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25
de enero de 2005
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Santa Sede
Tras el «tsunami», el Papa manda a un enviado especial al
sudeste asiático
La riqueza de ser mujer, según una colaboradora del Papa
Nuevo obispo de Ibiza: «el trabajo en la curia vaticana también
es pastoral»
Mundo
Según el Vaticano, Auschwitz sigue siendo una mancha vergonzosa
para la humanidad
Emanuele Pacifici, el testimonio de un judío salvado por la
Iglesia
El arzobispo de Toledo pide que se cumpla la ley en la
enseñanza de Religión
Muere el obispo chino de Datong, fundador de las Hermanas del
Sagrado Corazón
Las dominicas de la Presentación mantienen su presencia en Irak
Entrevista
Revelaciones de las agendas de Juan XXIII cuando era nuncio en
Francia
«Sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo arrodillados»
Documentación
Intervención vaticana en la ONU en el sexagésimo aniversario
del fin de Auschwitz
Decreto sobre las indulgencias concedidas en el Año de la
Eucaristía
Pasado y presente del catolicismo español en el saludo del
cardenal Rouco al Papa
Santa Sede
Tras el «tsunami», el Papa manda a un
enviado especial al sudeste asiático
Para manifestar su cercanía a los damnificados y alentar la solidaridad
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
Juan Pablo II enviará a inicios de febrero al arzobispo Paul Josef Cordes,
presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum» como enviado especial al sudeste
asiático para manifestar su cercanía a la población y alentar la solidaridad con
los damnificados.
Según ha podido saber Zenit este martes de fuentes vaticanas, el arzobispo
alemán visitará Sri Lanka e Indonesia, manteniendo encuentros con la población,
con los representantes católicos que están ofreciendo una contribución decisiva
a la reconstrucción, y con autoridades civiles.
El prelado presidirá también varias celebraciones eucarísticas en sufragio por
las víctimas.
Nada más recibir la noticia del maremoto acaecido el 26 de diciembre, Juan Pablo
II. a través del Consejo Pontificio «Cor Unum», envío una primera ayuda a las
poblaciones de Sri Lanka, India, Tailandia, Indonesia y Somalia.
Según informó el 19 de enero en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York el
observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Celestino
Migliore, los organismos católicos han ofrecido ayuda urgente y han reunido unos
500 millones de dólares a favor de los damnificados y de la reconstrucción en
esos países.
ZS05012507
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La riqueza de ser mujer, según una
colaboradora del Papa
Nuevo libro de Enrica Rosanna, subsecretaria de la Congregación vaticana para la
Vida Consagrada
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
«Los valores etiquetados como feministas deben convertirse en valores humanos o
la humanidad fracasará». Así de contundente se muestra la salesiana Enrica
Rosanna, subsecretaria de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada
y Sociedades de Vida Apostólica, cargo ejecutivo ocupado por primera vez en la
historia por una mujer.
Sor Rosanna afronta el argumento en el libro «La riqueza de ser mujer» de
Ediciones Sígueme, replanteando los
fundamentos de la llamada cuestión femenina proponiendo como camino el «genio
femenino», ya sea en su vocación de madre o en la vida consagrada femenina.
El volumen hace una historia de las mujeres y una síntesis de las conferencias
internacionales sobre la mujer.
Para esta pedagoga salesiana, «si las mujeres quieren ofrecer verdaderamente su
riqueza al mundo, ello tendrá muy poco que ver con lo que los varones son y
hacen».
Según esta religiosa, «no es posible seguir colaborando en una sociedad que
busca a toda costa el bien tener y deja en segunda plano el bien estar». Por
ello, «resulta imprescindible apostar por los valores de la atención y el
cuidado de los demás» para que la humanidad «no se termine deshumanizando».
La acogida del otro pertenece de manera especial pero no exclusiva a la mujer,
según Rosanna: «Es precisamente en su entrega a los demás en la vida de cada día
donde ella percibe la profunda vocación de su propia vida».
Sin embargo, constata que «el genio de la mujer aún no ha dicho su última
palabra en la historia de la humanidad» y por tanto resulta urgente «invocar
aquel suplemento de alma del que la mujer es portadora para caminar sin
prejuicios hacia ese humanismo integral».
Sor Rosanna es licenciada en pedagogía y en ciencias religiosas y tiene un
doctorado en sociología. Ha ocupado cargos directivos en la Facultad Pontificia
Auxilium y ha representado a la Santa Sede en distintos foros internacionales.
ZS05012501
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Nuevo obispo de Ibiza: «el trabajo en
la curia vaticana también es pastoral»
No ve oposición entre burocracia y pastoral
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
Monseñor Vicente Juan Segura, recién nombrado obispo de Ibiza y Formentera
(España) considera que «trabajar en la curia vaticana también es pastoral» ya
que «detrás de los papeles hay almas».
Con esta afirmación desmiente la dicotomía entre «burocracia vaticana» y
«pastoral». Vicente Juan Segura ocupaba hasta ahora el cargo de jefe de la
sección para la lengua española de la Secretaría de Estado del Vaticano y fue
nombrado el pasado sábado obispo de la diócesis de Ibiza y Formentera, islas
baleares españolas.
El nuevo prelado ha declarado a Zenit que «además de la labor en la curia nunca
he abandonado el trabajo parroquial».
«El primer domingo después del nombramiento episcopal estuve como siempre en la
parroquia, dije las misas, confesé y desempeñé mi ministerio como siempre en las
Hermanitas de los Ancianos Desamparados».
Al ser preguntado sobre si le costará dejar un entorno internacional como el de
Roma para llegar a una realidad como Ibiza responde que «ciertamente, cualquier
cambio cuesta», pero se muestra «muy ilusionado».
Para monseñor Vicente Juan es la primera vez que vivirá en una isla: «Es una
novedad para mi, pero estoy seguro de que me acostumbraré».
El nuevo obispo español expresa a Zenit que «la experiencia del Vaticano me
puede ser muy útil» y se marcha a su nuevo destino «con la actitud de escuchar y
aprender».
Monseñor Vicente Juan ha ocupado numerosos cargos diplomáticos antes de su
misión episcopal, y ha vivido en realidades tan distintas como las de Costa Rica
o Marruecos.
