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Semana Internacional -
29 de enero de 2005


--ACTUALIDAD--
Fecundación in vitro sin límites
Propuestas para ayudar a las naciones en vías de desarrollo
Hacia una vida económica moral

 




 



Fecundación in vitro sin límites
Italia está considerando relajar la normativa

ROMA, sábado, 29 enero 2005 (ZENIT.org).- El Tribunal Constitucional de Italia ha abierto el camino a una serie de referendos que podría debilitar sustancialmente la ley que rige las clínicas de fecundación in vitro. Tras años de debate, el parlamento aprobó el pasado febrero una serie de normas para el tratamiento de la fecundación in vitro. Previamente no existían límites legislativos a este controvertido procedimiento.

Aunque la legislación no satisface todos los requisitos de la Iglesia católica, los obispos italianos sin embargo hicieron pública su satisfacción por las medidas que mejoraban sustancialmente estas materias. No obstante, con el voto parlamentario no disminuyó la fiera oposición a las restricciones a la fecundación in vitro. En Italia, la constitución permite que se abrogue una ley, o parte de ella, por medio de un referéndum, una vez que se hayan recogido suficientes firmas.

Tras una exitosa campaña de recogida de firmas, el Tribunal Constitucional aprobó el 13 de enero una votación sobre cuatro de las cinco medidas en cuestión. Entre las partes de la ley que se busca eliminar están las limitaciones a la congelación y a los subsiguientes experimentos con embriones. Si esto se aboliera, se podrían usar los embriones para producir células madre.

Los referendos también buscan eliminar el límite al número de embriones que pueden implantarse en la matriz y la prohibición del uso de la diagnosis de pre-implantación que descarta los embriones con posibles problemas.

La ley actual prohíbe la donación de esperma de alguien fuera de la pareja para llevar a cabo el tratamiento de fecundación in vitro, y contiene el reconocimiento de que es necesario que se tengan en cuenta los derechos del embrión. Todas estas disposiciones quedarían abolidas si se aprobaran los referendos.

Oportunidad para educar

Esta perspectiva ha alarmado a Francesco D’Agostino, presidente de la Comisión Nacional de Bioética de Italia. En una entrevista el 15 de enero en el periódico Il Corriere della Sera, declaraba que era necesario que se mantuvieran las disposiciones actuales que proporcionan algo de respeto por la vida humana, y no permiten que se manipulen los embriones según criterios meramente utilitarios.

D’Agostino también hacía notar la contradicción existente al buscar que se levanten las restricciones sobre la investigación con embriones humanos y, al mismo tiempo, que aumenta la presión para ilegalizar los experimentos utilizando animales.

Los obispos italianos, reunidos como conferencia la pasada semana, declararon su oposición a cualquier debilitamiento de la ley que regula las clínicas de fecundación in vitro. El presidente de la conferencia, el cardenal Camillo Ruini, afirmó que esperaba que el debate sobre las cuestiones del referéndum fuera una oportunidad para educar a los italianos sobre los valores en peligro, informó el 18 de enero el diario La Stampa.

La estrategia actual de los obispos es convencer a los católicos para que no voten, puesto que los referendos con menos de un 50% de participación son inválidos.

«En la mayor confusión»

Puede ser relevante para el debate italiano la experiencia de otros países donde hay pocas normas que rijan las clínicas de fecundación in vitro. Un reportaje de Associated Press el 18 de enero, por ejemplo, contiene información relevante sobre lo que está ocurriendo en las instalaciones similares de Estados Unidos.

Según una encuesta de las clínicas publicado en Fertility and Sterility, la revista de la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, la mayoría de las clínicas en Estados Unidos ayudarían a mujeres de más de 40 años a quedarse embarazadas. Sólo una de cada cinco rechazarían a una mujer soltera, y una de cada cuatro ayudaría a una mujer que sufre del virus del Sida. La información viene de 210 clínicas o consultorías médicas que respondieron a las preguntas de la encuesta.

«Estaban en la mayor confusión respecto a sus puntos de vista y valores», afirmaba el jefe de bioética de la Universidad de Pennsylvania, Arthur Caplan, que trabajó en la encuesta. Las decisiones reproductivas actualmente «se toman demasiado según los deseos de las parejas y no lo bastante según los intereses de los niños», afirmaba.

