El editorial
de ForumLibertas del pasado viernes titulado “La
censura y el referéndum del Estatut”, y también desde
otra óptica el artículo de Josep Miró publicado el mismo día y
titulado “¿Por
qué cuesta tanto mostrar que ZP lo hace mal?", abordan un
tema que, quizás por deformación profesional, me parece importante. No
sólo por lo que dicen, sino porque muestran hechos y situaciones que
van mucho más allá de sus propios contenidos.
Ambos artículos ponen en evidencia dos fenómenos relevantes.
El primero,
cómo se silencia una campaña importante sobre el Estatut porque
expresa posiciones que discrepan del discurso y la línea oficial y a
la vez lo hace desde parámetros distintos a lo políticamente correcto.
El segundo,
cómo los ciudadanos difícilmente pueden percibir las deficiencias de
la actuación del Gobierno Zapatero, alabado por colectivos muy
determinados e influyentes, mientras se anatemiza sistemáticamente a
quienes adoptan posiciones distintas o contrarias.
Los hechos denunciados por ForumLibertas son graves, pero lo peor es
que son la punta del iceberg, en el que las otras nueve décimas partes
permanecen sumergidas. Como periodista y, a la vez, persona que lleva
muchos años al frente de organizaciones familiares y sociales y ha
sufrido marginación similar en multitud de ocasiones, me permito
exponer experiencias y formular alguna reflexión sobre este fenómeno.
Algo falla en
los medios de comunicación españoles, y catalanes en particular, para
que determinados sectores sociales, organizaciones o líneas de
pensamiento sean sistemáticamente silenciadas, mientras otras a menudo
menos representativas gocen de amplio beneplácito.
Llevo tiempo denunciando el boicot informativo a la posición
del Pacte per la Vida i la Dignitat, y también de otras
organizaciones que no forman parte de él o que han adoptado
posiciones a nivel individual, acerca del Título 1 del Estatut.
Desde el
punto de vista periodístico, de interés de la noticia,
considero un escándalo que para poder dar a conocer al ciudadano la
posición del Pacte sobre el Título 1 del Estatut se hayan tenido que
insertar anuncios pagados. Se hizo necesario porque las
páginas normales de información estaban vetadas. (Cosa distinta sería
contratar un anuncio complementario para ampliar datos, dado que la
síntesis informativa impide explicar la totalidad.)
No es una simple apreciación personal. Por haber participado en las
iniciativas de prensa para difundir la postura del Pacte soy
testigo y protagonista directo del envío de notas a los medios sobre
este tema, de haberlas entregado personalmente en diversos casos
recorriendo periódicos o emisoras para garantizar que llegaran a los
destinatarios, de hacer resúmenes con calidad periodística razonable,
de hablar con alguno de los redactores, etc.. Y, sin embargo,
al leer los rotativos al día siguiente, ..., ni una línea en la
mayoría de ellos.
En el caso del Estatut he comprobado que el Pacte acompaña a otro
colectivo marginado en la prensa catalana. Un elevado número de
catedráticos y profesores universitarios de Derecho Constitucional
hicieron público un manifiesto sobre el Estatut de componentes muy
distintos a los del Pacte, pero también crítico. La prensa catalana
los silenció totalmente y pude leer el manifiesto en un diario de
Madrid ... ¡en la sección de cartas de los lectores!
El Pacte insertó los anuncios en la prensa, con contenidos similares
en febrero y en mayo y con muchos firmantes, algunos de ellos personas
relevantes. Conociendo las dinámicas de los medios de comunicación
puedo asegurar que, de haberse tratado de otra posición sobre el mismo
tema, las emisoras de radio hubieran perseguido a muchos de los
firmantes pidiendo declaraciones para ampliar, precisar o,
simplemente, poner cara y voz a un texto. También silencio absoluto.
Como dije antes llevo ya muchos años al frente de organizaciones
familiares. Aunque ni siquiera son confesionales, reconocen la familia
basada en el matrimonio de hombre y mujer, defienden la vida, rechazan
el aborto...
A lo largo de
más de una década se han hecho muchas cosas y celebrado actos
importantes. Raramente ha faltado información a la prensa. Sin
embargo, está empíricamente contrastado que algunos medios lo
silenciaron una y otra vez.
A título de
ejemplo de algo muy actual: se está celebrando en Barcelona desde el 6
de mayo y a lo largo de todo el verano la Segunda Mostra Internacional
de Cine sobre la Familia. Es un Festival o Mostra de Cine por el que
pasan algunos personajes relevantes del mundo cinematográfico y que
suma en su conjunto más actividades que muchos otros certámenes de
cine que se celebran en la Ciudad Condal.
Con seguridad
pocos lectores de este texto se habrán enterado de su celebración,
porque para la mayor parte de medios de información barceloneses tal
Mostra “no existe”. Compárenlo con la información de los festivales
de cine porno, feminista o de gays-lesbianas. Que además tienen un
público más reducido, aunque no niego que más fiel.
Sólo ha habido un tema excepción para el que nos llamaban desde los
medios a todas horas: los “matrimonios” gays. En la mayor parte de los
casos para tener polémica servida o para hacernos aparecer como
redomados carcas.
Así están las cosas. No es fácil de cambiar y, como dice el refrán,
“con esos bueyes hemos de arar”.
Pero no dejo de cuestionarme, ¿cómo es posible que haya tan
pocos periodistas sensibles a estos temas a pesar de que
muchos son hijos de familias cristianas y hasta bastantes han pasado
por colegios religiosos?
Y ¿cómo se
entiende que en el mundo empresarial catalán y español haya bastantes
personas con espíritu cristiano, o como mínimo con sentido común, y
sin embargo están sistemáticamente ausentes de la propiedad y
la promoción de los medios de comunicación?
Lo primero es
imposible cambiarlo a corto plazo. Invitaría a empresarios cristianos
a plantearse en serio lo segundo.