Los retos pastorales que le esperan son numerosos, «especialmente la falta de
sacerdotes», que obliga a los que hay a ser «muy generosos», reconoce.
Para el obispo electo «la pastoral vocacional será sin duda un tema a trabajar,
pero no llego de nuevo a una diócesis, ha habido otros obispos y la herencia
está allí, para hacerla fructificar», dice con simpatía y diplomacia, sin duda
dos cualidades ejercidas en el Vaticano que le van a ayudar en su nueva misión.
ZS05012513
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Mundo
Según el Vaticano, Auschwitz sigue
siendo una mancha vergonzosa para la humanidad
Al recordar en la ONU el sexagésimo aniversario de la liberación de los campos
de concentración
NUEVA YORK, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
Para la Santa Sede el horror del nazismo, que llevó al intento de exterminar a
todo un pueblo, como el judío, o de acabar con la vida de personas, como los
gitanos o los homosexuales, sigue siendo «una mancha vergonzosa en la historia
de la humanidad».
El arzobispo Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las
Naciones Unidas, trazó esta conclusión al intervenir ante la Asamblea General de
las Naciones Unidas dedicada a la conmemoración del sexagésimo aniversario de la
liberación de los campos de concentración del nazismo por las Fuerzas Aliadas.
«Hoy contemplamos las consecuencias de la intolerancia al recordar a todos
aquellos que se convirtieron en objetivo de la ingeniería política y social de
los nazis, elaborada a tremenda escala y utilizando una brutalidad deliberada y
calculada», reconoció el prelado italiano.
«Aquellos que eran considerados como inútiles para la sociedad --los judíos, los
pueblos eslavos, los gitanos, los discapacitados, los homosexuales, entre
otros-- fueron destinados al exterminio», denunció.
«Aquellos que se atrevieron a oponerse al régimen con sus palabras y con los
hechos --políticos, líderes religiosos, ciudadanos privados--, pagaron con
frecuencia su oposición con sus vidas», siguió diciendo.
«Se estudiaron las condiciones para hacer que los seres humanos perdieran su
dignidad esencial y se les despojara de toda decencia y sentimiento humano»,
constató el representante de Juan Pablo II ante la ONU.
«Esos campos de muerte testimonian también un plan sin precedentes que buscaba
la exterminación sistemática y deliberada de un todo un pueblo, el pueblo
judío», la «Shoah», siguió recalcando.
Este Holocausto, afirmó, «acaecido en uno de los capítulos más oscuros del siglo
XX, es único en su género y sigue siendo todavía una mancha vergonzosa en la
historia de la humanidad ante la conciencia de todos».
«Durante su visita a Auschwitz en 1979, Juan Pablo II afirmó que deberíamos
hacer que el llanto de las personas allí martirizadas sirviera para hacer un
mundo mejor, sacando las conclusiones adecuadas de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos», recordó.
«En un siglo caracterizado por catástrofes causadas por los hombres, los campos
de muerte del nazismo son un recuerdo excepcional de "la inhumanidad del ser
humano con sus semejantes" y de su capacidad para hacer el mal», reconoció.
«Sin embargo, debemos recordar que la humanidad es también capaz de grandes
cosas, del sacrificio personal y del altruismo. Cuando las calamidades naturales
o humanas golpean, como hemos visto en las semanas recientes, las personas
ofrecen la mejor cara de la sociedad humana, con solidaridad y fraternidad, en
ocasiones, a expensas de los propios intereses».
En este aniversario, recordó Migliore, «necesitamos pensar sobre todo en estas
personas valientes de todos los ámbitos de la sociedad, muchos de los cuales han
sido reconocidos como "Justos entre las Naciones"», el reconocimiento de Israel
a aquellas personas que arriesgaron su vida para salvar a judíos.
«Ojalá muchos hombres y mujeres de buena voluntad aprovechen esta ocasión para
decir "Nunca más" a crímenes como esos, sin importar cual sea su inspiración
política, para que todas las naciones, así como esta organización, respeten
verdaderamente la vida, la libertad y la dignidad de cada uno de los seres
humanos», deseó al concluir.
ZS05012510
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Emanuele Pacifici, el testimonio de un
judío salvado por la Iglesia
Hoy es presidente de la asociación «Amigos de Yad Veshem»
ROMA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
Las congregaciones religiosas e instituciones católicas que salvaron a judíos de
la persecución nazi en Roma e Italia trataron de respetar su fe, como testimonia
un protagonista, Emanuele Pacifici
Pacifici, quien hoy es presidente italiano de la asociación «Amigos de Yad
Veshem», vivió de niño el horror del Holocausto. Su padre Riccardo, rabino de
Génova y su madre Wanda Abenaim fueron asesinados en Auschwitz.
Emanuele, junto a su hermano Raffaele, fue salvado por las religiosas del
Instituto de Santa Marta de Settignano, cerca de Florencia. Enfermo de
tuberculosis, pasó algunos años en el sanatorio. Tras su curación, encontró
trabajo y formó una familia, pero el 9 de octubre de 1982, se encontró de nuevo
en peligro de muerte, alcanzado en pleno por la bomba terrorista que estalló
frente a la Sinagoga de Roma.
Los recuerdos más alegres de Emanuele Pacifici coinciden con los de tres
personajes: sor Cornelia Cordini, sor Ester Busnelli y el padre Gaetano Tantalo.
Todos ellos reconocidos como «Justos entre las naciones» por Israel.
En una entrevista concedida a Zenit, Pacifici relata: «En 1943, yo tenía doce
años, mi padre fue capturado por los nazis. Entonces, junto a mi madre y mi
hermano Raffaele, de seis años, buscamos refugio en Florencia. Nos ayudó el
cardenal de Florencia, Elia della Costa, que nos proporcionó una lista de
conventos en los que podíamos escondernos».
«La búsqueda no fue fácil, porque todos los conventos con los que nos pusimos en
contacto estaban llenos. Después de mucho peregrinar, y cuando ya estábamos
desesperados, nos acogió sor Ester Busnelli, que nos abrió el portón del
convento de las franciscanas misioneras de plaza del Carmen, en Florencia. Pero
en el convento podían acoger sólo a mujeres. De manera que a mi hermano y a mí
nos llevaron al monasterio de Santa Marta en Settignano», recuerda Emanuele.
