5.06.10

Itinerarios de oración
1.-Jesucristo

A las 12:55 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Itinerarios de oración
 

En el camino que nos lleva a Dios, a quien ansiamos y a quien buscamos en nuestra vida ordinaria, tiene una notable importancia esa relación directa que establecemos con Jesucristo, hermano nuestro, con María, Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, con el Espíritu Santo, aliento de Dios y, por último, con el Ángel Custodio que Dios destinó para que nos guardase. Es por esto que en esta relación tan especial que supone, más que nada, el hecho de orar o de rezar, cabe indicar un, a modo, de “itinerario de oración” como posibilidad de establecer un contacto vivificador con aquellas personas que son, para nosotros, un hilo conductor de impagable valor espiritual.

Así, y por esto podríamos establecer un “camino de interioridad”, podríamos decir, mediante el cual, invoquemos, en cada ocasión, a quien creamos indispensable para nuestra vida, en solicitud de intercesión, ayuda, auxilio.

Por otra parte, de las oraciones que en la serie “Itinerarios de oración” van a ir apareciendo, una de ellas, en cada número de la serie, corresponde a una que lo es de uso común entre los creyentes católicos y el resto han sido creadas por el autor de la serie. Lo son, por lo tanto, de uso privado y no han tenido aprobación de organismo eclesiástico alguno.

JESUCRISTO

Jesús

 

A Jesucristo, como hermano nuestro que es, debemos dirigirnos como lo haríamos con una tal persona. Del hermano siempre podemos esperar ayuda, auxilio, comprensión y, porqué no, consuelo en la tribulación.

Pero hay que tener en cuenta que Jesús no sólo es hermano sino que también es Dios. Esto, que además es verdad por la evidencia que nos dejó de ello en su vida, ahí están las Sagradas Escrituras (todas ellas, el Antiguo y el Nuevo Testamento), nos ha de infundir, en nuestra oración, un respeto que, seguramente, podríamos no tener si demandáramos sostén de un hermano de sangre (o sea cual sea la relación de hermandad, natural o adoptiva). Por eso pedir para los demás y para uno mismo, pero, sobre todo para y por los demás, necesitados, como todos estamos, de auxilio, ha de estar impregnado, por una parte, de la seguridad de la respuesta del hermano; por otra, de la confianza en la misericordia de Dios y, por último, por el convencimiento de que seremos, si somos perseverantes (no puede cansar la oración ni el rezo, aunque éste sea repetitivo), por el amor inagotable de Dios.

ORACIÓN PARA INICIO

Jesucristo, que convivió con nosotros, está, aún,
con nosotros, Aleluya.

CONTRICIÓN

¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido, y también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Amén.

ORACIÓN DE ALABANZA

Jesucristo, Tú que pisaste la tierra que nosotros
pisamos; Tú que conviviste con los hermanos;
Tú que recorriste los duros caminos de tu vida,
abundando en amor y perdón,
humildad y mansedumbre, repleto de los dones de Dios.
Jesucristo, hermano, Tú que quisiste transmitirnos
el mensaje que traías del Padre;
Tú que trataste de que no sucumbiéramos al pecado,
que no fuéramos falsos con el amor hacia el Creador,
que no mintiésemos en nuestro corazón, de donde salen
las obras; Tú, Jesucristo, ejemplo de camino de vida
y de luz de Dios, divina huella que nos sustenta;
Tú, Jesucristo, esperanza perpetua, Gracia, Don,
Tú que, con Dios, sois lo mismo, permanece siempre,
permanece como auxilio.
Amén.

JESUCRISTO-DIOS

De tu divinidad, Jesús parte y forma de Dios,
de tu divinidad, seguridad dada por la boca del Padre,
exultante amor que nace desde el principio,
otorgando amor a quien lo acoge y estima.
De tu divinidad, Jesús, conocemos tu paso
porque creemos en él, en esa huella que seguimos
porque reconocemos la estela de tu paso,
paso que es de Dios porque tienes su Espíritu.
De tu divinidad, Jesús, recibimos su ahora
porque siempre ha estado con nosotros,
porque no nos abandonará nunca, como dijiste,
hasta tu Parusía, cuando Dios-Tú quieras.

ORACIÓN DE SÚPLICA

Alabado Dios, que mediante Jesucristo, nos diste ejemplo
de cómo debía ser nuestra vida, de cómo debía ser
nuestro comportamiento, por dónde no debíamos caminar
ni seguir un paso incierto porque en Él no estabas tú.
Alabado Dios, sometiéndome a tu voluntad toda,
Asumiendo la divinidad de tu hijo, te pido (pídase).

Pero que no se haga tu voluntad sino la tuya.

Padre nuestro, Avemaría, Gloria

 

A mayor gloria de Dios.

Eleuterio Fernández Guzmán