Por
murmuración entenderemos aquí la conversación un poco denigrante, en voz
baja , en ausencia del sujeto denigrado y con un tanto de regodeo o
recochineo sobre el ausente . Se corroe la buena fama de
personas o cosas, sin razones y con cierta mala voluntad sobre ellas.
La murmuración tiene muchos nombres: maledicencia , trapisonda, enredos,
chismes, calumnias, despellejar, poner como hoja de perejil,… todas
ellas son primas entre si y de la mentira y el engaño.
Generalmente, la murmuración no produce graves daños; pero en ocasiones
puede causar verdaderas tragedias. Extender las ideas de que : “Me
han dicho que tal empresa está arruinada… Me acabo de enterar que la
mujer de X se entiende con Y… Se de buena tinta que Z le está robando a
su empresa,…” y otras análogas, sin pruebas de ningún tipo,
pueden causar por desprestigio la ruina de esa empresa, que X se separe
de su esposa o que Z sea expulsado de su empresa sin que los afectados
sepan ni por qué.
¿ Por qué se
murmura? Por envidia, por odio, por intereses, por vanidad,…Es muy
corriente que cuando varias personas empiezan a hablar mal de alguien,
este alguien no importe a ninguno ni un comino. Solo les importa el
propio YO a cada uno. Si decimos que Fulano es feo,
torpe, necio, pobre,…en el fondo estamos dando a entender que nosotros
somos guapos, ágiles, inteligentes y ricos. Algo que nos alegra y llena
de satisfacción. Con frecuencia, la causa es un complejo de
inferioridad, adobado con la cobardía de quien es incapaz de dar la
cara.
En la
costumbre de murmurar interviene en buena medida la aquiescencia de
quienes les escuchan y jalean con agrado por miedo a ir contracorriente.
A Jesús le condenaron los mismos que unas horas antes le
aclamaban. Bastó que una mayoría pidiese la muerte de Cristo
para que, incapaces de oponerse, gritaran como “todos” : ¡Crucifícale!
¡Crucifícale!
De vez en
cuando surge una de esas personas a quienes desagrada el trapicheo y
termina encarándose con el chismoso. Resultado: se expone a perder las
amistades con él o , si no lo hace, se convertirá en un cómplice. Mal
embrollo moral “tío”. Todas las cosas se pueden decir sin empeorar las
situaciones, pero cuando hay algo que decir, ¡ se dice claramente y sin
pamplinas!. Y si hay que perder a ciertos amigos, no perderíamos gran
cosa. Hay una forma de quedar siempre mal ante los demás: andar con
subterfugios y medias tintas.
Cuando
iniciamos ciertos comentarios, sin importancia aparente ¿Sabemos el daño
y los perjuicios que podemos ocasionar? La mentira tiene muchas facetas:
reticencia, cabildeo, murmuración... Pero es siempre arma de cobardes.
Son los mismo que tras despellejar a Don Fulano corren a decirle: Oye se
dice por ahí que tu…Te lo digo para que estés sobre aviso. Al final todo
termina sabiéndose, pero ¿y mientras tanto? Pues ese final puede tardar
años y los perjuicios familiares, sociales y económicos pueden ser
irreversibles
¿Y que puede
hacer el ofendido? Más bien poco, pues suele ser el último que se entera
de lo que se dice y de quien lo dice. Y si se entera, carecerá de
pruebas para ir a juicio. Si además es un alma noble, de prestigio y con
autoridad habrá encontrado una dura cruz que sobrellevar. Es el momento
de recurrir a Cristo, el único amigo que nunca falla.
¡Ay, esos
medios de comunicación! Vendidos al poder político, empresarial o social
a los que sirven contra sus rivales a base de susurraciones,
murmuraciones, trapisondas, enredos, chismes, cuentos, insidias,
calumnias,…, envileciéndose hasta grados animalescos. No hay que
preocuparse, como son muy listos : Todo lo justificarán muy bien y en
todos los casos.