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28 de enero de 2005


Santa Sede
Juan Pablo II busca superar el cisma surgido con Iglesias de Oriente en el año 451
El Papa pide ante el presidente de Armenia paz para Nagorno-Karabaj
Acabar con la lepra exige acabar con su «marca de infamia», según la Santa Sede
Nuevo subsecretario del Consejo Pontificio para la Familia

Mundo
El gobierno español hace más pesada la deuda de los países afectados por el «tsunami»
La India: Oración interreligiosa en el santuario de Velankanni, arrasado por el «tsunami»
«Ayuda a la Iglesia Necesitada» eleva a 152 lenguas la traducción de la «Biblia del Niño»
Hong Kong: Nuevo abad en la comunidad trapense que pagó con vidas la persecución comunista

Entrevista
Los desafíos de los Legionarios de Cristo y del Movimiento Regnum Christi según su nuevo director general

Documentación
«Los recursos para la paz en las Religiones Tradicionales»

 




 


Santa Sede



Juan Pablo II busca superar el cisma surgido con Iglesias de Oriente en el año 451
Se reúne la Comisión para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y las Antiguas Iglesias de Oriente

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II promovió este viernes la superación de divisiones que separan a Roma con Iglesias de Oriente desde hace más de mil quinientos años al encontrarse con algunos de sus representantes.

La audiencia del pontífice a sus hermanos cristianos tiene lugar en el marco de la reunión plenaria de la Comisión Internacional para el Diálogo Teológico entre la Iglesia católica y las Antiguas Iglesias de Oriente (creada en 2003) que desde este jueves se celebra en Roma.

Se trata los cristianos asirios ortodoxos, la Iglesia apostólica armenia, la Iglesia ortodoxa de Etiopía, la Iglesia Malankar (India) que se separaron de Roma al no aceptar algunas definiciones sobre Cristo del Concilio di Calcedonia en el año 451.

Es el segundo encuentro de estas características, después de que tuviera lugar la primera reunión de la Comisión en 2003 el año pasado en El Cairo.

En el discurso que el Papa dirigió en ingles se unió a sus huéspedes «en la oración para que los lazos reales de comunión entre nosotros se refuercen aún más mediante una espiritualidad de comunión que contemple el misterio de la Trinidad que habita en nosotros y vea todo lo que hay de positivo en el otro para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios».

El pontífice alentó por último los «esfuerzos para fomentar la comprensión y la comunión mutua entre los cristianos de Oriente y Occidente».

A partir de los años setenta, la Santa Sede viene firmando declaraciones conjuntas con los representantes de estas Iglesias que han permitido aclarar antiguos malentendidos, sobre todo de carácter lingüístico, sobre la naturaleza divina y humana en la única persona de Jesús.

Este diálogo teológico ha servido para que se pueda decir que en estos momentos la Iglesia católica y estas Antiguas Iglesias de Oriente profesan la misma fe en Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.
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El Papa pide ante el presidente de Armenia paz para Nagorno-Karabaj
Constata ante Robert Kocharian las buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II alentó este viernes la solución del conflicto en Nagorno-Karabakh al recibir en audiencia al presidente de la República de Armenia, Robert Kocharian.

En su discurso en ruso, el Santo Padre afrontó la preocupación de su huésped por el prolongado conflicto con la República de Azerbaiyán (en su mayoría musulmana) sobre Nagorno-Karabaj, enclave armenio en territorio azerí, que dio lugar en 1991 a una guerra entre ambos Estados.

En 1994 se declaró el alto al fuego con la anexión de hecho por Armenia no sólo del territorio en disputa, sino también de otras tierras azeríes. Las economías de los dos países ex soviéticos han quedado afectadas por su incapacidad de encontrar una solución pacífica.

«Deseo que surja una auténtica y estable paz en la región de Nagorno-Karabaj de la que usted procede, señor presidente. Esto podrá tener lugar gracias al rechazo decidido de la violencia y a un paciente diálogo entre las partes, así como gracias a una mediación internacional», afirmó el obispo de Roma.

«La Santa Sede, que a lo largo de los siglos no ha dejado de denunciar la violencia y de defender los derechos de los débiles, seguirá apoyando todo esfuerzo orientado a construir una paz sólida y duradera», indicó el Papa.

Juan Pablo II ya había promovido la solución del conflicto en Nagorno-Karabaj cuando visitó Armenia en septiembre de 2001 con motivo de las celebraciones de los 1700 años de la conversión al cristianismo del pueblo armenio.

Armenia se considera como la primera nación que abrazó formalmente el cristianismo (en el año 301).

El 19 de enero pasado el Papa bendijo una estatua de san Gregorio el Iluminador (o el Armenio), apóstol de Armenia y fundador de la Iglesia armenia, que ha sido colocada en uno de los nichos exteriores de la Basílica de San Pedro del Vaticano.

En la audiencia al presidente armenio, quien vino acompañado de su esposa, el Papa manifestó, además, «sincero aprecio por las buenas relaciones que unen a la Santa Sede con el gobierno de su país».

«Sé que la comunidad católica es bien acogida y que sus actividades contribuyen al bienestar de toda la nación», añadió el Santo Padre.

«El ardiente deseo de todos es que crezca cada vez más la colaboración entre la Santa Sede y el gobierno armenio y que allí donde lo requieran las situaciones se perfeccione eventualmente el estatuto de la Iglesia católica», confesó.

El Santo Padre hizo referencia después a las «relaciones de estima y de amistad que se dan además entre la Iglesia católica y la Iglesia apostólica armenia. Este entendimiento, que se ha hecho más activo gracias a la iniciativa del católicos [patriarca] Karekin II, tendrá seguramente en la pacífica convivencia de todo el pueblo armenio, llamado a afrontar numerosos desafíos sociales y económicos».

En torno al 90% de los cristianos armenios obedece al Patriarcado Apostólico Armenio, que se separó de Roma tras el Concilio de Calcedonia (año 451). Un paso decisivo para superar esta división se dio en 1996, cuando el Papa y el anterior patriarca, Karekin I, firmaron una declaración conjunta que superaba malentendidos sobre la naturaleza de Jesús.

