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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 16 de noviembre de 2009

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La cultura relativista manipula las conciencias, advierte el Papa
En un mensaje a la Congregación para la Evangelización de los Pueblos

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El Papa advirtió que la cultura relativista contamina la familia, la educación y otros ámbitos de la sociedad, manipulando las conciencias.

Lo hizo en un mensaje dirigido al prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal Ivan Dias, con motivo de la asamblea plenaria de la Congregación, que comenzó este lunes en la Universidad Urbaniana de Roma con el tema “San Pablo y los nuevos aerópagos”.

El Santo Padre destacó que, como San Pablo anunció el Evangelio en Atenas usando un lenguaje inculturado, la Iglesia debe proclamar hoy el Evangelio en los nuevos ambientes, afirmó el Papa.

“El anhelo del cristiano es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como Padre Nuestro”, explicó en el mensaje, publicado este lunes por la Oficina de Información de la Santa Sede.

Pero “no se trata sólo de predicar el Evangelio, sino de “alcanzar y casi sacudir con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación”, dijo, citando a Pablo VI.

“La actividad misionera de la Iglesia debe por tanto orientarse hacia estos centros neurálgicos de la sociedad del tercer milenio”, continuó.

Sobre las necesidades particulares de la sociedad actual por evangelizar, el Papa indicó que “no debe infravalorarse la influencia de una difundida cultura relativista, la mayoría de las veces carente de valores, que entra en el santuario de la familia, se infiltra en el ámbito de la educación y en otros ámbitos de la sociedad y los contamina, manipulando las conciencias, especialmente las juveniles”.

Para Benedicto XVI, “como en otras épocas de cambios, la prioridad pastoral es mostrar el verdadero rostro de Cristo”, lo cual “exige que cada comunidad cristiana y la Iglesia en su conjunto ofrezcan un testimonio de fidelidad a Cristo”.

Y ello “construyendo pacientemente esa unidad querida por Él” porque “la unidad de los cristianos hará, de hecho, más fácil la evangelización y la confrontación con los desafíos culturales, sociales y religiosos de nuestro tiempo”.

“En esta empresa misionera podemos mirar al apóstol Pablo, imitar el “estilo” de vida y el mismo “espíritu” apostólico centrado totalmente en Cristo”, propuso.

Y seguidamente aseguró: “Con esta completa adhesión al Señor, los cristianos podrán más fácilmente transmitir a las futuras generaciones la herencia de la fe, capaz de transformar también las dificultades en posibilidades de evangelización”.

En el mensaje, el Santo Padre dedicó palabras de “aprecio y de gratitud” al cardenal Dias y a toda la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, “por el servicio que hacéis a la Iglesia en el ámbito de la misión ad gentes”.

También consideró la asamblea que están celebrando como una “invitación apremiante a saber valorar los "areópagos" de hoy, donde se afrontan los grandes desafíos de la evangelización”.

“Queréis analizar este tema con realismo, teniendo en cuenta los muchos cambios sociales ocurridos -reconoció-. Un realismo apoyado por el espíritu de fe, que ve la historia a la luz del Evangelio, y con la certeza que tenía Pablo de la presencia de Cristo resucitado”.

Y aseguró que, ante esa misión de la Iglesia, a pesar de los problemas, “el Espíritu Santo está siempre en acción”.

Benedicto XVI afirmó que en la actualidad “se abren de hecho nuevas puertas al Evangelio y se va extendiendo en el mundo en anhelo de una auténtica renovación espiritual y apostólica”.

Y refiriéndose a la encíclica “Caritas in veritate”, destacó que el desarrollo económico y social de la sociedad contemporánea necesita recuperar la atención a la vida espiritual”.

Recuperar también, añadió, una “seria consideración de las experiencias de confianza en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providencia y en la Misericordia divinas, de amor y de perdón, de renuncia a sí mismos, de acogida al prójimo, de justicia y de paz”.

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El Papa: “El hambre es el signo más cruel y concreto de la pobreza”
Intervención en la apertura de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria

ROMA, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El hambre es “el signo más cruel y concreto de la pobreza” y no tiene “una relación de causa-efecto” con el aumento de la población”, afirmó Benedicto XVI este lunes por la mañana en la sede de la FAO en Roma.

El Papa intervino en la sesión de apertura de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria, que se celebra del 16 al 18 de noviembre en Roma.

“La tierra puede nutrir suficientemente a todos sus habitantes” porque “si bien en algunas regiones se mantienen bajos niveles de producción agrícola a causa también de cambios climáticos, dicha producción es globalmente suficiente para satisfacer tanto la demanda actual, como la que se puede prever en el futuro”.

Colaborar para un “desarrollo humano integral”

Según el pontífice, “aunque los Países más pobres se han integrado en la economía mundial de manera más amplia que en el pasado, la tendencia de los mercados internacionales los hace en gran medida vulnerables y los obliga a tener que recurrir a las ayudas de las Instituciones intergobernativas”.

La cooperación, señaló, debe ser “coherente con el principio de subsidiaridad”. Por ello, es necesario “implicar a las comunidades locales en las opciones y decisiones referentes a la tierra de cultivo", indicó.

“Porque el desarrollo humano integral requiere decisiones responsables por parte de todos y pide una actitud solidaria que no considere la ayuda o la emergencia en función de quien pone a disposición los recursos o de grupos de élite que hay entre los beneficiarios”, añadió.

La solidaridad para el desarrollo de los países pobres, por otra parte, puede llegar a ser también una “vía de solución para la actual crisis global”, sugirió.

En este sentido, explicó que “sosteniendo con planes de financiación inspirados en la solidaridad estas Naciones, para que ellas mismas sean capaces de satisfacer las propias demandas de consumo y de desarrollo, no sólo se favorece el incremento económico en su interior, sino que puede tener repercusiones positivas para el desarrollo humano integral en otros países”.

Contra el hambre, una “conciencia solidaria”

Benedicto XVI también alertó contra el peligro de considerar el hambre como un fenómeno “estructural, parte integrante de la realidad socio-política de los países más débiles, objeto de un sentido de resignada amargura, si no de indiferencia”.

“No es así, ni debe ser así -exclamó-. Para combatir y vencer el hambre es esencial empezar por redefinir los conceptos y los principios aplicados hasta hoy en las relaciones internacionales”.

En este sentido, indicó la importancia de buscar “nuevos parámetros -necesariamente éticos y después jurídicos y económicos- que sean capaces de inspirar la actividad de cooperación para construir una relación paritaria entre Países que se encuentran en diferentes grados de desarrollo”.

Al mismo tiempo, es necesario “entender las necesidades del mundo rural”, descartando la posibilidad de ser considerado “de modo miope, como una realidad secundaria” y favorecer el acceso al mercado internacional de los productos procedentes de las áreas más pobres, “hoy a menudo relagados a espacios limitados”, dijo.

También pidió no olvidar “los derechos fundamentales de la personas, entre los que destaca el derecho a una alimentación suficiente, sana y nutritiva, y el derecho al agua”.

Para lograr esos objetivos, “rescatar las reglas del comercio internacional de la lógica del provecho como un fin en sí mismo, orientándolas en favor de la iniciativa económica de los Países más necesitados de desarrollo, que, disponiendo de mayores entradas, podrán caminar hacia la autosuficiencia, que es el preludio de la seguridad alimentaria”.

Refiriéndose a su encíclica “Caritas in veritate”, Benedicto XVI también recordó la necesidad de una “conciencia solidaria, que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinción ni discriminaciones”.

“No es posible continuar aceptando la opulencia y el derroche, cuando el drama del hambre adquiere cada vez mayores dimensiones”, señaló.

“Reconocer el valor trascendente de cada hombre y mujer es el primer paso para favorecer la conversión del corazón que pueda sostener el esfuerzo para erradicar la miseria, el hambre y la pobreza en todas sus formas”.

