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25 de enero de 2005


Santa Sede
Tras el «tsunami», el Papa manda a un enviado especial al sudeste asiático
La riqueza de ser mujer, según una colaboradora del Papa
Nuevo obispo de Ibiza: «el trabajo en la curia vaticana también es pastoral»

Mundo
Según el Vaticano, Auschwitz sigue siendo una mancha vergonzosa para la humanidad
Emanuele Pacifici, el testimonio de un judío salvado por la Iglesia
El arzobispo de Toledo pide que se cumpla la ley en la enseñanza de Religión
Muere el obispo chino de Datong, fundador de las Hermanas del Sagrado Corazón
Las dominicas de la Presentación mantienen su presencia en Irak

Entrevista
Revelaciones de las agendas de Juan XXIII cuando era nuncio en Francia
«Sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo arrodillados»

Documentación
Intervención vaticana en la ONU en el sexagésimo aniversario del fin de Auschwitz
Decreto sobre las indulgencias concedidas en el Año de la Eucaristía
Pasado y presente del catolicismo español en el saludo del cardenal Rouco al Papa

 




 


Santa Sede



Tras el «tsunami», el Papa manda a un enviado especial al sudeste asiático
Para manifestar su cercanía a los damnificados y alentar la solidaridad

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II enviará a inicios de febrero al arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum» como enviado especial al sudeste asiático para manifestar su cercanía a la población y alentar la solidaridad con los damnificados.

Según ha podido saber Zenit este martes de fuentes vaticanas, el arzobispo alemán visitará Sri Lanka e Indonesia, manteniendo encuentros con la población, con los representantes católicos que están ofreciendo una contribución decisiva a la reconstrucción, y con autoridades civiles.

El prelado presidirá también varias celebraciones eucarísticas en sufragio por las víctimas.

Nada más recibir la noticia del maremoto acaecido el 26 de diciembre, Juan Pablo II. a través del Consejo Pontificio «Cor Unum», envío una primera ayuda a las poblaciones de Sri Lanka, India, Tailandia, Indonesia y Somalia.

Según informó el 19 de enero en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York el observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Celestino Migliore, los organismos católicos han ofrecido ayuda urgente y han reunido unos 500 millones de dólares a favor de los damnificados y de la reconstrucción en esos países.
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La riqueza de ser mujer, según una colaboradora del Papa
Nuevo libro de Enrica Rosanna, subsecretaria de la Congregación vaticana para la Vida Consagrada

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- «Los valores etiquetados como feministas deben convertirse en valores humanos o la humanidad fracasará». Así de contundente se muestra la salesiana Enrica Rosanna, subsecretaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, cargo ejecutivo ocupado por primera vez en la historia por una mujer.

Sor Rosanna afronta el argumento en el libro «La riqueza de ser mujer» de Ediciones Sígueme, replanteando los fundamentos de la llamada cuestión femenina proponiendo como camino el «genio femenino», ya sea en su vocación de madre o en la vida consagrada femenina.

El volumen hace una historia de las mujeres y una síntesis de las conferencias internacionales sobre la mujer.

Para esta pedagoga salesiana, «si las mujeres quieren ofrecer verdaderamente su riqueza al mundo, ello tendrá muy poco que ver con lo que los varones son y hacen».

Según esta religiosa, «no es posible seguir colaborando en una sociedad que busca a toda costa el bien tener y deja en segunda plano el bien estar». Por ello, «resulta imprescindible apostar por los valores de la atención y el cuidado de los demás» para que la humanidad «no se termine deshumanizando».

La acogida del otro pertenece de manera especial pero no exclusiva a la mujer, según Rosanna: «Es precisamente en su entrega a los demás en la vida de cada día donde ella percibe la profunda vocación de su propia vida».

Sin embargo, constata que «el genio de la mujer aún no ha dicho su última palabra en la historia de la humanidad» y por tanto resulta urgente «invocar aquel suplemento de alma del que la mujer es portadora para caminar sin prejuicios hacia ese humanismo integral».

Sor Rosanna es licenciada en pedagogía y en ciencias religiosas y tiene un doctorado en sociología. Ha ocupado cargos directivos en la Facultad Pontificia Auxilium y ha representado a la Santa Sede en distintos foros internacionales.
ZS05012501

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Nuevo obispo de Ibiza: «el trabajo en la curia vaticana también es pastoral»
No ve oposición entre burocracia y pastoral

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Monseñor Vicente Juan Segura, recién nombrado obispo de Ibiza y Formentera (España) considera que «trabajar en la curia vaticana también es pastoral» ya que «detrás de los papeles hay almas».

Con esta afirmación desmiente la dicotomía entre «burocracia vaticana» y «pastoral». Vicente Juan Segura ocupaba hasta ahora el cargo de jefe de la sección para la lengua española de la Secretaría de Estado del Vaticano y fue nombrado el pasado sábado obispo de la diócesis de Ibiza y Formentera, islas baleares españolas.

El nuevo prelado ha declarado a Zenit que «además de la labor en la curia nunca he abandonado el trabajo parroquial».

«El primer domingo después del nombramiento episcopal estuve como siempre en la parroquia, dije las misas, confesé y desempeñé mi ministerio como siempre en las Hermanitas de los Ancianos Desamparados».

Al ser preguntado sobre si le costará dejar un entorno internacional como el de Roma para llegar a una realidad como Ibiza responde que «ciertamente, cualquier cambio cuesta», pero se muestra «muy ilusionado».

Para monseñor Vicente Juan es la primera vez que vivirá en una isla: «Es una novedad para mi, pero estoy seguro de que me acostumbraré».

El nuevo obispo español expresa a Zenit que «la experiencia del Vaticano me puede ser muy útil» y se marcha a su nuevo destino «con la actitud de escuchar y aprender».

Monseñor Vicente Juan ha ocupado numerosos cargos diplomáticos antes de su misión episcopal, y ha vivido en realidades tan distintas como las de Costa Rica o Marruecos.