En estos días ha visitado Roma el patriarca de Cilicia de los Armenios, Su Beatitud Nerses Bedros XIX, cuya sede se encuentra el Líbano, y que guía en torno al 10% de los cristianos armenios que viven en su patria y en la diáspora y que están en comunión con Roma, para participar en la bendición de la estatua de san Gregorio el Iluminador,

Tras encontrarse con el Papa, el presidente Kocharian visitó la estatua de san Gregorio el Iluminador que ahora alberga el Vaticano.
ZS05012806

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Acabar con la lepra exige acabar con su «marca de infamia», según la Santa Sede
Mensaje del cardenal Barragán con motivo de la Jornada Mundial de este domingo

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- La Santa Sede considera que es necesario acabar con la «marca de infamia» que todavía hoy padecen los enfermos de lepra para derrotar definitivamente a esta enfermedad.

Así lo expone el cardenal Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud en un mensaje que ha escrito con motivo de la 52 Jornada Mundial de los Enfermos de Lepra, que se celebrará el domingo 30 de enero.

En su misiva, el purpurado mexicano recuerda que si bien esta Jornada «nos lleva a celebrar el dominio del hombre sobre la "pandemia", que ha aterrorizado a la humanidad durante milenios, no puede olvidarse que ésta todavía está presente y es dramáticamente letal en al menos nueve países».

«Pero todavía más deletérea es la persistencia de prejuicios ancestrales en relación con los enfermos de lepra, quienes son motivo de vergüenza o quedan sometidos a una absurda discriminación», añade.

«Comportamientos que en algunas zonas del mundo son la "causa" de la falta de resultados de la gran "planificación de prevención y asistencia médica" aplicada desde hace unos trece años por la Organización Mundial de la Salud», indica la misiva enviada este viernes a la redacción de Zenit.

«Planificación que ha hecho descender drásticamente la incidencia de la enfermedad y ha llevado a la curación de unos trece millones de personas», revela el mensaje.

«Pero hasta que no se elimine la concepción de indeleble "marca de infamia", la lucha final por una victoria sobre la lepra durará todavía mucho», reconoce.

«Por este motivo --asegura--, el Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud se siente involucrado en la acción de apoyo a los hermanos todavía golpeados por la pandemia, e intensamente cerca de las comunidades sociales en las que están integrados».

El cardenal considera que el desafío para acabar con la lepra ya no son las medicinas, que gracias a Dios son disponibles, sino «la presencia capilar sobre el territorio de infraestructuras sanitarias y de equipos preparados para atender a quien se encuentra en dificultad».

«Para la eliminación total de la lepra es necesaria la presencia de personas especializadas para efectuar los necesarios exámenes bacteriológicos y el oportuno diagnóstico clínico que encuentre la bacteria al inicio de su presencia en un cuerpo», explica.

Para alcanzar este objetivo, el cardenal Barragán pide la solidaridad fraterna «de toda la comunidad eclesial y de quienes tienen respeto por la vida y los derechos inalienables de todo ser humano».

La misiva concluye invitando a los cristianos a dar las gracias a los misioneros y voluntarios que, «con fe inquebrantable, siguen testimoniando que en el cuerpo de un hermano desfigurado por la enfermedad de Hansen está presente el mismo Cristo que sufre».

En el año 2003 la Iglesia dirigía 656 leproserías, mientras que en el año 2002 serían 678, una prueba más del retroceso de la enfermedad.

En Asia hay 327 centros de estas características, en África 254, en el continente americano 69, en Europa 4, y en Oceanía 2.
ZS05012803

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Nuevo subsecretario del Consejo Pontificio para la Familia
El teólogo y sacerdote francés monseñor Jean Laffitte,

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- Juan Pablo II ha nombrado subsecretario del Consejo Pontificio para la Familia a monseñor Jean Laffitte, quien hasta ahora era profesor en el Instituto Pontificio Juan Pablo II para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia en Roma, según ha anunciado este viernes la Sala de Prensa de la Santa Sede.

Nacido en Oloron-Sainte-Marie (Francia) en 1952, sacerdote de la diócesis de Autun, miembro de la Comunidad del Emmanuel, diplomado de Ciencias Políticas, doctor en Teología, monseñor Jean Laffitte ha sido superior de los Capellanes del Santuario de Paray-le-Monial (Francia), antes de convertirse en profesor de ética, de antropología y de espiritualidad conyugal en el Instituto Juan Pablo II para los Estudios sobre el Matrimonio y la Familia, en la Universidad Pontificia de Letrán, en Roma.

Ha impartido cursos en las diferentes secciones de este Instituto en Brasil, España, Benín, México y Australia.

Miembro del Comité de redacción de la revista «Anthropotes», colabora con otras revistas científicas como «Studia Moralia», la «Nouvelle Revue théologique», el «Nuovo Areopago».

Ha impartido seminarios de formación y sesiones de formación del clero en Italia, Francia, Kazajstán, Filipinas, Chile y Perú.

Monseñor Laffitte ha publicado libros traducidos en varios idiomas como «La ofensa desarmada» («L’Offense désarmée», 1991), «El Perdón transfigurado» («Le Pardon transfiguré», 1995), y en colaboración con monseñor Livio Melina, «Amor conyugal y vocación a la santidad» («Amour conjugal et vocation à la sainteté, 2001).

Desde 2003 es miembro del Comité internacional de sacerdotes de la Comunidad del Emmanuel. En 2003, fue nombrado consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El Pontificio Consejo para la Familia, instituido por Juan Pablo II con el Motu Proprio «Familia a Deo Instituta» en 1981, sustituyó al Comité para la Familia, creado por Pablo VI en 1973.

El Pontificio Consejo para la Familia, instituido por Juan Pablo II con el Motu Proprio «Familia a Deo Instituta» en 1981, sustituyó al Comité para la Familia, creado por Pablo VI en 1973.

Al Consejo le corresponde la promoción de la pastoral y del apostolado en campo familiar, mediante la aplicación de las enseñanzas y orientaciones del Magisterio eclesiástico para ayudar a las familias cristianas a cumplir su misión educativa y apostólica.

