidas palabras de un santo [san Juan de la Cruz]: al atardecer de la vida, seremos juzgados sobre el amor».
ZS05012409

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El Vaticano premia la promoción mediática de las lenguas clásicas
El Comité Pontificio de Ciencias Históricas prorroga su iniciativa

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- El Comité Pontificio de Ciencias Históricas promueve un «premio periodístico» entre artículos publicados en periódicos y un «premio cinematográfico-televisivo» para el mejor cortometraje y el mejor anuncio de televisión sobre la actualidad y el significado del latín y del griego.

Según ha podido saber Zenit, el dicasterio busca con esta iniciativa dar un espacio adecuado al apoyo e incremento de las disciplinas humanísticas orientado a una mayor valoración de la historia y a un desarrollo científico y cultural de Europa y de los países de cultura europea.

Vistas las políticas educativas en el sector en los últimos años, el Comité Pontificio considera que el progresivo declive del conocimiento del latín y del griego llevará a un número cada vez menor de estudiantes capaces de dedicarse no sólo a los estudios históricos, sino también a los filológicos, filosóficos y teológicos en un nivel adecuado y, por lo tanto, al bloqueo de una investigación seria en estos campos.

Con los premios se intenta sostener la cultura clásica no sólo en los ambientes escolares y académicos, sino también en un ámbito más amplio de la opinión pública.

El premio cinematográfico-televisivo, extendido a toda Europa, se refiere a las áreas temática relativas a la actualidad y al significado del latín y del griego para el desarrollo científico y cultural de Europa, plasmadas con un cortometraje o un anuncio televisivo.

Al frente del jurado está monseñor John Patrick Foley, presidente del Consejo Pontifico para las Comunicaciones Sociales, quién no oculta su fascinación por el latín, una lengua en la que celebra en ocasiones la Misa y que utiliza para comunicarse con algunos prelados no anglófonos.

Los otros miembros del jurado son monseñor Walter Brandmuller --presidente del Comité Pontificio de Ciencias Históricas--, el doctor Francesco Paolo Casavola --ex presidente de la Corte Constitucional y actual presidente del Instituto de la Enciclopedia Italiana--, el profesor Giovanni Conso --presidente de la Academia de los Linces--, el profesor Rene Remond --miembro de la «Académie de France»--, y el profesor Hans Tietmeyer --ex gobernador de la Deutsche Bundesbank--.


Para el mejor cortometraje se prevé un primer premio de 7.500 euros y un segundo premio de 5.000 euros, el mismo que recibirá el mejor anuncio televisivo.

Para el concurso periodístico se ha reservado un galardón de 5.000 euros. Anunciado en fechas anteriores, el concurso ha prorrogado la fecha de publicación de los artículos hasta el próximo 31 de mayo.

Se puede obtener más información sobre la convocatoria de estos premios enviando un e-mail a vati644@scienstor.va o, a partir del 1 de febrero, consultando la página del Comité.

El Comité Pontificio de Ciencias Históricas fue instituido por Pío XII el 7 de abril de 1954 con el objetivo de promover el desarrollo de las ciencias históricas mediante la cooperación internacional. Es miembro del «Comité international des sciences historiques» y de la «Commission international d'histoire ecclésiastique comparée».
ZS05012407

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Hay que acercar a los niños a la Eucaristía lo antes posible
Recuerda el cardenal Castrillón a los sacerdotes

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- El prefecto de la Congregación vaticana para el Clero ha recordado a los sacerdotes de todo el mundo la importancia de acercar a los niños a la Eucaristía convencido de que «cuanto más pequeños son, más digna será la acogida del corazón a Cristo sacramentado».

Permitir que los niños puedan recibir lo antes posible «a Jesús Eucarístico había sido por muchos siglos uno de los firmes cimientos de la pastoral para los más pequeños en la Iglesia», recuerda el cardenal Darío Castrillón Hoyos en una carta a los presbíteros, fechada el 8 de enero y publicada por el dicasterio el sábado en el marco del Año de la Eucaristía.

La costumbre «fue restablecida por San Pío X en su tiempo», y «ha sido alabada por sus sucesores, y aún más veces por nuestro Santo Padre Juan Pablo II», subraya el purpurado.

En efecto, hace casi un siglo San Pío X estableció que se pudiera admitir a los niños a la Primera Comunión desde la edad de siete años con el Decreto «Quam Singulari» (8 de agosto de 1910).

«Junto con San Pío X --admite el cardenal Castrillón-- muchos estamos convencidos de que esta praxis de permitir a los niños la Primera Comunión desde la edad de siete años, trae a la Iglesia grandes gracias del Cielo», sin olvidar «que en la Iglesia primitiva, el sacramento de la Eucaristía se administraba a los recién nacidos, inmediatamente después del Bautismo, bajo las especies de pocas gotas de vino».

De la decisión de San Pío X de reducir la edad para comulgar se benefició el propio Juan Pablo II en mayo de 1929, según él mismo recuerda en su libro «¡Levantaos! ¡Vamos!» («Plaza Janés», Barcelona 2004); pero además aquel Papa «dio la posibilidad de recibir la comunión incluso antes de haber cumplido los siete años si el niño muestra tener suficiente discernimiento», añade el pontífice actual.

En este libro --cuyas citas incluye en su carta el cardenal Castrillón--, Juan Pablo II apunta también que «la Sagrada Comunión anticipada fue una decisión pastoral que merece ser recordada y alabada. Ha producido muchos frutos de santidad y de apostolado entre los niños, favoreciendo que surgieran vocaciones sacerdotales».

«Nosotros sacerdotes, llamados por Dios a custodiar el Santo Sacramento del altar en unión a nuestros obispos, podemos y debemos cuidar ante todo a los niños como a los primeros destinatarios de este don inmenso: la Eucaristía», exhorta el prefecto del dicasterio para el clero.

