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27 de enero de 2005


Santa Sede
Recordar Auschwitz para que no se repita, exige Juan Pablo II
Una Cuaresma para redescubrir la grandeza de los ancianos, propone el Papa
La Santa Sede pide al gobierno español que lea atentamente el discurso del Papa

Mundo
60 años de Auschwitz: Aún queda un largo camino de purificación, según los obispos alemanes
Religiosas amenazadas tras sufrir una profanación en su convento de Ambernath (la India)
El sacrificio (hasta la muerte) de católicos para salvar a judíos en Italia
La Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud en un campo de concentración alemán

Flash
Retiro internacional para sacerdotes en Monterrey (México) durante el mes de julio

Entrevista
Juan Pablo II testimonia en su vejez que toda vida es digna de ser vivida
Un historiador protestante revela la influencia de la masonería en la España actual

Documentación
Mensaje del Papa en el sexagésimo aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau
Mensaje del Papa para la Cuaresma 2005
Declaración vaticana de respuesta al gobierno español

 




 


Santa Sede



Recordar Auschwitz para que no se repita, exige Juan Pablo II
En el sexagésimo aniversario de la liberación del campo de concentración

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha pedido recordar a las víctimas de Auschwitz y de la barbarie nazi para que algo así no vuelva a repetirse, en un mensaje enviado este jueves con motivo de la conmemoración del sexagésimo aniversario de la liberación de los prisioneros en ese campo de concentración.

Líderes de todo el mundo se dieron cita en Auschwitz-Birkenau, el campo establecido por la Alemania nazi en la Polonia, en donde se calcula que 1,5 millones de personas murieron en las cámaras de gas y los crematorios.

El Papa se hizo presente en el encuentro a través de su enviado especial, el cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París, cuya madre murió en Auschwitz, quien trajo consigo un emotivo mensaje escrito en polaco por este Papa con el estilo inconfundible de Karol Wojtyla.

«Si recordamos el drama de las víctimas, no lo hacemos para volver a abrir heridas dolorosas ni para suscitar sentimientos de odio y propósitos de venganza, sino para rendir homenaje a aquellas personas, para sacar a la luz la verdad histórica y, sobre todo, para que todos se den cuenta de que aquellas vicisitudes tenebrosas tienen que ser un llamamiento para los hombres de hoy a la responsabilidad en la construcción de nuestra historia», afirma el Papa en su mensaje.

«¡Que nunca más se repita en ningún rincón de la tierra lo que experimentaron los hombres y mujeres que lloramos desde hace sesenta años!», exclama.

El documento constituye un homenaje a los hombres y mujeres de todos los pueblos que perdieron la vida en aquellas inhumanas condiciones.

Juan Pablo II se detiene espiritualmente ante las lápidas hebreas de Auschwitz-Birkenau, donde estuvo siendo ya Papa en 1979, y afirma: «Nadie puede pasar de largo ante la tragedia de la Shoah», el Holocausto.

«Aquel intento de acabar programadamente con todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y el mundo entero; es un crimen que mancha para siempre la historia de la humanidad», recalca.

El mensaje recuerda la participación «compleja» de la Unión Soviética en la segunda guerra mundial para reconocer que «no es posible dejar de recordar que en ella los rusos sufrieron el número más elevado de personas que perdieron trágicamente la vida».

«También los gitanos, en las intenciones de Hitler, habían sido destinados al exterminio total. No se puede infravalorar el sacrificio de la vida impuesto a aquellos hermanos nuestros en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau», explica.

El Papa recuerda también a todos los polacos asesinados en ese campo de muerte, lanzando «un nuevo grito por el derecho de ocupar su propio lugar en el mapa de Europa: una nueva cuenta dolorosa con la conciencia de la humanidad».

Hoy, «a través del perseverante esfuerzo de mis compatriotas --escribe con satisfacción--, Polonia ha encontrado su lugar adecuado en el mapa de Europa. Mi deseo es que este histórico hecho traiga frutos de recíproco enriquecimiento para todos los europeos».

Por último, el obispo de Roma explica que no sería objetivo hablar de Auschwitz sin «recordar que, en medio de aquella acumulación de mal indescriptible, se dieron manifestaciones heroicas de adhesión al bien».

«Hubo muchas personas que aceptaron con libertad de espíritu someterse al sufrimiento, y demostraron amor no sólo hacia los compañeros prisioneros, sino también a sus verdugos. Muchos lo hicieron por amor de Dios y del hombre, otros en nombre de los valores espirituales más elevados», evoca.

«Gracias a su actitud, se hizo evidente una verdad, que con frecuencia aparece en la Biblia: aunque el hombre es capaz de hacer el mal, a veces un mal enorme, el mal no tendrá la última palabra. En el abismo mismo del sufrimiento, puede vencer el amor», reconoce.

«El testimonio de un amor como el surgido en Auschwitz no puede caer en el olvido. Debe alzar incesantemente las conciencias, extinguir los conflictos, exhortar a la paz», concluye.
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Una Cuaresma para redescubrir la grandeza de los ancianos, propone el Papa
En su mensaje para el período litúrgico de preparación de la Pascua 2005

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha propuesto a los mil millones de católicos del mundo que en la Cuaresma de este año manifiesten de manera particular su cariño a los ancianos y reconozcan la grandeza de su dignidad, ante propuestas de introducción de la eutanasia.

La propuesta del Santo Padre queda expuesta en el mensaje publicado este jueves por la Santa Sede, dedicado al período litúrgico de cuarenta días de preparación de la Pascua que comenzará el próximo 9 de febrero, Miércoles de Ceniza.

En el texto, que tiene por título una frase del libro bíblico del Deuteronomio «En Él está tu vida, así como la prolongación de tus días» (30, 20), el Santo Padre expresa el deseo de que esta Cuaresma ayude a «a alcanzar una mayor comprensión de la función que las personas ancianas están llamadas a ejercer en la sociedad y en la Iglesia».

«El cuidado de las personas ancianas, sobre todo cuando atraviesan momentos difíciles, debe estar en el centro de interés de todos los fieles, especialmente de las comunidades eclesiales de las sociedades occidentales, donde dicha realidad se encuentra presente en modo particular», exige el Santo Padre de 84 años de edad.

El mandamiento «No matarás», aclara, «no pierde su vigencia ante la presencia de las enfermedades, y cuando el debilitamiento de las fuerzas reduce la autonomía del ser humano».

«Hay que hacer crecer en la opinión pública la conciencia de que los ancianos constituyen, en todo caso, un gran valor que debe ser debidamente apreciado y acogido», asegura el Santo Padre.

Por ello, el mensaje pontificio piden que se incrementen «las ayudas económicas y las iniciativas legislativas que eviten su exclusión de la vida social».

Para el Papa «el anciano puede desarrollar una gran función en la sociedad», pues «la sabiduría y la experiencia de los ancianos pueden iluminar el camino del hombre en la vía del progreso hacia una forma de civilización cada vez más plena».

«¿Qué sucedería si el Pueblo de Dios cediera a una cierta mentalidad actual que considera casi inútiles a estos hermanos nuestros, cuando merman sus capacidades por los achaques de la edad o de la enfermedad?», se pregunta.

La misiva del Papa fue presentada a la prensa internacional en el Vaticano por el arzobispo alemán Paul Josef Cordes, presidente del Consejo Pontificio «Cor Unum», y por monseñor André-Mutien Léonard, obispo de Namur (Bélgica).

Es posible leer el mensaje íntegro en la sección «Documentos» de la página web de Zenit (http://www.zenit.org).
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La Santa Sede pide al gobierno español que lea atentamente el discurso del Papa
Garantiza su voluntad de diálogo con el ejecutivo de Rodríguez Zapatero

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- La Santa Sede ha pedido el gobierno español «una atenta lectura» del discurso que Juan Pablo II dirigió este 24 de enero a obispos de ese país, después de que el ejecutivo convocara por sorpresa al nuncio apostólico en Madrid.

