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Servicio diario -
21 de enero de 2007


Santa Sede
El Papa pide la difusión, entre laicos y religiosos, del deseo activo de unidad entre cristianos
Benedicto XVI prepara una carta para los católicos en China
Necesidad urgente de una nueva Evangelización en América Latina, advierte el Papa

Análisis
La responsabilidad civil de los católicos

Mundo
El «apóstol de Sri Lanka», modelo propuesto a los fieles en la crítica situación del país
Entre el encarnizamiento terapéutico y el espectro de la eutanasia a la holandesa
El tema de la inmigración, prueba clave, dice un obispo estadounidense
Apertura del Año Jubilar Calasancio

Entrevistas
«Los cristianos tenemos un deber hacia Tierra Santa»

«Angelus»
Benedicto XVI: El ecumenismo «espiritual», una tarea que todos pueden realizar

Documentación
Reunión en el Vaticano sobre la situación de la Iglesia en China continental – Comunicado
Claves del Papa a América Latina: Nueva Evangelización y soporte vital de la familia

 




 


Santa Sede



El Papa pide la difusión, entre laicos y religiosos, del deseo activo de unidad entre cristianos
Durante su intervención antes de rezar la oración mariana del Ángelus

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- Benedicto XVI pide que el anhelo –tejido de oración y colaboración caritativa- por la unidad de los cristianos «se difunda cada vez más a nivel de las parroquias y de los movimientos eclesiales y entre los Institutos religiosos».

Ante miles de fieles y peregrinos en la Plaza de San Pedro del Vaticano, y millones de personas que siguen la transmisión del Ángelus dominical a través de los medios de comunicación, el Santo Padre recalcó la importancia de la oración en el itinerario ecuménico, un tema que además considera prioritario en su pontificado.

Entre el 18 y 25 de enero se celebra la «Semana de oración por la Unidad de los Cristianos», cuyo tema, este año, refiere la maravilla de la gente –recogida en el Evangelio de Marcos- por la curación del sordomudo obrada por Jesús: «¡Hace oír a los sordos y hablar a los mudos!».

A ello aludió este domingo Benedicto XVI : «Cristo lo puede todo», «es capaz de infundir en los cristianos el deseo ardiente de escuchar al otro, de comunicarse con el otro y de hablar junto a él el lenguaje del amor recíproco».

Definía así en qué consiste el ecumenismo: «Una experiencia dialógica profunda, un escucharse y hablarse, un conocerse mejor».

«Es una tarea que todos pueden realizar -exhortó-, especialmente en lo relativo al ecumenismo espiritual, basado en la oración y en compartir lo que es posible por ahora entre los cristianos».

En este contexto, expresó su deseo de que «el anhelo por la unidad, traducido en oración y fraterna colaboración para aliviar los sufrimientos del hombre, se difunda cada vez más a nivel de las parroquias y de los movimientos eclesiales y entre los Institutos religiosos».

Este año el tema de la Semana de oración por la Unidad de los Cristianos lo han inspirado las comunidades cristianas de Umlazi (Sudáfrica), una región azotada por la pobreza y el Sida.

Los materiales de oración y reflexión para la Semana se preparan conjuntamente, se traducen y se publican por el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos (en representación vaticana) y por la Comisión de Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias (CMI). Cada año, un grupo ecuménico local prepara el material original.

Están disponibles, tales materiales, en el enlace http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/chrstuni/weeks-prayer-doc/rc_pc_chrstuni_doc_20060703_week-prayer-2007_sp.html.

La Semana es un tiempo fuerte de oración en el que las Iglesias de todo el mundo expresan su aspiración y su voluntad de caminar hacia la unidad de los cristianos, unos dos mil millones.

En Roma, la Semana concluirá el próximo jueves, a las 17.30 horas, con la celebración de Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros, el día de la fiesta litúrgica de la conversión del Apóstol de las gentes.

Benedicto XVI presidirá la celebración.

«Os espero numerosos en tal encuentro litúrgico, ya que la unidad se hace sobre todo orando, y cuánto más coral es la oración, más agradable es al Señor», se despidió el Papa este domingo.
ZS07012104

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Benedicto XVI prepara una carta para los católicos en China
País donde casi todos los obispos y sacerdotes están en comunión con Roma

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- A pesar de su camino de sufrimiento, aún actual, la Iglesia en China experimenta el crecimiento numérico y la comunión –de casi todos sus obispos y sacerdotes- con la sede de Roma: a los católicos de ese país les escribirá Benedicto XVI una carta.

Así lo confirma un comunicado difundido el sábado por la Sala de Prensa de la Santa Sede, al término de dos días de reunión –convocada por el Papa- sobre la situación de la Iglesia católica en China continental.

«Los problemas eclesiales más graves y urgentes, que esperan adecuadas soluciones en relación con los principios fundamentales de la constitución divina de la Iglesia y de la libertad religiosa», centraron la reunión, que presidió el secretario de Estado del Papa, el cardenal Tarcisio Bertone.

Tal examen se realizó «a la luz de la atribulada historia de la Iglesia en China y de los principales sucesos de los últimos años».

Para ello se contó, en el Palacio Apostólico Vaticano, con algunos representantes del Episcopado chino (Hong Kong, Macao y Taiwán) y aquellos que, para la Santa Sede, siguen más de cerca la cuestión china.

En el encuentro se ha podido recalcar y agradecer «el luminoso testimonio, ofrecido por obispos, sacerdotes y fieles» que «han mantenido la propia fidelidad a la Sede de Pedro, a veces incluso a costa de graves sufrimientos».

Igualmente se ha constatado «que actualmente la casi totalidad de los obispos y sacerdotes está en comunión con el Sumo Pontífice», expresa el comunicado de la Santa Sede.

Y con sorpresa se ha comprobado además «el crecimiento numérico de la comunidad eclesial» en China.

Fruto de esta reunión –de cuyos trabajos se ha informado puntualmente al Papa- es «la voluntad de proseguir el camino de un diálogo respetuoso y constructivo con las Autoridades gubernamentales, para superar las incomprensiones del pasado».

Igualmente se expresa el deseo de una «normalización de las relaciones en los diversos niveles, a fin de consentir la pacífica y fructífera vida de la fe en la Iglesia y de trabajar juntos por el bien del Pueblo chino y por la paz en el mundo», concluye el comunicado.

El Santo Padre saludó a los convocados al término de la reunión, si bien no ha participado directamente en ella.

Las relaciones diplomáticas de la Santa Sede y el gobierno chino quedaron rotas cuando en 1951, dos años después de la llegada al poder de Mao Zedong, fue expulsado el nuncio apostólico, el arzobispo Antonio Riberi.

El Gobierno chino permite la práctica religiosa en su país sólo con personal reconocido y en lugares registrados ante la Oficina de Asuntos Religiosos y bajo el control de la «Asociación Patriótica» (AP) –cuyo estatuto recoge la creación de una Iglesia nacional desgajada de la Santa Sede-.

De ahí que en el país afirmen una diferencia entre una Iglesia «oficial» o «patriótica» y los fieles que tratan de salirse del citado control para ponerse en obediencia directa del Papa, formando la Iglesia «no oficial» o «clandestina».