Otro resultado relevante fue que, mientras que el 80% de las clínicas pedían a los potenciales clientes que se entrevistaran con los intermediarios financieros, sólo el 18% les hacía ver a un asistente social o psicólogo.

Mamás tardías

La pasada semana las clínicas de fecundación in vitro no reguladas atrajeron la atención de los medios con la noticia del nacimiento de un bebé, Eliza Maria, de una profesora de universidad retirada de 66 años en Rumanía. Se cree que Adriana Iliescu es la madre más anciana en dar a luz, informaba el 17 de enero el Times de Londres. Su hija es fruto de uno de los tres embriones que se le implantaron; los otros dos murieron. Los embriones se produjeron con la ayuda de esperma donado – Iliescu es soltera. El bebé superviviente nació por cesárea en la semana 33 de embarazo.

«Toda mi vida he creído que una mujer tiene derecho a dar a luz y es por lo que tuve que lograr mi sueño, sin importar lo vieja que sea», eran las palabras de Iliescu.

En un comentario publicado el mismo día en el Times, Cristina Odone observaba que «el ethos de la industria de la fecundación in vitro – y esto incluye a todas las formas de reproducción asistida – sigue siendo cuestionable». Y argumentaba: «Los niños no son ni un derecho ni una mercancía, y la industria de la fecundación in vitro los trata como ambas cosas».

Escribiendo bajo el pseudónimo «Coco Gillespie», una mujer británica publicaba un artículo el pasado 19 de enero en el periódico Guardian, reflejando su experiencia de hija nacida hace 30 años, como resultado de una chiripa médica, cuando su madre tenía 50 años.

«La descendencia de padres ancianos siempre se ve acechada por el espectro de la muerte, y esto será incluso más cierto para Eliza de lo que fue para mí», comentaba la escritora. «Durante años como niña, me vi agobiada por sueños recurrentes sobre la muerte de mis padres, o sobre cómo podría lograr cuidarlos si se convertían en discapacitados». También se lamentaba de no haber tenido hermanos, o incluso primos, de su misma edad.

La opción de las colegialas

La otra cara de la moneda en Gran Bretaña, chicas hasta de 14 años están pidiendo ayuda económica al Servicio Nacional de Salud para someterse a un tratamiento de fecundación in vitro, informaba el 4 de julio el Telegraph. El periódico decía que cuatro chicas de 14 años que querían utilizar la fecundación in vitro se acercaron a una clínica, tras ser incapaces de concebir a través de los medios convencionales.

En Israel, entre tanto, las mujeres se someten hasta a 35 fertilizaciones in vitro en un esfuerzo por tener hijos, informaba el 19 de julio el Times de Londres. Según el artículo, en Israel se permite a las mujeres casadas y solteras someterse a un número ilimitado de intentos antes de los 45 años. De los 45 a los 51 años, se permite a las mujeres continuar los tratamientos con óvulos donados.

Actualmente Israel proporciona 3.400 tratamientos de fecundación in vitro por cada millón de personas, cifra a comparar con los 300 de Inglaterra. El resultado es que cerca del 5% de los bebés de Israel se conciben en tubos de ensayo.

Los tratamientos múltiples de fertilidad, según el Times, «causan un enorme estrés emocional, mental y físico, que los médicos que tratan a sus pacientes suelen dejar sin tratamiento».

Otra práctica muy discutida es la fecundación in vitro póstuma. El periódico Independent del 4 de octubre informaba de Diane Scott, de 44 años, que dio a luz una hija 30 meses después de la muerte de su marido. Su marido, Peter, sufría de cáncer, pero antes de someterse a quimioterapia almacenó su esperma, que más tarde fue usado por su viuda.

