[Este artículo forma parte de la colección "Charlas culturales",
del Padre Rivero, que publicaremos íntegra en los próximos días]
La ilusión en la vida es algo fundamental si se quiere hacer algo grande
y que merezca la pena. Es imprescindible si se quiere arrostrar las
dificultades que conlleva toda vida humana.
Sin la ilusión no hubieran existido los grandes líderes (un gran hombre,
un gran país, una gran causa, una gran ilusión), ni los grandes
inventores, ni los santos. ¿Acaso Edmund Hillary hubiera podido escalar
el Himalaya sin una ilusión que ardiera en su interior? La ilusión debe
ser el "habitat" de todo hombre si no quiere caer en pasotismo, en la
mediocridad, en el "ahí se va", en el derrotismo.
¿Cuánta ilusión hay en la balanza de mi vida? ¿Esa ilusión es capaz de
sacarme de mi tibieza y lanzarme a arrostrar las dificultades, a superar
las crisis y tentaciones, a entregarme a Cristo con todas las fuerzas de
mi corazón? ¿Se me nubla con frecuencia esta ilusión por el Ideal? ¿La
renuevo cada día en mi oración, misa, en cada acto del reglamento?
I. QUÉ ES LA ILUSIÓN Y QUÉ NO ES
Hay que distinguir muy bien entre: vivir de ilusiones y vivir con
ilusión mi vida humana.
1) Vivir de ilusiones:
Es perder tiempo, energías, no vivir de realismo; es engañarse vilmente,
ir aplazando la maduración de mi personalidad. Es sumergirse en un
subterfugio que a la larga acarrea consecuencias desastrosas y grandes
remordimientos: "cuando yo salga de la Universidad, entonces sí me
entregaré...cuando yo sea profesional, entonces sí comenzaré a tomarme
en serio mi vida...".
Es encontrarse al final de una vida con las manos vacías de obras
auténticas, tangibles. Sólo habría bonitos propósitos a colores,
"quisieras platónicos", humo que se escapa.
El hombre que vive de ilusiones no batalla, no se pone metas concretas a
corto plazo, no es incisivo en la sociedad, vive encastillado en un
mundo irreal, atrincherado y envuelto en sus pompas de jabón. Siempre
está con lamentaciones, excusas.
2) Vivir con ilusión:
Es otra cosa muy distinta a lo descrito anteriormente. La persona
ilusionada vive su jornada cotidiana animada por el amor, con entusiasmo
(etimológicamente entusiasmo significa: endiosado, lleno de Dios, que
desborda a Dios en sus palabras, actitudes y comportamientos). Con
entusiasmo no quiere decir que no haya dificultades. Pero el entusiasmo
le hace ver las cosas de otro modo, le da fuerzas para seguir adelante a
pesar de esas adversidades. Quien no vive de entusiasmo siempre está
escarbando como las gallinas en el suelo de su egoísmo; sólo quejas,
disgustos, enfados, protestas, egoísmo, desgana en todo.
La persona ilusionada además vive polarizada por el Ideal, con todas sus
facultades en tensión sana que le saca de la absurdidad de una vida
oscura y monótona y le da brillo, sentido, fuerza.
• su mente: el hombre ilusionado no piensa sino en su ideal, que está
siempre por encima de él.
• su corazón: el hombre ilusionado vive volcado totalmente a su
ideal...ama ese ideal con locura, lo defiende y no permite que en su
corazón se alberguen otros amores que manchen o enturbien su amor.
• memoria: el hombre ilusionado vive recordando continuamente los
grandes beneficios, gracias de su Ideal. Sólo así podrá cada día sentir
de nuevo el imán poderoso de ese ideal.
II. FISONOMÍA DE HOMBRE ILUSIONADO
1) Es alegre: abierto, jovial, servicial... porque tiene su
corazón de amor a su ideal y desea comunicarlo, hacer a los demás
partícipes de esa misma pasión que le arde dentro. Es ilusión hecha
caridad, deferencia, donación desinteresada, cordialidad, disculpa,
atención, perdón, colaboración ingeniosa, buen humor. El hombre
ilusionado contagia. Esta alegría no es un don que se recibe, sino que
se manifiesta, se contagia una vez que ha madurado en el alma. Por
tanto, nace de la ilusión interior.
2) Es militante: vive en actitud ofensiva en su vida personal,
familiar, profesional. Por tanto, no es un hombre apocado, tímido,
mezquino, raquítico...sino líder, guía de sus hermanos, eficaz en su
trabajo, atento a las oportunidades, sobrenatural en sus aspiraciones,
luchador infatigable. No es el hombre perezoso, desordenado, cuentista,
charlatán.
3) Es líder dentro de la sociedad: Para el bien. Con su ejemplo,
su testimonio, su palabra. En las conversaciones, en el trabajo, en su
casa, en la oficina.
Vivamos ilusionados toda la vida. La ilusión es como una vitamina
interior.
arivero@legionaries.org
|