«Creo que es una de las más grandes alegrías para el párroco aquella de escuchar la Primera Confesión de los niños --reconoce--, y luego, hacerles recibir la Primera Comunión; y viene espontáneamente a la mente la certeza de que cuanto más pequeños son, más digna será la acogida del corazón a Cristo sacramentado».

Y es que, según observa, «cuando la mente del niño llega a la edad en que comienza a razonar —y hoy esta edad llega pronto— está abierta y disponible a la acogida de la luz divina, que les hace penetrar hasta dónde es posible, el misterio del amor de Dios para el hombre».

«Luego la fe se levanta sobre la razón, y esta fe —que a menudo la hemos experimentado precisamente en nuestras parroquias— es tan viva en los niños que ellos son capaces, a veces mejor que nosotros, de expresar con la oración inmediata su cercanía al Señor», alerta a los sacerdotes.

«Confiamos, por lo tanto, que esta santa costumbre, recordada por todos los últimos Papas, de hacer acercar a los niños pequeños a la Santa Eucaristía, después de haber hecho su Primera Confesión, sea cada vez más estimada y dentro de lo posible seguida, particularmente en este Año de la Eucaristía».

El texto íntegro de la carta del cardenal Castrillón se puede leer en la sección de «Documentos» de Zenit.
ZS05012403

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Mundo



Jean Vanier: «El discapacitado mental me revela mi propia pobreza»
El fundador de las comunidades del Arca enseña a «vivir la diferencia»

BARCELONA, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org-Veritas).- «El pobre, el discapacitado mental me revela mi propia pobreza y cuando descubro mi pobreza, tengo más necesidad de Dios». Así lo considera Jean Vanier, fundador de las comunidades del Arca, que ofreció un retiro sobre cómo vivir la diferencia en un mundo plural el pasado fin de semana en el seminario de la localidad barcelonesa de Vic.

Sobre las comunidades que fundó en el año 1964 y que actualmente ofrecen a personas con disminución psíquica más de cien hogares con talleres, repartidos por treinta países de todo el mundo, donde compartir la vida y el trabajo, Vanier explicó que «al iniciarlas, quería mostrar a los pobres lo importantes que eran viviendo con ellos».

«Entonces descubrí que aquello era un camino del Evangelio porque el pobre nos hace vivir en verdad –explicó-: todos somos pobres y condenados a muerte; todos somos frágiles, todos queremos demostrar que somos mejores que los demás; de esta manera siempre estamos huyendo de lo más importante de nosotros y verdaderamente no sabemos quienes somos».

«Las personas con discapacidad mental me muestran cuál es mi discapacidad --continuó--. Su violencia revela mi violencia; comenzamos a descubrir la verdad de nuestro interior y entonces comenzamos a descubrir también la verdad de Dios».

«La persona discapacitada que acoge su discapacidad me muestra la dificultad que yo tengo para acoger mis propias debilidades, de manera parecida a las personas que van a morir y que, cuando acogen su muerte, revelan en los que los cuidan su miedo a morir», prosiguió.

«Por eso, el Arca es un camino hacia Dios --añadió Vanier--. Un camino de pobres, porque para acoger a Jesús hay que ser pobres; Él mismo, que es la belleza del Verbo de Dios, es un gran pobre, pero un gran pobre que acoge la fuerza de Dios; no hay cristianismo si no descubrimos nuestra pobreza».

La solidaridad y el sentido de culpabilidad

«La recogida de una cantidad tan grande de dinero para las víctimas del tsunami nos muestra muchas cosas sobre la solidaridad, sobre la capacidad de compasión del corazón humano, pero también sobre la culpabilidad», señaló Vanier.

«Como vivimos tan bien y tenemos tantas cosas, no podemos ver en la televisión personas que lo han perdido todo –explicó-. En el ser humano existe un deseo de ayudar, que también se muestra hacia las personas discapacitadas, pero a la vez éste se enfrenta al deseo de querer desembarazarse de esa persona diferente».

«Es innegable que la persona distinta nos molesta –continuó, refiriéndose más concretamente a los discapacitados- y muchos se enfrentan a estas personas internándolos en instituciones o matándolos antes de nacer».

Para romper los prejuicios ante las personas discapacitadas, el fundador de las comunidades del Arca propone «encontrarse verdaderamente con ellas» y descubrir lo que nos revelan sobre nosotros y la presencia de Dios en ellos.

Ante la enfermedad y la muerte, Vanier aconseja no pasar demasiado tiempo preguntándose por ellas o con disputas teológicas, sino pasar más tiempo acogiendo y ayudando: «Lo importante no es preguntarnos el por qué del sufrimiento, sino ponernos en camino para aliviarlo –señaló-. Lo importante no es preguntarnos por qué la muerte, sino ponernos en camino para acompañar a la gente a morir».
ZS05012401

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La Iglesia espera de Ucrania que renazca «con una nueva dignidad»
Declaraciones del nuncio apostólico en Kiev, monseñor Ivan Jurkovic

KIEV, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- Confirmado Viktor Yuschenko al frente de Ucrania, la Iglesia espera del país que «renazca con una nueva dignidad» y «con un nuevo optimismo»; el desafío del gobierno está ahora también en una nueva forma de diálogo, explica el nuncio apostólico en Kiev, el arzobispo Ivan Jurkovic.

En la ex república socialista soviética de Ucrania la población se echó a las calles pidiendo nuevas elecciones tras la vuelta electoral del pasado 21 de noviembre. Datos oficiales habían proclamado vencedor al entonces primer ministro filo-ruso Víctor Yanukóvich, pero los partidarios de Yúschenko denunciaron los resultados como fruto de un enorme fraude.

Acogiendo los recursos presentados por la oposición, el Tribunal Supremo de Ucrania anuló doce días después de su celebración esta segunda vuelta de las elecciones presidenciales.

