¿Quién ha intentado realmente modificar Aparecida?

Permalink 20.08.07 @ 20:25:06. Archivado en Comunión eclesial, espiritualidad de encarnación


Parece ser que no está tan claro que el malvado manipulador del documento de Aparecida sea el Cardenal Francisco Javier Errázuriz. Va a ser que en el documento sometido a la cuarta votación se había "colado" algún parrafo sobre las CEBs previamente rechazado por los obispos en votación.

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SAO PAULO, 17 Ago. 07 / 03:27 pm (ACI).- Teólogos y activistas vinculados al grupo “Amerindia” y otras organizaciones en el Brasil asociadas a la teología de la liberación han denunciado un supuesto “cambio” en el texto conclusivo de Aparecida, que no ha sido sino la corrección de dos párrafos previamente introducidos en el documento sin el conocimiento de la mayoría de los obispos.

La historia, sin embargo, es distinta a como la vienen relatando los militantes de las CEBs. Los dos párrafos sorprendentemente elogiosos de las CEBs fueron redactados por el grupo de teólogos de “Amerindia” fuera del seno de la V Conferencia, presentados al pleno y rechazados por el voto masivo de los obispos.

Los párrafos, sin embargo, aparecieron sorpresivamente en la cuarta y última versión, que los obispos debieron votar apuradamente el mismo día de la clausura.

Varios prelados, sin embargo, indicaron al Comité de Redacción la inclusión subrepticia de los párrafos elogiosos a las CEBs pese a que éstos habían sido rechazados por la votación de los obispos.

Por ejemplo, el número 179 de la cuarta redacción, introducido sorprendiendo a los obispos, pretendía dar carta blanca de acción a las CEBs –muchas de las cuales se han convertido en centros de adoctrinamiento ideológico, según denuncia de algunos prelados en Aparecida– diciendo: “queremos decididamente reafirmar y dar nuevo impulso a la vida y misión profética y santificadora de las CEBs, en el seguimiento misionero de Jesús. Ellas han sido una de las grandes manifestaciones del espíritu en la iglesia de América Latina y el Caribe después del Vaticano II”.

El texto infiltrado, fue modificado en la Santa Sede –con el derecho que le asiste–, eliminando las frases elogiosas sin límites a las CEBs y añadiendo una advertencia legítima, en plena sintonía con el sentir de la mayoría de obispos que participaron en Aparecida: “En su esfuerzo de corresponder a los desafíos de los tiempos actuales, las comunidades eclesiales de base cuidarán de no alterar el tesoro precioso de la Tradición y del Magisterio de la Iglesia”.

La Santa Sede, por ejemplo, se limitó a citar al documento de Puebla cuando incluyó el siguiente texto al número 179 del documento, para irritación de los líderes de las CEBs y del grupo “Amerindia”: “Puebla constató que las pequeñas comunidades, sobretodo las comunidades eclesiales de base, permitieron al pueblo acceder a un conocimiento mayor de la Palabra de Dios, al compromiso social en nombre del Evangelio, al surgimiento de nuevos servicios laicales y a la educación de la fe de los adultos , sin embargo también constató ‘que no han faltado miembros de comunidad o comunidades enteras que, atraídas por instituciones puramente laicas o radicalizadas ideológicamente, fueron perdiendo el sentido eclesial’” .

El tema de fondo es el problema de la ideologización de las CEBs. Sobre ello es recomendable el testimonio de uno de los obispos brasileños participantes en la V Conferencia General e impulsor inicial de las mimsas:

CEBs deben evitar la ideologización y ser centros eclesiales de vida fraterna

APARECIDA, 29 May. 07 / 11:11 am (ACI).- El Obispo Auxiliar de Sao Salvador de Bahía (Brasil), Mons. Joao Carlos Petrini, uno de los impulsores de las primeras Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), advirtió en una entrevista concedida a ACI Prensa que las CEBs, cuando se ideologizan, son un “suicidio” para la Iglesia.

Mons. Petrini relató la historia de las CEBs, que él ayudó a formar en la periferia de Sao Paulo al inicio de los años 70 y destacó que éstas fueron originalmente “una gran novedad muy positiva porque ayudaba a vivir la vida cristiana dentro de lo cotidiano”; donde “a través de la Palabra de Dios, en un clima de vida fraterna y amistad, se compartían las preocupaciones prácticas, pero de una manera no ideológica en el momento inicial”.

“Por ejemplo –relata-, a uno que estaba desempleado, los otros de la comunidad le ayudaban a encontrar un lugar de trabajo… había una solidaridad, una participación desde las cosas mínimas como festejar el cumpleaños o el bautizo de un niño”.

Originalmente, señala Mons. Petrini, las CEBs eran “una realidad fraterna que se ayuda y reconoce a Cristo como punto de referencia, de inspiración”.

