Basta Ya
Maite Pagazaurtundua
Mirar a los ojos. Nuestra opinión pública es como una trituradora. Desde
que el secretario de Organización del PSOE utilizó esa expresión para
referirse al gesto que adoptarán los líderes socialistas vascos cuando
se reúnan públicamente con Batasuna está como amortizado para la lírica.
En estos momentos no puedo evitar vincularlo más bien al entumecimiento
emocional.
Mi hija tiene nueve años y no sabe qué es la opinión pública así que lo
anterior, por fortuna, no le afecta. Me miró a los ojos el otro día en
casa de su abuela, y me preguntó si iba a salir a dar una vuelta con
ellas. No me pareció una pregunta banal, por la manera de mirar. Claro
que podían ser imaginaciones mías. En un sentido general, los mayores
siempre tenemos secretos con los niños y los niños lo saben. Y tratan de
descubrir cosas que muchas veces no tienen importancia, pero que por
comodidad no les vamos contando. Mi forma de vida bajo escolta oculta en
el eufemismo de ir acompañada con amigos es un secreto tan gordo que a
lo mejor la mayor parte del tiempo les pasa desapercibido. Eso quiero
creer.
La otra abuela las había venido a buscar y se las pensaba llevar de
paseo. Yo, que no lo sabía, no había previsto salir, o sea, no podía
salir. Mantuve la mirada y le respondí que no, que me quedaba con “la
amona Pilar”.
Pienso mucho en cómo filtrarán mis hijas la realidad política y nuestra
realidad personal desde sus ojos de niña y qué quedará en su memoria.
Intuyo que la mayor intentará reconstruir algún día todo lo que le
ocultamos y que lo hará desde resquicios de realidad que se filtran sin
sentir en su mundo infantil, en gestos cotidianos que todavía no han
cobrado sentido para ella.
Cuando tenemos hijos nos damos cuenta de que hay muchísimas cosas que
desconocemos de la identidad de nuestros padres, porque ocultamos todas
las debilidades que podemos y aparentamos la fuerza que les hace sentir
seguros. Ni tan siquiera en situaciones extremas nos descubren. Eso
supongo y por eso me emocioné de forma profunda hace un par de semanas
al descubrir a través de internet el testimonio de una hija de
Irene Nemirovsky,
la gran escritora en lengua francesa que fue asesinada en Auschwitz en
1942. Había leído casi de un tirón su Suite Francesa y sentía el deseo
de saber más sobre ella. Rescato lo que más vivamente me impresionó de
la pieza elaborada por Jacinto Antón para el diario El PAIS.
(25-11-2005)
“Denise Epstein, atesoró durante años, utilizándolo incluso como
almohada, el manuscrito de la última obra de su madre, deportada y
asesinada por los nazis por ser judía”
”¿Cómo era Irene Némirovsky? "Vital. Era una gran escritora y al mismo
tiempo una madre muy tierna. Era mamá. Era fuerte y nos protegía del
miedo; a mi padre también".
“La hija de Irene confesó al periodista que la entrevistó que "Me es más
fácil hablar que escribir de ella. Las palabras traslucen más el amor".
Posdata. Ayer me acerqué a la Audiencia Nacional donde se seguía el
juicio por el asesinato de Miguel Angel Blanco. Abracé a su madre y
hermana. Ellas habían mirado las manos del asesino. No quiero imaginar
el dolor que les habría causado asomarse a sus ojos.