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Servicio diario | - |
30
de junio de 2006
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Especial
Arzobispo anfitrión del Encuentro Mundial de las Familias: La
Iglesia, «abierta a todas las personas»
Santa Sede
La ayuda a la familia da cohesión social; explica el Papa
Benedicto XVI explica cómo hacer de la globalización una aliada
contra la pobreza
El Papa entrega el palio a 27 arzobispos metropolitanos
Benedicto XVI pide a palestinos e israelíes una solución
negociada para la crisis actual
El Papa quiere viajar a finales de noviembre a Turquía para
impulsar el diálogo con los ortodoxos
El Santo Padre ora por la paz entre los grupos étnicos y
religiosos en las tierras de misión
Mundo
Se impiden funerales solemnes al obispo «clandestino» emérito
de Qiqihar (China)
«Angelus»
En la fiesta de los santos Pedro y Pablo
Espiritualidad
Predicador del Papa: «Qué triste es ver a los jóvenes...
tristes»; «hay muchísimos»
Documentación
Benedicto XVI presenta los desafíos que afronta Uruguay
Discurso del Papa a la delegación del Patriarcado Ecuménico de
Constantinopla
Argentina: La Iglesia ante el proyecto legal sobre Ligadura de
Trompas y Vasectomía
Especial
Arzobispo anfitrión del Encuentro
Mundial de las Familias: La Iglesia, «abierta a todas las personas»
Entrevista con monseñor Agustín García-Gasco
VALENCIA, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
En la víspera del inicio del Encuentro Mundial de las Familias (www.wmf2006.org),
al que acudirá Benedicto XVI y que hará de la ciudad española de Valencia meta
de cientos de miles de familias de todo el mundo, su arzobispo anfitrión,
monseñor Agustín García-Gasco, ha compartido con Zenit los desafíos y
expectativas de una cita de esta magnitud.
--Recientemente ha tenido oportunidad de reunirse con Benedicto XVI con
vistas al ya inminente Encuentro Mundial de las Familias (EMF) ¿Cómo contempla
el Papa esta gran cita?
--Monseñor García-Gasco: El Papa me ha transmitido mucha ilusión y alegría por
este encuentro mundial en defensa de la familia. No soy portavoz del Papa y por
tanto no puedo hablar por él, pero sí que puedo indicarle que he visto a Su
Santidad muy interesado. El Encuentro Mundial en Valencia fue convocado por Juan
Pablo II y ha sido un gran motivo de alegría comprobar que su sucesor Benedicto
XVI lo confirmaba y anunciaba su presencia los días 8 y 9 de julio para concluir
el EMF.
--Durante nueve días Valencia será la capital mundial de las familias. ¿Cuál
es su mayor desafío y su mayor esperanza como pastor de la archidiócesis
anfitriona?
--Monseñor García-Gasco: Todo Encuentro Mundial supone en sí un desafío en la
organización de actos tan multitudinarios. Afortunadamente, además de la
cooperación de todos los sacerdotes de la diócesis y miles de seglares y
voluntarios, hemos contado con el apoyo institucional del presidente de la
Generalitat Valenciana, Francisco Camps, del presidente de la Diputación,
Fernando Giner, y de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, por lo que las
instituciones, desde una sana cooperación, están ayudándonos en materias muy
importantes como son las infraestructuras, comunicaciones, etc.
La mayor esperanza es que el Encuentro Mundial sea útil y eficaz para iluminar
la grandeza insustituible del matrimonio y la familia, que está sufriendo
auténticos malos tratos por parte de las leyes de algunos países. En España se
ha llegado a una confusión absoluta en materia de matrimonio y familia. España
está siendo el banco de experimentación de inventos legales en las que unas
minorías echan por tierra el legado de la civilización sobre la
complementariedad del hombre y la mujer y su especial dimensión en la sociedad.
--Se esperan cientos de miles de familias de todo el mundo en Valencia, y
millones de personas se asomarán al encuentro a través de los medios de
comunicación. ¿Qué se llevarán todas ellas de un acontecimiento así?
--Monseñor García-Gasco: Efectivamente esperamos a muchos peregrinos, hasta el
extremo de que se ha ampliado el plazo de inscripción para asistir al evento y a
los congresos que son gratuitos.
Esperamos que todos los peregrinos se lleven por una parte, la claridad del
magisterio de la Iglesia. En esta época en que se fomenta la adulación de
cualquier forma de vida, creo que es bueno resaltar que la Iglesia no vive a
merced a las modas o intereses del momento. Hay quien dice que si la Iglesia
aceptara el divorcio tendría más gente en los templos, pero eso sería faltar a
la verdad de su misión. La Iglesia no es un partido político en busca de votos,
o una secta en busca de adeptos mediante el halago.
De otro lado, los católicos hemos de profundizar en la familia como Iglesia
doméstica. Dios ha querido que la fe se transmita fundamentalmente a través de
personas y la familia, los padres, los abuelos y los mismos niños tienen una
labor evangelizadora en su propia familia que es un caudal inagotable como
transmisión y fortalecimiento de la fe. Ser misioneros de la fe en el propio
matrimonio y en la propia familia fortalece y une a la familia.
Su Santidad, Benedicto XVI, es en muchos aspectos una bendición para la Iglesia.
Su facilidad natural para divulgar los aspectos teológicos más complejos y para
dar luz a las personas de toda condición intelectual es un gran bien que miles
de personas vamos a poder vivir en directo.
--Usted es miembro del Pontificio Consejo para la Familia y desarrolla su
ministerio episcopal en un país que se ha convertido en un laboratorio político
y legislativo para corrientes que buscan sustituir la familia con otras formas
de convivencia. ¿Qué camino sugiere seguir ante esta realidad? ¿Ve señales de
esperanza?
--Monseñor García-Gasco: En primer lugar, no hay que tener miedo a tratar las
cuestiones desde el respeto, aunque no sean «políticamente correctas», concepto
usado por la nueva moral progresista con la intención de desautorizar a quien
denuncia las falsedades que contiene.
Por otra parte, tampoco podemos caer en la injusticia de considerar a todas las
personas homosexuales o divorciadas como si fueran enemigos de la Iglesia. Los
grupos activistas radicales pretenden justamente un enfrentamiento y una quiebra
total con la Iglesia. Hemos de resaltar que la Iglesia tiene la obligación de
mostrar su magisterio a todas las personas sin excepción, cualquiera que sea su
condición. Nadie está excluido de escuchar la llamada salvadora de Cristo
resucitado que en la misma Cruz le aseguró la salvación a un delincuente
condenado a muerte. La Iglesia está abierta a todas las personas. El magisterio
y el amor de Dios que muestra la Iglesia no son incompatibles, sino que son las
dos manos que se ponen al alcance de cualquier hombre y mujer que anhela la
trascendencia divina.
