ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 6 de junio de 2010

El Papa en Chipre

El Papa pide que se respete a los cristianos de Oriente Medio

María recuerda que Cristo nunca nos abandona, asegura Benedicto XVI

La Eucaristía, elemento unificador de la Iglesia, afirma el Papa

El Papa propone verdad y reconciliación para lograr la unidad de Chipre

Santa Sede

Roma presenta al primer periodista laico que será proclamado beato

Alegría del Papa por la beatificación del padre Jerzy Popiełuszko

Dios llora en la tierra

Católicos en Irán: ¿en peligro de extinción?

Análisis

Medicina y milagros

Entrevistas

La Iglesia da un nuevo impulso al diálogo interreligioso

Angelus

Palabras del Papa durante el rezo del Ángelus

Documentación

Discurso de despedida de Benedicto XVI de Chipre

Discurso del Papa en la catedral maronita de Nicosia

Discurso del Papa en la entrega del “Instrumentum laboris”

Homilía del Papa en la Misa del Palacio de los Deportes de Nicosia


El Papa en Chipre


El Papa pide que se respete a los cristianos de Oriente Medio
Urge un esfuerzo internacional para evitar un nuevo derramamiento de sangre

NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI auguró este domingo, durante su viaje apostólico a Chipre, que los cristianos de Oriente Medio vean respetados sus derechos, incluidos los de la libertad religiosa y de culto, y que las tensiones que sacuden a la región puedan desaparecer.

Lo afirmó al entregar el Instrumentum Laboris (documento de trabajo) a cada uno de los miembros del Consejo Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, al terminar la celebración eucarística en el Palacio de los Deportes Eleftheria de Nicosia.

El Papa les dio las gracias “por todo el trabajo que se ha hecho ya en previsión de la Asamblea Sinodal”, prevista en el Vaticano entre el 10 y el 24 de octubre próximos, sobre el tema “La Iglesia católica en Oriente Medio: Comunión y testimonio. 'La multitud de los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma' (Hch, 4, 32)”, y prometió el apoyo de su oración mientras se entra en la fase final de la preparación del acontecimiento.

Después subrayó que Oriente Medio ocupa “un lugar especial en el corazón de todos los cristianos, desde el momento en que fue precisamente allí donde Dios se dio a conocer a nuestros padres en la fe”.

Desde allí “el mensaje del Evangelio se ha difundido en todo el mundo, pero los cristianos de todo lugar siguen mirando a Oriente Medio con especial reverencia, a causa de los profetas y de los patriarcas, de los apóstoles y de los mártires, a los que debemos tanto, a los hombres y a las mujeres que escucharon la palabra de Dios, dieron testimonio de ella y nos la entregaron a nosotros, que pertenecemos a la gran familia de la Iglesia”.

Como señaló el Papa, la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para Oriente Medio “intentará profundizar en los vínculos de comunión” entre los miembros de las Iglesias locales y “la comunión de las propias Iglesias entre sí y con la Iglesia universal”.

De la misma forma, añadió, la Asamblea desea animar a los fieles de la región mediooriental en el testimonio de la fe en Cristo que dan “en los países donde la fe nació y creció”.

Sínodo de la esperanza

Benedicto XVI reconoció que los fieles de Oriente Medio “sufren grandes pruebas debido a la situación actual de la región”.

En este contexto, el Sínodo “supone una ocasión para los cristianos del resto del mundo de ofrecer un apoyo espiritual y una solidaridad hacia sus hermanos y hermanas de Oriente Medio” y para “subrayar el importante valor de la presencia y del testimonio cristianos en los países de la Biblia”.

“Vosotros contribuis de muchas formas al bien común, por ejemplo a través de la educación, el cuidado de los enfermos y la asistencia social, y trabajáis por la construcción de la sociedad”, dijo el Papa a los presentes. “Deseáis vivir en paz y armonía con vuestros vecinos judíos y musulmanes. A menudo actuáis como artesanos de la paz en el difícil proceso de reconciliación”.

“Merecéis reconocimiento por el papel inestimable que desempeñáis”, subrayó.

“Tengo la firme esperanza de que vuestros derechos sean cada vez más respetados, incluyendo el derecho a la libertad de culto y la libertad religiosa, y que no sufráis nunca más discriminaciones de ningún tipo”.

El Papa mostró su confianza en que el próximo Sínodo “ayude a volver la atención de la comunidad internacional sobre la condición de los cristianos de Oriente Medio, que sufren a causa de su fe, para que se puedan encontrar soluciones justas y duraderas a los conflictos que causan tantos sufrimientos”.

De la misma forma, quiso reafirmar con fuerza su “llamamiento personal por un esfuerzo internacional urgente y concertado para resolver las tensiones que permanecen en Oriente Medio, especialmente en Tierra Santa, antes de que estos conflictos lleven a un mayor derramamiento de sangre”.

Monseñor Padovese

El Papa subrayó también el deber de recordar a monseñor Luigi Padovese, Vicario apostólico de Anatolia, asesinado por su chófer en la vigilia de la llegada del Pontífice a Chipre y que, como Presidente de la Conferencia Episcopal Turca, contribuyó a la preparación del Instrumentum Laboris.

“La noticia de su muerte repentina y trágica, sucedida el jueves, nos sorprendió y afectó a todos nosotros”, confesó.

“Confío su alma a la misericordia de Dio omnipotente, recordando cuánto se comprometió, especialmente como obispo, por la mutua comprensión en el ámbito interreligioso y cultural y por el diálogo entre las Iglesias”.

“Su muerte es un recuerdo aleccionador de la vocación que compartimos todos los cristianos, de ser valientes testigos, en toda circunstancia, de lo que es bueno, noble y justo”.



 



 

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María recuerda que Cristo nunca nos abandona, asegura Benedicto XVI
Al rezar el Ángelus en Nicosia

NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org). - La Virgen María con su ejemplo de vida muestra a cada cristiano que incluso en las noches oscuras Cristo no le abandona, explicó Benedicto XVI este domingo al rezar el Ángelus en la capital de Chipre.

Tras haber presidido la misa conclusiva de esta primera peregrinación, en el Pabellón de Deportes Eleftheria de Nicosia, y de entregar el "Documento de trabajo" del próximo sínodo de los obispos de Oriente Medio que se celebrará en octubre en Roma, el Papa dejó espacio a una profunda contemplación del misterio de María.

La ocasión la propició el rezo del Ángelus junto a diez mil católicos chipriotas y a millones de fieles de todo el mundo que seguían en directo por televisión desde los cinco continentes.

Constatando cómo esa oración mariana recuerda el "sí" que la Virgen pronunció al ángel para aceptar ser madre de Dios, haciendo que la esperanza de milenios se convirtiera en realidad: "Aquel a quien Israel había esperado vino al mundo, a nuestra historia".

"Unos treinta años más tarde, cuando María estaba llorando a los pies de la cruz, debe haber sido duro mantener esa esperanza viva", consideró el Papa en su intensa meditación.

"Las fuerzas de la oscuridad parecían haber ganado la partida --añadió--. Y, sin embargo, en el fondo, ella habría recordado las palabras del ángel. Incluso en medio de la desolación del Sábado Santo, la certeza de la esperanza la llevó adelante hacia el gozo de la mañana de Pascua".

"Y así nosotros, sus hijos -siguió reflexionando--, vivimos en la misma esperanza confiada en que el Verbo hecho carne en el seno de María nunca nos abandonará".

"Él, el Hijo de Dios e Hijo de María, fortalece la comunión que nos une, de manera que podamos dar testimonio de Él y del poder de su amor curativo y reconciliador".

El Papa encomendó a la intercesión de María "el pueblo de Chipre, y la Iglesia en todo Oriente Medio".

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La Eucaristía, elemento unificador de la Iglesia, afirma el Papa
Presidió la Misa en el Palacio de los Deportes “Eleftheria” de Nicosia

NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Celebrando hoy domingo por la mañana la Misa en el Palacio de los Deportes Eleftheria de Nicosia, la capital de Chipre, Benedicto XVI subrayó la importancia de la Eucaristía, recordando que cuantos se nutren de ella “son congregados por el Espíritu Santo en un solo cuerpo para formar un único pueblo santo de Dios”.

La celebración tuvo lugar con ocasión de la publicación del Instrumentum Laboris de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, que tendrá lugar en el Vaticano del 10 al 24 del próximo octubre.

Participaron en la Misa los patriarcas y los obispos católicos de Oriente Medio, con representaciones de sus respectivas comunidades. Estaba presente también Su Beatitud Crisóstomo II, arzobispo de Nueva Justiniana y de toda Chipre, muy activo en el campo ecuménico.