El desarrollo respeta el medio ambiente

Los métodos de producción alimentaria, recordó el obispo de Roma, imponen igualmente un “análisis atento de la relación entre el desarrollo y la tutela ambiental”

Esta tutela la señaló como “un desafío actual para garantizar un desarrollo armónico, respetuoso del diseño de Dios el Creador y por tanto en condiciones de salvaguardar el planeta”.

Desde este punto de vista, se debe profundizar en las conexiones existentes “entre la seguridad ambiental y el fenómeno preocupante del cambio climático”, teniendo en cuenta el lugar central de la persona humana y sobre todo a las poblaciones más vulnerables.

Para ello, concluyó, no bastan “normativas, legislaciones, planes de desarrollo e inversiones”, sino “un cambio en los estilos de vida personales y comunitarios, en el consumo y en las necesidades concretas” y sobre todo “tener presente ese deber moral de distinguir en las acciones humanas el bien del mal para redescubrir así el vínculo de comunión que une la persona y lo creado”.

El director general de la FAO, Jacques Diouf, definió la presencia del pontífice de este lunes como “un evento excepcional” que confiere a la cumbre “una fuerte dimensión espiritual”.

“La Iglesia siempre ha tenido como responsabilidad la de aliviar la pobreza de los más necesitados”, destacó.

También auspició que la presencia del Papa permitirá llevar la lucha contra el hambre al mundo “a un nivel de responsabilidad colectiva y de ética que trascienda los puestos en juego y los intereses nacionales y regionales, para reafirmar con voz clara y fuerte el derecho a la alimentación, el primero de los derechos humanos”.

La de este lunes ha sido la quinta visita de un Papa a la sede de la FAO de Roma. Benedicto XVI estaba acompañado por el Secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone; por el arzobispo Filoni, sustituto de la Secretaría de Estado; por monseñor Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados, y Harvey, prefecto de la Casa pontificia.

También por el obispo De Nicolò, regente de la Prefectura, por monseñores Gänswein, su secretario particular, y Volante, Observador Permanente de la Santa Sede ante las organizaciones y los organismos de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura.

Actualmente, 1,02 millones de personas están desnutridas.

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El cardenal Tomko, enviado especial del Papa a Taiwán
Para el 150 aniversario de la evangelización del país

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org) – El cardenal Jozef Tomko, prefecto emérito de la Congregación para la evangelización de los pueblos, ha sido nombrado enviado especial del Papa a las celebraciones del 150 aniversario de la evangelización de Taiwán, que tendrán lugar en Taipei el próximo 22 de noviembre.

El cardenal estará acompañado por una misión compuesta por monseñor John-Baptist Tseng Chien-tsi, obispo auxiliar de la diócesis de Hwalien, y por el padre Rubén Martínez, O.P., sacerdote de la basílica de la Inmaculada en Wanchin, en la diócesis de Kaohsiung.

El anuncio del Evangelio en Taiwán, recordó Benedicto XVI en una carta en latín enviada al cardenal Jozef Tomko, ha traído “una prosperidad espiritual abundante y de copiosos frutos” a esas poblaciones.

“Por lo tanto -continúa el texto papal-, es de gran importancia que el acontecimiento sea debidamente recordado y justamente celebrado”.

Y ello, con el fin de “promover verdaderamente en las almas un sentimiento religioso más ferviente, una fe más fuerte y unos propósitos más sólidos”.

En 1582, unos jesuitas náufragos llegaron a la isla de Taiwán, pero decidieron abandonarla tras unos pocos meses.

El inicio del catolicismo se remonta a 1625, gracias a la obra del padre Bartolomé Martínez y a otros cinco dominicos españoles, cuyas misiones fueron anuladas después de la expulsión de los Ming.

En 1859, tres sacerdotes españoles llegados de Filipinas y cinco catequistas laicos chinos atterrizaron en Kaohsiung.

Actualmente, la Iglesia en Taiwán cuenta con casi 300.000 fieles.

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El Papa estará en Malta el 17 y 18 de abril de 2010
Visitará la Gruta de San Pablo en Rabat

LA VALETA, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- La visita del Papa a Malta tendrá lugar el fin de semana del 17 y 18 de abril del año que viene, informó este sábado la arquidiócesis de Malta mediante un comunicado.

“Su Santidad mantendrá encuentros con las más altas autoridades civiles y visitará la Gruta de San Pablo en Rabat”, indica el comunicado.

El domingo por la mañana, el Papa celebrará Misa en la Plaza Granaries, en la localidad de Floriana, situada a las afueras de la capital de Malta, La Valeta, ciudad en la que, por la tarde, mantendrá un encuentro con la juventud.

Esta visita apostólica responde a la invitación de los obispos locales y del presidente de Malta, y servirá para celebrar los 1950 años del naufragio de san Pablo en el archipiélago, que según la tradición tuvo lugar en el año 60, durante su viaje a Roma.

El apóstol de las gentes, según narran los Hechos de los Apóstoles, fue acogido por la población local con "una humanidad poco común" (Hechos, capítulo 28, 2).

Allí permaneció antes de zarpar para Sicilia. Mordido por una víbora, no padeció las consecuencias. Habitantes de la isla acudieron a él y quedaron curados.

El Papa llegará a Malta el sábado por la tarde y volverá a Roma el domingo al anochecer, en la tercera visita de un Papa a este país insular mediterráneo tras las realizadas por Juan Pablo II en 1990, y en 2001.

Malta, independiente del Reino Unido en 1964, cuenta con más de 410 mil habitantes, de los cuales el 98% son católicos. Desde el 1 de mayo de 2004 forma parte de las Unión Europea y desde el 1 de enero de 2008 ha adoptado el euro.

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En las obras de ayuda, testimonio cristiano y formación permanente
Concluye la plenaria del Consejo Pontificio “Cor Unum”

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El sábado concluyó la 28ª plenaria del Consejo Pontificio Cor Unum, el organismo vaticano instituido por el Papa Pablo VI en 1971 dedicado a coordinar las iniciativas de las instituciones caritativas católicas.

La asamblea, iniciada el 12 de noviembre pasado, tuvo lugar en Roma en torno al tema “Procesos formativos para los agentes de la caridad”.

Estuvieron representadas las diócesis, Caritas y organizaciones internacionales de ayuda y de asistencia de los cinco continentes.

Por parte de los responsables de las actividades caritativas de la Iglesia -afirma un comunicado de Cor Unum- han emergido dos indicaciones fundamentales: “el objetivo último de nuestro trabajo es el testimonio cristiano a través de las obras de ayuda para los más pobres, pero dar testimonio de Cristo implica haberlo encontrado primero”.

En segundo lugar, “para educar es necesario ser continuamente educado, de lo contrario, en el proceso formativo de los agentes de caridad, se corre el riesgo de hacer propia las prioridades fijadas por otras instancias internacionales ajenas a la Iglesia, cuando ésta no puede silenciar su propio fundamento de fe”.

Las reflexiones de la asamblea han seguido la indicación del Papa Benedicto XVI que, en su encíclica “Deus caritas est” ha destacado la importancia de la “formación del corazón”.

“Hasta ahora, la reflexión sobre la lucha contra la pobreza se centraba sólo en la perspectiva de los objetivos a perseguir en el compromiso caritativo”, ha destacado el presidente de Cor Unum, el cardenal Paul Josef Cordes.

Según el purpurado, “ahora queremos superar esta limitación y concentrarnos en la calidad humana y espiritual de todos los que trabajan en las agencias caritativas católicas, ya sean profesionales o voluntarios”.

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Chávez podría confiscar iglesias o escuelas católicas en Venezuela
Lo advierte Ayuda a la Iglesia Necesitada

ROMA, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), institución reconocida a nivel global para la defensa de la libertad religiosa, advierte sobre la posibilidad de que el Gobierno de Hugo Chávez confisque en Venezuela templos, escuelas o propiedades eclesiales para “eliminar el trabajo de la Iglesia”.

Según una nota informativa enviada a ZENIT por esta asociación eclesiástica, pública y universal de Derecho pontificio, la tensión en el país “ha aumentado tras la decisión del Presidente Chávez de confiscar instituciones financieras líderes que rodean el Lago Maracaibo y que están vinculadas a la industria del petróleo”.