Además, promueve y coordina los esfuerzos pastorales relacionados con el problema de la procreación responsable, y anima, sostiene y coordina las iniciativas en defensa de la vida humana en todos los estadios de su existencia, desde su concepción.

El Consejo es presidido por el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo.
ZS05012802

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Mundo



El gobierno español hace más pesada la deuda de los países afectados por el «tsunami»
«Esconde más deuda y más dependencia de estos pueblos empobrecidos», afirman en su carta

ROMA, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- La ayuda prometida por el gobierno español a los países flagelados por el «tsunami» se convertirá en un fardo aún más pesado para su deuda externa, denuncian en una carta 36 sacerdotes.

Las conclusiones de los presbíteros, de diversas diócesis españolas, estudiantes y residentes en el Pontificio Colegio Español de Roma, se basan en información de organizaciones no gubernamentales, de la Agencia Española de Cooperación Internacional, del Banco Mundial, de Cáritas España y de las últimas conferencias de la ONU.

«Según los datos del Banco Mundial (BM) --aclaran--, la deuda externa de estos países, generada en su mayor parte en los años 70 con el BM y el Fondo Monetario Internacional (FMI), asciende a 357.000 millones de $. Esto equivale al 80 % del ingreso anual de Indonesia, al 59 % de Sri Lanka y al 48 % de Tailandia».

Por ello, los sacerdotes a la luz de la doctrina social de la Iglesia, se preguntan: «¿Qué ha hecho nuestro actual gobierno y los anteriores en el marco de la ONU, del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional para pedir la condonación de la Deuda de estos países y favorecer su desarrollo con políticas económicas y comerciales justas y solidarias?».

«Según los últimos datos de la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), el 80 % de la Ayuda Oficial Española(42 de los 51 millones de Euros) son créditos FAD, es decir, créditos con interés que se ofrecen en forma de productos españoles, que muchas veces no cubren las necesidades reales del país y que sólo benefician a nuestras empresas», constatan.

«Estos créditos FAD acrecentarán todavía más la deuda y la dependencia en estos países arrasados por la catástrofe. Sólo 9 millones de euros no son créditos FAD, es decir, son ayudas sin intereses».

Los presbíteros, por ello, se preguntan: «¿Es a esto a lo que el Gobierno llama "ayuda solidaria"? ¿No es ésta una respuesta de insolidaridad ante una catástrofe de estas características?».

«A fecha de 12 de Enero, la ayuda de la Iglesia Católica Española era de 8.361.000 euros, recogida hasta ahora por cinco de las grandes instituciones eclesiales, sin contar con las colectas que se están haciendo en todas las parroquias de España y las que cientos de organizaciones católicas están realizando».

«Todo sumado supera ampliamente los 10.000.000 de euros, es decir, más de lo que el Gobierno ha destinado en ayuda sin intereses (9.300.000 euros). Sólo Cáritas Española, en sus 68 Cáritas Diocesanas y sus 5.000 Cáritas Parroquiales, ha recogido hasta el momento 7.000.000 de euros y Cáritas Internacional ha dado 63.000.000 de dólares».

«Nos preguntamos --dicen los sacerdotes--: ¿Por qué se ha ocultado este dato en los Medios de Comunicación Social oficiales en España? ¿Por qué se está dando más énfasis a lo enviado por la AECI, que como hemos visto en el 80 % no es ayuda sino más deuda, que a la aportación verdaderamente solidaria de la ciudadanía española?»

Los sacerdotes concluyen pidiendo «un real y democrático debate social en torno a este tema».
ZS05012809

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La India: Oración interreligiosa en el santuario de Velankanni, arrasado por el «tsunami»
La dirigirá el presidente del episcopado donde murieron más de un millar de personas

VAILANKANNI, vienes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- Al mes del maremoto que golpeó --entre los países del Índico-- las costas indias, el santuario mariano de Vailankanni (en la diócesis de Thanjavur, Estado de Tamil Nadu), arrasado también por la fuerza de las aguas, acogerá un encuentro interreligioso que dirigirá el cardenal Telesphore Toppo, presidente de la Conferencia de los Obispos Católicos de la India.

Cuando la fuerza del «tsunami» impactó contra Vailankanni el 26 de diciembre, domingo, se estima que segó la vida de 1.500 personas, la mayoría peregrinos –cientos de otros Estados de la India--, así como pescadores y gentes del lugar. En el santuario mariano --conocido como el «Lourdes de Oriente»-- murieron más de 1.100 personas.

Durante días sacerdotes, religiosas y equipos de voluntarios de la diócesis de Thanjavur se lanzaron al rescate y al operativo de ayuda en Vailankanni y en los pueblos vecinos. Lograron recuperar cientos de cuerpos. La Basílica de Nuestra Señora de la Salud de Vailankanni ya ha reanudado sus actos.

De acuerdo con el padre Anthony Philim Raj, de la Conferencia Episcopal india, un gran número de representantes eclesiales y de líderes de otras comunidades religiosas se reunirán en Vailankanni en una celebración única de oración interreligiosa, que organiza la Iglesia católica.

Comenzará a las 17.30 horas y será presidida por el cardenal Toppo. Kundrakudi Ponnambala Adigalar --de Kundrakudi Mutt— y Mohammad Khalifa Sahib --de Nagore Dhurgah— representarán a las comunidades hindú y musulmana respectivamente, confirma el servicio informativo del episcopado indio (ICNS).

El obispo de Thanjavur, monseñor Devadass Ambrose Mariadoss, y un gran número de sacerdotes y religiosas de la diócesis también participarán en el encuentro de oración. El prelado, que corrió con un equipo de voluntarios y sacerdotes a la costa después de que el «tsunami» golpear la ciudad de peregrinación, sigue supervisando la ayuda y rehabilitación en la zona.

Antes del encuentro interreligioso, el cardenal Toppo inaugurará las casas provisionales que ha levantado la diócesis de Thanjavur para los residentes y pescadores de la zona que perdieron sus viviendas.

Veinte millones de peregrinos de toda la India y del sudeste asiático visitan anualmente el Santuario de Vailankanni. Menos de la mitad no son cristianos, sino sobre todo hindúes y musulmanes.