El Palacio de los Deportes, que tiene una capacidad de casi 7.000 espectadores, estaba abarrotado. Muchos fieles siguieron la celebración desde el exterior, donde se habían colocado numerosas sillas para acoger a cuantos no consiguieron entrar en el edificio.

El Papa se dijo “feliz de tener esta oportunidad de celebrar la Eucaristía junto con tantos fieles de Chipre, una tierra bendecida por el trabajo apostólico de san Pablo y san Bernabé”, y saludó a todos los presentes “con gran afecto”, dando las gracias “por la hospitalidad y por la generosa acogida” que le fueron reservadas.

En particular, saludó a los inmigrantes filipinos y de Sri Lanka y a las demás comunidades de inmigrantes “que formar un significativo grupo en la población católica” de Chipre, casi 10.000 fieles en una población de casi un millón de habitantes.

“Rezo para que vuestra presencia aquí pueda enriquecer la actividad y el culto de las parroquias a las que pertenecéis, y que a vuestra vez podáis obtener el apoyo espiritual de la antigua herencia cristiana de la tierra que habéis elegido como vuestra casa”, dijo el Papa.

La solemnidad del Corpus Domini

Recordando que la Iglesia celebraba este domingo la solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo, el Papa observó que el nombre dado a esta fiesta en Occidente, Corpus Domini (Corpus Christi), se usa en la tradición de la Iglesia para indicar “tres realidades distintas: “el cuerpo físico de Jesús, nacido de la Virgen María, su cuerpo eucarístico, el pan del cielo que nos nutre en este gran sacramento, y su cuerpo eclesial, la Iglesia”.

Reflexionando sobre estos diversos aspectos, indicó, “llegamos a una más profunda comprensión del misterio de la comunión que une a todos aquellos que pertenecen a la Iglesia”: “todos aqyellos que s nutren del cuerpo y sangre de Cristo en la Eucaristía son congregados por el Espíritu Santo en un solo cuerpo para formar el único pueblo santo de Dios”.

“Así como el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén, el mismo Espíritu Santo actúa en cada celebración de la Misa con un doble objetivo: santificar los dones del pan y del vino para que se conviertan en el cuerpo y la sangre de Cristo, y llenar a aquellos que se nutren de estos santos dones para que puedan llegar a ser un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo”.

San Agustín, observó el Papa, “explica de forma magnífica este proceso”, recordando que “el pan no está preparado a partir de uno, sino de numerosos granos de trigo”. El proceso que une y transforma los granos aislados en un solo pan “presenta una imagen sugestiva de la acción unificadora del Espíritu Santo sobre los miembros de la Iglesia, realizada de forma eminente a través de la celebración de la Eucaristía. Aquellos que toman parte en este gran sacramento se convierten en el Cuerpo eclesial de Cristo cuando se nutren de su Cuerpo eucarístico”.

“Cada uno de nosotros que pertenecemos a la Iglesia necesitamos salir del mundo cerrado de la propia individualidad y aceptar la compañía de aquellos que comparten el pan con él”, señalço Benedicto XVI. “Abatir las barreras entre nosotros y nuestros vecinos es la primera premisa para entrar en la vida divina a la que somos llamados”.

Unidad

Como en las primeras comunidades cristianas, subrayó, también nosotros hoy somos llamados “a ser un solo corazón y una sola alma, profundizando nuestra comunión con el Señor y entre nosotros, y ser sus testigos ante el mundo”.

“Somos llamados a superar nuestras diferencias, a llevar paz y reconciliación donde hay conflictos, a ofrecer al mundo un mensaje de esperanza. Somos llamados a extender nuestra atención a los necesitados, compartiendo generosamente nuestros bienes terrenos con aquellos que son menos afortunados que nosotros”.

De la misma forma, “somos llamados a proclamar incesantemente la muerte y resurrección del Señor, hasta que vuelva”.

En su saludo al Papa antes de la celebración, el arzobispo maronita de Chipre, Youssef Soueif, le agradeció calurosamente por la “misión de amor” que lleva a cabo “a nivel internacional”.

Chipre, recordó, es un “puente entre Orinte Medio y Europa”, un espacio de diálogo entre las culturas que puede contribuir a la mejora de las relaciones internacionales y entre las religiones.

Tras la homilía del Papa, tomó la palabra también el arzobispo Nikola Eterović, Secretario General del Sínodo de los Obispos, que rcordó que en la cita de octubr se pedirá “la gracia de volver a dar un dinamismo pastoral” a las Iglesias de Oriente Medio, para que puedan llevar adelante su “misión providencial”.

Se rezará también para que estas Iglesias puedan “comprometerse cada vez más en la evangelización y en la promoción humana”, en colaboración con las otras dos grandes religiones monoteístas, el judaísmo y el islam.

Por Roberta Sciamplicotti, traducción del italiano por Inma Álvarez

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El Papa propone verdad y reconciliación para lograr la unidad de Chipre
Al despedirse de la isla, ratifica el compromiso ecuménico y de diálogo con el Islam
LARNACA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org). - Al despedirse de Chipre, Benedicto XVI presentó en la tarde de este domingo la verdad y la reconciliación como las dos claves que permitirán un futuro de unidad para Chipre.

En la ceremonia de despedida, que tuvo lugar en el aeropuerto internacional de Larnaca, en presencia del presidente de Chipre, Demetris Christofias, el Papa confirmó asimismo el compromiso de la Iglesia católica para buscar la unidad plena con las Iglesias ortodoxas y el diálogo con los creyentes en el Islam.

Al concluir la primera visita de un obispo de Roma a esta isla, que había comenzado el 4 de junio, el Papa afrontó la separación que vive Chipre, con el norte de la isla ocupado por Turquía desde 1974.

El mismo pontífice ha sido testigo de esta división, pues en estos días ha dormido en la nunciatura apostólica, que se encuentra en la "línea verde" o zona de separación entre las dos partes de la isla, bajo control del contingente de las Naciones Unidas.

"He podido ver personalmente algo de la triste división de la isla, así como darme cuenta de la pérdida de una parte significativa de una herencia cultural que pertenece a toda la humanidad", reconoció.

"He podido también escuchar a los chipriotas del norte que querrían regresar en paz a sus casas y a sus lugares de culto, y he quedado profundamente impresionado por sus peticiones", añadió.

Para el Papa, "la verdad y la reconciliación, junto al mutuo respeto, son el fundamento más sólido para un futuro de unidad y de paz para esta isla y para la estabilidad y prosperidad de todos sus habitantes".

Reconociendo que "en los años pasados, se ha logrado algo muy positivo a través de un diálogo concreto, a pesar de que falta todavía mucho por hacer para superar las divisiones", el Papa alentó a los chipriotas a "trabajar con paciencia y constancia con vuestros vecinos para construir un futuro mejor y más seguro para vuestros hijos".

Diálogo ecuménico y con el Islam

Agradeciendo la acogida dispensada por Crisóstomos II, arzobispo ortodoxo de Chipre, confesión a la que pertenece el 81,5% de la población, el sucesor de Pedro confío en que su visita pueda dar un paso más "en el largo camino que fue abierto con el abrazo en Jerusalén", en 1964, entre el entonces patriarca ecuménico de Constantinopla, Atenágoras, el papa Pablo VI.

A raíz de este encuentro se acordó en 1965 la revocación de los decretos de excomunión mutua lanzados en 1054 y que darían lugar al cisma de separación de las Iglesias ortodoxas de Roma.

"Hemos recibido un llamamiento divino a ser hermanos, a caminar uno al lado del otro en la fe, con humildad, ante Dios omnipotente, y con inseparables lazos de afecto mutuo", subrayó.

Por eso, aseguró "que la Iglesia católica, con la gracia de Dios, se comprometerá para alcanzar el objetivo de la perfecta unidad en la caridad, a través de una estima más profunda por lo más querido para católicos y ortodoxos".

Por último, expresó su esperanza de que juntos, "cristianos y musulmanes, se conviertan en levadura de paz y reconciliación entre los chipriotas, lo que se convertirá en ejemplo para los demás países".

La ceremonia de despedida concluyó como había comenzado la visita, con la bendición de un árbol de olivo, símbolo de la paz.

A continuación subió abordo del avión,un A320 de la Cyprus Airways, que le llevaría de regreso a Roma.

