12.08.09

Los nuevos monjes quieren hábito

Permalink 11:44:46, por Luis Fernando, 627 palabras
Categorías : Religiosos, Actualidad
 

En pleno cumplimiento de refrán que dice que “no hay mal que cien años dure", la realidad de vida consagrada en EEUU, y posiblemente en el resto del mundo, empieza a dar un giro hacia sus raíces, hacia su esencia. El informe del que nos hacemos eco hoy en InfoCatólica señala en esa dirección. Que los nuevos aspirantes a ingresar en las órdenes religiosas busquen aquellas en las que se sigue usando el hábito puede parecer ridículo a los que no entienden que aunque “el hábito no hace al monje", lo normal es que el monje lleve hábito como símbolo externo de lo que es una realidad interior. Lo que ocurre es que cuando no hay realidad interior adecuada, el símbolo externo acaba desechándose.

Pero no es sólo una cuestión de hábitos. El informe habla también de la búsqueda de una vida comunitaria conforme a las reglas tradicionales. Y es que poca cosa tan ridícula hay como un fraile o una monja de clausura pasándose media vida fuera del claustro, dando conferencias, charlas y titulares anti-magisteriales a los medios de comunicación. Poca cosa tan absurda como unos religiosos pasándose por el forro el carisma de los fundadores de sus órdenes. Poca cosa tan estúpida como unos monjes y unas monjas mundanizados, que en vez de ser luz del mundo y ayuda para la Iglesia han dejado que el mundo, en la concepción bíblica del término, les corrompa una vocación cristiana de vida entregada a Dios y a su Iglesia.

Las consecuencias “pastorales” de la deriva de la vida consagrada tras el “pastoral” concilio Vaticano II están a la vista. La crisis de vocaciones al sacerdocio “diocesano” es un chiste comparada con la que se ha producido en muchas de las grandes órdenes religiosas. Al fin y al cabo, ¿quién puede querer ser jesuita, franciscano y dominico, por poner tres ejemplos obvios, en aquellos países -no todos- donde jesuitas, franciscanos y dominicos han estado en la vanguardia de la disidencia eclesial? Si uno quiere meterse a revolucionario, lo normal es dedicarse a la vida política, no a la religiosa.

Cabe ser optimista ante el futuro. El mal en la Iglesia tiene los días contados. Su esterilidad es manifiesta y aquellos que han jugado a hacer el indio los últimos cuarenta años se mueren sin descendencia. Su purgatorio comienza ya en vida al ver que su vida espiritual obtiene como premio el más rotundo de los fracasos. Aunque deseamos que muchos acepten su error y se arrepientan de corazón para la salud de su alma, todavía habrá bastantes que le echan la culpa a la jerarquía y/o a la insuficiente aplicación del “espíritu” del Vaticano II en el seno de la Iglesia. Ese “espíritu” del que hablan tiene más de inmundo que de santo, pero el ciego que no quiere ver tiende a odiar la luminosidad de la verdad, sobre todo si la misma le señala con el dedo del juicio divino.

Los nuevos religiosos reconstruirán la espiritualidad perdida. Basta con una generación de frailes y monjas fieles a su carisma para cambiar radicalmente las cosas. Les necesitamos tanto como ellos necesitan el apoyo de la Iglesia, sobre todo ahora que todavía son minoría. No se trata de volver al siglo XII o al XVI. Se trata de, siguiendo el consejo paulino de examinarlo todo para retener lo bueno, ser fieles en el siglo XXI a Cristo, a su Iglesia y al camino marcado por sus santos.

Luis Fernando Pérez Bustamante