Joaquín Navarro Valls, director de la Oficina de Información de la Santa Sede, entregó este jueves una declaración a la prensa internacional en la que, además, garantiza la voluntad de diálogo de la Iglesia.

Un «Comunicado», emitido por la Dirección General para las Comunicaciones Exteriores del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, revela que el ejecutivo comunicó este miércoles al arzobispo Manuel Monteiro de Castro, nuncio apostólico en España, su «extrañeza» por las palabras expresadas en el discurso del Papa (Cf. Zenit 24 de enero de 2005).

El subsecretario de Asuntos Exteriores y de Cooperación, don Luis Calvo Merino, manifestó su «extrañeza» «por la referencia explícita» del discurso papal «a un supuesto laicismo restrictivo que pudiera limitar la libertad religiosa y que el mismo pudiera ser atribuido a una actitud deliberada del Gobierno».

En el discurso del Papa no se hacía esta referencia explícita, pues decía «en el ámbito social se va difundiendo también una mentalidad inspirada en el laicismo, ideología que lleva gradualmente, de forma más o menos consciente, a la restricción de la libertad religiosa hasta promover un desprecio o ignorancia de lo religioso, relegando la fe a la esfera de lo privado y oponiéndose a su expresión pública».

Según el comunicado ministerial, el gobierno también manifestó «su extrañeza por la mención que se hace en el discurso del deber que tienen los poderes públicos de garantizar el derecho a la enseñanza religiosa y de asegurar las condiciones reales de su ejercicio, dado que el régimen docente de la enseñanza religiosa está regulado por el Acuerdo entre España y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales de 1979».

Juan Pablo II había recordado en su intervención que los poderes públicos tienen el deber de garantizar el derecho de los padres a la educación religiosa y a «asegurar las condiciones reales de su efectivo ejercicio, como está recogido en los Acuerdos Parciales entre España y la Santa Sede de 1979, actualmente en vigor».

Una de las primeras medidas del ejecutivo del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), elegido en marzo pasado, fue el de congelar el aspecto de la reforma educativa que preveía un reconocimiento efectivo de la asignatura de Religión en las escuelas, aunque ésta mantenía su carácter facultativo.

El comunicado de Navarro Valls responde al gobierno español proponiendo «una atenta lectura de todo el discurso pontificio, que bien puede ilustrar la posición de la Iglesia».

El comunicado emitido por el gobierno español concluía afirmando «su deseo de mantener un fructífero entendimiento con la Iglesia, mediante un diálogo permanente basado en el respeto profundo del ámbito de competencias que los Acuerdos entre España y la Santa Sede reconocen a ambas Partes».

Ante esta propuesta, el portavoz vaticano concluye su declaración afirmando: «Se toma acto con satisfacción de la voluntad del gobierno español de mantener un entendimiento fructuoso con la Iglesia a través de un diálogo permanente, animado por el recíproco respeto, como se expresa en el mismo comunicado. Ésta ha sido y será siempre la línea de la Santa Sede».

Los primeros meses de gobierno socialista, liderado por el primer ministro José Luis Rodríguez Zapatero, han sido testigos del anuncio de medidas que han provocado la oposición de los católicos y de sus pastores.

Además del congelamiento del reconocimiento efectivo de la enseñanza facultativa de la Religión, el gobierno ha anunciado medidas como el anteproyecto de ley de reconocimiento del matrimonio homosexual (incluida la adopción de niños), el proyecto de ley para instaurar el divorcio por la vía rápida (bastan 90 días de matrimonio), ha aprobado la investigación con embriones humanos.

La Confederación Católica de Asociaciones de Padres (CONCAPA) anunció hace una semana el fin de la campaña a favor de la asignatura de Religión, en la que ha recabado más de 3.120.000 firmas.

Más de doscientas asociaciones, que agrupan a millones de españoles, presentaron este miércoles públicamente el «Manifiesto por los derechos y las libertades» en el que reclaman al gobierno español «el respeto por la vía de los hechos a nuestras creencias y valores y, en este sentido, exigimos se establezca una mesa de diálogo con las organizaciones que representan» a los católicos, que constituyen el 94% de la sociedad española.
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Mundo



60 años de Auschwitz: Aún queda un largo camino de purificación, según los obispos alemanes


MAGUNCIA, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Cuando se cumplen 60 años de la liberación de los campos de concentración, la Conferencia Episcopal alemana reconoce que aún queda por delante «un largo camino de purificación», y, recordando a las víctimas de la furia homicida nazi, alerta sobre la aparición de nuevas tendencias antisemitas.

En una Declaración difundida el pasado lunes, los prelados alemanes hacen memoria del 27 de enero de 1945, cuando las tropas soviéticas liberaron los campos de concentración de Auschwitz I y Auschwitz-Birkenau.

«Como ningún otro lugar, Auschwitz representa el símbolo de la aniquilación del judaísmo europeo», escriben los obispos recordando también a los «cientos de miles de nómadas y gitanos», todos víctimas del «homicidio de masa en el signo de la locura racial nacional-socialista» o de «experimentos pseudocientíficos».

A ello añaden la mención a muchos miles de soldados del Ejército rojo, obligados a trabajar en el campo de Auschwitz-Bierkenau y después sistemáticamente asesinados: «A todas estas víctimas, también a los testigos de la fe cristiana, se dirige nuestro recuerdo», expresan.

La Declaración constata como el campo se imprimió de forma particular en el «calvario» de una Polonia ocupada donde «fue asesinada toda la población judía y gran parte de los intelectuales polacos».

Pero la fecha es también ocasión para recordar a «los innumerables soldados aliados que dieron la vida para la liberación de Europa del sistema criminal del nacional-socialismo» y en particular al «Ejército rojo, que liberó a las víctimas aún vivas en el campo de Auschwitz».

«No ignoramos las terribles consecuencias de la conquista de gran parte de Alemania por parte del Ejército rojo para las poblaciones locales --puntualizan--. Animados por sus jefes para vengarse por los terribles crímenes de los alemanes contra la población rusa, los soldados soviéticos no se empeñaban sólo en una lucha justa contra Hitler, sino que estaban también al servicio del criminal Stalin».

«El sufrimiento padecido, que repercutió sobre la población alemana bajo forma de venganza por los crímenes alemanes no nos puede hacer ignorar sin embargo que sin el terrible tributo de sangre derramada sobre todo por los soldados rusos, bielorrusos y ucranianos, los asesinos de Auschwitz no se habrían detenido», subrayan.

«Nuestro pueblo ha empleado mucho tiempo para confrontarse con la responsabilidad por el monstruoso crimen cometido por los alemanes y en nombre de los alemanes. Aún hoy se usan mecanismos de alejamiento», y si bien es cierto que «es justo rechazar la idea de una culpa colectiva», también es «igualmente verdad que el número de alemanes personalmente culpables es superior al de las personas dispuestas a confesar su corresponsabilidad», advierten los obispos.

Y es que «la culpa no es sólo de los protagonistas en los lugares y de los jefes políticos --observan--. A distintos niveles son responsables también los simpatizantes y todos aquellos que fingieron no ver».

Los prelados alemanes son conscientes «de la presión a la que fue sometida entonces la población», «el grado de desinformación pública y la eficacia de los métodos intimidatorios».

«No obstante --añaden--, de nuestro pueblo se espera la admisión de que Auschwitz fue posible porque muy pocos tuvieron el valor de oponer resistencia».

Los obispos alemanes afirman que también la Iglesia católica se debe plantear un interrogante sobre su presunta o no corresponsabilidad en los sucesos acontecidos: «Nosotros tenemos que dar cuenta de una larga tradición de antijudaísmo entre los cristianos y en nuestra Iglesia», escriben.