El 11 de febrero de 2002 Vailankanni se convirtió en el centro del mundo católico al acoger la Jornada Mundial del Enfermo. Y en su mensaje para la ocasión, Juan Pablo II constató que «en la India, tierra de religiosidad tan profunda y antigua, ese santuario dedicado a la Madre de Dios es realmente un punto de encuentro para miembros de diversas religiones y un ejemplo excepcional de armonía y diálogo interreligioso».

No hay un documento histórico que pruebe cuando surgió la primera iglesia, pero la tradición oral es rica en relatos a partir de una cabaña de paja, construida en el lugar donde un hombre vio a María con el Niño Jesús en brazos. Era el siglo XVI.

Desde que la Virgen curó a un niño cojo al que se apareció, la iglesia empezó llamarse Arokia Matha, Madre de la Salud. A partir de ese momento se han conocido numerosos favores y curaciones. En el respeto a la tradición india, la imagen de la Virgen está vestida con un sari.

Pero tras el «tsunami», Tamil Nadu también fue noticia en la primera semana de enero cuando saltó la alarma por la ambigüedad con que las autoridades actuaban respecto a las operaciones de socorro.

«En Vailankanni, el gobierno local, con ayuda de la policía, está reuniendo las ayudas que llegan al santuario para las víctimas diciendo que se ocupará de la distribución a través de sus medios», constató el presidente de «All India Catholic Union», John Dayal.

En su opinión la coordinación era comprensible, pero no que se tomara ventaja política de la distribución de ayuda. También relató que había visto «a la policía desviar los camiones con ayuda destinada a Vailankanni», según citó «Asianews».

Después del maremoto sacerdotes locales, durante dos días, pidieron en vano al gobierno excavadoras para salvar a los supervivientes; y en la primera semana la Iglesia trabajó sola en la distribución de medicinas, alimento, combustible y generadores eléctricos en los campos de acogida.

Igualmente líderes de organizaciones cristianas y representantes eclesiales del país lanzaron entonces un llamamiento para que las ayudas se centraran en los «dalit» --o «intocables»-- y en los pescadores pobres de la zona. Además se puso de manifiesto la necesidad de proyectos para proteger el santuario de Vailankanni y las iglesias de Tranquebar de futuras catástrofes como la ocurrida.
ZS05012808

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«Ayuda a la Iglesia Necesitada» eleva a 152 lenguas la traducción de la «Biblia del Niño»
Se superarán los 43 millones de ejemplares


KÖNIGSTEIN, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- La Biblia del Niño «Dios habla a sus hijos», un volumen de alcance mundial que representa el mayor proyecto de «Ayuda a la Iglesia Necesitada» (AIN), habrá sido traducido a 152 lenguas este año, y el número de ejemplares impresos se acercará a los 43 millones y medio.


Es la previsión de los responsables de este organismo dependiente de la Santa Sede, según informó a Zenit.

Ya a principios de año se habían superado los 42 millones de ejemplares. La cifra se incrementará con la traducción a 5 nuevas lenguas habladas en Filipinas, República Democrática del Congo, Nigeria y Brasil. Con la iniciativa, la Biblia del Niño alcanzará su traducción a 152 lenguas en total.

La primera edición de la Biblia del Niño se lanzó en 1979, Año Internacional del Niño, y se convirtió en uno de los grandes frutos de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Puebla ese año.

El fundador de AIN, el padre Werenfried van Straaten (1913-2003), asumió el compromiso de acercar la Palabra de Dios a los más pequeños del continente y señaló, al poner en marcha esta campaña, que «los niños necesitan algo como la Biblia del Niño para que la imagen de Jesús tome vida en sus corazones».

Desde entonces, el proyecto comenzó a crecer y a expandirse, convirtiéndose en uno de las principales iniciativas pastorales de la obra de Derecho Pontificio fundada en 1947, explican sus promotores.

El número de lenguas en que se publica la Biblia del Niño expresa el compromiso de AIN con la inculturación de la fe cristiana.


Pero además del impulso a la evangelización que representa, el volumen ha permitido el desarrollo de la educación y la cultura de los pueblos, ya que muchas de las pequeñas comunidades que mantienen con vida infinidad de lenguas en el mundo carecen de documento escrito alguno en el que puedan leer su idioma, reconoce AIN.
ZS05012805

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Hong Kong: Nuevo abad en la comunidad trapense que pagó con vidas la persecución comunista
Es el padre Anastasius Li

HONG KONG, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- Con 24 monjes de nacionalidades distintas, la comunidad trapense de Nuestra Señora de la Alegría, en la isla de Lantau (Hong Kong), cuenta con un nuevo abad chino, el padre Anastasius Li.

El sábado pasado el abad recibió la bendición solemne de manos del obispo de Hong Kong, monseñor Joseph Zen Ze-kiun. Varios abades y abadesas de monasterios del mundo, sacerdotes de esta diócesis y unos 600 fieles participaron en la solemne ceremonia.

«La vida monástica tiene una importancia fundamental para la vida de nuestra Iglesia. Representa un carisma especial, y confío en que la abadía querrá siempre compartir su espiritualidad benedictina con nuestra Iglesia en Hong Kong», dijo monseñor Zen, según recoge «Asianews».

Durante el rito, el prelado hizo entrega al abad de la Regla de San Benito, el anillo abacial, la mitra y la comunidad.

Elegido el pasado noviembre –fecha en que expresó el deseo de que los benedictinos se conviertan en testigos de la vida contemplativa en el frenético Hong Kong--, el abad Anastasius Li es el segundo de origen chino en encargarse del gobierno de la comunidad trapense, transformada de priorato en abadía en 1999.

Nació en 1961; ingresó en la comunidad de Lantau en 1991. En 2000 fue ordenado sacerdote. Su predecesor, el abad Clement Kong, dejó este encargo en 2003 por razones de salud.

La abadía de Nuestra Señora de la Alegría se encuentra en Peng Chau, una de las zonas menos habitadas de la isla de Lantau, a una hora de barco de Hong Kong.

