16.11.09

A Su Excelencia, el Sr. Ministro D. José Blanco

Permalink 23:35:56, por Guillermo Juan Morado, 1332 palabras
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15 Nov ¿Derecho o pecado? Pepe Blanco (Así se titula el post que comento del Sr. Ministro).

Dice el Sr. Ministro: “Soy católico. Como tal, estoy dispuesto a creer que el aborto es un pecado.

Pero antes soy ciudadano y demócrata. Y como tal, no estoy dispuesto a creer ni a admitir que el aborto tenga que ser un delito".

Pregunto yo: ¿Qué significa “antes"? ¿Hay alguna incompatibilidad, lógica o cronológica, entre catolicismo, ciudadanía y democracia? ¿Cuál?

 

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Dice el Sr. Ministro: “Como creyente, se me puede exigir que mi vida personal responda a los criterios morales derivados de mi fe. Pero como representante de los ciudadanos no se me puede exigir que pretenda imponer esos criterios por ley a toda la sociedad. Más bien se me tiene que exigir lo contrario: que defienda el derecho de todas las personas a vivir de acuerdo con sus propios valores, religiosos o de cualquier otro tipo".

Y yo me pregunto: Como ciudadano, ¿no cabe pedir, esperar y exigir que un Ministro sea fiel a su conciencia? Como católico, ¿no cabe esperar de otro que se dice católico que sea coherente con su fe en la vida pública? Usted, Sr. Ministro, debe defender que otros puedan vivir conforme a sus valores, siempre y cuando esos supuestos “valores” no nieguen los bienes, valores y derechos fundamentales. ¿O usted, Sr. Ministro, defendería el derecho de un racista a ser racista?

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Dice el Sr. Ministro: “La confusión entre pecado y delito, la idea obsoleta de que el Estado debe actuar como brazo ejecutor de la doctrina de la Iglesia, la injusta pretensión de obligar a todos a vivir según las creencias de algunos, la nunca abandonada aspiración de hegemonizar moralmente a la sociedad a través de las leyes, es la causa principal de que muchos sigan viendo hoy a la Iglesia Católica como un instrumento de opresión".

Pregunto yo: ¿Quién confunde pecado y delito? ¿Usted? ¿Conoce la distinción entre delito o censura canónica y delito según la legislación penal de un Estado? ¿Quién ha pedido que el Estado use su fuerza coactiva para que los católicos cumplan con el precepto dominical? ¿De verdad no piensa que algunos, ustedes, quieren imponer su modelo a todos? ¿Nunca lo ha sospechado?

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Dice el Sr. Ministro: “Y además, ha quedado lejos en la historia. Cuando Azaña pronunció su famosa frase: España ha dejado de ser católica, no quería decir que los españoles hubieran perdido la fe, sino que la religión había regresado al ámbito del que nunca debió salir, el de las convicciones íntimas y privadas, y que en el Estado moderno no hay ninguna posibilidad de aceptar que una doctrina religiosa dicte las leyes que afectan a todos".

Y pregunto yo: La fe, ¿no abarca a toda la persona? ¿No tiene implicaciones sociales y políticas? ¿No tiene el Estado moderno que tener en cuenta unas bases morales prepolíticas - comunes a todos los hombres, en tanto que seres racionales -, que también la Iglesia, aunque no exclusivamente la Iglesia, puede recordar?

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Dice el Sr. Ministro: “Casi todos los delitos son pecado (aunque hay que ver la indulgencia con la que la Iglesia ha contemplado secularmente algunos de ellos); pero lo que es pecado no tiene por qué ser delito. Llevar el catecismo al Código Penal es inasumible por una sociedad civilizada. La mujer que decida libremente interrumpir su embarazo puede ser que vaya al infierno; pero de ninguna manera tiene que ir a la cárcel".