Entre los últimos problemas candentes está la situación creada por las tres ordenaciones episcopales ilegítimas (sin consentimiento del Papa) celebradas, de la mano de la AP, en suelo chino en 2006 -en Kunming (30 de abril), Anhui (2 de mayo) y Xuzhou (30 de noviembre)-.

Concluida la reunión en el Vaticano, el experto en contexto chino, el padre Bernardo Cervellera –director de «AsiaNews.it», del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME)- citó el sábado en la agencia palabras de católicos chinos («oficiales» y «clandestinos»): fuente de persecuciones, «la AP es el único y verdadero obstáculo para el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Roma y Pekín».

Datos del «Holy Spirit Study Centre» de Hong Kong –de los que se hace eco la agencia del PIME- muestran que en China actualmente hay más de 12 millones de católicos. En 1949, antes de la llegada de Mao Zedong, había 3 millones.

Fuentes de «AsiaNews.it» apuntan que cada año, en el país asiático, hay 150 mil nuevos bautismos, en su mayoría de adultos; muchos proceden del mundo de la cultura y de las ciudades, de entornos universitarios y empresariales.

El órgano informativo del PIME recuerda además que al menos 17 obispos «no oficiales» permanecen desaparecidos, en prisión o aislamiento; 20 están arrestados. El último suceso de este tipo tuvo lugar en la provincia de Hebei: 9 sacerdotes fueron detenidos; cinco aún están en la cárcel (Zenit, 15 enero 2007).
ZS07012102

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Necesidad urgente de una nueva Evangelización en América Latina, advierte el Papa
Al recibir a los participantes de la Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- «Es preciso proclamar íntegro el Mensaje de la Salvación, que llegue a impregnar las raíces de la cultura y se encarne en el momento histórico latinoamericano actual, para responder mejor a sus necesidades y legítimas aspiraciones», advierte Benedicto XVI.

Escucharon estas palabras los participantes –unos cuarenta, entre consejeros y miembros, junto a su presidente- de la recién celebrada asamblea Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina, a quienes recibió el Papa el sábado.

«Pensando en los desafíos que se plantean a la Evangelización» -apuntó el Santo Padre-, se escogió como tema de reflexión de este encuentro «La familia y la educación cristiana en América Latina».

Un enlace inmediato trazó el Papa con la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe –en la que también tendrán voz y voto obispos de los Estados Unidos, Canadá, España y Portugal-, que ha convocado e inaugurará personalmente en la ciudad Brasileña de Aparecida el 13 de mayo.

Y es que esta Conferencia «está llamada a dar un renovado impulso a la Evangelización en esa vasta región del mundo eminentemente católica», subrayó Benedicto XVI.

«Es preciso proclamar íntegro el Mensaje de la Salvación -exhortó-, que llegue a impregnar las raíces de la cultura y se encarne en el momento histórico latinoamericano actual, para responder mejor a sus necesidades y legítimas aspiraciones».

Los desafíos actuales de América Latina «son enormes», como enumeró el Papa: cambio cultural generado por los medios de comunicación, flujos migratorios y sus repercusiones familiares y religiosas, interrogantes sobre cómo deben asumir los pueblos sus memoria histórica y su futuro democrático, secularización, globalización, pobreza, violencia y narcotráfico, entre otros.

«Ante todo ello, se ve la necesidad urgente de una nueva Evangelización, que nos impulse a profundizar en los valores de nuestra fe, para que sean savia y configuren la identidad de esos amados pueblos que un día recibieron la luz del Evangelio», exhortó el Santo Padre.

De ahí la oportunidad -reconoce- del lema de la V Conferencia: «Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida».

Esa próxima gran cita «ha de fomentar que todo cristiano se convierta en un verdadero discípulo de Jesucristo» -apuntó-, enviado por Él como apóstol de una nueva evangelización.

No dudó en alertar de la «vital labor» de obispos, sacerdotes y agentes de pastoral «cuando en la vida de las comunidades se produce un sentimiento como de orfandad respecto a Dios Padre».

Pues «cuando la fe no se alimenta de la oración y meditación de la Palabra divina; cuando la vida sacramental languidece, entonces prosperan las sectas y los nuevos grupos pseudoreligiosos, provocando el alejamiento de la Iglesia por parte de muchos católicos», recalcó.

Mientras que «sólo viviendo intensamente su amor a Jesucristo y entregándose generosamente al servicio de la caridad, sus discípulos serán testigos elocuentes y creíbles del inmenso amor de Dios por cada ser humano», indicó.

Por eso, «para el futuro de la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe es importante que los cristianos profundicen y asuman el estilo de vida propio de los discípulos de Jesús –alertó Benedicto XVI-: sencillo y alegre, con una fe sólida arraigada en lo más íntimo de su corazón y alimentada por la oración y los sacramentos».

La clave de la familia

Es «en la familia, en la comunidad parroquial y diocesana» donde el verdadero discípulo crece y madura –recordó el Papa- y se convierte en misionero «cuando anuncia la persona de Cristo y su Evangelio en todos los ambientes».

En efecto, «en el hogar se custodia el patrimonio de la fe -confirmó-; en él los hijos reciben el don de la vida, se sienten amados tal como son y aprenden los valores que les ayudarán a vivir como hijos de Dios».

Igualmente, «la familia, acogiendo el don de la vida, se convierte en el ambiente propicio para responder al don de la vocación, especialmente ahora en que se siente tanto la necesidad de que el Señor envíe trabajadores a su mies», reconoció Benedicto XVI ante la Pontificia Comisión para América Latina.

Ésta tiene por objetivo «aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina», según estableció Juan Pablo II en la constitución apostólica «Pastor Bonus».

La Comisión depende de la Congregación vaticana para los Obispos, motivo por el cual su presidente es el prefecto de ese organismo vaticano, en estos momentos el cardenal Giovanni Battista Re.
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Análisis



La responsabilidad civil de los católicos
El Papa insiste en la dimensión pública de la fe

ROMA, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- Los cristianos tienen derecho a que se escuche su voz en temas políticos y civiles. Este ha sido uno de los puntos del discurso de Benedicto XVI a la Curia Romana el 22 de diciembre. Tras comentar por qué la Iglesia se opone a la legalización del matrimonio para las parejas del mismo sexo, el Papa defendía el derecho de los fieles, y de la Iglesia misma, a hablar sobre este tema.

«Si nos dicen que la Iglesia no debería entrometerse en estos asuntos, entonces podemos limitarnos a responder: ¿Es que el hombre no nos interesa?», indicaba el Santo Padre. Es nuestro deber, explicaba, defender a la persona humana.

Esto es necesario en la sociedad contemporánea, explicaba el Pontífice más adelante. «El espíritu moderno ha perdido la orientación», observaba, y esto significa que muchas personas no están seguras de qué normas transmitir a sus hijos. De hecho, en muchos casos no sabemos ya cómo usar nuestra libertad correctamente, o qué es moralmente recto o erróneo.

«El gran problema de Occidente es el olvido de Dios», comentaba el Papa; un olvido que se difunde.

Sólo tres días después, el Papa volvía sobre el tema en su mensaje antes de la Bendición «urbi et orbi» el día de Navidad. «A pesar de tantas formas de progreso, el ser humano es el mismo de siempre: una libertad tensa entre bien y mal, entre vida y muerte».