Fue fundada hace 54 años como un priorato afiliado al monasterio de la Santa Alegría, en las proximidades de Pekín. Con la llegada de Mao Tse-tung y la persecución, los monjes huyeron en un primer momento a Sichuan, donde fueron asaltados por tropas comunistas y muchos de ellos murieron como mártires.

Los supervivientes fueron acogidos en Hong Kong, donde fundaron una pequeña comunidad en la isla de Lantau. Entonces el terreno estaba casi desierto y los monjes, entregados a la contemplación, se dedicaron por largo tiempo a la agricultura y a la cría de animales. Actualmente la isla es base del aeropuerto internacional.

El monasterio acoge con frecuencia a jóvenes y sacerdotes por períodos de experiencia de una intensa espiritualidad.
ZS05012804

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Entrevista



Los desafíos de los Legionarios de Cristo y del Movimiento Regnum Christi según su nuevo director general
Entrevista al padre Álvaro Corcuera

ROMA, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- En el Capítulo General de la congregación de los Legionarios de Cristo, iniciado hace poco más de una semana, fue elegido en Roma el padre Álvaro Corcuera como nuevo director general.

Sucede en el cargo al fundador, padre Marcial Maciel, quien declinó aceptar su reelección «por razones de edad y por su deseo de ver florecer a la congregación bajo la dirección de su sucesor», según explicó la congregación en un comunicado oficial.

El padre Corcuera, hasta hace poco rector del centro de Estudios Superiores de la congregación en Roma, ha conversado sobre los desafíos que afrontan los Legionarios de Cristo y el Movimiento Regnum Christi en esta entrevista concedida a Zenit.

--Padre Corcuera, usted sucede en el cargo de director general de los Legionarios de Cristo y del Movimiento Regnum Christi al fundador, el padre Marcial Maciel, quien ha dirigido la congregación desde su fundación, ¿qué significa esto para su instituto religioso?

--Padre Corcuera: En una congregación religiosa, en un movimiento de apostolado, el fundador ocupa un lugar único e irremplazable. Él es quien, por voluntad divina, recibe para la Iglesia un nuevo carisma que enriquece el árbol ya frondoso de la Iglesia como un nuevo don del Espíritu Santo. Nosotros hemos tenido la gracia de contar con la presencia de nuestro fundador durante muchos años, desde la fundación en el año 1941. En los pasos de nuestra historia hemos podido contar con el estímulo, la cercanía paterna y el ejemplo de nuestro Fundador. El hecho de que ahora él siga estando presente en su calidad de Fundador con un nuevo director general al frente de la Legión es una nueva gracia de Dios para todos y cada de nosotros.

--¿Y personalmente para usted qué ha supuesto esta elección?

--Padre Corcuera: Como usted sabe, quien resultó elegido en un primer momento fue el padre Maciel, porque todos vemos en él a un verdadero padre espiritual que nos ha transmitido con su ejemplo y con sus palabras el deseo de amar ardientemente a Jesucristo, a la Iglesia, al Papa, a las almas. Son éstas las grandes motivaciones espirituales que le han conducido a fundar numerosas obras apostólicas en el campo de la formación sacerdotal, en el área de la familia, de la educación de la juventud, de los medios de comunicación social, del servicio a los más pobres, etc. Difícilmente podríamos imaginarnos otro director general estando él en vida.

Solamente cuando él nos comunicó su decisión de declinar su reelección por motivo de su edad y de su deseo de acompañar en vida a su sucesor, fui elegido para sorpresa mía. Acepté esta elección de los padres capitulares como un acto de obediencia a Dios, con el deseo de servir con exquisita fidelidad y amor a la Iglesia, al Santo Padre, a los obispos en comunión con él, a la Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi, que son mi amada familia espiritual.

Por supuesto que contemplar la responsabilidad de un cargo de tanta trascendencia para el bien de la Congregación, me abrumó, pero el padre Maciel me recordó ese principio sobrenatural según el cual cuando Dios pide algo a una persona, le da primero la gracia para ello. Me citó también esa frase del salmo 36 en la que él encontró fuerza y consuelo cuando, en los primeros días de la fundación, buscaba luz en la oración: «Encomienda a Dios tus caminos, confía en Él, y Él actuará» (Sal 37[36], 5). Luego me dijo que nuestra vida debe ser ofrecerle a Dios cada día, desde que inicia, una hoja en blanco para que Él escriba lo que quiera, para que Él actúe como desee, para que se haga en todo, en todo momento y en lo que sea, su Voluntad. Por consiguiente, al mismo tiempo que el peso, experimenté, y experimento, una gran confianza en la acción divina que puede servirse de nuestra pequeñez para llevar a cabo sus planes de salvación para la humanidad. Por eso, tengo muy presente la frase de san Pablo «Mi gracia te basta, que mi fuerza se muestra perfecta en la flaqueza» (2 Cor 12, 7).

Tengo también un sentimiento de inmensa gratitud hacia mis padres que me dieron el don de la vida y de la fe. Agradezco de corazón a mi mamá que haya asumido el riesgo de darme la vida poniendo en peligro la suya, pues los médicos le propusieron abortar dado que había altas probabilidades de que muriera si continuaba el embarazo. Si hoy estoy aquí para cumplir esta misión es también por ella.

--Usted habla de dos razones por las que el padre Maciel no ha aceptado su reelección. Pero hay otras muchas hipótesis circulando en los medios de comunicación, incluso algunas que parecen calumniosas. ¿Qué puede usted decir al respecto?

--Padre Corcuera: Las razones de nuestro fundador son las que he referido. Piense que tiene ya 84 años, y que tendría 96 al término de un nuevo mandato. Por otro lado a mí me parece que hay una inmensa humildad, prudencia y sabiduría en esta decisión del padre Maciel. Él sabe que las congregaciones religiosas continúan después de que ha pasado el fundador. Delante de Dios él ha visto que lo mejor para la Legión y el Regnum Christi es dar ahora un paso institucional de este género para que pueda acompañar a su sucesor durante los años que Dios aún le conceda de vida. No hay otras motivaciones ni internas ni externas a la Legión. Es así de sencillo. Es así de hermoso y conmovedor cuando lo sabemos leer con los ojos de la fe.

