14.08.09

Eppur si muove - Desde que el hombre es hombre

Permalink 00:13:29, por Eleuterio, 1095 palabras
Categorías : General, Defender la fe
 

A partir de hoy viernes comienzo a escribir una serie de artículos que bajo el título “Eppur si muove” tratarán de la fe, de la Iglesia católica y de todo lo relacionado con una y otra. A pesar de todo, como dijera Galileo, tanto una como otra no permanecen estáticas sino que, al contrario, peregrinan por este mundo: una en el corazón de los hijos de Dios; otra, llevando a tales hijos en sus gozosas manos.

Eppur si muove
Desde que el hombre es hombre

Antropológicamente hablando, el ser humano tiene una historia que se remonta, según la creencia cristiana, hasta cuando el Creador tomó algo de barro (eso significa adâmah o Adán) y, sometiéndolo al moldeo de sus manos, le insufló la vida a través de la entrega de Su Espíritu.

No podemos olvidar que, mientras tanto, ruah elohim sobrevolaba las aguas del mundo (Gn 1:2) y que el mismo ocupó el corazón del ser al que Dios llamó hombre y que tan bueno le pareció.

Mucho tiempo después, un converso llamado Pablo diría que, en realidad, éramos templos del Espíritu Santo pues, no obstante, éramos semejanza de Dios.

Pero eso es algo que, ahora mismo, queda muy alejado en el tiempo.

Decía arriba que el ser humano tiene, ya, unos cuantos miles de años. Según los entendidos y estudiosos de la arqueología, que son aquellas personas que buscan para mejor conocer lo que fue, es muy posible que nuestra historia de seres vivos se remonte a cientos de miles de años… desde cuando Dios dijo “vive”.

Y es que el ser humano es tan viejo como el hombre es viejo y no ha de resultar fácil, a la ciencia, reconocer la Verdad: sólo es la parte ínfima de un diminuto pensamiento de Dios pero a la que le está reservado el gozo de ir acercándose al principio aunque sea con miramientos de sabiduría excesivos.

Entonces… el hombre, creado a semejanza e imagen de Dios, cambió con el tiempo su visión del mundo. Del Paraíso original a las aglomeraciones actuales han pasado hechos que, no por conocidos, dejan de tener importancia; acontecimientos que han hecho descubrir, a la creatura, que Su Creador, sabía lo que hacía.

Uno de ellos fue el que, pasados los siglos desde la fundación de Israel y de la elección como pueblo elegido por Dios, en una aldea sin importancia física o política llamada Belén, viniera al mundo un ser humano común por la vivencia como tal y extraordinario por su forma de entender la vida y lo que había venido a hacer.

Cuando en el culmen de su ministerio aquel Rabino llamado Joshua quiso que permaneciera su ejemplo, su nombre y, sobre todo, la doctrina que viniera a defender (“ni una tilde de la Ley desaparecerá”, dijo) entendió bueno (como Su Padre creyera muy buena la creación del hombre) que Pedro, aquel que le negará luego hasta tres veces, tuviera, como misión principal, llevar de la mano la Iglesia que fundara el Hijo del Hombre.

Reconocen, por otra parte, los especialistas en materias antropológicas, que el ser humano tiene una tendencia natural hacia lo religioso. Que su relación horizontal con Quien lo creó no ha dejado, nunca, de estar presente en el camino que desde aquellas frondosidades del Paraíso le ha llevado hasta la misma actualidad.

Ni olvida que no apareció por casualidad ni que, tampoco, la casualidad le ha de llevar hacia la otra parte del Reino de Dios, la definitiva, porque todo está trazado, a la perfección, en el corazón del Padre.

Por eso, cuando la Iglesia se hizo universal, católica, y así ha sido entendido por las generaciones pasadas desde entonces hasta ahora, se necesitó su brazo sabio, se demandó su intervención en la sociedad en defensa de la doctrina y transmitiendo la misma y, sobre todo, se amó lo que hacía porque así había sido querido por su Fundador, hermano nuestro e hijo de Miriam, también judía y también elegida.

Y a pesar de eso siempre han surgido, a lo largo de los siglos, pensamientos que han tratado de tergiversar el papel de la Iglesia católica.

Al respecto, es bueno reconocer que está en la naturaleza humana disentir de lo que se entiende el poder establecido. Así, por otra parte, ha podido avanzar el género humano por el camino de la historia pero no por eso olvidando que las leyes de Dios no pueden ser trasunto de cambios y adaptaciones a los gustos particulares de cada uno y en cada momento del devenir de la semejanza del Creador.

Eppur si muove…

La Iglesia católica es zaherida según dos formas de entender el malestar que se le puede causar: directamente a través de normas que la relegan a la esfera íntima olvidando que está en la sociedad porque es la sociedad misma o, también, con la elaboración de normas que, apoyadas en la legitimidad democrática de quienes las escriben, tratan de socavar ya no a la Iglesia misma sino a la doctrina que la misma transmite y defiende.

Eppur si muove…

Con tal expresión pasó Galileo a la historia de la humanidad. Se movía la Tierra alrededor del Sol por mucho que le hicieran decir lo contrario para conformar a mentes estrechas.

Y un tanto pasa con la Iglesia de Cristo pues, a pesar de todo lo que se intenta hacer contra Su Esposa ha de prevalecer por encima de quién o qué se haga contra ella.

Por eso bien podemos decir, con el astrónomo italiano, que, a pesar de todo, la Iglesia católica sigue moviéndose a lo largo de su peregrinación por este valle de lágrimas.

Eleuterio Fernández Guzmán
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Noticia de servicio espiritual

Entre el 14 y el 19 de agosto se celebrará en Paray-Le- Monial (Francia) el Festival Mariano Internacional.

En el marco del mismo, se tiene la intención de rezar los Misterios Gloriosos del Santo Rosario (en los 5 continentes) a las 5: 00 p. m. (o sea, a las 5 de la tarde) del próximo domingo 16 de agosto.

Invito a los lectores de este blog a que, si es posible y disponen del tiempo necesario, se incorporen al magno rezo del Santo Rosario (Misterios Gloriosos) a tal hora.