El camino a seguir debe ser el del ejemplo personal de cada familia, de cada
parroquia y también la claridad de la Iglesia en la difusión del mensaje. En no
pocas ocasiones y por causas muy diversas, en España algunos medios de
comunicación presentan una imagen de la Iglesia en la que los cristianos no se
reconocen o que se prestan a todo tipo de equívocos. En dicho sentido quiero
felicitar de corazón la magnífica labor que están desarrollando desde la Agencia
de Noticias Zenit que es un gran bien para la Iglesia.
--Por nuestra parte, tenemos que unirnos a la felicitación del Santo Padre
por sus recientes bodas de oro sacerdotales y le pedimos su bendición en nuestro
trabajo.
--Monseñor García-Gasco: Doy gracias a Dios por cada día que me ha permitido
servir a la Iglesia y así lo haré mientras lo estime oportuno el Santo Padre, al
que no puedo sino agradecerle de corazón la confianza que viene depositando.
Me gustaría que supieran que cada día, desde que nació Zenit, en el Arzobispado
de Valencia se imprimen sus noticias para que tanto los tres obispos auxiliares,
los vicarios, como el personal de la curia estén al tanto de sus informaciones.
El estilo claro y ameno de su agencia nos ha unido más a los cristianos en este
mundo globalizado. En muchas ocasiones hemos rezado por los cristianos
perseguidos en tantos lugares del mundo, de los que hemos tenido noticia gracias
a la efectividad y profesionalidad de los periodistas de la Agencia Zenit, por
ello sepan que cuentan con mis oraciones y bendiciones en la hermosa tarea que
desempeñan como periodistas.
[Entrevista realizada por Marta Lago]
ZS06063003
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Santa Sede
La ayuda a la familia da cohesión
social; explica el Papa
Al recibir al nuevo embajador de Uruguay
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI explicó este viernes al recibir al nuevo embajador de Uruguay ante
la Santa Sede que fomentar la familia y defender la vida es dar cohesión social.
Las palabras del Papa se convirtieron en una defensa de esta «estructura
esencial de la sociedad», basada en «la unión en matrimonio de un hombre y una
mujer», frente a la ridiculización que sufre particularmente en algunos
ambientes.
El nuevo representante de Montevideo ante la Santa Sede es Mario Juan Bosco
Cayota Zappettini, nacido en 1936, antiguo presidente y actual vicepresidente
del Partido Demócrata Cristiano de Uruguay, director del Centro Franciscano de
Documentación Histórica para América Latina, quien ha sido ministro de la Orden
Franciscana Secular en Uruguay.
«Los valores más altos, arraigados en el corazón de las personas y en el tejido
social, son como el alma de los pueblos, que los hace fuertes en la adversidad,
generosos en la colaboración leal e ilusionados en la construcción de un futuro
mejor y lleno de vida, en la que todos sin excepción tengan la oportunidad de
desarrollar la plena dignidad del ser humano», explicó el Santo Padre.
Por eso, manifestó su preocupación ante «algunas tendencias que tratan de
limitar el valor inviolable de la vida humana misma, desde su concepción hasta
su ocaso natural, o de disociarla de su ambiente natural, como es el amor humano
en el matrimonio y la familia».
«La Iglesia promueve ciertamente una "cultura de la vida", generosa y creadora
de esperanza, y no sólo por motivos estrictamente confesionales». De hecho,
reconoció hay muchas personas que «comparten preocupaciones similares por
motivos éticos y racionales».
«No faltan quienes desde algunos medios de comunicación social denigran o
ridiculizan el alto valor del matrimonio y la familia, favoreciendo así el
egoísmo y la desorientación, en vez de la generosidad y el sacrificio necesarios
para mantener vigorosa esta auténtica "célula primaria" de la comunidad humana»,
reconoció el Papa.
En este contexto, indicó, «fomentar la familia, ayudarla a cumplir sus cometidos
indispensables, es ganar también cohesión social y, sobre todo, respetar sus
propios derechos, que no pueden ser disipados ante otras formas de unión que
pretendieran usurparlos».
Mario Cayota es doctor en Filosofía y ha sido durante muchos años profesor de
Historia en la Universidad de la República, la Universidad Católica, el
Instituto de Profesores y en el Seminario Sacerdotal.
Director del Instituto San Bernardino de Investigación Histórica, ha realizado
publicaciones de su especialidad, en particular «Siembra entre Brumas», sobre el
humanismo cristiano en el Renacimiento y la Conquista de América, que ha sido
traducido a más de diez idiomas.
Fue Presidente de la Departamental de Montevideo en los años de dictadura y ha
sido fundador del Encuentro Progresista.
ZS06063011
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Benedicto XVI explica cómo hacer de la
globalización una aliada contra la pobreza
Tejer una red de solidaridad y comprensión entre los pueblos
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI considera que la solidaridad es la clave para que la globalización
se convierta en una aliada (y no en un enemigo) de la lucha contra la pobreza.
Así lo explicó al nuevo embajador de Uruguay ante el Vaticano, Mario Juan Bosco
Cayota Zappettini, quien es autor de numerosos estudios sobre doctrina social y
conferenciante de fama internacional sobre el argumento.
«Hoy día, el vasto problema de la pobreza y la marginación es un desafío
apremiante para los gobernantes y responsables de las instituciones públicas»,
constató el Papa en el discurso que le dirigió en la ceremonia de entrega de las
cartas credenciales del nuevo representante de Montevideo en Roma.
Por otro lado, añadió, tras haber enviado su saludo al presidente de la
República, Tabaré Vázquez Rosas, «el llamado proceso de globalización ha creado
nuevas posibilidades y también nuevos riesgos, que es necesario afrontar en el
concierto más amplio de las Naciones».
«Es una oportunidad para ir tejiendo como una red de comprensión y solidaridad
entre los pueblos, sin reducir todo a intercambios meramente mercantiles o
pragmáticos, y en la que tengan cabida también los problemas humanos de cada
lugar y, en particular, de los emigrantes forzados a dejar su tierra en busca de
mejores condiciones de vida, lo que a veces comporta graves secuelas en el
ámbito personal, familiar y social», consideró.