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Santa Sede


Roma presenta al primer periodista laico que será proclamado beato
El arzobispo Claudio Maria Celli ilustrará el testimonio de “Lolo”
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org). - El arzobispo Claudio Maria Celli, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, presentará este martes a mediodía en Roma la figura del primer laico periodistas que será proclamado beato, Manuel Lozano Garrido, conocido como "Lolo".

El encuentro con la prensa, abierto también a estudiosos, comunicadores y otras personas interesadas, tendrá lugar en la sede central de "Radio Vaticano", el martes 8 de junio a mediodía.

Junto a monseñor Celli tomará la palabra el padre Rafael Higueras, postulador de la causa de beatificación.

Por primera vez, se proyectarán pasajes de la película "Lolo, sembrador de alegría", producida por la Fundación EUK Mamie (http://www.eukmamie.org).

El primer periodista laico será beatificado el 12 de junio en Linares, provincia de Jaén (España), la localidad en la que nació, el 9 de agosto de 1920, y en la que falleció, el 3 de noviembre de 1971.

Miembro de la Acción Católica, cuando todavía era adolescente distribuía la Comunión en la cárcel durante la persecución religiosa española que tuvo lugar en plena guerra civil. Él mismo fue arrestado.

En 1942, comenzó a sufrir una enfermedad que en un año le provocaría una parálisis total que le obligó a vivir 32 años en silla de ruedas y en sus 9 últimos años de vida además quedó ciego.

A pesar de estas dificultades, trabajó como periodistas en medios de comunicación como el diario "Ya", las revistas "Telva" y "Vida Nueva" y la agencia "Prensa Asociada". Escribió numerosos libros. En 1956 fundó la revista "Sinaí" para enfermos.

A pesar de la enfermedad, recibió importantes reconocimientos profesionales, como el "Premio Bravo".

 


 

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Alegría del Papa por la beatificación del padre Jerzy Popiełuszko
Sucedida esta mañana en Varsovia (Polonia)

NICOSIA / VARSOVIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Benedicto XVI expresó hoy su propia alegría por la beatificación del sacerdote y mártir polaco Jerzy Popiełuszko, beatificado esta mañana en Varsovia.

La celebración tuvo lugar a las 11 h. en la Plaza del Mariscal Józef Pilsudski, y fue presidida por monseñor Angelo Amato SDB, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, representante del Santo Padre.

En su intervención con ocasión del Ángelus dominical, pronunciado al término de la Eucaristía celebrada en el Palacio de los Deportes Eleftheria de Nicosia (Chipre) con ocasión de su visita a la isla mediterránea, el Pontífice tuvo un pensamiento particular hacia los fieles polacos.

“Envío un cordial saludo a la Iglesia en Polonia que se regocija hoy por la elevación a los altares del padre Jerzy Popiełuszko”, afirmó.

“Su celoso servicio y su martirio son un signo especial de la victoria del bien sobre el mal. Que su ejemplo y su intercesión nutran el celo de los sacerdotes e inflame a los fieles con el amor”.

Popiełuszko, sacerdote diocesano, había nacido el 14 de septiembre de 1947 en Okopy, en el voivodato nordoriental de Białystok, en una familia rural profundamente cristiana.

Entrado en el 1965 en el Seminario Mayor de Varsovia, recibió el año después la llamada a las armas, teniendo que realizar el servicio militar en una unidad especiale, donde las autoridades militares comunistas llevaban a cabo una obra de adoctrinamiento antieclesial y antirreligioso para apartar a los seminaristas de su vocación. Fue objeto de vejaciones y persecuciones, que debilitaron su estado de salud.

Fue ordenado sacerdote en 1972. Tras la proclamación de la ley marcial, en 1981, Popiełuszko de comprometió en la celebración de las “Misas por la Patria”, en cuyas homilías afrontaba temas religiosos y espirituales, pero también cuestiones de actualidad de carácter social y político-moral, ilustrando los documentos fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia y las enseñanzas al respecto de Juan Pablo II y del cardenal Stefan Wyszyński.

Las autoridades comunistas reaccionaron contra la acción pastoral del sacerdote con una intensa campaña de difamación y represión, acusándolo de instigación a la rebelión, turbación de la paz social y actividades ilegales de carácter político.

El 19 de octubre de 1984 fue secuestrado por funcionarios de los Servicios de Seguridad del régimen y asesinado. En sus funerales participaron más de mil sacerdotes y centenares de miles de fieles.

La ceremonia de su beatificación ha tenido lugar en una fecha significativa para Polonia: en la que el país celebra la “Jornada de Acción de Gracias por la Libertad”, para recordar el primer viaje a la patria de Juan Pablo II, en junio de 1979.



 



 



 

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Dios llora en la tierra


Católicos en Irán: ¿en peligro de extinción?
Entrevista con el periodista Camille Eid

ROMA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org). – Dado que los cristianos huyen en gran número de Irán, tanto por razones políticas como religiosas, la comunidad cristiana corre verdadero peligro de extinción, dice el periodista y observador de las Iglesias de Oriente Medio, Camille Eid.

En esta entrevista, el experto explica cómo es la vida para un cristiano que vive en Irán.

-Irán tiene un 99% de musulmanes y el islam es la religión del estado. Camille, las raíces de la Iglesia en Irán son muy antiguas y se remontan al siglo II. ¿Es el cristianismo la religión más antigua de Irán?

Eid: No, tenemos dos comunidades más antiguas que el cristianismo. En primer lugar, tenemos la comunidad zoroástrica que se remonta a varios siglos antes de la llegada del cristianismo y el islam. En segundo lugar, tenemos la comunidad judía.

La comunidad zoroástrica suma cerca de 20.000 personas y la judía, entre 20.000 y 35.000. Estas dos comunidades son más antiguas que la cristiana.

-Hoy, Irán es más de un 99% musulmán. ¿Cómo impregna el islam la vida de cada día?

Eid: Si usted está en las calles de Teherán, o en cualquier parte del país, usted verá el retrato de los mártires, del Ayatolá, el último Jomeini, el actual Ayatolá Jamenei. Si usted usa el teléfono de una cabina pública, escuchará la voz de imán Hussein diciéndole qué hacer.

-¿Así que si usted levanta un teléfono, oirá inmediatamente una voz (grabada) del imán?

Eid: Así es, y en las escuelas, se permiten las diversas asignaturas pero a través de la perspectiva que se basa en el Corán y el Hadit y otras ciencias islámicas.

-¿De hecho, si le comprendo bien, la imagen del Ayatola está incluso en la cubierta de los libros de catecismo?

Eid: Exactamente y puede que sea una forma de mostrar que los cristianos están bajo la protección del régimen y son considerados dhimmis (personas protegidas) en la shariah islámica. Es una forma de decir que ustedes (los cristianos) están bajo nuestro régimen (islámico). Luego está la policía religiosa.

-Iba a preguntarle sobre las patrullas de la modestia que se aseguran que las mujeres se vistan de modo apropiado.

Eid: Así es. Algunas veces utilizan la línea dura y otras no, dependiendo del régimen. Bajo Jatami, por ejemplo, fueron un poco más liberales por lo que las chicas podían mostrar un poco su cabeza. Bajo Ahmadinejad se es más estricto.

-¿Se es más estricto ahora con el cubrirse completamente?

Eid: Sí y sólo debe mostrarse la cara. Hay mujeres que se cubren las manos y el rostro.

-El número de cristianos es de unos 100.000 en una población de 71 millones. ¿Cómo son vistos los cristianos en Irán?

Eid: Los cristianos son vistos como minorías étnicas porque son predominantemente armenios, y siro caldeos. Tenemos 80.000 armenios ortodoxos que también son llamados armenios gregorianos o apostólicos, 5.000 católicos armenios, y cerca de 20.000 asirio caldeos, más otras comunidades como iglesias latinas, protestantes, que, todas juntas hacen entre 100.000 y 110.000 cristianos. Así que son vistos como minorías étnicas y, como tales, no se les permite celebrar sus ritos en parsi, la lengua oficial de Irán. Así que no pueden celebrar la Santa Misa en parsi, sino en armenio o en caldeo.

-¿Para distinguirlos como extranjeros?

Eid: No sólo por eso, sino para evitar que sean atractivos y comprendidos por los iraníes locales.

-¿Para evitar que los iraníes se sientan atraídos por la fe?

Eid: Sí, y para evitar que los iraníes comprendan lo que los cristianos dicen. Sólo ha habido un caso; fue en Teherán pocos días después de la muerte del Papa Juan Pablo II y el sacerdote leyó las Escrituras en parsi en presencia de las autoridades. Este fue un caso excepcional.