Los retos pastorales que le esperan son numerosos, «especialmente la falta de sacerdotes», que obliga a los que hay a ser «muy generosos», reconoce.

Para el obispo electo «la pastoral vocacional será sin duda un tema a trabajar, pero no llego de nuevo a una diócesis, ha habido otros obispos y la herencia está allí, para hacerla fructificar», dice con simpatía y diplomacia, sin duda dos cualidades ejercidas en el Vaticano que le van a ayudar en su nueva misión.
ZS05012513

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Mundo



Según el Vaticano, Auschwitz sigue siendo una mancha vergonzosa para la humanidad
Al recordar en la ONU el sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración

NUEVA YORK, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Para la Santa Sede el horror del nazismo, que llevó al intento de exterminar a todo un pueblo, como el judío, o de acabar con la vida de personas, como los gitanos o los homosexuales, sigue siendo «una mancha vergonzosa en la historia de la humanidad».

El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, trazó esta conclusión al intervenir ante la Asamblea General de las Naciones Unidas dedicada a la conmemoración del sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración del nazismo por las Fuerzas Aliadas.

«Hoy contemplamos las consecuencias de la intolerancia al recordar a todos aquellos que se convirtieron en objetivo de la ingeniería política y social de los nazis, elaborada a tremenda escala y utilizando una brutalidad deliberada y calculada», reconoció el prelado italiano.

«Aquellos que eran considerados como inútiles para la sociedad --los judíos, los pueblos eslavos, los gitanos, los discapacitados, los homosexuales, entre otros-- fueron destinados al exterminio», denunció.

«Aquellos que se atrevieron a oponerse al régimen con sus palabras y con los hechos --políticos, líderes religiosos, ciudadanos privados--, pagaron con frecuencia su oposición con sus vidas», siguió diciendo.

«Se estudiaron las condiciones para hacer que los seres humanos perdieran su dignidad esencial y se les despojara de toda decencia y sentimiento humano», constató el representante de Juan Pablo II ante la ONU.

«Esos campos de muerte testimonian también un plan sin precedentes que buscaba la exterminación sistemática y deliberada de un todo un pueblo, el pueblo judío», la «Shoah», siguió recalcando.

Este Holocausto, afirmó, «acaecido en uno de los capítulos más oscuros del siglo XX, es único en su género y sigue siendo todavía una mancha vergonzosa en la historia de la humanidad ante la conciencia de todos».

«Durante su visita a Auschwitz en 1979, Juan Pablo II afirmó que deberíamos hacer que el llanto de las personas allí martirizadas sirviera para hacer un mundo mejor, sacando las conclusiones adecuadas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos», recordó.

«En un siglo caracterizado por catástrofes causadas por los hombres, los campos de muerte del nazismo son un recuerdo excepcional de "la inhumanidad del ser humano con sus semejantes" y de su capacidad para hacer el mal», reconoció.

«Sin embargo, debemos recordar que la humanidad es también capaz de grandes cosas, del sacrificio personal y del altruismo. Cuando las calamidades naturales o humanas golpean, como hemos visto en las semanas recientes, las personas ofrecen la mejor cara de la sociedad humana, con solidaridad y fraternidad, en ocasiones, a expensas de los propios intereses».

En este aniversario, recordó Migliore, «necesitamos pensar sobre todo en estas personas valientes de todos los ámbitos de la sociedad, muchos de los cuales han sido reconocidos como "Justos entre las Naciones"», el reconocimiento de Israel a aquellas personas que arriesgaron su vida para salvar a judíos.

«Ojalá muchos hombres y mujeres de buena voluntad aprovechen esta ocasión para decir "Nunca más" a crímenes como esos, sin importar cual sea su inspiración política, para que todas las naciones, así como esta organización, respeten verdaderamente la vida, la libertad y la dignidad de cada uno de los seres humanos», deseó al concluir.
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Emanuele Pacifici, el testimonio de un judío salvado por la Iglesia
Hoy es presidente de la asociación «Amigos de Yad Veshem»

ROMA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Las congregaciones religiosas e instituciones católicas que salvaron a judíos de la persecución nazi en Roma e Italia trataron de respetar su fe, como testimonia un protagonista, Emanuele Pacifici

Pacifici, quien hoy es presidente italiano de la asociación «Amigos de Yad Veshem», vivió de niño el horror del Holocausto. Su padre Riccardo, rabino de Génova y su madre Wanda Abenaim fueron asesinados en Auschwitz.

Emanuele, junto a su hermano Raffaele, fue salvado por las religiosas del Instituto de Santa Marta de Settignano, cerca de Florencia. Enfermo de tuberculosis, pasó algunos años en el sanatorio. Tras su curación, encontró trabajo y formó una familia, pero el 9 de octubre de 1982, se encontró de nuevo en peligro de muerte, alcanzado en pleno por la bomba terrorista que estalló frente a la Sinagoga de Roma.

Los recuerdos más alegres de Emanuele Pacifici coinciden con los de tres personajes: sor Cornelia Cordini, sor Ester Busnelli y el padre Gaetano Tantalo. Todos ellos reconocidos como «Justos entre las naciones» por Israel.

En una entrevista concedida a Zenit, Pacifici relata: «En 1943, yo tenía doce años, mi padre fue capturado por los nazis. Entonces, junto a mi madre y mi hermano Raffaele, de seis años, buscamos refugio en Florencia. Nos ayudó el cardenal de Florencia, Elia della Costa, que nos proporcionó una lista de conventos en los que podíamos escondernos».

«La búsqueda no fue fácil, porque todos los conventos con los que nos pusimos en contacto estaban llenos. Después de mucho peregrinar, y cuando ya estábamos desesperados, nos acogió sor Ester Busnelli, que nos abrió el portón del convento de las franciscanas misioneras de plaza del Carmen, en Florencia. Pero en el convento podían acoger sólo a mujeres. De manera que a mi hermano y a mí nos llevaron al monasterio de Santa Marta en Settignano», recuerda Emanuele.