En este contexto, explicó, «la Iglesia, al considerar el ejercicio de la caridad
como una dimensión esencial de su ser y su misión, desarrolla de manera abnegada
una valiosa atención a los necesitados de cualquier condición o proveniencia, y
colabora en esta tarea con las diversas entidades e instituciones públicas con
el fin de que a nadie en busca de apoyo le falte una mano amiga que le ayude a
superar su dificultad».
«Para ello ofrece sus recursos personales y materiales, pero sobre todo la
cercanía humana que trata de socorrer la pobreza más triste, la soledad y el
abandono, sabiendo que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio
del Dios en que creemos y que nos impulsa a amar», afirmó.
ZS06063012
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El Papa entrega el palio a 27
arzobispos metropolitanos
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI entregó este jueves, en la solemnidad de los Santos Pedro y Pablo,
el palio a 27 arzobispos metropolitanos.
Según explicó el Papa tras la misa, al rezar el Ángelus, esta «antigua insignia
litúrgica» «expresa la especial comunión de estos pastores con el sucesor de
Pedro».
Los arzobispos llevan esta banda blanca de lana sobre los hombros en
representación del Buen Pastor que lleva a hombros el cordero hasta dar la vida,
como lo recuerdan las seis cruces negras bordadas en el palio.
La lana de la que están hechos los palios, procede de corderos criados por
monjes trapenses de la comunidad de las Tres Fuentes (en las afueras de Roma).
Tras la bendición del Papa el día de santa Inés (21 de enero), los corderos son
criados por las religiosas benedictinas de la comunidad romana de Santa Cecilia.
El Martes Santo los corderos son trasquilados y la lana, preparada por las
religiosas, es utilizada para la confección del palio.
Publicamos la lista de los 27 arzobispos metropolitanos que recibieron el palio
y que este viernes fueron recibidos en audiencia por Benedicto XVI, acompañados
por sus familiares.
1. Card. Jorge Liberato UROSA SAVINO, arzobispo de Caracas (Venezuela).
2. Card. Crescenzio SEPE, arzobispo de Nápoles (Italia).
3. Mons. Louis CHAMNIERN SANTISUKNIRAN, arzobispo de Thare and Nonseng
(Tailandia).
4. Mons. José Belisário DA SILVA, O.F.M., arzobispo de São Luís do Maranhão
(Brasil).
5. Mons. Jabulani NXUMALO, O.M.I., arzobispo de Bloemfontein (Sudáfrica).
6. Mons. Jorge Enrique JIMÉNEZ CARVAJAL, C.I.M., arzobispo de Cartagena
(Colombia).
7. Mons. Tommaso VALENTINETTI, arzobispo de Pescara-Penne (Italia).
8. Mons. Fabriciano SIGAMPA, arzobispo de Resistencia (Argentina).
9. Mons. Odon Marie Arsène RAZANAKOLONA, arzobispo de Antananarivo (Madagascar).
10. Mons. George Hugh NIEDERAUER, arzobispo de San Francisco (Estados Unidos).
11. Mons. José Luis MOLLAGHAN, arzobispo de Rosario (Argentina).
12. Mons. Cornelius Fontem ESUA, arzobispo de Bamenda (Camerún).
13. Mons. Daniel N. DiNARDO, arzobispo de Galveston-Houston (Estados Unidos).
14. Mons. Antonio Javellana LEDESMA, S.I., arzobispo de Cagayan de Oro
(Filipinas).
15. Mons. José Serofia PALMA, arzobispo de Palo (Filipinas).
16. Mons. Sylvain LAVOIE, O.M.I., arzobispo de Keewatin-Le Pas (Canadá).
17. Mons. Joviano DE LIMA JÚNIOR, S.S.S., arzobispo de Ribeirão Preto (Brasil).
18. Mons. Luigi CONTI, arzobispo de Fermo (Italia).
19. Mons. Franc KRAMBERGER, arzobispo de Maribor (Eslovenia).
20. Mons. Ignazio SANNA, arzobispo de Oristano (Italia).
21. Mons. François-Xavier MAROY RUSENGO, arzobispo de Bukavu (República
Democrática del Congo).
22. Mons. Jean-Pierre KUTWA, arzobispo de Abidjan (Costa de Marfil).
23. Mons. Andrea MUGIONE, arzobispo de Benevento (Italia).
24. Mons. Orlando BRANDES, arzobispo de Londrina (Brasil).
25. Mons. Georges PONTIER, arzobispo de Marseille (Francia).
26. Mons. Donald William WUERL, arzobispo de Washington (Estados Unidos).
27. Mons. Wojciech ZIEMBA, arzobispo de Warmia (Polonia).
ZS06063009
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Benedicto XVI pide a palestinos e
israelíes una solución negociada para la crisis actual
Como único camino para alcanzar la paz
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI ha presentado la negociación como camino para solucionar la grave
crisis que ha estallado en Oriente Medio, tras el secuestro de un soldado
israelí y la incursión y bombardeos del ejército de Israel en Gaza.
«Sigo con aprensión cuanto sucede en Tierra Santa y rezo para que todas las
personas secuestradas sean devueltas con prontitud a sus seres queridos»,
reconoció este jueves el Papa, tras rezar el Ángelus en la fiesta de los santos
Pedro y Pablo, patronos de la diócesis de Roma.
«Lanzo un llamamiento a los líderes israelíes y palestinos para que, con la
contribución generosa de la comunidad internacional, busquen responsablemente la
solución negociada del conflicto, único camino que puede garantizar la paz a la
que aspiran sus pueblos», afirmó.
La actual crisis en el Medio Oriente empezó cuando militantes palestinos
capturaron el domingo pasado a un soldado israelí.
Como respuesta, el Ejército israelí emprendió una gran incursión militar en Gaza,
en la que detuvo a ministros y otros representantes del Gobierno palestino, que
lidera el movimiento islámico Hamás.
ZS06063008
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El Papa quiere viajar a finales de
noviembre a Turquía para impulsar el diálogo con los ortodoxos
En septiembre se reanudará el diálogo teológico católico-ortodoxo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Benedicto XVI ha confirmado su intención de viajar a Turquía a finales de
noviembre para impulsar el diálogo con las Iglesias ortodoxas, que en los
próximos meses emprenderá una nueva etapa.