En la edad moderna nuestra necesidad de fe es mayor que nunca, dada la complejidad de los temas a tratar. El mensaje que ofrece la Iglesia no disminuye nuestra humanidad apunta el Papa. «En verdad, Cristo viene a destruir solamente el mal, sólo el pecado; lo demás, todo lo demás, lo eleva y perfecciona».

La fe en la vida pública

No obstante, existe oposición a que la religión juegue un papel en los debates públicos, afirmaba Benedicto XVI. En su discurso del 9 de diciembre a la Unión de Juristas Católicos Italianos, el Papa examinaba el concepto de «laicidad».

El término, explicaba, describía originalmente el estatus del cristiano lacio que no pertenece al clero. En los tiempos modernos, sin embargo, «ha asumido el de exclusión de la religión y de sus símbolos de la vida pública mediante su confinamiento al ámbito privado y a la conciencia individual».

Esta comprensión de la laicidad concibe la separación Iglesia-Estado como que la primera no tiene derecho a intervenir en manera alguna en temas que tengan que ver con la vida y la conducta de los ciudadanos, explicaba el Papa. Además, también exige que se excluya todo símbolo religioso de los lugares públicos.

Frente a este desafío Benedicto XVI declaró a los asistentes que es tarea de los cristianos formular un concepto alternativo de laicidad que, «por una parte, reconozca a Dios y a su ley moral, a Cristo y a su Iglesia, el lugar que les corresponde en la vida humana, individual y social, y que, por otra, afirme y respete ‘la legítima autonomía de las realidades terrenas’», como lo definió el Concilio Vaticano II en la constitución «Gaudium et Spes» (No. 36).

Como deja claro el documento del Vaticano II, una «sana laicidad» significa autonomía del control de la Iglesia de las esferas política y social. Así, la Iglesia es libre de expresar su punto de vista y las personas deben decidir la mejor forma de organizar la vida política.

Pero no es autonomía del orden moral. Sería un error aceptar que la religión debiera confinarse de forma estricta a la esfera privada de la vida, sostenía el Papa. La exclusión de la religión de la vida pública no es expresión de laicidad, «sino su degeneración en laicismo», afirmaba.

Además, cuando la Iglesia comenta temas legislativos esto no se debe considerar como una intromisión indebida, «sino de la afirmación y de la defensa de los grandes valores que dan sentido a la vida de la persona y salvaguardan su dignidad». Es deber de la Iglesia, afirmaba el Pontífice, «proclamar con firmeza la verdad sobre el hombre y sobre su destino».

Concluyendo su discurso el Papa recomendaba que, frente a quienes quieren «excluir a Dios de todos los ámbitos de la vida, presentándolo como antagonista del hombre», los cristianos deben mostrar que «Dios, en cambio, es amor y quiere el bien y la felicidad de todos los hombres».

La ley moral dada por Dios no tiene como finalidad oprimirnos, explicaba, «sino librarnos del mal y hacernos felices».

Servir a la humanidad

Los discursos papales de diciembre sobre el papel de la fe en la vida pública reflejan una de sus preocupaciones constantes durante el año pasado. Otro importante comentario de Benedicto XVI sobre este asunto es el discurso del 19 de octubre a los participantes en la Asamblea Eclesial Nacional italiana en Verona.

El Papa observaba cómo la asamblea organizada por la Iglesia italiana había considerado la cuestión de la responsabilidad civil y política de los católicos. «Cristo vino para salvar al hombre real y concreto, que vive en la historia y en la comunidad; por eso, el cristianismo y la Iglesia, desde el inicio, han tenido una dimensión y un alcance públicos», afirmaba.

La Iglesia, añadía el Santo Padre, no está interesada en convertirse en un «agente político» y es papel de los fieles laicos, como ciudadanos, trabajar directamente en la esfera política. Pero, añadía, la Iglesia ofrece su aportación por medio de la doctrina social. Además, reforzar las energías morales y espirituales significa que habrá una mayor probabilidad de que la justicia se ponga por delante de la satisfacción de los intereses personales.

Cuando el presidente italiano, Giorgio Napolitano, hizo su primera visita oficial a Benedicto XVI el 20 de noviembre, una vez más apareció el tema de la Iglesia y el Estado. Ambas instituciones, aunque distintas, tienen la función común de servir a la persona humana, comentaba el Pontífice.

El bien de los ciudadanos no se puede limitar a unos pocos indicadores materiales, como la riqueza, la educación y la sanidad. La dimensión religiosa también es parte vital del bienestar, empezando por la libertad religiosa.

Pero la libertad religiosa, sostenía el Papa, no se limita al derecho a celebrar unos servicios o que las creencias personales no sean atacadas. La libertad religiosa también incluye el derecho de las familias, los grupos religiosos y la Iglesia a ejercer sus responsabilidades.

Esta libertad no compromete al Estado o los intereses de otros grupos, porque se realiza en espíritu de servicio a la sociedad, explicaba Benedicto XVI. Así cuando la Iglesia y los fieles afrontan temas como la salvaguarda de la vida humana o la defensa de la familia y el matrimonio, no lo hace sólo por unas creencias religiosas específicas, sino «en el contexto y según las reglas de la convivencia democrática, por el bien de toda la sociedad y en nombre de valores que toda persona de recto sentir puede compartir».

Estos esfuerzos de la Iglesia y los cristianos no son siempre aceptados de forma favorable, observaba el Pontífice en su discurso del 8 de septiembre a los obispos de la provincia canadiense de Ontario, con ocasión de su visita «ad limina» a Roma.

Además, observaba que algunos líderes cristianos de la vida civil «sacrifican la unidad de la fe y sancionan la desintegración de la razón y los principios de la ética natural, rindiéndose a efímeras tendencias sociales y a falsas exigencias de los sondeos de opinión».

Pero el Papa recordaba a los obispos: «La democracia sólo tiene éxito si se basa en la verdad y en una correcta comprensión de la persona humana». Por esta razón los católicos implicados en la vida política deberían ser testigos del «esplendor de la verdad» y no separar moralidad de esfera pública.

Benedicto XVI animaba a los obispos a demostrar que «nuestra fe cristiana, lejos de ser un obstáculo para el diálogo, es un puente, precisamente porque une razón y cultura». Un llamamiento válido para los cristianos de todos los países en este comienzo de año.

Por el padre John Flynn
ZS07012124

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Mundo



El «apóstol de Sri Lanka», modelo propuesto a los fieles en la crítica situación del país
Por invitación del presidente del episcopado católico

COLOMBO, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- El presidente de la Conferencia Episcopal de Sri Lanka ha invitado a todos los católicos, laicos y religiosos, a tener como modelo «en este período tan crítico» para el país al beato Joseph Vaz.

Este «apóstol de Sri Lanka» fue capaz de llevar adelante su misión hacia toda la población, sin distinciones, y aún en medio de persecuciones.

La festividad del beato misionero, el pasado 16 de enero, fue ocasión para que monseñor Joseph Vianney Fernando –obispo de Kandy- pidiera a la comunidad orar por «el esperado milagro de la canonización» del beato y no olvidar al que «hizo posible el renacimiento» de la Iglesia local «de sus propias cenizas», recoge la agencia de Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras «AsiaNews.it».