«A los pocos días, los nazis irrumpieron en el convento de sor Ester y se
llevaron a mi madre, junto a otras 80 mujeres judías. Deportadas a Auschwitz,
ninguna de ellas regresó».
«Como pajitas en una tempestad, y ya huérfanos sin saberlo, hallamos
hospitalidad, comprensión y afecto en el convento de Santa Marta», añade
Pacifici.
«Recuerdo que, cada tarde, antes de ir a la cama, era costumbre que cada niño
[eran católicos] besara el crucifijo que las religiosas llevan sobre el pecho.
Pero cuando me tocaba el turno, sor Cornelia, teniendo cuidado que nadie se
diese cuenta, ponía los dedos sobre el crucifijo, de modo que yo besase sus
dedos y no el crucifijo».
Pacifici explica que con este gesto la religiosa buscaba respetar la identidad
religiosa del niño, sin que se dieran cuenta los demás.
«Luego me decía al oído: "Ahora vete a la cama y, debajo de las mantas, ¡no te
olvides de rezar tus oraciones!". Y esto todos los días, durante casi un año.
Por esto estoy muy agradecido a sor Cornelia, a la que siempre he llamado "mamá
Cornelia'"», comenta Pacifici.
«En 1939, durante las vacaciones, mis tíos y yo hicimos amistad con el padre
Gaetano Tantalo, párroco de Tagliacozzo. Don Gaetano sabía leer y escribir muy
bien hebreo. En 1943, mis tíos, acosados por los nazis, pidieron hospitalidad al
sacerdote Gaetano, quien, con la ayuda de su hermana, encontró un refugio seguro
para la numerosa familia Pacifici y la familia Orvieto».
«Durante nueve meses, permanecieron encerrados sin salir», relata, subrayando
que «don Gaetano proveía a todas las necesidades».
«Al acercarse la "Pesach" (la fiesta judía de Pascua), mi tío Enrico se dio
cuenta de que no sabía la fecha exacta. Don Gaetano hizo el cálculo y descubrió
que el 14 de Nissan (marzo-abril en el calendario judío) caía el 8 de abril de
1944. Además procuró la harina para hacer el pan ácimo y algunos cacharros
nuevos para poder cocinar», añade Emanuele.
«De manera que, con los alemanes a dos pasos de nosotros, mi tío Enrico y su
familia pudieron iniciar el "Seder", la ceremonia de celebración de la Pascua
judía. En la misma participó también don Gaetano».
Y añade: «Tras la muerte del sacerdote, los familiares encontraron entre sus
cosas, una cajita que contenía un pedacito del pan ácimo con el que había
celebrado la Pascua judía con mis tíos».
La causa de beatificación del sacerdote Gaetano Tantalo sigue su curso y el 6 de
abril de 1995 fue publicado el decreto sobre sus virtudes.
ZS05012504
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El arzobispo de Toledo pide que se
cumpla la ley en la enseñanza de Religión
En una rueda de prensa tras el discurso del Papa
ROMA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org-Veritas).-
Obispos españoles presentes en Roma han pedido que el gobierno español respete
la legislación y los acuerdos internacionales asumidos en lo que se refiere a la
enseñanza de la Religión.
La petición se hizo pública este lunes en una rueda de prensa concedida por tres
prelados españoles en visita «ad limina apostolorum».
Se trataba del arzobispo de Toledo, monseñor Antonio Cañizares, el obispo de
Huesca-Jaca, monseñor Jesús Sanz y el recién nombrado obispo de Tarazona,
monseñor Demetrio Fernández González.
La asignatura de Religión en la escuela pública, «es un tema capital para toda
la sociedad. Un problema de toda Europa, no sólo de nuestra nación», apuntó
monseñor Cañizares.
«Contamos ya con tres millones ciento veinte mil firmas de personas pidiendo la
enseñanza religiosa en España. Quienes tienen derechos deben recibir sus
derechos, y estos son los padres de familia. No se trata de situarse en una
postura ideológica. La Iglesia recoge los derechos de las personas a la libre
enseñanza de sus hijos», continuó explicando el arzobispo de Toledo.
«Los obispos sólo decimos que nos atengamos a un Estado de Derecho. Y esto es
que nos atengamos a la Constitución Española y a los Tratados Internacionales.
Los tratados entre la Santa Sede y el Estado Español son muy claro respecto a la
enseñanza de la religión. Cúmplanse», afirmó tajantemente el arzobispo.
Comentando el discurso del Papa, el arzobispo de Toledo señaló que «el laicismo
es una ideología que no tiene nada que ver con la laicidad. Algunos lo han
calificado de "laicismo fundamentalista", y es del todo cierto. Deben permitir a
la Iglesia que pueda, como se explica ya en la "Gaudium et Spes" que los gozos y
fatigas de los hombres lo sean también de la Iglesia, y para eso deben permitir
a la Iglesia que esté presente en la vida normal».
Respecto a la situación de España en cuanto a la realidad social y eclesial
monseñor Cañizares la sintetizó con una palabra «permisivismo». «Vivimos en una
sociedad donde lo que predomina es el permisivismo. Quizá es la sociedad más
permisiva de Europa».
ZS05012512
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Muere el obispo chino de Datong,
fundador de las Hermanas del Sagrado Corazón
De 88 años, monseñor Tadeo Guo Yingong pasó 13 en campos de «reeducación»
DATONG, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
A la edad de 88 años, el pasado 4 de enero falleció el obispo de la diócesis
china de Datong, provincia del Shanxi, monseñor Tadeo Guo Yingong.
El prelado, originario de Xibu --en el distrito de Datong--, donde había nacido
en el seno de una familia no católica, había sido bautizado a los 12 años, según
apunta «Fides» --de la Congregación vaticana para la Evangelización de los
Pueblos— confirmando la noticia de esta desaparición.
El futuro obispo de Datong entró en el seminario menor de Xiwanzi, en Hebei, a
los 16 años, y en 1939 en el seminario mayor de Suiyuan (Hohhot) para estudiar
Filosofía. Completados los estudios de Teología en el seminario de Datong fue
ordenado sacerdote el 4 de agosto de 1946.
Antes de 1980 había pasado 13 años en campos de «reeducación» durante los que
soportó, con valor y fe, el sufrimiento de no poder celebrar la Eucaristía y
verse privado del contacto con sus fieles.
