Pide a los cristianos que sigan en Oriente Medio
El Papa dice desde Chipre que el mundo necesita la Cruz
"Un mundo sin cruz sería un mundo sin esperanza"
Redacción, 05 de junio de 2010 a las 19:03

Benedicto XVI pidió hoy a los cristianos que no abandonen Oriente Medio a pesar de las tensiones religiosas y étnicas que vive la zona y aseguró que el mundo "necesita" la cruz, "el símbolo más elocuente de esperanza que el mundo haya visto jamás".
El Pontífice hizo estas manifestaciones en la misa que ofició hoy en la iglesia de la Santa Cruz, de Nicosia, en la que dijo que su corazón y pensamiento estaba en Oriente Medio, donde los cristianos son minoría, sufren dificultades por tensiones religiosas y étnicas, muchas familias han decidido marcharse y muchos sacerdotes piensan hacer lo mismo.
El Papa les exhortó a quedarse, señalando que es un signo extraordinario de esperanza, "ya que la presencia es la manifestación elocuente del Evangelio de la paz, del inquebrantable compromiso de la Iglesia en favor del diálogo, la reconciliación y la aceptación amorosa del prójimo".
Benedicto XVI pidió que se apoye a los cristianos en Oriente Medio, "para que puedan vivir en paz en esta atormentada región".
Las iglesias católicas en Tierra Santa forman una maraña de pequeñas comunidades, que sólo llegan al 1,8 por ciento de la población, según datos del Vaticano, que viven en países de mayoría musulmana y judía.
En su primera misa con los católicos chipriotas, el Papa centró su homilía en la cruz y dijo que, aunque pueda parecer extraño que los cristianos veneren un instrumento de tortura, un signo de sufrimiento y derrota, "la cruz muestra la completa transformación, la victoria definitiva del amor de Dios sobre todos los males del mundo".
"El mundo necesita la cruz. No es un símbolo privado de devoción, no es un distintivo de pertenencia a un grupo de la sociedad y su significado no tiene nada que ver con la imposición forzada de un credo o una filosofía. Habla de esperanza, de amor, de la victoria de la no violencia sobre la opresión", afirmó el Papa.
Benedicto XVI agregó que la cruz habla de Dios que ensalza a los humildes, da fuerza a los débiles, logra superar las divisiones y vence el odio con amor.
"Un mundo sin cruz sería un mundo sin esperanza, un mundo en el que la tortura y la brutalidad no tendrían límites, donde el débil sería subyugado y la codicia tendría la última palabra. La inhumanidad del hombre se mostraría de modo aún más horrible. Sólo la cruz puede poner fin a todo eso", aseguró.
En esta segunda jornada de su estancia en la isla desde la que comenzó a predicar Pablo, el Papa se reunión con el presidente chipriota, Demetris Cristofias, y el cuerpo diplomático, ante los que dijo, refiriéndose a los políticos, que sólo personas con una "rectitud moral" y que respetan a los demás pueden favorecer al bien común y construir un mundo más justo, fraterno y en paz.
El presidente Cristofias recordó la división de la isla, tras la ocupación turca de 1974, y denunció que Nicosia es la última capital de Europa dividida por un muro y que la comunidad internacional debe "ejercitar su influencia" sobre Turquía, para que este país "respete el derecho internacional y no sólo sus intereses ligados a su posición geoestratégica".
Después, se reunió con los católicos de la isla, en su mayoría de rito oriental maronita, a los que exhortó a una mayor unidad con las otras iglesias cristianas y un "mayor diálogo" con los musulmanes y y judíos.
En una zona donde los católicos son cada vez menos, el Papa les pidió que promuevan las vocaciones sacerdotales, afirmando que la Iglesia necesita "sacerdotes buenos, santos y bien preparados, necesita religiosos y religiosas completamente comprometidos con Cristo".
En la parte ecuménica, el Papa volvió a reunirse con el jefe de la iglesia ortodoxa chipriota, Crisóstomos II y el Santo Sínodo, máximo órgano de Gobierno, ante los que volvió a abogar por la unidad "plena y visible" de las Iglesias de Oriente y Occidente, separadas tras los concilios de Efeso y Calcedonia y el cisma de 1054.
El Papa les exhortó a luchar por la paz y la reconciliación y a construir para las futuras generaciones "una sociedad que se distinga por el respeto de los derechos de todos, incluyendo el derecho inalienable de libertad de conciencia y de culto.
Después comió con ellos, pero al almuerzo no asistieron cinco de los 17 miembros del Sínodo, que acusan al Papa de "hereje".
Aunque no estaba previsto, Benedicto XVI se reunió unos minutos con un líder musulmán sufí de Chipre, de 89 años, con el que se abrazó de manera fraternal y se pidieron rezar el uno por el otro.
Los sufíes son los místicos del Islam y están mal vistos por los fundamentalistas musulmanes.
Mañana, último día de estancia, el Papa se reunirá con los obispos de Oriente Medio, a los que entregará el documento preparatorio del Sínodo que sobre la iglesia en esa parte del mundo se celebrará en octubre próximo en Vaticano. (RD/Efe)