Redacción -
25/01/2005 Juan Pablo II denunció ayer en el
Vaticano que en España se está difundiendo un laicismo y un
indiferentismo religioso que está promoviendo un desprecio por la
religión y que conduce a la restricción de la libertad religiosa. El
Papa aseguró que no pueden arrancarse las “vivas raíces cristianas”
españolas y que esta tendencia, creciente en España, está promoviendo
que las nuevas generaciones de españoles estén creciendo influidas por
el “indiferentismo religioso, la ignorancia de la tradición cristiana y
expuestos a la tentación de una permisividad moral”.
Juan Pablo dedicó gran parte de sus palabras a los dos primeros
grupos de obispos españoles en visita Ad limina, a las raíces
cristianas, que no se pueden olvidar y recordó que no se puede cercenar
la libertad religiosa, además insistió en que los padres tienen derecho
a elegir la enseñanza religiosa para sus hijos en la escuela, que debe
ser garantizada por el Estado. El Papa añadió en su discurso que “en
España se va difundiendo una mentalidad inspirada en el laicismo,
ideología que lleva gradualmente de forma más o menos consciente a la
restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o
ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y
oponiéndose a su expresión pública”. Ese laicismo, añadió Su Santidad,
no forma parte de la tradición española más noble, “pues la impronta que
la fe católica ha dejado en España es muy profunda para que se ceda a la
tentación de silenciarla”.
Tras resaltar que España es un país de “profunda raigambre cristiana”,
Juan Pablo II hizo hincapié en que “esas vivas raíces cristianas no
pueden arrancarse, sino que han de seguir nutriendo el crecimiento
armónico de la sociedad”. A ello añadió que un recto concepto de la
libertad religiosa no es compatible con el laicismo, presentado muchas
veces “como la única voz de la racionalidad”.
El Obispo de Roma dijo, además, que nunca “se puede cercenar la libertad
religiosa”, tras lo que denunció que las nuevas generaciones de
españoles están creciendo influidas por el “indeferentismo religioso, la
ignorancia de la tradición cristiana y expuestos a la tentación de una
permisividad moral”. La juventud española -aseguró el Papa- tiene
derecho desde el comienzo de su proceso de formación a ser educada en la
fe. Juan Pablo II incidió en el tema de la educación religiosa y la
asignatura de Religión en las aulas, sobre lo que dijo que “la educación
integral de los más jóvenes no puede prescindir de la enseñanza
religiosa en la escuela, cuando lo pidan los padres, con una valoración
académica acorde con su importancia”. A ello añadió que “los poderes
públicos tienen el deber de garantizar ese derecho de los padres y
asegurar las condiciones reales de su efectivo ejercicio, como está
recogido en los Acuerdos Parciales entre España y la Santa Sede de
1979”. El Papa aseguró, además, que la clase de religión en el sistema
educativo español y la situación de los profesores de esta materia es
uno de los temas “calientes” en las relaciones entre la Iglesia y el
Estado español.
Respecto a la situación de la Iglesia Católica en España, el Papa dijo
que los informes presentados por los obispos durante estas visitas
reflejan una seria preocupación por la vitalidad de la misma. Juan Pablo
II concluyó su mensaje afirmando que España “es tierra de María”.
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