Tras su liberación, fue el primer director del Seminario Mayor del Shanxi (Taiyuan)
y en 1990 fue consagrado obispo para Datong, una diócesis muy pobre.
Hombre humilde, cuya vida trascurría en la pobreza, el prelado había dado vida a
la congregación de las Hermanas del Sagrado Corazón, la primera en la historia
de la diócesis de Datong.
En los últimos días de su vida se pudo palpar el gran respeto y estima de que
gozaba el anciano obispo: todos los sacerdotes y religiosas le visitaron en su
prolongado ingreso hospitalario.
En sus horas finales daba continuas gracias al Señor y a todos los que estaban
cerca de él y decía que se sentía en paz, preparado para el encuentro con el
Señor.
Recibió sepultura en el cementerio de la Catedral.
ZS05012520
TOP
Las dominicas de la Presentación
mantienen su presencia en Irak
Aunque hayan tenido que dejar temporalmente Mosul
BARCELONA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
Las hermanas dominicas de
la Presentación mantienen su presencia en Irak, explica sor Núria Gaza a
Zenit aclarando algunas informaciones.
La religiosa, que ha vivido en Irak y ahora coordina desde Barcelona las ayudas
a las comunidades de este país en guerra, asegura que «nuestras hermanas no
dejarán nunca Irak porque ellas son de allí y consideran que tienen una misión
en su tierra, no sólo hacia los cristianos sino hacia toda la población».
La comunidad de las dominicas de la Presentación en Mosul ha sido desactivada
por amenazas, pero no se ha cerrado: «Las religiosas jóvenes han ido al norte, a
los pueblos con sus familias, y van a Mosul de vez en cuando para vigilar la
casa acompañadas de un hombre de la familia», expone sor Núria después de haber
hablado por teléfono con una de sus compañeras en Irak.
La comunidad de Mosul es una de las siete que tiene esta congregación femenina.
En Mosul poseen una residencia universitaria regentada sobretodo por religiosas
jóvenes. «No la han querido cerrar porque las chicas querían acabar el curso en
la universidad, a pesar de que sufrían amenazas y tenían que ir por la calle
escoltadas por un hombre y con velo», explica sor Núria, que agradece la gran
labor de Cooperación Internacional de Barcelona y de Caritas Española que ayuda
en el aspecto logístico.
«Nunca nos ha pasado por la cabeza dejar el país», afirma esta religiosa. «No
son nuestras religiosas las que se han ido a Jordania y Siria, son algunos
cristianos que no ven futuro en el país», precisa.
ZS05012502
TOP
Entrevista
Revelaciones de las agendas de Juan
XXIII cuando era nuncio en Francia
Habla el vaticanista Andrea Tornielli
ROMA, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).- En
un artículo publicado por el diario italiano «Il Giornale», el 23 de enero
pasado, Andrea Tornielli revela el contenido de la agenda personal del arzobispo
Angelo Roncalli, entre 1949-1953, quien entonces era nuncio apostólico en
Francia y que después sería Papa con el nombre de Juan XXIII.
Estas agendas serán publicadas en Francia por el historiador Étienne Fouilloux,
gracias al Instituto de Ciencias Religiosas de
Bolonia.
El volumen, del que el artículo de «Il Giornale» es una anticipación en
exclusiva, llegará a las librerías a finales de este año.
Según las agendas del entonces nuncio en París, y contrariamente a lo que
afirmaba el diario «Il Corriere della Sera» el 28 de diciembre de 2004, no hubo
ninguna polémica sobre la cuestión de los niños judíos bautizados en Francia.
Tampoco se refleja en los escritos personales del arzobispo la presunción de que
la Santa Sede, el Santo Oficio o el Papa Pío XII se opusieran a la devolución de
los niños judíos a sus parientes.
Zenit ha querido profundizar la cuestión entrevistando a Andrea Tornelli.
--Usted ha podido ver las agendas de Roncalli, de los años 1949-1953, cuando
el futuro pontífice era todavía nuncio en París. ¿Cuáles son los pasajes
referidos al asunto de los niños judíos bautizados?
--Tornielli: La única alusión es la anotación del 20 febrero de 1953. Rocalli,
ya cardenal, va a despedirse del presidente francés Vincent Auriol, que habla
del caso Finaly, relativo a dos niños judíos bautizados en medio de una disputa
entre sus tías, que los reclamaban, y la familia católica que los había acogido.
He aquí el texto: «Tarde, visita de despedida al presidente Auriol, que estuvo
amabilísimo como siempre. Me habló del asunto Finaly, al que no di ninguna
importancia...». Como se ve, se trata de un episodio marginal. En el resto de
las agendas, el nuncio Roncalli, que anota todo y habla de todo, nunca alude al
caso de los dos niños bautizados, o a las instrucciones del Santo Oficio
relativas a las peticiones de las organizaciones judías.
--¿Cuántos niños judíos han sido bautizados y cuántos no han sido devueltos a
los familiares?
--Tornielli: No hay estadísticas precisas. Francia es el país europeo en el que
se dieron más bautismos clandestinos, por otra parte tuvieron lugar
contraviniendo las disposiciones del Derecho Canónico y de los obispos católicos
franceses, pero el único caso al que se refieren las protestas es el de los
hermanos Finaly.
--¿Cuál ha sido la reacción a este asunto en el mundo judío?
--Tornielli: Como siempre, ha habido diversas reacciones. Hay quien ha
instrumentalizado el asunto, llegando a llamar a Pío XII «secuestrador» de
niños. Hay quien, como el rabino estadounidense Jack Bemporad, invita a fijarse
más bien en el enorme número de judíos que pudieron salvar la vida, gracias a la
caridad del Papa.
--¿Cómo eran las relaciones entre el Papa Pío XII y el entonces nuncio
Roncalli? ¿Es verdad que tenían intenciones y visiones del mundo opuestas?
--Tornielli: Ciertamente el pontificado de Juan XXIII fue distinto del Papa
Eugenio Pacelli. Papas diversos por carácter y formación. Les tocó desempeñar su
respectivo pontificado en épocas contiguas pero muy diferentes. El beato Juan
XXIII fue el que desencadenó un giro histórico en la Iglesia católica,
convocando el Concilio Vaticano II. También Pío XII había pensado en ello pero,
tras la segunda guerra mundial, los obispos no se podían alejar por mucho tiempo
de sus diócesis.
