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Servicio diario - 19 de noviembre de 2009

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El Papa a las Universidades católicas: salvad la brecha entre fe y cultura
La investigación teológica debe estar al servicio de la evangelización

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Las Universidades Católicas tienen ante sí la urgencia de “superar la brecha existente entre la fe y la cultura”, para “un mayor compromiso de evangelización” del mundo actual.

Así lo afirmó hoy el Papa Benedicto XVI, al recibir, en el Aula Pablo VI, a los participantes en la 23ª Asamblea General de la Federación Internacional de Universidades Católicas (FUIC).

Esta asamblea, apuntó el Papa, coincide con dos aniversarios: el 30º de la Constitución apostólica de Juan Pablo II Sapientia christiana, y el 60º del reconocimiento eclesiástico de la propia FUIC, que había sido fundada a nivel civil en 1924.

Benedicto XVI subrayó la actualidad de Sapientia christiana, aún ahora, pues “en la sociedad de hoy, donde el conocimiento es cada vez más especializado y sectorial, pero que está cada vez más marcada por el relativismo, resulta aún más necesario abrirse a la sabiduría que viene del Evangelio”.

“En una cultura que manifiesta una falta de sabiduría, de reflexión, de pensamiento capaz de operar una síntesis orientativa , las Universidades católicas, fieles a su propia identidad”, están llamadas a promover una “nueva síntesis humanística”, un saber que sea "sabiduría capaz de orientar al hombre a la luz de sus primeros principios y de sus fines últimos, ¡un saber iluminado por la fe”, añadió el pontífice.

Los profesores y responsables de las Universidades católicas y facultades de la Iglesia deben estar “firmemente convencidos de que la Revelación cristiana es una fuerza transformadora, destinada a permear las formas de pensar, los criterios de juicio, las normas de actuación”.

Por tanto, el Papa apremió a que la Revelación constituya “el punto central de la enseñanza y de la investigación, además del horizonte que ilumina la naturaleza y las finalidades de toda Facultad eclesiástica”. +

Las ciencias sagradas, afirmó, deben por un lado “alcanzar, con la investigación teológica, un conocimiento más profundo de la verdad revelada”, y por otro “mantener contactos con los demás campos del saber para un diálogo fructífero, sobre todo con el fin de ofrecer una preciosa contribución a la misión que la Iglesia está llamada a llevar a cabo en el mundo”.

“El hombre, de hecho, es incapaz de comprenderse plenamente a sí mismo y al mundo sin Jesucristo: sólo Él ilumina su verdadera dignidad, su vocación, su destino último y abre el corazón a una esperanza sólida y duradera”.

En este sentido, el Papa explicó que las Universidades son “insustituibles” en la misión evangelizadora de la Iglesia, y que su fin es el de “saber para servir”.

“Es importante para todos, docentes y estudiantes, no perder nunca de vista el fin que se persigue, el de ser instrumento del anuncio evangélico”, subrayó.

Al mismo tiempo, concluyó, “es importante recordar que el estudio de las ciencias sagradas no debe separarse nunca de la oración, de la unión con Dios, de la contemplación”.

“De lo contrario las reflexiones sobre los misterios divinos corren el riesgo de convertirse en un vano ejercicio intelectual”.

[Por Inma Álvarez]



 

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El Papa se une al dolor de la Iglesia Ortodoxa Serbia
Funeral del patriarca Pavle, fallecido a los 95 años
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI se ha unido al dolor de la Iglesia Ortodoxa Serbia que este jueves se celebró en la catedral de San Sabas, en Belgrado, el funeral de su patriarca, su beatitud Pavle, fallecido el domingo pasado a los 95 años.

Más de doscientos mil fieles participaron en la ceremonia, llenando las calles de la capital. En el rito, estuvieron presentes el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, y, en representación del Papa, el cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio.

El purpurado llevó un mensaje de pésame de Benedicto XVI, dirigido al arzobispo Amfilohije, metropolita de Montenegro y Locum, quien mantiene el trono de la Iglesia Ortodoxa Serbia durante esta sede vacante.

En el mensaje, el Papa expresa su "sentido pésame", asegurando su "unión en la oración a quienes lloran a su padre y pastor".

Recuerda que "en una larga vida al servicio del Evangelio, el difunto patriarca dio testimonio de fe y de fortaleza espiritual incluso en momentos particularmente difíciles, caracterizados por conflictos y guerras".

El pontífice pide al Señor que "su ejemplo pueda ser de consuelo para los corazones de sus fieles y para tantas otras personas de buena voluntad, que, alentadas por su perseverancia" se comprometerán "a vivir plenamente la fe cristiana y a servir con celo la gran causa de la reconciliación y de la paz".

El Papa recuerda "con gratitud la generosa y cálida acogida" que el patriarca Pavle ofreció a los miembros de la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa en su conjunto durante la asamblea plenaria de septiembre de 2006, celebra en Belgrado.

"Otros muchos han sido los gestos de fraternidad con la Iglesia católica y los encuentros entre católicos y ortodoxos que han tenido lugar con su bendición. Que el dolor por la pérdida del patriarca Pavle --desea Benedicto XVI-- se transforme en segura esperanza del 'nacimiento al Cielo' y su recuerdo siga inspirando un fuerte crecimiento espiritual del pueblo al que sirvió con entrega y generosidad".

"Que su recuerdo sea también una invitación a todos a continuar por el camino del diálogo y de la búsqueda de la comunión plena entre todos los discípulos de Cristo", concluye.

El patriarca, cuyo nombre de pila era Gojko Stojčević, nació el 11 de septiembre de 1914, en el pueblo de Kućanci, cerca de Donji Miholjac en la actual Croacia. Tomó el nombre de Pavle (Pablo) al entrar al monasterio tras la segunda guerra mundial.

Fue elegido obispo de Ras y Prizren (incluye todo Kosovo) en 1957, misión que desempeñó durante 33 años hasta ser elegido patriarca (1990).

Su período comenzó en pleno proceso de disgregación de la República Socialista Federal de Yugoslavia. Mantuvo a la Iglesia Serbia alejada de las luchas políticas y alzó su palabra para que se solucionaran los problemas con el diálogo, y pidió que Serbia fuera un Estado democrático.


Pero los momentos más difíciles vinieron tras las guerras entre el gobierno central de Belgrado y las repúblicas separatistas de Eslovenia, Croacia, Bosnia-Herzegovina y Macedonia, cuando estalló el conflicto en Kosovo.

 

Pavle, que ya como obispo de la zona había denunciado la difícil situación de las poblaciones cristianas de Kosovo, decidió comprometerse en primera persona para salvaguardar a los últimos serbios que se quedaron a vivir en esa provincia.

Uno de los momentos decisivos de su patriarcado tuvo lugar el 24 de septiembre de 2000, cuando Slobodan Milošević no quiso reconocer la victoria en las elecciones de su adversario Vojislav Koštunica: el patriarca Pavle reconoció en nombre de la Iglesia Ortodoxa a Koštunica como presidente elegido. Aquel pronunciamiento fue decisivo para que Milošević comprendiera que había llegado su hora de abandonar el poder.

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Beatificación de Juan Pablo II, entre rumores y certezas
No hay fecha para la beatificación

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- En las últimas semanas se han multiplicado los artículos de órganos de prensa y los posts de blogs en los que se han anunciado fechas para la beatificación de Juan Pablo II. En realidad, por el momento, no son más que suposiciones o cálculos de expertos.

El cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia, durante 40 años su secretario privado, de visita en Argentina respondía este miércoles: "todo depende del Papa" Benedicto XVI.

Las informaciones se han multiplicado con motivo de la reunión de cardenales y obispos que se celebró el 16 de noviembre en la Congregación de las Causas de los Santos para pronunciarse sobre la heroicidad de las virtudes de Karol Wojtyla.

Dado que el voto de los participantes está sometido al secreto pontificio, preguntar o publicar el resultado significa colaborar en la violación de este secreto.