Según el Independent, Diane Scott es una de las 30 madres británicas que han dado a luz usando el esperma de sus parejas muertas. Está por verse si esta clase de noticias influirá en los votantes italianos a la hora de decidir en los referendos sobre la fecundación in vitro.
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Propuestas para ayudar a las naciones en vías de desarrollo
Afrontar con audacia las metas del milenio

NUEVA YORK, sábado, 29 enero 2005 (ZENIT.org).- El 17 de enero un grupo de consultoría entrega un informe a los funcionarios de Naciones Unidas sobre cómo ayudar a las naciones en desarrollo a superar la pobreza. El denso documento de 3.000 páginas es obra del Proyecto del Milenio de Naciones Unidas, que ha sido comisionado para desarrollar un plan global para lograr los Objetivos de Desarrollo para el Milenio (ODM) para el año 2015.

Los ODM son una serie de metas para reducir la pobreza, el hambre, la enfermedad y la falta de infraestructuras. El informe, «Invirtiendo en el Desarrollo: un Plan Práctico para Conseguir los Objetivos de Desarrollo del Milenio», ha sido producido por un equipo de más de 250 experto, bajo la dirección del profesor de Harvard, Jeffrey Sachs.

El Secretario General de la ONU, Kofi Annan, dijo en una conferencia de prensa que el informe permitiría a los líderes del mundo «sumarse a debates muy serios y profundos sobre algunos de los temas y dilemas más importantes a los que hace frente la comunidad internacional», mientras se preparan para la cumbre de la ONU sobre desarrollo en septiembre. Annan declaraba que esperaba que el encuentro produjera «decisiones importantes y de envergadura» y todos pudieran «trabajar juntos para colocar los bloques constructivos de un mundo más seguro y más próspero».

¿Ganancias rápidas?

El informe invitaba a los países ricos a aumentar sus ayudas para el desarrollo, desde un 0,25% de su producto interior brutos (el nivel del 2003) hasta cerca del 0,44% en el 2006 y así lograr el objetivo del 0,7% en el 2015. También renovó la petición de condonación de la deuda y pidió «consolidar la gestión gubernamental, promover los derechos humanos, implicar a la sociedad civil, y promover el sector privado».

Uno de los elementos más innovadores del informe es lo que en él se denomina «acciones de ganancia rápida», diseñadas para salvar y mejorar rápidamente millones de vida y promover el crecimiento económico. Entre las medidas propuestas bajo este encabezado están:

-- Distribución libre de mosquiteros y medicinas efectivas contra la malaria para todos los niños en las regiones de riego, para finales del 2007.

-- Poner fin a los honorarios para las escuelas primarias y los servicios sanitarios esenciales, no más tarde del año 2006. La ayuda creciente de los donantes podría compensar estos honorarios, dada su necesidad.

-- Éxito en el llevar a cabo la campaña «3 de 5» para llevar a 3 millones de pacientes de Sida en países en desarrollo tratamiento antirretroviral para finales del 2005.

-- Expansión de los programas de almuerzos escolares para llegar a todos los niños en los puntos caliente del hambre, para no más tarde de finales del 2006. Los programas se usarían para alimentos producidos localmente.

-- Masiva llegada de nutrientes del suelo para los pequeños granjeros en tierras con suelos agotados de nutrientes, a través de distribución libre o subvencionada de fertilizantes químicos y agroforestales, no más tarde de finales del 2006.

-- Entrenar a un gran número de trabajadores con sede en sus comunidades para asegurar unas habilidades adecuadas en la salud, la educación, la agricultura, la nutrición, las infraestructuras, el abastecimiento de agua y los saneamientos, y la gestión medioambiental.

Entre otras recomendaciones el informe también pedía a las naciones de recursos que abrieran sus mercados a las exportaciones de países en desarrollo y ayudaran a aumentar la competitividad en exportaciones a través de inversiones en infraestructuras relacionadas con el comercio, como la electricidad, las carreteras y los puertos.

También hizo una súplica a los donantes internacionales para que movilizar su apoyo para aumentar la investigación y el desarrollo científicos que se dirijan a las especiales necesidades de los pobres en las áreas de salud, agricultura, recursos naturales y gestión medioambiental.

Lo que está en juego

«¿Cómo se verá el mundo en el 2015 si se logran los objetivos?», preguntaba el informe. Satisfacerlos significaría sacar a más de 500 millones de personas de la pobreza extrema. Asimismo, más de 300 millones dejarían de sufrir hambre. La sanidad infantil se mejoraría también dramáticamente, salvando las vidas de más de 30 millones de niños de menos de 5 años de edad.