Al respecto la Declaración recuerda que el documento vaticano «Nosotros recordamos: una reflexión sobre la Shoah», del 16 de marzo de 1998, suscitó la conveniencia de preguntarse «si la persecución del nazismo con respecto a los judíos no fue facilitada por los prejuicios antijudíos presentes en la mente y en el corazón de algunos cristianos».

Asimismo señalan la admisión de culpa de la Iglesia católica ante todo el mundo el 12 de marzo de 2000, pronunciada por Juan Pablo II: «Oremos por que, en el recuerdo de los sufrimientos padecidos por el pueblo de Israel en la historia, los cristianos sepan reconocer los pecados cometidos por no pocos de ellos contra el pueblo de la alianza y de las bendiciones, y así purificar su corazón».

Los prelados evocan además el gesto del Santo Padre en su visita a Tierra Santa en 2000, cuando se detuvo largo tiempo en el memorial de Yad Vashem: «Este acto del Papa se ha convertido en fuente de renovación. El Papa procede con decisión en los esfuerzos por mejorar las relaciones con el judaísmo y alienta a toda la Iglesia a encontrar caminos comunes con nuestros “hermanos mayores en la fe”».

«Por ello damos las gracias a todos aquellos que, frecuentemente con gran compromiso, se esfuerzan por el diálogo entre judaísmo y cristianismo», prosiguen.

«El recuerdo de Auschwitz nos lleva a interrogarnos por cuánto tiempo Alemania y Europa han aprendido de esta catástrofe que traspasa toda medida», escriben los prelados, poniendo en guardia sobre las tendencias antisemitas que siguen aún apareciendo.

Expresando su gratitud por el hecho de que «en los últimos años muchos judíos hayan tenido el valor de venir a Alemania», los prelados reconocen que «tenemos aún un largo camino de purificación» ante nosotros, pero «guiados por la esperanza de que el encuentro en la fe nos enriquezca a todos y nos acerque al Dios común de Abraham, de Isaac y de Jacob».
ZS05012706

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Religiosas amenazadas tras sufrir una profanación en su convento de Ambernath (la India)


BOMBAY, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- El convento de las carmelitas teresianas en Ambernath, cerca de Bombay (la India), sufrió el domingo la irrupción de unos asaltantes que profanaron la cruz arrancándola y destrozándola y dejaron mensajes de contenido intimidatorio en el lugar.

Al día siguiente, el vicepresidente de «All India Catholic Union» (AICU) –representa a los 16 millones de católicos del país— y portavoz de «The Bombay Catholic Sabha» (BCS) –asociación que defiende los derechos, libertades e intereses de la comunidad cristiana—, Dolphy D’souza, condenó los hechos en un comunicado –que difundió la Conferencia Episcopal del país-- y pidió la intervención de las autoridades.

AICU y BCS «condena el injustificado ataque en el convento con la profanación de la cruz y los mensajes intimidatorios que han dejado los culpables advirtiendo a las religiosas de nefastas consecuencias si no se marchan», dice el texto.

Algunos de los mensajes encontrados, escritos a mano, dicen: «Huid; volveremos»; «marchaos; este país es nuestro»; «ahora es la cruz, la próxima vez serán vuestras cabezas».

«Urgimos a la policía y a las autoridades del gobierno para que proporcionen protección y detengan a los culpables inmediatamente», expresa D’souza.

Subraya además que al lado del convento hay gente anciana. Y es que, con tres religiosas y dos postulantes, el convento carmelita atiende una casa para ancianos desde 2001; son doce las mujeres de edad que viven allí gracias a la generosidad, entre otras personas, de los feligreses de la cercana iglesia de Nuestra Señora de Fátima.

La hermana Diana, superiora del convento, confirmó a «Sar News» la irrupción de los asaltantes, según pudieron ver las propias religiosas, y admitió que es la primera vez que reciben amenazas así y que la comunidad está muy impresionada por el suceso.

«No sabemos quienes son los criminales, excepto que reivindicaron pertenecer a un grupo hindú», añadió.

«No estamos asustadas, puesto que hemos dedicado nuestras vidas al servicio de los pobres y necesitados», puntualizó.

La religiosa, también coordinadota archidiocesana de Bombay para el ministerio de prisiones, estaba de regreso a Ambernath desde Kerala; confirmó que había presentado una denuncia por amenazas, profanación de la cruz y daños a la propiedad privada en la comisaría de policía de Ambernath contra personas sin identificar.

Añade que la policía ha prometido vigilar por la noche para prevenir cualquier incidente.

«Hace dos años el padre Oscar Mendonca, párroco de la iglesia de San Juan Bautista en Thane, fue gravemente atacado y la policía había prometido seguridad a nuestros sacerdotes y religiosas», recuerda D’souza. Confirma que ha escrito al gobernador de Maharashtra y al ministro en jefe para que intervengan a fin de proporcionar protección y seguridad a la comunidad en minoría.

Las carmelitas teresianas atienden tres casas para ancianos en Bombay; comenzaron su labor con la cuarta en Ambernath en 2001. Con 1.400 miembros en varios Estados, Alemania, Italia y países africanos, es la primera congregación femenina nativa india fundada en 1866 en Koonammavu, en la archidiócesis de Kerala.
ZS05012708

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El sacrificio (hasta la muerte) de católicos para salvar a judíos en Italia
Al menos 170 sacerdotes y seminaristas fueron asesinados por haber ayudado a judíos y oponerse al nazismo

ROMA, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Muchos sacerdotes, religiosos y laicos perdieron la vida durante la persecución nazi en Italia por salvar a los judíos y a los detractores del nazismo.

En su libro «Historia de los judíos italianos», publicado poco después de la segunda guerra mundial gracias a una investigación de la Acción Católica Italiana, Luciano Tas, subraya la contribución ofrecida incluso hasta el derramamiento de sangre por parte de la Iglesia católica para ayudar y poner a salvo a los judíos perseguidos.

De acuerdo con Luciano Tas, «si el porcentaje de judíos deportados no es en Italia tan elevado como en otros países sin duda se debe a la ayuda activa que se les dio por parte de la población italiana desde instituciones católicas».

«Cientos de conventos, tras la orden en tal sentido impartida desde el Vaticano, acogieron a los judíos, miles de sacerdotes les ayudaron, otros prelados organizaron una red clandestina para la distribución de documentos falsos», prosigue.

De acuerdo con el «Martirologio del clero italiano», 729 sacerdotes y seminaristas perdieron la vida entre 1940 y 1946; de éstos, no menos de 170 fueron asesinados por haber ayudado a judíos y detractores del nazismo.

Este jueves, la edición en italiano del diario de la Santa Sede, «L'Osservatore Romano» recuerda el testimonio de Giovanni Palatucci, policía que falleció el 10 de febrero de 1945 en el campo de concentración de Dacha, a los 36 años, donde había sido internado por salvar a miles de judíos. Proclamado por Israel «justo entre las Naciones», la fase diocesana (en la diócesis de Roma) de su proceso de beatificación concluyó el año pasado.

Otro caso es el de un padre de familia, Odoardo Focherini (1907-1944). Comenzó a interesarse por los judíos antes del 8 de septiembre de 1943, cuando ayudó a un grupo de refugiados llegados de Varsovia. Salvó a 105 judíos de la deportación nazi. Fue detenido e internado en el campo de Hersbruck, donde falleció. Está en proceso de beatificación.

Activísimo en el mundo católico, a los 27 años Odoardo Focherini ya era presidente de Acción Católica en Italia. En 1937 pasó a ser director administrativo del diario «Avvenire», que entonces dirigía Raimondo Manzini, autor de encendidas polémicas contra el fascismo.