Según el proceso de las causas de los santos, en caso de que el resultado haya sido positivo, corresponde al Papa ahora firmar el decreto de virtudes heroicas. En caso de que todo haya seguido un itinerario positivo, según el calendario, el decreto podría ser publicado en diciembre.

Si así fuera, Juan Pablo II recibiría el título de "venerable". Se trataría de un paso importante, pero no decisivo, para su elevación a los altares. Después tendrá que analizarse un milagro atribuido a la intercesión de Karol Wojtyla después de fallecido por una comisión médica, una comisión de teólogos y una comisión de cardenales.

Sólo después del parecer positivo de estas tres comisiones, Benedicto XVI podría poner su firma al decreto de reconocimiento del milagro, que abriría las puertas a su beatificación.

Según informaciones de prensa, que habría que confirmar cuando se diera el nuevo paso en el proceso, parece que el milagro que está presentando la postulación es el que experimentó una religiosa francesa al quedar curada inexplicablemente de Parkinson (la enfermedad que padeció Wojtyla).

¿Cuánto tiempo puede llevar cada uno de los pasos de este proceso? Nadie lo puede saber. Los expertos en información vaticana pueden hacer cálculos comparando otros casos, pero no son más que cálculos.

De hecho, el proceso está siguiendo el itinerario ordinario, pues Benedicto XVI sólo eximió del período de espera de cinco años para abrir la causa, como había sucedido también en el caso de la Madre Teresa de Calculta.

El cardenal Dziwisz ha asegurado que él ni sus hermanos obispos polacos están haciendo presiones: "No queremos que el Papa vaya apurado, debe analizarlo bien porque también a él lo une la figura de Juan Pablo II", precisó en una conferencia de prensa en la pinacoteca de la nunciatura apostólica en Buenos Aires.

A quien le preguntó si Juan Pablo II realizó milagros en vida (que no son analizados en el proceso como condición para la beatificación), el purpurado polaco respondió: "De eso no podíamos hablar, lo teníamos prohibido, pero ya muerto, hay muchas cosas registradas, y documentadas".

El arzobispo de Cracovia puso el ejemplo de un obispo que se había curado de cáncer en lo que algunos atribuyeron un milagro de Juan Pablo II. El Papa fallecido interrumpió diciendo: "No es obra del hombre, es obra de Dios".

Por Jesús Colina

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Presentado en el Vaticano “Un Modelo Alternativo de Desarrollo Humano Integral”
Una propuesta esperanzadora para América Latina del CELADIC

CIUDAD DEL VATICANO, jueves, 19 noviembre 2009 (ZENIT.org).- El director general del Centro Latinoamericano para el Desarrollo, la Integración y Cooperación (CELADIC), Luis Enrique Marius, presentó este miércoles en la Santa Sede la propuesta “Un Modelo Alternativo de Desarrollo Humano Integral” ante varios prelados y representantes de diferentes dicasterios de la Santa Sede.

“Este es un hermoso regalo que nos hace el CELADIC, para avanzar efectivamente hacia un cambio ante las enormes necesidades y urgencias de nuestros pueblos, que no pueden esperar más”, afirmó el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa, haciendo referencia a la propuesta de “Un Modelo Alternativo de Desarrollo Humano Integral”, que esta institución de laicos está presentando en la región latinoamericana, según ha informado a ZENIT este organismo.

“Si queremos una Latinoamérica y un mundo, más justo y solidario, debemos romper los intentos de querer privatizar nuestra dimensión religiosa y espiritual, que muchos intentan agotarla en una hora de práctica semanal”, afirmó el profesor Luis Enrique Marius, director general del CELADIC, ante varios prelados y representantes de diferentes dicasterios de la Santa Sede, en la Sede de la Pontificia Comisión para América Latina.

“Es el momento de pensar e impulsar un modelo alternativo de desarrollo humano integral, a partir de la riqueza del humanismo cristiano y la enseñanza social de la Iglesia, y esto no podemos hacerlo desde las sacristías, sino desde nuestro compromiso coherente y concreto en los sectores políticos, económicos, sociales y académico-culturales, donde estamos insertos”.

La presentación es parte de un proceso que se viene gestando en los diferentes países de la región latinoamericana y a nivel internacional.

El profesor Marius fundamentó la propuesta del CELADIC ante la crisis que históricamente padece la región, la necesidad de nuevos parámetros para comprender e interpretar el “cambio de época” que se vive, la urgencia de respuestas efectivas a la crisis internacional, la conceptualización de un desarrollo integral fundado en la centralidad de la persona y el trabajo humanos, y la necesidad de promover un a nueva clase dirigente coherente con la identidad latinoamericana y en función de las legítimas aspiraciones y necesidades de sus pueblos.

El CELADIC es un “espacio de encuentro” con más de trescientos miembros de todos los países latinoamericanos, entre los que se encuentran dirigentes sociales, empresariales, políticos, académicos, estudiosos y técnicos, que –indican- se sienten “interpelados por el desafío múltiple y radical representado por el crecimiento sostenido y difícilmente reversible de la miseria, la pobreza y la marginalidad social y cultural en toda la región latinoamericana”.

Este aumento de la pobreza sucede “en el marco de una profunda y generalizada crisis, que se expresa en todas las áreas y sectores y que genera un alto índice de desesperanza en nuestras gentes, dudas en nuestros pueblos sobre la convivencia en paz, el significado del obrar según la justicia y la solidaridad, la estima por la libertad, así como el creciente descrédito de las clases dirigentes, clima propicio para preocupantes aventuras políticas”.

Inspirados en el humanismo cristiano, han elaborado y editado en marzo de 2009, un modelo de desarrollo humano integral, intentando de esta forma llenar el peligroso vacío de pensamiento y de propuestas existentes en la región, incluso ante la persistente crisis internacional.



 

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Santa Sede: la educación, clave para garantizar la seguridad en la carretera
Monseñor Marchetto en la primera Conferencia Ministerial Global sobre el tema

MOSCÚ, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Con su potencial educativo, las instituciones eclesiales pueden proporcionar una preciosa contribución a la instauración de una sociedad caracterizada por la seguridad en la carretera.

Así lo afirmó el arzobispo Agostino Marchetto, secretario del Consejo Pontificio para la Pastoral con Migrantes e Itinerantes, al intervenir hoy en Moscú como representante de la Santa Sede en la “Primera Conferencia Ministerial Global sobre la seguridad en la carretera: el tiempo de acción”, que se celebra hasta mañana viernes.

La Conferencia, como explicó el prelado, tiene el objetivo de “mejorar la seguridad del tráfico global a través de medidas concretas y apropiadas”.

La Iglesia católica, recordó, ve la movilidad sobre todo como “un desarrollo positivo para la humanidad”.

En todas sus formas y sus aspectos, de hecho, “es una característica de la vida humana y del desarrollo cultural, que son, a su vez, inseparables del desarrollo de economías apropiadas”.

Los diversos sistemas de transporte, subrayó el arzobispo, permiten “encontrar trabajo adecuado y beneficiarse, entre otras cosas, de servicios básicos en el ámbito sanitario, social y cultural”.

De la misma forma, la movilidad tiene también “una función social y de mercado fundamental, en cuanto que los bienes pueden ser transportados de su lugar de producción a través de redes apropiadas de distribución para después llegar al consumidor”.

Tanto si sucede por objetivos económicos, sociales, didácticos o recreativos, la movilidad proporciona por tanto un “vínculo humano entre las personas y las culturas y favorece la interacción y el diálogo humano”.

El fenómeno, recordó el prelado, no está con todo exento de problemas, que plantean “desafíos urgentes para las instituciones y los individuos”.

En este contexto, la Iglesia intenta afrontar estas cuestiones “promoviendo una conciencia renovada de las responsabilidades morales relacionadas con la movilidad, como la observancia de las normas de tráfico, que es necesaria para evitar accidentes y tragedias”.