«A los pocos días, los nazis irrumpieron en el convento de sor Ester y se llevaron a mi madre, junto a otras 80 mujeres judías. Deportadas a Auschwitz, ninguna de ellas regresó».

«Como pajitas en una tempestad, y ya huérfanos sin saberlo, hallamos hospitalidad, comprensión y afecto en el convento de Santa Marta», añade Pacifici.

«Recuerdo que, cada tarde, antes de ir a la cama, era costumbre que cada niño [eran católicos] besara el crucifijo que las religiosas llevan sobre el pecho. Pero cuando me tocaba el turno, sor Cornelia, teniendo cuidado que nadie se diese cuenta, ponía los dedos sobre el crucifijo, de modo que yo besase sus dedos y no el crucifijo».

Pacifici explica que con este gesto la religiosa buscaba respetar la identidad religiosa del niño, sin que se dieran cuenta los demás.

«Luego me decía al oído: "Ahora vete a la cama y, debajo de las mantas, ¡no te olvides de rezar tus oraciones!". Y esto todos los días, durante casi un año. Por esto estoy muy agradecido a sor Cornelia, a la que siempre he llamado "mamá Cornelia'"», comenta Pacifici.

«En 1939, durante las vacaciones, mis tíos y yo hicimos amistad con el padre Gaetano Tantalo, párroco de Tagliacozzo. Don Gaetano sabía leer y escribir muy bien hebreo. En 1943, mis tíos, acosados por los nazis, pidieron hospitalidad al sacerdote Gaetano, quien, con la ayuda de su hermana, encontró un refugio seguro para la numerosa familia Pacifici y la familia Orvieto».

«Durante nueve meses, permanecieron encerrados sin salir», relata, subrayando que «don Gaetano proveía a todas las necesidades».

«Al acercarse la "Pesach" (la fiesta judía de Pascua), mi tío Enrico se dio cuenta de que no sabía la fecha exacta. Don Gaetano hizo el cálculo y descubrió que el 14 de Nissan (marzo-abril en el calendario judío) caía el 8 de abril de 1944. Además procuró la harina para hacer el pan ácimo y algunos cacharros nuevos para poder cocinar», añade Emanuele.

«De manera que, con los alemanes a dos pasos de nosotros, mi tío Enrico y su familia pudieron iniciar el "Seder", la ceremonia de celebración de la Pascua judía. En la misma participó también don Gaetano».

Y añade: «Tras la muerte del sacerdote, los familiares encontraron entre sus cosas, una cajita que contenía un pedacito del pan ácimo con el que había celebrado la Pascua judía con mis tíos».

La causa de beatificación del sacerdote Gaetano Tantalo sigue su curso y el 6 de abril de 1995 fue publicado el decreto sobre sus virtudes.
ZS05012504

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El arzobispo de Toledo pide que se cumpla la ley en la enseñanza de Religión
En una rueda de prensa tras el discurso del Papa

ROMA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org-Veritas).- Obispos españoles presentes en Roma han pedido que el gobierno español respete la legislación y los acuerdos internacionales asumidos en lo que se refiere a la enseñanza de la Religión.

La petición se hizo pública este lunes en una rueda de prensa concedida por tres prelados españoles en visita «ad limina apostolorum».

Se trataba del arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares, el obispo de Huesca-Jaca, monseñor Jesús Sanz y el recién nombrado obispo de Tarazona, monseñor Demetrio Fernández González.

La asignatura de Religión en la escuela pública, «es un tema capital para toda la sociedad. Un problema de toda Europa, no sólo de nuestra nación», apuntó monseñor Cañizares.

«Contamos ya con tres millones ciento veinte mil firmas de personas pidiendo la enseñanza religiosa en España. Quienes tienen derechos deben recibir sus derechos, y estos son los padres de familia. No se trata de situarse en una postura ideológica. La Iglesia recoge los derechos de las personas a la libre enseñanza de sus hijos», continuó explicando el arzobispo de Toledo.

«Los obispos sólo decimos que nos atengamos a un Estado de Derecho. Y esto es que nos atengamos a la Constitución Española y a los Tratados Internacionales. Los tratados entre la Santa Sede y el Estado Español son muy claro respecto a la enseñanza de la religión. Cúmplanse», afirmó tajantemente el arzobispo.

Comentando el discurso del Papa, el arzobispo de Toledo señaló que «el laicismo es una ideología que no tiene nada que ver con la laicidad. Algunos lo han calificado de "laicismo fundamentalista", y es del todo cierto. Deben permitir a la Iglesia que pueda, como se explica ya en la "Gaudium et Spes" que los gozos y fatigas de los hombres lo sean también de la Iglesia, y para eso deben permitir a la Iglesia que esté presente en la vida normal».

Respecto a la situación de España en cuanto a la realidad social y eclesial monseñor Cañizares la sintetizó con una palabra «permisivismo». «Vivimos en una sociedad donde lo que predomina es el permisivismo. Quizá es la sociedad más permisiva de Europa».
ZS05012512

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Muere el obispo chino de Datong, fundador de las Hermanas del Sagrado Corazón
De 88 años, monseñor Tadeo Guo Yingong pasó 13 en campos de «reeducación»

DATONG, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- A la edad de 88 años, el pasado 4 de enero falleció el obispo de la diócesis china de Datong, provincia del Shanxi, monseñor Tadeo Guo Yingong.

El prelado, originario de Xibu --en el distrito de Datong--, donde había nacido en el seno de una familia no católica, había sido bautizado a los 12 años, según apunta «Fides» --de la Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos— confirmando la noticia de esta desaparición.

El futuro obispo de Datong entró en el seminario menor de Xiwanzi, en Hebei, a los 16 años, y en 1939 en el seminario mayor de Suiyuan (Hohhot) para estudiar Filosofía. Completados los estudios de Teología en el seminario de Datong fue ordenado sacerdote el 4 de agosto de 1946.

