Carlos Osoro, arzobispo de Valencia

«En la diócesis no hay bicefalia»

RD
Viernes, 10 de julio 2009

 

Lleva casi tres meses en Valencia, en los que no ha parado de recibir a sacerdotes y representantes de instituciones y de recorrer la archidiócesis. Carlos Osoro (Castañeda, Cantabria, 1945) visitó ayer las instalaciones de Levante-EMV y remarcó, por si había dudas sobre el papel de su predecesor, Agustín García-Gasco, que el único que gobierna es él. El propietario de una cafetería cercana al Palacio Arzobispal se sorprendió de tener al nuevo arzobispo de Valencia al otro lado de la barra y dijo que la consumición corría a cuenta de la casa. Pero Carlos Osoro contestó que, como la visita iba a ser frecuente, mejor haría en cobrar. El sucedido corre de boca en boca entre los sacerdotes valencianos para mostrar el nuevo estilo de su prelado y su cercanía con la gente.

Osoro afirma que le sale natural, que no es un objetivo. Lo dice en un tono sosegado, que no evidencia alteración alguna aunque se le pregunte por política o por su predecesor en el cargo. Lo entrevista Alfons García en Levante.

Los periodistas necesitamos etiquetas. ¿Cómo le podríamos situar en el mapa del episcopado? ¿Moderado, ortodoxo, cercano a Rouco, al ex nuncio?

Yo soy un hombre de Iglesia, y eso significa cercano a todos, a las diversas sensibilidades que puedan existir. Me definiría como un hombre profundamente de Iglesia y enraizado en el dinamismo de la Iglesia, que es legítimamente plural. Se me ha enviado a Valencia para ser pastor de todos. Miro a la persona y todo lo demás me es secundario.

¿Le molesta que se subrayen sus diferencias con su predecesor, Agustín García-Gasco, a la hora de gobernar?

Gracias a Dios las personas somos distintas y estoy convencido de que el que vaya a sustituirme a mí en Oviedo va a hacer cosas que yo no he hecho. Ciertamente ni yo ni él ni nadie tendrá ninguna molestia porque las personas somos distintas y procedemos de situaciones diversas, con caldos de cultivo diferentes. El patrimonio de la Iglesia es fruto de la diversidad de personas que ha existido.

¿Pero no hay bicefalia en Valencia?

No, qué va. Hay una cabeza solamente, que en estos momentos soy yo.

¿Hay espacio en Valencia para el CEU y la Universidad Católica San Vicente Mártir y más ahora, con la crisis?

Hay espacio para las dos. Lo primero que he hecho al llegar ha sido arreglar la familia. No podemos estar enfrentados en una familia. Es lo que he intentado. Son dos instituciones que tienen diferencias: una (el CEU) está promovida por laicos, que hoy tienen una gran importancia, y la Universidad Católica nace de la propia archidiócesis. Ambas enriquecen la vida de la Iglesia, de esta familia plural, que es como yo entiendo la Iglesia. Y en una familia, el padre ha de tratar a cada hijo de una forma, pero todos son hijos. Intento hacer eso, pero no sólo con estas instituciones, sino en toda la Iglesia, donde las sensibilidades son distintas.

¿Va a introducir más cambios en la curia?

Es normal que se produzcan con el tiempo. Es muy pronto aún.

¿Le sobran obispos auxiliares?

No. Hay trabajo para todos, incluso si hubiese más. Siento que se haya marchado Salvador Giménez [nuevo obispo de Menorca], pero todos somos muy necesarios. Estamos trabajando en un equipo de fraternidad muy grande y yo estoy muy a gusto. Me siento muy ayudado por ellos.

Me contaba un sacerdote que ir ahora al Palacio Arzobispal es como ir al peluquero, esperar a que te toque el turno sin más protocolos. ¿La cercanía con el clero ha sido su primer objetivo?

No es objetivo. Yo soy como soy y no puedo ser de otra manera. Claro que quiero estar cerca del clero, pero de toda la gente también. No se puede ser padre a distancia, o por correspondencia. Si un obispo ha de tener algo es estar cerca. Lo tengo claro desde que soy obispo. Mi trayectoria era de clases y despachos, y he tenido que cambiar y hacer violencia de mi corazón para hacer otras cosas. Pero no me ha costado nada, me ha salido espontáneo. Uno puede hacer comedia un rato, pero mucho tiempo, no.

¿Ha hablado con Rafael Sanus? Fue llamativo y significativo su abrazo en su toma de posesión, no sé si más de lo que pensaba

Es que quiero mucho a Don Rafael y sé su valentía intelectual. Lo conocía de antes.

¿Lo va a recuperar para tareas de gobierno de la diócesis?

En la medida que pueda, naturalmente. Si él está disponible y puede hacerlo...

¿Cómo están las cuentas del arzobispado? ¿Cómo las ha encontrado?