La nota de AIN, que publica periodicamente un informe mundial sobre la libertad religiosa, se basa fundamentalmente en fuentes cercanas a los obispos de Venezuela.

Hace seis semanas, en un área densamente poblada de Caracas, un líder de distrito anunció los planes para expropiar varias escuelas dirigidas por la Iglesia. Algunos miembros del Gobierno señalaron entonces que la iniciativa intentaban defender construcciones de importancia nacional, pero “algunos representantes de la Iglesia temen que se trate del primer paso de un programa general de confiscación que afectaría a las propiedades eclesiásticas en todo el país”.

“Nadie sabe qué sucederá en el futuro, pero él [Chávez] podría confiscar iglesias, escuelas y otras propiedades eclesiásticas. Podría intentar eliminar el trabajo de la Iglesia, que en genetal recibía subsidios del Gobierno, reducidos en los últimos ocho años. Esto ha tenido un efecto negativo sobre todo en las escuelas gestionadas por la Iglesia”.

“Chávez considera a la Iglesia enemiga del socialismo del siglo XXI cada vez que se muestra crítica hacia el Gobierno, sin ver que la Iglesia católica está solo intentando hacer que su voz sea escuchada cuando se comete alguna injusticia”, explican las fuentes de AIN recogidas en la nota informativa.

Algunos sacerdotes, denuncia el texto, “han sido amenazados porque predicaban contra las reformas de Chávez”.

“Es importante que la gente piense y analice cada situación en la que Hugo Chávez aplica su socialismo, porque no respeta la dignidad de la vida”.

En esta situación, considera AIN, “los católicos deben generar, además de un análisis crítico, respuestas que partan de la Doctrina Social de la Iglesia”.

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La sentencia que veta el crucifijo moviliza a la Iglesia Ortodoxa Griega
El primado Ieronymos, dispuesto a convocar un Sínodo extraordinario

ATENAS, lunes, 16 noviembre 2009 (ZENIT.org).- El primado de la Iglesia Ortodoxa Griega Ieronymos II se ha declarado dispuesto a convocar un Sínodo extraordinario para diseñar un plan de acción contra la reciente sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que veta el crucifijo en las escuelas.

“No son sólo las minorías las que tienen derechos; los derechos son también de las mayorías”, dijo el primado en una declaración recogida por numerosas agencias de prensa y de la que hoy informa el diario vaticano “L’Osservatore Romano”.

La sentencia del Tribunal se produjo tras serle presentado un caso en Italia y decretó que la exposición del crucifijo en las aulas escolares viola el derecho de los padres a la educación de sus hijos y restringe la libertad de pensamiento y de religión de los alumnos.

Ieronymos se ha declarado dispuesto a convocar un Sínodo extraordinario, la próxima semana, para diseñar un plan de acción en el temor de que esta sentencia pueda constituir un precedente también para Grecia. Y ha hecho un llamamiento a los católicos para contrarrestar esta “amenaza a los símbolos cristianos”, contra aquellos jueces “que ignoran el papel del cristianismo en la formación de la identidad de Europa”.

La toma de posición del primado ortodoxo sigue a un intento por parte del Observatorio para la aplicación de los Acuerdos de Helsinki en Grecia (Espe) de hacer ordenar desde un tribunal, tras la decisión europea sobre Italia, la retirada de todos los símbolos religiosos de las escuelas, edificios públicos y salas de justicia.

Respecto a estas últimas, el Espe ha pedido además eliminar la presencia del Evangelio de la fórmula de juramento para los testigos. El tribunal de Atenas –indica la agencia Ansa- rechazó la petición por falta de jurisprudencia, pero no excluyó volver a examinarla si la sentencia europea se hiciera definitiva.

Por su parte, la coalición de izquierda (Syriza) ha preguntado al Gobierno cómo piensa comportarse al respecto, subrayando que si la sentencia del Tribunal de Estrasburgo fuera definitiva, debería ser aplicada no sólo por Italia sino por todos los países europeos. La ministra de Educación, Anna Diamantopoulou, respondió que “el problema no está en el orden del día”, porque “los problemas de la escuela en Grecia son otros”.

El obispo ortodoxo de Thessaloniki, Anthimos, dijo que espera que el Gobierno recurra contra cualquier sentencia de tribunal griego o europeo que obligue a retirar los símbolos religiosos de las escuelas del país (generalmente consistentes en un icono del rostro de Cristo). Y el obispo Phthiotis, Nikolaos, advirtió que “pronto lo jóvenes no tendrán ya ningún símbolo que les proteja” y que “los ídolos del fútbol y del pop son pobres sucedáneos”.

La Iglesia Ortodoxa Griega a la que pertenece el 92% de la población, intervino recientemente también para denunciar como “injusta” la decisión de triplicar el impuesto sobre las propiedades, tomada por el Gobierno en el marco de un plan para resanar las cuentas públicas.

El Sínodo de los obispos, en una declaración, afirmó que, aún estando la Iglesia dispuesta a cumplir con su deber, la decisión de tasar las propiedades al 3 por mil, en lugar del precedente 1 por mil, la coloca en una situación de “desigualdad respecto a otras entidades legales”.

Por Nieves San Martín

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Presentada la película “Pablo de Tarso, el último viaje”
Coproducción de Contracorrientes Producciones y San Pablo Multimedia

SALAMANCA, lunes, 16 noviembre 2009 (ZENIT.org).- Este 12 de noviembre fue presentado en la Casa de la Iglesia de Salamanca, en un acto organizado conjuntamente por las Diócesis de Salamanca y Ciudad Rodrigo, el estreno comercial de la película “Pablo de Tarso, el último viaje”.

El nuevo proyecto cinematográfico es de la joven empresa mirobrigense Contracorriente Producciones, responsable de otros proyectos cinematográficos como “Jesús, el peregrino de la luz” (2006) y “Talitá Kum” (2008), que actualmente se distribuyen a nivel nacional e internacional con la empresa San Pablo Multimedia.

En esta ocasión “Pablo de Tarso, el último viaje” ha sido fruto de una coproducción entre Contracorriente Producciones y San Pablo Multimedia. La película ha sido dirigida por Pablo Moreno.

El estreno absoluto de la película será el próximo jueves día 26 de noviembre en
Ciudad Rodrigo, según informa a ZENIT Gabriel Ángel Cid López, de la Delegación de Medios de Comunicación Social de la Diócesis de Ciudad Rodrigo. El viernes 27 de noviembre se estrenará en el Auditorio Calatrava de Salamanca.

Es una película de bajo coste, realizada desde una zona deprimida como es la del suroeste salmantino, “donde la falta de medios se soluciona con inteligencia, con ideas, con imaginación, con el esfuerzo de jóvenes profesionales que trabajan por su tierra y que con este proyecto demuestran una vez más que es posible hacer cine desde aquí para el mundo”, afirman sus impulsores.

Ahora comienza su difusión comercial de momento por cines de la provincia de Salamanca y Zamora. A comienzos de 2010, la película continuará su andadura por el resto de cines de España.

En el proyecto han participado unos treinta actores profesionales de Madrid, Salamanca, Ciudad Rodrigo, Valladolid, Palencia, Coria, Cáceres y Badajoz. A estos actores se les suman los casi cuatrocientos extras que aparecen a lo largo de la película, gentes de los pueblos de la comarca de Ciudad Rodrigo y sus alrededores.

La mayor parte de las localizaciones que aparecen en el filme son de Ciudad Rodrigo. Se rodó en gran parte de los palacios de la ciudad, así como en sus murallas, castillo, catedral y alrededores.

La película fue presentada al festival Internacional de Cine de Trento, Italia, donde fue seleccionada y posteriormente nominada como mejor película aspirante al premio Signis.

En noviembre la película “Pablo de Tarso, el último viaje” abrió la semana de Cine Espiritual de Barcelona, donde recibió una clamorosa ovación y una muy buena crítica por parte del público y de la organización. Al acto asistió monseñor Enrique Planas, que fue director de la Filmoteca Vaticana, quien calificó la experiencia de Contracorriente Producciones como algo único y esperanzador dentro del género de cine espiritual.