Con este fin, el dicasterio del que el arzobispo es secretario ha publicado, por ejemplo, un documento específico en 2007, las “Orientaciones para la Pastoral de la calle”, que busca “promover una mejor coordinación entre las diversas actividades e iniciativas de la Iglesia, incluida la colaboración con las autoridades civiles de cara a animar y estimular a las Conferencias Episcopales de los distintos países para desarrollar y promover este cuidado pastoral, allí donde sea posible”.

Importancia de la instrucción

Sobre la seguridad en la carretera, monseñor Marchetto explicó que tanto la Iglesia como el Estado están llamados – “cada uno en su propia esfera de responsabilidad” – a proporcionar una instrucción adecuada a los problemas y a las actitudes ligadas a la seguridad en el tráfico.

Si el Estado “tiene un papel que jugar a nivel político, administrativo, penal, ligado al trabajo, técnico y civil”, también la Iglesia puede contribuir a alcanzar estos objetivos, “principalmente a través del potencial educativo que tienen las instituciones eclesiales, sobre todo para niños y jóvenes”.

En este esfuerzo de prevención, la escuela es de hecho “de vital importancia” porque en ella los jóvenes “aprenden el respeto por las demás personas y se convierten conscientes de que los problemas del tráfico forman parte del uso y del disfrute de los bienes comunes y deberían ser tratados con sensibilidad”.

“La formación prioritaria debería llegar también a las familias, en las que los padres y los miembros más ancianos son invitados no solo a reconsiderar sus propias actitudes hacia los problemas generales relativos a la seguridad en el tráfico, sino a transmitirlas a los miembros más jóvenes, acrecentando la conciencia no sólo entre los automovilistas, sino también entre los usuarios de la carretera de diverso tipo: en este grupo están los ancianos y los inválidos”, añadió el arzobispo.

Aunque los nuevos medios de transporte son hoy “una de las más deseables expresiones de la tecnología”, que es “una expresión de la libertad humana”, esta última es realmente auténtica “sólo cuando responde a la fascinación de la tecnología con decisiones que son fruto de la responsabilidad moral”, reconoció.

“Conseguir esta responsabilidad es la clave para tener éxito en nuestro trabajo común” concluyó monseñor Marchetto. “La Santa Sede busca un modo de cooperar y promover asociaciones en todas estas esferas diferentes con el fin de hacer también nuestras calles y medios de transporte más seguros para todos”.

[Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez]

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Monseñores Monteiro y Bruguès, consultores de Doctrina de la Fe
Nombramientos del Papa de esta semana

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El Papa ha nombrado a los secretarios de las Congregaciones para los Obispos y para la Educación Católica, monseñores Manuel Monteiro de Castro y Jean-Louis Bruguès, respectivamente, consultores de la Congregación para la Doctrina de la Fe, informó este jueves la Oficina de Información de la Santa Sede.

Monseñor Monteiro es secretario de la congregación para los Obispos desde el pasado 3 de julio y fue nuncio apostólico en España desde el año 2000 hasta hace pocos meses.

Nacido en Portugal en 1938, es licenciado en Derecho Canónico y entró en el Servicio Diplomático de la Santa Sede en 1967.

Monseñor Bruguès nació en 1943 en Francia. Tras licenciarse en Economía y Derecho, entró en la Orden de los Predicadores en 1968.

Juan Pablo II le nombró obispo de Angers en el año 2000, y Benedicto XVI le llamó a colaborar con él en la Santa Sede hace poco más de dos años.

El colegio de consultores de la Congregación para la Doctrina de la Fe participa, con los miembros del dicasterio, en las reuniones semanales de esta congregación vaticana dedicada a promover y tutelar la doctrina de la fe y la moral en todo el mundo católico.

Por otra parte, Benedicto XVI también nombró hoy al profesor de teología de la Universidad estadounidense de Notre Dame de South Bend John C. Cavadini, miembro de la Comisión Teológica Internacional.

Cavadini está especializado en patrística y teología de principios de la Edad Media y ha estudiado con especial interés la teología de san Agustín y la historia de la exégesis bíblica, tanto de Oriente como de Occidente.

Trabaja en la universidad de Indiana, en la que el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, fue investido doctor honoris causa el pasado mes de mayo.

Este miércoles, el Santo Padre nombró obispo de Port-Vila (Vanuatu) al padre Jean (John) Bosco Baremes, S.M., consejero de la Provincia de Oceanía de los Padres Maristas.

Un día antes, Benedicto XVI había aceptado las renuncias del obispo de Sapporo, en Japón, presentada por monseñor Peter Toshio Jinushi, y del arzobispo de la arquidiócesis camerunesa de Douala, el cardenal Christian Wiyghan Tumi, a quien sucedió el coadjutor de la misma diócesis, monseñor Samuel Kleda.

El lunes, el Papa aceptó la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Qeenstown, de Sudáfrica, presentada por monseñor Herbert Nikolaus Lenhof, S.A.C.

Y el sábado14 de noviembre, la Santa Sede hizo públicos diversos nombramientos: el del nuevo obispo de Antsirabé, de Madagascar, monseñor Philippe Ranaivomanana, y el de la diócesis estadounidense de Fort Wayne-South Bend, monseñor Kevin Carl Rhoades.

El Santo Padre también aceptó ese día la renuncia del obispo de Udon Thani, en Tailandia, presentada por monseñor George Yod Phimphisan, C.Ss.R., a quien sustituye el sacerdote Joseph Luechai Thatwisai.

Nombró arzobispo metropolitano de Milwaukee, en los Estados Unidos, a monseñor Jerome Edward Listecki; y obispo de Molegbe, en la República Democrática del Congo, a monseñor Dominique Bulamatari.

El 13 de noviembre, el Papa nombró obispo coadjutor de la diócesis de Ndola, en Zambia, a monseñor Alick Banda.

Y nombró al hasta entonces jefe de Oficina de la Primera Sección de la Secretaría de Estado, Giovanni D'Ercole, F.D.P., obispo auxiliar de la arquidiócesis italiana de L'Aquila.



 

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Mundo


China: reacciones del clero a la carta del cardenal Bertone
Un texto accesible en internet en chino

CHANGSHA, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org) – Accesible en internet en chino, la carta del cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado, a los sacerdotes de China ha sido atentamente estudiada por el clero chino, indica la agencia de las Misiones extranjeras de París (MEP), “Eglises d'Asie”.

Publicada el 16 de noviembre en inglés, italiano y chino en la web de Fides, agencia de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, y de Radio Vaticano, la carta del cardenal Bertone encontró rápidamente su camino para llegar a la China popular, donde sus destinatarios la han estudiado con atención.

El documento insiste en la importancia, para la Iglesia católica en China, de la reconciliación en el seno de la comunidad católica y recuerda a los sacerdotes que es en la Eucaristía donde encuentran la fuerza para cumplir plenamente su ministerio sacerdotal.

Además, en la misiva, los obispos están también invitados a garantizar que la formación inicial y la formación permanente del clero esté adaptada a las necesidades del momento.

Preguntado por la agencia Ucanews, el padre John Li Hongwei, de la parte “oficial” de la diócesis de Changsha (en la provincia de Hunan), considera que la carta es oportuna y representa una ayuda útil para guiar a los sacerdotes a actuar según el Evangelio.

La sede episcopal de Changsha ha estado vacante durante nueve años y los sacerdotes tienden a trabajar de manera autónoma, sin mucha cooperación entre ellos.

Esa falta de unidad en el trabajo pastoral es potencialmente una fuente de dificultades, explica el sacerdote.

Para el padre Paul Bai Chunlong, joven sacerdote de la diócesis “oficial” de Jilin, la llamada a los obispos a velar con “una particular atención” por sus sacerdotes enviados, poco después de su ordenación, sólo se aprecia sobre el terreno.

“A veces, cuando hay poco seguimiento, los sacerdotes pueden encontrarse aislados, expuestos a tentaciones fuertes y múltiples”, precisa el sacerdote, que enseña en un gran seminario del noreste del país.

Y añade que la evocación de la figura del cura de Ars como modelo para el clero de hoy en China le llega personalmente.