En 1938, Focherini contrató en «Avvenire» al periodista judío Giacomo Lampronti, despedido a causa de las leyes raciales, y en 1942, a petición de Manzini --a quien el cardenal de Génova, Pietro Boetto, había enviado algunos judíos de Polonia para defenderlos--, se encargó de proteger de la persecución a estos refugiados en un tren de Cruz Roja Internacional.

Su labor para salvar a judíos de la deportación se convirtió desde octubre de 1943 en la principal ocupación de Focherini. Con la agudización de las leyes anti-judías y el comienzo de las deportaciones raciales, en colaboración con otras personas, organizó una eficaz red para la expatriación hacia Suiza de más de un centenar de judíos.

Como alma de la organización, Focherini contactaba con las familias, conseguía los documentos desde las sinagogas, buscaba financiación y proporcionaba documentación falsa.

El 11 de marzo de 1944 Focherini fue detenido por los nazis en un hospital mientas atendía a un judío enfermo.

Fue trasladado al mando de las SS en Bolonia y de ahí a las cárceles de San Giovanni in Monte.

Durante una visita, su cuñado Bruno Marchesi le dijo: «Ten cuidado. Tal vez te expones demasiado. ¿No piensas en tus hijos?». Odoardo le respondió: «Si hubieras visto, como he visto yo en esta cárcel, lo que hacen padecer a los judíos, no lamentarías más que no haber hecho lo bastante por ellos, no haber salvado un número mayor».

Aislado en el «lager» de Flossenburg, fue trasladado al campo de Hersbruck donde se trabajaba desde las tres y media de la mañana hasta la tarde. Quien no resistía este ritmo, era marcado con una «K» en la frente e inmediatamente enviado a los hornos crematorios.

Herido en una pierna y jamás atendido, Focherini murió de septicemia el 27 de diciembre de ese mismo año. Tenía 37 años.

Antes de morir, dictó a su amigo Olivelli una carta-testamento: «Mis siete hijos... Querría verlos antes de morir... No obstante, acepta, oh, Señor, también este sacrificio, y protégelos Tú, junto a mi mujer, a mis padres, a todos mis seres queridos».

«Declaro morir en la más pura fe católica apostólica romana y en la plena sumisión a la voluntad de Dios --añadió--, ofreciendo mi vida en holocausto por mi diócesis, por Acción Católica, por el Papa y por el retorno de la paz al mundo».

«Os ruego que digáis a mi esposa que siempre le he sido fiel, que siempre he pensado en ella y que siempre la he amado intensamente», concluyó.

La noticia de su muerte llegó a Carpi, de donde era originario, en 1945, y desde ese momento Odoardo Focherini fue recordado como una figura excepcional. El padre Claudio Pontiroli, encargado de la fase diocesana de la causa de beatificación, relata: «Hemos hallado más de 300 cartas de pésame, entre ellas en 62 se habla de Odoardo como un mártir de la caridad. Por él hubo celebraciones como por ninguna otra víctima de la guerra».

Una judía de Ferrara admitió ante la viuda de Odoardo: «Perdí a catorce de mis familiares, sólo me quedó este hijo, pero hallé la fuerza de salvarme y de sobrevivir por lo que me dijo su marido: “Ya habría cumplido con mi deber si pensara sólo en mis siete hijos, pero siento que no puedo abandonaros, que Dios no me lo permite”».

En su memoria, la Unión de las Comunidades judías de Italia le otorgó una medalla de oro en 1955. Igualmente, el «Instituto conmemorativo de los mártires y de los héroes Yad Vashem» de Jerusalén le proclamó «Justo entre las Naciones».
ZS05012704

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La Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud en un campo de concentración alemán
Después de su acogida en el parlamento del país

BERLÍN, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Este jueves, 60º aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau, la Cruz de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) y el Icono de María se han hecho presentes en el antiguo campo de concentración de Ravensbrück, dentro de su peregrinación de reconciliación a través de las diócesis alemanas.

Situado a 80 kilómetros de Berlín, Ravensbrück fue el mayor campo de concentración nazi creado para mujeres. Fue construido en el invierno de 1938 a 1939 por presidiarios de Sachsenhausen en terrenos pantanosos. Planeado para 15 mil reclusos, más de 100 mil mujeres de una veintena de países llegaron a hacinarse en sus barracones.

La Cruz de los jóvenes está considerada como el símbolo de la JMJ, un regalo de Juan Pablo II a los jóvenes. Desde 1984 se lleva por todo el mundo como signo de reconciliación.

Antes de iniciar su peregrinación por todas las diócesis alemanas, en preparación espiritual a la XX JMJ del próximo agosto en Colonia –en la que el Papa se encontrará con cientos de miles de jóvenes de todo el mundo--, ha visitado 26 países europeos.

Su última etapa, antes de llegar a Ravensbrück, ha sido en el Bundestag alemán, donde hizo su entrada el lunes pasado, confirma «Korazym».

Es la primera vez que la Cruz de la JMJ es recibida en un parlamento.

Antes de la entrega –que tuvo lugar en la tarde del lunes ante la puerta Este del edificio del Reichstag, sede del parlamento--, la Cruz y el Icono de María fueron llevados en procesión hasta la puerta de Brandeburgo por voluntarios internacionales de la Oficina de la JMJ de Colonia, acompañados por numerosos estudiantes de la Universidad Humboldt.

Tras una breve oración, la procesión atravesó Berlín hasta llegar al edificio del Reichstag.

Junto al presidente del Bundestag, Wolfgang Thierse --miembro del Comité central de los católicos alemanes (Zdk)--, el obispo Franz-Josef Hermann Bode, de Osnabrück –presidente de la comisión para la juventud de la Conferencia Episcopal alemana— y el padre Georg Austen, secretario de la XX JMJ por parte del episcopado del país, acompañaron la entrega de la Cruz.

Ante el Reichstag estaban presentes unos 150 estudiantes alemanes y extranjeros, miembros del parlamento y colaboradores de la Oficina de la JMJ de Colonia.

Thierse afirmó que con esta etapa «decimos públicamente que apoyamos como parlamentarios el evento de la Jornada Mundial de la Juventud».

Durante la breve ceremonia de entrega, monseñor Bode afirmó que a primera vista, ante el Bundestag y la Cruz, se «encuentran dos mundos»; pero donde el «Estado aprovecha sus posibilidades positivas» y «la Cruz no es alejada», política y religión «se encuentran de forma fecunda».

Mientras que el padre Austen subrayó el aspecto de unidad que la Cruz de la JMJ siembra entre los jóvenes desde hace 20 años, afirmando que a través de su parada en el Bundestag se convierte en un «signo de comunión» en un lugar de acción política.

El presidente del Bundestag mostró su satisfacción el viernes pasado ante los micrófonos de «Kölner domradio» por el hecho de que el símbolo de la JMJ hiciera «etapa en el lugar central de la democracia».

Manifestó además que «la acción contagiosa de la Jornada Mundial de la Juventud puede probablemente demostrar que el cristianismo no es algo que se extingue» y que «no puede convertirse en una cuestión privada», sino que «la fe debe ser vivida en la vida concreta».

Tras una Misa presidida por el obispo Heinrich Mussinghoff, de Aquisgrán –presidente vicario de la Conferencia Episcopal alemana— en la Katholische Akademie de Berlín, la Cruz de la JMJ y el Icono de María se trasladaron este jueves al antiguo campo de concentración de Ravensbrück.
ZS05012709

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Retiro internacional para sacerdotes en Monterrey (México) durante el mes de julio


MONTERREY, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org-El Observador).- Bajo el lema «María... tus sacerdotes queremos ver a Jesús», la archidiócesis de Monterrey, al norte de México, acogerá el quinto Retiro Internacional de Sacerdotes.

Del 25 al 29 de julio de este año, en las instalaciones de Cintermex --uno de los centros de convenciones más grandes del país-- se llevará a cabo este retiro que pretende, según sus organizadores, sentar las bases de un nuevo sacerdocio, un nuevo pentecostés y una nueva evangelización que respondan a los retos del siglo XXI.