 

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Carta del cardenal Bertone a los sacerdotes chinos
Con motivo del Año Sacerdotal

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación la Carta que el cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado vaticano, ha querido dirigir a todos los sacerdotes de la Iglesia católica en la República Popular China on ocasión del Año Sacerdotal.

El texto, en inglés, italiano y chino, ha sido difundido por la agencia Fides.

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A todos los sacerdotes

de la Iglesia católica

en la República Popular China


 

En el Vaticano, 10 de noviembre de 2009

Queridos hermanos en el Sacerdocio,

El Año Sacerdotal, un regalo del Santo Padre Benedicto XVI, que estamos celebrando con ocasión del 150° aniversario del “dies natalis” de Juan María Vianney, me invita a dirigirme a vosotros, presbíteros de la Iglesia en China, de un modo particular.

1. Invitación a la esperanza. En la Carta, que el Santo Padre dirigió el 27 de mayo de 2007 a los obispos, a los presbíteros, a las personas consagradas y a los fieles laicos de la República Popular China, se indican varias líneas-guía para el futuro camino de la Iglesia. Entre ellas, deseo subrayar la reconciliación dentro de la comunidad católica y un diálogo respetuoso y comprensivo con las Autoridades civiles, sin renunciar a los principios de la fe católica. Al respecto, a pesar de las persistentes dificultades, las informaciones que han llegado desde diferentes partes de China muestran también signos de esperanza.

Para afrontar la actual situación eclesial y socio-política en la que vivís, y para proseguir en el camino de la reconciliación y del diálogo, es urgente para cada uno de vosotros saque luz y fuerza de las fuentes de la espiritualidad sacerdotal, que son el amor de Dios y el seguimiento incondicional de Cristo.

Sólo dos años después de la publicación de la Carta pontificia, no parece que haya llegado el momento de hacer balances definitivos. Usando las palabras del gran misionero de China, padre Matteo Ricci, creo que se puede decir que aún es más tiempo de siembra que de cosecha.

Quizás alguno de vosotros se quedó sorprendido por la Carta del Papa a la Iglesia en China. Os aseguro que la Santa Sede está al corriente de la compleja y difícil situación en la que os encontráis. El Santo Padre, abriendo el Año Sacerdotal, ha invitado a todos los sacerdotes del mundo a “saber aprovechar la nueva primavera que el Espíritu está suscitando en nuestros días en la Iglesia”. Esto es verdad también para vosotros: los nuevos retos, que el pueblo chino debe afrontar al inicio del tercer milenio, os piden que os abráis con confianza al futuro y que continuéis intentando vivir íntegramente la fe cristiana.

2. Anunciar a Cristo. Queridos hermanos sacerdotes, sois pastores del Pueblo de Dios en un país geográfica y demográficamente vasto. Como pequeño rebaño en medio de una multitud de personas, vivís sea junto a seguidores de otras religiones, sea de personas que tienen una postura de indiferencia, incluso de aversión, hacia Dios y hacia la religión.

No penséis que sólo vosotros tenéis que afrontar un problema semejante. De hecho, compartís la misma situación que muchos hermanos en otras partes del mundo, los cuales, “aun entre dificultades y comprensiones, permanecen fieles a su vocación, la de 'amigos de Cristo'. Llamados, elegidos y enviados particularmente por Él” (Carta para la convocatoria del Año Sacerdotal). También vale para vosotros la observación del Papa Benedicto XVI: “Existen, por desgracia, también situaciones, nunca suficientemente deploradas, en las que la Iglesia misma sufre por la infidelidad de algunos de sus ministros. El mundo saca de ello un motivo de escándalo y de rechazo. Lo que en mayor medida puede beneficiar en estos casos a la Iglesia no es tanto la observación minuciosa de las debilidades de sus ministros, sino una renovada y gozosa conciencia de la grandeza del don de Dios, concretado en figuras espléndidas de pastores generosos, de religiosos ardientes de amor a Dios y por las almas, de directores espirituales iluminados y pacientes” (Carta para la convocatoria del Año Sacerdotal). Y para vosotros en China “¿cómo no recordar, al respecto, como ánimo para todos, las figuras luminosas de obispos y de sacerdotes que en los difíciles años del pasado reciente, han dado testimonio de un amor indefectible a la Iglesia, incluso con la entrega de su propia vida por ella y por Cristo?” (Carta a la Iglesia en China, n. 13).

A menudo, mirando al mundo que nos rodea, nos dejamos llevar por la consternación. ¡Cuánta gente a la que alimentar! ¿Dónde encontraremos pan para toda esta gente? ¿Cómo puedo, con mis límites, ayudar a Jesús en su misión? Una vez más el Santo Padre, comentando el texto del Evangelio de Juan (6, 1-15), nos recuerda la respuesta del Señor: “¡Precisamente poniendo en sus manos santas y venerables lo poco que somos, nosotros los sacerdotes nos convertimos en instrumento de salvación para muchos, para todos!” (Ángelus del 26 de julio de 2009). Son varios los modos prácticos como podéis dar vuestra preciosa contribución: por ejemplo, visitando frecuentemente tanto a las familias católicas como no católicas en los pueblos, mostrando vuestra solicitud por las necesidades de la gente; aumentando los esfuerzos para preparar y formar buenos catequistas; favoreciendo un mayor uso de los servicios caritativos, dirigidos especialmente a los niños y a las personas enfermas y ancianas, con el fin de mostrar la caridad desinteresada de la Iglesia; organizando reuniones especiales, en las que los católicos puedan invitar a sus parientes y amigos no católicos para que conozcan mejor la Iglesia católica y la fe cristiana; distribuyendo publicaciones católicas a los no católicos.

3. Las virtudes sacerdotales. En la escuela de san Juan María Vianney debemos aprender a identificarnos con el ministerio recibido. En Cristo, esta identificación fue total: “En Jesús, Persona y Misión tienden a coincidir: toda su acción salvífica era y es expresión de su Yo filial que, desde toda la eternidad, está ante el Padre en actitud de amorosa sumisión a su voluntad” (Carta para la convocatoria del Año Sacerdotal). Es de la identificación con el propio ministerio que nacen todas las virtudes, necesarias para cada sacerdote.

El Santo Cura de Ars supo dialogar con todos porque fue un hombre de oración: el arte del diálogo a cualquier nivel se aprende en el diálogo con Dios, una oración continua y sincera. Él vivió la pobreza con extremo vigor, porque consideraba que todo lo que recibía era entregado a su iglesia, a sus pobres, a sus familias más desgraciadas. También su castidad era la requerida a un sacerdote para su ministerio: era la castidad conveniente a quien debe tocar habitualmente la Eucaristía. Es conocido, además, cómo él se atormentaba por el pensamiento de su propia inadecuación al ministerio parroquial y por el deseo de huir: sólo la obediencia y la pasión por las almas consiguieron convencerlo de permanecer en su puesto. La regla de oro para una vida obediente le parecía esta: “Hacer sólo lo que puede ofrecerse al buen Dios”.

4. La Eucaristía. En este Año Sacerdotal deseo recordaros la fuente donde podéis encontrar la fuerza para ser fieles a vuestra importante misión. Y deseo hacerlo con las palabras del Papa Benedicto XVI: en la Iglesia “toda gran reforma está ligada, de alguna forma, al redescubrimiento de la fe en la presencia eucarística del Señor en medio de su pueblo” (Carta a la Iglesia en China, n. 5, nota 20).

La celebración del Misterio Pascual revela el agape, es decir, el amor de Dios,. Ese amor que vence el mal y que, por tanto, transforma el mal en bien, el odio en amor. A través de la participación en el Cuerpo y la Sangre de Cristo en la Eucaristía – nos ha recordado el Santo Padre – esa energía divina “viene a nosotros corporalmente para continuar su obra en nosotros y a través nuestro” (Carta Encíclica Deus caritas est, n. 14). Unidos a Cristo en la Eucaristía, nos convertimos en los sujetos de la verdadera transformación de los corazones (cfr Deus caritas est, nn. 13-14). Como decía el Santo Cura de Ars, “todas las buenas obras reunidas no equivalen al Sacrificio de la Misa, porque estas son obras de hombres, mientras que la Santa Misa es obra de Dios”.