En cuanto al énfasis, en la carta enviada desde Roma, en “la reconciliación en el seno mismo de la comunidad católica”, el padre Bai considera que la iniciativa debe surgir de los mismos obispos, tanto los que pertenecen a la parte “clandestina” como los de la parte “oficial” de la Iglesia.

“Tres compañeros de mi clase, de la época de la escuela primaria, se han convertido en sacerdotes “clandestinos” y, durante mucho tiempo, hemos perdido el contacto; actualmente, nos llamamos por teléfono y nos encontramos regularmente”, explicó.

En Jujian, el padre Jean-Baptiste es sacerdote “clandestino” de la diócesis de Mindong. Valora mucho la preocupación expresada por el cardenal Bertone por los sacerdotes chinos.

Tanto el clero como los laicos están actualmente impregnados del mundo en el que viven, “un mundo muy secularizado” y se acoge favorablemente el énfasis en la necesidad de reforzar la formación espiritual.

El sacerdote destaca que una gran parte del clero chino ha recibido una formación intelectual y espiritual light, incluso incompleta.

Preguntado por la agencia AsiaNews, un obispo de unos cuarenta años destaca las consecuencias de esta falta de formación.

“Algunos sacerdotes están siempre ocupados con su ordenador e internet, y faltan a su misión de proporcionar apoyo espiritual a los laicos”, indica.

“En cuanto a nosotros, los jóvenes obispos, sentimos la necesidad de una formación complementaria, pero no siempre sabemos a dónde dirigirnos”, añadió.

Además, debido a la falta de ordenaciones sacerdotales durante treinta años, la Iglesia en China presenta la siguiente peculiaridad: entre los aproximadamente tres mil sacerdotes y obispos (“clandestinos” y “oficiales” indistintamente), se encuentra un grupo, que va en descenso, de personas muy mayores y un grupo, poco a poco predominante, de personas jóvenes (sacerdotes y obispos de entre 30 y 50 años).

Esta diferencia de edad, indica el sacerdote “clandestino” de Mindong, no es neutra: los obispos mayores tienden a perder la energía suficiente para dirigir a sus jóvenes sacerdotes y los obispos jóvenes ven delicado hacerse respetar por sacerdotes de su misma edad.

Según el padre Chen Xiaofeng, decano del gran seminario de Shijiazhuang, en Hebei, la carta del cardenal Bertone aporta un apoyo a todas las iniciativas para reforzar la formación espiritual en la Iglesia.

No porque el número de vocaciones aumente en China, deben rebajarse los criterios para aceptar a los seminaristas, opina.

El discernimiento de las vocaciones es crucial, subraya, si no queremos que, en el plano espiritual, una formación inadecuada en el seminario dé lugar a la ordenación de sacerdotes que no actúen según las exigencias del ministerio del que han sido revestidos.



 

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“La causa más profunda de la crisis reside en una imagen falseada del hombre”
Dijo el presidente de los obispos europeos al abrir la Asamblea Plenaria

BRUSELAS, jueves, 19 noviembre 2009 (ZENIT.org).- Este miércoles en Bruselas, monseñor Adrianus van Luyn, obispo de Rotterdan y presidente de la Comisión de los Episcopados de la Comunidad Europea (COMECE), en el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de otoño, que durará hasta el 20 de noviembre, trazó las líneas principales del diálogo de este organismo con las instituciones de la Unión Europea, y aseguró que “la causa más profunda de la crisis económica reside en una imagen falseada del hombre”.

El presidente de la COMECE inició su discurso recordando acontecimientos de los últimos meses como la elección del Parlamento Europeo, del 4 al 7 de junio pasado, y el cierre de la ratificación del Tratado de Lisboa.

Se refirió también a que hoy jueves, los jefes de Estado y de gobierno se reunirían para proveer por primera vez los dos puestos creados por el Tratado de Lisboa: el puesto de presidente del Consejo Europeo y el de “Alto representante para la política exterior”, que será también vicepresidente de la Comisión Europea. Para nosotros “será interesante saber quien ocupará en el futuro estos puestos clave”, afirmó.

En la segunda parte de su discurso, monseñor Van Luyn abordó “Los mayores desafíos en un futuro próximo”. Afirmó que  “es un diálogo abierto y regular el que mantiene la UE con las Iglesias y Comunidades religiosas sobre la base de su aportación particular”. Señaló que “este diálogo de hecho, y la confianza entre instituciones europeas e Iglesias ha aumentado con los años” y reconoció que “el mérito es también del trabajo de la COMECE”.

Lograda la elaboración de los instrumentos, añadió monseñor Van Luyn, “se trata de saber cómo y con qué objetivos deseamos conducir el diálogo”. Por lo que indicó que habrá que mantener con las instituciones un “diálogo sobre el diálogo”.

Más allá de ello, indicó, “debemos igualmente plantearnos la cuestión de saber ‘sobre qué materias queremos entrar en diálogo con la Unión Europea”. No se trata, dijo, de la “preocupación sobre nosotros mismos o nuestras prerrogativas” sino del intento de “hacer fructificar en el proceso político la Buena Noticia de Jesucristo, que es válida de modo igual para todos los hombres”. Para hacerlo, la COMECE, añadió, debe “fundarse en la Doctrina Social de la Iglesia, en todo su alcance y en los dos pilares que son la dignidad humana y el bien común”.

Refiriéndose a la próxima cumbre sobre el clima de Copenhague indicó que “tras el encuentro de la APEC el fin de semana pasado, está ya claro que no habrá acuerdo en Copenhague sobre el protocolo que sustituya a Kyoto”. Sugirió que “debería sin embargo ser posible un acuerdo político sobre objetivos precisos”. “Estos podrían podrían conducir a la adopción de un nuevo procolo el año próximo, en Bonn o en México”.

“Los climatólogos lamentan –aseguró- que los objetivos de los países industrializados para la reducción de los gases de efecto invernadero no sean lo suficientemente ambiciosos para limitar a 2ºC el máximo de recalentamiento del planeta de aquí a fin de siglo”.

Monseñor Van Luyn recordó que, en el marco del diálogo con las instituciones de la UE, el Secretariado de la COMECE se ha implicado a varios niveles para que quienes deciden en la UE vigilen especialmente el bien de las generaciones futuras y de los habitantes de los países en vías de desarrollo.

El presidente de la COMECE se refirió al Tratado de no proliferación de armas nucleares que será renegociado en mayo próximo. “Habiéndose dado el surgimiento de nuevas potencias nucleares como India, Pakistán y Corea del Norte y del inquietante interrogante sobre el hecho de saber si y cuándo Irán se unirá a este Club, estas negociaciones revisten una importancia mayor”, afirmó.

En otro punto de sus discurso, monseñor Van Luyn abordó los estímulos para una Economía social de mercado duradera. En este sentido afirmó que “la causa más profunda de la crisis económica reside en una imagen falseada del hombre. El concepto de un hombre como homo oeconomicus enteramente fijado en la optimización de los beneficios y la promoción de los derechos individuales, en los últimos decenios, ha guiado la política europea de múltiples maneras. En este momento de crisis es sin embargo notorio que la aspiración a un producto interior bruto siempre más elevado y al crecimiento de los ingresos por habitante no equivale a una mayor satisfacción del hombre y al mismo tiempo atenta contra los fundamentos naturales de la vida”.

Por ello, añadió, hay que alegrarse de la serie de iniciativas significativas que ponen en cuestión los instrumentos de medida de la eficacia económica y del progreso social actualmente en vigor. “En la ‘síntesis humanista’ recomendada por el Papa Benedicto XVI –afirma--, el progreso deberá ser definido de modo diferente. Para hacerlo, el recurso a la tradición cristiana puede igualmente contribuir a la reflexión. Así, en la concepción cristiana, cada hombre es concebido por Dios y la protección de la vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, es el valor más elevado. Además las relaciones que teje cada ser humano no son de importancia secundaria, sino que forman parte de las condiciones esenciales, como la familia, de una vida humana plena”.

