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Bareyo
La rehabilitación de la iglesia de Santa María de Bareyo entra en su recta final
La Fundación Botín presenta hoy en un acto público el proyecto realizado durante los últimos ocho años Queda pendiente la segunda fase del acondicionamiento del entorno
 
JOSÉ MARÍA GUTIÉRREZ/SANTANDER
 
HISTORIA. El altar mayor de la iglesia románica. / DM
La Fundación Marcelino Botín está a punto de terminar la rehabilitación integral y acondicionamiento de la iglesia de Santa María de Bareyo y su entorno, que comenzó a gestarse a mediados de los años 90 y que se convirtió en proyecto en noviembre de 2001 de la mano del arquitecto Eduardo Ruiz de la Riva y del paisajista Luis González-Camino. La rehabilitación se inició en septiembre de 2002 y se concluyó un año más tarde. A lo largo de 2004 se ha realizado la primera parte de acondicionamiento del entorno y está pendiente la segunda, para poner así fin a una intervención integral donde la labor interdisciplinar de los diferentes profesionales ha sido fundamental.

Se trata del proyecto de intervención más importante realizado por la Fundación Botín, con coste que rondará los 700.000 euros, que ha reparado los daños que el tiempo había causado en el templo, ha asegurado la conservación de su entorno y ha permitido descubrir una necrópolis medieval en su exterior, tal y como comentó ayer su subdirectora Esperanza Botella.

La Fundación Botín presentará hoy en su sede de Pedrueca, en una conferencia pública a las 20,00 horas, estos trabajos que se han realizado durante los últimos ocho años en esta iglesia románica situada en Santa María de Bareyo en un entorno privilegiado cercano a la costa. Su traza románica ha sufrido diversas reformas y así, en el siglo XVI, se añadieron la capilla y sacristía junto al ábside, la capilla frente a la puerta principal y crucería de la nave. La torre actual fue edificada en los años 30 del pasado siglo, sustituyendo a otra más antigua que se alzaba adosada a la puerta oeste.

Labor interdisciplinar

El arquitecto que ha dirigido las obras, Eduardo Ruiz de la Riva, explicó que se escogió Bareyo por ser un edificio muy valioso pero poco conocido e idóneo para poner en valor. Relató que el proyecto ha durado ocho años porque su ambicioso enfoque obligaba a conseguir la protección de la iglesia por parte de la Consejería de Cultura y del Ayuntamiento, trasladar el cementerio anexo al templo, modificar el trazado de una carretera, hacer un estudio sobre su entorno paisajístico, conocer el estado del edificio y analizar los restos arqueológicos de los alrededores. Por ello, recordó que ha sido clave la coordinación entre numerosas entidades: consejerías de Obras Públicas, Cultura y Sanidad, el Obispado, Electra de Viesgo, el Ayuntamiento de Bareyo y la propia Fundación.

Por su parte, el paisajista Luis González-Camino señaló la importancia que la adecuación del entorno ha tenido para mejorar la visión de la iglesia: así, se ha levantado el hormigón que la rodeaba y se ha sustituido por hierba y por un pavimento de losas y adoquines. Además, el proyectado cambio de la carretera permitirá separar el actual cementerio y mejorar la situación de la encina centenaria que está junto al edificio.

 

Bareyo
Aparición de una necrópolis medieval
 
 
J. M. G./SANTANDER
 
 
El trabajo arqueológico que ha complementado la rehabilitación de la iglesia ha hecho descubrir restos de pinturas góticas, muy deterioradas, y una necrópolis cristiana medieval situada en el exterior de los muros románicos, con enterramientos que abarcan desde el siglo XI al XVI, según explicaron ayer los arqueólogos Javier Marcos y Lino Mantecón. La necrópolis presenta diversos tipos de enterramientos: un sarcófago con motivos decorativos e inscripciones latinas, tumbas semiexcavadas en roca, ataúdes, lajas... Se ha logrado identificar unos 49 individuos en conexión anatómica.

El trabajo de los arqueólogos ha revelado también las distintas fábricas que se emplearon en la construcción de la iglesia y ha servido para orientar el resto de las obras de rehabilitación. «El seguimiento arqueológico ha sido fundamental para determinar las etapas del proyecto y las decisiones que se han ido tomando a lo largo de la intervención», destacó Esperanza Botella.