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31
de enero de 2005
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Santa Sede
Juan Pablo II suspende las audiencias de este lunes por gripe
Aumenta el número de los católicos: 1.086 millones en el mundo,
la mitad en América
El Papa alienta a los Legionarios de Cristo a vivir el carisma
de su fundador
Especialistas del mundo en el Vaticano para hablar de calidad
de vida y ética de la salud
El Pontificio Ateneo «Antonianum» se transforma en Universidad
Mundo
El enviado del Papa constata con sus propios ojos la tragedia
del «tsunami»
Veinte mil jóvenes mexicanos en peregrinación al monumento a
Cristo Rey
Sri Lanka: La ayuda «post-tsunami» del gobierno podría
perjudicar a pescadores e Iglesia
Abierto el Año Jubilar en Nápoles por el 1700 aniversario del
martirio de San Jenaro
Entrevista
¿Por qué se opone la Iglesia al eugenismo y al antisemitismo?
Documentación
Mensaje del Papa al Capítulo General de los Legionarios de
Cristo
Santa Sede
Juan Pablo II suspende las audiencias
de este lunes por gripe
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).-
Juan Pablo II suspendió las audiencias previstas para este lunes a causa de la
gripe, según ha anunciado la Santa Sede.
En un comunicado hecho público este lunes, Joaquín Navarro-Valls, director de la
Oficina de Información del Vaticano, reveló que «debido a los síntomas de gripe,
que empezaron ayer, se ha aconsejado al Santo Padre suspender sus audiencias
privadas de hoy».
Estos síntomas pudieron percibirse este domingo por los miles de peregrinos que
participaron en el rezo de la oración mariana del Ángelus.
Si bien el Papa mostró en un momento una divertida sonrisa, cuando dos niños que
le acompañaron en sus apartamentos lanzaron al aire dos palomas en símbolo de
paz, se pudo constatar que tenía la voz afónica y que experimentaba dificultades
para respirar.
Navarro-Valls aclaró que, a pesar de la gripe, el Papa cumplió con uno de los
compromisos previstos para este lunes, la entrega del Anuario Pontificio 2005,
volumen en el que aparecen todos los obispos de la Iglesia católica, así como
las personas que trabajan en los organismos de la Santa Sede, congregaciones
religiosas, instituciones eclesiásticas educativas, etc.
Para los compromisos del Papa en los próximos días la Santa Sede no ha hecho
previsiones. «Esto lo veremos --aclaró el portavoz vaticano en declaraciones a
«Radio Vaticano». «Como siempre sucede con una gripe, hay que esperar día tras
día».
Se ha dado una epidemia de gripe en Roma en las últimas semanas después de que
la capital italiana sufriera una ola de frío particularmente rígido.
La salud del obispo de Roma ha sido relativamente estable en los últimos meses.
La última vez que canceló un encuentro a última hora fue el 24 de septiembre de
2003, por problemas intestinales.
ZS05013103
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Aumenta el número de los católicos:
1.086 millones en el mundo, la mitad en América
Crece el número de sacerdotes diocesanos y disminuye el de religiosos
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).-
Los datos de la edición del «Anuario Pontificio 2005» revelan que en el mundo
hay 1.086 millones de católicos, 15 millones más que en el año anterior y que la
mitad de ellos viven en el continente americano.
Según revela un comunicado publicado este lunes por la Santa Sede, los datos del
volumen, que fue presentado este lunes a Juan Pablo II a pesar de la gripe que
le aquejaba por los miembros de la Oficina Central de Estadística de la Iglesia,
ofrecen un panorama estadístico del catolicismo en estos momentos.
«El número de fieles bautizados ha aumentado, pasando de 1.071 millones en 2002
a 1.086 millones en el año 2003», explica el comunicado.
Mientras «en África se ha registrado un aumento del 4,5% de los fieles, en
Europa se ha dado prácticamente una situación de estabilidad. Hay que registrar
significativos aumentos en Asia (+2,2%), Oceanía (+1,3%) y en América (+1,2%)»,
explica la nota vaticana.
«La lectura de los datos sobre la distribución de los católicos en las
diferentes áreas geográficas revela que América reúne al 49,8% de los católicos
de todo el mundo, mientras que Europa recoge al 25,8%. Porcentajes menores se
encuentran en África (13,2%), Asia (10,4%) y Oceanía (0,8%)», añade.
En 2003, «los sacerdotes eran 405.450, de los cuales, 268.041 son miembros del
clero diocesano y 137.409 del clero religioso; en 2002 eran 405.058 divididos en
267.334 diocesanos y 137.724 religiosos. El número total de sacerdotes en 2003
con respecto al de 2002 aumentó por tanto en 392 unidades, un aumento de 707 en
el clero diocesano y un descenso de 315 en el religioso».
En ese año, «las ordenaciones sacerdotales fueron 9.317 en 2003 mientras que en
el año precedente fueron 9.247; en particular, las diocesanas pasaron de 6.534
en 2002 a 6.582 en 2003 y las religiosas de 2.713 a 2.735», explica.
Desciende el número de las vocaciones, según el estudio: «El número de
seminaristas inscritos a los seminarios de filosofía y teología pasó de 112.643
en 2002 a 112.373 en 2003».
El mayor número de seminaristas se encuentra en el continente americano, donde
hay 37.191. Siguen después Asia con 27.931, Europa con 24.387, África con 21.909
y, por último, Oceanía con 955 seminaristas.
En el año 2003, el Papa «erigió 10 nuevas sedes episcopales y un vicariato
apostólico; se constituyeron 6 sedes metropolitanas. En total, nombró a 171
obispos».
El «Anuario Pontificio», volumen de más de 2.100 páginas, recoge entre sus
pastas rojas los nombres y datos esenciales de todos los obispos y diócesis de
la Iglesia católica, así como los de las personas que trabajan en los organismos
de la Santa Sede, congregaciones religiosas, instituciones eclesiásticas
educativas, etc.
ZS05013104
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El Papa alienta a los Legionarios de
Cristo a vivir el carisma de su fundador
En un mensaje enviado al capítulo general de la Congregación que se celebra en
Roma
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).-
Juan Pablo II ha enviado un mensaje a los Legionarios de Cristo en el que les
invita a vivir y transmitir «fielmente» el carisma que esta Congregación
religiosa ha recibido de Dios a través de su fundador, el padre Marcial Maciel.