Recordó que con la adopción del Tratado de Lisboa, la Unión Europea se ha comprometido a crear en Europa una Economía social de mercado duradera. En los próximos meses, las instituciones europeas van a deliberar sobre una nueva estrategia decenal para el desarrollo económico y social, que deberá reemplazar la estrategia de Lisboa. Está previsto que el Consejo Europeo de Madrid en marzo de 2010 adopte una decisión en este sentido.

Mientras tanto, dijo, se ha propuesto que el secretariado de la COMECE organice un Diálogo con representantes del Parlamento y de la Comisión sobre la concepción del hombre y de la sociedad sobre la que se basará esta nueva estrategia. Y concluyó expresando el deseo de que las conferencias episcopales en los estados miembros busquen igualmente tales contactos con vistas a la cumbre de Madrid.

Por Nieves San Martín


 

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El inmenso patrimonio cristiano de Kosovo corre todavía peligro
Testimonio del obispo abad del monasterio de Visoki  Dečani en el Parlamento italiano
ROMA, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- El inmenso patrimonio religioso, histórico, artístico y cultural del cristianismo ortodoxo en Kosovo corre peligro si la comunidad internacional no garantiza el Estado de derecho, denuncia la Iglesia ortodoxa de Serbia.

El obispo Teodosije Sibalic, abad del monasterio ortodoxo serbio de Visoki Dečani, ha lanzado el grito de alarma en una declaración transmitida a ZENIT, enviada con motivo de un encuentro con la prensa organizado el 17 de noviembre en la Cámara de los Diputados de Italia por la asociación "Salva los monasterios".

El obispo no pudo participar en ese encuentro a causa del fallecimiento de Su Beatitud Pavle, el patriarca ortodoxo de Belgrado, a los 95 años, cuyo funeral ha tenido lugar este jueves.

"La nuestra es una región de mayoría musulmana en la que, aun habiendo pasado diez años desde el fin de la guerra civil y a pesar de la llegada de las fuerzas de paz de la OTAN, la verdadera paz y la libertad para la comunidad cristiana ortodoxa todavía no han llegado", explica el prelado en su declaración.

La presencia en la región de un elevado número de iglesias y monasterios hace que Kosovo tenga gran importancia para la Iglesia ortodoxa serbia.

"No es exagerado afirmar --escribió el obispo Teodosije-- que para nosotros Kosovo representa una segunda Tierra Santa, una especie de 'Jerusalén serbia'".

Sin embargo, sólo en el reciente periodo desde el final de la guerra, han sido destruidas o gravemente dañadas en la región --por los extremistas albano kosovares-- 150 iglesias y monasterios, entre ellos lugares medievales de importancia mundial.

En este sentido, Teodosije destaca la ayuda prestada en particular por el contingente de las fuerzas de la OTAN presente en el territorio para frenar la violencia y tutelar los lugares sagrados.

De la necesidad de tutelar estos sitios, nació la asociación "Salva los monasterios" con el objetivo de sensibilizar a la opinión pública sobre el peligro de desaparición de un relevante patrimonio artístico-religioso en Kosovo y en otros lugares del mundo.

"Geográficamente --afirma el abad del monasterio ortodoxo serbio de Visoki Dečani--, Kosovo forma parte de Europa, pero es difícil imaginar un futuro europeo para esta región si continúan las violaciones de los derechos religiosos, civiles y humanos, de la comunidad ortodoxa cristiana y la destrucción de monumentos medievales símbolos de nuestra espiritualidad y cultura".

Aunque es cierto "que los albaneses han sufrido mucho durante la guerra, permitirles vengarse de la comunidad cristiana ortodoxa prolongará el odio y el rencor", mientras "siguen sin ser atendidos los llamamientos de los líderes e intelectuales albaneses".

"Los países europeos --señaló Sibalic- deben insistir con mayor fuerza para que el respeto de la ley y del orden y el cumplimiento de los estándares democráticos representen los criterios principales de su apoyo político", condicionando las ayudas de la comunidad internacional "al retorno de los expulsados, a la restauración de las casas, a la protección de los lugares de culto".

"La única manera de lograr la estabilidad política de la región --concluye Sibalic-- es conseguir un acuerdo entre Belgrado y Pristina basado en el respeto de las convenciones internacionales y en el derecho de los ciudadanos a las libertades civiles, humanas y religiosas".

[Por Chiara Santomiero, traducción del original italiano por Patricia Navas]

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“Sin Dios la humanidad pierde grandeza y belleza”
El cardenal Tarcisio Bertone a los médicos católicos

ROMA, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- “Quien pretende sustituir a Dios con su propia autonomía, pierde la propia vida porque rechaza al que la ha creado y encaminado al cumplimiento definitivo y glorioso de su plan de salvación”

Con estas palabras pronunciadas durante la homilía, el cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, invitó a los miembros del Consejo Nacional de las Asociaciones Médicas Católicas Italianas (AMCI) a reflexionar sobre la crisis moral que parece atenazar a la sociedad moderna.

El viernes 13 de noviembre, en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, dentro de la Ciudad del Vaticano, el Secretario de Estado transmitió a la AMCI el “más vivo ánimo para proseguir vuestra misión” de parte del pontífice Benedicto XVI.

“El Papa -precisó el purpurado- os acompaña con la oración, y a vosotros que formáis parte del Consejo Nacional os envía su bendición, extendiéndola a todos los socios”.

Abordando los desafíos de la modernidad, el cardenal Bertone recordó que “la actividad del médico católico se revela útil no sólo para los fines de la salud física, sino también, en cierto modo, de la salud moral y espiritual del paciente”.

Y ello, continuó, porque “cuerpo y espíritu están en el hombre tan unidos, que el uno influye en el otro, y vuestra tarea principal es tutelar y promover la vida en su realización integral”.

El cardenal se refirió a la crisis de civilización que caracteriza a nuestro tiempo, en el que “la misma medicina, que por su naturaleza debe tender a la defensa y al cuidado de la vida humana, en algunos de sus sectores se presta cada vez más a realizar actos contra la persona”.

En este sentido, destacó “la urgencia de educar en la cultura de la vida”.

“Por una parte, se asiste a la eliminación de vidas humanas nacientes o que se encuentran en el ocaso; por otra, a la conciencia le resulta cada vez más difícil distinguir el bien del mal en lo que afecta al mismo valor fundamental de la vida humana”, explicó.

Refiriéndose a la “Caritas in veritate”, el Secretario de Estado vaticano denunció la “concepción material y mecanicista de la vida humana” que reduce el amor sin verdad a “una cáscara vacía que llenar arbitrariamente” y puede comportar efectos negativos para el desarrollo humano integral.

Según el purpurado, para educar en la cultura de la vida, es necesario “poder contemplar en todo ser humano el reflejo de la belleza y del amor de Dios”.

Porque “sin Dios, el hombre deja de percibirse a sí mismo como “misteriosamente otro” respecto a las diversas criaturas terrenas, y es considerado como uno de tantos seres vivos, como un organismo que, como mucho, ha alcanzado un estado muy elevado de perfección”, señaló.

En referencia a la “Evangelium vitaedel Papa Juan Pablo II, el cardenal Bertone destacó que es “propiamente en la distancia entre Dios y el hombre” donde “se encuentra el motivo que lleva a perder el valor de la vida humana con la consiguiente presunción de poderla gestionar ignorando al creador”.

En este contexto, el Secretario de Estado vaticano denunció el aborto y las muertes a causa del hambre. “Hay vidas que no son noticia y cuya pérdida no da sobresaltos”, lamentó.

“Hay batallas sacrosantas para salvar la vida de condenados a pena de muerte y para salvaguardar el derecho a la vida también de quienes han cometido graves delitos -añadió-, mientras se considera legal y justa la muerte de inocentes, con leyes aprobadas por mayorías en Parlamentos civiles”.

“La emotividad o las ideologías y las razones políticas sustituyen en la práctica a la conciencia rectamente iluminada”, constató.

En respuesta a los que pretenden sustituir a Dios con su propia autonomía, el cardenal Bertone propuso “el testimonio de los creyentes que reafirman la primacía de Dios sobre todo: éste es de hecho el único camino que conduce al hombre a su plena realización”.