La votación entre Yanukóvich y Yúschenko se repitió el 26 de diciembre, y éste último fue proclamado vencedor después de que fueran rechazados los recursos que había presentado su rival en su contra. Yúschenko obtuvo el 51,99% de los votos; mientras que Yanukóvich se quedó en el 44,2%.

«Ucrania ha vivido un período de gran importancia que se podrá juzgar probablemente mejor en una perspectiva histórica», reflexionó el nuncio apostólico en el país, el arzobispo Jurkovic, ante los micrófonos de «Radio Vaticana», la víspera de la toma de posesión de Yúschenko como presidente del país.

Aludiendo a los últimos acontecimientos, el prelado aclaró que, «conociendo Ucrania, que es un país muy complejo, habría sido casi una sorpresa que estas tensiones pudieran determinan una división con graves consecuencias políticas»; «hay que tener siempre presente que Ucrania es un país mucho más compacto de cuanto parezca desde el exterior».

En cuanto a lo que se espera del gobierno del nuevo presidente, el prelado apuntó que «habría que comenzar un nuevo período de vida de Ucrania, con el objetivo de dialogar de manera nueva sobre todo con el vecino ruso, que representa un factor histórico importantísimo, pero también con Occidente y con la Unión Europea, como interlocutor principal».

«Lo que se espera la Iglesia es que el país renazca también con una nueva dignidad, con un nuevo optimismo...», añadió monseñor Jurkovic.

El domingo pasado Viktor Yúschenko tomó posesión de su cargo jurando lealtad a Ucrania en el parlamento con una mano sobre la Constitución ucraniana y la otra en el Evangelio de Peresópnitsa, un manuscrito del siglo XVI.

En la investidura los EE. UU. estuvieron representados por su secretario de Estado saliente, Colin Powell, y la Unión Europea envió a varios de sus altos cargos al acto, en el que estuvieron presentes más de sesenta delegaciones extranjeras.

«Los electores ucranianos lograron unas elecciones honestas (...). Es una gran victoria nacional», dijo Yúschenko después de su investidura, cita «AFP».

Dirigiéndose a los diputados expesó: «Tenemos un único objetivo: una Ucrania próspera y democrática». E invitó a todas las fuerzas políticas a actuar juntas por el bien del país, olvidando la división de los últimos meses.

Más de 300 mil personas le esperaban en la plaza de la Independencia, en la capital. Ante ellas, el nuevo presidente se comprometió a «destruir el sistema de corrupción» del país de unos 48 millones de habitantes, y a defender la «libertad de expresión y la independencia de los medios de comunicación».

Y subrayó: «Nuestro lugar está en la Unión Europea».

La primera visita de Yúschenko al extranjero tiene este lunes como destino Moscú, donde se encontrará con el presidente ruso Vladimir Putin. El Kremlin había apoyado abiertamente al derrotado Viktor Yanukóvich.
ZS05012405

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El cardenal Grocholewski defiende en México el derecho a elegir la educación para los hijos
No hay contracción entre la Iglesia en España y la Santa Sede sobre le preservativo

MÉXICO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org-El Observador).- De visita en la arquidiócesis de México el cardenal Zenon Grocholewski, prefecto de la Congregación para la Educación Católica, debía inaugurar este lunes la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia de México.

Al sostener una rueda de prensa, junto con el cardenal Norberto Rivera, arzobispo primado de México, el cardenal Grocholewski defendió el derecho a la educación religiosa como un derecho inherente a la condición humana y confirmó la unidad de la Iglesia católica con el Papa en torno a la polémica sobre el uso del preservativo como parte integral de la lucha contra el sida.

«Toda persona humana tiene derecho a la educación --dijo el cardenal Grocholewski-- sobre todo, a aquella que es la voluntad de sus padres». La formación religiosa es un derecho esencial de la persona, cualquier tipo de educación religiosa, no solamente la educación católica, añadió.

«El Estado debe respetar la voluntad de la gente, de los ciudadanos, y debe darse la posibilidad de optar por la educación religiosa, también en la escuela pública», subrayó el prefecto de la Congregación para la Educación Católica.

Este tema --dijo el cardenal Grocholewski, de origen polaco-- era muy sensible en los países comunistas, donde estaba prohibida la enseñanza religiosa en la escuela pública, donde no se hablaba de religión o, en la mayor parte de los casos, se estaba en contra de la religión.

«Cuando cayó el comunismo, los ciudadanos han pedido enseñanza religiosa y ahora ésta se encuentra en la escuela pública: simplemente el Estado respeta el derecho a la voluntad del propio pueblo» añadió.

El cardenal Zenon Grocholewski constató que «hoy se da demasiada importancia a la educación técnica y científica; pero la ciencia puede ser usada para el bien o para el mal. Cuanto más progrese la ciencia, más necesario se hace educar a la persona para el uso de la ciencia de un modo justo».

Gracias a las conquistas de la ciencia, de la técnica, la guerra se ha vuelto más terrible, la injusticia más refinada, la opresión a los pobres más pérfida y el peligro de destruir la vida sobre la Tierra, más grande, añadió el cardenal Grocholewski.

Y sentenció que cuanto más progrese la ciencia más debe progresar el hombre para hacerla operar en favor del bien de la humanidad.

Ante la pregunta de si la Iglesia española sostiene un punto de vista diferente al de la Santa Sede sobre el uso del preservativo que, el cardenal Grocholewski fue claro al decir que «la Iglesia en España no posee otro punto de vista que el del Santo Padre y el Vaticano; la entrevista en cuestión (la del padre Juan Antonio Martínez Camino, secretario de la Conferencia Episcopal Española) es un equívoco; la Conferencia Española se ha apresurado a decir que su postura (sobre el uso del preservativo) es la misma que la de la Santa Sede».