El Santo Padre dirigió este lunes su misiva al tercer Capítulo General Ordinario
que se está celebrando en Roma esta realidad eclesial --surgida en 1941-- en el
que el padre Maciel, de 84 años de edad, prefirió no aceptar ser reelegido
director general por motivos de edad y por el deseo de acompañar los primeros
pasos de su sucesor.
El mensaje pontificio comienza precisamente saludando al fundador y a su sucesor
como director general de la Congregación y del movimiento de apostolado «Regnum
Christi», el padre Álvaro Corcuera.
«Os encontráis en un momento histórico para la vida del Instituto, en el que se
abre una nueva fase --reconoce el Papa en el texto enviado en castellano--.
Habéis tenido la dicha de caminar durante 64 años bajo la guía de vuestro
fundador».
«Así habéis crecido y os habéis desarrollado hasta alcanzar la madurez
--añade--. Ahora habréis de continuar el camino guiados por el nuevo director
general, aunque no falten la compañía, el afecto paterno y la experiencia del
padre Maciel, que ha renunciado a un nuevo periodo de gobierno».
«Esto os compromete a custodiar, vivir y transmitir fielmente los dones que por
medio de él habéis recibido del Señor», subraya el obispo de Roma.
El Papa plantea a los Legionarios de Cristo la tarea «de desarrollar la obra
inspirada al fundador, la cual trata de distinguirse por la entrega al servicio
a la Iglesia y la formación de la juventud en sólidos principios cristianos y
humanos que, basados en la libertad y responsabilidad personal, contribuyan a su
madurez espiritual, social y cultural, en fidelidad al Magisterio y en plena
comunión con el Papa».
El mismo Santo Padre confiesa con satisfacción que «personalmente he podido
participar, en varias ocasiones, en la vida de vuestra Congregación,
concretamente con la aprobación definitiva de las Constituciones, en junio de
1983 y, recientemente, aprobando los Estatutos del Movimiento "Regnum Christi"».
«Os aliento a seguir irradiando vuestra espiritualidad y dinamismo apostólico,
rico en la diversidad de sus obras y abierto siempre a nuevas expresiones, según
las necesidades más apremiantes de la Iglesia en los diversos tiempos y
lugares», añade la misiva pontificia.
«Fieles al carisma del Instituto y unidos firmemente a la Roca de Pedro, vuestra
aportación a la misión evangelizadora de la Iglesia será realmente fecunda»,
concluye.
El pasado jueves, 27 de enero, el arzobispo Franc Rodé, C.M, prefecto de la
Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida
Apostólica, presidió por invitación del padre Maciel, una concelebración
eucarística en la basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, parroquia dirigida
por los Legionarios de Cristo.
Dirigiéndose al padre Maciel, el representante de la Santa Sede constató:
«después de haber ejercido con gran prudencia, sabiduría y firmeza la función de
director general por más de 60 años, deja usted el mando de la Legión en manos
más jóvenes, con el sentimiento legítimo de haber cumplido su deber como un
verdadero soldado de Cristo, acompañado por la veneración y la gratitud de sus
hijos».
«Estoy seguro de que la fidelidad a las normas tan precisas que ha legado a la
Legión de Cristo, y que hacen de ella un modelo de armonía y madurez, seguirá
brillando en la Congregación como un faro luminoso para las generaciones
venideras», añadió el arzobispo esloveno.
Antes de despedirse, monseñor Rodé manifestó sus «mejores deseos al padre Álvaro
Corcuera que continúa el designio de Dios».
La Legión de Cristo cuenta con
cerca de 650 sacerdotes y 2.500 seminaristas. El movimiento de apostolado
«Regnum Christi», también fundado por
el padre Maciel, se compone de unos 65.000 miembros, seglares --hombres y
mujeres--, diáconos y sacerdotes, esparcidos por todos los continentes.
ZS05013107
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Especialistas del mundo en el Vaticano
para hablar de calidad de vida y ética de la salud
Programa de la XI Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).-
Diez años después de la Encíclica de Juan Pablo II, el anuncio del «Evangelio de
la Vida» muestra su necesidad en una cuestión de permanente actualidad como es
la «calidad de vida», de cuyo estudio se encargarán especialistas de distintos
países y disciplinas en el curso de la XI Asamblea General de la Academia
Pontificia para la Vida (PAV).
Del próximo 21 al 23 de febrero el Aula Nueva del Sínodo (Ciudad del Vaticano)
acogerá el encuentro anual del organismo, en esta ocasión dedicado al tema
«Calidad de vida y ética de la salud».
El eje de las reflexiones será la Encíclica del Papa
«Evangelium vitae» (25 de marzo de 1995) --sobre el valor y el carácter
inviolable de la vida humana--, un texto que advertía de que «el eclipse del
sentido de Dios y del hombre conduce inevitablemente al materialismo práctico en
el que proliferan el individualismo, el utilitarismo y el hedonismo (...). Así
los valores del ser son sustituidos por los del tener» y «el único fin que
cuenta es la consecución del propio bienestar material».
En este sentido, «la llamada “calidad de vida” se interpreta principal o
exclusivamente como eficiencia económica, consumismo desordenado, belleza y goce
de la vida física, olvidando las dimensiones más profundas --relacionales,
espirituales y religiosas-- de la existencia» (Cf. o.c., 22-23).
«Para evitar las antedichas interpretaciones distorsionadas –explica la PAV--,
Su Santidad Juan Pablo II escribe: “es necesario hacer llegar el Evangelio de la
Vida al corazón de cada hombre y mujer e introducirlo en lo más recóndito de
toda la sociedad. Ante todo, se trata de anunciar el núcleo de este Evangelio” (o.c.,
80-81)».
«Calidad de Vida» y anuncio del «Evangelio de la Vida» centrará así las
sesiones, debates, mesas redondas y comunicaciones de los trabajos de esta XI
Asamblea General, de cuya apertura se encargará el presidente del Consejo
Pontificio para la Pastoral de la Salud, el cardenal Javier Lozano Barragán,
quien presidirá la Eucaristía y trazará un marco «A los diez años de la
“Evangelium vitae”».