-Pero aún así, el parlamento reserva tres escaños para los cristianos. ¿Por tanto, los cristianos tienen voz dentro de la estructura parlamentaria?

Eid: De hecho, la República Islámica ha conservado la Constitución de 1906 que reserva cinco escaños para las minorías – tres para los cristianos, uno para los zoroástricos, y otro para los judíos. También hay que ver que los bahabitas, por ejemplo, que son los no musulmanes más numerosos, no tienen escaño porque se les considera herejes y no una comunidad religiosa y, por tanto, no personas.

-¿Así que hay división entre las comunidades islámicas?

Eid: Si usted considera islámicos a los bahabitas, no sé, porque ellos también son monoteístas, pero el islam no considera otra fe monoteísta aparte de Mahoma y los bahabitas son considerados herejes.

-¿Están garantizados por la constitución los derechos de los cristianos?

Eid: No, eso no significa que estén garantizados en la constitución.

El artículo 13 menciona que todos los iraníes iguales por raza y por lengua, pero la religión no se menciona. En el artículo 14, si me permite leérselo: “Todas estas comunidades no musulmanas se abstendrán de tomar parte en conspiraciones contra el islam y contra la República Islámica de Irán”. Y por último, el artículo 19 establece: “Todos los iraníes de cualquier grupo étnico deben gozar de los mismos derechos y el color, la raza o la lengua no ofrecen privilegio alguno”. Aquí tampoco hay ninguna referencia a la religión.

-¿Pero no dice, dentro del artículo 13 de la constitución, que a los cristianos se les permite expresar sus deseos y practicar su fe?

Eid: Siempre que no tomen parte en conspiraciones contra la República de Irán. ¿Qué significa esto? ¿Significa protestar contra el régimen? El problema de Irán es que es un régimen teocrático. Así que la oposición al régimen como actuación política podría interpretarse como actuar contra la República Islámica.

Dentro de la comunidad islámica, están los liberales y los conservadores. ¿Al protestar contra el Ayatolá Jamenei están protestando contra la cara política del régimen o contra la religiosa? Cuando tienen la misma cara del régimen político y religioso, un ataque contra la cara política se considera un ataque al a faceta religiosa del régimen teocrático.

-¿A qué clase de restricciones se enfrentan los cristianos en su vida diaria?

Eid: Bien, para los cristianos es difícil encontrar trabajos en la administración pública. Incluso los directores de colegios cristianos son musulmanes con una excepción – en Ispahan hace tres o cuatro años, cuando el gobierno nombró un armenio para el Colegio Armenio. Pero en la mayoría de los casos los directores de las escuelas cristianas son musulmanes – para los pocos colegios cristianos que quedaron tras la confiscación de 1979 y 1980.

Otro ejemplo es el ejército. Hace algunos años descubrieron que un oficial, el coronel Hamid Pourmand, se había convertido al cristianismo. Fue procesado y se llevó ante la corte marcial, pero gracias a la presión internacional pudo abandonar Irán. Es muy difícil que los cristianos estén en altos puestos del gobierno en Irán.

-¿Qué vida tiene un musulmán converso?

Eid: Nadie puede confesar su nueva fe dentro de Irán. Sólo es posible si se puede ir al extranjero. Conozco a dos familias iraníes en Italia que son convertidas. Una de las familias cruzó la frontera entre Irán y Turquía en invierno. Fue difícil y pudieron asegurarse el asilo. Dentro de Irán no podían expresar o mostrar su fe porque se enfrentarían a la muerte. No es fácil.

-Quiero tocar la cuestión de la fuga de cristianos de Irán tras la revolución islámica de 1979. Cerca de la mitad de la población cristiana abandonó el país y hay, hasta lo que puedo leer y entender, cerca de 10.000 familias que abandonan Irán cada año. ¿Qué significa esto para comunidad cristiana en Irán?

Eid: Deje que le diga que la presión política la sufren tanto no musulmanes como musulmanes, pero los cristianos la sufren doblemente, porque está la faceta política del régimen que es cuestionada por la mayoría de los iraníes y, encima de esto, la presión religiosa para los no musulmanes, porque sienten que su libertad está coartada. Esa es la razón de esta fuga masiva y, de hecho, hay un verdadero peligro de desaparición, de una extinción del cristianismo en Irán.

Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para “Dios llora en la Tierra”, un programa semana radiotelevisivo producido por la Catholic Radio and Television Network en colaboración con la organización católica Ayuda a la Iglesia Necesitada.

Más información en www.ain-es.orgwww.aischile.cl  

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Análisis


Medicina y milagros
Un libro ofrece respuestas para los escépticos

Por el padre John Flynn, L. C.

ROMA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org). – Los católicos están acostumbrados a escuchar hablar de milagros y de personas que son curadas por la intercesión de los santos, pero la cultura materialista de hoy suele mirar esto con escepticismo.

El escritor británico John Cornwell acaba de publicar a finales de mayo un libro sobre el cardenal John Henry Newman, y el Sunday Times le dio hace poco un amplio espacio para expresar sus dudas sobre la validez del milagro que el Vaticano aprobó como base para la beatificación de Newman el próximo septiembre.

En su artículo del 9 de mayo, Cornwell indica que la documentación vaticana del milagro “entra en el reino del lenguaje medieval asombrosamente arcano”. Cornwell pasa luego a plantear dudas sobre la seriedad médica de la curación, no olvidando añadir una buena cantidad de extensas críticas a Benedicto XVI.

Cornwell no está solo a la hora de difamar el uso de las curaciones milagrosas. El pasado diciembre, tras el anuncio en Roma de la aprobación del milagro requerido para la canonización de la hermana australiana Mary MacKillop, un especialista en medicina de Sydney, David Goldstein, expresaba sus dudas. En un artículo publicado el 22 de diciembre en el periódico Australian, decía que es imposible determinar si las mejoras de los pacientes son resultado de las oraciones.

El obispo anglicano de North Sydney, Glenn Davies, también se mostraba crítico, según un reportaje de Australian el 24 de diciembre. “¿Quién puede probar que los milagros referidos han sido de verdad obra de Mary MacKillop?”, preguntaba el obispo Davies.

Afortunadamente Jacalyn Duffin, una doctora que ostenta la Cátedra Hannah de historia de la medicina en la Queen’s University de Ontario, Canadá, publicaba el año pasado un manual para tratar con estas y parecidas objeciones. En su libro Medical Miracles, Doctors, Saints and Healing in the Mondern World (Milagros Médicos: Doctores, Santos y Curación en el Mundo Moderno) (Oxford University Press), examinaba 1.400 milagros citados en canonizaciones desde 1588 hasta 1999.

Su curiosidad por los milagros se disparó cuando se le pidió que examinara unas muestras de tejido que después supo que formaban parte de un proceso de canonización. Al recibir como regalo una copia de la positio, la documentación del milagro, Duffin se dio cuenta de repente que deben existir tales expedientes para cada santo canonizado.

Durante diversas estancias en Roma investigó cientos de estos expedientes. Duffin calculaba que había podido revisar un tercio de todos los milagros depositados en los archivos vaticanos desde que se establecieron las reglas que rigen las canonizaciones en 1588.

Evidencias

La nueva regulación que formaba parte de los cambios de la Contrarreforma requería una recopilación cuidadosa de las evidencias y un examen escrupuloso del material de los expertos médicos y científicos. Paolo Zacchia (1584-1659) jugó un importante papel en la formulación de las directrices, explicaba Duffin.

En sus escritos presentaba una explicación de los diversos tipos de milagros y definía que, para que una curación fuese considerada milagrosa, debería ser de una enfermedad incurable y la recuperación debería ser completa e instantánea. Duffin observaba que los expertos médicos que trabajan para el Vaticano seguían citando a Zacchia hasta bien entrado el siglo XX.

Algunos critican que las curaciones físicas sean la base para declarar santos, pero Duffin comentaba que la necesidad de evidencias creíbles había llevado el proceso de selección hacia las curaciones porque podía haber testigos independientes, incluyendo a los médicos.

A lo largo del tiempo ha habido cambios en algunas modalidades del proceso de canonización, pero considerando los expedientes de los últimos cuatro siglos, Duffin declaraba que le había impresionado la notable estabilidad en el compromiso con la ciencia.

De hecho la Iglesia ha confiado siempre en un escepticismo científico para probar la validez de los milagros. En los expedientes de los milagros que Duffin ha examinado, descubrió que los clérigos disienten fácilmente de la opinión de los científicos. Las autoridades religiosas se abstenían de dar su juicio de actividad sobrenatural hasta que se les convencía de que los expertos estaban preparados para calificar los acontecimientos como inexplicables.