La Eucaristía, sacramento de la comunión, fuente y culmen de la vida eclesial y de la evangelización, está en el centro de vuestro camino de reconciliación. La Eucaristía, aunque sea celebrada en una comunidad particular, nunca es celebración de esta sola comunidad. Una comunidad verdaderamente eucarística no puede replegarse en sí misma, como si fuese autosuficiente, sino que debe mantenerse en comunión con toda otra comunidad católica. De hecho, cada celebración de la Eucaristía postula la unión no solo con el propio obispos, sino también con el Papa, con el Orden Episcopal, con todo el clero y con el entero Pueblo de Dios.

San Pablo, escribiendo a los cristianos de Corinto, mostraba cómo sus divisiones, que se manifestaban en las asambleas eucarísticas, estaban en contraste con lo que celebraban, la Cena del Señor. ignore. En consecuencia, el Apóstol les invitaba a reflexionar sobre la verdadera realidad de la Eucaristía, para hacerles volver al Espíritu de comunión fraterna (cfr 1 Cor 11, 17-34).       

El Papa Juan Pablo II nos recordó que la Eucaristía crea comunión y educa a la comunión. Y Benedicto XVI, haciéndose eco de esta enseñanza, ha dado algunas directivas sobre la recepción de los sacramentos en la actual situación de la Iglesia en China (cfr Carta a la Iglesia católica en China, n. 10). Estas directivas tienen su raíz “en la promoción de la comunión” y en la caridad, que está siempre por encima de todo”: se recuerdan también en el “Compendio” de la misma Carta pontificia, que fue publicada por la Santa Sede el 24 de mayo de 2009.

5. La Palabra de Dios. Permitidme recordaros una vez más, queridos sacerdotes, las palabras del Santo Padre Benedicto XVI: “En la actualidad, como en los tiempos difíciles del Cura de Ars, es preciso que los sacerdotes, con su vida y obras, se distingan por un vigoroso testimonio evangélico. Pablo VI ha observado oportunamente: El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio. Para que no nos quedemos existencialmente vacíos, comprometiendo con ello la eficacia de nuestro ministerio, debemos preguntarnos constantemente: "¿Estamos realmente impregnados por la palabra de Dios? ¿Es ella en verdad el alimento del que vivimos, más que lo que pueda ser el pan y las cosas de este mundo? ¿La conocemos verdaderamente? ¿La amamos? ¿Nos ocupamos interiormente de esta palabra hasta el punto de que realmente deja una impronta en nuestra vida y forma nuestro pensamiento? Así como Jesús llamó a los Doce para que estuvieran con Él (cf. Mc 3, 14), y sólo después los mandó a predicar, también en nuestros días los sacerdotes están llamados a asimilar el nuevo estilo de vida que el Señor Jesús inauguró y que los Apóstoles hicieron suyo” (Carta para la convocatoria del Año Sacerdotal).

6. La tarea de los obispos. Queridos sacerdotes, en este punto permitidme que dirija también alguna palabra a vuestros obispos, que han recibido la plenitud del sacerdocio. A vosotros, queridísimos hermanos, quisiera recordaros que el camino hacia la santidad de vuestros presbíteros está confiado a vuestro atento cuidado pastoral. Si se piensa en las condiciones sociales y culturales del mundo actual, es fácil entender cuánto acecha a vuestros presbíteros el peligro de la dispersión en un gran número de tareas distintas.

La experiencia cotidiana muestra que las semillas de la disgregación entre los hombres están muy arraigadas en la humanidad a causa del pecado, pero que la Iglesia puede contraponer la fuerza, generadora de unidad, del Cuerpo de Cristo. El Concilio Vaticano II identificó en la caridad pastoral el vínculo que da unidad a la vida y a las actividades de los sacerdotes.

7. Una pastoral a favor de las vocaciones sacerdotales. Como os ha recordado el Santo Padre, “durante los últimos cincuenta años no ha faltado en la Iglesia en China un abundante florecimiento de vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. De esto se debe dar gracias al Señor porque se trata de un signo de vitalidad y de un motivo de esperanza […] este florecimiento está acompañado hoy por no pocas dificultades. Surge por tanto la exigencia tanto de un atento discernimiento vocacional por parte de los responsables eclesiales como de una más profunda educación e instrucción de los aspirantes al sacerdocio y a la vida religiosa. A pesar de la precariedad de los medios a disposición, para el futuro de la Iglesia en China habrá que trabajar para asegurar, por un lado, una particular atención al cuidado de las vocaciones y, por otro lado, una formación más sólida en los aspectos humano, espiritual, filosófico-teológico y pastoral, que realizar en los seminarios y en los institutos religiosos” (Carta a la Iglesia en China, n. 14).

Que la celebración del Año Sacerdotal sea, por tanto, una ocasión para poner en marcha iniciativas de apoyo de la vida de vuestros seminaristas. Al respecto, queridos obispos, seréis capaces de dedicar particular atención a su formación visitándolos en los seminarios y mostrando profundo cuidado en la formación que éstos reciben, tanto en el plano espiritual como en el académico. Además, vuestra solicitud paterna os sugerirá, según las posibilidades y las condiciones de cada diócesis, las actividades dirigidas a promover las vocaciones al sacerdocio, como jornadas y encuentros de oración, o apertura de lugares donde los sacerdotes y los fieles, especialmente los jóvenes, puedan encontrarse para rezar untos bajo la guía de sacerdotes buenos y expertos, como directores espirituales.

8. La formación permanente. El Santo Padre Benedicto XVI es consciente de que “también en China, como en el resto de la Iglesia, surge la necesidad de una formación permanente adecuada del clero. De aquí nace la invitación, dirigida a los obispos como responsables de las comunidades eclesiales, a pensar especialmente en el clero joven, que está cada vez más sometido a nuevos retos pastorales, conectados con las exigencias del deber de evangelizar una sociedad tan compleja como lo es la sociedad china actual. Nos lo recordaba el Papa: la formación permanente de los sacerdotes “es una exigencia intrínseca al don y al ministerio sacramental recibido y se revela necesaria en todo tiempo. Hoy sin embargo resulta ser particularmente urgente no sólo por el rápido cambio de las condiciones sociales y culturales de los hombres y de los pueblos en los que se desarrolla el ministerio presbiteral, sino también por esa ‘nueva evangelización’ que constituye la tarea esencial e improrrogable de la Iglesia al final del segundo milenio” (Carta a la Iglesia en China, n. 13).

Que cada obispo, en comunión con sus hermanos obispos de las diócesis cercanas, cuide de organizar y de seguir personalmente programas serios de formación permanente. Debería prestarse una atención particular a los jóvenes sacerdotes, que con frecuencia tienen que trabajar solos inmediatamente después de la ordenación. A menudo se sienten aislados, con responsabilidades graves. Los obispos no sólo deberían cuidar su formación permanente sino que deberían asegurarles ser acogidos y ayudados por el clero más anciano. Además, sería también útil que obispos y sacerdotes pudieran encontrar ocasiones frecuentes para contactos personales entre ellos y aumentar las reuniones, tanto oficiales como informales, con el fin de planificar juntos las actividades diocesanas, compartir sus experiencias y ayudarse unos a otros para resolver las dificultades personales y pastorales.

9. El culto eucarístico. El Santo Cura de Ars nos enseña que el culto dado a la Eucaristía fuera de la Misa es de un inestimable valor en la vida de todo sacerdote. Este culto está estrechamente unido a la celebración de la Eucaristía. Toca a vosotros pastores animar e culto eucarístico, tanto con el testimonio personal como con la organización de una hora semanal de adoración, procesiones, etc. a niveles diocesano y parroquial. Los fieles podrían así reunirse en torno a la Eucaristía y experimentar la comunión eclesial.