Entre los principales convocados al Retiro se encuentran confirmados tanto el arzobispo Angelo Comastri, delegado pontificio para el Santuario de Loreto, en Italia; presidente del Colegio Nacional de Santuarios Italianos, así como Salvatore Martínez, Coordinador Nacional de la Renovación Carismática Católica de Italia.

Los responsables de la organización --los equipos diocesano y nacional de Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo, así como el Consejo Carismático Católico Latinoamericano (Concclat)-- han manifestado, como razón de este retiro, que "aquello que se pueda ofrecer como un auténtico servicio a los sacerdotes» es la mejor aportación que el Movimiento puede hacer a la Iglesia católica en su conjunto.

Este miércoles concluyó precisamente la visita a Monterrey de Salvatore Martínez, seglar nacido en Sicilia y que coordina la Renovación Carismática Católica en Italia. Durante su estancia en la arquidiócesis, además de anunciar el Retiro, se ha reunido con el arzobispo de Monterrey, monseñor Francisco Robles Ortega, y con el obispo de Linares, Ramón Calderón Batres, quienes serán la representación jerárquica durante el encuentro.

Los informes, así como las posibilidades de ayuda en lo que respecta a transportación y alojamiento, se pueden obtener en la dirección electrónica de la Renovación Carismática Católica en el Espíritu Santo (http://www.renovacion.com.mx); en International Catholic Charismatic Renewal Services (http://www.iccrs.org); en la Archidiócesis de Monterrey (http://www.arquidiocesismty.org.mx) o en la Comunidad Parroquial y Santuario de Nuestra Señora de Fátima (http://www.santuariofatima.org.mx).
ZS05012711

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Entrevista



Juan Pablo II testimonia en su vejez que toda vida es digna de ser vivida
Según explica el obispo Léonard, reconocido filósofo y teólogo belga

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Monseñor André-Mutien Léonard, obispo de Namur, reconocido filósofo y teólogo belga, fue llamado este jueves a Roma para presentar a la prensa el mensaje papal para esta Cuaresma en el que lanza un llamamiento al amor por la vida de los ancianos.

En esta entrevista concedida a Zenit, monseñor Léonard, quien en una ocasión predicó los ejercicios espirituales a Juan Pablo II y a la Curia Romana, explica que el tema elegido --«En Él está tu vida, así como la prolongación de tus días» (Deuteronomio 30,20)-- tiene particular fuerza, pues quien escribe es un anciano que muestra al mundo todos los días que toda vida es digna de ser vivida.

--Usted acaba de presentar, junto al arzobispo Josef Cordes, el mensaje de Cuaresma 2005 de Juan Pablo II. El Consejo Pontificio «Cor Unum» llama la atención de los católicos todos los años sobre la dimensión caritativa de la Cuaresma. Este año, Juan Pablo II le ha llamado a usted, que es filósofo, teólogo y pastor, para presentar este mensaje. ¿Cuál es la novedad?

--Monseñor Léonard: Lo característico de este mensaje es que llama la atención sobre la condición de las personas ancianas. En los países de occidente, en los que la demografía es generalmente catastrófica y que experimentarán un envejecimiento de la población muy marcado, esta cuestión va a ser de gran actualidad. Es importante, por tanto, tener en cuenta algunos puntos de referencia.

Además, este Mensaje tiene otra característica sorprendente, está escrito por un Papa anciano, profundamente marcado por el sufrimiento y la enfermedad. Cuando Juan Pablo II recuerda que no se puede decir que una persona debilitada por la enfermedad o la edad es inútil y no es más que un peso para la sociedad, su palabra se encarna en el testimonio que ofrece al mundo.

Su reciente peregrinación a Lourdes fue, desde este punto de vista, de una elocuencia excepcional. Enfermo entre los enfermos, al límite de sus fuerzas, testimonió en nombre de todas las personas erosionadas por la edad o la enfermedad, que siempre tienen un lugar importante en la sociedad. El testimonio de la debilidad del Papa es quizá el más fuerte de todo su pontificado. Ya decía san Pablo «mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza» (2 Corintios 12, 9).

--¿A quién se dirige el mensaje? ¿A especialistas? ¿A personas con capacidad de decisión?

--Monseñor Léonard: Este mensaje, claro está, se dirige implícitamente a los políticos y a los responsables de salud pública, alentándoles ante las tentaciones que sugieren que la vida humana entrada en años, discapacitada o terminal no merece verdaderamente todo el respeto debido a una persona humana. Al mismo tiempo, al ver los lados positivos de la sociedad actual, el Papa promueve con fuerza el progreso realizado en el acompañamiento de las personas muy ancianas o enfermas, especialmente gracias al desarrollo de los cuidados paliativos.

Pero, más allá de los responsables públicos o de los especialistas de la salud, Juan Pablo II se dirige a cada uno de nosotros para que, allí donde estemos, y ante todo en el ámbito familiar, testimoniemos el respeto y la estima hacia las personas mayores.

--Juan Pablo II ha escrito la encíclica «Evangelium Vitae» (25 de marzo de 1995) y antes se publicó la instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe «Donum Vitae» (22 de febrero de 1987). ¿Han sido «recibidas» estas enseñanzas por las comunidades cristianas? ¿Qué hay que hacer para que sean transmitidas a las generaciones jóvenes? ¿Y vividas?

--Monseñor Léonard: «Evangelium Vitae» et «Donum Vitae» son tesoros demasiado desconocidos y poco utilizados. A los pastores, obispos y sacerdotes, les corresponde particularmente movilizarse para que sean conocidos, para que pasen a través de los medios de comunicación y puedan llegar al corazón de los jóvenes. Con frecuencia, estos textos son dejados a un lado porque son presentados ante todo como una serie de prohibiciones.

De este modo se da la impresión de que la Iglesia siempre dice «no» a todo. Ahora bien, la Iglesia dice «sí» ante todo a la dignidad de la persona humana, lo que implica a continuación, claro está, decir «no» a todo lo que la daña. Quien dice «no» a la dictadura, dice ante todo «sí» a las libertades democráticas. Quien dice «no» al antisemitismo o al racismo dice ante todo «sí» al respeto de la persona humana, independientemente de su raza o religión. Del mismo modo, cuando la Iglesia dice «no» al aborto o a la eutanasia, está diciendo «sí» a la dignidad personal de lo que antes hemos sido todos, un embrión y un feto humano, y de lo que seremos quizás un día, es decir, una persona económicamente no rentable y biológicamente poco dotada, pero en todo momento es una persona humana digna de infinito respeto.

--Este mensaje sobre la vida es publicado en el aniversario de la conmemoración del descubrimiento del campo de exterminio de Auschwitz, a donde el Papa ha enviado como legado al cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París. Puede que sea una casualidad, pero, ¿no se trata en definitiva de aprender a amar y respetar la vida humana para que esto no vuelva a repetirse? ¿No cree que al defender la vida estamos luchando contra los «demonios» heredados del pasado?

--Monseñor Léonard: No creo que esta casualidad haya sido querida, y no sería conveniente aprovecharla, asimilando problemáticas que son sumamente diferentes, aunque tienen en común la cuestión crucial del respeto absoluto de la persona humana inocente. De todos modos, es históricamente cierto que el nacional socialismo se valió de tesis como las de Karl Binding y Alfred Hoche quienes, en 1922, y sin ninguna relación con el antisemitismo de Hitler, legitimaban jurídica y médicamente «la destrucción de vidas que no valen la pena de ser vividas». Quien abre la puerta a la eutanasia, debería saber cuáles son los demonios a los que corre el riesgo de dar la bienvenida.

--Se trata de un mensaje de Cuaresma, ¿que consecuencias puede tener para la vida de los creyentes en estos cuarenta días?

