14.11.09

Estad siempre despiertos

Permalink 11:37:09, por Guillermo Juan Morado, 405 palabras
Categorías : General
 

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

San Marcos 13, 34-32: Estad siempre despiertos

“Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del Hombre” (Lc 21, 26). Próximos ya al final del año litúrgico, estas palabras nos invitan a la vigilancia.

El Señor vendrá como Juez al final de los tiempos. El profeta Daniel, usando un lenguaje apocalíptico, vincula la venida del Mesías con el fin de los tiempos y la resurrección de los muertos: “Muchos de los que duermen en el polvo despertarán: unos para vida perpetua, otros para ignominia perpetua” (cf Dn 12, 1-3).

Jesús, utilizando una forma de expresión similar, anuncia su muerte en la doble perspectiva de la destrucción de Jerusalén y del fin del mundo: “El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre” (cf Mc 13, 24-32).

El Señor anunció el Juicio del último Día: “Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno y el secreto de los corazones” (Catecismo, 678).

Cristo, el Señor, tiene el derecho de juzgar. Él “retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o rechazo de la gracia” (Catecismo, 682). Ante el Juez, saldrá a la luz la verdad de nuestra vida – en el juicio particular - y la verdad de la historia en su conjunto – en el juicio final - .

La venida del Señor en la gloria, su Parusía, será la instauración consumada del Reino de Dios; el juicio por antonomasia; el gozo del triunfo. Él “vendrá a juzgar a vivos y muertos”; la gracia vencedora llevará a término la obra de salvación, consumando y justificando la historia y la realidad en su globalidad; borrando toda sospecha de sinsentido.

El Juez que va a venir es el Sacerdote perfecto, que “con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados” (cf Hb 10, 11-14.18). Esta ofrenda se actualiza en la celebración de la Eucaristía; el sacramento que nos mantiene despiertos y en pie para anunciar la muerte y la resurrección de Cristo, e implorar: “Ven, Señor Jesús”.

Nuestro Juez nos enseñará el sendero de la vida, nos saciará de gozo en su presencia, de alegría perpetua a su derecha (cf Sal 15).

Guillermo Juan Morado.