Así lo confirmó el mismo este jueves al recibir a una delegación del Patriarcado
Ecuménico de Constantinopla, que había venido a Roma con motivo de la fiesta de
los santos apóstoles Pedro y Pablo, patronos de la Iglesia de la ciudad eterna.
«Respondiendo a la invitación formulada por las autoridades del país, por el
Patriarcado, y por la comunidad católica local, espero poder realizar una
peregrinación apostólica a Turquía, país de antigua y rica cultura, país noble
en el que vivieron muchos Santos Padres de nuestra tradición eclesial, teológica
y espiritual», afirmó el obispo de Roma.
Como el mismo pontífice aclaró, la visita debería tener lugar con motivo de la
fiesta de san Andrés, hermano de san Pedro, celebrada el 30 de noviembre.
El Papa explicó que con este gesto quiere devolver las últimas visitas
realizadas a Roma por Su Santidad Bartolomé I, patriarca de Constantinopla.
«Estoy seguro de que este intercambio reforzará la fraternidad eclesial y
facilitará la colaboración en nuestras iniciativas comunes --afirmó ante sus
huéspedes ortodoxos--. Que el Señor nos ayude a avanzar con nueva confianza
hacia el día en el que podamos celebrar juntos la santa Eucaristía del Señor,
como signo de plena comunión».
En este camino, él mismo constató que los próximos meses pueden ser decisivos.
En particular, recordó, del 18 al 25 de septiembre tendrá lugar en Belgrado la
esperada reunión de la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo Teológico
entre Ortodoxos y Católicos.
Los trabajos de esta Comisión habían quedado estancados en la reunión celebrada
en el año 2000, en Baltimore (Estados Unidos). El encuentro concluyó sin
acuerdo, a causa de las discrepancias sobre el concepto teológico del «uniatismo»,
principio por el que Iglesias orientales, que comparten la liturgia y
tradiciones de las Iglesias ortodoxas, se han unido a la Iglesia de Roma.
En la espera de esta «nueva etapa» en el diálogo, el Papa reconoció que
«espontáneamente surge el deseo de rezar para que el Espíritu Santo ilumine y
caliente nuestros corazones, refuerce la voluntad común para responder en la
medida de nuestras posibilidades a la ardiente oración del Señor: «Ut unum sint»
[«Que sean uno», ndr.] para que los discípulos de Cristo, unidos en la
fe, anuncien juntos su Evangelio al mundo entero, para que creyendo en Él todos
se salven».
ZS06063007
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El Santo Padre ora por la paz entre los
grupos étnicos y religiosos en las tierras de misión
En sus intenciones para el mes de julio
CIUDAD DEL VATICANO/RANCHI, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
El próximo mes de julio Benedicto XVI orará especialmente «para que en las
tierras de misión los varios grupos étnicos y religiosos vivan en paz y
construyan juntos una sociedad inspirada en los valores humanos y espirituales».
Así lo anuncia el Apostolado de la Oración, una
iniciativa –que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes-- a
través de la cual laicos, religiosos, religiosas, sacerdotes y obispos del mundo
entero ofrecen sus oraciones y sacrificios por las intenciones que el Papa
indica cada mes a nivel universal.
La Congregación vaticana para la Evangelización de los Pueblos ha encargado en
esta ocasión el comentario de la intención misionera al cardenal Telesphore
Placidus Toppo, arzobispo de Ranchi --Estado indio de Bihar--.
Cuando Juan Pablo II le creó cardenal en el consistorio de 2003, el prelado
indio se convirtió en el primer purpurado «adivasi» o de etnia tribal en la
historia de la Iglesia en su país. Es un Oraon, de la tribu Kurukh.
El cardenal Toppo es actualmente presidente de la Conferencia de los Obispos
Católicos de la India (CBCI), organismo que representa e integra las tres
tradiciones de rito de la Iglesia católica en la India: siro-malabar, siro-malankar
y latino.
El rostro religioso de su país, de 1.095 millones de personas, está formado por
un 80,5% de hindúes, un 13,4% de musulmanes, un 2,3% de cristianos (1,8% del
total de habitantes es católico) y un 1% de budistas, entre otros credos.
Los 18 idiomas oficiales reflejan la diversidad cultural y étnica de la India.
Las lenguas y dialectos se estiman en torno a los 4.000.
Éste es el contexto desde el que el cardenal Toppo, comentando la intención
misionera del Papa, reconoce que «los territorios de misión deben difundir la
actitud humana de la complementariedad recíproca entre las diversas comunidades
étnicas, religiosas y sociales».
Y si algo debe dominar a «los misioneros cristianos» es «el espíritu excepcional
de Jesús: “amaos los unos a los otros como yo os he amado”"», indica.
De acuerdo con el purpurado indio, en tierras de misión «las tradiciones de fe y
las otras ideologías y movimientos de sanos principios del área, deben ser
animadas por un compromiso común de vivir en relación los unos con los otros y
construir juntos una sociedad para un futuro mejor».
En su opinión, «este noble esfuerzo podría constituir ciertamente una
celebración anticipada de una sociedad inspirada en los valores humanos y
espirituales por excelencia».
Pero no es excepcional, sino que «la diversidad es el fenómeno fundamental que
recorre toda la creación», «la sociedad humana de manera incomparable», si bien
«el continente asiático vive esta realidad de manera muy significativa», admite.
Además, por la globalización, «la mayor parte de las ciudades grandes y pequeñas
del mundo han asumido una naturaleza cosmopolita» con «diversos orígenes
étnicos, convicciones religiosas, afiliaciones ideológicas, actividades
profesionales, tradiciones sociales y otras diferencias» que «coexisten y se
agregan», describe el cardenal Toppo.
En este sentido, «los territorios de misión son ejemplos vivientes de tales
culturas compuestas», y en ellas no es posible el aislamiento: «la capacidad de
construir relaciones sociales con los otros es el verdadero criterio para juzgar
la madurez de sus culturas individuales», indica el purpurado.
A su vez --añade--, «un esfuerzo de colaboración para el progreso de la
civilización humana es la prueba de la importancia de los valores individuales a
los que dan la prioridad» y «el empeño por afrontar preocupaciones de nivel
superior define el valor de su instrucción y su búsqueda espiritual».
Y es que «toda la raza humana tiene un origen común y una suerte común. El ser
humano es imagen y semejanza de Dios. Todos los seres humanos forman juntos una
única comunidad», recuerda el purpurado indio citando la declaración conciliar
«Nostra Aetate».