--Monseñor Léonard: En su mensaje, el Papa recuerda que las personas ancianas tienen en general más tiempo para prestar más atención a las cuestiones más profundas de la vida, de la muerte y de la eternidad. Es verdad. Pero sin necesidad de esperar a que seamos ancianos o estemos enfermos (aunque puede ser que nos encontremos ya en esta situación) podemos aprender de ellos. Pensar en la vejez y en el fin de la vida sobre la tierra no es pensar en algo lúgubre y macabro. Al contrario, arroja una luz resplandeciente sobre nuestra existencia presente y nos lleva a valorar mejor cada instante de nuestra vida presente. Desde este punto de vista, el mensaje de Juan Pablo II también es estimulante.
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Un historiador protestante revela la influencia de la masonería en la España actual
Según César Vidal es incompatible con la religión cristiana

MADRID, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org-Veritas).- Para comprender lo que está sucediendo en España hay que tener en cuenta la historia y la realidad actual de la Masonería, concluye una investigación recién publicada por el historiador protestante César Vidal.

Director del programa «La Linterna», de la cadena radiofónica COPE (de la Conferencia Episcopal Española), Vidal acaba de escribir el libro «Los masones: la historia de la sociedad secreta más poderosa» (Planeta).

El volumen afronta, entre otras cosas, la influencia masónica en los acontecimientos más importantes de la historia reciente española, en particular en los últimos meses, desde que en marzo pasado fue sido elegido el gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Vidal afirma que «la corriente laicista impulsada por el gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero comparte más que de sobra el rancio anticlericalismo de la masonería».

Declara que los masones tienen un papel enorme en la Unión Europea, y como ejemplo, recuerda que «el proyecto de Constitución europea ha sido impulsado por un masón», Giscard D'Estaing, «que ha excluido la mención de las raíces cristianas del continente y además ha insistido en la existencia de un artículo que somete las iglesias a las distintas naciones pero libra de esa obligación a las "organizaciones filosóficas"».

Vidal es doctor en Historia, doctor en Filosofía, doctor en Teología y licenciado en Derecho. Es profesor de Historia en la Logos University de Estados Unidos.

--¿Qué personalidades más destacadas en España eran y son masones y muy poca gente lo sabe?

--Cesar Vidal: La lista sería demasiado amplia y algunos, solo algunos, aparecen mencionados en mi libro «Los masones». Baste decir como meros botones de muestra que el Gran Maestre del gran oriente español es el doctor Josep Corominas, diputado del PSOE; que la comisión especial de cinco miembros que consolidó a Felipe González como secretario general del PSOE contaba con tres masones entre sus miembros (uno de ellos futuro presidente del senado) y que el abuelo de Rodríguez Zapatero era masón.

--¿Se podría decir que está detrás la masonería de la corriente laicista que se está dando en España?

--Cesar Vidal: Lo que se puede decir sin temor a exagerar es que la corriente laicista impulsada por el gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero comparte más que de sobra el rancio anticlericalismo de la masonería.

--¿Qué papel tiene y puede tener en la Unión Europea?

--Cesar Vidal: Enorme si se tiene en cuenta que el proyecto de Constitución europea ha sido impulsado por un masón que ha excluido la mención de las raíces cristianas del continente y además ha insistido en la existencia de un artículo que somete las iglesias a las distintas naciones pero libra de esa obligación a las «organizaciones filosóficas».

--¿De qué manera ha estado presente en la historia de España del último siglo?

--Cesar Vidal: Repetida y lamentable. A la masonería hay que atribuir un papel muy relevante en los procesos independentistas de Cuba y Filipinas, en las campañas anticlericales y laicistas, en la erosión de la monarquía parlamentaria de la Restauración recurriendo incluso al terrorismo, en la proclamación de la segunda república y, muy especialmente, en la redacción de una constitución republicana que creó una fractura social que llevó a la guerra civil.

--¿Podría hablarnos sobre hechos concretos donde se compruebe su lucha contra el catolicismo?

--Cesar Vidal: Esa es la historia de la masonería desde el siglo XVIII, pero baste recordar, a título de ejemplo, que Rodolfo Llopis, masón y socialista llegó a secretario general del PSOE- impulsó la legislación educativa anticristiana de la segunda república o que escándalos como el de la Banca Ambrosiana estuvieron vinculados directamente a la acción de masones.

--¿Cuáles fueron sus orígenes?

--Cesar Vidal: Los verdaderos orígenes de la masonería se encuentran a finales del siglo XVII e inicios del XVIII cuando grupos de personas atraídas por la gnosis ocultista fundan lugares de reunión en los que, supuestamente, se transmite la misma. Por supuesto, ellos apelan a unos orígenes que llevan a las religiones paganas, a la gnosis, a un inexistente personaje de la época de Salomón e incluso a los druidas.

--¿Cuáles son sus rasgos más característicos, sus fines y su estructura actual? ¿Es una religión?

--Cesar Vidal: Aunque los masones lo nieguen, lo cierto es que la cosmovisión masónica no es la propia de una sociedad filantrópica como afirman a menudo, sino la de una religión. Esa circunstancia explica, precisamente, las condenas repetidas de la Santa Sede y las de otras confesiones cristianas que consideran incompatible la pertenencia a la masonería con el cristianismo.

La masonería podría definirse como una sociedad secreta, con una estructura iniciática, una cosmovisión gnóstica y un despliegue vivencial que facilita el que sus miembros se ayuden a la hora de ocupar puestos de importancia en la sociedad.

--¿De qué porcentaje de masones estamos hablando en la actualidad?

--Cesar Vidal: Sin duda, muy reducido. En Francia se afirma que no superan el 0,6 % de la población. Sin embargo, eso no ha impedido que controlen la Internacional socialista o que se hayan extendido en la misma derecha a través de personajes como Giscard D'Estaing.

--¿Dónde están presentes los masones en los puntos neurálgicos de nuestra sociedad, sobre todo en círculos económico, políticos, intelectuales y en los medios de comunicación?

--Cesar Vidal: Hay sectores que siempre han sido objeto de interés para los masones. Por supuesto, la política donde controlan la internacional socialista y han entrado poderosamente en partidos de la derecha. No es menor su peso en el mundo de la comunicación y, muy especialmente, su interés en la enseñanza, la justicia y las fuerzas armadas.

En Francia, por ejemplo, el «affaire des fiches» puso de manifiesto hasta qué punto se ascendía a oficiales masones y, por el contrario, se bloqueaba la promoción de los católicos.
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Documentación



Mensaje del Papa en el sexagésimo aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau


CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el mensaje que Juan Pablo II ha enviado a través del cardenal Jean-Marie Lustiger, arzobispo de París, enviado especial a las celebraciones del sexagésimo aniversario de la liberación del campo de concentración de Auschwitz-Birkenau (Polonia) que tuvieron lugar este jueves.

 

* * *



Se cumplen sesenta años de la liberación de los prisioneros del campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. En esta circunstancia no podemos dejar de regresar con la memoria al drama que allí tuvo lugar, trágico fruto de un odio programado. En estos días es necesario recordar a los millones de personas que sin culpa alguna soportaron sufrimientos inhumanos y fueron aniquilados en las cámaras de gas y en los crematorios. Me inclino ante todos los que experimentaron aquella manifestación del «mysterium iniquitatis».

