HISTORIA. El altar mayor de la iglesia románica. / DM
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La Fundación Marcelino Botín está a punto de terminar la rehabilitación
integral y acondicionamiento de la iglesia de Santa María de Bareyo y su
entorno, que comenzó a gestarse a mediados de los años 90 y que se convirtió
en proyecto en noviembre de 2001 de la mano del arquitecto Eduardo Ruiz de
la Riva y del paisajista Luis González-Camino. La rehabilitación se inició
en septiembre de 2002 y se concluyó un año más tarde. A lo largo de 2004 se
ha realizado la primera parte de acondicionamiento del entorno y está
pendiente la segunda, para poner así fin a una intervención integral donde
la labor interdisciplinar de los diferentes profesionales ha sido
fundamental.
Se trata del proyecto de intervención más importante realizado por la
Fundación Botín, con coste que rondará los 700.000 euros, que ha reparado
los daños que el tiempo había causado en el templo, ha asegurado la
conservación de su entorno y ha permitido descubrir una necrópolis medieval
en su exterior, tal y como comentó ayer su subdirectora Esperanza Botella.
La Fundación Botín presentará hoy en su sede de Pedrueca, en una conferencia
pública a las 20,00 horas, estos trabajos que se han realizado durante los
últimos ocho años en esta iglesia románica situada en Santa María de Bareyo
en un entorno privilegiado cercano a la costa. Su traza románica ha sufrido
diversas reformas y así, en el siglo XVI, se añadieron la capilla y
sacristía junto al ábside, la capilla frente a la puerta principal y
crucería de la nave. La torre actual fue edificada en los años 30 del pasado
siglo, sustituyendo a otra más antigua que se alzaba adosada a la puerta
oeste.
Labor interdisciplinar
El arquitecto que ha dirigido las obras, Eduardo Ruiz de la Riva, explicó
que se escogió Bareyo por ser un edificio muy valioso pero poco conocido e
idóneo para poner en valor. Relató que el proyecto ha durado ocho años
porque su ambicioso enfoque obligaba a conseguir la protección de la iglesia
por parte de la Consejería de Cultura y del Ayuntamiento, trasladar el
cementerio anexo al templo, modificar el trazado de una carretera, hacer un
estudio sobre su entorno paisajístico, conocer el estado del edificio y
analizar los restos arqueológicos de los alrededores. Por ello, recordó que
ha sido clave la coordinación entre numerosas entidades: consejerías de
Obras Públicas, Cultura y Sanidad, el Obispado, Electra de Viesgo, el
Ayuntamiento de Bareyo y la propia Fundación.
Por su parte, el paisajista Luis González-Camino señaló la importancia que
la adecuación del entorno ha tenido para mejorar la visión de la iglesia:
así, se ha levantado el hormigón que la rodeaba y se ha sustituido por
hierba y por un pavimento de losas y adoquines. Además, el proyectado cambio
de la carretera permitirá separar el actual cementerio y mejorar la
situación de la encina centenaria que está junto al edificio.
El trabajo arqueológico que ha complementado la rehabilitación de la iglesia
ha hecho descubrir restos de pinturas góticas, muy deterioradas, y una
necrópolis cristiana medieval situada en el exterior de los muros románicos,
con enterramientos que abarcan desde el siglo XI al XVI, según explicaron
ayer los arqueólogos Javier Marcos y Lino Mantecón. La necrópolis presenta
diversos tipos de enterramientos: un sarcófago con motivos decorativos e
inscripciones latinas, tumbas semiexcavadas en roca, ataúdes, lajas... Se ha
logrado identificar unos 49 individuos en conexión anatómica.
El trabajo de los arqueólogos ha revelado también las distintas fábricas que
se emplearon en la construcción de la iglesia y ha servido para orientar el
resto de las obras de rehabilitación. «El seguimiento arqueológico ha sido
fundamental para determinar las etapas del proyecto y las decisiones que se
han ido tomando a lo largo de la intervención», destacó Esperanza Botella.