La benedictina pide libertad para disentir del Magisterio

El cardenal Rodé exige a Teresa Forcades que se adhiera públicamente a la fe de la Iglesia

 

S.E.R el Cardenal Franc Rodé, C.M., Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, ha enviado una carta a la abadesa del monasterio benedictino de San Benet de Montserrat, en la que le pide que exija a Sor Teresa Forcades que manifieste públicamente su adhesión a los principios doctrinales de la Iglesia. Forcades concedió en junio pasado una entrevista a TV3 en la que abogaba por el «derecho a decidir» de la madre respecto al aborto y se mostraba favorable a la distribución de la píldora abortiva. La religiosa ha respondido desde un artículo en Foc Nou, asegurando que respeta al Magisterio de la Iglesia pero que tiene derecho a manifestar opiniones contrarias al mismo. Además, se ratifica en su postura sobre el aborto.

Publicado el 2009-10-12 11:25:00


 

(Germinans/InfoCatólica) En la entrevista concedida a TV3, Sor Teresa Forcades aseguró que el aborto no es un crimen como lo es asesinar a otra persona, porque el feto no es otra vida sino que forma parte de la madre, con quien tiene una relación única y singular. Llegó incluso a afirmar que ha sido Dios quien ha puesto esto feto en la madre y por tanto es la madre la que debe decidir.

La gravedad de dichas declaraciones llegó hasta la Sagrada Congregación para los Institutos de la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, cuyo Prefecto ha tomado cartas en el asunto y ha hecho llegar una carta a la Madre Abadesa del monasterio al que está adscrito la hermana Forcades para exigir a ésta que manifieste públicamente su adhesión a los principios doctrinales de la Iglesia.

La religiosa ha respondido la revista Foc Nou. En su declaración la religiosa benedictina afirma que la Función magisterial de la Iglesia, "tiene que ser respetada por todos los bautizados católicos y de manera particular por todos los teólogos católicos, pero este respeto no excluye la manifestación pública de hipótesis razonables que puedan hacer avanzar el magisterio eclesial".  Ahondando en sus argumentos, sor Teresa Forcades asegura que "ningún católico -sea o no teólogo- no tiene que tener miedo de expresar de forma pública dudas razonables en relación a un punto doctrinal, con la paz y la libertad de los hijos de Dios, como aquel que se siente y encuentra en familia, sin temer ser denunciado o descalificado".

Además, la religiosa insiste en sostener su opinión acerca del aborto, en el que se produce una contraposición entre el derecho a la vida y el derecho de la autodeterminación de la madre, el cual es para ella "un derecho fundamental que protege la dignidad de la persona humana y que prohíbe bajo cualquier circunstancia y de forma absoluta que esta persona pueda ser utilizada como objeto, como un medio para conseguir un bien, aunque este bien sea salvar la vida de una persona o incluso de la humanidad entera. El derecho a la autodeterminación es tan substancial y tan absoluto como el derecho a la vida".

La benedictina llega a explicar que con la actual doctrina de la Iglesia sobre el aborto, se podría obligar a los católicos a hacer donación de un riñón para aquellos que lo necesitan:  "Si Dios les ha dado un riñón compatible que ellos no necesitan (se puede vivir con un sólo riñón) y que puede salvar la vida de un inocente, ¿en que principio se puede basar la moral católica con tal de considerar lícito su rechazo a salvar una vida? Si existe un principio moral que legitime este rechazo ¿por que no es aplicable este principio en el caso de una mujer embarazada, especialmente si la vida de la madre corre peligro o si el embarazo ha sido fruto de una violación? Mi conciencia me hace plantear esta duda con confianza y con honestidad".

Fuentes consultadas por este medio de comunicación aseguran que desde Roma se actuará de forma drástica, de tal manera que puede llegar a darse la situación de que Teresa Forcades sea apartada de la vida consagrada en caso de que no se comprometa a aceptar sin condiciones la doctrina católica en todos sus puntos y a no volver a hacer ningún tipo de declaración pública en contra de la misma.