«Este año celebramos la fiesta del beato Vaz en un momento de grave crisis nacional, especialmente en lo relativo al proceso de paz», escribió el prelado.

«Vaz es el modelo para todos nosotros, no sólo por su incomparable celo misionero, sino también en el modo en que sirvió a todas las comunidades, sin distinciones», exhortó.

Originario del Estado indio de Goa, donde nació en 1651 cuando la zona era de dominio portugués, Joseph Vaz fue ordenado sacerdote en 1676 en la Congregación de San Felipe Neri.

Se trasladó como misionero a Sri Lanka –antiguo Ceilán-, de donde los holandeses de la Compañía [comercial] de las Indias habían expulsado a los misioneros y amenazado de muerte a cualquier sacerdote que fuera sorprendido en la isla, apunta la agencia del PIME.

Clandestinamente, el beato misionero llevó su ayuda a los católicos del lugar y llegó hasta la capital, Colombo.

Tradujo el Evangelio en tamil y cingalés.

Falleció en Kandy el 16 de enero de 1711.

Juan Pablo II le inscribió en el catálogo de beatos de la Iglesia universal el 21 de enero de 1995 en Colombo.

Si bien en Sri Lanka no existen muchas iglesias dedicadas al Joseph Vaz, todas celebran, aunque sea en días distintos, al beato. En torno al 16 de enero, y hasta el próximo 21, muchas acogen celebraciones por el «apóstol» de su país.

El presidente del episcopado de Sri Lanka ha pedido al clero que haga mención del beato Joseph Vaz en la oración eucarística.

Actualmente el noreste del país padece una reanudación del conflicto civil; el balance de víctimas mortales se eleva ya a varios miles.

En especial en Jaffna la población afronta una gravísima crisis humanitaria, atrapada y aislada en el fuego cruzado del ejército y de la guerrilla separatista de los LTTE (Tigres para la Liberación de la Patria Tamil).

El combate de los LTTE por la independencia en el norte y este del país estalló en 1983. El resultado: la pérdida de 65 mil vidas, un millón de desplazados y un extenso daño a hogares e infraestructuras públicas, además del recelo entre diferentes etnias y comunidades religiosas.

El enfrentamiento entre cingaleses -la mayoría de religión budista- y la minoría tamil -hinduistas-, que sumió a la pequeña isla del subcontinente indio en dos décadas de guerra civil, prosiguió hasta la firma del alto el fuego en febrero de 2002, pero las violaciones de este acuerdo se suceden.

Preludio de este sangriento choque fue el constante y fuerte movimiento nacionalista de raíz budista que generó en la minoría tamil la percepción de ser discriminada de la vida política, social, civil y cultural del país, de entre cuya población, de casi 20 millones de habitantes, el 70% es budista, el 15% hinduista, el 8% cristiano y el 7% musulmán.
ZS07012107

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Entre el encarnizamiento terapéutico y el espectro de la eutanasia a la holandesa
Dos médicos reflexionan a la luz de la muerte de Piergiorgio Welby

ROMA, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- La sedación no puede ser utilizada para anticipar la muerte y la legalización de la eutanasia podría generar abusos por parte de los médicos, han declarado a Zenit dos médicos de Pisa, Italia.

El 20 de diciembre de 2006, Piergiorgio Welby, copresidente de la Asociación “Luca Coscioni”, enfermo durante mucho tiempo de distrofia muscular, murió a los 61 años, después de que le fuera retirado el respirador y se le suministrara un sedante para impedir que sufriera, según su voluntad. En una rueda de prensa, celebrada al día siguiente de esta muerte, el anestesista, doctor Mario Riccio, confirmó que le había ayudado a morir.

Se trata de un acto sin precedentes en Italia que ha suscitado un intenso debate acerca de la oportunidad o no de promover una ley que autorice la eutanasia.

Para profundizar en un tema tan complejo y delicado, Zenit ha entrevistado a la doctora Angela Gioia, especialista en Anestesia y Reanimación de la Unidad Operativa de Terapia Antálgica de la Empresa Hospitalaria-Universitaria Pisana (AOUP) y al doctor Renzo Puccetti, especialista en Medicina Interna y secretario de la Comisión “Ciencia y Vida” de Pisa-Livorno.

A la pregunta de si lo sucedido al señor Welby se puede considerar como renuncia al encarnizamiento terapéutico, la doctora Angela Gioia responde: “Podríamos aquí hacer algunas consideraciones recordando lo dicho por Ratzinger: ‘De ella (de la eutanasia, ndr) hay que distinguir la decisión de renunciar al llamado “encarnizamiento terapéutico”, o sea a ciertas intervenciones médicas ya no adecuadas a la situación real del enfermo, porque son desproporcionadas respecto a los resultados que se podrían esperar’”.

La doctora explica que “los valores de oxígeno en sangre, necesarios para la vida, en un paciente que no logra utilizar el músculo del diafragma, gracias al cual se realizan los actos respiratorios, se mantienen adecuadamente con el uso de un ventilador o una máquina que permita al pulmón expandirse y absorber así oxígeno”.

“Si el médico usa tal metodología y ésta asegura los ‘intercambios respiratorios’, es decir una buena oxigenación de la sangre, se efectúa una terapia proporcional a los resultados esperados, porque la ventilación mecánica sustituye a un aparato que ya no funciona, el muscular, y da apoyo a un órgano sano y que funciona como es el pulmón”, añade.

“Todo esto en un paciente consciente; las consideraciones son totalmente contrapuestas en un paciente declarado en muerte cerebral por una comisión ‘ad hoc’ según la ley”, subraya.

“Por esto –precisa la especialista--, la terapia ventilatoria en un paciente con pulmón sano resulta ser una terapia adecuada a los resultados esperados porque está dirigida y se apoya en un órgano que funciona; en efecto todos nosotros aceptamos la diálisis de un paciente con insuficiencia renal como terapia sustitutiva de aquel órgano enfermo (el riñón) y de apoyo a otros importantes órganos, por ejemplo el hígado, que si no resultarían dañados”.

Respecto a la sedación que precedió a la retirada del ventilador, la doctora Gioia afirma que “no debemos omitir recordar la importancia de la sedación, acto terapéutico a veces necesario, que el médico puede proponer para disminuir el sufrimiento del paciente y de los familiares como respuesta adecuada a la específica petición del mismo paciente, pero nunca con la específica intención de anticipar la muerte”.

Al trazar un análisis de los datos relativos a la práctica de la eutanasia en Holanda, el doctor Puccetti revela que “en junio de 2003, la autorizada revista médica ‘The Lancet’ publicó un estudio de revisión de los datos del comportamiento de los médicos en relación a las prácticas de fin de vida” y que “en 2001, el año más reciente examinado por los investigadores, en Holanda el 2,6% de los certificados de muerte especificaba el término ‘eutanasia’, el 0,2% fueron ‘suicidios asistidos’, mientras que el 0,7% de los casos fue practicada la eutanasia ‘sin el explícito consentimiento del paciente’. En ese mismo año, las fuentes oficiales registraron 140.377 decesos en el país de los tulipanes”.