Los ODM también piden que se proporcione agua potable segura para 350 millones de persona y que se asegure los saneamientos básicos para 650 millones. Cientos de millones de mujeres y chicas también podrán asistir a la escuela, y gozar de mayores oportunidades económicas y políticas.

El informe admitía que muchos países están en la senda de lograr al menos algunos de los objetivos para el 2015. A nivel mundial, entre 1990 y 2002 la media de ingresos totales aumentó en cerca de un 21% y el número de personas en pobreza extrema descendió en unos 130 millones. Además, la tasa de mortalidad infantil ha caído y un 8% más de personas en países en desarrollo han recibido el acceso al agua, con un 15% también que han logrado acceder a una mejora en los servicios sanitarios.

Sin embargo, el África subsahariana es otra historia. La región está en una situación dramática, «en una espiral hacia debajo de Sida, de malaria que renace, descenso de alimento pro persona, deterioro de las condiciones de vivienda, y degradación medioambiental». Un niño nacido hoy en esta región tiene sólo un tercio de oportunidades de llegar a los 65 años de edad, establecía el informe.

Según el informe, no hay un factor único que explique el éxito o el fracaso de los ODM. Enumera, sin embargo, cuatro razones que explican por qué no se logran los éxitos:

-- gestión gubernamental pobre, marcada por la corrupción, opciones pobres de política económica, y negación de los derechos humanos.

-- la trampa de la pobreza, con economías locales y nacionales demasiado pobres para hacer las inversiones necesarias.

-- progreso dispar, con una parte de un país que avanza, mientras que en otros lugares persisten bolsas de pobreza.

-- áreas de políticas específicas descuidadas que pueden tener un efecto monumental en el bienestar de los ciudadanos, incluso cuando la gestión gubernamental es adecuada.

Seguridad y estabilidad

El informe también defendía que los ODM no son importantes únicamente desde el punto de vista de asegurar una mayor justicia global y los derechos humanos, sino que «también son vitales para la seguridad y estabilidad internacionales y nacionales».

«Es mucho más probable que las sociedades pobres y hambrientas entren en conflicto por los recursos vitales escasos, como fuentes de riego y tierra de labranza – y por fuentes de recursos naturales, como el petróleo, los diamantes y la madera- que las sociedades de ingresos altos». El informe añadía que en los últimos años muchos líderes del mundo han puesto de relieve «la poderosa relación entre reducción de la pobreza y seguridad global».

En el último número de la revista Developments, No. 28, publicada por el Departamento para el Desarrollo Internacional del gobierno británico, Jeffrey Sachs, el profesor de Harvard que supervisaba el informe del Proyecto del Milenio del Naciones Unidas, explicaba que algunos de los razonamientos que están detrás de los ODM.

«Ahora mismo los países ricos están manejando emergencias en África cada año – pero no estamos resolviendo el problema», escribía Sachs. Añadía que al concentrarse tanto en la ayuda alimentaria o solución de las emergencias, quedan por resolver los problemas subyacentes. «Por otro lado, si ayudamos a África a invertir fuertemente en mejorar la actividad agrícola, en las instituciones de sanidad pública para la prevención y el tratamiento de la enfermedad, en la gestión medioambiental – estas emergencias disminuirían».

Sachs también aducía que no hay un remedio único. «El desarrollo dependerá del comercio y de la ayuda y de la reducción de la deuda», escribía. «No es el comercio contra la ayuda, no es sólo comercio o sólo ayuda».

Las recomendaciones del informe no han carecido de discusión. Uno de los coordinadores del informe, Nancy Birdsall, fue citado el pasado 18 de enero diciendo que estaba preocupada por se hacía suficiente énfasis sobre «los muchos pasos difíciles que deben dar los países pobres que no tienen nada que hacer con el dinero». Birdsall también fue crítica con las prioridades múltiples del informe y afirmó que había demasiadas «victorias rápidas».

Y en el Financial Times del 19 de enero, el comentarista Martin Wolf afirmaba que, basándose en su experiencia anterior en el Banco Mundial, dudaba que los cambios sustanciales pedidos pudieran lograrse en tan corto espacio de tiempo.