[Por Antonio Gaspari, traducción del original italiano por Patricia Navas]

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Guatemala: La Iglesia, contra una ley que obliga a dar educación sexual escolar
La norma tiene irregularidades e inconstitucionalidades, advierten los obispos

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN, jueves, 19 noviembre 2009 (ZENIT.org).- El arzobispo de Guatemala, cardenal Rodolfo Quezada Toruño, anunció que se presentará ante la Corte de Constitucionalidad un recurso contra la ley que obliga a las escuelas a dar educación sexual, que incluye los métodos de planificación familiar, pues vulnera el derecho de los padres a educar. La Comisión Episcopal de Pastoral Educativa emitió un comunicado expresando su “profunda preocupación” por el contenido del texto legal.

La Comisión de Pastoral Educativa de la Conferencia Episcopal de Guatemala, con la asistencia del cardenal arzobispo de Santiago de Guatemala, monseñor Rodolfo Quezada Toruño, emitió un comunicado el 5 de noviembre, en el que se dirige “a las autoridades de Gobierno y Educación del país y a la sociedad civil” para expresar “su profunda preocupación” por la reciente aprobación del “Reglamento de la Ley de Acceso Universal y Equitativo de servicios de planificación familiar y de su integración en el programa de salud reproductiva”, decreto número 87-2005 del Congreso de la República.

En dicho Reglamento, afirma el comunicado, existen, entre otros defectos: Desde el punto de vista legal, hay irregularidades conceptuales, inconstitucionalidades evidentes e ilegalidades de procedimiento.

Respecto a la cuestión de los conceptos, explica la nota, no se define palabras básicas como “género”, “poblaciones postergadas” y “barreras médicas”, cuya precisión es imprescindible para poder entender el Reglamento.

Sobre las inconstitucionalidades, la nota señala el artículo 6º, que “detalla los ejes trazados en la transformación curricular implementada detallando los componentes contentivos de la misma para menores de 7 a 9 años y de 10 a 12 años, lo que atenta contra el artículo 71 de la Constitución que garantiza la libertad de enseñanza y de criterio docente (por el lado de los centros educativos); y contra el artículo 73 que garantiza el derecho de los padres de escoger la educación que ha de impartirse a sus hijos, impidiéndoles reglamentariamente oponerse al tipo de “educación sexual” que estipula el Reglamento”.

En lo tocante al procedimiento, señala el comunicado, es sospechoso el involucramiento en el proceso de compra, adjudicación, almacenamiento y distribución a nombre del Ministerio de Salud, del IGSS (Instituto Guatemalteco de Seguridad Social) y “otras entidades publicas y privadas del sector salud” (Capítulo II, Art. 3) sin indicar quién dispone dichas entidades y como es que se promueven y al mismo tiempo proveen los productos de la llamada Planificación Familiar.

“Concretamente el Capítulo V menciona a APROFAM, una ONG establecida en Guatemala como ofertante de métodos anticonceptivos y a la vez parte de la Comisión de Aseguramiento de los mismos”, denuncia la nota.

Pedagogía

Desde el punto de vista educativo, señala la nota, “preocupa el que no se menciona adecuadamente la abstención de actividad sexual y el retraso de las mismas en niños y adolescentes, tal y cuya eficacia se ha demostrado por sobre la simple instrucción fisiológica y contraceptiva en mucha regiones del mundo en la adolescencia”.

Además, el enfoque de los temas “no respeta la evolución psicopedagógica de los niños y adolescentes en el tema afectivo sexual, que no es puramente fisiológico sino relacional: la propensión a este aspecto en los contenidos del Ley, del Reglamento y de algunos materiales y acciones confiadas irresponsablemente a ONG’s como APROFAM constituye un atentado al aspecto psicopedagógico de los niños y adolescentes”.

Por estos y varios defectos de orden jurídico, médico y sobre todo pedagógico que confluyen todos en el aula, la Comisión de Educación de la Conferencia Episcopal hace un llamamiento “a la conciencia de los padres de familia, y de los educadores y educadoras de todos los niveles de la sociedad guatemalteca para reflexionar la inviabilidad de dicho Reglamento”.

“Como se ha dicho –añade--, la misma Ley a la que sirve ese Reglamento constituye una falla legal al despreciar los legítimos derechos familiares al acceso de conocimiento y decisión de los Padres de Familia –parte fundamental de la comunidad educativa- sobre los contenidos de la educación de sus hijos e hijas”.

El “analfabetismo humanístico y pedagógico” –concluye el comunicado- “que sustenta la Ley y el Reglamento que la sirve, doblegando la Educación Nacional a la presión desinformativa y parcial de grupos interesados, hace revivir hoy el lamento del profeta Isaías: ‘¡Ay de los que llaman al bien mal!’ aplicable a quienes falsifican la defensa del bien y de la verdad y con lenguajes ambiguos de ‘justicia, salud y educación’ pero atentan en el fondo contra la vida y la dignidad de la persona humana, hoy lastimosamente, en el debilitado campo de la Educación nacional de la niñez y de la
Juventud”.



 

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Flash


Las grandes religiones explicadas a los muchachos en un DVD
 
CIUDAD DEL VATICANO, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Ya se encuentra disponible el DVD "Las grandes religiones", una producción de "HDH communications", editor católico que distribuye en exclusiva los documentales del Centro Televisivo Vaticano.

Destinado a los muchachos, este DVD explica en dibujos animados las grandes religiones monoteístas --cristianismo, judaísmo e islam-- y tres religiones orientales --hinduismo, budismo, sintoísmo--.

Francesco Robatto, presidente de "HDH Communications" confiesa su orgullo al poder publicar este DVD, "pues como católicos creemos seriamente que, en la sociedad de hoy, el conocimiento de los diferentes credos religiosos constituye la base del diálogo y del respeto recíproco".

El DVD está disponible en tres idiomas: español, inglés e italiano. Puede comprarse en www.hdhcommunications.com

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Entrevistas


La situación y el papel de los greco-católicos en Rumanía
Entrevista al arzobispo mayor de la Iglesia Rumana Unida con Roma

ROMA, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Publicamos a continuación un artículo aparecido en el número de noviembre de Paulus, dedicado a la Primera carta a Timoteo y al tema “Pablo el organizador”.

 



* * *

El pasado 19 de septiembre, Benedicto XVI se encontró con los cabezas de las iglesias orientales católicas en Castel Gandolfo, acogiendo la repetida petición de un encuentro común para discutir sobre la situación de Oriente Medio y de los católicos orientales, presentes también fuera de sus fronteras.

Paulus compartió con algunos Patriarcas y Arzobispos mayores las realidades de las Iglesias que pastorean, sus alegrías y preocupaciones. De estos coloquios resulta que tanto en las grandes iglesias patriarcales de Oriente Medio como en las pequeñas, como en los Arzobispados mayore s del Este de Europa o los Exarcados, tienen que afrontar graves problemas.

Las palabras de Su Beatitud Lucian Mureşan, arzobispo mayor de la Iglesia Rumana Unida con Roma, Greco-Católica, están marcadas por el sufrimiento de una Iglesia aún hoy oprimida e incomprendida. “San Pablo – recuerda – sigue aún enseñando, corrigiendo, guiando, exhortando. Hoy nosotros, corintios, gálatas, romanos, filipenses... cristianos... ¿podemos estar de acuerdo con él, cuando observaba el amor recíproco que vivían los cristianos? ¿Nos amamos de verdad?”

-Su Beatitud, recorramos la historia de esta Iglesia vuestra tan probada...

Arzobispo Lucian Mureşan: Hablar de la Rumanía cristiana significa volver al Anno Domini 105, cuando la Dacia fue conquistada por el emperador Trajano y las legiones romanas, mezclándose con la población local, dieron lugar a un nuevo pueblo, con una nueva lengua y con una nueva fe, la cristiana: el pueblo rumano. La leyenda narra que el apóstol Andrés evangelizó el Ponto Euxino, la región del actual Mar Negro, aunque entonces no se podía hablar aún de pueblo rumano.