“Esto significa –subraya Puccetti- que 982 personas han sido ‘terminadas’ independientemente de su voluntad. Como refiere la también autorizada revista médica “British Medical Journal”, los datos no tienen en cuenta que en Holanda, donde incluso la eutanasia es legal, por admisión misma de la ministra de Sanidad, Clémence Ross, que ha pedido “profesionalidad” a los médicos por el supuesto descenso de las eutanasias declaradas a las autoridades, se calcula que las eutanasias clandestinas son el 49%.

Según el especialista en Medicina Interna “es por tanto razonable afirmar que en Holanda cerca de dos mil personas son anualmente eliminadas sin consentimiento. Los números desmienten claramente la pretensión de querer legislar también en nuestro país para evitar que se cometan abusos”.

“Si el comportamiento de los médicos holandeses fuera en igual medida seguido por los sanitarios italianos, se deberían esperar más de ocho mil personas suprimidas independientemente de su voluntad, mientras que 240.000 sería el número total de las intervenciones que cometen una anticipación de la muerte”, observa.

Aludiendo a lo que revela un informe encargado por la Real Asociación Médica Holandesa de diciembre de 2004, el doctor Puccetti subraya que en este estudio se definían como “inútiles” los criterios para la eutanasia en vigor, al definir los límites de la práctica médica en algunos casos complejos. Según los médicos holandeses, es “una ilusión pensar evaluar el sufrimiento de un paciente en base a su enfermedad”.

Según el secretario de la Comisión “Ciencia y Vida” de Pisa-Livorno, “una vez abierta la vía al principio de que por ley el médico debe realizar sólo las voluntades del paciente, para quien, al borde del precipicio querrá lanzarse, el empujón del médico deberá ser un derecho legalmente reconocido”.

Puccetti considera que “las decisiones de fin de vida están entre las más delicadas: querer intervenir a través del instrumento legislativo es como pretender la integridad de los vidrios por parte de un elefante en una cristalería. Nosotros médicos somos hombres y como tales cometemos errores. Si tenemos que tener una ley en esta materia es más prudente y sabio que ésta sancione sobre todo el principio de la tutela de la vida, sin sacrificarlo al de la calidad”.

El doctor Puccetti concluye que “como ha sido pragmáticamente reconocido por uno de los socios de la ‘British Medical Association’, es mejor equivocarse haciendo vivir a una persona un poco más que un poco menos; pensar en la cronología perfecta por ley de la muerte de las personas es jugar a hacer de Dios, pero esto es una locura”.
ZS07012123

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El tema de la inmigración, prueba clave, dice un obispo estadounidense
Monseñor Gómez habló sobre política y migración en la Misa Roja Anual

FÉNIX (ARIZONA), domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- El debate de la inmigración en los Estados Unidos es una prueba del carácter nacional y una oportunidad de permanecer fieles a la historia y a los ideales del país, considera el arzobispo de San Antonio.

"Jesucristo es el modelo de cómo deberíamos liderar y gobernar. Los verdaderos líderes tienen que estar abiertos a los dones del Espíritu Santo", expresó el arzobispo José Gómez -de la citada circunscripción eclesiástica estadounidense- este martes cuando visitó Fénix con ocasión de la Misa Roja anual de esta diócesis.

La Misa Roja tradicionalmente cuenta con la participación de jueces, abogados y funcionarios gubernamentales. Toma su nombre de las vestiduras rojas que lleva el celebrante y los participantes. En la liturgia católica, los ornamentos rojos simbolizan al Espíritu Santo. Además, los jueces y doctores en Derecho llevan vestimentas rojas.

El arzobispo habló a los líderes sobre los desafíos de ser fieles a sus creencias en la esfera pública.

"Somos católicos y estadounidenses -dijo-. Nunca deberíamos ser obligados a elegir entre estas dos identidades. Debemos vivir cada día en esta cultura como hombres y mujeres de fe".

El arzobispo Gómez, de 55 años, recordó la herencia católica de los estados sudoccidentales, especialmente en la perspectiva de los actuales debates sobre la ley de inmigración.

"Compartiendo una frontera con nuestros hermanos y hermanas de México, vosotros os encontráis, como nosotros en Texas, ante una gran prueba de nuestro carácter nacional -dijo-, un debate que determinará si permanecemos fieles a la historia y los ideales de nuestro país".

"Cualquier cosa que hagamos por los pobres y afligidos -o contra ellos- lo hacemos por o contra Cristo -dijo el arzobispo, citando el evangelio de Mateo-. Por esto defendemos la dignidad de la persona humana. Por esto, incluso en una economía complicada y globalizada, trabajamos por leyes que promuevan la paz, la justicia, y la reconciliación cultural y social, y el amor a nuestro prójimo".

El arzobispo abordó el tema de la inmigración apuntando: "El Evangelio hoy nos da alguna perspectiva sobre este debate. El Señor en su parábola nos recuerda que todos nosotros éramos extranjeros en una tierra que no es nuestra, sino que pertenece a Dios".

El prelado se centró en la historia de Arizona, mencionando que el área geográfica fue evangelizada por misioneros que hablaban español: "Mucho antes de que los Estados Unidos de América fuera incluso una idea, esta tierra era católica. La Santa Misa se celebraba aquí, en aquel tiempo en latín".

"Cada estadounidense hoy -siguió-, de alguna forma encuentra sus raíces en las grandes misiones hispano-católicas de los siglos XVI y XVII. Esto lo sentimos profundamente aquí, en el sudoeste. En otras partes de nuestro país, los estadounidenses orgullosamente remontan sus raíces más profundamente a las primeras misiones católicas de inmigrantes de otras
tierras extranjeras, Francia, Polonia, Alemania, Irlanda e Italia.

"Pero todos nosotros somos estadounidenses, y la mayoría de nosotros hijos de inmigrantes. Y todos nosotros somos herederos del legado del Evangelio creído y orado aquí por los primeros colonizadores de nuestro país", añadió.

El arzobispo Gómez animó a los líderes públicos a resistir las presiones de privatizar la religión: "La razón por la que nosotros siempre estamos luchando sobre los temas Iglesia-Estado y libertad religiosa, en nuestros tribunales y legislaturas, es que aquí hay fuertes presiones para suprimir y privatizar la religión”.

"Aquellos que nos dicen que la fe es algo que deberíamos guardar para nosotros mismos, que no debería tener influencia en cómo votamos y actuamos, no están promoviendo la tolerancia o la neutralidad gubernamental hacia la religión -alertó-. Están promoviendo la hostilidad hacia la religión".

"El ateísmo práctico está peligrosamente cerca de convertirse en nuestra religión de Estado de facto -subrayó el prelado-. Lo que quiero decir es que, cada vez más, en orden a vivir en nuestra sociedad, a participar en su vida económica y política, a la gente se le pide que se
conduzca como si Dios no existiera".

Pero "cuando se olvida a Dios, la persona humana y el bien común se olvidan también", concluyó.
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Apertura del Año Jubilar Calasancio
450 años del nacimiento de San José de Calasanz

PERALTA DE LA SAL, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- El nuncio apostólico en España, monseñor Manuel Monteiro de Castro, abrió el pasado domingo el Año Jubilar Calasancio en Peralta de la Sal (Huesca, España) con ocasión de los 450 años del nacimiento, en esta población, de San José de Calasanz, fundador de la Orden de las Escuelas Pías.