Monseñor Ignacio Carrasco de Paula –canciller de la PAV y profesor de Bioética
en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Católica del Sagrado
Corazón (Roma)-- moderará la primera sesión en la que P. Maurizio Faggioni
--profesor extraordinario de Bioética en la Academia Alfonsiana (Roma)-- hablará
de «La calidad de vida y la salud a la luz de la antropología cristiana», el
doctor Jean-Marie Le Méné --presidente de la Fundación «Jérôme Lejeune»
(París)-- de «Ética de la salud y gestión de la salud mundial» y monseñor Michel
Schooyans --profesor emérito de Filosofía de la Universidad de Lovaina
(Bélgica)-- de «La “salud reproductiva” y las políticas demográficas».
Moderada por Wolfgang Waldstein --ex profesor de Derecho Romano en la
Universidad de Salzburgo y profesor emérito de Derecho Común de la Pontificia
Universidad Lateranense--, la segunda sesión del 21 de febrero verá la
participación de Alfonso Gómez-Lobo --profesor de Metafísica y Filosofía Moral
en la Cátedra «Ryan» de la Universidad de Georgetown, Departamento de Filosofía,
Washington DC--, quien se centrará en las «Luces y sombras del concepto “calidad
de vida”», de Stefano Zamagni --profesor ordinario de Economía Política de la
Universidad de Bolonia y «Adiutor Professor» de la Universidad Johns Hopkins,
B.C--, sobre «El principio de justicia y el derecho a las curas», y Markus
Hengstschläger --profesor de Genética Médica en la Medical University de
Viena--, que abordará «El fármaco como medicina, como producto comercial y como
“bien” de consumo».
Una Eucaristía presidida por el cardenal Alfonso López Trujillo –presidente del
Consejo Pontificio para la Familia-- abrirá el segundo día de la Asamblea, cuya
sesión, moderada por Corrado Manni --profesor emérito de Anestesiología y
Reanimación en la Universidad Católica del Sagrado Corazón (Roma)--, prevé la
intervención del profesor Gualtiero Ricciardi --director del Instituto de
Higiene y Sanidad Pública de la citada universidad-- sobre «Las políticas
sanitarias y la calidad de vida en las democracias occidentales», del profesor
Manfred Lütz --neurólogo, psiquiatra y médico de la «Alexanier Infirmary»
(Colonia)-- sobre «La “religión” de la salud y la nueva imagen del hombre», y de
Angelo Fiori --profesor emérito de Medicina Forense de la Universidad Católica
del Sagrado Corazón «Agostino Gemelli» (Roma)-- acerca de «La figura del médico
y las expectativas de los ciudadanos: continuidad y condicionamiento»; por su
parte, el profesor Vicente Bellver Capella --presidente de la Universidad
Internacional Menéndez Pelayo y profesor en el Departamento de Filosofía del
Derecho, Moral y Política (Universidad de Valencia)-- hablará del «Derecho a la
vida, a la salud, a las curas médicas: contenidos y límites».
En dos partes se desarrollará a continuación una mesa redonda sobre
«Perspectivas y alternativas: terapias médico-quirúrgicas y técnicas de ayuda,
prevención y adopción», cuyo moderador será el doctor Philippe Schepens
--presidente de la Asociación Belga de Médicos «Who Respect Human Life»--.
En la primera parte el profesor Alejandro Serani-Merlo --profesor de Bioética,
Facultad de Medicina de la Pontificia Universidad Católica (Santiago de Chile)--
intervendrá sobre «La calidad de vida en geriatría», el profesor Patricio
Ventura-Juncá –pediatra y director del Centro de Bioética de la citada
universidad-- sobre «La calidad de vida en neonatología», la profesora Wanda
Póltawska –psiquiatra y experta en Antropología Teológica de la Facultad
Teológica de la Universidad de Cracovia-- sobre «Calidad de la vida y minusvalía
mental», y Joannes Lelkens –profesor emérito de Anestesiología en la Universidad
de Maastricht-- sobre «Calidad de vida en el paciente de tumor con pronóstico
infausto».
Tras una pausa, participará en la segunda parte P. Noël Simard --director del
Centro de Bioética y profesor de Bioética en la Facultad Teológica de la
Universidad Saint-Paul (Ottawa)--, cuyo tema será «Calidad de vida en los
enfermos de SIDA», mientras que Luigi Postiglione --profesor de Agronomía y
Ecología Agraria en la Universidad Federico II (Nápoles)-- abordará «Calidad de
vida y ambiente» y Gian Luigi Gigli --profesor de Neurofisiología en la Facultad
de Medicina y Cirugía (Universidad de Údine) y presidente de la Federación
Mundial de las Asociaciones de Médicos Católicos— la cuestión de «Calidad de
vida y estado vegetativo persistente».
El tercer día de la Asamblea, cuya Eucaristía presidirá monseñor Willem Jacobus
Eijk --obispo de Groningen (Holanda), cofundador y presidente de la Stichting
Medische Ethiek (Maastricht)--, se reservará a tratar las cuestiones internas y
actividades de la PAV. Por ello están en programa las comunicaciones del
presidente –el obispo Elio Sgreccia-- y presentación de los nuevos miembros, y
las comunicaciones del canciller sobre las actividades del próximo año.
Se debatirán las propuestas de temas para la Asamblea General de 2006 y se
presentará a los académicos la primera redacción del documento Final. Los
trabajos se cerrarán el 23 de febrero con la presentación de las conclusiones.
Con su Motu Proprio «Vitae Mysterium» del 11 de febrero de 1994, el Papa
instituyó la PAV para el estudio, información y formación sobre los principales
problemas de la Biomedicina y del Derecho relativos a la promoción y a la
defensa de la vida, sobre todo en la relación que éstos tienen con la moral
cristiana y con las orientaciones del Magisterio de la Iglesia Católica.
El organismo pontificio, que goza de autonomía propia, colabora con los
dicasterios de la Curia Romana cuyas actividades tienen relación con el servicio
a la vida, especialmente con la Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe,
así como con el Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.
Más información sobre la PAV y su XI Asamblea General en
www.academiavita.org o escribiendo a
pav@acdlife.va .