Dicho esto, sin embargo de estos documentos se deduce que el arzobispo Roncalli
fue un fiel ejecutor e intérprete de las directivas del Papa Pío XII, y las
notas de la agenda que nos hablan de las audiencias del nuncio de París con el
pontífice reflejan esta sintonía.
--Algunos historiadores del Concilio Vaticano II hablan de Juan XXIII como un
«papa socialista». Mientras que quien lo conoció en el Vaticano, lo describe
como un pontífice bastante conservador. ¿Cuál es su opinión al respecto?
--Tornielli: En mi opinión hay que tener cuidado con los clichés, vengan de
donde vengan. Es infundado y no histórico el «mito» de un Papa Juan
«progresista», o incluso «revolucionario». Bastaría citar la insistencia con la
que recomendaba estudiar latín a los seminaristas, la urticaria que le
provocaban las innovaciones litúrgicas no autorizadas, las estocadas fuertes y
claras que se leen en sus agendas contra la ideología comunista y el hecho de
que, durante su pontificado, el protocolo de la corte pontificia no cambió ni
una coma respecto al de su predecesor.
Sin embargo no hay que caer en el error opuesto, presentando a este gran Papa
como un conservador empedernido. Era un hombre tradicional, capaz de demostrar
un enorme coraje en los grandes momentos, de realizar gestos proféticos que han
entrado en el corazón de millones de personas.
--Pero entonces, todo lo que escribió «Il Corriere della Sera» el 28 de
diciembre de 2004, está muy lejos de la verdad histórica...
--Tornielli: La Iglesia, para la que el bautismo es el sacramento más
importante, tenía el marco doctrinal del Derecho Canónico. Pero se comportó con
gran humanidad y sentido común, incluso en los casos de niños judíos salvados y
bautizados, y luego reclamados por los parientes. En un caso, el mismo Pío XII
intervino, ordenando devolver inmediatamente los niños a su madre, aunque
hubieran sido bautizados.
ZS05012509
TOP
«Sólo podemos atravesar la puerta de
ecumenismo arrodillados»
Entrevista al padre James Puglisi, ministro general de los
Franciscanos del Atonement
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
El padre James F. Puglisi, director del
Centro Pro Unione de Roma, recuerda las palabras de su profesor, el cardenal
Yves Congar (1904-1995): «Sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo
arrodillados» al explicar el sentido de la Oración por la Unidad de los
Cristianos, que concluye este martes.
La fidelidad al Magisterio del Papa también se mide en el compromiso ecuménico
proclamado por Juan Pablo II, recuerda en esta entrevista concedida a Zenit el
sacerdote, quien es también ministro general de los
Hermanos Franciscanos del Atonement.
--¿Hay señales particulares de optimismo que surgen de esta Semana de Oración
por la Unidad de los Cristianos que concluye este martes?
--Puglisi: Sí. Comprobamos que se da más colaboración entre los cristianos
debido a la situación mundial en que viven las iglesias Lo que el cardenal
Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad
de los Cristianos, ha llamado un «diálogo de vida» es la respuesta que ofrecen
muchos cristianos ante situaciones como el reciente desastre natural en el
sudeste de Asia, la situación de los cristianos en Irak, en Tierra Santa o en
lugares como Sudán. Se trata de necesidades humanas a las que el Evangelio nos
llama a dar testimonio con la caridad. Se ha dado un extraordinario impulso a la
caridad, sin tener en cuenta la confesión religiosa.
A nivel teológico debemos admitir que las cosas se están moviendo más despacio y
podríamos decir con cautela. Hemos llegado a un punto crítico en nuestras
discusiones y diálogos en el que necesitamos detenernos y evaluar los dos puntos
de vista, el teórico (los acuerdos teológicos) y el práctico (la manera en que
estos acuerdos se hacen realidad en la práctica).
En estos momentos, tenemos que considerar y afrontar lo que se dice en los
Hechos de los Apóstoles y que ha sido recogido por el Papa Juan Pablo II en su
encíclica «Ut Unum Sint», cuando explica que no deberíamos imponer más que lo
exigido por las Escrituras.
Esto exige paciencia, estudio, reflexión y sobre todo oración. El padre Congar
siempre nos dijo en su clase que «sólo podemos atravesar la puerta de ecumenismo
arrodillados». Inmediatamente viene a la mente la imagen de la puerta de la
basílica de San Pablo Extramuros con los tres líderes de iglesias arrodillados y
golpeando la puerta, que es imagen de Cristo. Ésta es, de hecho, la razón de ser
de la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos.
--Desde su punto de vista, ¿por qué hay todavía hostilidad contra el
ecumenismo?
--Puglisi: La «hostilidad» que nosotros observamos es más que nada miedo. En
estos momentos nos encontramos ante un llamamiento a un cambio sistémico, la
conversión de iglesias y de sus estructuras, incluso de la Iglesia católica.
Nosotros sabemos que históricamente las estructuras de la Iglesia han
evolucionado según las necesidades, en respuesta a las exigencias que el mundo
ha planteado a la Iglesia que, bajo la guía del Espíritu Santo, tenía que
responder a las necesidades de cada generación. De este modo, la Iglesia cumplió
su papel en la sociedad. Por este motivo, la Iglesia también se vio obligada a
adoptar las estructuras del mundo secular en que ha vivido.
El Concilio Vaticano II reorienta esto con los cambios que hizo en la
constitución dogmática sobre la Iglesia «Lumen Gentium», según la cual, el
ministerio (ordenado) se enmarca en el seno de la Iglesia y no por encima de la
Iglesia.
Mientras mantengamos una división rígida y una separación (y nosotros podríamos
decir incluso una oposición) entre el clero y los laicos, el proceso de
secularización continuará progresando rápidamente en un mundo que está cambiando
muy rápidamente social y culturalmente. El Evangelio necesita ser transmitido a
cada generación, a cada cultura, con los términos y los símbolos que expliquen
su mensaje auténtico a cada cultura para la vida del mundo.
--Juan Pablo II es un Papa ecuménico. Pero nosotros no tenemos muchos obispos
o creyentes ecuménicos. ¿Por qué?