Concelebraron el obispo de Barbastro-Monzón, Alfonso Milián Sorribas -en cuya diócesis se encuentra Peralta de la Sal-, el arzobispo de Zaragoza, monseñor Manuel Ureña, el arzobispo emérito de Zaragoza, monseñor Elías Yanes, y los obispos José Manuel Lorca Planes -de Teruel-, Demetrio González -de Tarazona-, Juan José Omella -de Logroño- y Damián Iguacén, emérito de Tenerife.

Junto a ellos, todos los superiores mayores de España, religiosos escolapios y sacerdotes de las diócesis aragonesas.

El acto de apertura del Año Jubilar, que se prolongará hasta el 16 de diciembre, tuvo comienzo en la capilla de la casa Santuario, donde la tradición señala que nació San José de Calasanz (1557-1648), con un breve recuerdo a la figura del santo y una oración.

Posteriormente, los concelebrantes se trasladaron en procesión hasta la iglesia parroquial donde les aguardaban unas trescientas personas, muchas de ellas presentes como antiguos alumnos de las Escuelas Pías, centros de formación fundados bajo el espíritu de Calasanz.

"El 450 Aniversario del nacimiento de Calasanz, nos brinda la feliz oportunidad de abrirnos a toda la comunidad para compartir nuestra obra y nuestra misión. El cumpleaños paterno lo celebraremos de muy diversas maneras, y con múltiples actividades, a lo largo y ancho del mundo", expresaron los organizadores.

Se prevé que el pueblo de Peralta de la Sal se convierta en un punto de peregrinación para millares de fieles a lo largo del año a fin de ganar el jubileo.
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Entrevistas



«Los cristianos tenemos un deber hacia Tierra Santa»
Entrevista con el obispo Vives i Sicilia después de peregrinar a los Santos Lugares

SEO DE URGELL, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- A su regreso de la peregrinación con otros obispos del mundo (Zenit, 12 enero 2007), el delegado de la Conferencia Episcopal Española para Tierra Santa, monseñor Joan Enric Vives i Sicilia, pide a los cristianos que visiten los Santos Lugares “sin miedo”.

El pasado jueves, al finalizar el encuentro de obispos de distintas conferencias episcopales de Norteamérica y Europa con la Asamblea de Ordinarios de Tierra Santa, se emitió un comunicado en el que los prelados proponen romper el círculo de desesperación en la zona (Zenit, 18 enero 2007).

Obispo de Urgell y copríncipe de Andorra, monseñor Vives reconoce, en esta entrevista concedida a Zenit, que en Tierra Santa “la comunidad cristiana es una pequeña minoría, pero es semilla de gozo y esperanza, y debe contar con el apoyo de toda la cristiandad”.

--A su regreso de Tierra Santa, los obispos participantes en la peregrinación piden que los peregrinos continúen visitando el país. ¿Es más necesario que nunca?

--Monseñor Vives: Después de los combates del sur del Líbano del pasado verano, conviene que los peregrinos vuelvan a visitar los Santos Lugares, sin miedo y siempre con el interés por fortalecer la fe en el Hijo de Dios hecho hombre por nosotros y el conocimiento de su país y de sus huellas.

Sobre todo a través de las agencias cristianas, que están muy bien preparadas, podrán comprobar la acogida cálida y esperanzada de las comunidades cristianas de Tierra Santa. Se trata de visitar los Santos lugares de nuestras Escrituras y las piedras vivas de las actuales comunidades que nos transmiten su fe.

--Además de la oración, ¿qué pueden hacer los cristianos de otras partes del mundo por Tierra Santa?

--Monseñor Vives: Ciertamente debemos creer y confiar más en el poder de la oración por la paz, el perdón y el reconocimiento mutuo de los hermanos enfrentados.

También debemos ser valientes y peregrinar hacia aquellos lugares, interesándonos por la situación concreta de las comunidades que allí testimonian la fe con tanta fortaleza de ánimo.

Y podemos y debemos compartir sus necesidades con auténtica solidaridad por nuestra parte. Si hay que ayudar a todos los que necesitan apoyo y reconstrucción, más aún a los que viven en aquellos lugares sagrados para nosotros.

Y ya que reconocemos los derechos de aquellos dos pueblos, Israel y Palestina, a vivir en paz, justicia y libertad, ser una voz de moderación y de paz ante las autoridades locales y también ante las autoridades de nuestros propios países.

Debemos sostener como hermanos a los que allí son una minoría, pero muy significativa.

--¿Qué cambios ha percibido en esta nueva peregrinación?

--Monseñor Vives: En el lado israelí hay mucho miedo e inoperancia, y en el lado palestino desesperación y una gran frustración después de las últimas elecciones democráticas.

La guerra del Líbano, la situación de Irak y la tensión con Irán planean sobre el proceso de paz, que se vislumbra con grandes dificultades.

La situación no ha mejorado en este último año, sino que continúa siendo muy difícil, y se ve gravísima en la Franja de Gaza, en Belén y en Galilea.

Hemos podido visitar aquellas poblaciones aisladas, que no ven salida a su penosa situación.

La comunidad cristiana es una pequeña minoría, pero es semilla de gozo y esperanza, y debe contar con el apoyo de toda la cristiandad.

He regresado muy impresionado por la labor pastoral que en Gaza se realiza de cara a los niños y jóvenes cristianos y musulmanes, que conviven en armonía, así como por la buena relación existente con las autoridades civiles y religiosas de Gaza.

--¿Cuál es la reacción de los gobernantes israelíes y palestinos cuando ven el interés de la Iglesia Católica por esa tierra?

--Monseñor Vives: Supongo que comprenden que estemos ansiosos por la mejora de la vida diaria de los hermanos cristianos, y creo que valoran nuestra comunión con los obispos ordinarios de Tierra Santa, que preside Su Beatitud Michel Sabbah.

Saben que los cristianos tenemos un deber hacia Tierra Santa, a la cual por el bautismo pertenecemos de alguna manera todos, y que las comunidades cristianas de nuestros países occidentales desean ardientemente que se construyan puentes de paz y que se vean reafirmados en concreto los derechos de todos a vivir en una paz justa.

--¿Regresa usted más esperanzado o más preocupado que en otras ocasiones?

--Monseñor Vives: Me preocupa la debilidad de los actuales líderes de ambas partes, pero como nos decía el presidente Abbas, no podemos dejar de ser optimistas ahora que parece que los Estados Unidos desean implicarse de nuevo en el proceso de paz, y ojalá se puedan conseguir algunas mejoras concretas. Los cristianos no podemos perder nunca la esperanza.
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«Angelus»



Benedicto XVI: El ecumenismo «espiritual», una tarea que todos pueden realizar
Alocución con motivo del Ángelus

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- Publicamos la intervención que pronunció Benedicto XVI este domingo, antes de rezar el Ángelus junto a miles de peregrinos congregados en la plaza de San Pedro del Vaticano.

 

* * *



¡Queridos hermanos y hermanas!