«Construir una sociedad mejor es la solicitud común de todos los hombres y
mujeres de buena voluntad --reconoce--. Una sociedad que se inspirada en los
valores humanos y espirituales, equivale a decir una sociedad mejor, en el
sentido propio del término».
Y papel de «las comunidades religiosas» es «suscitar una atención consolidada a
los valores universales que son intrínsecos en todos ellos», concluye.
El Papa también reza todos los meses por una intención general, que para el mes
de junio dice así: « Para que los encarcelados, sobre todo los jóvenes, reciban
el debido apoyo por parte de la sociedad a fin de poder recuperar el sentido de
la propia existencia».
ZS06063005
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Mundo
Se impiden funerales solemnes al obispo
«clandestino» emérito de Qiqihar (China)
Las autoridades sólo le reconocen como sacerdote
QIQIHAR, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
La actitud de las autoridades chinas impide que se celebren funerales solemnes
por el obispo emérito «clandestino» de Qiqihar, monseñor Guo Wenzhi, fallecido
el jueves en su residencia tras una larga enfermedad.
El prelado tenía 88 años según el calendario juliano –89 según el chino, cuya
cultura cuenta la edad de la persona desde el momento de la concepción--.
Había nacido en una familia católica de la ciudad de Qiqihar, capital de la
provincia oriental china de Heilongjiang. Su ordenación sacerdotal se celebró en
1948.
Acusado de contrarrevolucionario por el gobierno comunista de su país, Guo
Wenzhi fue arrestado en 1954 y condenado a una década de trabajos forzados en
diversos campos de «reeducación» de China.
Fue consagrado obispo en 1989, y nuevamente detenido durante meses por haber
participado durante una conferencia de prelados chinos «no oficiales».
Tras su liberación, a pesar de la dura oposición del gobierno, su celoso trabajo
de evangelización revitalizó la Iglesia en Qiqihar.
Él mismo ordenó a su sucesor, monseñor Wei Jinyi, uno de los cuatro obispos
chinos a quienes invitó Benedicto XVI al Sínodo de la Eucaristía, celebrado el
pasado octubre en Roma. Y aunque Pekín obstaculizó los desplazamientos, tal
invitación «fue una señal de gran honor y un reconocimiento para la Iglesia y el
obispo en Qiqihar», subraya la agencia del Pontificio Instituto de Misiones
Extranjeras «AsiaNews».
Por los esfuerzos del prelado fallecido, en su diócesis se pusieron en marcha
diversas organizaciones e instituciones católicas que hicieron florecer las
vocaciones sacerdotales.
Hasta la fecha, el gobierno chino permite la práctica religiosa en el país sólo
con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos
Religiosos y bajo el control de la «Asociación Patriótica» (AP) --cuyo estatuto
recoge la creación de una Iglesia nacional desgajada de la Santa Sede--.
De ahí que afirmen una diferencia entre una Iglesia «oficial» o «patriótica» y
los fieles que tratan de salirse del citado control para ponerse en obediencia
directa del Papa, formando la Iglesia «no oficial» o «clandestina».
Según fuentes de la agencia del PIME en China, el gobierno se ha opuesto a la
celebración de los funerales solemnes que sacerdotes y fieles de la diócesis
querían preparar por el obispo Guo Wenzhi, una de las figuras más amadas y
respetadas en la Iglesia católica del país.
Inmediatamente después de su muerte, representantes de las autoridades locales
declararon que por el prelado –a quien sólo reconocen como sacerdote, no como
obispo— sólo se puede celebrar un funeral sencillo, no una gran ceremonia.
En cualquier caso, la Iglesia en Qiqijar, bajo la guía pastoral de monseñor Wei
Jingyi, ha pedido a todos los sacerdotes, «oficiales» o «clandestinos», que
celebren misas de sufragio por el alma del obispo desaparecido.
ZS06063002
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«Angelus»
En la fiesta de los santos Pedro y
Pablo
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos las palabras que dirigió Benedicto XVI antes y después de rezar el
Ángelus este jueves, fiesta de los santos Pedro y Pablo.
* * *
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy honramos solemnemente a los santos Pedro y Pablo, «columnas y fundamento de
la ciudad de Dios», como canta la liturgia de este día. Los dos apóstoles dieron
el testimonio supremo de su vida a poca distancia de tiempo y espacio: aquí, en
Roma, fue crucificado san Pedro y sucesivamente fue decapitado san Pablo. Su
sangre se fundió de este modo como en un único testimonio de Cristo, que llevó a
san Ireneo, obispo de Lyón, a mediados del siglo II, a hablar de la «Iglesia
fundada y constituida en Roma por los dos gloriosísimos apóstoles Pedro y Pablo»
(«Contra las herejías» 3, 3, 2). Poco tiempo después, desde el norte de África,
Tertuliano exclamaba: «Esta Iglesia de Roma, cómo es afortunada. Los mismos
apóstoles le derramaron, con su sangre, toda la doctrina» («Sobre la
prescripción de los herejes», 36). Precisamente por este motivo el obispo de
Roma, sucesor del apóstol Pedro, desempeña un ministerio particular al servicio
de la unidad doctrinal y pastoral del Pueblo de Dios esparcido en todo el mundo.
En este contexto se comprende mejor también el significado del rito que hemos
renovado esta mañana, durante la santa misa en la Basílica de San Pedro, es
decir, la entrega a algunos arzobispos metropolitanos del Palio, antigua
insignia litúrgica, que expresa la especial comunión de estos pastores con el
sucesor de Pedro. A estos venerados hermanos arzobispos y a cuantos les han
acompañado les dirijo mi saludo, mientras os invito a todos vosotros, queridos
hermanos y hermanas, a rezar por ellos y por las Iglesias que se les han
confiado.
Además, hay otro motivo que hace que nuestra alegría sea aún más grande: la
presencia en Roma, con motivo de la solemnidad de los santos Pedro y Pablo, de
una delegación especial, enviada por el patriarca ecuménico de Constantinopla,
Bartolomé I. A los miembros de esta delegación les doy de nuevo mi bienvenida y
doy las gracias de corazón al Patriarca por haber manifestado más claramente,
con este gesto, el lazo de fraternidad que existe entre nuestras iglesias.