Cambiar el modo en que se organizan los gobiernos, preparar a un gran número de personas y construir infraestructuras económicas son tareas que requieren tiempo, defendía Wolf. «Una cuidadosa acumulación que genere mejoras sostenidas sería ampliamente mejor que una expansión dramática que termine en caos y decepción».

Un sano debate sobre cómo ayudar a las naciones en desarrollo podría servir para clarificar los temas, siempre y cuando las naciones ricas pasen de la teoría a poner en práctica acciones concretas.
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Hacia una vida económica moral
El Compendio de Doctrina Social presenta algunos principios

ROMA, sábado, 29 enero 2005 (ZENIT.org).- El Compendio de Doctrina Social de la Iglesia dedica un capítulo especial a considerar la actividad económica en general. Como otros capítulos, éste comienza con un repaso de algunos principios bíblicos.

En el Antiguo Testamento, las riquezas se consideran una bendición de Dios. La abundancia no es vista como un problema en sí misma, sino que hay una fuerte condena del mal uso de los bienes materiales – fraude, usura, injusticia – especialmente cuando es el pobre el que sufre estos abusos.

La otra cara de la moneda, la pobreza, es vista como parte de la condición humana. En este contexto el Antiguo Testamento invita a las personas a reconocer su pobreza ante Dios. Él, a su vez, es retratado como respondiendo a los gritos del pobre, que recibirá su recompensa a través de un nuevo David. «La pobreza adquiere el estatus de valor moral cuando se convierte en una actitud de disponibilidad y apertura humilde a Dios, de confianza en Él» (No. 324).

En el Nuevo Testamento, Jesús llama a la conversión de los corazones y a estar atentos a las necesidades de los demás. Trabajar por la justicia y ayudar al pobre es una forma de construir el Reino de Dios.

En general, la Biblia considera la actividad económica como parte de la vocación por la que la se invita a la humanidad a administrar los dones recibidos de Dios. La parábola de los talentos también enseña que «lo que se ha recibido debería usar apropiadamente, preservarse y aumentarse» (No. 326).

Compartir las riquezas

Los bienes materiales, incluso cuando son propiedad legítima de alguien, conservan su destino universal. «Las riquezas satisfacen su función de servicio al hombre cuando se destinan a producir beneficios para los demás y para la sociedad» (No. 329).

Este nexo entre moralidad y vida económica es una constante en la doctrina de la Iglesia. «Así como en el área de la moralidad uno debe tener en cuenta las razones y requisitos de la economía, igualmente también en el área de la economía uno debe abrirse a las exigencias de la moralidad» (No. 331).

El compendio sugiere que la moralidad y los principios económicos tienen algunos puntos en común. Por ejemplo, producir bienes de modo eficiente puede verse como un deber moral, en el sentido de que no hacerlo sería una pérdida de recursos. Pero la producción de riquezas también necesita una orientación moral, en orden a asegurar que la riqueza económica se distribuye de modo equitativo y se guía por principios como la justicia y la caridad.

La actividad económica llevada a cabo de esta manera se convierte en una oportunidad para practicar la solidaridad y construir una sociedad más equitativa y un mundo más humano. La Iglesia también considera que términos como desarrollo no pueden simplemente verse en una dimensión económica, como acumulación de bienes. Una concentración exclusiva sobre el aspecto material corre el riesgo de caer en el error del consumismo y no es el camino para lograr la auténtica felicidad.

Iniciativa privada

Una sección del capítulo sobre economía explica la postura de la doctrina social de la Iglesia con respecto a la iniciativa privada y la actividad económica. La libertad de las personas para implicarse en la actividad económica es «un valor fundamental y un derecho inalienable que ha de ser promovido y defendido» (No. 336).

La iniciativa en la economía es parte de la actividad creativa humana y los negocios también tienen un papel social importante que jugar a través de la producción de bienes y servicios. Aunque este papel necesita llevarse a cabo según criterios económicos, el compendio añade: «no deben descuidarse los valores auténticos que causan el desarrollo concreto de la persona y de la sociedad» (No. 338).