--Puglisi: Ésta es una pregunta interesante y muy delicada. Podría significar
que no ha habido una aceptación real del Concilio Vaticano II y sus
implicaciones por obispos o creyentes. Una vez más yo pienso que esto se puede
explicar con la diferencia entre la teoría y la práctica. Obviamente, el Papa
Juan Pablo II, en continuidad con Juan XXIII y Pablo VI, ha tratado realmente de
marcar el paso del compromiso ecuménico de la Iglesia, tal y como fue deseado
por los Padres del Concilio Vaticano II.
Lo ha expuesto en la encíclica «Ut Unum Sint» y en cada visita pastoral que ha
hecho sin excepción. Para mí es interesante constatar cómo su posición ecuménica
es una de las últimas en ser comprendida, mientras que siempre se citan sus
declaraciones en cuestiones morales.
Ahora bien, he podido comprobar que desgraciadamente, cuando hay que tomar
decisiones económicas, una de las primeras oficinas o figuras que desaparece de
las curias diocesanas es la oficina o comisión ecuménica. Otro ejemplo es que la
persona que asume este papel tan importante tiene tres otros trabajos o no tiene
ningún tipo de preparación o formación para llevar a cabo la tarea confiada.
Supongo que necesitamos preguntarnos cómo vivimos el imperativo ecuménico que
está en el corazón de la misión y vida de Jesús, quien rezó con estas palabras:
«Que sean una sola cosa» (Juan 17), y las unió íntimamente a la misión de la
Iglesia en el mundo al añadir: «para que el mundo pueda creer». ¡La vida del
Evangelio depende de esto!
Juan Pablo II lo ha reconocido y se ha comprometido en este camino siguiendo con
esfuerzo los pasos del Señor. Preguntémonos si otros lo han hecho también y si
no es éste el compromiso que todos los cristianos asumimos con el bautismo.
Muchos proclaman su fidelidad al Magisterio de Juan Pablo II, ¿pero lo hacen en
todas sus enseñanzas? Es una pregunta sobre la que los católicos tenemos que
reflexionar en esta Semana de oración.
--¿Es más fácil la relación con la Ortodoxia en estos momentos?
--Puglisi: No soy un auténtico experto en las relaciones con los ortodoxos. Sólo
puedo decir que cuando hablamos de la Ortodoxia generalizamos. Creo que depende
de la Ortodoxia de la que usted esté hablando.
Yo creo que se da un cierto progreso en nuestras relaciones con algunos
ortodoxos y pasos mucho más importantes con otros. En cierto modo, tenemos que
aceptar parte del reproche que nos hacen: en algunos países los obispos no han
amonestado a algunos grupos católicos y movimientos que hacen presión a los
ortodoxos, tratándolos incluso como si no fueran cristianos, especialmente
cuando se habla de la conversión de Rusia (¡país cristiano desde el año 1000!).
Se han dado abusos y tenemos que reconocerlos y responsabilizarnos por ellos.
Al mismo tiempo hay casos de colaboración real y de auténtica colaboración
cristiana con la Ortodoxia par tratar de recuperarse de los efectos de los
regimenes socialistas y comunistas en los que fueron obligados a vivir durante
tanto tiempo. A menos que lo hayamos experimentado, creo no es posible hacerse
una idea de los efectos devastadores que ha tenido en la cultura, en la
psicología de la gente y en sus mecanismos de defensa.
El hecho de que se hayan dado ciertas oposiciones de algunos ortodoxos --en
general, líderes religiosos, monjes o clérigos-- no significa que todos los
ortodoxos de cada país ortodoxo tengan los mismos sentimientos y reacciones
hacia los cristianos occidentales y hacia los católicos en particular. Por lo
que se refiere a las Iglesias orientales en comunión con Roma, creo que es mejor
que otra persona responda a esta pregunta, porque es un argumento complejo desde
el punto de vista teológico, histórico y geográfico, pues estas uniones no
ocurrieron por las mismas razones en cada caso y en cada lugar.
ZS05012503
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Documentación
Intervención vaticana en la ONU en el
sexagésimo aniversario del fin de Auschwitz
Pronunciada por el arzobispo Migliore, observador permanente ante las Naciones
Unidas
NUEVA YORK, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
Publicamos la intervención del arzobispo Celestino Migliore, observador
permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas, pronunciada este lunes
ante la Asamblea General de ese organismo dedicada a la Conmemoración del
sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración del
nazismo por las Fuerzas Aliadas.
* * *
Señor presidente:
Mi delegación da cordialmente la bienvenida a la iniciativa que nos ha permitido
celebrar esta sesión especial de la Asamblea General para conmemorar el
sexagésimo aniversario de la liberación de los campos de concentración del
nazismo por las Fuerzas Aliadas.
Nos ofrece una nueva oportunidad para recordar solemnemente a las víctimas de
una visión política inhumana basada en una ideología extrema. Nos recuerda
también las raíces mismas de esta organización, de sus nobles metas y de la
voluntad política que sigue siendo necesaria para prevenir que este tipo de
horrores se repitan.
Hoy contemplamos las consecuencias de la intolerancia al recordar a todos
aquellos que se convirtieron en objetivo de la ingeniería política y social de
los nazis, elaborada a tremenda escala y utilizando una brutalidad deliberada y
calculada. Aquellos que eran considerados como inútiles para la sociedad --los
judíos, los pueblos eslavos, los gitanos, los discapacitados, los homosexuales,
entre otros-- fueron destinados al exterminio; aquellos que se atrevieron a
oponerse al régimen con sus palabras y con los hechos --políticos, líderes
religiosos, ciudadanos privados--, pagaron con frecuencia su oposición con sus
vidas. Se estudiaron las condiciones para hacer que los seres humanos perdieran
su dignidad esencial y se les despojara de toda decencia y sentimiento humano.
Esos campos de muerte testimonian también un plan sin precedentes que buscaba la
exterminación sistemática y deliberada de un todo un pueblo, el pueblo judío. La
Santa Sede ha recordado en numerosas ocasiones con sentido de profunda tristeza
los sufrimientos de los judíos a causa del crimen que ahora es conocido como
Shoah. Acaecido en uno de los capítulos más oscuros del siglo XX, es único en su
género y sigue siendo todavía una mancha vergonzosa en la historia de la
humanidad ante la conciencia de todos.