Cuando, siendo Papa, visité como peregrino el campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en el año 1979, me detuve ante las lápidas dedicadas a las víctimas. Había frases grabadas en diferentes idiomas: polaco, inglés, búlgaro, rom, checo, danés, francés, griego, hebreo, yiddish, español, flamenco, serbo-croata, alemán, noruego, ruso, rumano, húngaro e italiano. En todos estos idiomas estaba escrito el recuerdo de las víctimas de Auschwitz, personas concretas, a pesar de que con frecuencia eran totalmente desconocidas: hombres, mujeres, y niños. Me detuve entonces durante algo más tiempo ante las lápidas escritas en hebreo. Dije: «Esta inscripción recuerda al Pueblo, cuyos hijos e hijas fueron destinados al exterminio total. Este pueblo tiene su origen en Abraham, que es también nuestro padre en la fe (Cf. Romanos 4, 11-12), como expresó Pablo de Tarso. Precisamente este pueblo, que recibió de Dios el mandamiento "No matarás", ha experimentado en sí mismo de forma particular lo que significa matar. Ante esta lápida nadie puede pasar de largo con indiferencia».

Hoy repito aquellas palabras. Nadie puede pasar de largo ante la tragedia de la Shoah. Aquel intento de acabar programadamente con todo un pueblo se extiende como una sombra sobre Europa y el mundo entero; es un crimen que mancha para siempre la historia de la humanidad. Que sirva de advertencia para nuestros días y para el futuro: no hay que ceder ante las ideologías que justifican la posibilidad de pisotear la dignidad humana basándose en la diversidad de raza, del color de la piel, de lengua o de religión. Lanzo este llamamiento a todos y en particular a aquellos que en nombre de la religión recurren al atropello y al terrorismo.

Estas reflexiones me acompañaron especialmente cuando la Iglesia celebró la solemne liturgia penitencial en la Basílica de San Pedro en el Gran Jubileo del Año 2000 y también cuando peregriné a los Santos Lugares y subí a Jerusalén. En Yad Vashem, el memorial de la Shoah, a los pies del Muro de las Lamentaciones, recé en silencio, pidiendo el perdón y la conversión de los corazones.

Recuerdo que, en 1979, me detuve a reflexionar intensamente también ante otras lápidas, escritas en ruso y en rom. La historia de la participación de la Unión Soviética en aquella guerra fue compleja, pero no es posible dejar de recordar que en ella los rusos sufrieron el número más elevado de personas que perdieron trágicamente la vida. También los gitanos, en las intenciones de Hitler, habían sido destinados al exterminio total. No se puede infravalorar el sacrificio de la vida impuesto a aquellos hermanos nuestros en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Por eso, exhorto a no pasar con indiferencia ante aquellas lápidas.

Me detuve, por último, ante la lápida escrita en polaco. Entonces dije que la experiencia de Auschwitz constituía «una etapa ulterior en las luchas seculares de esta nación, de mi nación, en defensa de sus derechos fundamentales entre los pueblos de Europa. Era un nuevo grito por el derecho de ocupar su propio lugar en el mapa de Europa: una nueva cuenta dolorosa con la conciencia de la humanidad». La afirmación de esta verdad no era más que una invocación a la justicia histórica para esta nación que había afrontado tantos sacrificios en la liberación del continente europeo de la nefasta ideología nazi y había sido vendida como esclava a otra ideología destructiva: el comunismo soviético. Hoy recuerdo aquellas palabras para dar gracias a Dios --sin renegarlas-- porque a través del perseverante esfuerzo de mis compatriotas, Polonia ha encontrado su lugar adecuado en el mapa de Europa. Mi deseo es que este histórico hecho traiga frutos de recíproco enriquecimiento para todos los europeos.

Durante la visita a Auschwitz-Birkenau dije que había que detenerse ante cada lápida. Yo mismo lo hice, pasando en meditativa oración de una lápida a otra, encomendando a la Misericordia Divina a todas las víctimas pertenecientes a las naciones golpeadas por las atrocidades de la guerra. También recé para obtener, por su intercesión, el don de la paz en el mundo. Sigo rezando sin cesar, con la confianza de que, en toda circunstancia, al final venza el respeto de la dignidad de la persona humana, de los derechos de todo hombre a una libre búsqueda de la verdad, de la observancia de las normas de la moral, del cumplimiento de la justicia, y del derecho de cada quien a condiciones de vida dignas del hombre (Cf. Juan XXIII, carta encíclica «Pacem in terris» .

Al hablar de las víctimas de Auschwitz, no puedo dejar de recordar que, en medio de aquella acumulación de mal indescriptible, se dieron manifestaciones heroicas de adhesión al bien. Ciertamente hubo muchas personas que aceptaron con libertad de espíritu someterse al sufrimiento, y demostraron amor no sólo hacia los compañeros prisioneros, sino también a sus verdugos. Muchos lo hicieron por amor de Dios y del hombre, otros en nombre de los valores espirituales más elevados. Gracias a su actitud, se hizo evidente una verdad, que con frecuencia aparece en la Biblia: aunque el hombre es capaz de hacer el mal, a veces un mal enorme, el mal no tendrá la última palabra. En el abismo mismo del sufrimiento, puede vencer el amor. El testimonio de un amor como el surgido en Auschwitz no puede caer en el olvido. Debe alzar incesantemente las conciencias, extinguir los conflictos, exhortar a la paz.

Éste parece ser el sentido más profundo de la celebración de este aniversario. Si recordamos el drama de las víctimas, no lo hacemos para volver a abrir heridas dolorosas ni para suscitar sentimientos de odio y propósitos de venganza, sino para rendir homenaje a aquellas personas, para sacar a la luz la verdad histórica y, sobre todo, para que todos se den cuenta de que aquellas vicisitudes tenebrosas tienen que ser un llamamiento para los hombres de hoy a la responsabilidad en la construcción de nuestra historia. ¡Que nunca más se repita en ningún rincón de la tierra lo que experimentaron los hombres y mujeres que lloramos desde hace sesenta años!

Saludo a todos los que participan en las celebraciones del aniversario y para todos pido a Dios el don de su bendición.

Vaticano, 15 de enero de 2005

IOANNES PAULUS II

[Traducción del original polaco realizada por Zenit]
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Mensaje del Papa para la Cuaresma 2005
«En Él está tu vida, así como la prolongación de tus días»

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos el Mensaje que ha publicado este jueves Juan Pablo II con motivo de la Cuaresma 2005 con el tema «En Él está tu vida, así como la prolongación de tus días» (Deuteronomio 30, 20)

 

MENSAJE DEL SANTO PADRE
JUAN PABLO II
PARA LA CUARESMA 2005




¡Queridos Hermanos y Hermanas!
1. Cada año, la Cuaresma nos propone un tiempo propicio para intensificar la oración y la penitencia y para abrir el corazón a la acogida dócil de la voluntad divina. Ella nos invita a recorrer un itinerario espiritual que nos prepara a revivir el gran misterio de la muerte y resurrección de Jesucristo, ante todo mediante la escucha asidua de la Palabra de Dios y la práctica más intensa de la mortificación, gracias a la cual podemos ayudar con mayor generosidad al prójimo necesitado.

Es mi deseo proponer este año a vuestra atención, amados Hermanos y Hermanas, un tema de gran actualidad, ilustrado apropiadamente por estos versículos del libro del Deuteronomio: «En Él está tu vida, así como la prolongación de tus días» (30,20). Son palabras que Moisés dirige al pueblo invitándolo a estrechar la alianza con el Señor en el país de Moab, «Escoge la vida, para que vivas, tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz, viviendo unido a Él» (Dt 30, 19-20). La fidelidad a esta alianza divina, constituye para Israel una garantía de futuro, «mientras habites en la tierra que el Señor juró dar a tus padres Abrahán, Isaac y Jacob» (Dt 30,20). Llegar a la edad madura es, en la visual bíblica, signo de la bendición y de la benevolencia del Altísimo. La longevidad se presenta de este modo, como un especial don divino.

