Un paseo por la España no católica
 

Álvaro Real Arévalo
Corresponsal Madrid-Centro de la Agencia Veritas



Algo preocupante está sucediendo en la sociedad y la cultura española cuando día tras día tenemos que estar recordando nuestro origen, cuando día tras día hemos de volver la mirada atrás y reconocer lo que hemos sido y lo que somos.

Mi amiga Cristina acaba de abrir una Agencia de Viajes y, como buena agente, intentó el pasado fin de semana convencerme con una de sus ofertas para disfrutar de un más que merecido descanso vacacional. He de confesar que soy de aquellas personas fáciles de convencer, y mientras ella intentaba una y otra vez embelesarme, yo intenté mentalmente buscar cualquier excusa para rechazar de manera cortés su ofrecimiento.

Finalmente decidí tirar por la calle de en medio y pedirle un viaje original: “Quiero hacer un viaje cultural e histórico por la España no católica”, le dije, y argumenté ante su mirada de incredulidad el querer visitar ciudades, monumentos culturales e históricos, cunas de escritores, filósofos o lugares significativamente importantes de la historia de España donde no aparezca ningún elemento católico. Nada de catedrales, nada de iglesias, nada de universidades, nada que tenga que ver con la religión.

“Estás loco, si no te apetece o ya tienes algo planeado puedes decírmelo”, me contestó.

¿Alguien cuerdo puede plantearse una recorrido por una España que olvide sus raíces católicas? ¿Alguien puede plantearse un recorrido por la historia de España olvidando y obviando el legado del cristianismo en nuestra sociedad? ¿Cómo justificaríamos pasajes tan básicos e importantes de nuestra historia como la Reconquista o el descubrimiento de América? Y lo que es más importante, ¿no sería de locos intentar edificar un futuro para España sin los sólidos pilares de una cultura católica?

Como decía la poetisa rumana Doria Cornea, “si rompes tus cadenas, te liberas; pero si cortas con tus raíces, mueres”. Sin nuestras raíces no somos nada, estaremos a merced del viento, a merced del relativismo que nos mecerá según aparezcan las modas imperantes.

¿Qué sería de España si de pronto olvidáramos la influencia de literatos como Juan de Mena, Jorge Manrique, Antonio de Lebrija, Juan de Mariana, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz, Santa Teresa, Góngora, Quevedo, Cadalso, Samaniego, Iriarte, Carmen Laforet, Miguel Delibes o Julián Marías?, sólo por poner algunos ejemplos.

El intento de edificar una nueva concepción del mundo y del hombre rompiendo con las tradiciones y las raíces ha sido siempre la tentación y la trasgresión a la que tantas generaciones han sucumbido, pero también ha sido el germen de su posterior derrumbamiento.

Así sería un intento de edificar una España olvidando sus raíces: un rotundo fracaso.