ZS05013101
TOP
El Pontificio Ateneo «Antonianum» se
transforma en Universidad
La institución universitaria de los Frailes Menores en Roma
ROMA, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).- La
Congregación para la Educación Católica ha comunicado al ministro general de la
Orden de los Frailes Menores (franciscanos) la concesión al Ateneo Pontificio «Antonianum»
del título de Universidad Pontificia de parte el Papa Juan Pablo II, con una
carta del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado.
En la carta, según refiere la página web de la Orden (http://www.ofm.org)
el prefecto de la Congregación para la Educación Católica, el cardenal Zenon
Grocholewski, subraya que el título ha sido concedido «con motivo de poseer los
requisitos tradicionalmente pedidos y en consideración del apreciado servicio de
formación académica que realiza dicho Ateneo».
El padre José Rodríguez Carballo, actual ministro general de la Orden, y gran
canciller del Ateneo, comunicó oficialmente al rector magnífico, a los Decanos
de las Facultades y a los Directores, la concesión del título de Universidad
Pontificia, el 26 de enero en la sede misma del Ateneo.
El próximo 18 de marzo si tendrá el acto académico oficial para celebrar este
evento, junto a la toma de posesión del nuevo rector magnífico.
Las universidades pontificias que ya existen en Roma son la Universidad
Gregoriana, la Universidad Lateranense, la Universidad Urbaniana, la Universidad
de Santo Tomás («Angelicum»), la Universidad Salesiana, y la Universidad de la
Santa Cruz.
El Ateneo Pontificio «Antonianum» (http://www.antonianum.ofm.org)
cuenta con Facultades de Teología, Ciencias Bíblicas y Arqueología, y Derecho
Canónico. Es también la sede del Instituto Superior de Ciencias Religiosas «Redemptor
Hominis», del Instituto Franciscano de Espiritualidad, y de la Escuela Superior
de Estudios Medievales y Franciscanos.
Situado cerca de la Basílica de San Juan de Letrán en Roma, el Ateneo comenzó
sus actividades en 1887. Fue declarado Ateneo Pontificio el 14 de junio de 1938
por Pío XI.
ZS05013110
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Mundo
El enviado del Papa constata con sus
propios ojos la tragedia del «tsunami»
Emotiva celebración eucarística con la comunidad católica de Banda Aceh
(Indonesia)
BANDA ACEH, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).-
El panorama de desolación provocado por el «tsunami» hizo particularmente
conmovedora la celebración eucarística que este domingo presidió el enviado
papal en Banda Aceh, la ciudad más afectada de Indonesia, país en el que la
catástrofe ha provocado más de doscientos mil muertos.
Quienes acompañaban al arzobispo Paul Josef Cordes, presidente del Consejo
Pontificio «Cor Unum» han recogido para Zenit estas impresiones este lunes: «uno
se queda impresionado al ver kilómetros de zonas habitadas que literalmente han
desaparecido y en las que ahora reina la destrucción».
Según han podido constatar el arzobispo alemán y sus acompañantes, «todavía hoy
siguen encontrándose cadáveres» provocados por el drama del 26 de diciembre
pasado, unos doscientos al día.
«Son envueltos en sacos de plástico y cargados en camiones que recorren las
zonas devastadas para recogerles. Es un trabajo que todavía durará mucho tiempo,
pues quedan muchos escombros por quitar», constataba la comitiva presidida por
monseñor Cordes.
Estas mismas fuentes cercanas al arzobispo han explicado a Zenit que «al mismo
tiempo da la impresión de que se vuelve a la vida normal: el mercado ha abierto,
la gente vuelve a las tiendas, al trabajo…. En torno al aeropuerto la vida es
muy intensa».
El arzobispo, quien es acompañado en sus visitas por el nuncio apostólico en
Indonesia, el arzobispo Archbishop Albert Malcolm Ranjith, visitó este domingo a
la comunidad católica local, en particular, al arzobispo de Madan y al
administrador diocesano de Sibolga.
Este lunes mantuvo un encuentro con el ministro para la Coordinación de la
Reconstrucción en el aeropuerto de Banda Aceh.
En Banda Aceh la comunidad católica se compone ahora de 500 ó 600 personas, en
medio de una población global que antes del «tsunami» tenía unos 400.000
habitantes, en su inmensa mayoría musulmanes.
Étnicamente los católicos son en su mayoría de origen chino, aunque también los
hay batacos. La parroquia católica dirigía una escuela, desde el jardín de
infancia hasta los estudios superiores, que ahora ha quedado golpeada por el
tsunami. Su párroco, el padre Ferdinando Sereni, franciscano conventual
italiano, está haciendo lo posible para que pueda abrir sus puertas lo antes
posible.
«Tras el "tsunami" muchos católicos han huido, pues se han quedado sin casa y
trabajo», informaban este lunes a Zenit fuentes de Banda Aceh.
Entre otras cosas, la visita de monseñor Cordes está promoviendo «proyectos
específicos para garantizarles un futuro en Banda Aceh, de manera que puedan
regresar: se trata sobre todo de construir casas y crear trabajo».
Las autoridades locales de la ciudad, tras la catástrofe, han pedido al párroco
que vuelva a hacer utilizable una de las clínicas.
«La parroquia se ha convertido en lugar de referencia de muchas organizaciones
no gubernamentales católicas y el párroco se ha transformado en chofer,
intérprete, director de obras de reconstrucción…», añaden estas fuentes.
Las personas que acompañan a monseñor Cordes han podio constatar «la eficacia de
diferentes operaciones de ayuda gracias a las cuales se han evitado epidemias
contagiosas, se han ayudado a centenares de miles de personas, y en el conjunto
se ha dado una buena coordinación».
Las personas con las que se encuentra el enviado papal no dudan en preguntarle
por el sentido cristiano de esta tragedia: «¿Qué significa una destrucción así
para un católico?». El prelado ha subrayado que lo sucedido no ha sido un
castigo de Dios, pues de hecho Dios estaba junto a cada una de las víctimas
ofreciéndoles su amor infinito. Para los supervivientes y para el resto de la
humanidad, lo acaecido se convierte en un llamado a la conversión, ha señalado.