Antes de 1980 había pasado 13 años en campos de «reeducación» durante los que soportó, con valor y fe, el sufrimiento de no poder celebrar la Eucaristía y verse privado del contacto con sus fieles.

Tras su liberación, fue el primer director del Seminario Mayor del Shanxi (Taiyuan) y en 1990 fue consagrado obispo para Datong, una diócesis muy pobre.

Hombre humilde, cuya vida trascurría en la pobreza, el prelado había dado vida a la congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón, la primera en la historia de la diócesis de Datong.

En los últimos días de su vida se pudo palpar el gran respeto y estima de que gozaba el anciano obispo: todos los sacerdotes y religiosas le visitaron en su prolongado ingreso hospitalario.

En sus horas finales daba continuas gracias al Señor y a todos los que estaban cerca de él y decía que se sentía en paz, preparado para el encuentro con el Señor.

Recibió sepultura en el cementerio de la Catedral.
ZS05012520

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Las dominicas de la Presentación mantienen su presencia en Irak
Aunque hayan tenido que dejar temporalmente Mosul

BARCELONA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Las hermanas dominicas de la Presentación mantienen su presencia en Irak, explica sor Núria Gaza a Zenit aclarando algunas informaciones.

La religiosa, que ha vivido en Irak y ahora coordina desde Barcelona las ayudas a las comunidades de este país en guerra, asegura que «nuestras hermanas no dejarán nunca Irak porque ellas son de allí y consideran que tienen una misión en su tierra, no sólo hacia los cristianos sino hacia toda la población».

La comunidad de las dominicas de la Presentación en Mosul ha sido desactivada por amenazas, pero no se ha cerrado: «Las religiosas jóvenes han ido al norte, a los pueblos con sus familias, y van a Mosul de vez en cuando para vigilar la casa acompañadas de un hombre de la familia», expone sor Núria después de haber hablado por teléfono con una de sus compañeras en Irak.

La comunidad de Mosul es una de las siete que tiene esta congregación femenina. En Mosul poseen una residencia universitaria regentada sobretodo por religiosas jóvenes. «No la han querido cerrar porque las chicas querían acabar el curso en la universidad, a pesar de que sufrían amenazas y tenían que ir por la calle escoltadas por un hombre y con velo», explica sor Núria, que agradece la gran labor de Cooperación Internacional de Barcelona y de Caritas Española que ayuda en el aspecto logístico.

«Nunca nos ha pasado por la cabeza dejar el país», afirma esta religiosa. «No son nuestras religiosas las que se han ido a Jordania y Siria, son algunos cristianos que no ven futuro en el país», precisa.
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Entrevista



Revelaciones de las agendas de Juan XXIII cuando era nuncio en Francia
Habla el vaticanista Andrea Tornielli

ROMA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- En un artículo publicado por el diario italiano «Il Giornale», el 23 de enero pasado, Andrea Tornielli revela el contenido de la agenda personal del arzobispo Angelo Roncalli, entre 1949-1953, quien entonces era nuncio apostólico en Francia y que después sería Papa con el nombre de Juan XXIII.

Estas agendas serán publicadas en Francia por el historiador Étienne Fouilloux, gracias al Instituto de Ciencias Religiosas de Bolonia.

El volumen, del que el artículo de «Il Giornale» es una anticipación en exclusiva, llegará a las librerías a finales de este año.

Según las agendas del entonces nuncio en París, y contrariamente a lo que afirmaba el diario «Il Corriere della Sera» el 28 de diciembre de 2004, no hubo ninguna polémica sobre la cuestión de los niños judíos bautizados en Francia.

Tampoco se refleja en los escritos personales del arzobispo la presunción de que la Santa Sede, el Santo Oficio o el Papa Pío XII se opusieran a la devolución de los niños judíos a sus parientes.

Zenit ha querido profundizar la cuestión entrevistando a Andrea Tornelli.

--Usted ha podido ver las agendas de Roncalli, de los años 1949-1953, cuando el futuro pontífice era todavía nuncio en París. ¿Cuáles son los pasajes referidos al asunto de los niños judíos bautizados?

--Tornielli: La única alusión es la anotación del 20 febrero de 1953. Rocalli, ya cardenal, va a despedirse del presidente francés Vincent Auriol, que habla del caso Finaly, relativo a dos niños judíos bautizados en medio de una disputa entre sus tías, que los reclamaban, y la familia católica que los había acogido.

He aquí el texto: «Tarde, visita de despedida al presidente Auriol, que estuvo amabilísimo como siempre. Me habló del asunto Finaly, al que no di ninguna importancia...». Como se ve, se trata de un episodio marginal. En el resto de las agendas, el nuncio Roncalli, que anota todo y habla de todo, nunca alude al caso de los dos niños bautizados, o a las instrucciones del Santo Oficio relativas a las peticiones de las organizaciones judías.

--¿Cuántos niños judíos han sido bautizados y cuántos no han sido devueltos a los familiares?

--Tornielli: No hay estadísticas precisas. Francia es el país europeo en el que se dieron más bautismos clandestinos, por otra parte tuvieron lugar contraviniendo las disposiciones del Derecho Canónico y de los obispos católicos franceses, pero el único caso al que se refieren las protestas es el de los hermanos Finaly.

--¿Cuál ha sido la reacción a este asunto en el mundo judío?

--Tornielli: Como siempre, ha habido diversas reacciones. Hay quien ha instrumentalizado el asunto, llegando a llamar a Pío XII «secuestrador» de niños. Hay quien, como el rabino estadounidense Jack Bemporad, invita a fijarse más bien en el enorme número de judíos que pudieron salvar la vida, gracias a la caridad del Papa.

--¿Cómo eran las relaciones entre el Papa Pío XII y el entonces nuncio Roncalli? ¿Es verdad que tenían intenciones y visiones del mundo opuestas?