Esta fue “la primera etapa” de las CEBs, dice el Obispo; que luego dio lugar a una segunda, en la que “estas comunidades comenzaron a enfrentar problemas prácticos más amplios (…) Muchas conquistas fueron hechas para mejorar el transporte colectivo, la atención de la salud pública. En esta segunda etapa, estas reivindicaciones no tenía todavía un carácter ideológico”.

Luego, sin embargo, llegó una tercera etapa, con la dictadura militar y la efervescencia política. “Entonces hubo como la necesidad de una participación más grande en estas actividades como si el momento histórico que estaba siendo vivido necesitase dejar un poco en segundo plano la vida de la comunidad, por lo menos en los aspectos catequéticos, bíblicos, litúrgicos, de convivencia fraterna, para poder participar más intensamente de actividades más políticas”, relata el Obispo.

Según explica, “esto acabó, de un lado, alejando a muchas personas de la vida cotidiana de la comunidad. La comunidad volvió a ser lo que era antes: un conjunto de niños, adolescentes y viejos, porque los hombres adultos y algunas mujeres adultas se fueron para estas otras realidades”.

“Esto –señala- fue un primer impacto negativo, desde el punto de vista de la Iglesia, pero considerado positivo por parte de un liderazgo más politizado”.

La ideologización

En una etapa posterior, según Mons. Petrini, “la ideologización se profundizó después que la dictadura militar se fue y fue readmitido el juego democrático de los distintos partidos”. “En esta etapa –señala- hubo un esfuerzo ideológico para asimilar algunas ideas del marxismo, un ideal socialista”.

Las CEBs entonces, se convirtieron en centros “donde se preparaban líderes que podrían llegar a alcanzar un nivel superior de participación en la vida política, como si la participación política fuera la maduración más plena y completa de la vida que se realizaba en la comunidad de base”.

La realidad de las CEBs dejó de ser homogénea y, según el Prelado, “algunas comunidades siguieron más fieles a su tradición original” mientras que otras “se proyectaron totalmente en la perspectiva política, especialmente en los grandes centros urbanos; con mucha peleas, típicas del juego democrático nuevo”.

Como consecuencia, “en esta última etapa, en la medida que se saturaba un poco el horizonte político por distintas razones, en algunos casos –destaca Mons. Petrini- , algunas comunidades se volvieron contra la realidad interna de la Iglesia”, porque algunos líderes creían que la Iglesia estaba demasiado ‘amarrada’ por la doctrina, por la fidelidad al Magisterio”.

El hoy Obispo auxiliar de Bahía recuerda que “yo mismo encontré personas que decían: ‘la lucha de clases sí, pero antes en la Iglesia’”.

Mons. Petrini explica lo que comenzó a suceder entonces: “el horizonte político estaba siendo considerado como más importante, más prioritario, más decisivo que Jesucristo, que el Evangelio, la Liturgia, los Sacramentos, el Papa. Es claro que en este punto se comprende la dificultad y la resistencia de una buena parte de la Iglesia, de los Obispos, a estas formas de comunidades de base”.

El Prelado advierte contra las generalizaciones, pues “pienso que no sería verdad decir que todas las comunidades de base en su conjunto estuvieron en esta posición”; pero “ésta sí fue muchas veces la posición que despertó una sospecha, una desconfianza hasta hoy, de que efectivamente las comunidades de base, aún cuando no tengan posiciones tan radicalizadas, pueden ser fácilmente conducidas para este lado más ideologizado por parte de un liderazgo de las comunidades de base que, aunque limitado numéricamente, se presenta como el liderazgo nacional de todas”.

Alternativas

Mons. Petrini identifica una disyuntiva con dos caminos para las CEBs: “un camino que parte de la fe de la persona para la formación de una comunidad eclesial, para la formación de obras de caridad, de obras de promoción humana, de obras que nacen de la fe y testimonian la grandeza de la fe”.

“Y hay otro camino –agrega- en que la fe de la persona forma una comunidad pero se realiza, no en algo que es testimonio de fe, sino en una realidad política donde la fe ya no tiene espacio: porque en el partido la fe no tiene más lugar”.

Esto último “es literalmente un suicidio de la Iglesia en el sentido de que la Iglesia prepara personas y el punto de llegada ya no es más la Iglesia: entonces es un suicidio”.

“Este camino fue rechazado por la mayor parte del Episcopado, con deseos para que éste no sea el camino que sigan (las CEBs)”.

“Entonces –concluye el Prelado- cuando se habla hoy de comunidades eclesiales de base, muchos tendrían una gran voluntad de verlas florecer nuevamente, pero no distorsionadas por la ideología sino como realidades efectivamente eclesiales de vida fraterna y también de empeño y sí, también en la realidad política, pero siempre partiendo de la fe y testimoniándola en el ambiente social y político, no cortando con las raíces católicas para hacer otra cosa: un partido o un sindicato”.