ZS05013108
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Veinte mil jóvenes mexicanos en
peregrinación al monumento a Cristo Rey
LEÓN, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org-El
Observador).- Veinte mil jóvenes de todo México peregrinaron este fin de
semana hasta el Cerro del Cubilete en el transcurso de la vigésimo segunda
Peregrinación Nacional Juvenil con la cual se venera a Cristo Rey, cuya figura
corona la montaña que es considerada el centro geográfico de la República.
El sábado 29 de enero, desde las cinco de la mañana, los jóvenes se concentraron
a las faldas del Cubilete y, desde ahí, comenzaron la escalada de 15 kilómetros
que culminó con una concelebración eucarística presidida por el obispo de León y
presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, monseñor José Guadalupe
Martín Rábago.
Anteriormente, las delegaciones de jóvenes habían sido recibidas por el
gobernador del Estado de Guanajuato, Juan Carlos Romero Hicks, y por el
dirigente nacional del Movimiento Testimonio y Esperanza, Aldo Ortega.
En uno de los actos más alegres de la concentración, los jóvenes mexicanos
pintaron sus manos en una manta enorme que será llevada por la delegación del
país que participe en el encuentro con los jóvenes en Colonia (Alemania) en el
que participará en agosto Juan Pablo II.
La misa se celebró a los pies de la escultura de Cristo Rey, en la explanada
Juan Pablo II, lugar que no ha podido ser visitado por el pontífice. Se trata de
un lugar simbólico de la persecución religiosa y del conflicto que ésta generó
entre el gobierno y los católicos mexicanos (1926-1929), conocido como «la
Cristiada».
Organizada por el movimiento juvenil Testimonio y Esperanza, la peregrinación
tiene como objetivo --según sus dirigentes-- «animar a la juventud a vivir un
estilo de vida cristiana, formando líderes que guíen los ámbitos de la vida
social hacia la civilización del amor».
Acompañado por el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Juvenil,
monseñor Francisco Moreno, el obispo de León enfatizó el papel que tienen los
jóvenes en la formación de una nueva cultura impregnada de los valores del
Evangelio. A su vez, en la homilía, el encargado episcopal de los jóvenes pidió
a éstos que «no teman hacer el bien en un mundo en donde cada vez hay más
personas que hacen daño».
La llamada «Caravana a Cristo Rey» se ha afianzado este año como la
concentración juvenil más numerosa del país y una de las peregrinaciones que
concentra mayor alegría y esperanza en el catolicismo mexicano.
ZS05013109
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Sri Lanka: La ayuda «post-tsunami» del
gobierno podría perjudicar a pescadores e Iglesia
Por la inadecuada reubicación de las viviendas de la comunidad pesquera
COLOMBO, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).-
Tras el maremoto del 26 de diciembre, la iniciativa estatal de reconstruir las
viviendas a 100-200 metros de la costa podría crear serías dificultades a la
comunidad pesquera de Sri Lanka y a la Iglesia local.
Los pescadores constituyen el sector más afectado por el «tsunami» que golpeó
varios países del sur y sudeste asiático y África, pues han perdido sus casas y
medios de subsistencia. Indonesia, Sri Lanka, la India y Tailandia son los
países que han sufrido en mayor proporción el impacto del fenómeno natural.
En Sri Lanka, la medida de las autoridades de alejar las casas de las costas «ha
suscitado las protestas de los pescadores, acostumbrados a trabajar en la playa.
A su favor se han alineado también la Iglesia y la oposición política porque la
decisión haría más difícil el trabajo de esta gente», denunció el padre Sunil de
Silva, secretario del arzobispo de Colombo, monseñor Oswald Gomis –cita «Asianews»--.
Se trata de una decisión que ya había apuntado el prelado en una entrevista
concedida a Zenit (Cf.
13 enero 2005),
en la que explicó el trabajo que está desplegando la Iglesia en ayuda de las
víctimas también a largo plazo.
La citada restricción del gobierno también «dispersaría la comunidad de fieles
(un tercio de los pescadores es católico), disminuyendo así la influencia de la
Iglesia en la sociedad», añade el padre de Silva a la agencia del PIME
especializada en Asia.
Activistas de los derechos humanos hace tiempo que han denunciado que los planes
estatales de reconstrucción no tienen presentes las necesidades de las personas
a las que se dirigen.
El sacerdote comenta que las autoridades han previsto la construcción de bloques
de cuatro pisos, pero esto «no es lo que ha pedido la gente»; «no creo que el
gobierno esté ignorando las necesidades de los supervivientes --puntualiza--,
pero es tiempo de que [éste] y la gente lleguen a un consenso».
De todas formas, «el gobierno no ha empezado aún la reconstrucción –lamenta el
padre de Silva--; la gente espera y espera, consciente de que se requerirá
tiempo. La población ha hecho todo lo que podía, ahora le toca a las
autoridades».
Entretanto la Iglesia sigue adelante con sus programas de ayuda: son reparadas y
construidas viviendas y en algunas zonas la gente ha vuelto a casa. De acuerdo
con el sacerdote del arzobispado de Colombo ahora las prioridades son asistir a
los pescadores y reconstruir las escuelas.
Un mes después de la tragedia la solidaridad es aun «fuerte» entre los
supervivientes, más allá de etnia o religión, y las ayudas reunidas por la
Iglesia se están enviando en estos momentos al este, donde hay más necesidad,
confirma el padre de Silva.
«Cáritas Sri Lanka» y otras instituciones de la Iglesia católica que trabajan
con los damnificados del maremoto han decidido crear en cada diócesis de las
zonas afectadas un equipo de expertos encargado de la coordinación de los planes
post-emergencia y reconstrucción que han comenzado a ponerse en marcha.
«Cáritas» responde así –explica el organismo en un comunicado enviado a Zenit el
viernes pasado-- a la petición formulada a los organismos humanitarios de la
Iglesia por el presidente de la Conferencia Episcopal del país, por monseñor
Vianney Fernando, durante una reciente reunión celebrada en Colombo para
analizar la marcha de la emergencia.
En esta reunión participaron el director de la «Cáritas» local, Damián Fernando,
el nuncio apostólico --monseñor Mario Zenari-- y expertos de varias «Cáritas» de
la red internacional del organismo católico de ayuda.
