Uriarte pide esperanza ante la "demora" de la paz y la "zozobra de los amenazados"
PD/Efe/Europa PressMartes, 31 de julio 2007
El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, ha pedido hoy "esperanza" ante "la demora de la paz, la pesadilla del terrorismo, la zozobra de los amenazados y el abatimiento de una sociedad desengañada y desesperanzada en su anhelo de paz".
Uriarte, que presidió la Misa Mayor que se celebró en la parroquia de San Sebastián de Soreasu, en Azpeitia, afirmó que "sufrir entra en el lote de la condición humana y de la vida cristiana" y precisó que "es justo intentar evitarlo".
En la festividad de San Ignacio, afirmó que la sociedad está sometida "a múltiples formas de sufrimiento" como "la preocupación afligida de muchos padres por la deriva de sus hijos, la situación penosa e injusta de bastantes inmigrantes, la angustia de las mujeres maltratadas por los varones y la cruz de enfermedades prolongadas y graves".
No obstante, también afirmó que "nos hace sufrir, asimismo, la demora insoportable de una paz que no llega, la pesadilla del terrorismo, la zozobra de los amenazados o el abatimiento de una sociedad desengañada y desesperanzada en su anhelo de paz".
También consideró que provocan sufrimiento "la imagen poco edificante que inducen en el pueblo determinadas estrategias y tácticas de grupos políticos, la falta de escrúpulos ante derechos humanos intangibles y universales, el sufrimiento de muchos presos de toda condición, la despreocupación de una parte notable de la sociedad por todas estas 'bolsas de sufrimiento', la parcialidad de quienes son muy sensibles al sufrimiento de los suyos e indiferentes al sufrimiento de 'los otros'". "Si algo podemos y debemos aportar los cristianos en esta fase de pesimismo generalizado habrá de ser una sensibilidad, diferenciada pero real, hacia todas estas expresiones del sufrimiento humano, sin discriminar ninguna", afirmó.
"Sufrir con esperanza"
A su juicio, "habrá de plasmarse, asimismo, en un sufrir con esperanza". "Para un creyente no son las condiciones favorables las que motivan su esperanza, sino la confianza inquebrantable de un Dios Padre que nunca da la espalda a la historia humana, sino que interviene discretamente en ella a través de personas y acontecimientos", dijo.
En su opinión, "no es cristiano caer en la crispación, en el abatimiento, en la desesperanza, en la amargura, en la agresividad contra las personas, contra la vida, contra Dios. Es fácil decirlo, es difícil vivirlo". "Pero un sufrimiento digerido con sencillez, mansedumbre y con ánimo es un gran don de Dios que sirve para utilidad de muchos", añadió.