Este domingo se sitúa durante la «Semana de oración por la Unidad de los Cristianos» que, como es sabido, se celebra cada año, en nuestro hemisferio, entre el 18 y el 25 de enero. Para 2007 el tema es una expresión extraída del Evangelio de Marcos, y refiere la maravilla de la gente por la curación del sordomudo obrada por Jesús: «¡Hace oír a los sordos y hablar a los mudos!» (Mc 7,37).

Tengo intención de comentar con mayor amplitud este tema bíblico el próximo 25 de enero, fiesta litúrgica de la Conversión de San Pablo, cuando, con ocasión de la conclusión de la «Semana de oración», presida a las 17.30 horas la celebración de Vísperas en la Basílica de San Pablo Extramuros. Os espero numerosos en tal encuentro litúrgico, ya que la unidad se hace sobre todo orando, y cuánto más coral es la oración, más agradable es al Señor.

Este año, el proyecto inicial para la «Semana», adaptado después por el Comité Mixto Internacional, ha sido preparado por los fieles de Umlazi, en Sudáfrica, ciudad muy pobre, donde el Sida ha adquirido proporciones de pandemia y donde las esperanzas humanas son muy pocas. Pero Cristo resucitado es esperanza para todos. Lo es especialmente para los cristianos. Herederos de divisiones ocurridas en épocas pasadas, en esta circunstancia ellos han querido lanzar un llamamiento: Cristo lo puede todo, Él «hace oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc 7,37), o sea, es capaz de infundir en los cristianos el deseo ardiente de escuchar al otro, de comunicarse con el otro y de hablar junto a él el lenguaje del amor recíproco.

La Semana de oración por la Unidad de los Cristianos nos recuerda así que el ecumenismo es una experiencia dialógica profunda, un escucharse y hablarse, un conocerse mejor; es una tarea que todos pueden realizar, especialmente en lo relativo al ecumenismo espiritual, basado en la oración y en compartir lo que es posible por ahora entre los cristianos. Deseo que el anhelo por la unidad, traducido en oración y fraterna colaboración para aliviar los sufrimientos del hombre, se difunda cada vez más a nivel de las parroquias y de los movimientos eclesiales y entre los Institutos religiosos. Aprovecho la ocasión para dar las gracias a la Comisión Ecuménica del Vicariato de Roma y a los párrocos de la ciudad, que alientan a los fieles a celebrar la «Semana». También, en un ámbito más general, estoy agradecido a cuantos, en toda parte del mundo, con convicción y constancia, oran y trabajan por la unidad. Que María, Madre de la Iglesia, ayude a todos los fieles a dejarse abrir íntimamente por Cristo a la comunicación recíproca en la caridad y en la verdad, para transformarse en Él en un solo corazón y una sola alma (Hch 4,32).

[Traducción del original italiano realizada por Zenit. Al final del Ángelus el Papa saludó a los peregrinos en seis idiomas. En español dijo:]

Saludo a los peregrinos de lengua española. Invocando la protección maternal de la Virgen María, a quien invocamos como Madre de la Iglesia, os exhorto a rezar especialmente en estos días por la unidad de todos los discípulos de Cristo. ¡Feliz domingo!

[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
ZS07012103

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Documentación



Reunión en el Vaticano sobre la situación de la Iglesia en China continental – Comunicado
De la Sala de Prensa de la Santa Sede

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el comunicado difundido el sábado por la Sala de Prensa de la Santa Sede acerca de la reunión -celebrada en el Vaticano los días 19 y 20 de este mes- sobre la situación de la Iglesia católica en China continental.

 

* * *



El Papa Benedicto XVI, en el deseo de profundizar en el conocimiento de la situación de la Iglesia católica en China continental, convocó una reunión al respecto, que tuvo lugar en el Palacio Apostólico Vaticano los días 19 y 20 de enero de 2007.

En los trabajos, presididos por Su Eminencia el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, tomaron parte algunos representantes del Episcopado chino (Hong Kong, Macao y Taiwán) y aquellos que, para la Santa Sede, siguen más de cerca la cuestión china. El amplio y articulado debate estuvo animado por franqueza y por fraterna cordialidad.

A la luz de la atribulada historia de la Iglesia en China y de los principales sucesos de los últimos años, se examinaron los problemas eclesiales más graves y urgentes, que esperan adecuadas soluciones en relación con los principios fundamentales de la constitución divina de la Iglesia y de la libertad religiosa. Se ha tomado nota, con profundo reconocimiento, del luminoso testimonio, ofrecido por obispos, sacerdotes y fieles, quienes, sin ceder a componendas, han mantenido la propia fidelidad a la Sede de Pedro, a veces incluso a costa de graves sufrimientos. Con particular alegría se ha constatado, igualmente, que actualmente la casi totalidad de los obispos y sacerdotes está en comunión con el Sumo Pontífice.

Sorprendente, además, ha sido el crecimiento numérico de la comunidad eclesial que, también en China, está llamada a ser testigo de Cristo, a mirar hacia delante con esperanza y a medirse, en el anuncio del Evangelio, con los nuevos desafíos que la sociedad está afrontando.

En las múltiples aportaciones de los participantes ha surgido la voluntad de proseguir el camino de un diálogo respetuoso y constructivo con las Autoridades gubernamentales, para superar las incomprensiones del pasado. Además se ha expresado el deseo de llegar a una normalización de las relaciones en los diversos niveles, a fin de consentir la pacífica y fructífera vida de la fe en la Iglesia y de trabajar juntos por el bien del Pueblo chino y por la paz en el mundo.

El Santo Padre, quien ha sido ampliamente informado de las propuestas maduradas en el curso de la reunión, ha decidido benévolamente dirigir una carta suya a los católicos en China.

[Traducción del original italiano realizada por Zenit]
ZS07012101

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Claves del Papa a América Latina: Nueva Evangelización y soporte vital de la familia
Discurso a los participantes de la Plenaria de la Pontificia Comisión para América Latina

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 21 enero 2007 (ZENIT.org).- Publicamos el discurso que, en la mañana del sábado, dirigió Benedicto XVI a los participantes en la reunión plenaria de la Pontificia Comisión para América latina, a quienes recibió en audiencia en el Palacio Apostólico Vaticano.

 

* * *



Señores Cardenales,
Queridos hermanos en el Episcopado:

Me da mucha alegría recibir y saludar con afecto a los Consejeros y Miembros de la Pontificia Comisión para América Latina con ocasión de su Reunión Plenaria. Agradezco a su Presidente, el Cardenal Giovanni Battista Re, sus amables palabras que expresan el sentir de todos vosotros y el deseo profundo de renovar vuestro compromiso de servir, cum Petro et sub Petro, a la Iglesia que peregrina en América Latina, siguiendo el ejemplo de Cristo, el Buen Pastor, que ama y se entrega por sus ovejas.

Pensando en los desafíos que al inicio de este tercer milenio se plantean a la Evangelización, se ha escogido como tema de reflexión este encuentro "La familia y la educación cristiana en América Latina", muy en consonancia con el inolvidable Encuentro Mundial de las Familias el pasado verano en Valencia, España. Fue un hermoso acontecimiento que pude compartir con familias católicas de todo el mundo, muchas de ellas latinoamericanas.