Posteriormente a la matriz latina, Rumanía permaneció bajo la influencia bizantina y, con el gran cisma de 1054, quedó separada de Roma. En el 1700 los ortodoxos de Transilvania – una de las tres grandes provincias rumanas, junto con la Moldavia y la Valaquia – se reunieron con Roma. Nació así la Iglesia Greco-Católica de Rumanía. En 1948, por orden de Stalin, esta Iglesia fue declarada fuera de la ley: sus doce obispos, junto a todos los sacerdotes y religiosos, fueron encarcelados. Los fieles, fueron obligados a convertirse en ortodoxos. A lo largo de los difíciles años del comunismo siete de aquellos obispos, más de 350 sacerdotes y muchísimos fieles murieron en prisión. En 1989, a la caída del régimen, la Iglesia Greco-Católica volvió a ser libre, la vida eclesiástica comenzó a reorganizarse, los seminarios y algunas de las escuelas confesionales volvieron a abrir, y los fieles greco-católicos volvieron a adquirir, finalmente, la libertad de culto.

-Prueba de esta libertad reconquistada es la presencia de múltiples confesiones en el territorio.

Arzobispo Lucian Mureşan: De hecho los hermanos ortodoxos son el 85%, los católicos alrededor del 12%, que incluyen los católicos latinos de lengua rumana, húngara, alemana, polaca, eslovaca, un pequeño grupo de católicos armenios, y de greco-católicos de lengua rumana, húngara y ucraniana. Hay seis diócesis latinas y cinco eparquías greco-católicas, pero existe una sola Conferencia Episcopal, aun existiendo el Sínodo para la Iglesia greco-católica. También hay algunos protestantes de antigua fecha – luteranos, calvinistas, unitarianos – y también neoprotestantes como los baptistas, los adventistas y los pentecostales. Como presencia interreligiosa, tenemos algunos hebreos y una pequeña minoría musulmana.

-Veinte años después de la caída del comunismo, ¿cuál es la situación de la Iglesia greco-católica?

Arzobispo Lucian Mureşan: Estamos viviendo un renacimiento muy sufrido, que con todo es una “primavera”, como decía Juan Pablo II. Actualmente hay entre 750.000 y 800.000 fieles, con cerca de 900 sacerdotes y 200 seminaristas. También la vida monástica se está recuperando, a pesar de que aún no se nos han devuelto ninguno de nuestros antiguos monasterios confiscados por el Estado. No faltan tampoco las vocaciones a la vida religiosa, tanto masculina como femenina. Los jóvenes mantienen a la Iglesia intentando vivir los valores transmitidos por sus padres como verdaderas piedras vivas. Los nuevos sacerdotes que han realizado sus estudios en las distintas universidades de Europa, volviendo a casa, empiezan a hacer revivir el esplendor de la vida litúrgica y empiezan a pensar cómo adecuar la teología según el espíritu del Concilio Vaticano II.

-Pero hay una espina...

Arzobispo Lucian Mureşan: Sí, y muy dolorosa. El Estado, que durante el régimen comunista, en 1948, expropió a la Iglesia Greco-Católica de todos sus bienes, debería hacer algún tipo de reparación, material y moral. Se ha hecho algo, pero aún queda mucho.

Pero lo que nos duele más profundamente son las relaciones difíciles con nuestros hermanos ortodoxos. Durante nuestra persecución tomaron posesión de todas nuestras iglesias y monasterios, y se esperaba, tras la caída del régimen, que serían tan amables de llamar a sus hermanos greco-católicos para celebrar y utilizar juntos las iglesias, dado que compartimos la misma liturgia. De las 2.588 iglesias que nos pertenecían en 1948 hemos conseguido recuperar sólo 200: una desproporción que demuestra poca disponibilidad al diálogo. Los hermanos ortodoxos están en nuestras iglesias y nosotros estamos fuera. En cualquier caso, se celebra alternándose.

En la región de Banat, en el sudoeste, tenemos relaciones muy buenas con el Metropolita ortodoxo Nicolae Corneanu: aunque no ha hecho todo lo posible a los greco-católicos, sí ha restituido todo lo que le han pedido y que necesitaban, creando un clima de sincera hermandad.

-Es estos años el diálogo teológico y ecuménico ha reflexionado mucho sobre la “propia esencia” de los greco-católicos. ¿Qué significa, hoy, ser greco-católico?

Arzobispo Lucian Mureşan: Aún ahora en Rumanía como en el resto de Europa, para algunos parecemos una piedra de escándalo. Los hermanos ortodoxos no nos quieren – para ellos somos unos traidores – y bastantes veces tampoco los latinos comprenden nuestra identidad. Se greco-católico, en este momento histórico, significa llevar adelante una herencia de martirio – con humildad y dignidad – por el Señor, por la Iglesia y por el primado petrino. Esta Iglesia no se ha quedado de rodillas tras la caída del comunismo y no quiere otra cosa que vivir en armonía con los hermanos ortodoxos, por la salud espiritual de nuestros fieles.

-¿Cuáles son los mayores desafíos y los deberes que advierte para su Iglesia?

Arzobispo Lucian Mureşan: Estamos en una época en la que la Iglesia cada vez es menos escuchada y el mensaje evangélico a menudo es burlado. Nuestro desafío es el de conseguir dar testimonio de nuestra autenticidad como seguidores de Cristo Resucitado y de su Evangelio como bizantinos en plena comunión con el Papa, precisamente cuando nadie nos quiere. Conseguir mostrar, con humildad y sencillez, que somos el otro pulmón de la Iglesia y el puente para la unidad de los cristianos. En todo esto se busca el deber fundamental de la Iglesia: difundir la esperanza evangélica; predicar la Verdad en la Caridad y promover la cultura del bien y de la vida.

-¿Cómo se pueden definir las relaciones con Roma?

Arzobispo Lucian Mureşan: Aún recuerdo el grito de la multitud – “Unitate! Unitate! Unitate!” – que se alzó durante la visita del papa Juan Pablo II a Bucarest en mayo de 1999. Fue un grito surgido de un verdadero deseo de unidad, sentido y deseado por todo el pueblo. Se trató de un abrazo sincero entre dos personas que sabían que la unidad es el bien más grande para la cristiandad. En Italia y en toda Europa la Iglesia latina, tras aquella visita, abrió generosamente las puertas de muchas iglesias a los rumanos ortodoxos, ofreciendo la posibilidad de crear parroquias y diócesis en todo Occidente. Por desgracia nuestros hermanos ortodoxos no han tenido ni tienen la misma actitud hacia nosotros. Roma en cambio ha mostrado siempre gran disponibilidad, sea con la Iglesia ortodoxa, sea con la católica de ambos ritos. Lo demuestra también la generosidad con que ofrece bolsas de estudio a los estudiantes rumanos greco-católicos, ortodoxos y latinos en las universidades pontificias.

-¿Qué papel específico pueden ustedes desempeñar, en el camino ecuménico?

Arzobispo Lucian Mureşan: El diálogo ecuménico es un imperativo para todos, pero para los greco-católicos lo es en virtud de nuestra propia identidad. Somos bizantinos ex oriente y somos parte integrante de la comunidad católica, empujada por el deseo del Señor y de su Iglesia, ut unum sint.

Por esto, en los últimos veinte años, los greco-católicos han sido incorporados a todas las estructuras ecuménicas que la Iglesia católica promueve. El papel precisamente de los greco-católicos en el camino ecuménico es el de ser el pulmón oriental de la Iglesia Católica, como también dar testimonio de que podemos ser ortodoxos en plena comunión con Roma, manteniendo íntegra la tradición, los ritos y las normas litúrgicas y canónicas propias de Oriente. Y sobre todo podemos mostrar que la comunión con Roma no es confusión ni asimilación, y mucho menos uniformización, sino unidad en la libertad y en la caridad.

-¿Qué pueden ofrecer los greco-católicos de Rumanía a la Iglesia universal?