A propósito de esto, quiero recordaros lo que el Papa Juan Pablo II nos dejó como testamento suyo: “Es hermoso entretenerse con Él e, inclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto (cfr Jn 13, 25), ser tocados por el amor infinito de su corazón. Si el cristianismo debe distinguirse, en nuestro tiempo, sobre todo, por el arte de la oración, ¿cómo no sentir una necesidad renovada de entretenerse un buen rato, en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, junto a Cristo presente en el Santísimo Sacramento? ¡Cuantas veces, queridos hermanos y hermanas, he hecho esta experiencia y he encontrado fuerza, consuelo, apoyo!” (Encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 25).

10. La reconciliación espiritual de los corazones. ¿Qué podéis hacer ante la permanencia de los enfrentamientos y de las miserias incluso dentro d ella comunidad católica? Si estamos unidos en Cristo eucarístico, todas las miserias del mundo resuenan en nuestros corazones para implorar la misericordia de Dios. De la misma forma, de nosotros se alza un himno de alabanza y de acción de gracias por todas las bellezas de la Creación, por las obras buenas de los hombres y por los innumerables dones de gracia que el Señor infunde sobre la humanidad: el corazón se dilata a un amor más grande, que asume la medida del de Cristo muerto y resucitado.

No hay que olvidar que también “la comunidad de los discípulos conoce desde los inicios no sólo el gozo del Espíritu Santo, la gracia de la verdad y del amor, sino también la prueba, constituida sobre todo por los contrastes sobre las verdades de la fe, con los consiguientes daños a la comunión. Como la comunión del amor existe desde el principio y estará hasta el final (cfr 1 Jn 1, 1ss), así por desgracia desde el principio se cuela también la división. No debemos sorprendernos que esta exista también hoy” (Carta a la Iglesia en China, n. 6).

En la primera carta a los Corintios, a propósito de las divisiones existentes en sus comunidades, Pablo escribe: “Es necesario que haya divisiones entre vosotros para que se manifiesten quiénes son verdaderos creyentes entre vosotros” (1 Cor 11, 19). Todo entra en el plan de Dios, para que todo sirva a su omnipotencia que es sabiduría y amor infinitos. En este momento, que nadie dude en buscar la reconciliación con gestos concretos, a tender la mano al hermano que “tiene algo contra ti” (cfr Mt 5, 23-24). Para obtener esto, es necesario y urgente prestar atención también a la formación humana de todos los fieles, incluyendo sacerdotes y religiosas, pues la falta de madurez humana, de autocontrol y de armonía interior es la fuente más frecuente de incomprensiones, de falta de cooperación y de conflictos en el seno de las comunidades católicas.

11. Los organismos de comunión. En la perspectiva de la eclesiología de la comunión, idea central de los documentos del Concilio Vaticano II, parece oportuno llamar vuestra atención sobre cuanto prevé las legislación canónica para favorecer la tarea pastoral de los obispos y el crecimiento de la comunidad diocesana: “Cada obispo diocesano está invitado a servirse de instrumentos de comunión y de colaboración indispensables dentro de la comunidad católica diocesana: la curia diocesana, el consejo presbiteral, el colegio de los consultores, el consejo pastoral diocesano y el consejo diocesano para los asuntos económicos. Estos organismos expresan la comunión, favorecen la participación en las responsabilidades comunes y pueden ser de gran ayuda a los pastores, que pueden valerse así de la colaboración fraterna de los sacerdotes, de personas consagradas y de fieles laicos” (Carta a la Iglesia en China, n. 10).

Cuando no se puede poner en pie una entera curia diocesana a causa de la escasez de sacerdotes, los obispos deberían al menos comenzar por diversificar los papelees nombrando gradualmente un vicario general, un canciller, un procurador, etc, con el fin de tener alguien a mano con quien consultar y cooperar al tomar decisiones jurídicas y pastorales.

Deseo concluir mi carta formulando y confiando a la Santísima Virgen el augurio de que vuestra vida sacerdotal sea guiada cada vez más por esos ideales de donación total a Cristo y a la Iglesia que inspiraron el pensamiento y la acción del Santo Cura de Ars.

Permanezco unido con vosotros en la oración y en la esperanza de que vuestro trabajo pastoral producirá una cosecha abundante, y permanezco

Vuestro en el Señor

+ Tarcisio Card. Bertone

Secretario de Estado

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El texto original puede leerse en:http://www.fides.org/ita/documents/Lettera_sacerdoti_Cina_ita.doc

[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

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Benedicto XVI: evangelizar los nuevos areópagos
Mensaje del Papa al Prefecto de la Congregación para la Evangelización del los Pueblos

CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación el Mensaje que el Papa ha dirigido al cardenal Ivan Dias, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, cuya asamblea plenaria ha comenzado hoy en la Universidad Urbaniana de Roma, con el tema “San Pablo y los nuevos aerópagos”.

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Al Venerado Hermano

señor cardenal Ivan Dias

Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos

Con ocasión de la Asamblea Plenaria de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, deseo dirigirle, señor cardenal, mi cordial saludo, que de buen grado hago extensivo a los arzobispos, a los obispos y a cuantos toman parte en ella. Saludo también al secretario, al secretario adjunto, al subsecretario y a todos los colaboradores de este dicasterio. Uno la expresión de mis sentimientos de aprecio y de gratitud por el servicio que hacéis a la Iglesia en el ámbito de la misión ad gentes.

El tema que afrontáis en este encuentro, "San Pablo y los nuevos areópagos", también a la luz del Año Paulino concluido hace poco, ayuda a revivir la experiencia del Apóstol de los Gentiles cuando en Atenas, tras haber predicado en numerosos lugares, se dirigió al areópago y anunció allí el Evangelio usando un lenguaje que hoy podríamos definir ‘inculturado’ (cfr Hch 17,22-31).

Ese areópago, que entonces representaba el centro de la cultura del culto pueblo ateniense, hoy – como diría mi venerado predecesor Juan Pablo II - “puede ser asumido como símbolo de los nuevos ambientes en los que se debe proclamar el Evangelio” (Redemptoris missio, 37). En efecto, la referencia a ese acontecimiento constituye una invitación apremiante a saber valorar los "areópagos" de hoy, donde se afrontan los grandes desafíos de la evangelización. Queréis analizar este tema con realismo, teniendo en cuenta los muchos cambios sociales ocurridos. Un realismo apoyado por el espíritu de fe, que ve la historia a la luz del Evangelio, y con la certeza que tenía Pablo de la presencia de Cristo resucitado. Resuenan confortadoras también para nosotros las palabras que Jesús le dirigió en Corinto: "No tengas miedo, sigue hablando y no calles; porque yo estoy contigo y nadie te pondrá la mano encima para hacerte mal” (Hch 18,9-10). De manera eficaz, el Siervo de Dios Pablo VI dijo que no se trata solo de predicar el Evaneglio, sino de “alcanzar y casi sacudir con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación” (Enseñanzas XIII, [1975], 1448).

Es necesario mirar a los “nuevos areópagos” con este espíritu; algunos de ellos, en la actual globalización, se han vuelto comunes, mientras que otros siguen siendo específicos de algunos continentes, como se ha visto también en la reciente Asamblea especial para África del Sínodo de los Obispos. La actividad misionera de la Iglesia debe por tanto orientarse hacia estos centros neurálgicos de la sociedad del tercer milenio. No debe infravalorarse la influencia de una difundida cultura relativista, las más de las veces carente de valores, que entra en el santuario de la familia, se infiltra en el ámbito de la educación y en otros ámbitos de la sociedad y los contamina, manipulando las conciencias, especialmente las juveniles. Al mismo tiempo, sin embargo, a pesar de estas insidias, la Iglesia sabre que el Espíritu Santo está siempre en acción. Se abren de hecho nuevas puertas al Evangelio y se va extendiendo en el mundo en anhelo de una auténtica renovación espiritual y apostólica. Como en otras épocas de cambios, la prioridad pastoral es mostrar el verdadero rostro de Cristo, Señor de la historia y único Redentor del hombre. Esto exige que cada comunidad cristiana y la Iglesia en su conjunto ofrezcan un testimonio de fidelidad a Cristo, construyendo pacientemente esa unidad querida por Él e invocada por todos sus discípulos. La unidad de los cristianos hará, de hecho, más fácil la evangelización y la confrontación con los desafíos culturales, sociales y religiosos de nuestro tiempo.