Lo que enseña la Iglesia es la responsabilidad, dijo; «porque se trata de hacer de la vida algo más humano; que el amor se convierta en un amor más humano; los padres que aman a sus hijos están dispuestos al sacrificio», concluyó diciendo el cardenal Grocholewski.
ZS05012410

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Flash



Videoconferencia mundial de teología sobre fe y razón


CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- El próximo viernes 28 de enero se celebrará la XXXIV videoconferencia mundial sobre el tema «Fides et Ratio» («Fe y Razón») organizada por la Congregación vaticana para el Clero.

La cita mensual reúne, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, a teólogos de Roma, Nueva York, Moscú, Bogotá, Madrid, Taiwán, Sydney, Manila, Johannesburgo y Ratisbona.

La conferencia podrá seguirse en directo a partir de las 12.00 horas (de Roma) y en diferido a través de la página web del mencionado dicasterio (www.clerus.org), cuyo prefecto es el cardenal Darío Castrillón Hoyos.


Posteriormente en dicha página podrán consultarse los textos originales pronunciados por los teólogos en diferentes idiomas.

Para seguir el evento con imágenes y audio es necesario tener instalado en el propio ordenador «Real Player».

A continuación, ofrecemos la relación de los teólogos que participarán y los temas de sus intervenciones:

--Profesor Antonio Miralles (Roma): «El discernimiento del Magisterio como diaconía de la verdad».
--Profesor Stuart Bate (Johannesburgo): «El drama de la separación entre fe y razón».
--Profesor Alfonso Carrasco Rouco (Madrid): «El interés de la Iglesia por la filosofía».
--Profesor José Vidamor Yu (Manila): «El hombre ante la sed de verdad».
--Obispo Gerhard Ludwig Müller (Ratisbona): «La ciencia de la fe y las exigencias de la razón filosófica».
--Profesor Louis Aldrich (Taiwán): «Filosofar en el ámbito asiático y la cristianización del pensamiento contemporáneo» (Cf. FR 40).
--Profesor Michael Hull (Nueva York): «La capacidad metafísica del hombre».
--Profesor Igor Kowalewsky (Moscú): «La contribución de la filosofía cristiana».
--Profesor Silvio Cajiao (Bogotá): «Las exigencias irrenunciables de la palabra de Dios».
--Obispo Julian Porteous (Sydney): «El cristianismo como “la única filosofía segura y provechosa”» (Cf. FR 38).
--Profesor Paolo Scarafoni LC (Roma): «La novedad perenne del pensamiento de Santo Tomás de Aquino».
--Profesor Jean Galot, (Roma): «Tareas actuales para la teología».
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Documentación



Mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2005
«Los medios de comunicación al servicio del entendimiento entre los pueblos»

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje de Juan Pablo II para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales que se celebrará el próximo 8 de mayo con el lema «Los medios de comunicación al servicio del entendimiento entre los pueblos».

 

* * *



Queridos hermanos y hermanas:
1. Leemos en la Carta de Santiago: "De una misma boca proceden la bendición y la maldición. Esto, hermanos míos, no debe ser así" (St 3, 10). Las Sagradas Escrituras nos recuerdan que las palabras tienen un extraordinario poder para unir a las personas o dividirlas, para crear vínculos de amistad o provocar hostilidad.

Ello no es verdad sólo respecto a palabras intercambiadas entre individuos. Se aplica asimismo a toda comunicación, donde sea que tenga lugar y a cualquier nivel. Las modernas tecnologías nos ofrecen posibilidades nunca antes vistas para hacer el bien, para difundir la verdad de nuestra salvación en Jesucristo y para promover la armonía y la reconciliación. Por ello mismo su mal uso puede provocar daños enormes, suscitando incomprensión, prejuicios y hasta conflictos. El tema elegido para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales del año 2005, "Los medios de comunicación al servicio del entendimiento entre los pueblos", señala una necesidad urgente: promover la unidad de la familia humana a través de la utilización de estos maravillosos recursos.

2. Un modo importante para lograr esta meta es la educación. Los medios pueden enseñar a millones de personas cómo son otras partes del mundo y otras culturas. Por ello se han llamado acertadamente "el primer areópago del tiempo moderno;... para muchos son el principal instrumento informativo y formativo, de orientación e inspiración para los comportamientos individuales, familiares y sociales" (Redemptoris missio, 37). Un conocimiento adecuado promueve la comprensión, disipa los prejuicios y despierta el deseo de aprender más. Las imágenes, en particular, tienen la capacidad de transmitir impresiones duraderas y moldear actitudes. Enseñan a la gente a mirar a los miembros de otros grupos y naciones, ejerciendo una influencia sutil sobre si deben ser considerados como amigos o enemigos, aliados o potenciales adversarios.

Cuando los demás son presentados en términos hostiles, se siembran semillas de conflicto que pueden fácilmente convertirse en violencia, guerra e incluso genocidio. En vez de construir la unidad y el entendimiento, los medios pueden ser usados para denigrar a los otros grupos sociales, étnicos y religiosos, fomentando el temor y el odio. Los responsables del estilo y del contenido de lo que se comunica tienen el grave deber de asegurar que esto no suceda. Realmente los medios tienen un potencial enorme para promover la paz y construir puentes entre los pueblos, rompiendo el círculo fatal de la violencia, la venganza y las agresiones sin fin, tan extendidas en nuestro tiempo. En palabras de San Pablo, que fueron la base del Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de este año: "No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien" (Rm 12, 21).

3. Si esta contribución a la construcción de la paz es uno de los modos significativos como los medios pueden unir a las personas, otra es su gran influencia positiva para impulsar las movilizaciones de ayuda en respuesta a desastres naturales u otros. Ha sido conmovedor el ver la rapidez con que la comunidad internacional respondió al reciente tsunami, que provocó innumerables víctimas. La velocidad con que las noticias viajan hoy aumenta la posibilidad de tomar medidas prácticas en tiempo útil para ofrecer la mejor asistencia. De esta manera los medios pueden lograr un bien muy grande.