“La religión confía en lo mejor de la sabiduría humana antes de aventurar un juicio de doctrina inspirada”, establecía Duffin.

Un punto que ella añadía a esta relación entre religión y ciencia es que era la religión la que tendía a estar más cómoda y no viceversa.

En los procesos algunos médicos mostraban su disconformidad, como si su cooperación constituyera una traición a su pacto con la idea de la medicina occidental, que rechaza la proposición de que las enfermedades o curaciones son de origen divino.

Duffin observaba que, en el siglo XIX, católicos y protestantes discutieron sobre el tema de si la ausencia de una explicación para una curación significa de verdad que el hecho es un milagro. Ese debate continúa, añadía, como cuando uno de sus colegas le explicaba que, aunque no podamos saber la explicación natural, ésta debe existir.

Duffin objetaba, sin embargo, que tal actitud no afronta de verdad la cuestión más crucial cuando se trata de milagros médicos. La actitud positivista, que rechaza aceptar los milagros, adopta la postura de que si hay algo maravilloso debemos rechazarlo como una ilusión o una mentira, porque sólo existe el mundo natural. Tal confianza en la explicación natural es, de hecho, una creencia que se enmascara como hecho, sostenía Duffin. En otras palabras, afirmar que un milagro simplemente no puede ocurrir no es más racional y no menos acto de fe que la afirmación de que los milagros pueden suceder.

La diferencia entre las posturas religiosa y positivista reside en la interpretación de las evidencias, comentaba Duffin. El canon médico está inmerso en una tradición antideísta, mientras que para la religión deben agotarse todas las explicaciones científicas plausibles, tras lo cual se está preparado para declarar un milagro.

En ambas posturas se abandona lo que es desconocido, pero los observadores religiosos están preparados para aceptar la actuación divina.

Conocimiento médico

Aunque algunos pueden rechazar que se admita la posibilidad de intervención divina, la Iglesia católica es ciertamente cuidadosa al utilizar todos los recursos de la medicina para eliminar cualquier explicación natural de las curaciones. En uno de los capítulos del libro Duffin examinaba la utilización del conocimiento médico en el proceso de canonización.

Para empezar, el Vaticano no reconoce milagros curativos en personas que han rechazado la medicina ortodoxa para confiar solamente en la fe. La intervención de los médicos proporciona una evidencia médica que evitar cualquier posible manipulación del caso en cuestión.

En sus estudios de los archivos, Duffin encontró que el predominio de testimonios de los doctores aumenta con el tiempo. Los archivos que revisó mostraban que en el siglo XVII se nombraba una media de un doctor en cada expediente, pero sólo una pequeña proporción de ellos aportaba testimonio personalmente. Después de 1700, sin embargo, casi un tercio o más de los médicos mencionados en un expediente proporcionaban en persona su testimonio.

En la segunda mitad del siglo XVII, las evidencias de los médicos que trataban al paciente se complementó con observadores médicos independientes. En ocasiones el número de médicos expertos consultados aumentó hasta igualar o incluso sobrepasar a los médicos que asistían al paciente.

Duffin también precisaba que la Iglesia no confiaba en exclusiva en médicos católicos. Las investigaciones examinaban la fe de todos los testigos, incluidos los médicos. Antes del siglo XX, la mayoría de los milagros procedían de países europeos donde la mayoría de los médicos eran católicos. Muchos, no obstante, admitían que no practicaban de manera regular su fe, y un par de ellos incluso había sido excomulgado. Aún así, ninguno fue descalificado como testigo.

En tiempos más recientes han testificado médicos que pertenecían a otras religiones, o que abiertamente no profesaban religión alguna.

Finalmente sólo se declara un milagro cuando los médicos están dispuestos a admitir su propia ignorancia sobre cómo una persona se ha recuperado, tras fallar la mejor medicina científica. Algo difícil de admitir por la mentalidad contemporánea, orgullosa por su conocimiento y ciencia modernos.

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Entrevistas


La Iglesia da un nuevo impulso al diálogo interreligioso
Entrevista con el consejero del Papa para Oriente Medio

NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Cuando el Papa Benedicto XVI presentó hoy el Instrumentum Laboris a la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los obispos para Oriente Medio, en el Palacio de los Deportes Elefteria de Nicosia, estuvo presente también el sacerdote jesuita Samir Khalil Samir.

El teólogo egipcio, filósofo y experto en el Islam desempeña su labor tanto en Roma como en Beirut. Ofrece su enseñanza sobre el cristianismo a los imanes y presenta el Islam a los teólogos cristianos. Junto a la Fundación vienesa Pro Oriente ha colaborado de forma determinante en la redacción de los Lineamenta preparatorios de ese sínodo  y del Instrumentum Laboris (Documento de trabajo).

En esta entrevista a ZENIT, el profesor ilustró el origen de los documentos, sus importantes contenidos y las ulteriores posibilidades de desarrollo. Según el padre Samir, las Iglesias ortodoxas de Oriente prestarán una atención particular al Sínodo del próximo octubre, cuando se encontrarán en Roma numerosos obispos y patriarcas católicos.

-Usted ha acompañado al Papa Benedicto XVI en Chipre, con ocasión de la presentación del Instrumentum Laboris” para el Sínodo sobre Oriente Medio, que se celebrará el próximo octubre. Usted ha participado activamente en su preparación. ¿Cómo se ha llegado a su redacción final?

Padre Samir: En diciembre enviamos los Lineamenta a todos los Patriarcas, que a su vez los hicieron llegar a los obispos. A finales de enero, principios de febrero, comenzaron a mantener reuniones en las diversas diócesis y parroquias, en las que se encontraron laicos, sacerdotes, consagrados, catequistas, para discutir sobre los 30 puntos de los Lineamenta. Con ello se puso en marcha un proceso de reflexión.

A finales de marzo llegaron los comentarios escritos, procedentes de las reuniones o de personas individuales, con un total de 100 escritos en cuatro idiomas. Todo este material ha sido la base del documento, que subrayaba aspectos ya presentes en los Lineamenta pero que habían sido desarrollados ulteriormente. A continuación, el 23 y 24 de abril se encontraron en Roma los siete patriarcas y los dos obispos (procedentes de Irán y de Turquía) y discutieron y elaboraron en tres grupos las tres partes del documento. Yo estuve presente.

Al final surgió un nuevo texto, o sea, el Instrumentum Laboris. Hemos tenido que trabajar de prisa, casi demasiado deprisa, a causa d la fecha de entrega prevista para el viaje a Chipre del Santo Padre. La gente responde lentamente a las peticiones y por ello no hemos sido capaces de englobar todas las reacciones inteligentes e interesantes. Con todo, el texto es bueno. Y además, el verdadero y propio Sínodo tendrá lugar en octubre, y por tanto no está dicha la última palabra.

-¿Qué sucederá después?

Padre Samir: En el Sínodo, que durará dos semanas, se expresarán todas las opiniones. Sólo a continuación una Comisión redactará un primer boceto para la Exhortatio apostolica del Papa. Creo que surgirán algunos puntos que aún no han sido formulados.

-¿Cuáles son los problemas centrales ya nombrados de los cristianos en Oriente Medio?

Padre Samir: El problema principal es la emigración. Si no cambia nada, en un siglo o dos ya casi no habrá cristianos en Oriente Medio, como mucho habrá en Egipto. Es un fenómeno que hemos observado en el último siglo ya en Turquía y en Irán.

Entre los demás problemas que causan la emigración está el constante clima de guerra en Oriente Medio, que dura ya 60 años. Las consecuencias para los cristianos son muy duras, en cuanto que son una minoría y la situación no depende de ellos. Con todo los cristianos son más libres, porque en su caso no se superponen religión y política. Por ello creo que éstos tienen seguramente en la región una misión de paz.

Los cristianos sufren también por la falta de libertad de fe y de conciencia y por la grave situación de los derechos humanos, además de por el clima de violencia producido por el islamismo en muchos países de Oriente Medio.

-El teólogo ortodoxo libanés Assaad Elias Kattan de Münster, dijo durante una manifestación Pro Oriente con ocasión del Kirchentag, en la cual usted estaba presente, que “todo lo que la Iglesia católica hace en Oriente Medio y en el mundo entero, tiene repercusiones también sobre las demás Iglesias”. Esta afirmación se refería a las expectativas ortodoxas respecto al Sínodo católico sobre Oriente Medio. ¿Es una valoración correcta?

