Censura necesaria

15.11.09 | 15:53. Archivado en Actualidad

 

Ciudadanos, tengo un reproche muy serio que dirigirles por afear mi gestión, cuando dedico el mejor talante a agradarles.

Me critican sádicamente, como si yo fuera Aznar, que sí se merecía los ataques, cuando los culpables de lo malo que ocurre en el país son ustedes.

Les aseguro que yo no erré al ordenar capturar a los dos piratas somalíes del Alakrana, ni al exigirle a la Abogacía del Estado y a la Fiscalía que los denunciara para que Garzón ordenara traerlos a España y los procesara.

La culpa fue únicamente de ustedes, sí, por incitarme a cometer ese desliz criticando mi anterior debilidad durante el secuestro del Playa de Bakio.

De esa manera me forzaron a ser contundente con los nuevos piratas: tenía que demostrar que soy enérgico.

Salió mal, pero por culpa de ustedes, porque si no llega a ser por su presión hubiera hecho las cosas de otra manera, no se cuál, pero sería algo diferente.

Sin embargo, yo les perdono, algo que no hicieron ustedes por mí cuando negocié con ETA para darle una salida honorable. Ustedes querían derrotarla porque son rencorosos, con un sentido errado de la justicia.

También les reprocho que fueran poco comprensivos conmigo por ser piadoso con De Juana Chaos, y que todavía protesten porque no quiero que se descubra la complicidad gubernativa con los etarras del bar Faisán, de Irún.

En el primer caso, yo ayudaba a que el preso estuviera libre para reeducarlo como pacifista tras haber cometido veinticinco asesinatos. Ya saben que ahora está deprimido, en Irlanda.

En el segundo, permití que mi gente alertara a los cobradores del “impuesto revolucionario” etarra en el bar Faisán para que huyeran porque, por el bien general, quería seguir negociando con los activistas sus condiciones para el País Vasco.

Pero ustedes, siempre negativo, nunca positifo. Y me restriegan incansablemente ahora, además, el paro, la recesión, la crisis, que yo no quería reconocer para no disgustarlos.

Ustedes son unos ingratos. No entienden mis sacrificios, pero por el bien general les exijo que se autocensuren y no me acosen más, especialmente algunos periodistas. Cállense antes de que tenga que resucitar la censura.

Aunque también podemos pagarles el silencio: pongan precio, que no hay nada que no podamos comprar, aunque endeudemos el país hasta el próximo milenio.