4. El Concilio Vaticano II recuerda: "Para el recto uso de estos medios es absolutamente necesario que todos los que los utilizan conozcan las normas del orden moral en este campo y las lleven fielmente a la práctica" (Inter mirifica, 4).

El fundamento ético es éste: "La persona humana y la comunidad humana son el fin y la medida del uso de los medios de comunicación social; la comunicación debería realizarse de personas a personas, con vistas al desarrollo integral de las mismas" (Ética en las comunicaciones sociales, 21). Así pues, son en primer lugar los comunicadores quienes deben poner en práctica en sus vidas los valores y actitudes que están llamados a inculcar en los demás. Antes que nada, esto debe incluir un auténtico compromiso con el bien común, un bien que no se reduzca a los estrechos intereses de un grupo particular o nación, sino que acoja las necesidades e intereses de todos, el bien de la familia humana entera (cf. Pacem in terris, 132). Los comunicadores tienen la oportunidad de promover una auténtica cultura de la vida, distanciándose de la conjura actual contra la vida (cf. Evangelium vitae, 17) y transmitiendo la verdad sobre el valor y la dignidad de toda persona humana.

5. El modelo y pauta de toda comunicación se encuentra en el Verbo mismo de Dios. "De muchos modos habló Dios a nuestros padres por medio de los Profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo" (Heb 1,1). El Verbo encarnado ha establecido una nueva alianza entre Dios y su pueblo, una alianza que también nos une entre nosotros, convirtiéndonos en comunidad. "Porque él es nuestra paz, el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad" (Ef 2, 14).

Mi oración en la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año es que los hombres y mujeres de los medios asuman su papel para derribar los muros de la división y la enemistad en nuestro mundo, muros que separan a los pueblos y las naciones entre sí y alimentan la incomprensión y la desconfianza. Ojalá usen los recursos que tienen a su disposición para fortalecer los vínculos de amistad y amor que son signo claro del naciente Reino de Dios aquí en la tierra.
Desde el Vaticano, 24 de enero de 2005, fiesta de San Francisco de Sales.

IOANNES PAULUS II
[Traducción del original inglés distribuida por la Sala de Prensa de la Santa Sede]
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El Papa a obispos españoles: La libertad religiosa no es compatible con la ideología laicista
Discurso de Juan Pablo II al primer grupo de obispos españoles en visita «ad limina apostolorum»

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que Juan Pablo II entregó este lunes al primer grupo de obispos españoles (de Madrid, Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Navarra y el País Vasco) a los que recibió en el marco de su visita «ad limina apostolorum».

 

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Queridos hermanos en el Episcopado:

1. Con gusto os recibo, Pastores de la Iglesia de Dios que peregrina en España, integrantes del primer grupo que viene a Roma para realizar la visita «Ad limina» y fortalecer los vínculos estrechísimos que os unen con esta Sede Apostólica.

Saludo con afecto al Señor Cardenal Arzobispo de Madrid y Presidente de la Conferencia Episcopal Española, con sus tres Obispos auxiliares; al Arzobispo de Toledo y Primado de España, con sus dos Obispos auxiliares; al Arzobispo Castrense y a los Arzobispos de Burgos, Valladolid, Zaragoza, Mérida-Badajoz y a los Obispos sufragáneos de estas sedes metropolitanas y de la de Pamplona, a cuyo Arzobispo deseo una pronta recuperación. A través vuestro mi saludo quiere llegar con afecto y estima a los sacerdotes, religiosos, religiosas y fieles de vuestras Iglesias particulares.
Agradezco cordialmente las amables palabras que me ha dirigido, en nombre de todos, el Señor Cardenal Antonio María Rouco Varela, presentándome las inquietudes y esperanzas de vuestra acción pastoral, en la que con fortaleza ejercéis el ministerio guiando al Pueblo de Dios por el camino de la salvación y proclamando con vigor los principios de la fe católica para una mayor formación de los fieles.

2. España es un país de profunda raigambre cristiana. La fe en Cristo y la pertenencia a la Iglesia han acompañado la vida de los españoles en su historia y han inspirado sus actuaciones a lo largo de los siglos. La Iglesia en vuestra Nación tiene una gloriosa trayectoria de generosidad y sacrificio, de fuerte espiritualidad y altruismo y ha ofrecido a la Iglesia universal numerosos hijos e hijas que han sobresalido a menudo por la práctica de las virtudes en grado heroico o por su testimonio martirial. Yo mismo he tenido el gozo de canonizar o beatificar a numerosos hijos e hijas de España.
En mi Carta apostólica «Tertio millennio adveniente» propuse el estudio, actualización y presentación a los fieles del "patrimonio de santidad" (n. 37), seguro de que en esta hora histórica será una preciosa y valiosa ayuda para los pastores y fieles como punto de referencia en su vida cristiana, tanto más cuanto que muchos de los retos y problemas aún presentes en vuestra Nación ya existieron en otros momentos, siendo los santos quienes dieron brillante respuesta con su amor a Dios y al prójimo. Las vivas raíces cristianas de España, como puse de relieve mi última Visita pastoral en mayo de 2003, no pueden arrancarse, sino que han de seguir nutriendo el crecimiento armónico de la sociedad.

3. Vuestras relaciones quinquenales evidencian la preocupación por la vitalidad de la Iglesia y los retos y dificultades a afrontar. En los últimos años, en Aragón, Asturias, Castilla-La Mancha, Castilla-León, Madrid, Navarra y el País Vasco, regiones donde ejercéis la caridad pastoral guiando al Pueblo de Dios, han cambiado muchas cosas en el ámbito social, económico y también religioso, dando paso a veces la indiferencia religiosa y a un cierto relativismo moral, que influyen en la práctica cristiana y que afecta consiguientemente a las estructuras sociales mismas.

