18.08.09
Lo del ministro de Justicia no tiene nombre... Bueno, sí lo tiene
Cuando alguien aparenta ser como, en realidad es, no hace falta decir más sobre tal persona. Pero tampoco conviene olvidarla.
El ministro de Justicia es, efectivamente, como es y representa a una ideología que es como es y otra cosa no puede esperarse.
En unas declaraciones exactamente totalitarias y laicistas, Caamaño ha mostrado el sentido que tiene de la democracia y, además, ignora muchas cosas de la objeción de conciencia.
También podemos decir que esconde lo que debe saber porque está muy mal que un ministro de ¡Justicia! olvide sentencias del Tribunal Constitucional.
Pues el tal ministro ha dicho:
“En nuestro país no hay más objeción de conciencia que aquélla que está expresamente establecida en la Constitución o por el legislador en las Cortes Generales. Todos estamos sometidos a la ley. Las ideas personales no pueden excusarnos del cumplimiento de la ley porque, si no, nos llevaría en muchísimos temas, en éste y en otros muchos, a la desobediencia civil”.
Vayamos por partes.
“En nuestro país no hay más objeción de conciencia que aquélla que está expresamente establecida en la Constitución o por el legislador en las Cortes Generales”
Esto es falso de toda falsedad. Para tales casos está el Tribunal Constitucional, que en su sentencia relativa a la objeción de conciencia (precisamente sobre al aborto) de 11 de abril de 1985 dejó dicho que “Por lo que se refiere al derecho a la objeción de conciencia…, existe y puede ser ejercido con independencia de que se haya dictado o no tal regulación. La objeción de conciencia forma parte del contenido del derecho fundamental a la libertad ideológica y religiosa reconocido en el art. 16.1 C.E y, como este Tribunal ha indicado en diversas ocasiones, la Constitución es directamente aplicable, especialmente en materia de derechos fundamentales”
Creo que sobre cualquier comentario al respecto. Está bastante claro: “con independencia de que se haya dictado o no tal regulación”.
“Todos estamos sometidos a la ley”.
Por supuesto que eso es cierto. Aunque lo que quiere decir es que todos estamos sometidos (nunca mejor dicho) a la ley que les dé la gana elaborar a los socialistas. Pero a la que sea y con independencia del contenido de la misma.
O sea, a cumplir por bemoles.
“Las ideas personales no pueden excusarnos del cumplimiento de la ley porque, si no, nos llevaría en muchísimos temas, en éste y en otros muchos, a la desobediencia civil”.
Sabemos que la leyes intrínsecamente perversas (como la del aborto, por ejemplo) no hay que cumplirlas.
Pero es que el sentido que de la desobediencia civil tiene el ministro de Justicia es el que es y todo lo que vaya contra lo que les parezca bien a los socialista es, claro, desobedecer a la ley.
Y así, a matar inocentes sin rechistar.
Pero como parecía una barbaridad lo dicho por el ministro de Justicia, se hicieron unas “matizaciones” a tales declaraciones. Pero, como suele ser habitual en quien está acostumbrado a hacer las cosas de tan mala forma, el remedio fue
peor el remedio que la enfermedad.Vamos, que fue mucho peor:
“El Gobierno no tiene la más mínima voluntad de alterar la situación actual”
Es decir, la doctrina, equivocada (como he dicho arriba) según la cual sólo vale la objeción de conciencia regulada por ley.
“Deberá ser regulada por las Cortes Generales, para evitar, también así, que la objeción de conciencia, en general, pueda confundirse con la desobediencia civil”.Se refiere a la objeción de conciencia en materia del aborto. Y eso contradice lo dicho antes pues si no va a alterar la situación actual no se entiende cómo se va regular la misma, en general.
Y es que a veces es mejor quedarse callado para que no se acabe notando, del todo, la falsedad en los argumentos expuestos.
Sin embargo, no todo está perdido.
Aquellas personas que conocen, de verdad, la necesidad de la objeción de conciencia, es decir y, por ejemplo, la Organización Médica Colegial saben lo que dicen.
Y dicen que…
“La objeción de conciencia es un criterio universal de la profesión médica, que al igual que el criterio de no matar, no abortar, no intervenir en torturas, ni delatar a los pacientes, forman parte de la medicina desde hace más de 40 siglos. Cuestionar en este momento algo que forma parte de la libertad ideológica de los médicos en lugar de facilitar las cosas no es el buen camino.”
O sea, más claro, agua.
Al fin y al cabo, lo dicho por el ministro de Justicia tiene un nombre que, además, lo califica a él mismo: deleznable, ruin, impresentable, totalitario, asqueante.
En fin… laicista.