CIFRAS de audiencia brutas al margen, muchos lectores están impresionados
por el documental que la otra noche ofreció Pedro Erquicia en 'Documentos
TV' sobre las experiencias de vida después de la muerte. Estas experiencias
no son nuevas, pero el reportaje aportaba la constatación experimental de
que habían tenido lugar en una situación de muerte clínica irrefutable. El
contexto científico de estas experiencias es la relación entre cerebro y
mente: todo parece indicar que mente y cerebro son dos realidades distintas.
'Documentos TV' esbozaba una constatación experimental de esa diferencia. Y
al fondo, evidentemente, la cuestión del alma. Por eso era tan impresionante
el documento que sirvió Erquicia. En el plano estrictamente televisivo, a
uno siempre le dejará perplejo que estas cuestiones, que en realidad son las
verdaderamente importantes de la condición humana, estén completamente
desterradas de la televisión, confinadas -en el mejor de los casos- en la
programación secundaria de los canales de pago o en programas de honda
medianoche. Ahora bien, el reportaje que sirvió Erquicia era un reportaje
hecho para la televisión; de donde uno deduce sin dificultad que esta
necedad generalizada de la pequeña pantalla es, en realidad, un problema
específicamente nuestro, español, porque en otras latitudes la tele funciona
de otra manera. Eso concierne a la propia TVE: los mejores reportajes de
'Documentos TV' son anglosajones, no propios. Aún así, a nuestra pública hay
que condecorarla por hacerse eco de estas cosas. Porque si volvemos la vista
hacia las privadas, el paisaje es completamente desolador: ¿Imagina alguien
un documental sobre los avances en la investigación científica bajo el
logotipo de Antena 3 o Telecinco? No. ¿Por qué? Por la sencilla razón de que
la estrategia de comunicación de nuestros canales privados parte de la base
de que ellos están para entretener y para nada más; incluso los informativos
-último reducto del viejo mundo periodístico en televisión- tienden
ocasionalmente a convertirse en 'shows' de noticias. Ni siquiera Canal Plus
osa adentrarse en semejantes terrenos, aunque nos sorprenda de vez en cuando
con la emisión de excelentes documentales que, eso sí, generalmente llevan
firma extranjera. Aquella vieja maldición unamuniana, «que inventen ellos»,
se ha convertido en lema de la televisión española. Y hemos dado un paso
más: «Que inventen ellos, que a nosotros esto nos importa un bledo». Nuestra
tele, realmente, tiene mucho que aprender.