Más de 30.000 muertos, 5.500 desaparecidos, 80.000 casas totalmente destruidas y
otras 40.000 seriamente dañadas, y alrededor de un millón de personas afectadas,
asentadas en 370 campos de acogida temporal, son las cifras que ha dejado el
maremoto sólo en Sri Lanka, según se pudo constatar en la reunión.
En el país, de una población de casi 20 millones de habitantes el 70% es
budista, el 15% hinduista, el 8% cristiana (de ésta, el 6,7% es católica) y el
7% es musulmana.
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Abierto el Año Jubilar en Nápoles por
el 1700 aniversario del martirio de San Jenaro
Cuya sangre se licúa milagrosamente
NÁPOLES, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).-
Un tiempo para «reencontrar las raíces y la inspiración de las que estos santos
mártires nacieron»: así propone el cardenal Michele Giordano a su archidiócesis
italiana de Nápoles vivir el Año Jubilar 2005 con que se recuerda el 1700
aniversario de la decapitación de San Jenaro y sus compañeros.
Las celebraciones comenzaron el martes pasado con una Misa solemne presidida por
el purpurado en las Catacumbas de Capodimonte, el primer lugar napolitano que
acogió los restos del santo obispo de Benevento.
Y es que «Nápoles de hecho no tuvo mártires», sino que «la ciudad lo importó
cuando en toda la cristiandad oriental y occidental nació el culto de la
sepultura, de las reliquias, del santo ligado al territorio», recuerda el
profesor Gennaro Luongo de la Universidad Federico II, según cita «Avvenire».
Esta circunstancia no resta nada al estrecho vínculo que desde los primeros
siglos del cristianismo surgió entre la ciudad y su patrono, quien, como recordó
en su homilía el arzobispo de Nápoles, «fue el cimiento, las raíces de la
civilización napolitana y meridional».
El año «sanjenariano» pasará por diversas etapas: cada mes las reliquias de la
sangre del santo serán expuestas a la veneración en la Capilla del Tesoro de la
iglesia catedral de Nápoles y el busto del Santo, realizado en 1305 por Carlos
de Anjou, peregrinará por las nueve zonas pastorales de la archidiócesis.
Entre las iniciativas, la Iglesia en Nápoles promoverá en septiembre un congreso
internacional de estudio sobre la vida del santo. El encuentro afrontará
cuestiones ligadas a la arqueología, la antropología, la historia del arte y la
música.
Este XVII centenario no tiene sólo una finalidad festiva o conmemorativa, sino
que se organiza «para reencontrar las raíces y la inspiración de las que estos
santos mártires nacieron», apuntó el purpurado.
De la historia y la tradición se desprenden los datos biográficos del santo
prelado. Durante la persecución de Dioclesiano fueron detenidos en Pozzuoli, por
orden del gobernador de Campania --Dragonzio--, Sosio, diácono de Miseno,
Próculo, diácono de Pozzuoli, y los laicos Euticio y Acucio, acusados de haber
confesado públicamente su fe.
Al tener noticia de ello, San Jenaro, obispo de Benevento, comenzó a visitar a
Sosio y a sus compañeros. Ello bastó para que el prelado, Festo --su diácono-- y
Desiderio --un lector de su iglesia— fueran apresados por orden del gobernador y
llevados a Nola.
Los tres soportaron con entereza los interrogatorios y las torturas a las que
fueron sometidos. Poco después el gobernador se trasladó a Pozzuoli y los tres
detenidos, cargados de cadenas, tuvieron que a caminar delante de su carro. Al
llegar a su destino, fueron encerrados en la misma prisión en la que se hallaban
sus cuatro amigos.
Estos últimos habían sido arrojados a las fieras un día antes de la llegada de
San Jenaro y sus dos compañeros, pero las bestias no les atacaron. Condenaron
entonces a todo el grupo a las fieras. Los siete fueron llevados a la arena del
anfiteatro, pero no fueron atacados por los animales. Así que se les condenó a
la decapitación, sentencia que se ejecutó inmediatamente cerca de Pozzuoli.
Los hechos se sitúan el 19 de septiembre de 305. Personas piadosas recogieron un
poco de la sangre de San Jenaro y la guardaron.
Los cristianos de Nápoles obtuvieron las reliquias de San Jenaro que, en el
siglo V, fueron trasladadas desde la pequeña iglesia de San Jenaro, vecina a
Solfatara, donde estaban sepultadas. Durante las guerras de los normandos los
restos del santo fueron llevados a Benevento y, poco después, al monasterio del
Monte Vergine; en 1497, se trasladaron con toda solemnidad a Nápoles, que venera
a San Jenaro como su patrono.
San Jenaro es muy conocido por el milagro que generalmente ocurre cada año desde
hace siglos el día de su fiesta el 19 de septiembre: su sangre se licúa ante la
presencia de todos los testigos que deseen asistir.
En otras dos fechas puede producirse el milagro de la licuefacción: el primer
fin de semana de mayo –coincide con el traslado de sus restos a Nápoles-- y el
16 de diciembre, aniversario de la erupción del Vesuvio en 1631, que según la
tradición concluyó tras las plegarias de los fieles al patrono de la ciudad del
sur de Italia.
El pasado 19 de septiembre el cardenal Giordano anunció ante miles de fieles que
colmaban la catedral napolitana la repetición del milagro de la licuefacción de
la sangre de San Jenaro.
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Entrevista
¿Por qué se opone la Iglesia al
eugenismo y al antisemitismo?
Entrevista a Leonardo Macrobio
ROMA, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).- Si
bien una ideología compleja subyace en el antisemitismo nazista --que llegó al
horror de las cámaras de gas--, gran parte de los historiadores advierte de las
responsabilidad de las teorías eugenésicas, ampliamente difundidas en los años
’30 y ’40.
En el libro «El estado racial – Alemania 1933-1945» (Ed. Rizzoli, Milán, 1992)
Michael Burleigh y Wolfgang Wippermann explican que Adolf Hitler fusionó las
teorías del darwinismo social, de la higiene racial y del antisemitismo dando
vida a un movimiento político que después se transformó en una feroz dictadura.