--Tornielli: Ciertamente el pontificado de Juan XXIII fue distinto del Papa Eugenio Pacelli. Papas diversos por carácter y formación. Les tocó desempeñar su respectivo pontificado en épocas contiguas pero muy diferentes. El beato Juan XXIII fue el que desencadenó un giro histórico en la Iglesia católica, convocando el Concilio Vaticano II. También Pío XII había pensado en ello pero, tras la segunda guerra mundial, los obispos no se podían alejar por mucho tiempo de sus diócesis.
Dicho esto, sin embargo de estos documentos se deduce que el arzobispo Roncalli fue un fiel ejecutor e intérprete de las directivas del Papa Pío XII, y las notas de la agenda que nos hablan de las audiencias del nuncio de París con el pontífice reflejan esta sintonía.

--Algunos historiadores del Concilio Vaticano II hablan de Juan XXIII como un «papa socialista». Mientras que quien lo conoció en el Vaticano, lo describe como un pontífice bastante conservador. ¿Cuál es su opinión al respecto?

--Tornielli: En mi opinión hay que tener cuidado con los clichés, vengan de donde vengan. Es infundado y no histórico el «mito» de un Papa Juan «progresista», o incluso «revolucionario». Bastaría citar la insistencia con la que recomendaba estudiar latín a los seminaristas, la urticaria que le provocaban las innovaciones litúrgicas no autorizadas, las estocadas fuertes y claras que se leen en sus agendas contra la ideología comunista y el hecho de que, durante su pontificado, el protocolo de la corte pontificia no cambió ni una coma respecto al de su predecesor.

Sin embargo no hay que caer en el error opuesto, presentando a este gran Papa como un conservador empedernido. Era un hombre tradicional, capaz de demostrar un enorme coraje en los grandes momentos, de realizar gestos proféticos que han entrado en el corazón de millones de personas.

--Pero entonces, todo lo que escribió «Il Corriere della Sera» el 28 de diciembre de 2004, está muy lejos de la verdad histórica...

--Tornielli: La Iglesia, para la que el bautismo es el sacramento más importante, tenía el marco doctrinal del Derecho Canónico. Pero se comportó con gran humanidad y sentido común, incluso en los casos de niños judíos salvados y bautizados, y luego reclamados por los parientes. En un caso, el mismo Pío XII intervino, ordenando devolver inmediatamente los niños a su madre, aunque hubieran sido bautizados.
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«Sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo arrodillados»
Entrevista al padre James Puglisi, ministro general de los Franciscanos del Atonement

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- El padre James F. Puglisi, director del Centro Pro Unione de Roma, recuerda las palabras de su profesor, el cardenal Yves Congar (1904-1995): «Sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo arrodillados» al explicar el sentido de la Oración por la Unidad de los Cristianos, que concluye este martes.

La fidelidad al Magisterio del Papa también se mide en el compromiso ecuménico proclamado por Juan Pablo II, recuerda en esta entrevista concedida a Zenit el sacerdote, quien es también ministro general de los Hermanos Franciscanos del Atonement.

--¿Hay señales particulares de optimismo que surgen de esta Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos que concluye este martes?

--Puglisi: Sí. Comprobamos que se da más colaboración entre los cristianos debido a la situación mundial en que viven las iglesias Lo que el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, ha llamado un «diálogo de vida» es la respuesta que ofrecen muchos cristianos ante situaciones como el reciente desastre natural en el sudeste de Asia, la situación de los cristianos en Irak, en Tierra Santa o en lugares como Sudán. Se trata de necesidades humanas a las que el Evangelio nos llama a dar testimonio con la caridad. Se ha dado un extraordinario impulso a la caridad, sin tener en cuenta la confesión religiosa.

A nivel teológico debemos admitir que las cosas se están moviendo más despacio y podríamos decir con cautela. Hemos llegado a un punto crítico en nuestras discusiones y diálogos en el que necesitamos detenernos y evaluar los dos puntos de vista, el teórico (los acuerdos teológicos) y el práctico (la manera en que estos acuerdos se hacen realidad en la práctica).

En estos momentos, tenemos que considerar y afrontar lo que se dice en los Hechos de los Apóstoles y que ha sido recogido por el Papa Juan Pablo II en su encíclica «Ut Unum Sint», cuando explica que no deberíamos imponer más que lo exigido por las Escrituras.

Esto exige paciencia, estudio, reflexión y sobre todo oración. El padre Congar siempre nos dijo en su clase que «sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo arrodillados». Inmediatamente viene a la mente la imagen de la puerta de la basílica de San Pablo Extramuros con los tres líderes de iglesias arrodillados y golpeando la puerta, que es imagen de Cristo. Ésta es, de hecho, la razón de ser de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos.

--Desde su punto de vista, ¿por qué hay todavía hostilidad contra el ecumenismo?

--Puglisi: La «hostilidad» que nosotros observamos es más que nada miedo. En estos momentos nos encontramos ante un llamamiento a un cambio sistémico, la conversión de iglesias y de sus estructuras, incluso de la Iglesia católica.

Nosotros sabemos que históricamente las estructuras de la Iglesia han evolucionado según las necesidades, en respuesta a las exigencias que el mundo ha planteado a la Iglesia que, bajo la guía del Espíritu Santo, tenía que responder a las necesidades de cada generación. De este modo, la Iglesia cumplió su papel en la sociedad. Por este motivo, la Iglesia también se vio obligada a adoptar las estructuras del mundo secular en que ha vivido.

El Concilio Vaticano II reorienta esto con los cambios que hizo en la constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium», según la cual, el ministerio (ordenado) se enmarca en el seno de la Iglesia y no por encima de la Iglesia.

Mientras mantengamos una división rígida y una separación (y nosotros podríamos decir incluso una oposición) entre el clero y los laicos, el proceso de secularización continuará progresando rápidamente en un mundo que está cambiando muy rápidamente social y culturalmente. El Evangelio necesita ser transmitido a cada generación, a cada cultura, con los términos y los símbolos que expliquen su mensaje auténtico a cada cultura para la vida del mundo.