Las estoy viendo todavía. No es fácil, pero si hay alguien que quiera ayudarme estoy dispuesto, porque el dinero no es para mí, es para los demás. Lo que entra por una mano ha de salir por la otra para servicio de los demás.

¿Piensa seguir fomentando la construcción de templos o en este tiempo difícil las prioridades deben ser otras?

Quizás tenemos que hacer un planteamiento nuevo y distinto de la construcción. Hacer templos misioneros, que son de mucho más bajo costo y para un tiempo, y luego ya veremos si la comunidad cristiana decide hacerlos o no. Me parece que hemos de ir por ahí. Hay que plantar las tiendas en los barrios, en los lugares, poner en ellas a Nuestro Señor y la caridad cristiana y, a partir de ahí, que la comunidad diga qué hacer. El momento que vivimos requiere de otras formas de acceder a la gente.

Los sacerdotes progresistas le pidieron que deshaga el vínculo de la Iglesia valenciana con el PP. ¿Lo va a hacer?

Vuelvo a decir que soy obispo de todos. He venido para ser padre de todos los cristianos y también para intentar ser padre de aquellos que no me quieren. Tengo que intentar conquistarles el corazón y la única forma es mirarles no con una mirada inquisitorial, sino de cariño. Quisiera hacer eso en Valencia. Entrar en cuestiones ideológicas es perder el tiempo en la Iglesia. La Iglesia ha de gastar el tiempo en ganar hijos para Dios, hombres y mujeres que quieran acceder a la historia como Jesús. Esto sí que hace cambio en la historia; el resto, no.

¿Va a apoyar la extensión del valenciano en la liturgia?

Voy a apoyar lo que la Iglesia me pida. Ya lo apoyo en el sentido de que lo estoy aprendiendo para mí. No se puede hacer problema político de una lengua. Si vale para ayudar a que la gente crea más y conozca y se aproxime más a Jesucristo, lo haré, pero todo lo que sea cuestión de discrepancias y disputas no entra dentro de mis ideas.

¿Cree que han de pagar las instituciones la restauración de templos y bienes de la Iglesia?

Los bienes de la Iglesia son fruto de una experiencia de fe. Eso educa al pueblo y mantiene una tradición y una historia. Esto hay que mantenerlo y no es quitarlo de otros sitios. Cuando queremos, hay para todos. El problema es, como señala Benedicto XVI en su última encíclica, antropológico: qué concepción de persona existe en este momento. Depende de qué concepción exista se valorará la experiencia religiosa o que haya personas que no pasen necesidad. La cuestión antropológica es la fundamental en estos momentos.

¿No le parece hipócrita que las autoridades dejen ahora a las Caritas parroquiales como la última red de apoyo a los más pobres?

La Iglesia ha de apoyarse en quienes den y quienes puedan para servir a los más pobres. Es un mandato de Jesús y ha de hacerlo. Sería negar la misión de la Iglesia hacer otra cosa distinta. Lo ha afirmado el Papa en sus escritos. Ante la crisis nadie sobra, todos tenemos que aportar. De lo que se trata es de que los pobres puedan comer y vivir.

¿Cree en la autofinanciación de la Iglesia?

Sí, pero depende de cómo se entienda. Creo que el Gobierno ha de reconocer el bien social que hace una institución y, si es así, debe ayudarla. No es un regalo para mí, sino una obligación de una sociedad que si cree que hay un beneficio social debe hacerlo. Creo en la autofinanciación, pero una forma de autofinanciarse es que me reconocan aquellas cosas buenas que doy.

¿Le gustaría tener misas por el rito extraordinario o le parece banal?

El rito extraordinario se ha convertido en ordinario desde que el Papa lo aprobó. No hay ningún inconveniente y no hay que luchar por esas cosas: donde no hay necesidad no hay que hacerlas y si hay un grupo de cristianos que lo necesita hay que hacerlas. Pero no se puede plantear ideológicamente el rito: progresistas y conservadores. Se trata de aceptar la doctrina de la Iglesia, que es capaz de sentar en la misma mesa a cristianos con sensibilidades distintas.

Lo mismo le pasa ahora al Papa, tras la última encíclica, que se nos ha hecho de izquierdas

El Papa ha sido siempre el mismo. Si es ideología decir que la verdad y la caridad tienen el rostro de Jesús... Es absurdo. Lo más importante de la encíclica es que hay que vivir la trascendencia, la justicia y la paz; si decir eso es conservador o progresista, que venga Dios y lo vea.

¿Sabe ya cuál le gustaría que fuera su gran proyecto en Valencia?

Hacer una gran familia en la que todos sientan que tienen padre, que tiene sentido la vida, que tiene presente y futuro. Hacer esa gran famlia en la que todos sientan el cariño que Dios tiene a los hombres.