Desearía que durante la Cuaresma pudiéramos reflexionar sobre este tema. Ello nos ayudará a alcanzar una mayor comprensión de la función que las personas ancianas están llamadas a ejercer en la sociedad y en la Iglesia, y, de este modo, disponer también nuestro espíritu a la afectuosa acogida que a éstos se debe. En la sociedad moderna, gracias a la contribución de la ciencia y de la medicina, estamos asistiendo a una prolongación de la vida humana y a un consiguiente incremento del número de las personas ancianas. Todo ello solicita una atención más específica al mundo de la llamada «tercera edad», con el fin de ayudar a estas personas a vivir sus grandes potencialidades con mayor plenitud, poniéndolas al servicio de toda la comunidad. El cuidado de las personas ancianas, sobre todo cuando atraviesan momentos difíciles, debe estar en el centro de interés de todos los fieles, especialmente de las comunidades eclesiales de las sociedades occidentales, donde dicha realidad se encuentra presente en modo particular.

2. La vida del hombre es un don precioso que hay que amar y defender en cada fase. El mandamiento «No matarás», exige siempre el respeto y la promoción de la vida, desde su principio hasta su ocaso natural. Es un mandamiento que no pierde su vigencia ante la presencia de las enfermedades, y cuando el debilitamiento de las fuerzas reduce la autonomía del ser humano. Si el envejecimiento, con sus inevitables condicionamientos, es acogido serenamente a la luz de la fe, puede convertirse en una ocasión maravillosa para comprender y vivir el misterio de la Cruz, que da un sentido completo a la existencia humana.

Es en esta perspectiva que el anciano necesita ser comprendido y ayudado. Deseo expresar mi estima a cuantos trabajan con denuedo por afrontar estas exigencias y os exhorto a todos, amadísimos hermanos y hermanas, a aprovechar esta Cuaresma para ofrecer también vuestra generosa contribución personal. Vuestra ayuda permitirá a muchos ancianos que no se sientan un peso para la comunidad o, incluso, para sus propias familias, y evitará que vivan en una situación de soledad, que los expone fácilmente a la tentación de encerrarse en sí mismos y al desánimo.

Hay que hacer crecer en la opinión pública la conciencia de que los ancianos constituyen, en todo caso, un gran valor que debe ser debidamente apreciado y acogido. Deben ser incrementadas, por tanto, las ayudas económicas y las iniciativas legislativas que eviten su exclusión de la vida social. Es justo señalar que, en las últimas décadas, la sociedad está prestando mayor atención a sus exigencias, y que la medicina ha desarrollado terapias paliativas que, con una visión integral del ser humano, resultan particularmente beneficiosas para los enfermos.

3. El mayor tiempo a disposición en esta fase de la existencia, brinda a las personas ancianas la oportunidad de afrontar interrogantes existenciales, que quizás habían sido descuidados anteriormente por la prioridad que se otorgaba a cuestiones consideradas más apremiantes. La conciencia de la cercanía de la meta final, induce al anciano a concentrarse en lo esencial, en aquello que el paso de los años no destruye.

Es precisamente por esta condición, que el anciano puede desarrollar una gran función en la sociedad. Si es cierto que el hombre vive de la herencia de quien le ha precedido, y su futuro depende de manera determinante de cómo le han sido transmitidos los valores de la cultura del pueblo al que pertenece, la sabiduría y la experiencia de los ancianos pueden iluminar el camino del hombre en la vía del progreso hacia una forma de civilización cada vez más plena.

¡Qué importante es descubrir este recíproco enriquecimiento entre las distintas generaciones! La Cuaresma, con su fuerte llamada a la conversión y a la solidaridad, nos ayuda este año a reflexionar sobre estos importantes temas que atañen a todos. ¿Qué sucedería si el Pueblo de Dios cediera a una cierta mentalidad actual que considera casi inútiles a estos hermanos nuestros, cuando merman sus capacidades por los achaques de la edad o de la enfermedad? ¡Qué diferentes serán nuestras comunidades si, a partir de la familia, trataremos de mantenernos siempre con actitud abierta y acogedora hacia ellos!

4. Queridos hermanos y hermanas, durante la Cuaresma, ayudados por la Palabra de Dios, meditemos cuán importante es que cada comunidad acompañe con comprensión y con cariño a aquellos hermanos y hermanas que envejecen. Además, todos debemos acostumbrarnos a pensar con confianza en el misterio de la muerte, para que el encuentro definitivo con Dios acontezca en un clima de paz interior, en la certeza que nos acogerá Aquel «que me ha tejido en el vientre de mi madre» (Salmo 139,13b), y nos ha creado «a su imagen y semejanza» (Génesis l, 26).

María, nuestra guía en el itinerario cuaresmal, conduzca a todos los creyentes, especialmente a las personas ancianas, a un conocimiento cada vez más profundo de Cristo muerto y resucitado, razón última de nuestra existencia. Ella, la fiel sierva de su divino Hijo, junto a Santa Ana y a San Joaquín, intercedan por cada uno de nosotros «ahora y en la hora de nuestra muerte».

Con afecto os imparto mi Bendición.

Vaticano, 8 de septiembre de 2004

IOANNES PAULUS PP II

[Traducción distribuida por la Sala de Prensa de la Santa Sede]
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Declaración vaticana de respuesta al gobierno español
Comunicado del director de la Oficina de Información de la Santa Sede

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 27 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración que ofreció este jueves a los periodistas el director de la Oficina de Información de la Santa Sede, Joaquín Navarro Valls, sobre el comunicado emitido este miércoles por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid sobre el discurso de Juan Pablo II a los obispos españoles en visita «ad limina apostolorum» (Cf. Zenit 24 de enero de 2005).

 

* * *



Se ha tenido conocimiento del comunicado emitido ayer por la Dirección General para las Comunicaciones Exteriores del Ministerio de Asuntos Exteriores de Madrid.

Por nuestra parte, remitimos a una atenta lectura de todo el discurso pontificio, que bien puede ilustrar la posición de la Iglesia.

Se toma acto con satisfacción de la voluntad del gobierno español de mantener un entendimiento fructuoso con la Iglesia a través de un diálogo permanente, animado por el recíproco respeto, como se expresa en el mismo comunicado. Ésta ha sido y será siempre la línea de la Santa Sede.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit.]

 

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Para comprender el contexto, publicamos el «Comunicado» original emitido este miércoles por la Dirección General para las Comunicaciones Exteriores del Ministerio de Asuntos Exteriores de España.

 

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Madrid, 26 de Enero de 2005 19:00 h. - Número: 9.604

La Dirección General de Comunicación Exterior del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación hace público el siguiente comunicado:

A raíz del discurso pronunciado por el papa Juan Pablo II, el pasado 24 de enero, con motivo de la visita «Ad limina» del primer grupo de obispos españoles a Roma, el Subsecretario de Asuntos Exteriores y de Cooperación, don Luis Calvo Merino, ha convocado en el día de hoy en el Palacio de Santa Cruz al Excmo. y Rvdmo. monseñor Manuel Monteiro de Castro, nuncio apostólico de Su Santidad en España.

En el curso del encuentro, el subsecretario ha expuesto a su interlocutor lo siguiente:

1. El Gobierno español expresa al señor Nuncio su extrañeza por la referencia explícita que contiene el citado discurso, a un supuesto laicismo restrictivo que pudiera limitar la libertad religiosa y que el mismo pudiera ser atribuido a una actitud deliberada del Gobierno.

2. El Gobierno manifiesta también su extrañeza por la mención que se hace en el discurso del deber que tienen los poderes públicos de garantizar el derecho a la enseñanza religiosa y de asegurar las condiciones reales de su ejercicio, dado que el régimen docente de la enseñanza religiosa está regulado por el Acuerdo entre España y la Santa Sede sobre Enseñanza y Asuntos Culturales de 1979.

3. Por último, el Gobierno español reitera su deseo de mantener un fructífero entendimiento con la Iglesia, mediante un diálogo permanente basado en el respeto profundo del ámbito de competencias que los Acuerdos entre España y la Santa Sede reconocen a ambas Partes.
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