Padre Samir: Una vez estuve en Beirut en una reunión con algunos profesores de Teología ortodoxos, y uno de ellos dijo que lo que la Iglesia católica hace es esencial para los ortodoxos, subrayando esta afirmación de una manera mucho más precisa que el profesor Kattan. Al principio estaba maravillado de cuanto estaba declarando ante otros teólogos ortodoxos, pero creo que puedo explicarlo. Desde hace casi cincuenta años, las Iglesias ortodoxas intentan reunirse en un Sínodo panortodoxo, sin conseguirlo. No tienen un lenguaje común. Desde el punto de vista teológico están unidos, pero cuando se trata de situaciones prácticas, cada uno tiene su propia línea. Cada uno depende en un cierto sentido de la política. Un papel importante tienen también, además de los problemas políticos, las cuestiones nacionales y étnicas. También la aspiración a la hegemonía hace difícil encontrar una visión común.

En cambio la Iglesia católica está organizada de modo eficiente y forma una unidad a través del Papa. Ya el Concilio Vaticano II fue de gran ayuda para las Iglesias ortodoxas, en la búsqueda de nuevos impulsos. Además, la Iglesia católica está muy cercana a las vicisitudes del mundo, está anclada firmemente en el diálogo sobre los problemas actuales – como las cuestiones de ética, bioética, economía y seguridad política – sobre los problemas de la paz, de la violación de los derechos humanos, de la emigración y de la secularización. Esto depende, en parte, del hecho de que ésta está aún firmemente arraigada en Occidente, y en parte del hecho de que en América latina, en Asia y en África, los católicos son aún más numerosos. Todos estos temas vienen filtrados y examinados a través de la Iglesia católica, del Papa o de las Iglesias locales, y se intenta encontrar una respuesta al Evangelio.

La Iglesia católica, incluso desde el punto de vista sociológico, es muy universal. Ésta dialoga con muchas confesiones y religiones, en particular con el islam y los judíos. Por motivos políticos y sociológicos esto es muy difícil para las Iglesias ortodoxas y orientales en Oriente Medio. Además respecto a las confesiones protestantes no existe en la práctica ninguna relación. En Oriente, los ortodoxos, así como las Iglesias orientales católicas unidas, agradecen a Dios por el hecho de que la Iglesia católica permite a todos tomar parte en sus iniciativas.

-¿Por qué motivo se ha presentado precisamente en Chipre el Instrumentum Laboris del próximo Sínodo de Oriente Medio?

Padre Samir: El Papa había proyectado ya un viaje a Chipre, que no está lejos de la región y que representa una ocasión óptima para encontrarse con los patriarcas. Han participado siete patriarcas católicos: del Líbano, el siro-católico, el melquita, el patriarca greco-católico, el armenio y el maronita; y además, respectivamente de Iraq, Tierra Santa, Jerusalén y Egipto, el caldeo, el latino y el copto. Ha estado presente también el arzobispo caldeo de Teherán, monseñor Ramzi Garmou.

Por Michaela Koller

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Angelus


Palabras del Papa durante el rezo del Ángelus
 

NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el breve discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció al introducir el rezo del Ángelus, hoy con la multitud reunida en el Palacio de los Deportes Eleftheria de Nicosia.

* * * * *

 



 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

A la hora del mediodía es tradición de la Iglesia dirigirse en oración a la Santísima Virgen, recordando con alegría su pronta aceptación de la invitación del Señor a ser la madre de Dios. Era una invitación que la llenó de temor, que uno apenas podía siquiera comprender. Era una señal de que Dios la había elegido, su humilde esclava, a cooperar con él en su obra de salvación. ¡Cómo nos alegramos de la generosidad de su respuesta! A través de su "sí", la esperanza de milenios se convirtió en realidad, Aquel a quien Israel había esperado vino al mundo, en nuestra historia. De él el ángel prometió que su reino no tendrá fin (cf. Lc 1,33).

Unos treinta años más tarde, cuando María estaba llorando a los pies de la cruz, debe haber sido duro mantener esa esperanza viva. Las fuerzas de la oscuridad parecían haber ganado la partida. Y, sin embargo, en el fondo, ella habría recordado las palabras del ángel. Incluso en medio de la desolación del Sábado Santo, la certeza de la esperanza la llevó adelante hacia el gozo de la mañana de Pascua. Y así nosotros, sus hijos, vivimos en la misma esperanza confiada en que el Verbo hecho carne en el seno de María nunca nos abandonará. Él, el Hijo de Dios e Hijo de María, fortalece la comunión que nos une, de manera que podamos dar testimonio de Él y del poder de su amor curativo y reconciliador. Imploremos ahora a María nuestra Madre que interceda por todos nosotros, por el pueblo de Chipre, y por la Iglesia en todo el Oriente Medio, con Cristo, su Hijo, el Príncipe de la Paz.



 

* * *



 

Quisiera ahora decir unas pocas palabras en polaco en la feliz ocasión de la beatificación hoy de Jerzy Popiełuszko, sacerdote y mártir.

[En polaco]

Envío un cordial saludo a la Iglesia en Polonia que se regocija hoy por la elevación a los altares del padre Jerzy Popieluszko. Su celoso servicio y su martirio son un signo especial de la victoria del bien sobre el mal. Que su ejemplo y su intercesión nutran el celo de los sacerdotes e inflame a los fieles con el amor.

[Traducción del original en inglés por Inma Álvarez

© Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana]

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Documentación


Discurso de despedida de Benedicto XVI de Chipre
Paz y reconciliación para la isla
LARNACA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org). - Publicamos el discurso que pronunció Benedicto XVI este domingo en la ceremonia de despedida de Chipre, que tuvo lugar en n el Aeropuerto Internacional de Larnaca.

 



 * * *

[En inglés:]

Señor presidente,

autoridades,

señoras y señores:


Ha llegado el momento de dejaros, después de mi breve pero fecundo viaje apostólico a Chipre.

Señor presidente, le doy gracias por las gentiles palabras que me ha dirigido y le expreso con gusto mi gratitud por todo lo que usted ha hecho, así como a su gobierno y a las autoridades civiles y militares, que han permitido que mi visita sea un memorable éxito.

Al dejar vuestra tierra, al igual que hicieron muchos peregrinos antes, vuelvo a recordar que el Mediterráneo está conformado por un rico mosaico de pueblos con sus propias culturas y belleza, con su calidez y humanidad. A pesar de esta realidad, el Mediterráneo oriental, al mismo tiempo, conoce el conflicto y el derramamiento de sangre, como hemos visto trágicamente en los últimos días. Redoblemos nuestros esfuerzos para construir una paz real y duradera para todos los pueblos de la región.

Junto a este objetivo general, Chipre puede desempeñar un papel particular en la promoción del diálogo y la cooperación. Si os comprometéis con paciencia a favor de la paz de vuestros hogares y a favor de la prosperidad de vuestros vecinos, os prepararéis para escuchar y comprender todos los aspectos de muchas cuestiones complejas, y para ayudar a los pueblos a llegar a una mayor comprensión mutua. El camino que estáis recorriendo es visto con gran interés y esperanza por la comunidad internacional y constato con satisfacción todos los esfuerzos realizados para favorecer la paz en vuestro pueblo y en toda la isla de Chipre.

Al dar gracias a Dios por estos días que han sido testigos del primer encuentro de la comunidad católica de Chipre con el sucesor de Pedro en vuestra tierra, recuerdo con gratitud mis encuentros con las demás autoridades cristianas, en particular a Su Beatitud Crisóstomos II, a quienes doy las gracias por su acogida fraternal. Espero que mi visita pueda ser un paso más en el largo camino que fue abierto con el abrazo en Jerusalén del entonces patriarca Atenágoras y mi venerable predecesor el papa Pablo VI. Sus primeros pasos proféticos nos indicaron el camino que también nosotros tenemos que recorrer. Hemos recibido un llamamiento divino a ser hermanos, a caminar uno al lado del otro en la fe, con humildad, ante Dios omnipotente, y con inseparables lazos de afecto mutuo. Al invitar a los fieles a cristianos a seguir por este camino, deseo asegurarles que la Iglesia católica, con la gracia de Dios, se comprometerá para alcanzar el objetivo de la perfecta unidad en la caridad, a través de una estima más profunda por lo más querido para católicos y ortodoxos

Dejad que exprese una vez más mi sincera esperanza y oración para que juntos, cristianos y musulmanes, se conviertan en levadura de paz y reconciliación entre los chipriotas, lo que se convertirá en ejemplo para los demás países.