Que María, reina de los apóstoles, alcance para los cristianos el don de la
plena unidad, que invocamos con confianza. Que con su ayuda, y siguiendo las
huellas de san Pedro y Pablo, la Iglesia que está en Roma y todo el pueblo de
Dios ofrezcan al mundo un testimonio de unidad y de valiente entrega al
Evangelio de Cristo.
[Después de rezar el Ángelus, el Papa añadió:]
Sigo con aprensión cuanto sucede en Tierra Santa y rezo para que todas las
personas secuestradas sean devueltas con prontitud a sus seres queridos. Lanzo
un llamamiento a los líderes israelíes y palestinos para que, con la
contribución generosa de la comunidad internacional, busquen responsablemente la
solución negociada del conflicto, único camino que puede garantizar la paz a la
que aspiran sus pueblos.
[A continuación, el Papa saludó a los peregrinos en seis idiomas. En español,
dijo:]
Saludo cordialmente a los fieles de lengua española, en particular a los
Arzobispos que hoy han recibido el Palio, así como a sus acompañantes de
Argentina, Colombia y Venezuela. En la solemnidad de San Pedro y San Pablo,
invito a todos imitar su firmeza en fe, que ellos transmitieron fielmente hasta
dar su vida por ella.
[Traducción del original italiano realizada por Zenit
© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS06063006
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Espiritualidad
Predicador del Papa: «Qué triste es ver
a los jóvenes... tristes»; «hay muchísimos»
Comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap., a la liturgia del próximo
domingo
ROMA, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos el comentario del padre Raniero Cantalamessa, ofmcap. --predicador de
la Casa Pontificia-- a la liturgia del próximo domingo, XIII del tiempo
ordinario.
* * *
Talitá kum, ¡muchacha, levántate!
XIII Domingo del tiempo ordinario (B)
Sabiduría 1, 13-15-2,23-25; 2 Corintios 8,7.9. 13-15; Marcos
5, 21-43
El pasaje del Evangelio de este domingo está hecho de escenas que se suceden
rápidamente en lugares distintos. Está ante todo la escena a orillas del lago.
Jesús está rodeado de un gran gentío cuando un hombre se arroja a sus pies y le
dirige una súplica: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre
ella, para que se salve y viva». Jesús deja a la mitad su discurso y se pone en
marcha con el hombre hacia su casa.
La segunda escena acontece en el camino. Una mujer que sufría hemorragias se
acerca a escondidas a Jesús para tocar su manto, y se siente curada. Mientras
Jesús hablaba con ella, de la casa de Jairo llegan a decirle: «Tu hija ha
muerto. ¿A qué molestar ya al Maestro?». Jesús, que ha oído todo, dice al jefe
de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe».
Y he aquí la escena crucial, en la casa de Jairo. Gran confusión, gente que
llora y grita, como es comprensible ante el fallecimiento recién ocurrido de una
adolescente. «Entra y les dice: “¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha
muerto; está dormida”. [...] Él, después de echar fuera a todos, toma consigo al
padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y
tomando la mano de la niña, le dice: “Talitá kum”, que quiere decir:
“Muchacha, a ti te digo, levántate”. La muchacha se levantó al instante y se
puso a andar; tenía doce años. [...]. Y les insistió mucho en que nadie lo
supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer».
El pasaje del Evangelio sugiere una observación. Se vuelve a discutir
continuamente sobre el grado de historicidad y fiabilidad de los Evangelios.
Hemos asistido recientemente al intento de poner en el mismo nivel, como si
tuvieran la misma autoridad, los cuatro evangelios canónicos y los evangelios
apócrifos de los siglos II-III.
Pero este intento es sencillamente absurdo y demuestra también buena dosis de
mala fe. Los evangelios apócrifos, sobre todo los de origen gnóstico, fueron
escritos varias generaciones después por personas que habían perdido todo
contacto con los hechos y que, por lo demás, no se preocupaban lo más mínimo de
hacer historia, sino sólo de poner en labios de Cristo las enseñanzas propias de
la escuela de ellas. Los evangelios canónicos, al contrario, fueron escritos por
testigos oculares de los hechos o por personas que habían estado en contacto con
los testigos oculares. Marcos, de quien leemos este año el Evangelio, estuvo en
estrecha relación con el Apóstol Pedro, de quien refiere muchos episodios que le
tuvieron como protagonista.
El pasaje de este domingo nos ofrece un ejemplo de este carácter histórico de
los Evangelios. El nítido retrato de Jairo y su petición angustiosa de ayuda, el
episodio de la mujer que se encuentran de camino a su casa, la actitud escéptica
de los mensajeros hacia Jesús, la tenacidad de Cristo, el clima de la gente que
llora a la niña muerta, el mandato de Jesús referido en la lengua original
aramea, la conmovedora solicitud de Jesús de que se dé algo de comer a la niña
resucitada. Todo hace pensar en un relato que remite a un testigo ocular del
hecho.
Ahora, una breve aplicación del Evangelio del domingo a la vida. No existe sólo
la muerte del cuerpo, también está la muerte del corazón. La muerte del corazón
existe cuando se vive en la angustia, en el desaliento o en una tristeza
crónica. Las palabras de Jesús: Talitá kum, ¡muchacha, levántate!, no se
dirigen por tanto sólo a chicos y chicas muertos, sino también a chicos y chicas
que viven.
Qué triste es ver a los jóvenes... tristes. Y hay muchísimos a nuestro
alrededor. La tristeza, el pesimismo, el no deseo de vivir, son siempre cosas
malas, pero cuando se ven o se las oye expresar a jóvenes oprimen el corazón
todavía más.
En este sentido Jesús sigue resucitando también hoy a chicas y chicos muertos.
Lo hace con su palabra y también enviándoles a sus discípulos, quienes, en Su
nombre y con Su mismo amor, repiten a los jóvenes de hoy aquel grito Suyo:
Talitá kum: ¡muchacho, levántate! Vuelve a vivir.
[Traducción del italiano y adaptación: Zenit.org]
ZS06063001
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Documentación
Benedicto XVI presenta los desafíos que
afronta Uruguay
Discurso al recibir las cartas credenciales del nuevo embajador
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos el discurso que dirigió Benedicto XVI este viernes al nuevo embajador
de Uruguay ante la Santa Sede, Mario Juan Bosco Cayota Zappettino, en la
ceremonia de entrega de las cartas credenciales.