Arzobispo Lucian Mureşan: No mucho, sólo el tributo de la sangre de sus mártires sobre el altar de la fe, ofrecido con gratuidad, humildad y modestia. Damos gracias al Señor porque, a su llamada a tomas cada uno consigo su propia cruz, nuestros antepasados respondieron: “Aquí estamos, Señor, hágase en nosotros tu voluntad”. La sangre de los mártires de Rumanía, Ucrania, Bulgaria y de todo el bloque detrás del Telón de Acero se derramó por el nacimiento de los nuevos cristianos en Europa. Este es el intercambio de dones del que hablaba Juan Pablo II y del que nos sentimos honrados.

[Por Daniela D’Andrea, traducción del italiano por Inma Álvarez]





 

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Documentación


Benedicto XVI: Las universidades católicas, al servicio de la misión de la Iglesia
Discurso a los participantes de la XXIII Asamblea de la FIUC

CIUDAD DEL VATICANO, jueves 19 de noviembre de 2009 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso pronunciado hoy por el Papa Benedicto XVI, al recibir, en el Aula Pablo VI, a los profesores y estudiantes de los Ateneos Romanos Pontificios y a los participantes en la 23ª Asamblea Genera de la Federación Internacional de Universidades Católicas.

******



 



 

Señores cardenales,

venerados hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio,

ilustres Rectores, Autoridades académicas y profesores,

queridos estudiantes, hermanos y hermanas

Os acojo con alegría y os doy las gracias por haber venido ad Petri Sedem, para ser confirmados en vuestro importante y comprometido deber de la enseñanza, del estudio y de la investigación al servicio de la Iglesia y de toda la sociedad. Agradezco cordialmente al cardenal Zenon Grocholewski por las palabras que me ha dirigido presentando este encuentro, en el que recordamos dos aniversarios particulares, el 30º de la Constitución apostólica Sapientia christiana, promulgada el 15 de abril de 1979 por el Siervo de Dios Juan Pablo II, y el 60º aniversario del reconocimiento por parte de la Santa Sede del Estatuto de la Fédération Internationale des Universités Catholiques (FIUC).

Estoy contento de hacer memoria con vosotros de estos significativos aniversarios, que me ofrecen la posibilidad de manifestar una vez más el papel insustituible de las Facultades eclesiásticas y de las Universidades católicas en la Iglesia y en la sociedad. El Concilio Vaticano II ha lo había subrayado claramente en la Declaración Gravissimum educationis, cuando exhortaba a las Facultades eclesiásticas a profundizar en los diversos sectores de las ciencias sagradas, para tener un conocimiento cada vez más profundo de la Revelación, para explorar el tesoro de la Sabiduría cristiana, favorecer el diálogo ecuménico e interreligioso, y para responder a los problemas que están surgiendo en el ámbito cultural (cfr n. 11). El mismo Documento conciliar recomendaba promover las Universidades católicas, distribuyéndolas en las diversas regiones del mundo y, sobre todo, cuidando su nivel cualitativo para formar personas versadas en el saber, preparadas para dar testimonio de su fe en el mundo y a llevar a cabo tareas de responsabilidad en la sociedad (cfr n. 10). La invitación del Concilio encontró vasto eco en la Iglesia. Hoy existen, de hecho, más de 1.300 Universidades católicas y casi 400 Facultades Eclesiásticas, difundidas en los cinco continentes, muchas de las cuales han surgido en las últimas décadas, en testimonio de una creciente atención de las Iglesias particulares por la formación de los eclesiásticos y de los laicos en la cultura y en la investigación.

La Constitución apostólica Sapientia christiana, desde sus primeras expresiones, muestra la urgencia, aún actual, de superar la brecha existente entre la fe y la cultura, invitando a un mayor compromiso de evangelización, en la firme convicción de que la Revelación cristiana es una fuerza transformadora, destinada a permear las formas de pensar, los criterios de juicio, las normas de actuación. Es capaz de iluminar, purificar y renovar las costumbres de los hombres y sus culturas (cfr Proemio, I) y debe constituir el punto central de la enseñanza y de la investigación, además del horizonte que ilumina la naturaleza y las finalidades de toda Facultad eclesiástica. Desde esta perspectiva, mientras se subraya el deber de los cultivadores de las disciplinas sagradas de alcanzar, con la investigación teológica, un conocimiento más profundo de la verdad revelada, se anima al mismo tiempo a los contactos con los demás campos del saber para un diálogo fructífero, sobre todo con el fin de ofrecer una preciosa contribución a la misión que la Iglesia está llamada a llevar a cabo en el mundo. Después de treinta años, las líneas de fondo de la Constitución apostólica Sapientia christiana conservan aún toda su actualidad. Es más, en la sociedad de hoy, donde el conocimiento es cada vez más especializado y sectorial, pero que está cada vez más marcada por el relativismo, resulta aún más necesario abrirse a la “sabiduría” que viene del Evangelio. El hombre, de hecho, es incapaz de comprenderse plenamente a sí mismo y al mundo sin Jesucristo: sólo Él ilumina su verdadera dignidad, su vocación, su destino último y abre el corazón a una esperanza sólida y duradera.

Queridos amigos, vuestro compromiso de servir a la verdad que Dios ha revelado participa de la misión evangelizadora de la Iglesia: es por tanto un servicio eclesial. Sapientia christiana cita, al respecto, la conclusión del Evangelio según Mateo: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a guardar todo lo que yo os he mandado” (Mt 28,19-20). Es importante para todos, docentes y estudiantes, no perder nunca de vista el fin que se persigue, el de ser instrumento del anuncio evangélico. Los años de los estudios eclesiásticos superiores se pueden comparar con la experiencia que los Apóstoles vivieron con Jesús: estando con él aprendieron la verdad, para convertirse después en anunciadores en todas partes. Al mismo tiempo es importante recordar que el estudio de las ciencias sagradas no debe separarse nunca de la oración, de la unión con Dios, de la contemplación – como lo recordé en la reciente catequesis sobre la teología monástica medieval – de lo contrario las reflexiones sobre los misterios divinos corren el riesgo de convertirse en un vano ejercicio intelectual. Toda ciencia sagrada, al final, remite a la “ciencia de los santos”, a su intuición de los misterios del Dios vivo, a la sabiduría, que es don del Espíritu Santo, y que es el alma de la "fides quaerens intellectum" (cfr Audiencia General, 21 de octubre de 2009).

La Federación Internacional de las Universidades Católicas (FIUC) nació en 1924 por iniciativa de algunos Rectores y reconocida 25 años después por la Santa Sede. Queridos Rectores de las Universidades católicas, el 60o aniversario de la erección canónica de esta Federación vuestra es una ocasión de lo más propicia para hacer un balance de la actividad llevada a cabo y para trazar las líneas de los compromisos futuros.

Celebrar un aniversario es dar gracias a Dios que ha guiado nuestros pasos, pero es tomar también de la propia historia ulterior empuje para renovar la voluntad de servir a la Iglesia. En este sentido, vuestro lema es también un programa para el futuro de la Federación: Sciat ut serviat, saber para servir. En una cultura que manifiesta una "falta de sabiduría, de reflexión, de pensamiento capaz de operar una síntesis orientativa" (Enc. Caritas in veritate, 31), las Universidades católicas, fieles a su propia identidad que hace de la inspiración cristiana un punto cualificado, están llamadas a promover una “nueva síntesis humanística” (ibid., 21), un saber que sea "sabiduría capaz de orientar al hombre a la luz de sus primeros principios y de sus fines últimos” (ibid., 30), un saber iluminado por la fe.

Queridos amigos, el servicio que lleváis a cabo es precioso para la misión de la Iglesia. Mientras formulo a todos sinceros deseos para el año académico iniciado hace poco y por el pleno éxito del Congreso de la FIUC, confío a cada uno de vosotros y a las instituciones a las que representáis a la protección maternal de María Santísima, Sede de la Sabiduría, y con agrado os imparto a todos la Bendición Apostólica.

[Traducción del italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]



 

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