Por último, señor presidente, permítame alentarle a usted y a su gobierno en vuestra elevada responsabilidad. Como bien sabéis, entre vuestras tareas más importantes se encuentra la de asegurar la paz y la seguridad a todos los chipriotas. Al haberme alojado en estos últimos días en la nunciatura apostólica, que se encuentra en la zona de separación bajo el control de las Naciones Unidas, he podido ver personalmente algo de la triste división de la isla, así como darme cuenta de la pérdida de una parte significativa de una herencia cultural que pertenece a toda la humanidad. He podido también escuchar a los chipriotas del norte que querrían regresar en paz a sus casas y a sus lugares de culto, y he quedado profundamente impresionado por sus peticiones. Ciertamente, la verdad y la reconciliación, junto al mutuo respeto, son el fundamento más sólido para un futuro de unidad y de paz para esta isla y para la estabilidad y prosperidad de todos sus habitantes. En los años pasados, se ha logrado algo muy positivo a través de un diálogo concreto, si bien falta todavía mucho por hacer para superar las divisiones. Permítame que le aliente a usted y a sus compatriotas a trabajar con paciencia y constancia con vuestros vecinos para construir un futuro mejor y más seguro para vuestros hijos. En este compromiso, puede estar seguro de mis oraciones por la paz de todo Chipre.

[En griego:] 
Señor presidente, queridos amigos, con estas breves palabras me despido de vosotros. Gracias y que la Santísima Trinidad y la Virgen Santa os bendigan siempre. ¡Adiós! ¡Que la paz esté con vosotros!


 

[Traducción realizada por Jesús Colina
©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa en la catedral maronita de Nicosia
 

NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI pronunció hoy en la catedral maronita de Nuestra Señora de las Gracias de Nicosia, ante la comunidad maronita de Chipre y el Comité organizador de la visita.

* * * * *

 



 

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Estoy muy contento de hacer esta visita a la catedral de Nuestra Señora de las Gracias. Agradezco a Monseñor Youssef Soueif por las amables palabras de bienvenida en nombre de la comunidad maronita de Chipre, y saludo os cordialmente a todos vosotros con las palabras del Apóstol: ¡"Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo" (1 Co 1,3)!

Al visitar este edificio, en mi corazón hago una peregrinación espiritual a cada iglesia maronita de la isla. Estad seguros de que, movido por la solicitud de un padre, estoy cerca de todos los fieles de estas antiguas comunidades.

Esta iglesia catedral, de alguna manera, representa la muy larga y rica – y a veces turbulenta – historia de la comunidad maronita en Chipre. Los maronitas llegaron a estas costas en distintos momentos a lo largo de los siglos, y con frecuencia han tenido dificultades para permanecer fieles a su herencia cristiana particular. Sin embargo, a pesar de que su fe se está probando como el oro en el fuego (cf. 1 P 1,7), se han mantenido constantes en la fe de sus padres, una fe que ahora ha pasado a vosotros, los chipriotas maronitas de hoy. Os insto a que atesoreis esta herencia, este precioso regalo.

Este edificio de la catedral también nos recuerda una verdad espiritual importante. San Pedro nos dice que los cristianos somos las piedras vivas que se están "siendo edificadas como casa espiritual, para un sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por Jesucristo" (1 Pe 2,4-5). Junto con los cristianos de todo el mundo, somos parte de ese gran templo que es el Cuerpo Místico de Cristo. Nuestra adoración espiritual, ofrecida en muchas lenguas, en muchos lugares y en una hermosa variedad de liturgias, es una expresión de la única voz del pueblo de Dios, unido en alabanza y acción de gracias a él y en permanente comunión con los demás. Esta comunión, que nos es tan querida, nos impulsa a llevar la Buena Nueva de nuestra vida nueva en Cristo a toda la humanidad.

[En griego]

Este es el encargo que os dejo hoy: rezo para que vuestra Iglesia, en unión con todos sus pastores y con el obispo de Roma, pueda crecer en santidad, en fidelidad al Evangelio y en el amor por el Señor y por el otro.

[En inglés]

Encomendándoos a vosotros y a vuestras familias, y especialmente a vuestros queridos hijos a la intercesión de san Marón, os imparto a todos de buen grado mi bendición apostólica.

[Traducción del original el inglés por Inma Álvarez

© Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana]



 



 

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Discurso del Papa en la entrega del “Instrumentum laboris”
En el Palacio de Deportes de Nicosia

NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa dirigió hoy a los patriarcas y obispos católicos de Oriente Medio, al entregarles el Instrumentum Laboris de la próxima Asamblea Especial del Sínodo, en el Palacio de los Deportes Eleftheria de Nicosia.

* * * * *



 

[En inglés]

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Doy las gracias al arzobispo Eterović por sus amables palabras, y renuevo mi saludo a todos vosotros que habéis venido aquí en relación con el lanzamiento de la próxima Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. Os doy las gracias por todo el trabajo que se ha logrado ya en previsión de la Asamblea sinodal, y yo os prometo la ayuda de mis oraciones al entrar en esta fase final de preparación.

Antes de comenzar, es de lo más oportuno recordar al difunto obispo Luigi Padovese, quien, como presidente de los obispos católicos de Turquía, contribuyó a la preparación del Instrumentum Laboris que hoy os entrego. La noticia de su muerte imprevista y trágica el jueves nos sorprendió y conmocionó a todos nosotros. Confío su alma a la misericordia de Dios todopoderoso, consciente cuán comprometido estaba, sobre todo como obispo, en el entendimiento entre religiones y culturas, y en el diálogo entre las Iglesias. Su muerte es un recuerdo aleccionador de la vocación que compartimos todos los cristianos, de ser valientes testigos, en toda circunstancia, de lo que es bueno, noble y justo.

El lema elegido para la Asamblea nos habla de comunión y testimonio, y nos recuerda cómo los miembros de la comunidad cristiana primitiva "tenían un solo corazón y alma". En el centro de unidad de la Iglesia está la Eucaristía, don inestimable de Cristo a su pueblo y centro de nuestra celebración litúrgica de hoy en esta Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Así que no deja de ser significativa que la fecha elegida para entregar el Instrumentum laboris de la Asamblea especial haya sido hoy.

El Oriente Medio tiene un lugar especial en los corazones de todos los cristianos, ya que fue allí donde en primer lugar Dios se dio a conocer a nuestros padres en la fe. Desde el momento en que Abraham salió de Ur de los caldeos en obediencia a la llamada del Señor, hasta la muerte y resurrección de Jesús, la obra salvadora de Dios se ha cumplido a través de determinadas personas y pueblos en vuestra tierra natal. Desde entonces, el mensaje del Evangelio se ha extendido por todo el mundo, pero los cristianos en todas partes continúan mirando a Oriente Medio con especial reverencia, a causa de los profetas y patriarcas, apóstoles y mártires a quienes tanto debemos, los hombres y las mujeres que escucharon la palabra de Dios, dieron testimonio de ella, y nos la entregaron a nosotros que pertenecemos a la gran familia de la Iglesia.

[En francés]

La Asamblea Especial del Sínodo de los obispos, convocada a petición vuestra, intentará profundizar en los lazos de comunión entre los miembros de vuestras Iglesias locales, como también en la comunión de estas mismas Iglesias entre sí y con la Iglesia universal. Esta Asamblea desea también animaros en el testimonio de vuestra fe en Cristo, que vosotros dais en los países donde esta fe nació y creció. Es además conocido que algunos entre vosotros sufren grandes pruebas debidas a la situación actual de la región. La Asamblea Especial es una ocasión para los cristianos del resto del mundo de ofrecer un apoyo espiritual y una solidaridad por sus hermanos y hermanas de Oriente Medio. Es una ocasión para poner de relieve el valor importante de la presencia y del testimonio cristianos en los países de la Biblia, no sólo para la comunidad cristiana a nivel mundial, sino igualmente para vuestros vecinos y conciudadanos. Vosotros contribuis de innumerables formas al bien común, por ejemplo a través de la educación, el cuidado de los enfermos y la asistencia social, y trabajéis por la construcción de la sociedad. Deseáis vivir en paz y armonía con vuestros vecinos judíos y musulmanes. A menudo actuáis como artesanos de la paz en el difícil proceso de reconciliación. Merecéis reconocimiento por el papel inestimable que desempeñáis. Es mi firme esperanza que vuestros derechos sean siempre respetados, incluido el derecho a la libertad de culto y la libertad religiosa, y que no sufráis nunca más discriminaciones de ningún tipo.