Por lo demás, hay antecedentes recientes de este mismo proceder. Pienso, por ejemplo, en la madre Teresa de Calcuta que quiso también dejar el mando de su congregación en manos de sor Nirmala estando ella aún en vida.

--También hay algunos que especulan que hay corrientes de poder dentro de la Legión de Cristo.

--Padre Corcuera: Puedo decirle que no hay nada de verdad en estas hipótesis. Quien conozca el espíritu de la Legión de Cristo sabe muy bien que vivimos un ambiente de unión y caridad intenso y sincero. Todos queremos ofrecer lo mejor de nosotros mismos para colaborar con Jesucristo y con la Iglesia en la misión de predicar el Evangelio. Gracias a Dios encontramos también un profundo sentido de servicio y de humildad en todos los superiores y los miembros. Podría incluso decirle que el deseo de todos nosotros es no tener sobre sí el peso de la responsabilidad y de la autoridad. Y quienes recibimos esta autoridad la ejercemos con espíritu de servicio, como nos enseña Jesucristo. Créame que es una experiencia como la de los primeros cristianos que vivían, con todo su corazón, el mandato recibido: «Ut unum sint». A fin de cuentas, la caridad es nuestro mandato, nuestro uniforme y distintivo como cristianos. En ello nos tienen que reconocer, y vivimos esa experiencia como un don extraordinario que Él nos concede con tanta bondad. Me consta, y tengo la gracia de vivirlo cada día, que en cada legionario encuentro un verdadero hermano que refleja la bondad y la caridad de Cristo, que entre nosotros tenemos una patria común y que queremos luchar con toda sinceridad para que la caridad de Cristo reine en toda la sociedad.

Contrariamente a lo que señalan esas especulaciones sin fundamento a las que usted se refiere, constato con gran alegría que ahora más que nunca todos los Legionarios permanecemos unidos con el fundador en torno a la Eucaristía, como nos ha pedido recientemente el Papa, en sus palabras de exhortación con motivo del 60 aniversario de la ordenación del padre Maciel. La Eucaristía, el esfuerzo sincero por vivir en nuestras comunidades el mandamiento de caridad y de amor que Cristo nos dejó en la Ultima Cena, el servicio a la Iglesia y al Papa y la unión en torno a nuestro Fundador son los ejes que centran nuestra atención espiritual en estos momentos. Además, creo que es providencial, que estamos viviendo esta intensa experiencia en el año de la Eucaristía que el Papa inauguró mientras se celebraba en Guadalajara (México) el Congreso Eucarístico Internacional, y que estamos viviendo de modo intenso en comunión con toda la Iglesia.

--¿Cuáles son las líneas maestras del programa espiritual y de acción apostólica de la congregación en el próximo futuro?

--Padre Corcuera: Es precisamente esto que estamos formulando en estos días, junto con nuestro padre fundador, en el capítulo general, pero indudablemente que nuestro programa no puede ser otro sino el de dar continuidad en el tiempo, con nuevo vigor y pasión, al carisma de la congregación y del Regnum Christi tal y como ha sido aprobado por la Iglesia, según el espíritu del Fundador.

Nuestro máximo deseo es que el mayor número de hombres y mujeres puedan realizar un encuentro personal, desde la fe, con Jesucristo. Todas las iniciativas apostólicas que emprendamos tendrán que partir y estar encaminadas a realizar el programa de la Iglesia universal y de las Iglesias locales que es dar a conocer la persona del Hijo de Dios que por amor asumió una naturaleza humana para salvarnos. Allí tiene su roca firme y su motor la nueva evangelización a la que el Papa nos ha convocado, con miras a crear una civilización de justicia y amor cristianos. Queremos colaborar con todo nuestro ser, para que todos se salven, para que sin distinción de personas, todos encuentren la salvación sabiendo que Jesucristo vino a salvarnos a todos. Por eso tenemos el lema de nuestra vida: «¡Venga Tu Reino!». Y así, estamos especialmente ligados a la acción evangelizadora de este grandísimo apóstol que es Juan Pablo II, a quien tanto queremos. Sus indicaciones, sugerencias y deseos, son para nosotros un programa que seguimos como hijos fieles dentro de nuestra amada Iglesia Católica.

--En este espíritu de caminar «desde Cristo», ¿los Legionarios centrarán su atención en algunas obras apostólicas particulares?

--Padre Corcuera: Seguiremos aquellas obras apostólicas ya iniciadas, según nuestro carisma, especialmente a través del Movimiento Regnum Christi cuyos Estatutos acaba de aprobar el Santo Padre y favoreceremos todas aquellas obras dirigidas a difundir la fe católica, a la formación cristiana de los niños, adolescentes y jóvenes a través de nuestros centros educativos, a la ayuda espiritual y humana a los matrimonios y familias cristianas, a la promoción integral de la persona humana, especialmente de los más desfavorecidos a través de las obras misioneras y de caridad que ya tenemos y de otras que pueden surgir en el futuro, a la formación de sacerdotes, a la evangelización de la cultura, etc.

Todo esto con la más estrecha colaboración con los obispos locales, con los párrocos y los diversos responsables del clero diocesano para unirnos todos, según el carisma específico, en la tarea común de la nueva evangelización, pedida por el Santo Padre y tan urgente en una sociedad cada vez más expuesta a la secularización y a la pérdida de sus raíces cristianas. La situación es de tal gravedad para la fe hoy día, que no caben divisiones estériles. De hecho, apostolados como Juventud Misionera, Familia Misionera, las Escuelas de la Fe, los programas de formación familiar, los estamos enfocando de tal modo que se inserten de modo natural y espontáneo dentro del programa pastoral de las diócesis y parroquias, ayudando así a los párrocos en su misión apostólica. Además, tenemos todo ese campo de acción pastoral en un amplio territorio de misión que es la prelatura de Cancún-Chetumal (Quintana Roo, México) con los indios mayas. Para ella el Papa recientemente ha nombrado obispo prelado a monseñor Pablo Pedro Elizondo, un miembro de la Legión. Es para nosotros un lugar muy querido e importante tanto en la pastoral como en la labor de la promoción humana y cristiana en la sociedad.

