Que el Señor os bendiga, os guarde y os conserve en su paz

13.11.09 | 20:14. Archivado en Cardenal Amigo Vallejo

 

 San Leandro, arzobispo de Sevilla, y del Papa, tenía que presidir el tercer concilio de Toledo (589). En la memorable homilía de clausura, el prelado hispalense quiso poner de relieve la santidad de la Iglesia: "Regocíjate y alégrate, Iglesia de Dios. Gózate y ponte en pie, cuerpo único de Cristo; vístete de fortaleza y salta de júbilo..."

1. Esta es la Iglesia de Dios, nacida en la mesa de la Eucaristía, alimentada en el manantial inagotable del costado abierto de Cristo. Cuidada por el Espíritu Santo. Comunidad de hermanos que viven el mandamiento nuevo del amor. Luz de los pueblos y sacramento universal de salvación.

Este es el rebaño elegido al que es enviado el obispo, como pastor y en nombre de Cristo, "para cuidar de una porción del Pueblo de Dios. Por medio del Evangelio y la Eucaristía debe hacerla crecer como una realidad de comunión en el Espíritu Santo" (PG 43).

Esta es la viña santa que iluminó la sabiduría de Isidoro, modelo inequívoco para todos los pastores por el ejemplo de su vida, la luz de su doctrina, la dedicación plena al servicio de la diócesis. Iglesia de Marcelo Spínola, guía admirable, amigo de los pobres, amor encendido al corazón de Cristo.

Esta es la Iglesia de los sacerdotes y de los diáconos, servidores de la Palabra, de los sacramentos y de la caridad, como el beato Manuel González que hizo del sagrario la casa de su vida y que llevó a la vida el amor entregado de Cristo en la Eucaristía. Unos sacerdotes y diáconos que hacen de la parroquia escuela de la Palabra, comunidad que celebra los sacramentos, espacio privilegiado para la caridad, experiencia viva de conversión, testimonio y misión.

2. Esta es la comunidad reunida en nombre del Espíritu, Iglesia de la vida consagrada que, en carismas y formas diversas, dan testimonio del Evangelio y sirven al pueblo de Dios desde la vida contemplativa monacal hasta la presencia entre los más pobres y excluidos.

Es la comunidad de los hijos e hijas de Dios en la que florecen santos y santas, como Santa Florentina, que desde su convento de Écija irradia la luz de la vida contemplativa y virginal. Santa Ángela de la Cruz, con ardiente amor a los pobres, siendo ejemplo de humildad y de alegría. San Francisco Díaz, nacido en Écija y martirizado en China. San Juan Grande, hijo de Carmona y hermano de los hermanos más enfermos y menesterosos. San Diego de San Nicolás del Puerto, que hizo de la humildad el mejor testimonio de su seguimiento a Cristo. Victoria Díaz, la maestra de la collación de san Bartolomé. De Antonio Martínez, el joven de Montellano. De Bienvenido de Dos Hermanas y Angel Ramos de Sevilla... Todos ellos ya glorificados.

Es la vida en consagración de Bárbara de Santo Domingo, la hija del campanero de la Giralda. De Dolores Márquez y Celia Méndez, fundadores de congregaciones religiosas. De Cristina de Arteaga y de Madre María de la Purísima... De todos ellos ya se ha iniciado el proceso de canonización. Todos ellos son signos ejemplares de una vida escondida con Cristo en Dios.

3. Este es el templo vivo de la familia, Iglesia doméstica que vive se afana en educar a sus hijos en la fe de Jesucristo; de los movimientos apostólicos, de las nuevas comunidades, de las familias eclesiales, de las Hermandades y Cofradías, de las muchas y distintas asociaciones de fieles.

Campo es este al que son enviados los catequistas para hacer resonar el Evangelio en los oídos y en el corazón de las gentes; de los misioneros y misioneras que no saben de fronteras y llevan el mensaje de Cristo a todos los pueblos; de los enfermos que nos ponen cerca del dolor de Cristo; de los inmigrantes, que encuentran en ella una casa que los acoge; de los excluidos y marginados por cualquier causa a los que la Iglesia se acerca y sirve.

Esta es la mano abierta de Dios Padre providente que se hace visible en Caritas, llegando siempre allí donde pueda haber un hombre o una mujer necesitados.

Esta es la Iglesia de tantos y tan buenos cristianos. Hombres y mujeres sencillos que hacen de su vida un verdadero testimonio de amor a Cristo y a sus hermanos.

4. Esta es la Iglesia que vive la actualidad sin nostalgia del pasado, pero recogiendo el caudal de vida y doctrina que se nos ha dejado. Sin miedo al futuro, pero con la responsable esperanza de buscar sinceramente el rostro de Cristo. ¿Por qué esta seguridad? "Porque gracias a la Eucaristía, la Iglesia nace siempre de nuevo" (Benedicto XVI).

Esta es la Iglesia de Sevilla, a la que tenido el honor y la gracia de poder servir durante algunos, bastantes años, y que lo seguiré haciendo desde la oración y el afecto agradecido.

Una Iglesia que venera a la Madre de Dios, con tantas advocaciones y títulos diferentes, pero todos ellos recogidos en el más querido de Nuestra Señora de los Reyes.

5. Mi gratitud a cuantos me ayudaron directamente en el gobierno de esta querida archidiócesis. De una manera particular mi felicitación y reconocimiento, corde et ore, al señor Arzobispo por su inagotable bondad. a los sacerdotes, a la vida consagrada, a los fieles laicos... A las autoridades e instituciones, a los que nos acompañan en la misma fe y a los que, desde otros credos o sin profesar alguno, han estado a nuestro lado colaborando por el bien de esta comunidad humana, de esta Iglesia de Dios que camina en Sevilla.

A todos, a todos, que el Señor os bendiga, os guarde y os conserve en su paz. Amén.

+ Carlos Amigo Vallejo

Cardenal Arzobispo Emérito de Sevilla