Algunas zonas viven en la abundancia mientras otras tienen graves carencias. En ocasiones, lo que fueron fuentes de riqueza en tiempos anteriores –por ejemplo, la producción minera y siderúrgica, la construcción naval, diversas empresas- sufren un cierto declive ante el cual hace falta mantener la esperanza. En algunas partes se vive la confrontación social por un recurso natural: el agua; siendo ésta un bien común no se puede despilfarrar ni olvidar el deber solidario de compartir su uso. Las riquezas no pueden ser monopolio de quienes disponen de ellas, ni la desesperación o la aversión pueden justificar ciertas acciones incontroladas de quienes carecen de las mismas.

4. En el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública. Esto no forma parte de la tradición española más noble, pues la impronta que la fe católica ha dejado en la vida y la cultura de los españoles es muy profunda para que se ceda a la tentación de silenciarla. Un recto concepto de libertad religiosa no es compatible con esa ideología, que a veces se presenta como la única voz de la racionalidad. No se puede cercenar la libertad religiosa sin privar al hombre de algo fundamental.

En el contexto social actual están creciendo las nuevas generaciones de españoles, influenciadas por el indiferentismo religioso, la ignorancia de la tradición cristiana con su rico patrimonio espiritual, y expuestas a la tentación de un permisivismo moral. La juventud tiene derecho, desde el inicio de su proceso formativo, a ser educada en la fe. La educación integral de los más jóvenes no puede prescindir de la enseñanza religiosa también en la escuela, cuando lo pidan los padres, con una valoración académica acorde con su importancia. Los poderes públicos, por su parte, tienen el deber de garantizar este derecho de los padres y asegurar las condiciones reales de su efectivo ejercicio, como está recogido en los Acuerdos Parciales entre España y la Santa Sede de 1979, actualmente en vigor.

5. Por lo que se refiere a la situación religiosa, en vuestros informes se refleja una seria preocupación por la vitalidad de la Iglesia en España, a la vez que se ponen de relieve varios retos y dificultades. Atentos a los problemas y expectativas de los fieles ante esta nueva situación, vosotros, como Pastores, os sentís interpelados a permanecer unidos para hacer más palpable la presencia del Señor entre los hombres a través de iniciativas pastorales más apropiadas a las nuevas realidades.
Para ello es primordial conservar y acrecentar el don de la unidad que Jesús pidió para sus discípulos al Padre (cf. Jn 17,11). En vuestra propia diócesis, estáis llamados a vivir y dar testimonio de la unidad querida por Cristo para su Iglesia. Por otra parte, la diversidad de pueblos, con sus culturas y tradiciones, lejos de amenazar esta unidad, ha de enriquecerla desde su fe común. Y vosotros, en cuanto sucesores de los Apóstoles, tenéis que esforzaros en "conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz" (Ef 4,3). Por eso os quiero recordar que "en la transición histórica que estamos viviendo debemos cumplir una misión comprometedora: hacer de la Iglesia el lugar donde se viva y la escuela donde se enseñe el misterio del amor divino. ¿Cómo será posible esto sin redescubrir una autentica espiritualidad de comunión?" (Mensaje a un grupo de Obispos, 14.II.2001, n.3), válida para todas las personas y en todos los momentos.

6. Los Sacramentos son necesarios para el crecimiento de la vida cristiana. Por eso los pastores han de celebrarlos con dignidad y decoro. Especial importancia se ha de dar a la Eucaristía, "Sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad" (San Agustín, «In Johannis Evangelium», 26,13). Su participación, como recuerdan los Santos Padres, nos hace "concorpóreos y consanguíneos con Cristo" (San Cirilo de Alejandría, «Catequesis mistagógicas», IV,3), e impulsa al cristiano a comprometerse en la propagación del Evangelio y en la animación cristiana de la sociedad.

A este respecto, con ocasión de la clausura del Año Jacobeo, he invitado a los fieles españoles a buscar en el Santísimo Sacramento la fuerza para vencer los obstáculos y afrontar las dificultades del momento presente. Al mismo tiempo, apoyados por sus Obispos, se sentirán vigorizados en la propia fe para dar un testimonio público y creíble al defender "el respeto efectivo a la vida, en todas sus etapas, la educación religiosa de los hijos, la protección del matrimonio y de la familia, la defensa del nombre de Dios y del valor humano y social de la religión cristiana" (Carta al Arzobispo de Santiago de Compostela, 8.XII.2004). Se debe incrementar, pues, una acción pastoral que promueva una participación más asidua de los fieles en la Eucaristía dominical, la cual ha de ser vivida no sólo como un precepto sino más bien como una exigencia inscrita profundamente en la vida de cada cristiano.

7. En las relaciones quinquenales habéis puesto de manifiesto vuestra solicitud por los sacerdotes y seminaristas. Los sacerdotes están en la primera línea de la evangelización y soportan "el peso del día y el calor" (Mt 20,12). Ellos necesitan de manera especial vuestro cuidado y cercanía pastoral, pues son vuestros "hijos" (LG 28), "amigos" (ChD 16) y "hermanos" (PO 7).

La relación con los sacerdotes no ha de ser solamente de tipo institucional y administrativo, sino que, animada ante todo por la caridad (cf. 1Pe 4,8), ha de revelar la paternidad episcopal que será modelo de aquella que después los presbíteros han de tener con los fieles que tienen confiados. De un modo especial, esa paternidad se debe manifestar en la situación actual con los sacerdotes enfermos, con los de edad avanzada, y también con los que están al frente de mayores responsabilidades pastorales.