En esta empresa misionera podemos mirar al apóstol Pablo, imitar el “estilo” de vida y el mismo “espíritu” apostólico centrado totalmente en Cristo. Con esta completa adhesión al Señor, los cristianos podrán más fácilmente transmitir a las futuras generaciones la herencia de la fe, capaz de transformar también las dificultades en posibilidades de evangelización. En la reciente Encíclica Caritas in veritate quise subrayar que el desarrollo económico y social de la sociedad contemporánea necesita recuperar la atención a la vida espiritual y una “serie consideración de las experiencias de confianza en Dios, de fraternidad espiritual en Cristo, de confianza en la Providencia y en la Misericordia divinas, de amor y de perdón, de renuncia a sí mismos, de acogida del prójimo, de justicia y de paz... El anhelo del cristiano es que toda la familia humana pueda invocar a Dios como Padre Nuestro” (n. 79).

Señor cardenal, mientras agradezco el servicio que este dicasterio hace a la causa del Evangelio, invoco sobre usted y sobre cuantos toman parte en la presente Asamblea Plenaria la ayuda de Dios y la protección de la Virgen María, Estrella de la evangelización, mientras envío de corazón a todos mi Bendición Apostólica.

En el Vaticano, 13 de noviembre de 2009

BENEDICTUS XVI PP

[Traducción del italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso de Benedicto XVI a la FAO
“Es necesario garantizar a todos el derecho a la alimentación y al agua”

ROMA, lunes, 16 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación el discurso pronunciado por Benedicto XVI al visitar hoy lunes la sede de la FAO en Roma, con ocasión de la apertura de la Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria (Roma, 16-18 noviembre 2009).

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Señor Presidente,

Señoras y Señores:

1. He acogido con mucho gusto la invitación del Señor Jacques Diouf, Director General de la FAO, a tomar la palabra en la sesión inaugural de esta Cumbre Mundial sobre Seguridad Alimentaria. Le saludo cordialmente y le agradezco sus amables palabras de bienvenida. Saludo, igualmente, a las Altas Autoridades aquí presentes y a todos los participantes. Como ya hicieron mis venerados Predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, deseo renovar mi estima por la labor de la FAO, a la que la Iglesia Católica y la Santa Sede prestan atención e interés por el servicio cotidiano que desempeñan todos los que trabajan en ella. Gracias a vuestro generoso trabajo, sintetizado en el lema Fiat Panis, el desarrollo de la agricultura y la seguridad alimentaria siguen siendo objetivos prioritarios de la acción política internacional. Estoy seguro de que este espíritu orientará las decisiones de esta Cumbre, como también las que se tomen en el intento común por vencer cuanto antes la batalla contra el hambre y la malnutrición en el mundo.

2. La comunidad internacional esta afrontando en estos años una grave crisis económico-financiera. Las estadísticas muestran un incremento dramático del número de personas que sufren el hambre y a esto contribuye el aumento de los precios de los productos alimentarios, la disminución de las posibilidades económicas de las poblaciones más pobres, y el acceso restringido al mercado y a los alimentos. Y todo esto, mientras se confirma que la tierra puede nutrir suficientemente a todos sus habitantes. En efecto, si bien en algunas regiones se mantienen bajos niveles de producción agrícola a causa también de cambios climáticos, dicha producción es globalmente suficiente para satisfacer tanto la demanda actual, como la que se puede prever en el futuro. Estos datos indican que no hay una relación de causa-efecto entre el incremento de la población y el hambre, lo cual se confirma por la deplorable destrucción de excedentes alimentarios en función del lucro económico. En la Encíclica Caritas in veritate, he señalado que "el hambre no depende tanto de la escasez material, cuanto de la insuficiencia de recursos sociales, el más importante de los cuales es de tipo institucional. Es decir, falta un sistema de instituciones económicas capaces, tanto de asegurar que se tenga acceso al agua y a la comida de manera regular y adecuada desde el punto de vista nutricional, como de afrontar las exigencias relacionadas con las necesidades primarias y con las emergencias de crisis alimentarias reales...". Y, he añadido también que: "el problema de la inseguridad alimentaria debe ser planteado en una perspectiva de largo plazo, eliminando las causas estructurales que lo provocan y promoviendo el desarrollo agrícola de los países más pobres mediante inversiones en infraestructuras rurales, sistemas de riego, transportes, organización de los mercados, formación y difusión de técnicas agrícolas apropiadas, capaces de utilizar del mejor modo los recursos humanos, naturales y socio-económicos, que se puedan obtener principalmente en el propio lugar, para asegurar así también su sostenibilidad a largo plazo" (n. 27). En este contexto, hay que oponerse igualmente al recurso a ciertas formas de subvenciones que perturban gravemente el sector agrícola, la persistencia de modelos alimentarios orientados al mero consumo y que se ven privados de una perspectiva más amplia, así como el egoísmo, que permite a la especulación entrar incluso en los mercados de los cereales, tratando a los alimentos con el mismo criterio que cualquier otra mercancía.

3. En cierto sentido, la convocatoria de esta Cumbre es ya un testimonio de la debilidad de los actuales mecanismos de la seguridad alimentaria y la necesidad de una revisión de los mismos. De hecho, aunque los Países más pobres se han integrado en la economía mundial de manera más amplia que en el pasado, la tendencia de los mercados internacionales los hace en gran medida vulnerables y los obliga a tener que recurrir a las ayudas de las Instituciones intergobernativas, que sin duda prestan una ayuda preciosa e indispensable. Sin embargo, el concepto de cooperación debe ser coherente con el principio de subsidiaridad, se han de implicar "a las comunidades locales en las opciones y decisiones referentes a la tierra de cultivo" (ibíd.), porque el desarrollo humano integral requiere decisiones responsables por parte de todos y pide una actitud solidaria que no considere la ayuda o la emergencia en función de quien pone a disposición los recursos o de grupos de élite que hay entre los beneficiarios. De cara a Países que manifiestan la necesidad que tienen de aportaciones exteriores, la Comunidad internacional tiene el deber de participar con los instrumentos de cooperación, sintiéndose corresponsable de su desarrollo, "mediante la solidaridad de la presencia, el acompañamiento, la formación y el respeto" (ibíd., 47). Dentro de este contexto de responsabilidad está el derecho de cada País a definir su propio modelo económico, previendo los modos para garantizar la propia libertad de decisiones y de objetivos. En dicha perspectiva, la cooperación debe llegar a ser un instrumento eficaz, libre de vínculos e intereses que pueden restar una parte nada despreciable de los recursos destinados al desarrollo. Además, es importante subrayar cómo la vía solidaria para el desarrollo de los Países pobres puede llegar a ser también una vía de solución para la actual crisis global. En efecto, sosteniendo con planes de financiación inspirados en la solidaridad estas Naciones, para que ellas mismas sean capaces de satisfacer las propias demandas de consumo y de desarrollo, no sólo se favorece el incremento económico en su interior, sino que puede tener repercusiones positivas para el desarrollo humano integral en otros Países (cf. ibíd., 27).