--Juan Pablo II es un Papa ecuménico. Pero nosotros no tenemos muchos obispos o creyentes ecuménicos. ¿Por qué?

--Puglisi: Ésta es una pregunta interesante y muy delicada. Podría significar que no ha habido una aceptación real del Concilio Vaticano II y sus implicaciones por obispos o creyentes. Una vez más yo pienso que esto se puede explicar con la diferencia entre la teoría y la práctica. Obviamente, el Papa Juan Pablo II, en continuidad con Juan XXIII y Pablo VI, ha tratado realmente de marcar el paso del compromiso ecuménico de la Iglesia, tal y como fue deseado por los Padres del Concilio Vaticano II.

Lo ha expuesto en la encíclica «Ut Unum Sint» y en cada visita pastoral que ha hecho sin excepción. Para mí es interesante constatar cómo su posición ecuménica es una de las últimas en ser comprendida, mientras que siempre se citan sus declaraciones en cuestiones morales.

Ahora bien, he podido comprobar que desgraciadamente, cuando hay que tomar decisiones económicas, una de las primeras oficinas o figuras que desaparece de las curias diocesanas es la oficina o comisión ecuménica. Otro ejemplo es que la persona que asume este papel tan importante tiene tres otros trabajos o no tiene ningún tipo de preparación o formación para llevar a cabo la tarea confiada.

Supongo que necesitamos preguntarnos cómo vivimos el imperativo ecuménico que está en el corazón de la misión y vida de Jesús, quien rezó con estas palabras: «Que sean una sola cosa» (Juan 17), y las unió íntimamente a la misión de la Iglesia en el mundo al añadir: «para que el mundo pueda creer». ¡La vida del Evangelio depende de esto!

Juan Pablo II lo ha reconocido y se ha comprometido en este camino siguiendo con esfuerzo los pasos del Señor. Preguntémonos si otros lo han hecho también y si no es éste el compromiso que todos los cristianos asumimos con el bautismo. Muchos proclaman su fidelidad al Magisterio de Juan Pablo II, ¿pero lo hacen en todas sus enseñanzas? Es una pregunta sobre la que los católicos tenemos que reflexionar en esta Semana de oración.

--¿Es más fácil la relación con la Ortodoxia en estos momentos?

--Puglisi: No soy un auténtico experto en las relaciones con los ortodoxos. Sólo puedo decir que cuando hablamos de la Ortodoxia generalizamos. Creo que depende de la Ortodoxia de la que usted esté hablando.

Yo creo que se da un cierto progreso en nuestras relaciones con algunos ortodoxos y pasos mucho más importantes con otros. En cierto modo, tenemos que aceptar parte del reproche que nos hacen: en algunos países los obispos no han amonestado a algunos grupos católicos y movimientos que hacen presión a los ortodoxos, tratándolos incluso como si no fueran cristianos, especialmente cuando se habla de la conversión de Rusia (¡país cristiano desde el año 1000!). Se han dado abusos y tenemos que reconocerlos y responsabilizarnos por ellos.

Al mismo tiempo hay casos de colaboración real y de auténtica colaboración cristiana con la Ortodoxia par tratar de recuperarse de los efectos de los regimenes socialistas y comunistas en los que fueron obligados a vivir durante tanto tiempo. A menos que lo hayamos experimentado, creo no es posible hacerse una idea de los efectos devastadores que ha tenido en la cultura, en la psicología de la gente y en sus mecanismos de defensa.

El hecho de que se hayan dado ciertas oposiciones de algunos ortodoxos --en general, líderes religiosos, monjes o clérigos-- no significa que todos los ortodoxos de cada país ortodoxo tengan los mismos sentimientos y reacciones hacia los cristianos occidentales y hacia los católicos en particular. Por lo que se refiere a las Iglesias orientales en comunión con Roma, creo que es mejor que otra persona responda a esta pregunta, porque es un argumento complejo desde el punto de vista teológico, histórico y geográfico, pues estas uniones no ocurrieron por las mismas razones en cada caso y en cada lugar.
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Documentación



Intervención vaticana en la ONU en el sexagésimo aniversario del fin de Auschwitz
Pronunciada por el arzobispo Migliore, observador permanente ante las Naciones Unidas

NUEVA YORK, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención del arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, pronunciada este lunes ante la Asamblea General de ese organismo dedicada a la Conmemoración del sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración del nazismo por las Fuerzas Aliadas.

 

* * *



Señor presidente:
Mi delegación da cordialmente la bienvenida a la iniciativa que nos ha permitido celebrar esta sesión especial de la Asamblea General para conmemorar el sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración del nazismo por las Fuerzas Aliadas.

Nos ofrece una nueva oportunidad para recordar solemnemente a las víctimas de una visión política inhumana basada en una ideología extrema. Nos recuerda también las raíces mismas de esta organización, de sus nobles metas y de la voluntad política que sigue siendo necesaria para prevenir que este tipo de horrores se repitan.

Hoy contemplamos las consecuencias de la intolerancia al recordar a todos aquellos que se convirtieron en objetivo de la ingeniería política y social de los nazis, elaborada a tremenda escala y utilizando una brutalidad deliberada y calculada. Aquellos que eran considerados como inútiles para la sociedad --los judíos, los pueblos eslavos, los gitanos, los discapacitados, los homosexuales, entre otros-- fueron destinados al exterminio; aquellos que se atrevieron a oponerse al régimen con sus palabras y con los hechos --políticos, líderes religiosos, ciudadanos privados--, pagaron con frecuencia su oposición con sus vidas. Se estudiaron las condiciones para hacer que los seres humanos perdieran su dignidad esencial y se les despojara de toda decencia y sentimiento humano.

