Redacción -
26/01/2005 Diversas organizaciones católicas, y
algunas no confesionales, han constituido una corriente social
organizada de amplio espectro de sensibilidades y de naturaleza
transversal para actuar en la vida pública española, de acuerdo con un
común denominador: la defensa de las libertades y de la vida, plasmado
en un texto titulado "Manifiesto por la Vida y por la Libertades", que
se dará a conocer hoy en la Universidad San Pablo CEU. Este texto
responde a la gravedad de la situación generada por el laicismo
potenciado desde el gobierno del PSOE.
El "Manifiesto por la Vida y por las Libertades", iniciativa de una
nueva corriente social compuesta por diversas organizaciones católicas,
y también no confesionales, se presenta hoy en la Universidad San Pablo
CEU. Este nuevo movimiento quiere ser la constatación del desequilibrio
actual de la escasa presencia de la voz de los ciudadanos católicos y de
aquellos otros que, sin serlo, comparten muchos de los objetivos de
éstos. El presidente de E-cristians, José Miró y Ardèvol será el
encargado de presentar este texto que aglutinará la acción de algunos
significativos grupos católicos frente a las medidas disgregadoras de la
familia y que atentan contra el sentido cristiano de la vida.
Juan Pablo II denunció el lunes en el Vaticano que en España se está
difundiendo un laicismo y un indiferentismo religioso que está
promoviendo un desprecio por la religión y que conduce a la restricción
de la libertad religiosa. El Papa aseguró que no pueden arrancarse las
“vivas raíces cristianas” españolas y que esta tendencia, creciente en
España, está promoviendo que las nuevas generaciones de españoles estén
creciendo influidas por el “indiferentismo religioso, la ignorancia de
la tradición cristiana y expuestos a la tentación de una permisividad
moral”. Su Santidad añadió también en su discurso que “en España se va
difundiendo una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva
gradualmente de forma más o menos consciente a la restricción de la
libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo
religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su
expresión pública”. Ese laicismo, añadió Su Santidad, no forma parte de
la tradición española más noble, “pues la impronta que la fe católica ha
dejado en España es muy profunda para que se ceda a la tentación de
silenciarla”.
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