[En inglés]

Rezo para que la labor de la Asamblea especial ayude a centrar la atención de la comunidad internacional sobre la difícil situación de los cristianos en el Oriente Medio, que sufren por sus creencias, de modo que se puedan encontrar soluciones justas y duraderas a los conflictos que causan tantas penalidades. En este grave asunto, reitero mi llamamiento personal a un esfuerzo internacional urgente y concertado para resolver las tensiones actuales en el Oriente Medio, especialmente en Tierra Santa, antes de que estos conflictos conduzcan a un mayor derramamiento de sangre.

Con estos pensamientos, os presento ahora el texto del Instrumentum laboris de la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos. ¡Que Dios bendiga abundantemente vuestro trabajo! ¡Que Dios bendiga a todos los pueblos del Oriente Medio!

[Traducción del original inglés y francés por Inma Álvarez

© Copyright 2010 - Libreria Editrice Vaticana]



 



 

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Homilía del Papa en la Misa del Palacio de los Deportes de Nicosia
 

NICOSIA, domingo 6 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación la homilía pronunciada hoy por el Papa Benedicto XVI durante la Misa celebrada en el Palacio de los Deportes Eleftheria de Nicosia, junto con los patriarcas y obispos católicos de Oriente Medio, y con la participación del arzobispo ortodoxo de Chipre, Crisóstomo II.

* * * * *

[En inglés]

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Saludo con alegría a los Patriarcas y obispos de las diversas comunidades eclesiales de Oriente Medio que han venido a Chipre para esta ocasión, y doy las gracias especialmente al Muy Reverendo Youssef Soueif, arzobispo maronita de Chipre, por las palabras que me dirigió al principio de la Misa. También ofrezco un caluroso saludo a Su Beatitud Crisóstomo II.

Permitidme decir también cuánto me alegro de tener esta oportunidad de celebrar la Eucaristía en compañía de muchos de los fieles de Chipre, una tierra bendecida por la labor apostólica de san Pablo y san Bernabé. Os saludo a todos muy cordialmente y os doy las gracias por vuestra hospitalidad y por la generosa acogida que me habéis dado. Dirijo un saludo particular a los procedentes de Filipinas, Sri Lanka y otras comunidades inmigrantes, que forman una agrupación significativa dentro de la población católica de la isla. Rezo para que vuestra presencia enriquezca la vida y el culto de las parroquias a las que pertenecéis, y que a su vez recibáis mucho sustento espiritual de la antigua herencia cristiana de la tierra que habéis hecho vuestro hogar.

Hoy celebramos la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Corpus Christi, el nombre dado a esta fiesta en Occidente, se utiliza en la tradición de la Iglesia para designar tres realidades distintas: el cuerpo físico de Jesús, nacido de la Virgen María; su cuerpo eucarístico, el pan del cielo que nos alimenta en este gran sacramento; y su cuerpo eclesial, la Iglesia. Al reflexionar sobre estos aspectos diferentes del Corpus Christi, llegamos a una comprensión más profunda del misterio de comunión que une a los que pertenecen a la Iglesia. Todos los que se alimentan con el cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía están "congregados en la unidad por el Espíritu Santo" (Plegaria Eucarística II) para formar el único pueblo santo de Dios. Así como el Espíritu Santo descendió sobre los Apóstoles en el Cenáculo de Jerusalén, así también el mismo Espíritu Santo obra en cada celebración de la Misa con un doble propósito: para santificar los dones del pan y el vino, para que puedan convertirse en el Cuerpo y Sangre de Cristo, y para llenar a todos los que se alimentan de estos dones sagrados, para que puedan llegar a ser un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo.

[En francés]

San Agustín explica de forma magnífica este proceso (cfr Sermón 272). Nos recuerda que el pan no se prepara a partir de un solo grano de trigo, sino de muchos. Antes de que estos granos se conviertan en pan deben ser molidos. Él hace alusión aquí al exorcismo al que los catecúmenos debían someterse antes de su bautismo. Cada uno de nosotros, que formamos parte de la Iglesia, necesitamos salir del mundo cerrado de nuestra propia individualidad y aceptar la compañía de aquellos que comparten el pan con nosotros. Ya no debo pensar a partir de “mi mismo”, sino de “nosotros”. Es por ello que todos los días rezamos a “nuestro” Padre por “nuestro” pan de cada día. Abatir las barreras entre nosotros y nuestros vecinos es la primera premisa para entrar en la vida divina a la que estamos llamados. Necesitamos ser liberados de todo aquello que nos bloquea y nos aísla: del temor y la desconfianza de unos hacia otros, de la codicia y el egoísmo, de la falta de voluntad de aceptar el riesgo de la vulnerabilidad a la que nos exponemos cuando nos abrimos al amor.

Los granos de trigo, una vez molidos, se mezclan en una pasta y se cuecen. Aquí san Agustín hace referencia a la inmersión en las aguas bautismales seguida del don sacramental del Espíritu Santo, que inflama el corazón de los fieles con el fuego del amor de Dios. Este proceso que une y transforma los granos aislados en un solo pan nos presenta una sugestiva imagen de la acción unificadora del Espíritu Santo sobre los miembros de la Iglesia, realizada de forma eminente a través de la celebración de la Eucaristía. Aquellos que toman parte en este gran sacramento se convierten en el Cuerpo eclesial de Cristo cuando se nutren de su Cuerpo eucarístico. "Sé lo que puedes ver – dice san Agustín animándoles – y recibe lo que eres”.

Estas fuertes palabras nos invitan a responder generosamente a la invitación de “ser Cristo” para aquellos que nos rodean. Nosotros somos ahora su cuerpo en la tierra. Para parafrasear una célebre frase atribuida a santa Teresa de Ávila, nosotros somos los ojos con los que su compasión mira a aquellos que están en necesidad, somos las manos que él extiende para bendecir y para curar, somos los pies de los que él se sirve para ir a hacer el bien, y somos los labios con los que su Evangelio es proclamado. Es por tanto importante saber que cuando nosotros participamos así en su obra de salvación, no hacemos memoria de un héroe muerto prolongando lo que él hizo: al contrario, Cristo está vivo en nosotros, su cuerpo, la Iglesia, su pueblo sacerdotal. Alimentándonos de Él en la Eucaristía y acogiendo el Espíritu Santo en nuestros corazones, nos convertimos verdaderamente en el cuerpo de Cristo que hemos recibido, estamos verdaderamente en comunión con él y los unos con los otros, y nos convertimos auténticamente en sus instrumentos, dando testimonio de él ante el mundo.

[En inglés]

"La multitud de los creyentes no tenía sino un solo corazón y una sola alma" (Hch 4,32). En la primera comunidad cristiana, alimentada en la Mesa del Señor, vemos los efectos de la acción unificadora del Espíritu Santo. Ellos ponían sus bienes en común, todo apego material estaba superado por el amor a los hermanos. Encontraban soluciones equitativas a sus diferencias, como vemos por ejemplo en la resolución de la controversia entre helenistas y hebreos por la distribución diaria (cf. Hch 6,1-6). Como un observador comentó en una fecha posterior: "Ved cómo estos cristianos se aman unos a otros, y cómo están dispuestos a morir unos por otros” (Tertuliano, Apología, 39). Sin embargo, su amor no estaba en absoluto limitado a sus correligionarios. Ellos nunca se veían a sí mismos como los beneficiarios exclusivos y privilegiados del favor divino, sino como mensajeros, enviados para llevar la buena nueva de la salvación en Cristo hasta los confines de la tierra. Y así fue cómo el mensaje confiado a los Apóstoles por el Señor resucitado se extendió por todo el Oriente Medio, y desde allí hacia el exterior, a lo largo del mundo entero.

[En griego]

Queridos hermanos y hermanas en Cristo, hoy somos llamados, como ellos lo fueron, a tener un solo corazón y una sola alma, a profundizar nuestra comunión con el Señor y unos con otros, y de llevar su testimonio ante el mundo.

[En inglés]

Estamos llamados a superar nuestras diferencias, para llevar la paz y la reconciliación allí donde hay conflicto, para ofrecer al mundo un mensaje de esperanza. Estamos llamados a llegar a los necesitados, compartiendo generosamente nuestros bienes terrenales con los menos afortunados que nosotros. Y estamos llamados a anunciar sin cesar la muerte y resurrección del Señor, hasta que él venga. Por Cristo, con Él y en Él, en la unidad que es don del Espíritu Santo a la Iglesia, demos honor y gloria a Dios, nuestro Padre celestial, en compañía de todos los ángeles y los santos que cantan sus alabanzas por siempre. Amén.

[Traducción del original en inglés y francés por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]



 

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