Esos campos de muerte testimonian también un plan sin precedentes que buscaba la exterminación sistemática y deliberada de un todo un pueblo, el pueblo judío. La Santa Sede ha recordado en numerosas ocasiones con sentido de profunda tristeza los sufrimientos de los judíos a causa del crimen que ahora es conocido como Shoah. Acaecido en uno de los capítulos más oscuros del siglo XX, es único en su género y sigue siendo todavía una mancha vergonzosa en la historia de la humanidad ante la conciencia de todos.

Durante su visita a Auschwitz en 1979, Juan Pablo II afirmó que deberíamos hacer que el llanto de las personas allí martirizadas sirviera para hacer un mundo mejor, sacando las conclusiones adecuadas de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Señor presidente:

En un siglo caracterizado por catástrofes causadas por los hombres, los campos de muerte del nazismo son un recuerdo excepcional de «la inhumanidad del ser humano con sus semejantes» y de su capacidad para hacer el mal. Sin embargo, debemos recordar que la humanidad es también capaz de grandes cosas, del sacrificio personal y del altruismo. Cuando las calamidades naturales o humanas golpean, como hemos visto en las semanas recientes, las personas ofrecen la mejor cara de la sociedad humana, con solidaridad y fraternidad, en ocasiones, a expensas de los propios intereses. En el contexto de la conmemoración de hoy, necesitamos pensar sobre todo en estas personas valientes de todos los ámbitos de la sociedad, muchos de los cuales han sido reconocidos como «Justos entre las Naciones». Todos los pueblos del mundo son capaces de hacer mucho bien, algo que se alcanza con frecuencia a través de la educación y de la guía moral. Y a todo esto, deberíamos añadir una dimensión espiritual, que sin dar una falsa esperanza o explicaciones fáciles, nos ayuda a mantener la humildad, la perspectiva y a afrontar terribles acontecimientos.

Por este motivo mi delegación da la bienvenida a esta oportunidad de recordar la liberación de los campos de concentración del nazismo para que la humanidad no olvide el terror del que es capaz el hombre; los males del extremismo político arrogante y de la ingeniería social; y recuerde la necesidad de construir un mundo más seguro y sano para cada hombre, mujer, y niño que viva en él.

Ojalá muchos hombres y mujeres de buena voluntad aprovechen esta ocasión para decir «Nunca más» a crímenes como esos, sin importar cual sea su inspiración política, para que todas las naciones, así como esta organización, respeten verdaderamente la vida, la libertad y la dignidad de cada uno de los seres humanos. Con una voluntad política seria, con los recursos morales y espirituales seremos capaces de transformar una vez por todas nuestras respectivas culturas para que las personas del mundo aprendan a custodiar como un tesoro la vida y a promover la paz.

Gracias, señor presidente.

[Traducción del original inglés realizada por Zenit]
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Decreto sobre las indulgencias concedidas en el Año de la Eucaristía
Publicado por la Penitenciaría Apostólica

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la traducción al castellano del Decreto de la Penitenciaría Apostólica sobre las indulgencias concedidas en el Año de la Eucaristía, publicado por la edición diaria italiana de «L'Osservatore Romano» el 15 de enero (en italiano y latín).

 

DECRETO DE LA PENITENCIARÍA APOSTÓLICA
SOBRE LAS INDULGENCIAS CONCEDIDAS
EN EL AÑO DE LA EUCARISTÍA



El más grande de los milagros (cf. solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, Oficio de lectura, segunda lectura) y memorial supremo de la Redención realizada por nuestro Señor Jesucristo mediante su sangre, la Eucaristía, en cuanto sacrificio y en cuanto sacramento, produce de modo indefectible la unidad de la Iglesia, la sostiene con la fuerza de la gracia sobrenatural, la inunda de alegría inefable, y es una ayuda sobrenatural para alimentar la piedad de los fieles e impulsarlos hacia el aumento de su vida cristiana, más aún, hacia la perfección.

En consideración de esto, el Sumo Pontífice Juan Pablo II, movido por su solicitud por la Iglesia, para promover el culto público y privado al Santísimo Sacramento, con la carta apostólica Mane nobiscum Domine , del 7 de octubre de 2004, estableció que se celebre en toda la Iglesia un año específico, llamado «Año de la Eucaristía».

Además, durante este año, para impulsar a los fieles a un conocimiento más profundo y a un amor más intenso al inefable «Misterio de la fe», a fin de que obtengan frutos espirituales cada vez más abundantes, el mismo Santo Padre, en la audiencia concedida a los responsables de la Penitenciaría apostólica, abajo firmantes, el pasado 17 de diciembre, quiso enriquecer con indulgencias algunos actos peculiares de culto y devoción al Santísimo Sacramento, según se indica a continuación:

1. Se concede la indulgencia plenaria a todos y cada uno de los fieles, con las condiciones habituales (a saber, confesión sacramental, comunión eucarística y oración por las intenciones del Sumo Pontífice, con el corazón totalmente desapegado del afecto a cualquier pecado), cada vez que participen con atención y piedad en una función sagrada o en un ejercicio piadoso realizados en honor del Santísimo Sacramento, solemnemente expuesto o reservado en el sagrario.

2. Asimismo, se concede, con las condiciones antes recordadas, la indulgencia plenaria a los sacerdotes, a los miembros de los institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica, y a los demás fieles que por ley tienen que rezar la liturgia de las Horas, así como a quienes suelen rezar el Oficio divino sólo por devoción, cada vez que, al final de la jornada, recen con fervor en común o de forma privada Vísperas y Completas ante el Santísimo Sacramento expuesto a la veneración de los fieles o reservado en el sagrario.

Los fieles que, por enfermedad u otras justas causas, no puedan visitar el Santísimo Sacramento de la Eucaristía en una iglesia u oratorio, podrán lucrar la indulgencia plenaria en su casa o dondequiera que se encuentren a causa del impedimento si, con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones habituales, realizan una visita espiritual, con el deseo del corazón, con espíritu de fe en la presencia real de Jesucristo en el Sacramento del altar, y rezan el padrenuestro y el Credo, añadiendo una jaculatoria a Jesús sacramentado (por ejemplo, «Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar»).