4. En la actual situación persiste todavía un nivel de desarrollo desigual entre y en las Naciones, que determina, en muchas áreas del planeta, condiciones de precariedad, acentuando la contraposición entre pobreza y riqueza. Esta desigualdad no sólo tiene que ver con los modelos de desarrollo, sino también, y sobre todo, con la forma que parece afianzarse de percibir un fenómeno como el de la inseguridad alimentaria. Existe el riesgo de que el hambre se considere como algo estructural, parte integrante de la realidad socio-política de los Países más débiles, objeto de un sentido de resignada amargura, si no de indiferencia. No es así, ni debe ser así. Para combatir y vencer el hambre es esencial empezar por redefinir los conceptos y los principios aplicados hasta hoy en las relaciones internacionales, así como responder a la pregunta: ¿qué puede orientar la atención y la consecuente conducta de los Estados respecto a las necesidades de los últimos? La respuesta no se encuentra en la línea de acción de la cooperación, sino en los principios que tienen que inspirarla: sólo en nombre de la común pertenencia a la familia humana universal se puede pedir a cada Pueblo, y por lo tanto a cada País, ser solidario, es decir, dispuesto a hacerse cargo de responsabilidades concretas ante las necesidades de los otros, para favorecer un verdadero compartir fundado en el amor.

5. No obstante, si bien la solidaridad animada por el amor excede la justicia, porque amar es dar, ofrecer lo "mío" a otro, ésta no existe nunca sin la justicia, que induce a dar al otro lo que es "suyo" y que le pertenece en razón de su ser y de su hacer. De hecho no puedo "dar" a otro de lo "mío", sin haberle dado antes lo que le pertenece por justicia (cf. ibíd., 6). Si se busca la eliminación el hambre, la acción internacional esta llamada no sólo a favorecer el crecimiento económico equilibrado y sostenible y la estabilidad política, sino también a buscar nuevos parámetros -necesariamente éticos y después jurídicos y económicos- que sean capaces de inspirar la actividad de cooperación para construir una relación paritaria entre Países que se encuentran en diferentes grados de desarrollo. Esto, además de colmar el desequilibrio existente, podría favorecer la capacidad de cada Pueblo de sentirse protagonista, confirmando así que la igualdad fundamental de los diferentes Pueblos hunde sus raíces en el origen común de la familia humana, fuente de los principios de la "ley natural" llamados a inspirar las opciones y las directrices de orden político, jurídico y económico en la vida internacional (cf. ibíd., 59). A este respecto, San Pablo nos ilumina con sus palabras: "No se trata -escribe- de aliviar a otros pasando vosotros estrecheces; se trata de nivelar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá nivelación. Es lo que dice la Escritura: "Al que recogía mucho, no le sobraba; y al que recogía poco, no le faltaba" (2 Co 8, 13-15).

6. Señor Presidente, Señoras y Señores, para combatir el hambre promoviendo un desarrollo humano integral es también necesario entender las necesidades del mundo rural, así como impedir que la tendencia a disminuir las aportaciones de los donantes cree incertezas en la financiación de las actividades de cooperación: se ha de evitar el riesgo de que el mundo rural pueda ser considerado, de modo miope, como una realidad secundaria. Al mismo tiempo, se ha de favorecer el acceso al mercado internacional de los productos provenientes de las áreas más pobres, hoy en día relegados a menudo a estrechos márgenes. Para alcanzar estos objetivos es necesario rescatar las reglas del comercio internacional de la lógica del provecho como un fin en sí mismo, orientándolas en favor de la iniciativa económica de los Países más necesitados de desarrollo, que, disponiendo de mayores entradas, podrán caminar hacia la autosuficiencia, que es el preludio de la seguridad alimentaria.

7. Tampoco se han de olvidar los derechos fundamentales de la persona entre los que destaca el derecho a una alimentación suficiente, sana y nutritiva, y el derecho al agua; éstos revisten un papel importante en la consecución de otros derechos, empezando por el derecho primario a la vida. Es necesario, por lo tanto, que madure "una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales de todos los seres humanos, sin distinciones ni discriminaciones" (Caritas in veritate, 27). Todo lo que la FAO ha realizado con paciencia, aunque por un lado ha favorecido la ampliación de los objetivos de este derecho sólo respecto a garantizar la satisfacción de las necesidades primarias, por otro lado, ha puesto de manifiesto la necesidad de una reglamentación adecuada.

8. Los métodos de producción alimentaria imponen igualmente un análisis atento de la relación entre el desarrollo y la tutela ambiental. El deseo de poseer y de usar en manera excesiva y desordenada los recursos del planeta es la primera causa de toda degradación ambiental. El cuidado ambiental, en efecto, se presenta como un desafío actual de garantizar un desarrollo armónico, respetuoso con el plan de la creación de Dios y, por lo tanto, capaz de salvaguardar el planeta (cf. ibíd., 48-51). Si toda la humanidad está llamada a tomar conciencia de sus propias obligaciones respecto a las generaciones venideras, es también cierto que el deber de tutelar el medio ambiente como un bien colectivo corresponde a los Estados y a las Organizaciones Internacionales. Desde este punto de vista, se debe profundizar en las conexiones existentes entre la seguridad ambiental y el fenómeno preocupante de los cambios climáticos, teniendo como focus la centralidad de la persona humana y, en particular, a las poblaciones más vulnerables ante ambos fenómenos. No bastan, sin embargo, normativas, legislaciones, planes de desarrollo e inversiones, hace falta un cambio en los estilos de vida personales y comunitarios, en el consumo y en las necesidades concretas, pero sobre todo es necesario tener presente ese deber moral de distinguir en las acciones humanas el bien del mal para redescubrir así el vínculo de comunión que une la persona y lo creado.

9. Es importante recordar -como he señalado en la Encíclica Caritas in veritate- que "la degradación de la naturaleza está estrechamente unida a la cultura que modela la convivencia humana: cuando se respeta la «ecología humana» en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia". Es verdad que "el sistema ecológico se apoya en un proyecto que abarca tanto la sana convivencia social como la buena relación con la naturaleza". Y que "el problema decisivo es la capacidad moral global de la sociedad". Por tanto, "los deberes que tenemos con el ambiente están relacionados con los que tenemos para con la persona considerada en sí misma y en su relación con los otros. No se pueden exigir unos y conculcar otros. Es una grave antinomia de la mentalidad y de la praxis actual, que envilece a la persona, trastorna el ambiente y daña a la sociedad" (ibíd., 51).

10. El hambre es el signo más cruel y concreto de la pobreza. No es posible continuar aceptando la opulencia y el derroche, cuando el drama del hambre adquiere cada vez mayores dimensiones. Señor Presidente, Señoras y Señores, la Iglesia Católica estará atenta siempre a los esfuerzos para vencer el hambre; trabajará por sostener, con la palabra y con las obras, la acción solidaria -programada, responsable y regulada- que los distintos componentes de la Comunidad internacional estén llamados a emprender. La Iglesia no pretende interferir en las acciones políticas; ella, respetuosa del saber y de los resultados de las ciencias, así como de las decisiones determinadas por la razón cuando son responsablemente iluminadas por valores auténticamente humanos, se une al esfuerzo por eliminar el hambre. Es este el signo más inmediato y concreto de la solidaridad animada por la caridad, signo que no deja margen a retrasos y compromisos. Dicha solidaridad se confía a la técnica, a las leyes y a las instituciones para salir al encuentro de las aspiraciones de las personas, comunidades y Pueblos enteros, pero no debe excluir la dimensión religiosa, con su poderosa fuerza espiritual y de promoción de la persona humana. Reconocer el valor transcendente de cada hombre y mujer es el primer paso para favorecer la conversión del corazón que pueda sostener el esfuerzo para erradicar la miseria, el hambre y la pobreza en todas sus formas.

Agradezco su atención y, para concluir, saludo con mis mejores deseos, en las lenguas oficiales de la FAO, a todos los Estados miembros de esta Organización:

God bless your efforts to ensure that everyone is given their daily bread.

Que Dieu bénisse vos efforts pour assurer le pain quotidien à chaque personne.

Dios bendiga sus esfuerzos para garantizar el pan de cada día para cada persona.

بَارَكَ اللهُ جُهُودَكُم لِضَمان الخُبْز اليَومِيِّ لِكُلِّ إنسان.

为确保每一个人都能够得到他的日常食粮,愿天主降福你们的努力。

Да благословит Господь ваши усилия, чтобы обеспечить каждого человека хлебом насущным.

Gracias.

[©Libreria Editrice Vaticana]

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