* * *
Señor Embajador:
1. Me es grato darle cordialmente la bienvenida a este acto en que me hace
entrega de las Cartas Credenciales de Embajador extraordinario y
plenipotenciario de la República Oriental del Uruguay ante la Santa Sede. Le
agradezco las amables palabras que me ha dirigido, así como el atento saludo del
Señor Presidente de la República, doctor Tabaré Vázquez Rosas, del que se ha
hecho portador. Le ruego que le transmita mis mejores deseos de bienestar
personal y familiar, así como mis mejores votos de prosperidad y convivencia
pacífica y solidaria para esa noble Nación.
2. En su trayectoria histórica, Uruguay ha ido asumiendo los ideales cristianos
de justicia y de paz. En su seno conviven pacíficamente y con mutuo respeto
diversas concepciones del hombre y su destino, sin que ello menoscabe el aprecio
sincero y real por la dimensión religiosa y, en particular, por la misión de la
Iglesia. Una muestra del afecto de tantos uruguayos por la Sede Apostólica es,
como ha dicho Vuestra Excelencia, el imperecedero recuerdo de las dos visitas a
su País de mi venerado predecesor, Juan Pablo II, que ha quedado plasmado en un
monumento en el lugar donde celebró su primera Misa en Montevideo.
Desde esta perspectiva, es de esperar que la visión cristiana del hombre, creado
a imagen y semejanza de Dios, y llamado a un destino sobrenatural, se pueda
manifestar abiertamente en la educación de las nuevas generaciones. En efecto,
la tarea educativa no ha de limitarse a lo meramente técnico y profesional, sino
que ha de comprender todos los aspectos de la persona, de su faceta social y de
su anhelo de trascendencia, que se manifiesta en una de sus más nobles
dimensiones, como es el amor.
3. Los valores más altos, arraigados en el corazón de las personas y en el
tejido social, son como el alma de los pueblos, que los hace fuertes en la
adversidad, generosos en la colaboración leal e ilusionados en la construcción
de un futuro mejor y lleno de vida, en la que todos sin excepción tengan la
oportunidad de desarrollar la plena dignidad del ser humano. Por eso se ven con
preocupación algunas tendencias que tratan de limitar el valor inviolable de la
vida humana misma, desde su concepción hasta su ocaso natural, o de disociarla
de su ambiente natural, como es el amor humano en el matrimonio y la familia. La
Iglesia promueve ciertamente una "cultura de la vida", generosa y creadora de
esperanza, y no sólo por motivos estrictamente confesionales. Como bien sabe,
Señor Embajador, hay muchas personas eminentes, también en su País, que
comparten preocupaciones similares por motivos éticos y racionales.
Con ello se relaciona, por su propia naturaleza, la cuestión de la familia,
estructura esencial de la sociedad, y de la unión en matrimonio de un hombre y
una mujer, según el designio impreso por el Creador en la naturaleza humana. No
faltan quienes desde algunos medios de comunicación social denigran o
ridiculizan el alto valor del matrimonio y la familia, favoreciendo así el
egoísmo y la desorientación, en vez de la generosidad y el sacrificio necesarios
para mantener vigorosa esta auténtica "célula primaria" de la comunidad humana.
Fomentar la familia, ayudarla a cumplir sus cometidos indispensables, es ganar
también cohesión social y, sobre todo, respetar sus propios derechos, que no
pueden ser disipados ante otras formas de unión que pretendieran usurparlos.
4. Hoy día, el vasto problema de la pobreza y la marginación es un desafío
apremiante para los gobernantes y responsables de las instituciones públicas.
Por otro lado, el llamado proceso de globalización ha creado nuevas
posibilidades y también nuevos riesgos, que es necesario afrontar en el
concierto más amplio de las Naciones. Es una oportunidad para ir tejiendo como
una red de comprensión y solidaridad entre los pueblos, sin reducir todo a
intercambios meramente mercantiles o pragmáticos, y en la que tengan cabida
también los problemas humanos de cada lugar y, en particular, de los emigrantes
forzados a dejar su tierra en busca de mejores condiciones de vida, lo que a
veces comporta graves secuelas en el ámbito personal, familiar y social.
La Iglesia, al considerar el ejercicio de la caridad como una dimensión esencial
de su ser y su misión, desarrolla de manera abnegada una valiosa atención a los
necesitados de cualquier condición o proveniencia, y colabora en esta tarea con
las diversas entidades e instituciones públicas con el fin de que a nadie en
busca de apoyo le falte una mano amiga que le ayude a superar su dificultad.
Para ello ofrece sus recursos personales y materiales, pero sobre todo la
cercanía humana que trata de socorrer la pobreza más triste, la soledad y el
abandono, sabiendo que «el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor
testimonio del Dios en que creemos y que nos impulsa a amar» (Encíclica Deus
caritas est, 31, c).
5. Señor Embajador, antes de concluir este encuentro deseo expresarle mis
mejores deseos para que la misión que comienza sea fecunda y contribuya a
estrechar las relaciones diplomáticas de su País con la Santa Sede, haciéndolas
al mismo tiempo fluidas y cordiales. Le ruego nuevamente que se haga intérprete
de mis sentimientos y esperanzas ante el Excelentísimo Señor Presidente de la
República y demás Autoridades de su País, a la vez que invoco la maternal
protección de la Virgen de los Treinta y Tres sobre Vuestra Excelencia, su
distinguida familia, sus colaboradores y los queridos hijos e hijas uruguayos.
[Original en español
© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS06063010
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Discurso del Papa a la delegación del
Patriarcado Ecuménico de Constantinopla
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Publicamos el discurso que Benedicto XVI dirigió este jueves a la delegación del
Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que había venido a Roma con motivo de
la fiesta de los santos apóstoles Pedro y Pablo. La delegación estaba presidida
por el metropolitano de Pérgamo, Ioannis (Zizioulas).