Para profundizar en los vínculos entre eugenismo y antisemitismo Zenit ha
entrevistado a Leonardo Macrobio --profesor en el Máster de Ciencias Ambientales
del Ateneo Pontificio Regina Apostolorum (Roma)--, quien acaba de concluir un
primer estudio sobre las teorías eugenésicas y sobre cómo la Iglesia, y en
particular Pío XII, se opusieron a ellas.
--¿Cuáles son los orígenes conceptuales y organizativos de las teorías
raciales y del antisemitismo que se difundieron en Europa en los años ‘30 y ‘40?
--Leonardo Macrobio: Para comprender las raíces conceptuales del racismo como
teoría racial hay que remontarse a la segunda mitad del siglo XIX en Inglaterra.
En esta nación, de hecho, en una treintena de años, de 1853 a 1883, fueron
publicados algunos ensayos que pondrán las bases teóricas al nacimiento de las
leyes raciales. Me refiero a trabajos cuyos títulos y autores no requieren
especiales comentarios: Joseph Arthur Gobineau en 1853-55 escribe «Ensayo sobre
la desigualdad de las razas humanas»; Charles Darwin en 1859 publica «El origen
de la especie», de donde emerge la teoría de la supervivencia del más fuerte.
En 1862 Herbert Spencer aplica la teoría darwinista a la sociedad en el ensayo
«Primeros principios», dando origen al movimiento del darwinismo social. Francis
Galton, en 1869, retoma los trabajos de Darwin, Spencer y Gobineau en «La
herencia del genio». Sólo en 1871, en la guía de los estudios recién citados,
Darwin decidirá aplicar su teoría evolucionista al hombre en el volumen «The
descent of man».
Finalmente, en 1883, Galton publicará «Inquiries into Human Faculty and its
Development», en la que, por primera vez, aparece el término «eugenics»,
eugenesia. Todos estos trabajos introducen el concepto según el cual la vida
incumbe a los más fuertes, mientras que los más débiles sucumben.
La definición de «fuerte» o «débil» es vaga y por su naturaleza requiere una
puntualización. El problema, al que las leyes raciales darán su trágica
solución, es el siguiente: ¿quién puede decidir quién es fuerte (y por lo tanto
merece vivir) y quién es débil (y por lo tanto está, por naturaleza, destinado a
sucumbir)?
El clima de finales del XIX en que estas teorías se desarrollaron halló una
respuesta propia en la ciencia médica: los cánones de valía fueron indicados por
las ciencias fisiognómicas y, más en general, antropométricas. Se buscaba, en
otras palabras, justificar científicamente un presupuesto ideológico: o sea, que
hubiera razas inferiores y superiores.
Según estas teorías los judíos eran considerados una raza inferior. Y aún cuando
las teorías eugenésicas consideraban inferiores a una amplia categoría de
personas, se desarrolló en todo el mundo una virulenta forma de antisemitismo.
--¿Cuál fue la reacción de las élites intelectuales y de los gobiernos a
estas teorías?
--Leonardo Macrobio: Las élites culturales abrazaron de muy buena gana las
teorías racistas, entre ellas, el antisemitismo. Esto, a decir verdad, por un
tipo de legado de finales del XVIII por parte de las teorías de Thomas Malthus.
Es evidente que, si como sostenía Malthus, el planeta está superpoblado y ya no
habrá recursos precisamente a causa de la «bomba demográfica», el eugenismo
proporcionaba una óptima vía de salida indicando parámetros «objetivos» para
eliminar grupos de personas considerados superfluos.
Los gobiernos, por su parte, activaron muchos recursos para perseguir una
higiene racial. Severas y selectivas fueron las leyes de inmigración de América
de inicio del XX. Pero también en Europa, junto a los totalitarismos, surgieron
pronto leyes de carácter eugenésico y por lo tanto raciales.
Países como Suecia, Noruega, Finlandia, Suiza, Francia, Austria y España se
dotaron enseguida, ya desde las primeras décadas del XIX, de legislaciones que,
en nombre de la salvaguarda de la raza, obligaban a la esterilización de algunas
categorías de ciudadanos, como los retrasados mentales, los asociales, los
discapacitados.
--¿Cuáles fueron en cambio las reacciones de la Iglesia católica?
--Leonardo Macrobio: La Iglesia, ya desde el nacimiento de las teorías de
Malthus, de Darwin, Gobineau, Spencer y Galton, se encontró en fuerte desacuerdo
respecto a estas posturas. El punto esencial es el choque de dos concepciones
distintas del hombre. La Iglesia hace referencia al hombre hecho a imagen y
semejanza de Dios, y rechaza toda forma de reduccionismo biológico del ser
humano. La visión católica del hombre es que cada hombre, cualquiera que sea su
estado, tiene una enorme dignidad, tanto que su presencia es determinante en la
historia.
--Usted ha dirigido algunas investigaciones sobre la enseñanza bioética de
Pío XII. ¿Puede decirnos qué pensaba el Papa Pío XII de las teorías eugenésicas
y del antisemitismo?
--Leonardo Macrobio: El Pontífice tomó claramente posición contra el eugenismo y
el antisemitismo. El 2 de diciembre de 1940 el Santo Oficio promulgaba un
decreto, aprobado y confirmado por Pío XII, en el que respondía a la siguiente
pregunta: «¿Puede ser que sea lícito, por encargo de la autoridad pública, matar
directamente a aquellos que, aunque no hayan cometido ningún crimen merecedor de
muerte, sin embargo por sus defectos físicos o psíquicos no pueden ser útiles a
la Nación y pueden ser para ella un peso y se estima que puedan ser impedimento
para su vigor y su fuerza?» (obsérvese aquí el eco del lenguaje de las leyes
raciales).
La respuesta, como de costumbre para estos documentos, era muy sintética: «No,
por ser contrario a la ley natural y al precepto divino». Vale la pena notar la
sucesión de las dos motivaciones: el eugenismo es contrario in primis a
la ley natural. O sea, es prerrogativa de todos los hombres, creyentes y no
creyentes, reconocer la profunda irracionalidad de esta postura.