Los sacerdotes, por su parte, deben recordar que, antes de nada, son hombres de Dios y, por eso, no puede descuidar su vida espiritual y su formación permanente. Toda su labor ministerial "debe comenzar efectivamente con la oración" (San Alberto Magno, «Comentario de la teología mística», 15). Entre las múltiples actividades que llenan la jornada de cada sacerdote, la primacía corresponde a la celebración de la Eucaristía, que lo conforma al Sumo y Eterno Sacerdote. En la presencia de Dios encuentra la fuerza para vivir las exigencias del ministerio y la docilidad para cumplir la voluntad de Quien lo llamó y consagró, enviándolo para encomendarle una misión particular y necesaria. También la celebración devota de la Liturgia de las Horas, la oración personal, la meditación asidua de la Palabra de Dios, la devoción a la Madre del Señor y de la Iglesia y la veneración de los Santos, son instrumentos preciosos de los que no se puede prescindir para afirmar el esplendor de la propia identidad y asegurar el fructuoso ejercicio del ministerio sacerdotal.

8. Una esperanza viva es el incremento de las vocaciones sacerdotales que se da en algunas partes. Es verdad que la situación social y religiosa no favorece la escucha de la llamada del Señor a seguirle en la vida sacerdotal o consagrada. Por eso es importante orar sin cesar al Dueño de la mies (cf. Mt 9,38) para que siga bendiciendo a España con numerosas y santas vocaciones. Para ello se debe fomentar una pastoral específica vocacional, amplia y capilar, que mueva a los responsables de la juventud a ser mediadores audaces de la llamada del Señor. No hay que tener miedo a proponerla a los jóvenes y después acompañarlos asiduamente, a nivel humano y espiritual, para que vayan discerniendo su opción vocacional.

9. Los fieles católicos, a los cuales les incumbe buscar el Reino de Dios ocupándose de las realidades temporales y ordenándolas según la voluntad divina, están llamados a ser testigos valientes de su fe en los diferentes ámbitos de la vida pública. Su participación en la vida eclesial es fundamental y, en ocasiones, sin su colaboración vuestro apostolado de pastores no llegaría a "todos los hombres de todos los tiempos y lugares" (LG, 33).

Los jóvenes, futuro de la Iglesia y de la sociedad, han de ser objeto especial de vuestros desvelos pastorales. En este sentido, no deben escatimarse los esfuerzos necesarios, aunque a veces no den fruto inmediato. A este respecto, ¿cómo no recordar la impresionante y conmovedora vigilia que presidí con cientos de miles de jóvenes en Cuatro Vientos, recordándoles que se puede ser moderno y cristiano? Ahora muchos se preparan para ir a Colonia y participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Decidles que el Papa les espera allí, bajo el lema "Hemos venido a adorarle" (Mt 2,2) para, junto con coetáneos de otros países, descubrir en Cristo el rostro de Dios y de la Iglesia como "la casa y la escuela de la comunión" y amor («Novo millenio ineunte», 43).

10. Queridos Hermanos: habéis tomado la iniciativa de dedicar un año especial a la Inmaculada, Patrona de España, en conmemoración del 150º aniversario de la proclamación de este dogma mariano. Se trata de una invitación al pueblo fiel a renovar su consagración personal y comunitaria a nuestra Madre y a secundar mi invitación a toda la Iglesia a ponerse "sobre todo a la escucha de María Santísima, en quien el Misterio eucarístico se muestra, más que en ningún otro, como misterio de luz" («Ecclesia de Eucharistia», 62).

La evangelización y la práctica de la fe en tierras españolas han ido siempre unidas a un particular amor a la Virgen María. Así lo ponen de manifiesto los numerosos templos, santuarios y monumentos que se elevan por doquier en vuestra tierra; las cofradías, hermandades, gremios y claustros universitarios, que porfiaban en la defensa de sus privilegios, así como las prácticas de piedad y fiestas populares en honor de la Madre de Dios, que han sido también fuente de inspiración de tantos artistas, célebres pintores y renombrados escultores.

España es tierra de María. A Ella encomiendo vuestras intenciones pastorales. Bajo su maternal protección pongo a todos los sacerdotes, los religiosos y religiosas, los seminaristas, los niños, jóvenes y ancianos, las familias, los enfermos y necesitados. Llevadles a todos el saludo y el cariño del Papa, acompañado de la Bendición Apostólica.

[Original en castellano]
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El Año de la Eucaristía y la pastoral de los niños
Carta del cardenal Darío Castrillón Hoyos a los sacerdotes del mundo

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 24 enero 2005 (ZENIT.org).- El prefecto de la Congregación vaticana para el Clero (www.clerus.org), el cardenal Darío Castrillón Hoyos, recuerda a los sacerdotes el deber de «cuidar ante todo a los niños como los primeros destinatarios» de la Eucaristía en una carta que les dirige en el marco del Año de la Eucaristía y que el dicasterio difundió el sábado pasado. Reproducimos a continuación su texto íntegro.

 

* * *



 

El año de la eucaristía y la pastoral de los niños



Ciudad del Vaticano, 8 de Enero de 2005

Queridos sacerdotes,

Me dirijo a vosotros que, a través del correo electrónico, estáis conectados con nuestra pagina de Internet www.clerus.org, y que os ofrece documentación específica para la formación permanente; sobre todo gracias a las vídeo-conferencias internacionales de índole teológico, organizadas por la Congregación para el Clero, que ya venimos teniendo por más de tres años, y que toca temas que os conciernen de cerca.

Querría agradecer en este tiempo que sigue inmediatamente después de Navidad, a vosotros párrocos que, en este año especial de la Santa Eucaristía, os dedicáis aún más a vivir y testimoniar este misterio eucarístico en vuestras parroquias.

“Haced esto en memoria mía” nos ha dicho Jesús, y nosotros, a través del ejercicio de nuestro ministerio, podemos ofrecer cada día su Cuerpo y su Sangre sacramentalmente presente sobre el altar, y poder exclamar: “El Verbo se hizo Carne y ha venido a habitar entre nosotros” (Jn. 1, 14).

El tiempo de Navidad ha sido un tiempo dedicado especialmente a los niños. En efecto, el Dios encarnado, el Emmanuel, se nos aparece con el rostro de Niño; y Jesús, cuando sea adulto, nos dirá que el camino para entrar en el Reino de los Cielos pasa por el corazón de un niño: “si no os hiciereis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt. 18, 3).