Pregunto yo: ¿Es usted moralista? ¿Conoce a algún doctor de la Iglesia que diga que todos los pecados hayan de ser delito o (casi) todos los delitos, por el mero hecho de serlo y sin mayor especificación, necesariamente pecados? Que la mujer que, matando a su hijo, vaya o no a la cárcel no es cosa de la Iglesia, Sr. Ministro, es cosa de los legisladores y jueces.

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Dice el Sr. Ministro: “No hay ninguna amenaza eclesiástica que pueda inducirme, como miembro del Parlamento, a promover una legislación que convierta en delincuentes a las mujeres que quieren decidir sobre su maternidad. Y la obligación del legislador democrático, cualesquiera que sean sus convicciones íntimas, es garantizar que los ciudadanos puedan ejercer sus derechos en condiciones de libertad y de seguridad".

Y yo me pregunto: Para un católico, incluso para un no católico de recta conciencia, ¿el aborto es un derecho? ¿Un derecho cuyo ejercicio haya que garantizar en condiciones de libertad y seguridad?

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Dice el Sr. Ministro: “Pero como católico lo que más me irrita no es la deriva autoritaria de quienes pretenden que sus creencias sean ley. Lo que más me irrita es la hipocresía episcopal.

Porque si el aborto es un crimen que tiene que ser perseguido, lo será de igual manera con la ley que está en vigor desde hace más de veinte años que con la que ahora propone el Gobierno. Se trataría del mismo crimen cuando gobernaba el PP y se practicaban en España más de medio millón de abortos legales que cuando gobierna Zapatero. Habrá que denigrar y excomulgar no sólo a los socialistas españoles, sino a los conservadores de todos los gobiernos europeos que han promulgado leyes de plazos iguales a la que vamos a votar en España. Habrá que organizar manifestaciones no sólo en Madrid sino en París, en Londres, en Berlín, en Amsterdam…”

Y yo pregunto: ¿Persiguen los obispos los crímenes? ¿Cómo? ¿Quién puso en vigor la ley que está en vigor: los Obispos o ustedes? ¿Han justificado los Obispos los abortos cometidos durante el mandato del Sr. Anzar? ¿Dónde, cuándo, cómo? ¿Lo han excomulgado a Usted o a otro socialista conocido? ¿Han organizado los Obispos manifestaciones?

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Dice el Sr. Ministro: “Pero nada de eso sucede. Nadie llamó asesino a José María Aznar, que gobernó ocho años con una ley que bajo el coladero del “daño psicológico” para la madre permite abortos prácticamente sin límite y sin control. Pero se lo llaman a Zapatero por proponer una regulación que pone plazos, establece límites y condiciones objetivas para practicar el aborto, da garantías sanitarias y seguridad jurídica a las madres y a los médicos; y además trata de prevenir los embarazos no deseados, que son el origen de la inmensa mayoría de los abortos".

Y yo pregunto: ¿Los miembros de su partido nunca llamaron “asesino” a Aznar? ¿Algún Obispo ha llamado asesino a Zapatero?

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Dice el Sr. Ministro: “La jerarquía eclesiástica española ha formulado de hecho una nueva doctrina: la regulación legal del aborto es un crimen execrable siempre y cuando la impulse un gobierno socialista en España. Y es algo ante lo que puede hacerse la vista gorda cuando es la derecha quien la ampara, dentro o fuera de España".

Pregunto yo: ¿Dónde? Cite Usted el documento, por favor.

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Dice el Sr. Ministro: “Como diputado, voy a votar la ley del aborto a mucha honra. Y como católico, voy a decirle a los obispos que su discurso sobre este tema no sólo es reaccionario: es hipócrita. Y que mentir a sabiendas no es un delito, pero sí es un pecado".

Y yo opino: Lo que Usted haga es cosa suya, de su conciencia. Pero no espere que nos creamos que es usted un católico coherente o un político fiable. ¿Usted es consciente de sus mentiras? Porque si no lo es, no cometería pecado, por falta de plena advertencia. Pero engañar al pueblo, aunque no fuese pecado, debería ser delito.

Guillermo Juan Morado.