16.11.09

Pepiño tiene parte de razón

Permalink 13:38:17, por Luis Fernando, 854 palabras
Categorías : Cultura de la vida, Cristianos en la vida pública, Cultura de la muerte, Actualidad

 

Don José Blanco, ministro de Fomento y uno de los socialistas más dicharacheros de los últimos años, ha hablado sobre la relación entre la Iglesia y el Partido Popular en relación con el aborto. No es la primera vez que lo dice, pero ahora lo ha escrito en su blog:

Pero como católico lo que más me irrita no es la deriva autoritaria de quienes pretenden que sus creencias sean ley. Lo que más me irrita es la hipocresía episcopal.

Porque si el aborto es un crimen que tiene que ser perseguido, lo será de igual manera con la ley que está en vigor desde hace más de veinte años que con la que ahora propone el Gobierno. Se trataría del mismo crimen cuando gobernaba el PP y se practicaban en España más de medio millón de abortos legales que cuando gobierna Zapatero. Habrá que denigrar y excomulgar no sólo a los socialistas españoles, sino a los conservadores de todos los gobiernos europeos que han promulgado leyes de plazos iguales a la que vamos a votar en España. Habrá que organizar manifestaciones no sólo en Madrid sino en París, en Londres, en Berlín, en Amsterdam…

Pero nada de eso sucede. Nadie llamó asesino a José María Aznar, que gobernó ocho años con una ley que bajo el coladero del “daño psicológico” para la madre permite abortos prácticamente sin límite y sin control.

 

Pepiño tiene parte de razón. Pero sólo parte. No es cierto que la Iglesia no haya dicho nada sobre el aborto en tiempos del gobierno de Aznar. Lo hizo con motivo de la aprobación de la píldora abortiva RU-486 y con la conocida como píldora del día después. Los documentos pueden leerse en la web de la Conferencia Episcopal y el enlace a los mismos figura en el blog del padre Tomás de la Torre. Por tanto, miente quien diga que la Iglesia calló cuando Aznar dio pasos a favor de la cultura de la muerte. Pero no miente quien dice que la Iglesia no fue entonces tan radical como lo está siendo ahora, cuando recuerda que votar a favor de la ley del aborto es incompatible con comulgar en misa. José Blanco es de los que no es capaz de distinguir entre esa medida y la pena canónica de la excomunión, pero en relación a este tema eso es ya casi lo de menos.

Sería muy deseable por tanto que algún obispo dijera de forma explícita que tanto José María Aznar como todos aquellos que formaron parte de su gobierno en el momento en que se aprobaron esas píldoras, están en la misma situación objetiva de pecadores públicos que los que voten a favor de la nueva ley. Y de hecho, creo que va siendo hora de que la Iglesia diga a los políticos católicos que no sólo deben de abstenerse de votar a favor de leyes abortivas, sino que han de procurar, en cuanto esté en sus manos, acabar con las existentes. Dice la Escritura que “aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado” (Stg 4,17). Y no veo hoy mayor bien que acabar con la impunidad legal del aborto. Un presidente de gobierno católico no puede convivir con una ley abortista. Y si lo hace, debe ser amonestado e incluso sancionado por la Iglesia. Vuelve a ser una cuestión de conciencia. Como se ha dicho, a nadie se le obliga a ser católico, pero el que quiera serlo, que sea consecuente con su fe y sus principios.

En todo caso, no olvidemos que la futura ley empeora objetivamente la cuestión del aborto, convirtiéndolo en un derecho. Es decir, Pepiño puede decir que los obispos deberían de condenar también a los que en el PP no impidieron el aborto y además lo promovieron mediante las píldoras abortivas, pero eso no le exime a él de la obligación como católico de no votar a favor de la nueva ley. El que haya otros que son cómplices del asesinato, como dice monseñor Munilla, no le convierte a él en menos cómplice del mismo. Si él insiste en votar, la Iglesia deberá de prohibirle comulgar. Y a Bono, idem. Y también a Aznar, Esperanza Aguirre (cuyo gobierno financia abortos) y al resto de políticos populares responsables de medidas en contra de la vida. Por eso pido que haya una manifestación clara y rotunda de algún obispo en ese sentido. No hace falta que dé nombres. De eso ya nos encargamos otros. Basta con que haga referencia a los hechos acontecidos en el gobierno aznarista. Eso le haría mucho bien a la Iglesia, que daría una imagen de coherencia necesaria, y a la causa que defiende.

Luis Fernando Pérez