Precisamente en el Ángelus del pasado 6 de Enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, una vez más el Santo Padre afirmó la importancia de los pequeños en la Iglesia, diciendo que: “los niños son el presente y el futuro de la Iglesia. Tienen un papel activo en la evangelización del mundo, y con sus oraciones contribuyen a salvarlo y a mejorarlo.”

Cómo no pensar entonces de modo especial, en este año de la Eucaristía, en los niños: ellos que frecuentan nuestras parroquias y que son los primeros destinatarios de la catequesis. ¡Los acogemos, antes que nada, a la Pila Bautismal, cuando vienen acompañados de su familia; después los encontramos más frecuentemente en la parroquia, para participar en los cursos de catecismo en preparación a la Primera Comunión!

Un gran Papa canonizado por la Iglesia, San Pío X, dedicó precisamente a los niños no poca atención y esfuerzo pastoral. El 8 de Agosto de 1910 venía emanado el Decreto “Quam Singulari” , a través del cual, el Santo Padre Pío X, establecía que se pudiera admitir a los niños a la Primera Comunión desde la edad de siete años.

Fue aquello un evento muy importante para la pastoral de los niños, pues sin necesidad de esperar más tiempo, podían acercarse así a la Comunión Eucarística después de haber recibido en sus parroquias la debida preparación que les permitía aprender los primeros elementos fundamentales de la fe cristiana. De hecho, ya en aquel tiempo se había situado la edad de la discreción alrededor de los siete años, cuando el niño podía ya distinguir el pan común del Pan Eucarístico, verdadero Cuerpo de Cristo.

Junto con San Pío X, muchos estamos convencidos que esta praxis de permitir a los niños a la Primera Comunión desde la edad de siete años, trae a la Iglesia grandes gracias del Cielo. Además, no hay que olvidarse que en la Iglesia primitiva, el sacramento de la Eucaristía se administraba a los recién nacidos, enseguida después del Bautismo, bajo las especies de pocas gotas de vino.

Permitir que los niños puedan recibir cuanto antes posible a Jesús Eucarístico, había sido por muchos siglos uno de los firmes cimientos de la pastoral para los más pequeños en la Iglesia; costumbre que fue restablecida por San Pío X en su tiempo, que ha sido alabada por sus Sucesores, y aún más veces por nuestro Santo Padre Juan Pablo II.

El canon 914 ha acogido plenamente el pensamiento del Pontífice: “Los padres, en primer lugar, y quienes hacen sus veces, así como también el párroco, tienen obligación de procurar que los niños que han llegado al uso de razón se preparen convenientemente y se nutran cuanto antes, previa Confesión sacramental, con este alimento divino.”

El Santo Padre ha vuelto recientemente sobre aquella decisión de San Pío X con palabras de admiración; lo ha hecho en su libro “¡Levantaos! ¡Vamos!”: “Un testimonio conmovedor de amor pastoral por los niños la dio mi predecesor san Pío X con su decisión sobre la Primera Comunión. No solamente redujo la edad necesaria para acercarse a la Mesa del Señor, de lo que yo mismo me aproveché en mayo de 1929, sino que dio la posibilidad de recibir la comunión incluso antes de haber cumplido los siete años si el niño muestra tener suficiente discernimiento. La Sagrada Comunión anticipada fue una decisión pastoral que merece ser recordada y alabada. Ha producido muchos frutos de santidad y de apostolado entre los niños, favoreciendo que surgieran vocaciones sacerdotales” (Juan Pablo II “¡Levantaos! ¡Vamos!” Plaza Janés. Barcelona, 2004, p. 97).

Nosotros sacerdotes, llamados por Dios a custodiar el Santo Sacramento del altar en unión a nuestros Obispos, podemos y debemos cuidar ante todo a los niños como a los primeros destinatarios de este don inmenso: la Eucaristía, que Dios ha puesto en nuestras frágiles manos de arcilla, sobre nuestras manos consagradas.

Creo que es una de las más grandes alegrías para el párroco aquella de escuchar la Primera Confesión de los niños, y luego, hacerles recibir la Primera Comunión; y viene espontáneamente a la mente la certeza de que cuanto más pequeños son, más digna será la acogida del corazón a Cristo sacramentado. En efecto, cuando la mente del niño llega a la edad en que comienza a razonar—y hoy esta edad llega pronto — está abierta y disponible a la acogida de la luz divina, que les hace penetrar hasta dónde es posible, el misterio del amor de Dios para el hombre. Luego la fe se levanta sobre la razón, y esta fe—que a menudo la hemos experimentado precisamente en nuestras parroquias—es tan viva en los niños que ellos son capaces, a veces mejor que nosotros, de expresar con la oración inmediata, su cercanía al Señor.

Confiamos, por lo tanto, que esta santa costumbre, recordada por todos los últimos Papas, de hacer acercar a los niños pequeños a la Santa Eucaristía, después de haber hecho su Primera Confesión, sea cada vez más estimada y dentro de lo posible seguida, particularmente en este Año de la Eucaristía. Recemos para que la caridad pastoral sea la fuerza de todo párroco ávido de animar la pastoral parroquial, en unión a su Obispo, en sintonía y en colaboración con las familias y los educadores de los niños; para que el amor por la Santísima Eucaristía sea transmitido desde la más tierna edad, y el deseo de recibir el Cuerpo de Cristo se convierta en el camino más seguro para asegurar un futuro de paz y santidad, no sólo al creyente sino a la entera comunidad cristiana.

En unión de oración y de trabajos pastorales, os saluda dev.mo en Cristo,

Darío Card. Castrillón Hoyos
Prefecto de la Congregación para el Clero

N.B. Os recuerdo que el día 28 de Enero tendremos la próxima vídeo-conferencia teológico internacional con el tema “Fides et Ratio.”
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