14.11.09

La Iglesia, los políticos y el aborto

Permalink 14:36:07, por Luis Fernando, 1359 palabras
Categorías : Cultura de la vida, Cristianos en la vida pública, Cultura de la muerte, Actualidad

 

Siguen produciéndose reacciones airadas a las declaraciones de monseñor Martínez Camino sobre la situación eclesial de aquellos políticos que, considerándose a sí mismos católicos, votarán a favor de la nueva ley del aborto. Hasta ahora, la única corrección recibida por el portavoz de la CEE de parte de uno de sus compañeros de episcopado ha venido del arzobispo de Burgos, monseñor Gil Hellín, quien aunque afirma que Camino tiene razón en lo que afirma sobre la negación de la comunión a los políticos pro-abortistas, manifiesta no estar de acuerdo con el calificativo de herejía. No entraré en ese jardín aunque parece claro que si a esos políticos se les pudiera calificar de herejes, entonces la pena canónica sería la excomunión. Y la pena de excomunión va mucho más allá de la prohibición de comulgar, porque se extiende hacia el resto de sacramentos. Es más, un excomulgado no puede recibir siquiera sepultura cristiana. Que la inmensa mayoría de los medios ignoren ese hecho no es óbice para que los que nos dedicamos al negociado de la información socio-religiosa sí tengamos la obligación de saberlo y decirlo.

El caso es que un mes antes de que Martínez Camino dijera lo que ha dicho, en InfoCatólica publicamos un artículo -vuelve a estar en portada- de monseñor Demetrio Fernández, obispo de Tarazona, en el que llegaba a la misma conclusión. Cito del mismo:

¿Pueden acercarse a comulgar quienes defienden el aborto?
–No. Uno no puede acercarse a comulgar si defiende el aborto en cualquiera de sus formas, porque está en oposición frontal con la enseñanza y la disciplina de la Iglesia, que defiende la vida en todas sus etapas.

Nótese que la pregunta y su respuesta se refieren no sólo a los políticos sino a cualquiera que defienda el aborto. Por ejemplo, eso incluye a los pocos eclesiásticos que se han mostrado a favor de la legitimidad del aborto en cualquiera etapa a partir de la fecundación. Y eso me vale para decir que si un sacerdote se manifieste a favor de cualquier tipo de legislación pro-abortista, no tiene la menor lógica que pueda celebrar misa si no puede comulgar. Pero eso es, de momento, tema aparte.

Tanto monseñor Demetrio Fernández como monseñor Martínez Camino no hacen sino seguir las indicaciones que el Papa Benedicto XVI dio en la Sacramentum Caritatis. El punto 83 de dicha exhortación apostólica dice así:

Coherencia eucarística
83. Es importante notar lo que los Padres sinodales han denominado coherencia eucarística, a la cual está llamada objetivamente nuestra vida. En efecto, el culto agradable a Dios nunca es un acto meramente privado, sin consecuencias en nuestras relaciones sociales: al contrario, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente, esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar y apoyar leyes inspiradas en los valores fundados en la naturaleza humana. Esto tiene además una relación objetiva con la Eucaristía (cf. 1 Co 11,27-29). Los Obispos han de llamar constantemente la atención sobre estos valores. Ello es parte de su responsabilidad para con la grey que se les ha confiado.

Es decir, don Demetrio y don Juan Antonio han cumplido con su deber. En todo caso habría que preguntarse por qué el resto de los obispos no hacen lo mismo cada uno en su diócesis. Es decir, lo ideal sería que todos los prelados escribieran una carta dirigida a los fieles en términos similares a los expuestos por el auxiliar de Madrid y el ordinario de Tarazona. Sé que unos cuantos se han manifestado en estos días, pero no creo que sea mucho pedir que lo hagan de forma concreta en sus propias diócesis.

Ante las reacciones furibundas de los políticos pro-abortistas hay quienes dicen que se debería de optar por mantener un discurso en tono “bajo". Yo pienso exactamente lo contrario. Es decir, esas reacciones demuestra que lo que ha hecho Martínez Camino es el camino a seguir. Sabemos de sobra que la mayoría de los medios de comunicación manipulan, tergiversan y ridiculizan las palabras del portavoz de los obispos españoles. Se dice que la Iglesia busca imponer su ley y ocupar el lugar de los legisladores. Pues no, señores. Los obispos no van a entrar en el Congreso en plan Tejero a acabar con el actual sistema democrático. Lo que hace es reivindicar el derecho de la Iglesia a hacer cumplir sus propias leyes entre sus fieles. Los que sean católicos deben someterse a las mismas. A los que no lo son, ¿a qué viene sentirse aludidos? ¿acaso van a misa? ¿acaso profesan la fe católica? ¿acaso les importa un pimiento lo que la Iglesia enseñe sobre el aborto?

En realidad esos políticos entienden la democracia como el sistema en el cual todos deben decir sí y amén a sus ideas. No soportan que se les contradiga. No aceptan que la Iglesia les muestre que ellos no tienen lugar en su seno si están a favor del asesinato de inocentes. Ellos, que demuestran con sus palabras no ser católicos, se lanzan como fieras sobre los obispos porque estos cumplen con su deber. Esto no es una intromisión de la Iglesia en el ámbito de la política. Es una agresión de los políticos a la autonomía de la Iglesia en relación a sus fieles. Ellos, no la Iglesia, son los totalitarios.

Por último, no puedo por menos que señalar que uno de los argumentos que se utilizan contra los obispos es el de acusarles de no condenar por igual a los terroristas, a los que empiezan guerras injustas, etc. El otro día oí a un comunicador cristiano, pero no católico, preguntarse por qué no se excomulga a los etarras y a los que les apoyan. Y otros dicen por qué no se excomulga a Aznar por apoyar la guerra de Iraq. Pues bien, para empezar vuelvo a decir que a los políticos que voten a favor del aborto, y eso incluye a los que hicieron lo mismo con anteriores leyes abortivas, no se les excomulga. Tan solo se les prohíbe comulgar, como se hace con los divorciados recasados. Pero es que además, la insistencia de la Iglesia en la cuestión del aborto viene dada porque mientras que la práctica totalidad de la sociedad está de acuerdo en que el terrorismo es malo y las guerras injustas también -otra cosa es a quién le corresponde calificar una guerra de injusta o no-, existe un amplio sector de esa misma sociedad que justifica el aborto. La tarea pastoral de la Iglesia consiste en hacer de instrumento del Espíritu Santo para convencer al mundo de pecado (Jn 16,8). La Iglesia no necesita dar testimonio a los españoles de que ETA es satánica. Pero sí de que el aborto también lo es. Por eso la pena canónica contra el aborto es mayor. Esa pena tiene un carácter pedagógico tanto para los fieles como para los que no lo son. Y lo demás, señores míos, es vanidad de vanidades.

Luis Fernando Pérez