* * *
Queridos hermanos en Cristo:
Con alegría y sincero afecto en el Señor doy la bienvenida hoy a Su Eminencia,
el metropolitano Ioannis, y a los demás miembros de la delegación que Su
Santidad Bartolomé I y el Santo Sínodo del Patriarcado Ecuménico han enviado
cortésmente con motivo de la fiesta de los santos Pedro y Pablo, patronos de la
Iglesia de Roma. A cada uno de vosotros os dirijo mi cordial saludo. Con gusto
os recibo con las palabras del apóstol Pedro: «Simón Pedro, siervo y apóstol de
Jesucristo, a los que por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo les
ha cabido en suerte una fe tan preciosa como la nuestra. A vosotros, gracia y
paz abundantes por el conocimiento de nuestro Señor» (2 Pedro 1, 1-2). Son
palabras que nos invitan a la fe común y al misterio de la salvación recibida,
don que tenemos que transmitir a los hombres de nuestro tiempo. El hecho de que
católicos y ortodoxos celebren en el mismo día la fiesta de los santos Pedro y
Pablo recuerda la sucesión apostólica compartida y la fraternidad eclesial. Me
gusta recordar que los himnos bizantinos atribuyen a Pedro un título lleno de
significado, el de «protocorifeo», el primero que en el coro tiene la tarea de
mantener la armonía de las voces para la gloria de Dios y el servicio de los
hombres. Por tanto, os doy las gracias por haber venido a unir vuestra oración
con la nuestra, animados por el común compromiso de continuar por el camino que
lleva a la progresiva eliminación de toda desafinación en el coro de la única
Iglesia de Cristo.
En el futuro se darán importantes ocasiones de encuentro y de diálogo fraterno.
Su presencia, Eminencia, como copresidente de la Comisión Mixta Internacional
para el Diálogo Teológico entre Ortodoxos y Católicos, me recuerda la sesión
plenaria de esa Comisión, que se celebrará en Belgrado, en el mes de septiembre,
gracias a la acogida ofrecida por el Patriarcado Ortodoxo Serbio. El diálogo
reanuda de este modo su camino con una nueva etapa. Espontáneamente surge el
deseo de rezar para que el Espíritu Santo ilumine y caliente nuestros corazones,
refuerce la voluntad común para responder en la medida de nuestras posibilidades
a la ardiente oración del Señor: «Ut unum sint» [«Que sean uno», ndr.]
para que los discípulos de Cristo, unidos en la fe, anuncien juntos su Evangelio
al mundo entero, para que creyendo en Él todos se salven.
Además, respondiendo a la invitación formulada por las autoridades del país, por
el Patriarcado, y por la comunidad católica local, espero poder realizar una
peregrinación apostólica a Turquía, país de antigua y rica cultura, país noble
en el que vivieron muchos Santos Padres de nuestra tradición eclesial, teológica
y espiritual. Esto me permitirá participar en las celebraciones con motivo de la
fiesta de san Andrés, hermano de san Pedro. Al repetir el gesto que realizaron
mis predecesores de venerada memoria, Pablo VI y Juan Pablo II, con motivo de su
visita a El Fanar, será para mi una alegría visitar a Su Santidad Bartolomé I,
devolviendo de este modo las agradables visitas que ha tenido la bondad de
realizar aquí, en Roma. Estoy seguro de que este recíproco intercambio reforzará
la fraternidad eclesial y facilitará la colaboración en nuestras iniciativas
comunes. Que el Señor nos ayude a avanzar con nueva confianza hacia el día en el
que podamos celebrar juntos la santa Eucaristía del Señor, como signo de plena
comunión.
Con estos sentimientos cordiales, le pido, Eminencia, y a quienes le acompañan,
que lleve mi fraterno saludo al Patriarca Bartolomé I y al Santo Sínodo,
mientras doy gracias al Señor, que nos concede la gracia de emprender un nuevo
paso en la aplicación de su voluntad de unidad y de paz.
[Traducción del original inglés realizada por Zenit
© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS06063004
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Argentina: La Iglesia ante el proyecto
legal sobre Ligadura de Trompas y Vasectomía
Comunicado de la Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina
BUENOS AIRES, viernes, 30 junio 2006 (ZENIT.org).-
Una iniciativa que pone en el punto de mira a los más pobres: así es el proyecto
de ley orientado a la esterilización quirúrgica, advierte el comunicado de la
Oficina de Prensa de la Conferencia Episcopal Argentina –difundido el miércoles—
que reproducimos íntegramente a continuación:
* * *
Comunicado de Prensa
La Iglesia ante el proyecto de
Ligadura de Trompas y Vasectomía
Al ser de público conocimiento que en la Cámara de Diputados de la Nación tiene
avanzado estado parlamentario un proyecto de ley que propone la legalización de
la ligadura de trompas y la vasectomía, queremos fijar, con claridad, cuál es el
pensamiento de la Iglesia respecto de un tema que causa un daño irreparable, ya
que se trata de una verdadera mutilación, altamente irreversible,
particularmente para la gente de bajos recursos.
En efecto, estas intervenciones son una mutilación que privan a la persona de
las funciones de un órgano sano. Por esto mismo no son terapéuticas (pues no
curan una enfermedad, sino que anulan el normal funcionamiento del cuerpo) y su
legalización constituye una violación al derecho humano a la integridad corporal
cayendo así en una insalvable inconstitucionalidad (Pacto de San José de Costa
Rica, art. 5). De convertirse en ley, el referido proyecto podría aplicarse ante
la solicitud de cualquier persona, sin necesidad de que medie indicación médica
alguna, ni consentimiento del cónyuge, ni autorización judicial.
En el debate generado por estas iniciativas se dice que este proyecto busca
responder a supuestas necesidades de los sectores más carenciados. Sin embargo
cuando se analiza esta visión, se advierte que constituye una forma de
discriminación hacia los más pobres, dado que la esterilización no soluciona la
pobreza, limitándose a impedir nuevos nacimientos. Los problemas
económico-sociales requieren soluciones económicas y sociales, no médicas.
Lamentablemente el referido proyecto repite las soluciones del liberalismo
salvaje de la década pasada, ya utilizada en otros países de la región, como lo
demuestra la dolorosa experiencia internacional, logrando que dentro del marco
de planificadas estrategias sanitarias, las personas más pobres se vean forzadas
o condicionadas en su libertad a realizarse prácticas que las limiten de por
vida y de las que, en los hechos, no podrán arrepentirse.
La responsabilidad social del legislador ante esta decisión es muy grande, pues
nos encontramos frente a una ley con efectos permanentes y duraderos. Como
ciudadanos de esta nación y Pastores del Pueblo de Dios llamamos a cada uno de
ellos y a la ciudadanía en general, a buscar soluciones no mutiladoras sino
caminos de solidaridad y de promoción humana, que sean instrumentos útiles para
trabajar por el bien común y el desarrollo de las personas y las familias,
respetando la dignidad e integridad del ser humano.
Buenos Aires, 28 de junio de 2006
Oficina de Prensa
Conferencia Episcopal Argentina
ZS06063020
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