--Usted encontró al Santo Padre Juan Pablo II desde que él realizó su primera visita a México en 1979 y durante sus numerosos años de estancia en Roma usted ha podido encontrarlo en numerosas ocasiones, ¿qué nos puede decir sobre él?

--Padre Corcuera: Ya desde 1979 en que lo encontré por vez primera, siendo aún un seglar universitario, cuando yo colaboraba con el padre Maciel en la organización de esa primera inolvidable visita de Juan Pablo II en México, me impresionó profundamente su espíritu de oración y al mismo tiempo su cercanía, su capacidad para contactar con la gente, su gran humanidad y esa profundidad espiritual que refleja su semblante. Estábamos todos emocionados al poder verlo tan de cerca, hablar con él, escucharlo. Era la primera vez que un Papa visitaba la tierra mexicana, sellada por la sangre de tantos mártires y todo el pueblo, en masa, acudió a ver, si era posible en persona al Vicario de Cristo. El pueblo mexicano, en palabras del mismo Juan Pablo II, posee el «carisma de amor al Papa». En aquella primera ocasión lo pudimos comprobar de modo tangible. Y si el Papa cautivó al pueblo mexicano, Juan Pablo II quedó profundamente cautivado por la fe sencilla de este pueblo. Fue este primer viaje apostólico el que ha inspirado y alentado en un cierto sentido todos los años siguientes de su pontificado, según testimonio personal del mismo Papa en su libro «¡Levantaos, vamos!» (Cf. últimos párrafos del libro en el capítulo primero, «La vocación»). En México confirmó su idea de ser un peregrino del amor a través de sus viajes apostólicos.

Luego, llegando a Roma, primero como estudiante y luego como rector de nuestro colegio, en diversas ocasiones he podido encontrarlo de cerca y hablar con él. Cuando el padre Maciel cumplió 80 años, lo invitó a comer y tuve la gracia de acompañarle, junto con el padre Brian Farrell, actual obispo, Secretario del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. Recuerdo que en esa comida, el Papa comentaba con profunda satisfacción aquel viaje. Recuerdo también que cuando se organizó una actividad para festejar sus cien viajes apostólicos, en la Sala Clementina, en el Vaticano, nos pidieron ir para acompañarle y la orquesta de nuestro Centro de Estudios le tocó el canto titulado «Amigo». En eso momento, hubo un silencio y una emoción conmovedoras. Se revivían los recuerdos de aquel viaje histórico de este Papa, Magno, como ya algunos le llaman. Ante todo veo en su persona al Vicario de Cristo sobre la tierra, que guía la barca de la Iglesia a lo largo de la historia. Nuestro padre fundador nos ha enseñado a venerar, a amar al Papa y a todos los obispos en comunión con él. Éste es, de hecho, uno de nuestros grandes amores, junto con el amor a Cristo, a la Iglesia, a María y a las almas. Un amor que se traduce sobre todo en el cumplimiento fiel de sus deseos y en la adhesión cordial y práctica a su Magisterio.

--¿Muchos se preguntan qué va a hacer ahora el fundador? ¿Cuál es su relación personal con él?

--Conozco a nuestro padre fundador desde que era muy pequeño, cuando estudiaba en un colegio de Legionarios. Mi relación con él es muy sencilla, filial, impregnada de espíritu de fe. Veo en él a la persona que Dios eligió para fundar esta obra que es la Legión de Cristo y el Movimiento Regnum Christi. Alguien que ha dado toda su vida por Jesucristo, un sacerdote ejemplar y santo, apasionado por la Iglesia, lleno de devoción cariñosa a la Virgen María, totalmente entregado a la misión de evangelizar y de servir a sus hermanos, de amplios horizontes, capaz de perdonar con caridad cristiana, de un corazón manso y bondadoso.

¿Qué puedo decir de alguien que me ha enseñado lo más grande que tengo en la vida, que es poder amar a Cristo y querer dar toda la vida por Él y su Iglesia? Tengo un deber de gratitud que sólo podría expresarle siendo fiel a aquello que me ha enseñado siempre con sus palabras y ejemplo de un auténtico y verdadero padre que a todos nos ha dado su vida sin escatimar esfuerzo alguno. Realmente cuando le veo trabajar al ritmo que lleva, cuando le veo desgastarse con tanto amor a Dios, no puedo sino decir que aquí hay un hombre de Dios, un hombre que sólo piensa en cómo servir y cómo darse a los demás como sacerdote, a ejemplo de Cristo.

Para responder a su pregunta, la verdad es que no sé cuáles sean sus planes, pero conociéndolo de cerca, intuyo que no podrá «jubilarse», ni retirarse a vivir una vida tranquila. No puede estar tranquilo, siempre está buscando qué más puede hacer por el bien de los demás y la salvación de las almas. Seguirá cumpliendo, como hasta ahora, de modo infatigable su misión de fundador, de padre para con nosotros, alentándonos con su presencia, con su palabra, con su ejemplo; orientándonos con el respeto que siempre le caracteriza y exhortándonos a vivir en plenitud y fidelidad nuestro carisma propio al servicio de la Iglesia. Nosotros así se lo hemos pedido.

--Usted es mexicano y los católicos mexicanos son guadalupanos: ¿qué mensaje le deja María al nuevo director general de los Legionarios de Cristo?

--Padre Corcuera: Usted tiene toda la razón: los mexicanos somos profundamente guadalupanos. La presencia de la Virgen de Guadalupe ha marcado los grandes hitos de nuestra historia. Cuando peregrinos extranjeros visitan el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en el Tepeyac se quedan admirados por esa devoción sincera, cálida, sencilla de los mexicanos a María.