En este contexto el compendio recuerda que la Iglesia ha apoyado desde siempre los negocios familiares y de tamaño pequeño y medio, junto con las actividades cooperativas, que pueden hacer una contribución valiosa a la actividad económica y humana. De hecho, la actividad económica proporciona la oportunidad de practicar muchas virtudes, como la diligencia, la prudencia, la fidelidad y el coraje.

El texto también tiene palabras positivas para el papel de lograr beneficios, que son un signo de que los factores productivos implicados en la empresa se están usando bien. Sin embargo, los negocios deben servir también a la sociedad de modo apropiado y esto no se hace cuando se violan las obligaciones de la justicia social o los derechos de los trabajadores.

El compendio también observa que en el mundo de hoy los estados individuales pueden encontrar difícil regir las operaciones de negocios y que esto pone en la empresa privada una mayor responsabilidad para abrirse a los valores de la solidaridad y el auténtico desarrollo humano.

Servir a las personas

En materia de mercado libre en general, el compendio explica que «es una institución de importancia social por su capacidad de garantizar resultados efectivos en la producción de bienes y servicios» (No. 347). Un mercado verdaderamente competitivo, continúa el texto, «es un instrumento efectivo para obtener objetivos importantes de justicia».

No obstante, el compendio agrega que, en un mercado libre, deben tomarse en cuenta los fines del bien común y el desarrollo humano, y no sólo la motivación del beneficio. Hay necesidades humanas importantes y bienes que no puede comprarse y venderse en el mercado.

En cuanto al papel del estado en la regulación del mercado, el compendio invoca la aplicación de dos principios: solidaridad y subsidiariedad. Solidaridad es estimular acciones que defiendan a los pobres y desaventajados; subsidiariedad es garantizar que la intervención del estado no se vuelve excesivamente invasora.

En varios números el compendio insiste en que el estado no debe interferir demasiado en el funcionamiento de la economía, de manera que restrinja indebidamente las libertades de los individuos y de los negocios. Por otro lado, también defiende el papel legítimo de los impuestos y del gasto público, que juega un importante papel, especialmente al proteger al débil. Por lo tanto, pagar impuestos es «parte del deber de solidaridad» (No. 355), pero el estado tiene la correspondiente obligación de asegurar que los impuestos son «razonables y justos», y los recursos públicos son administrados con «precisión e integridad».

Dimensión global

La última parte del capítulo considera algunos de los recientes desarrollos relacionados con la globalización y los mercados financieros internacionales. «La globalización da lugar a nuevas esperanzas y al mismo tiempo plantea cuestiones preocupantes» (No. 362).

El compendio reconoce que la globalización ha abierto muchas oportunidades, pero expresa su preocupación sobre las desigualdades entre las economías avanzadas y los países en desarrollo. Citando a Juan Pablo II el texto pide una «globalización en la solidaridad» para ocuparse de este problema.

Un sistema más equitativo del comercio internacional, y una fuerte defensa de los derechos humanos están entre las reformas pedidas por el compendio. Respetar las diferencias culturales y religiosas y asegurar una mayor solidaridad entre generaciones son puntos a tratar.

En cuanto a los mercados financieros, el texto reconoce su papel positivo en facilitar el crecimiento económico y las inversiones a gran escala. Sin embargo, existe el riesgo de que el sector financiero pierda de vista el servir al desarrollo humano y se convierta en «un fin en sí mismo». Y haciendo frente con los graves problemas causados por la inestabilidad financiera, también es necesario hacer que estos mercados sean más estables.

La globalización también requiere una mayor cooperación de los estados para coordinar la economía, dado que los gobiernos individuales con frecuencia ya no son capaces de ejercitar una guía efectiva. El compendio pide la creación de «instrumentos políticos y jurídicos adecuados y efectivos» (No. 371) que asegurarán «el bien común de la familia humana».

Renovando su llamamiento a la solidaridad, uno de los números concluyentes observa que lograr esto será también lograr beneficios para países más ricos, donde la abundancia de bienes materiales suele acompañarse por «un sentido de alienación y pérdida de su propia humanidad» (No. 374). El capítulo concluye llamando a educar a las personas de manera que tengan claro que la actividad económica debe verse en un contexto humano más amplio.
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