Francisco Cases: «Todavía me atoro al recordar lo de Spanair»

20.08.09 | 09:42. Archivado en Obispos

 

«La muerte está en los periódicos y en la televisión en dos niveles distintos. En el de los datos reales y en el nivel de la ficción: hay reportajes y crónicas que se parecen a películas. El problema con el accidente de Spanair es que, detrás, lo que había eran rostros de personas concretas», señala el obispo de Canarias, Francisco Cases, conversando sobre lo que significa, a su juicio, estar al lado de la muerte en casos como éste, según cuenta Antonio González en La Nueva España.

La presencia casi inmediata, discreta y sin el menor afán de protagonismo mediático de Francisco Cases en el pabellón de Ifema en Madrid con familiares de víctimas del avión fue en su día unánimemente alabada por todos.

«Yo estaba en la Península, en la Casa Sacerdotal de Alicante, donde paso las vacaciones trabajando desde hace veinte años, y era mediodía, la hora de comer. Y un compañero me dijo: "Paco, mira la tele porque está ocurriendo algo relacionado con Canarias que no es bueno"», rememora.

Las informaciones iniciales no acaban de dar cuenta de la dimensión de la tragedia. Pero lo que el obispo tuvo claro desde el principio era que «en Barajas hay gente de mi pueblo que está sufriendo; hay muertos que han dejado detrás un dolor inmenso».

Entonces, Cases hizo dos cosas: «Llamé a un matrimonio amigo y le pedí el coche para irme a Madrid y llamé también a Las Palmas al vicario general y le dije: "Hipólito, vete disparado al aeropuerto [de Gando] porque allí se van a concentrar las familias de los afectados"». Cases añade que llegó muy tarde a Madrid, sobre las once de la noche, al pabellón Ifema, donde estaban los cadáveres y familiares.

Allí se dio cuenta de que «lo que tenía que hacer era estar con la gente, sin más». «Vengo sin pretensiones de nada, recuerdo que dije a la primera familia a la que me presenté, una familia que me recibió señalándome: "Padre, viene usted en mal momento", dándome a entender que lo tenía difícil para encontrar palabras, lo cual era cierto, es más, no había palabras».

Pero hizo de tripas corazón y pasó la noche de grupo en grupo, reconfortando a unas familias encaradas con la tragedia. Cases recalca que la «muerte de una persona joven nos quiebra la esperanza, que es la que nos permite encontrar sentido a la vida». Allí, en Ifema, había una concentración de dolor insoportable, pero, «gracias a Dios que hay un nivel de saturación incluso en el dolor más allá del cual surge una especie de sosiego. La gente se rinde, hasta por cansancio físico».

Hubo un funeral masivo en la catedral de Santa Ana de Las Palmas. Y, en éste, destacó una homilía muy emotiva de Francisco Cases, que entonces no se pudo reprimir y le salieron las lágrimas. «Pues sí, es verdad, me atoré. Y, bueno, confieso que todavía me atoro».

En el funeral masivo en la catedral de Santa Ana de Las Palmas, el obispo no se pudo reprimir y le salieron las lágrimas