Durante su visita a Auschwitz en 1979, Juan Pablo II afirmó que deberíamos hacer
que el llanto de las personas allí martirizadas sirviera para hacer un mundo
mejor, sacando las conclusiones adecuadas de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.
Señor presidente:
En un siglo caracterizado por catástrofes causadas por los hombres, los campos
de muerte del nazismo son un recuerdo excepcional de «la inhumanidad del ser
humano con sus semejantes» y de su capacidad para hacer el mal. Sin embargo,
debemos recordar que la humanidad es también capaz de grandes cosas, del
sacrificio personal y del altruismo. Cuando las calamidades naturales o humanas
golpean, como hemos visto en las semanas recientes, las personas ofrecen la
mejor cara de la sociedad humana, con solidaridad y fraternidad, en ocasiones, a
expensas de los propios intereses. En el contexto de la conmemoración de hoy,
necesitamos pensar sobre todo en estas personas valientes de todos los ámbitos
de la sociedad, muchos de los cuales han sido reconocidos como «Justos entre las
Naciones». Todos los pueblos del mundo son capaces de hacer mucho bien, algo que
se alcanza con frecuencia a través de la educación y de la guía moral. Y a todo
esto, deberíamos añadir una dimensión espiritual, que sin dar una falsa
esperanza o explicaciones fáciles, nos ayuda a mantener la humildad, la
perspectiva y a afrontar terribles acontecimientos.
Por este motivo mi delegación da la bienvenida a esta oportunidad de recordar la
liberación de los campos de concentración del nazismo para que la humanidad no
olvide el terror del que es capaz el hombre; los males del extremismo político
arrogante y de la ingeniería social; y recuerde la necesidad de construir un
mundo más seguro y sano para cada hombre, mujer, y niño que viva en él.
Ojalá muchos hombres y mujeres de buena voluntad aprovechen esta ocasión para
decir «Nunca más» a crímenes como esos, sin importar cual sea su inspiración
política, para que todas las naciones, así como esta organización, respeten
verdaderamente la vida, la libertad y la dignidad de cada uno de los seres
humanos. Con una voluntad política seria, con los recursos morales y
espirituales seremos capaces de transformar una vez por todas nuestras
respectivas culturas para que las personas del mundo aprendan a custodiar como
un tesoro la vida y a promover la paz.
Gracias, señor presidente.
[Traducción del original inglés realizada por Zenit]
ZS05012508
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Decreto sobre las indulgencias
concedidas en el Año de la Eucaristía
Publicado por la Penitenciaría Apostólica
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
Ofrecemos a continuación la traducción al castellano del Decreto de la
Penitenciaría Apostólica sobre las indulgencias concedidas en el Año de la
Eucaristía, publicado por la edición diaria italiana de «L'Osservatore Romano»
el 15 de enero (en italiano y latín).
DECRETO DE LA PENITENCIARÍA APOSTÓLICA
SOBRE LAS INDULGENCIAS CONCEDIDAS
EN EL AÑO DE LA EUCARISTÍA
El más grande de los milagros (cf. solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de
Cristo, Oficio de lectura, segunda lectura) y memorial supremo de la Redención
realizada por nuestro Señor Jesucristo mediante su sangre, la Eucaristía, en
cuanto sacrificio y en cuanto sacramento, produce de modo indefectible la unidad
de la Iglesia, la sostiene con la fuerza de la gracia sobrenatural, la inunda de
alegría inefable, y es una ayuda sobrenatural para alimentar la piedad de los
fieles e impulsarlos hacia el aumento de su vida cristiana, más aún, hacia la
perfección.
En consideración de esto, el Sumo Pontífice Juan Pablo II, movido por su
solicitud por la Iglesia, para promover el culto público y privado al Santísimo
Sacramento, con la carta apostólica
Mane nobiscum Domine , del 7 de octubre de 2004, estableció que se celebre
en toda la Iglesia un año específico, llamado «Año de la Eucaristía».
Además, durante este año, para impulsar a los fieles a un conocimiento más
profundo y a un amor más intenso al inefable «Misterio de la fe», a fin de que
obtengan frutos espirituales cada vez más abundantes, el mismo Santo Padre, en
la audiencia concedida a los responsables de la Penitenciaría apostólica, abajo
firmantes, el pasado 17 de diciembre, quiso enriquecer con indulgencias algunos
actos peculiares de culto y devoción al Santísimo Sacramento, según se indica a
continuación:
1. Se concede la indulgencia plenaria a todos y cada uno de los fieles, con las
condiciones habituales (a saber, confesión sacramental, comunión eucarística y
oración por las intenciones del Sumo Pontífice, con el corazón totalmente
desapegado del afecto a cualquier pecado), cada vez que participen con atención
y piedad en una función sagrada o en un ejercicio piadoso realizados en honor
del Santísimo Sacramento, solemnemente expuesto o reservado en el sagrario.
2. Asimismo, se concede, con las condiciones antes recordadas, la indulgencia
plenaria a los sacerdotes, a los miembros de los institutos de vida consagrada y
de las sociedades de vida apostólica, y a los demás fieles que por ley tienen
que rezar la liturgia de las Horas, así como a quienes suelen rezar el Oficio
divino sólo por devoción, cada vez que, al final de la jornada, recen con fervor
en común o de forma privada Vísperas y Completas ante el Santísimo Sacramento
expuesto a la veneración de los fieles o reservado en el sagrario.
Los fieles que, por enfermedad u otras justas causas, no puedan visitar el
Santísimo Sacramento de la Eucaristía en una iglesia u oratorio, podrán lucrar
la indulgencia plenaria en su casa o dondequiera que se encuentren a causa del
impedimento si, con total rechazo de cualquier pecado, como se ha dicho antes, y
con la intención de cumplir, en cuanto sea posible, las tres condiciones
habituales, realizan una visita espiritual, con el deseo del corazón, con
espíritu de fe en la presencia real de Jesucristo en el Sacramento del altar, y
rezan el padrenuestro y el Credo, añadiendo una jaculatoria a Jesús sacramentado
(por ejemplo, «Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar»).
Si ni siquiera esto pudieran hacer, lucrarán la indulgencia plenaria si se unen
con deseo interior a quienes practican de modo ordinario la obra prescrita para
la indulgencia y ofrecen a Dios misericordioso las enfermedades y las
dificultades de su vida, teniendo también ellos el propósito de cumplir, en
cuanto les sea posible, las tres condiciones habituales.
