Juan Carlos Garzón, encargado de la seo granadina

Una vida en un campanario

RD
Viernes, 3 de agosto 2007

 

Cuenta Rocío González en el Ideal que si su familia hubiera vivido durante dos siglos en la torre de la Catedral, ¿seguirían esa tradición?¿Subirían todos los días una empinada escalera de caracol, de ochenta peldaños, para ir a casa?¿Les gustaría tener unas vistas a la gran nave central de la basílica y al casco histórico de Granada?

Juan Carlos nació en el campanario de esta gran iglesia, y ahí ha vivido toda su vida. 83 años. Y sigue viviendo, gracias a la ayuda de su familia y de los Servicios Sociales del Ayuntamiento. Él no tiene hijos, y está soltero, aunque de joven tuvo «tres novias a las que les encantaba este sitio».

Él también está «cómodo» en este peculiar hogar, y dice que no lo cambia por nada. Tiene su salón, decorado con numerosos cuadros religiosos, cerámica granadina, fotos antiguas de sus familiares y multitud de pequeñas figuras. Además, hay una cocina, un cuarto de baño y un dormitorio, todos coronados por un falso techo, ya que su auténtico tejado es la bóveda que corona la torre de la Catedral, que sí se puede apreciar en el recibidor de su casa, donde unas cortinas alpujarreñas nos dan la bienvenida.

Inconvenientes

Juan Carlos asegura que nunca ha tenido problemas viviendo en la torre de la Catedral, hasta ahora: «No puedo bajar las escaleras, por la artritis, y voy muy poco a la calle». Reconoce, además, que no echa de menos salir al exterior, a pasear, por ejemplo: «Yo aquí en mi casa lo tengo todo, la Cruz Roja me ayuda, me compra, me tira la basura... y tengo a mis sobrinos que me visitan todos los días».

Juan Carlos no ha abandonado el oficio de campanero de la Catedral. Aunque el 'oficial' era su tío Santiago, él continúa dando los toques de las doce de la mañana, a las tres de la tarde, y a las nueve de la noche. También realiza la misma labor los fines de semana y durante el Corpus.

«Desde hace 20 años le doy a los botones, porque ya es automático», explica Juan Carlos. Lo cierto es que esta tradición la comenzó un tío de su abuelo, y ahora sobre su cabeza planea la duda de quién continuará con dicha costumbre: «La verdad es que mis sobrinos están bien situados y casados, y esto no lo necesitan».

Travesuras

Juan Carlos recuerda alguna de sus correrías cuando era pequeño: «Mi hermano y yo nos metíamos en la copa de la campana, cuando estaba boca arriba, y hemos atravesado la cornisa [exterior] de pie y agachados, a no sé cuantos metros de altura».

También se acuerda de los gritos de su madre cuando correteaba por una estrecha moldura que rodea el interior de la Catedral, a una distancia de vértigo con respecto al suelo.

Aunque Juan Carlos no puede adaptar la casa a sus circunstancias,- «tengo el primer tornillo para montar el ascensor», bromea- ya que la torre pertenece al Cabildo, cuenta desde hace 10 años con la ayuda inestimable del Servicio de Ayuda a Domicilio del Ayuntamiento. Carlos Suárez, director del centro de Servicios Sociales de la zona centro explica: «Nuestra concejala anima a que ayudemos a estos ancianos para que no abandonen su hogar».