Vuestra presencia aquí me hace pensar en la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que he convocado en Aparecida, Brasil, y que tendré el gusto de inaugurar. Pido al Espíritu Santo, que asiste siempre a su Iglesia, que la gloria de Dios Padre misericordioso y la presencia pascual de su Hijo iluminen y guíen los trabajos de este importante evento eclesial a fin de que sea signo, testimonio y fuerza de comunión para toda la Iglesia en América Latina.

Esta Conferencia, en continuidad con las cuatro anteriores, está llamada a dar un renovado impulso a la Evangelización en esa vasta región del mundo eminentemente católica, en la que vive una gran parte de la comunidad de los creyentes. Es preciso proclamar íntegro el Mensaje de la Salvación, que llegue a impregnar las raíces de la cultura y se encarne en el momento histórico latinoamericano actual, para responder mejor a sus necesidades y legítimas aspiraciones.

Al mismo tiempo, se ha de reconocer y defender siempre la dignidad de cada ser humano como criterio fundamental de los proyectos sociales, culturales y económicos, que ayuden a construir la historia según el designio de Dios. En efecto, la historia latinoamericana ofrece multitud de testimonios de hombres y mujeres que han seguido fielmente a Cristo de un modo tan radical que, llenos de ese fuego divino que lo consume todo, han forjado la identidad cristiana de sus pueblos. Su vida es un ejemplo y una invitación a seguir sus pasos.

La Iglesia en América Latina afronta enormes desafíos: el cambio cultural generado por una comunicación social que marca los modos de pensar y las costumbres de millones de personas; los flujos migratorios, con tantas repercusiones en la vida familiar y en la práctica religiosa en los nuevos ambientes; la reaparición de interrogantes sobre cómo los pueblos han de asumir su memoria histórica y su futuro democrático; la globalización, el secularismo, la pobreza creciente y el deterioro ecológico, sobre todo en las grandes ciudades, así como la violencia y el narcotráfico.

Ante todo ello, se ve la necesidad urgente de una nueva Evangelización, que nos impulse a profundizar en los valores de nuestra fe, para que sean savia y configuren la identidad de esos amados pueblos que un día recibieron la luz del Evangelio. Por ello resulta oportuno el tema elegido como guía para las reflexiones de dicha Conferencia: Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. En efecto, la V Conferencia ha de fomentar que todo cristiano se convierta en un verdadero discípulo de Jesucristo, enviado por Él como apóstol, y como decía el Papa Juan Pablo II, "no de re-evangelización sino de una evangelización nueva. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión", a fin de que la Buena Noticia arraigue en la vida y en la conciencia de todos los hombres y mujeres de América Latina (Discurso en la apertura de la XIX Asamblea del Consejo del Episcopado Latinoamericano. Port-au-Prince, Haití, 9 marzo 1983).

Queridos Hermanos: los hombres y mujeres de América Latina tienen una gran sed de Dios. Cuando en la vida de las comunidades se produce un sentimiento como de orfandad respecto a Dios Padre, es vital la labor de los Obispos, sacerdotes y demás agentes de pastoral, que den testimonio, como Cristo, de que el Padre es siempre Amor providente que se ha revelado en su Hijo. Cuando la fe no se alimenta de la oración y meditación de la Palabra divina; cuando la vida sacramental languidece, entonces prosperan las sectas y los nuevos grupos pseudoreligiosos, provocando el alejamiento de la Iglesia por parte de muchos católicos. Al no recibir éstos respuestas a sus aspiraciones más hondas, que podrían encontrarse en la vida de fe compartida, se producen también situaciones de vacío espiritual. En la labor evangelizadora es fundamental recordar siempre que el Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo en Pentecostés, y que ese mismo Espíritu sigue impulsando la vida de la Iglesia. Por eso es importante el sentido de pertenencia eclesial, donde el cristiano crece y madura en la comunión con sus hermanos, hijos de un mismo Dios y Padre.

"Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí" (Jn 14,6). Como señalaba mi venerado predecesor Juan Pablo II en su Exhortación Apostólica Ecclesia in America, "Jesucristo es, pues, la respuesta definitiva a la pregunta sobre el sentido de la vida y a los interrogantes fundamentales que asedian también hoy a tantos hombres y mujeres del continente americano" (n. 10). Sólo viviendo intensamente su amor a Jesucristo y entregándose generosamente al servicio de la caridad, sus discípulos serán testigos elocuentes y creíbles del inmenso amor de Dios por cada ser humano. De esta manera, amando con el mismo amor de Dios, llegarán a ser agentes de la transformación del mundo, instaurando en él una nueva civilización, que el querido Papa Pablo VI llamaba justamente "la civilización del amor" (cf. Discurso en la clausura del Año Santo, 25 diciembre 1975).

Para el futuro de la Iglesia en Latinoamérica y el Caribe es importante que los cristianos profundicen y asuman el estilo de vida propio de los discípulos de Jesús: sencillo y alegre, con una fe sólida arraigada en lo más íntimo de su corazón y alimentada por la oración y los sacramentos. En efecto, la fe cristiana se nutre sobre todo de la celebración dominical de la Eucaristía, en la cual se realiza un encuentro comunitario, único y especial con Cristo, con su vida y su palabra.

El verdadero discípulo crece y madura en la familia, en la comunidad parroquial y diocesana; se convierte en misionero cuando anuncia la persona de Cristo y su Evangelio en todos los ambientes: la escuela, la economía, la cultura, la política y los medios de comunicación social. De modo especial, los frecuentes fenómenos de explotación e injusticia, de corrupción y violencia, son una llamada apremiante para que los cristianos vivan con coherencia su fe y se esfuercen por recibir una sólida formación doctrinal y espiritual, contribuyendo así a la construcción de una sociedad más justa, más humana y cristiana.

Es un deber importante alentar a los cristianos que, animados por su espíritu de fe y caridad, trabajan incansablemente para ofrecer nuevas oportunidades a quienes se encuentran en la pobreza o en las zonas periféricas más abandonadas, para que puedan ser protagonistas activos de su propio desarrollo, llevándoles un mensaje de fe, de esperanza y de solidaridad.
Para terminar, vuelvo al tema de vuestro encuentro de estos días sobre la familia cristiana, lugar privilegiado para vivir y transmitir la fe y las virtudes. En el hogar se custodia el patrimonio de la fe; en él los hijos reciben el don de la vida, se sienten amados tal como son y aprenden los valores que les ayudarán a vivir como hijos de Dios. De esta manera, la familia, acogiendo el don de la vida, se convierte en el ambiente propicio para responder al don de la vocación (cf. Alocución en el Ángelus, Valencia, 8 julio 2006), especialmente ahora en que se siente tanto la necesidad de que el Señor envíe trabajadores a su mies.

Pidamos a María, modelo de madre en la Sagrada Familia y Madre de la Iglesia, Estrella de la Evangelización, que guíe con su intercesión maternal a las comunidades eclesiales de Latinoamérica y el Caribe, y asista a los participantes en la V Conferencia para que encuentren los caminos más apropiados a fin de que aquellos pueblos tengan vida en Cristo y construyan, en el llamado "Continente de la esperanza", un futuro digno para todo hombre y mujer. Os aliento a todos en vuestros trabajos y os imparto de corazón mi Bendición Apostólica.

[© Copyright 2006 - Libreria Editrice Vaticana]
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