Los sacerdotes que ejercen el ministerio pastoral, sobre todo los párrocos,
teniendo presentes las «Sugerencias y propuestas» publicadas el 15 de octubre de
2004 por la Congregación para el culto divino y la disciplina de los
sacramentos, informen del modo más conveniente a sus fieles sobre estas
saludables disposiciones de la Iglesia, estén disponibles con espíritu solícito
y generoso para escuchar sus confesiones, y, en los días establecidos para la
utilidad de los fieles, dirijan de modo solemne el rezo público de oraciones a
Jesús sacramentado.
Por último, al impartir la catequesis, exhorten a los fieles a dar con
frecuencia testimonio abierto de fe y de amor al Santísimo Sacramento, como se
propone en la concesión general IV del «Enchiridion indulgentiarum», teniendo
presentes también las demás concesiones del mismo «Enchiridion»: n. 7,
adoración y procesión eucarística; n. 8, comunión eucarística y espiritual; n.
27, primera misa de los neosacerdotes y celebraciones jubilares de ordenación
sacerdotal y episcopal.
Este decreto tiene vigencia durante el Año eucarístico, a partir del día mismo
de su publicación en «L'Osservatore Romano», no obstante cualquier disposición
contraria.
Roma, sede de la Penitenciaría apostólica, 25 de diciembre de 2004,
solemnidad de la Navidad de Nuestro Señor Jesucristo.
Card. James Francis STAFFORD
Penitenciario mayor
Gianfranco GIROTTI, o.f.m. conv.
Regente
[Traducción distribuida por la página web de la Santa Sede]
ZS05012506
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Pasado y presente del catolicismo
español en el saludo del cardenal Rouco al Papa
Con motivo de la visita «ad limina apostolorum»
CIUDAD DEL VATICANO, martes, 25 enero 2005 (ZENIT.org).-
Publicamos el saludo que dirigió este lunes el cardenal Antonio María Rouco
Varela, arzobispo de Madrid, a Juan Pablo II al recibir a los obispos de las
provincias eclesiásticas de Burgos, Madrid, Mérida-Badajoz, Oviedo, Pamplona,
Valladolid, Toledo, Zaragoza y al ordinario militar en el marco de su visita «ad
limina apostolorum».
* * *
Santo Padre: damos gracias a Dios por este don de la visita «ad limina
apostolorum» de los hermanos obispos de las provincias eclesiásticas de Burgos,
Madrid, Mérida-Badajoz, Oviedo, Pamplona, Valladolid, Toledo, Zaragoza y
Ordinario Militar. En nombre de los señores arzobispos y obispos tengo la honda
satisfacción y el gozo de agradecerle de corazón su cariñosa y paternal acogida.
Venimos a orar, con la mirada que nos donan los ojos de la fe, ante las tumbas
de los santos apóstoles Pedro y Pablo, a manifestar nuestra comunión con Su
Santidad --el Sucesor de Pedro, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia
Universal-- y a renovar nuestra adhesión a la Católica «cum Petro et sub Petro».
Venimos a Su encuentro los obispos de las diócesis de una gran parte de la
geografía española. Todas ellas son herederas de un rico legado católico, casi
dos veces milenario, y guardan una grandiosa historia que es hermoso reflejo de
nuestras raíces cristianas, siempre prontas a acoger las riquezas de la Iglesia,
Una, Santa, Católica y Apostólica y a transmitir a las demás Iglesias del orbe
cuanto han recibido.
La Caesaraugustana, la Toletana y la Emeritense, junto a las otras Iglesias
particulares --algunas muy jóvenes, como ocurre con la Diócesis de la Provincia
Eclesiástica de Madrid-- son un glorioso capítulo de la historia eclesial de
España, siempre benéfica para todos los pueblos. No pocas de las Iglesias que
peregrinan en estos lugares guardan con mimo el recuerdo y la memoria imborrable
de sus Visitas Pastorales, especialmente la realizada los días 3 y 4 de mayo del
año 2003. Los cinco nuevos santos canonizados en esta ocasión, todos ellos de
nuestra España contemporánea son buena prueba de esa fecunda herencia recibida
desde la más temprana evangelización en la Hispania romana.
Su presencia, Santo Padre, su aliento apostólico y su ejemplo nos empuja a guiar
a nuestro pueblo por los caminos de la santidad. Venimos de una tierra de santos
que, al igual que los otros pueblos de Europa, está viviendo un momento
decisivo, con mutaciones en el orden moral que nos obligan a vivir con especial
fidelidad el legado recibido y a entregarnos sin límites a la nueva
evangelización.
La dolorosa amenaza y la espiral de la violencia terrorista, una «estructura de
pecado» que pervierte las conciencias, la «cultura de la muerte» que nos aboca a
la apostasía silenciosa, el relativismo que desfigura el auténtico sentido de la
criatura humana, del bien y de la verdad del hombre, hace que renovemos, con
especial hondura, nuestra comunión con el Vicario de Cristo, con Cristo mismo,
«en Quien radica la salvación del mundo».
Confiamos que los jóvenes –los «centinelas del mañana, la esperanza de la
Iglesia y del Papa, el pueblo de las bienaventuranzas»-- puedan encontrar a
Jesucristo, y como auténticos santos de hoy se conviertan en apóstoles de
nuestros contemporáneos. Ponemos con ilusión nuestra mirada en la próxima
Jornada Mundial de la Juventud en Colonia, donde, Dios mediante, los jóvenes del
mundo podrán proclamar, alentados por la entrega de Su Santidad, que adorar a
Jesucristo es la acción más bella que puede realizar la criatura humana.
Santidad, queremos escuchar su palabra y sus orientaciones, ofrecerle lo mejor
que conocemos de nuestras Iglesias particulares, expresarle nuestro mas hondo
agradecimiento a Dios por su entrega, por su servicio incansable, en definitiva,
por su vida, y pedimos al Omnipotente, con la intercesión de la Inmaculada,
Patrona de España, que sus desvelos y sus preocupaciones den frutos de vida
eterna en España y en toda la Iglesia en España, y en toda la Iglesia, para la
salvación de la Humanidad entera.
¡Muchas gracias de corazón, Santo Padre, por recibirnos!
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