Un segundo documento es el siguiente: «Esta Sede Apostólica, fiel a los
principios eternos que irradian de la ley escrita por Dios en el corazón de cada
hombre (...) no ha dejado nunca, ni en ningún momento por más crítico que fuera,
duda alguna de que sus máximas y su acción externa no admitían, ni pueden
admitir, ninguna de esas concepciones, las cuales en la historia de la
civilización serán citadas entre las más deplorables y deshonrosas
tergiversaciones del pensamiento y del sentimiento humano».
Esta frase fue pronunciada por Pío XII el 29 de noviembre de 1945, poquísimo
tiempo después del final de la guerra. ¡Estas palabras fueron dirigidas a un
grupo de delegados judíos prófugos procedentes de los campos de concentración en
Alemania!
En esta misma línea, el 3 de agosto de 1946 (a poco menos de dos meses del final
del juicio de Nuremberg, que terminará el 1 de octubre de 1946), Pío XII,
hablando a los delegados del Supremo Comité Árabe de Palestina, afirma «(...)
así como condenamos, en otras ocasiones, en el pasado, las persecuciones de un
fanático antisemitismo desencadenadas contra el pueblo judío. Esta actitud de
perfecta imparcialidad, Nosotros la hemos observado siempre en las
circunstancias más variadas, y Nosotros pretendemos conformarnos a ella también
en el futuro». Una vez más una declaración explícita en la que se alude a más
intervenciones contra el antisemitismo, y una vez más no se hallan desmentidos a
esta afirmación por parte de los interesados.
--¿Por qué la Iglesia se opuso y sigue oponiéndose a las teorías eugenésicas?
--Leonardo Macrobio: Las teorías eugenésicas introducen una discriminación
arbitraria en la definición de hombre. Para la Iglesia católica no existe un
«hombre más» ni un «hombre menos», porque la humanidad no está definida a partir
de características exteriores (salud, belleza, aspecto...) ni tampoco
interiores: desde el mayor pecador al mayor santo todos somos hijos en Cristo.
Obsérvese que «ser hijos en el Hijo» elimina de raíz dos posibles derivas
igualmente peligrosas. Por un lado, en efecto, no se puede ser «más hijo» o
«menos hijo»: la filiación pertenece a la naturaleza del hombre, a su ser
profundo, y no es cuantificable. Por otro lado se evita caer en la homologación
más total: la relación padre-hijo es única, aunque los hijos sean muchos. Es
más, es precisamente tarea de un padre actuar de forma que cada hijo «sea lo que
es», exprese al máximo sus potencialidades.
La Iglesia, por lo tanto, en la medida en que es fiel a este dato, no puede sino
oponerse a toda teoría que penalice a un hombre en favor de otro. Y esto
independientemente del método empleado. Ya se trate de racismo verbal, ya se
intervenga en la sexualidad de las personas, ya --como ocurrió en los
totalitarismos nazifascistas y comunistas— se llegue a eliminar físicamente al
hombre o se intente «programar» un hombre nuevo seleccionando algunas
características, el concepto no cambia: donde esté amenazada la dignidad filial
de un hombre la Iglesia tiene el deber moral de oponerse firmemente.
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Documentación
Mensaje del Papa al Capítulo General de
los Legionarios de Cristo
Que se está celebrando en estos momentos en Roma
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 31 enero 2005 (ZENIT.org).-
Publicamos el mensaje que Juan Pablo II envió este lunes a los sacerdotes que
participan en el tercer Capítulo General Ordinario de la Legión de Cristo que se
está celebrando en Roma.
* * *
Queridos hermanos:
1. Con ocasión del tercer Capítulo General de vuestro Instituto, me es grato
enviar mi saludo de modo particular al padre Marcial Maciel, vuestro fundador,
así como al padre Álvaro Corcuera, recién elegido director general de la
Congregación de los Legionarios de Cristo y del Movimiento «Regnum Christi».
Hago extensivo también mi saludo a los miembros del Consejo General y a los
demás Padres Capitulares.
2. El Capítulo General es siempre un acontecimiento muy importante para
revitalizar el propio carisma fundacional, examinar con corazón agradecido las
maravillas que Dios ha hecho en vuestra historia y afrontar los retos actuales
de la Iglesia con la espiritualidad que os es propia, en comunión con la gran
pluralidad de carismas que el Espíritu Santo ha derramado en ella a lo largo de
los siglos.
Os encontráis en un momento histórico para la vida del Instituto, en el que se
abre una nueva fase. Habéis tenido la dicha de caminar durante 64 años bajo la
guía de vuestro Fundador. Así habéis crecido y os habéis desarrollado hasta
alcanzar la madurez. Ahora habréis de continuar el camino guiados por el nuevo
director general, aunque no falten la compañía, el afecto paterno y la
experiencia del padre Maciel, que ha renunciado a un nuevo periodo de gobierno.
Esto os compromete a custodiar, vivir y transmitir fielmente los dones que por
medio de él habéis recibido del Señor.
3. Ante vosotros está la tarea de desarrollar la obra inspirada al fundador, la
cual trata de distinguirse por la entrega al servicio a la Iglesia y la
formación de la juventud en sólidos principios cristianos y humanos que, basados
en la libertad y responsabilidad personal, contribuyan a su madurez espiritual,
social y cultural, en fidelidad al Magisterio y en plena comunión con el Papa.
Personalmente he podido participar, en varias ocasiones, en la vida de vuestra
Congregación, concretamente con la aprobación definitiva de las Constituciones,
en junio de 1983 y, recientemente, aprobando los Estatutos del Movimiento
«Regnum Christi».
4. Queridos hermanos: os aliento a seguir irradiando vuestra espiritualidad y
dinamismo apostólico, rico en la diversidad de sus obras y abierto siempre a
nuevas expresiones, según las necesidades más apremiantes de la Iglesia en los
diversos tiempos y lugares. Fieles al carisma del Instituto y unidos firmemente
a la Roca de Pedro, vuestra aportación a la misión evangelizadora de la Iglesia
será realmente fecunda.
Pido al Espíritu Santo, por la maternal intercesión de la Santísima Virgen
María, que os ilumine en vuestros trabajos capitulares, a la vez que os imparto
de corazón mi Bendición Apostólica.
Vaticano, 31 de enero de 2005
IOANNES PAULUS II
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