Si ni siquiera esto pudieran hacer, lucrarán la indulgencia plenaria si se unen con deseo interior a quienes practican de modo ordinario la obra prescrita para la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso las enfermedades y las dificultades de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en cuanto les sea posible, las tres condiciones habituales.

Los sacerdotes que ejercen el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos, teniendo presentes las «Sugerencias y propuestas» publicadas el 15 de octubre de 2004 por la Congregación para el culto divino y la disciplina de los sacramentos, informen del modo más conveniente a sus fieles sobre estas saludables disposiciones de la Iglesia, estén disponibles con espíritu solícito y generoso para escuchar sus confesiones, y, en los días establecidos para la utilidad de los fieles, dirijan de modo solemne el rezo público de oraciones a Jesús sacramentado.

Por último, al impartir la catequesis, exhorten a los fieles a dar con frecuencia testimonio abierto de fe y de amor al Santísimo Sacramento, como se propone en la concesión general IV del «Enchiridion indulgentiarum», teniendo presentes también las demás concesiones del mismo «Enchiridion»: n. 7, adoración y procesión eucarística; n. 8, comunión eucarística y espiritual; n. 27, primera misa de los neosacerdotes y celebraciones jubilares de ordenación sacerdotal y episcopal.

Este decreto tiene vigencia durante el Año eucarístico, a partir del día mismo de su publicación en «L'Osservatore Romano», no obstante cualquier disposición contraria.

Roma, sede de la Penitenciaría apostólica, 25 de diciembre de 2004, solemnidad de la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo.

Card. James Francis STAFFORD
Penitenciario mayor

Gianfranco GIROTTI, o.f.m. conv.
Regente

[Traducción distribuida por la página web de la Santa Sede]
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Pasado y presente del catolicismo español en el saludo del cardenal Rouco al Papa
Con motivo de la visita «ad limina apostolorum»

CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el saludo que dirigió este lunes el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid, a Juan Pablo II al recibir a los obispos de las provincias eclesiásticas de Burgos, Madrid, Mérida-Badajoz, Oviedo, Pamplona, Valladolid, Toledo, Zaragoza y al ordinario militar en el marco de su visita «ad limina apostolorum».

 

* * *



Santo Padre: damos gracias a Dios por este don de la visita «ad limina apostolorum» de los hermanos obispos de las provincias eclesiásticas de Burgos, Madrid, Mérida-Badajoz, Oviedo, Pamplona, Valladolid, Toledo, Zaragoza y Ordinario Militar. En nombre de los señores arzobispos y obispos tengo la honda satisfacción y el gozo de agradecerle de corazón su cariñosa y paternal acogida.

Venimos a orar, con la mirada que nos donan los ojos de la fe, ante las tumbas de los santos apóstoles Pedro y Pablo, a manifestar nuestra comunión con Su Santidad --el Sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia Universal-- y a renovar nuestra adhesión a la Católica «cum Petro et sub Petro». Venimos a Su encuentro los obispos de las diócesis de una gran parte de la geografía española. Todas ellas son herederas de un rico legado católico, casi dos veces milenario, y guardan una grandiosa historia que es hermoso reflejo de nuestras raíces cristianas, siempre prontas a acoger las riquezas de la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica y a transmitir a las demás Iglesias del orbe cuanto han recibido.

La Caesaraugustana, la Toletana y la Emeritense, junto a las otras Iglesias particulares --algunas muy jóvenes, como ocurre con la Diócesis de la Provincia Eclesiástica de Madrid-- son un glorioso capítulo de la historia eclesial de España, siempre benéfica para todos los pueblos. No pocas de las Iglesias que peregrinan en estos lugares guardan con mimo el recuerdo y la memoria imborrable de sus Visitas Pastorales, especialmente la realizada los días 3 y 4 de mayo del año 2003. Los cinco nuevos santos canonizados en esta ocasión, todos ellos de nuestra España contemporánea son buena prueba de esa fecunda herencia recibida desde la más temprana evangelización en la Hispania romana.

Su presencia, Santo Padre, su aliento apostólico y su ejemplo nos empuja a guiar a nuestro pueblo por los caminos de la santidad. Venimos de una tierra de santos que, al igual que los otros pueblos de Europa, está viviendo un momento decisivo, con mutaciones en el orden moral que nos obligan a vivir con especial fidelidad el legado recibido y a entregarnos sin límites a la nueva evangelización.

La dolorosa amenaza y la espiral de la violencia terrorista, una «estructura de pecado» que pervierte las conciencias, la «cultura de la muerte» que nos aboca a la apostasía silenciosa, el relativismo que desfigura el auténtico sentido de la criatura humana, del bien y de la verdad del hombre, hace que renovemos, con especial hondura, nuestra comunión con el Vicario de Cristo, con Cristo mismo, «en Quien radica la salvación del mundo».

Confiamos que los jóvenes –los «centinelas del mañana, la esperanza de la Iglesia y del Papa, el pueblo de las bienaventuranzas»-- puedan encontrar a Jesucristo, y como auténticos santos de hoy se conviertan en apóstoles de nuestros contemporáneos. Ponemos con ilusión nuestra mirada en la próxima Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, donde, Dios mediante, los jóvenes del mundo podrán proclamar, alentados por la entrega de Su Santidad, que adorar a Jesucristo es la acción más bella que puede realizar la criatura humana.

Santidad, queremos escuchar su palabra y sus orientaciones, ofrecerle lo mejor que conocemos de nuestras Iglesias particulares, expresarle nuestro mas hondo agradecimiento a Dios por su entrega, por su servicio incansable, en definitiva, por su vida, y pedimos al Omnipotente, con la intercesión de la Inmaculada, Patrona de España, que sus desvelos y sus preocupaciones den frutos de vida eterna en España y en toda la Iglesia en España, y en toda la Iglesia, para la salvación de la Humanidad entera.

¡Muchas gracias de corazón, Santo Padre, por recibirnos!
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