El padre Maciel recibió la ordenación sacerdotal en el antiguo santuario de la Virgen de la Guadalupe. Y ahora una imagen suya preside siempre las ordenaciones de los sacerdotes Legionarios. Como le he dicho, María constituye uno de nuestros grandes amores. Por ello, quisiera, ahora más que nunca, hacer mío el lema de Juan Pablo II, «Totus tuus, ego sum, Maria!». También tuve el inmenso don de ordenarme sacerdote, el 24 de diciembre de 1985, en nuestra parroquia de Guadalupe que el Papa Pío XII nos encomendó en Roma. Recuerdo que, acercándome al altar, levanté la mirada y vi sus ojos. Lo que haya habido de temor, se convirtió en confianza y paz, de seguridad y serenidad. Sus palabras de Madre; «¿Por qué tienes miedo, hijito mío?, ¿no estoy yo aquí que soy tu Madre»?, se me grabaron más que nunca en mi corazón. Como ahora, no puedo decirle que no tengo temor, desde el punto de vista humano. Veo lo que es nuestro fundador, lo que es la Legión, y me siento muy pequeño. Pero Ella nos toma de la mano, nos guía, y con su bondad y suavidad dice que no hay nada que temer. Vamos de su mano. Cuántas veces el Papa, como en los momentos del atentado, nos ha dado el ejemplo de que Ella es quien nos protege, que el amor es más fuerte que el miedo, es más fuerte que el odio, que el rencor y que en cualquier tipo de mal. Por eso cuántas veces le hemos oído decir y exclamar al Papa en momentos difíciles y hasta dramáticos en la historia de la humanidad: «¡El amor es más fuerte!» «¡No temáis!» Quiero encomendarle a Ella mi ministerio sacerdotal y nueva misión para que sea Ella la que inspire y aliente mi servicio a nuestra congregación y a nuestra Iglesia.
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Documentación



«Los recursos para la paz en las Religiones Tradicionales»
Mensaje final del coloquio promovido por el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso

CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 28 enero 2005 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación el mensaje final del Coloquio «Los recursos para la paz en las Religiones Tradicionales» (Ciudad del Vaticano, 12-15 enero 2005), enviado a Zenit por el dicasterio organizador, el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso.

De acuerdo con su presidente, el arzobispo Michael Fitzgerald, «cuando hablamos de las religiones tradicionales, estamos pensando en las religiones étnicas o tribales, es decir, aquellas que se han desarrollado en un grupo étnico específico y que, por tanto, son diferentes de las religiones mundiales, que superan los confines nacionales» (Cf. Zenit, 12 enero 2005).

 

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PONTIFICIO CONSEJO
PARA EL DIALOGO INTERRELIGIOSO
Ciudad del Vaticano

Coloquio sobre
«Los recursos para la paz en las Religiones Tradicionales»
Ciudad del Vaticano, 12-15 enero 2005

Mensaje final



1. La paz es una búsqueda constante por parte de los hombres y de las mujeres de buena voluntad. Siguiendo las huellas de Jesús, Príncipe de la Paz, la Iglesia, plenamente consciente de la necesidad de paz en un mundo dividido, alienta el diálogo para que haya mejor comprensión y relaciones armoniosas entre creyentes de distintas religiones. Del 12 al 15 de enero de 2005 en Roma, el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso ha organizado un Coloquio sobre «Los recursos para la paz en las Religiones Tradicionales». En este Coloquio se han reunido 24 expertos, procedentes de África, de América, de Asia y de Oceanía, para reflexionar sobre qué contribución pueden dar las religiones tradicionales para construir la paz en el mundo. Este encuentro, así como el que le precedió sobre «Los recursos espirituales de las Religiones para la paz», también organizado por el Consejo para el Diálogo Interreligioso del 16 al 18 de enero de 2003 en Roma, fue una continuación de la Asamblea Interreligiosa que se desarrolló en el Vaticano del 25 al 28 de octubre de 1999, de la Jornada Mundial de Oración por la Paz, que se celebró en Asís el 24 de enero de 2002 y del Forum para la Paz que la precedió.

2. Los participantes han subrayado las características específicas de cada religión tradicional y la importancia de los siguientes elementos: tradición oral, rituales, mitos y proverbios, así como la visión comunitaria de la vida, la sacralidad de la naturaleza, la visión unificada de la realidad, el acento sobre la vida y sobre las relaciones, cosas todas que requieren una atención especial.

3. Los participantes en general han estado de acuerdo sobre el hecho de que, según las religiones tradicionales, la paz es más que la ausencia de guerra o de conflicto. La paz es vista positivamente en términos de armonía con todos los aspectos de la realidad, lo visible y lo invisible, lo divino y lo humano, lo cósmico y lo histórico. La paz presupone también equilibrio y respeto por la diversidad. En las religiones tradicionales la paz es promovida por una visión comunitaria de la vida opuesta a una visión individualista, por relaciones con la tierra y con el mar que inculcan un sentido de responsabilidad hacia la naturaleza en su conjunto. Las sociedades tradicionales subrayan las obligaciones sociales. Otros elementos positivos para la paz son la prontitud para reconciliarse aunque se tenga la clara percepción de la inevitabilidad de un conflicto, el papel central de las mujeres como agentes de paz, la importancia de la familia, los ancianos y la comunidad, y la necesidad de una justicia reparadora así como del perdón.

4. Aún reconociendo la fuerza de las religiones tradicionales, los participantes también han compartido reflexiones sobre las dificultades que encuentran para sostener los propios valores en el contexto de la globalización.

5. Partiendo de cuando se ha expuesto anteriormente, el Coloquio alienta un mayor esfuerzo en la promoción del diálogo entre cristianismo y religiones tradicionales, especialmente en aquellas Iglesias locales en las que estas religiones están presentes y son influyentes. Los participantes han insistido en la necesidad del desarrollo de un diálogo intrarreligioso entre los miembros de la Iglesia que provienen de las religiones tradicionales. A través de estos dos tipos de diálogo los participantes sostienen que tanto los cristianos como los seguidores de las religiones tradicionales llegarán a una mejor comprensión de las riquezas de las religiones tradicionales, pero también de sus posibles limitaciones. Un conocimiento bien fundado de estas tradiciones contribuirá al proceso de inculturación. La Iglesia reconoce que los valores de las religiones tradicionales pueden ser recursos saludables para promover la paz en el mundo. Es el parecer de este Coloquio: si se toman más en serio estos recursos, habrá más posibilidades de lograr una paz verdadera.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
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