La agencia del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras revela nuevos detalles sobre el asesinato del obispo

Monseñor Padovese, víctima de asesinato ritual

Tras matarlo, Murat gritó: "Maté al gran Satán ¡Alá Akbar!"

Redacción, 07 de junio de 2010 a las 16:13


 

No fue un acto de un enfermo mental, sino un asesinato ritual, con modalidades y motivaciones propias del fananatismo religioso. Esta nueva tesis sobre el asesinato del presidente de los obispos de Turquía, monseñor Luigi Padovese, la lanza hoy la agencia AsiaNews, del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras, que inserta, pues, el homicidio en una visión fundamentalista del Islam.

La agencia pontificia considera, además, que, a la luz de hechos, "hay que revisar las declaraciones del gobierno turco y las primeras convicciones expresdas por el Vaticano, según las cuales el asesinato no habría tenido motivaciones políticas o religiosas, aún quedando claro que, como dijo Benedicto XVI, este asesinato no se puede atribuir a Turquía y la turcos, y no debe entorpecer el diálogo interreligioso".

"Los testigos - escribe la agencia del PIME hoy - afirman haber escuchado al obispo pedir ayuda. Pero aún más importante es que oyeron los gritos de Murat inmediatamente después del asesinato".

Según fuentes citadas por la agencia del PIME, el asesino se subió al techo de la casa y gritó: "Maté al gran Satán ¡Alá Akbar!".

Así pues, la secuencia del asesinato se clarifica: El obispo fue apuñalado en su casa. Desangrándose, tuvo la fuerza de salir fuera y pedir ayuda. Allí se desplomó y murió. Cuando ya estaba en el suelo, lo degollaron.

"El grito - dijo la agencia del PIME - coincide perfectamente con la idea de la decapitación, lo que hace pensar en un sacrificio ritual contra el mal".

Esto vincula el asesinato con grupos ultranacionalistas y fundamentalistas islámicos que, al parecer, quieren eliminar a los cristianos de Turquía. Además, según un diario turco, el Milliyet del día 4 de junio, el asesino había dicho a la policía que cometió el crimen "por revelación divina"

Según la agencia del PIME, "la presunta locura del joven de 26 años que desde hacía más de cuatro vivía junto al obispo es ahora insostenible".

Ercan Eris, el abogado de la Conferencia Episcopal turca, dice que el asesino no pudo pasar de la normalidad mental a lo locura en un día y que no hay informe médico alguno que le hubiese diagnosticado una enfermedad mental.

Está claro, pues, que el joven está totalmente cuerdo. "No hay certificado médico alguno sobre su discapacidad mental. Recientemente dijo que estaba deprimido, pero ahora se cree que todo esto era una estrategia para defenderse más tarde".

Ayer llegó el ministro de Justicia a Iskenderun, condenó explícitamente el asesinato y garantizó que se hará todo lo posible para arrojar luz sobre lo sucedido.

El establecimiento de la verdad es necesario para el Estado turco, como demostración de su modernidad y de su capacidad para garantizar los derechos. Pero también es necesario para la Iglesia.

Según declaraciones de la policía, parece que Murat está ofreciendo una nueva justificación de su crimen. Asegura, ahora que monseñor Padovese era homosexual y él, Murat, de 26 años, la víctima "obligada a someterse a sus abusos".

La estrategias defensiva del homocida intenta, pues, sostener la hipótesis de la "legítima defensa".

Según los expertos turcos citados por la agencia del PIME, el asesinato de Monseñor Padovese muestra una evolución de las organizaciones fundamentalistas. En efecto, es la primera vez que su objetivo es tan alto. Hasta ahora habían asesinado a simples sacerdotes. Pero, esta vez, el blanco fue el el jefe e la Iglesia en Turquía.

Al mismo tiempo, sus justificaciones se tornan cada vez más sofisticadas. Ya no se limitan a la «locura», el argumento utilizado en el asesinato del padre Andrea Santoro, sino que buscan explicaciones dirigidas a sembrar la confusión en la opinión pública nacional e internacional.